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Resiliencia y afrontamiento adaptativo: ¿recursos claves para la salud
mental?
Autores: Galarza, Aixa L.; Martínez Festorazzi Valeria S.; Posada, Ma. Cristina y
Castañeiras, Claudia E.
E-mail: [email protected]
Institución: Grupo de Investigación en Evaluación Psicológica. Facultad de
Psicología – Universidad Nacional de Mar del Plata
Resumen:
En los últimos años se observa una tendencia creciente de desarrollos orientados
a comprender e investigar las fortalezas y los recursos personales que promueven
un mayor potencial de salud en las personas, desarrollos derivados del Modelo
Salugénico impulsado por Antonvosky (1988) y también por Seligman (2000,
2005), quienes entre sus postulados centrales destacan el estudio de los factores
que explican las diferencias individuales en la capacidad que tienen las personas
para afrontar constructivamente las adversidades y sobreponerse a ellas de un
modo saludable. Compatible con esta concepción adquiere relevancia
el
fenómeno conocido como resiliencia, entendido en términos generales y en la
línea de autores como Kreisler (1996) como la capacidad de un sujeto para
superar circunstancias de especial dificultad, recurriendo a sus cualidades
mentales, de conducta y a su potencial adaptativo. De hecho, uno de los campos
de investigación más destacados sobre la resiliencia, es el que se refiere a la
resistencia al estrés (Calderón Prada, Espinosa Pezzia, & Techio, 2004; JaramilloVélez, Ospina-Muñoz, Cabarcas-Iglesias & Humphreys, 2005; Manciaux, 2003;
Omar, 2005), que se ocupa de investigar la capacidad de
desarrollar
competencias de afrontamiento efectivas ante situaciones de estrés. Distintos
estudios aportan hallazgos sobre la relación entre los comportamientos resilientes
–entendidos como aquellos que se encuentran vinculados con estrategias activas
dirigidas a resolver el problema-, y las posibilidades de un afrontamiento más
exitoso, facilitando una adaptación eficaz y un desarrollo saludable (Carver,
Scheier & Weintraub, 1989).
Este trabajo tuvo por objetivos: a) Identificar el grado de resiliencia y los estilos de
afrontamiento predominantes en adultos de la ciudad de Mar del Plata; b) Estudiar
las relaciones entre las medidas RS y COPE; y c) Analizar el efecto de las
variables sociodemográficas sexo, edad y nivel de instrucción en la muestra bajo
estudio. Para ello se administraron la Escala de Resiliencia de Wagnild & Young
(1993) y la versión abreviada de la Escala Multidimensional de Evaluación de
Afrontamiento – Brief - COPE (Carver, 1997) a una muestra de 829 adultos
de
ambos sexos (56% mujeres; 44% hombres), con edades entre los 18 y los 65
años. Se trabajó sobre un diseño no experimental con metodología descriptiva y
correlacional. Se analizaron los datos con el paquete estadístico SPSS 13. Se
aplicó estadística descriptiva e inferencial para los análisis previstos. Los
principales resultados indican que aproximadamente un 50% de la
muestra
asumió un grado moderado de comportamiento resiliente, y no se vio afectada por
diferencias de sexo, edad o nivel de instrucción. Las puntuaciones en estrategias
de afrontamiento en cambio sí se mostraron sensibles a las variables sociodemográficas analizadas, y la tendencia de respuestas en la muestra general
mostró un mayor predominio de estrategias de afrontamiento activo, apoyo
instrumental, humor y aceptación, mientras que negación, apoyo y descarga
emocional y uso de sustancias alcanzaron los valores más bajos. Básicamente
aquellos que se describieron con un afrontamiento más activo basado en la
aceptación y en la búsqueda de soluciones presentaron puntuaciones más
elevadas en resiliencia, en cambio el grupo de sujetos con estrategias de
afrontamiento basadas en la evitación y en la pasividad se
describió
significativamente menos resiliente. Si bien estos datos no son generalizables,
están sustentados en un tamaño muestral de magnitud suficiente para
justificar
las tendencias de los resultados.
Palabras clave: resiliencia – afrontamiento - adultos – población general
Introducción
En los últimos años se observa una tendencia creciente de desarrollos orientados
a comprender e investigar las fortalezas y los recursos personales que promueven
un mayor potencial de salud en las personas, desarrollos derivados del Modelo
Salugénico impulsado por Antonvosky (1988) y también por Seligman (2000,
2005) desarrollos que, entre sus postulados centrales destacan el estudio de los
factores que explican las diferencias individuales en la capacidad que tienen las
personas para afrontar constructivamente las adversidades y sobreponerse a
ellas de un modo saludable. Compatible con esta concepción adquiere relevancia
el fenómeno conocido como resiliencia, entendido en términos generales y en la
línea de autores como Kreisler (1996) como la capacidad de un sujeto para
superar
circunstancias de especial dificultad, recurriendo a sus cualidades
mentales, de conducta y a su potencial adaptativo. Esta capacidad resulta de un
proceso dinámico e interactivo que varía según las circunstancias, la naturaleza
del contexto familiar y cultural, y la etapa vital específica de cada persona
(Manciaux, 2003; Melillo, Suárez Ojeda & Rodríguez, 2004; Rutter, 1992). En
ambos casos se enfatizan las posibilidades de lograr un desarrollo normal en
condiciones difíciles, como alternativa complementaria al modelo de
la
vulnerabilidad centrado en la psicopatología y el malestar, el que por sí sólo no
permitiría explicar cómo las personas se libran de las adversidades. En este
sentido se consideran las competencias de los sujetos, sus capacidades de
afrontamiento y sus estrategias de ajuste como aspectos relevantes de su
potencial de salud (Manciaux, 2003).
Uno de los campos de investigación más destacados sobre la resiliencia es el que
se refiere a la resistencia al estrés (Calderón Prada, Espinosa Pezzia, & Techio,
2004; Jaramillo-Vélez, Ospina-Muñoz, Cabarcas-Iglesias & Humphreys, 2005;
Manciaux, 2003; Omar, 2005) es decir, a las competencias que los sujetos
disponen ante situaciones de estrés agudo o crónico. Un afrontamiento resiliente
entonces será aquel en el que se puedan poner en marcha estrategias de ajuste
eficaces ante la adversidad y la tensión que permitan restaurar o mantener el
equilibrio tanto interno como externo.
En sus desarrollos sobre Estrés y Procesos Cognitivos, Lazarus y Folkman (1986)
definen el afrontamiento como “los esfuerzos cognitivos y
conductuales
constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas
específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o
desbordantes de los recursos del individuo”. Su naturaleza y sus características
describen una predisposición personal o estilo de afrontamiento que dará lugar a
acciones concretas, es decir a estrategias de afrontamiento que el sujeto utilizará
en cada contexto, y que pueden presentar variaciones dependiendo de las
condiciones específicas. Autores de referencia en el estudio del afrontamiento
(Carver, Scheier & Weintraub, 1989; Chico Libran, 2003; Lazarus & Folkman,
1984; Moos, 1988; Roth & Cohen, 1986) han categorizado las diferentes
estrategias según el afrontamiento sea por aproximación o evitación al problema.
El primero alude a los esfuerzos dirigidos a definir el problema y a la búsqueda de
soluciones alternativas para resolver la situación problemática. Aquí se observan
tanto esfuerzos cognitivos como emocionales que se utilizan para reducir la
tensión generada por la situación, intentando mantener el equilibrio afectivo. Por
otro lado, el afrontamiento por evitación se refiere a intentos por evitar pensar en
la situación problemática y sus implicancias, ausencia de enfrentamiento o
conductas evasivas y de negación, consideradas como menos efectivas y
desadaptativas.
Estas modalidades pueden coexistir y de hecho un afrontamiento resiliente y
efectivo en cualquier caso estará dado por la flexibilidad adaptativa que dispongan
y/o generen las personas para utilizar estrategias alternativas en diferentes
condiciones y circunstancias de tensión y adversidad, y esto estará mediado por
la evaluación cognitiva que realicen de la situación y de los recursos disponibles
para afrontarla, entendiendo por evaluación cognitiva aquellos procesos que
median entre el afrontamiento y la respuesta del sujeto. Así, los comportamientos
resilientes estarían vinculados con aquellas estrategias activas dirigidas a resolver
el problema, en tanto son las que posibilitan un afrontamiento más exitoso,
facilitando una adaptación eficaz y un desarrollo saludable (Carver et.al., 1989).
Creemos que en un contexto como el actual, donde el cambio, la falta de
estabilidad y la incertidumbre acompañan el devenir cotidiano y las condiciones
de riesgo en la población, el estudio y la evaluación de las relaciones entre
resiliencia y afrontamiento como aspectos que forman parte del potencial de
salud, es decir de aquellos recursos y capacidades que los sujetos pueden poner
en marcha para afrontar las tensiones generadas por las situaciones de
adversidad, son razones que justifican el estudio empírico que se presenta.
Objetivos
a) Identificar el grado de resiliencia y los estilos de afrontamiento predominantes
en adultos de la ciudad de Mar del Plata.
b) Estudiar las relaciones entre las medidas RS y COPE.
c) Analizar el efecto de las variables sociodemográficas sexo, edad y nivel de
instrucción en la muestra bajo estudio.
Método
Este estudio empírico se basó en un diseño no experimental con metodología
descriptiva y correlacional.
Participantes
Se trabajó sobre una muestra intencional simple y la participación voluntaria y
bajo consentimiento informado de 829 adultos de la ciudad de Mar del Plata (56%
mujeres; 44% hombres), con edades comprendidas entre 18 y 65 años (M= 36.81;
DS=14.06); el 15,1% de la muestra poseía estudios básicos, el 28% estudios
medios, el 45% presenta estudios terciaros, y el 11% restante había completado
sus estudios universitarios.
Instrumentos
Se aplicaron dos medidas de autoinforme.
La Escala de Resiliencia - RS (Wagnild & Young, 1993) evalúa el grado de
resiliencia a través de dos factores: Disciplina y Orden, y Realización
y
Autonomía. Consta de 25 ítems que se responden sobre una escala de 7 puntos y
que el sujeto debe responder según su grado de acuerdo o desacuerdo con cada
uno de ellos. La puntuación total de la escala varía entre 25-175 puntos, y
mayores puntuaciones describen mayor grado de resiliencia. Los
datos
disponibles indican una buena consistencia interna para los factores Disciplina y
Orden (=.71) y Realización y Autonomía (=.69) (Bulnes, Ponce, Huerta,
Álvarez, Santibáñez, Atalaya, Aliaga & Morocho, 2008).
La Escala Multidimensional de Evaluación de Afrontamiento – COPE (Carver,
Scheier & Weintraub, 1989), versión abreviada Brief-COPE (Carver, 1997), que
evalúa estilos y estrategias de afrontamiento. Posee 28 ítems con cuatro opciones
de respuesta basadas en frecuencia de uso. Permite identificar
catorce
estrategias de afrontamiento: autodistracción, afrontamiento activo, negación, uso
de sustancias, apoyo emocional, apoyo instrumental, abandono o renuncia,
descarga emocional, reformulación positiva, planificación, humor, aceptación,
religión y autocrítica. Estudios previos con el instrumento informan buenas
propiedades psicométricas, una estructura factorial estable y avalan su
aplicabilidad en otros contextos (Carver et al., 1989; 1993; Carver & Scheier,
1994).
Procedimiento
Para la administración de la Escala de Resiliencia (RS) y la
Escala
Multidimensional de Evaluación de Afrontamiento (COPE) se contó con la
colaboración de los estudiantes que cursaron la asignatura Instrumentos de
Exploración Psicológica I de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional
de Mar del Plata durante el ciclo lectivo 2008. Esta tarea formaba parte de las
actividades académicas previstas dentro del plan de estudios. Si bien la muestra
se obtuvo por disponibilidad, se procuró garantizar la representatividad por sexo y
edad en la distribución de casos. La administración del protocolo se llevó a cabo
en un único encuentro de aproximadamente 30 minutos. En todos los casos la
participación fue voluntaria y bajo consentimiento informado. Posteriormente se
procedió a la codificación y corrección de los protocolos. Los datos fueron
procesados con el software SPSS 13.0. Se aplicó estadística descriptiva e
inferencial para los análisis previstos.
Resultados
Objetivo a) Las puntuaciones para la medida de resiliencia se distribuyeron
siguiendo una tendencia a la normalidad, es decir, un 50% de la muestra se
concentró en los valores medios, describiendo un grado moderado de resiliencia,
y porcentajes menores pero equivalentes que se ubicaron en un bajo grado y alto
grado de resiliencia respectivamente (ver Tabla 1). En cuanto al afrontamiento, el
mayor predominio relativo estuvo representado por las estrategias
de
afrontamiento activo, apoyo instrumental, humor y aceptación, mientras que
negación, apoyo y descarga emocional y uso de sustancias alcanzaron valores
por debajo del 13%. En las Tablas 1 y 2 se presentan el detalle porcentual de las
puntuaciones por grado de resiliencia y predominio de afrontamiento.
Tabla 1. Distribución porcentual de las puntuaciones según grado* de resiliencia
autoinformado
Grado de RS*
Disciplina
Orden
y
Bajo
Moderado
Alto
26,5%
50,1%
23,4%
Realización
Personal
Escala Total
26,4%
51%
22,6%
26,2%
49,8%
24%
*bajo: hasta P25; moderado: entre P25 y P 75; alto: mayor a P75
Tabla 2. Distribución porcentual estrategias afrontamiento según predominio*
Estrategias
d
e
afrontamiento
Autodistracción
Bajo predominio
Moderado
predominio
Alto predominio
39,8%
46,7%
13,5%
53,4%
22%
24,6%
47,6%
40,8%
11,6%
64,8%
22,1%
13,1%
41%
46,9%
12,1%
33,7%
44,1%
22,2%
31,7%
53,6%
14,7%
38,6%
49,3%
12,1%
27%
55,4%
17,6%
Planificación
37,8%
49,1%
13,1%
Humor
40,9%
37,4%
21,7%
Aceptación
43,1%
36,4%
20,5%
Religión
38,8%
43,4%
17,7%
Autocrítica
35,1%
50,2%
14,7%
Afrontamient
o activo
Negación
Uso
de
sustancias
Apoyo emocional
Apoyo
instrumental
Abandono
renuncia
Descarga
emocional
Reformulación
positiva
*p< 0.05; **p<0.01
o
Objetivo b) Se hallaron relaciones positivas entre las estrategias
de
afrontamiento basadas en la aceptación y el afrontamiento activo en sus distintas
variantes con resiliencia, y negativas entre las estrategias pasivas y evasivas y
resiliencia. En la Tabla 3 se presentan sólo las relaciones estadísticamente
significativas.
Tabla 3. Relaciones RS – COPE
Dimensiones/
Disciplina
Estrategias
Orden
Personal
,38**
,34**
,39**
-,18**
-,22**
-,21**
-,17**
-,17**
-,18**
-,39**
-,35**
-,39**
,17**
,12**
.15**
,37**
,37**
,41**
Planificación
,23**
,26**
,26**
Humor
---
,16**
,13**
Aceptación
,12**
,21**
,20**
Autocrítica
-,23**
-,17**
-,21**
Afrontamient
o activo
Negación
Uso
de
sustancias
Abandono
renuncia
Descarga
emocional
Reformulación
positiva
o
y Realización
Escala Total RS
*p< 0.05; **p<0.01
Objetivo c) Se encontró un efecto diferencial de las variables sociodemográficas
consideradas (sexo, edad y nivel de instrucción) en las medidas analizadas.
En el caso de la variable sexo, las diferencias significativas se presentaron en
afrontamiento y no en resiliencia. Las mujeres informaron significativamente un
mayor predominio de autodistracción (t= 3,08;p< 0.01), afrontamiento activo (t=
2,90;p< 0.01), apoyo emocional (t= 6,79;p< 0.001), apoyo instrumental (t= 7,40;p<
0.001), descarga emocional (t= 5,38;p< 0.001), reformulación positiva (t= 2,41;p<
0.05), planificación (t= 2,46;p< 0.05) y religión como fuente de apoyo espiritual
(t= 7,37;p< 0.001) que los hombres en esta muestra de población general.
En este estudio la edad se recodificó en tres rangos percentilares: 18-23 años;
24-50 años y 51-65 años. Una vez más el grado de resiliencia no parece verse
afectado por diferencias de edad. En afrontamiento, los más jóvenes recurren
significativamente más al apoyo emocional e instrumental, al abandono, a la
descarga emocional y el humor. En el uso de sustancias los sujetos con edades
entre 24 y 50 años obtuvieron valores significativamente más altos y fueron los
adultos mayores de 50 años quienes informaron una mayor capacidad de
aceptación y de apoyo en la religión como estrategia de afrontamiento.
En cuanto al nivel de instrucción formal alcanzado, nuevamente no tuvo un efecto
sobre el grado de resiliencia informado, pero sí en algunas estrategias de
afrontamiento. Los grupos con mayor nivel de instrucción
presentaron
significativamente más predominio de estrategias de afrontamiento activo y
búsqueda de apoyo. Mientras que el nivel más básico de educación
formal
informó significativamente más estrategias de evitación como la negación.
Conclusiones
Este estudio empírico se centró en la identificación y el análisis de las relaciones
entre resiliencia y afrontamiento en adultos de población general. Los principales
resultados indican que aproximadamente un 50% de la muestra asumió un grado
moderado de comportamiento resiliente, al menos en las dimensiones que mide la
Escala RS, y que esta variable no se vio afectada por diferencias de sexo, edad o
nivel de instrucción. Las puntuaciones en estrategias de afrontamiento en cambio
sí se mostraron sensibles a las variables socio-demográficas analizadas, y la
tendencia de respuestas en la muestra general mostró un mayor predominio de
estrategias de afrontamiento activo, apoyo instrumental, humor y aceptación,
mientras que negación, apoyo y descarga emocional y uso de sustancias
alcanzaron los valores más bajos. Básicamente aquellos que se describieron con
un afrontamiento más activo basado en la aceptación y en la búsqueda de
soluciones presentaron puntuaciones más elevadas en resiliencia, en cambio
el
grupo de sujetos con estrategias de afrontamiento basadas en la evitación y en la
pasividad se describió significativamente menos resiliente.
Si bien estos datos no se pueden considerar generalizables, están sustentados en
un tamaño muestral de magnitud suficiente para justificar las tendencias de los
resultados y avanzar en el estudio de los recursos y competencias que componen
el potencial de salud de las personas, y en este sentido constituye un aporte para
las intervenciones con capacidad y alcance preventivo y promotor de la salud en
nuestra comunidad.
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