MEDICINA DE URGENCIAS PRIMER NIVEL DE ATENCION Ulcera péptica SECCION 4.- APARATO DIGESTIVO 16. Ulcera hemorrágica péptica Marzo 15, 2004. CONTENIDO 1. Introducción 2. Fisiología gástrica 3. Complicaciones de la úlcera péptica 4. Manejo de la hemorragia 4.1. Reposición de la volemia 4.2. Drogas vasoactivas 4.3. Control de la diuresis 5. Tratamiento de la úlcera péptica 5.1. Tratamiento médico 5.2. Tratamiento endoscópico 5.3. Tratamiento quirúrgico 6. Bibliografía • ¿Qué es la úlcera péptica? • ¿Cuáles son las dos formas de úlcera péptica? • ¿Cuál es la fisiología gástrica? • ¿Quiénes presentan con mayor frecuencia este tipo de lesiones? • ¿Cuáles son los factores de riesgo para hemorragia digestiva? • ¿Cuál es el manejo inicial de la hemorragia digestiva? • ¿Cuál es el manejo inicial de la úlcera péptica? • ¿En qué consiste el tratamiento médico de la úlcera péptica? 1. Introducción Una úlcera péptica es una lesión de la mucosa del estómago o duodeno en cuya patogenia desempeñan un importante papel el ácido y la pepsina. Las principales formas de úlcera péptica son la úlcera duodenal (UD) y la úlcera gástrica (UG); ambas son enfermedades crónicas frecuentemente causadas por la bacteria Helicobacter pylori. H. Pylori constituye también un importante factor de riesgo de cáncer gástrico y de ciertos tipos de linfoma gástrico. El término úlcera péptica también comprende las UG y UD asociadas al estrés o a la ingestión de fármacos, a menudo aspirina y otros antiinflamatorios no esteroideos (AINE). La úlcera que acompaña al síndrome de Zollinger-Ellison (SZE), causada por tumores de células de los islotes secretoras de gastrina (gastrinomas), se considera también una forma de úlcera péptica. Aún los conocimientos respecto a la causa de la úlcera péptica son incompletos, la información disponible respalda que H. Pylori desempeña un papel central y que son necesarios el ácido y la pepsina. El desarrollo de una úlcera depende del equilibrio entre los factores agresivos (principalmente el ácido gástrico y la pepsina) y los factores que participan en la defensa de la mucosa o la resistencia a la ulceración. Se produce úlcera péptica cuando las defensas de la mucosa gastroduodenal son incapaces de proteger al epitelio de los efectos corrosivos del ácido y la pepsina. Es por ello que sigue siendo clave comprender la fisiología gástrica básica al considerar la patogenia de la úlcera péptica. 2. Fisiología gástrica La mucosa gástrica posee una extraordinaria capacidad de segregar ácido. Las células parietales dispersas a lo largo de las glándulas mucosas del cuerpo y fondo gástrico segregan ácido clorhídrico a través de un proceso que implica la fosforilación oxidativa. Cada ion de hidrógeno (H+) se acompaña de un ion cloruro (Cl-). Por cada ion de hidrógeno segregado a la luz del estómago, se libera un ion bicarbonato (HCO3-) a la circulación venosa gástrica. El paso final de la secreción de iones hidrógeno se logra por la acción de una “bomba de protones” (H+,K+-ATPasa) localizada en la membrana microvellositaria apical y en el aparato tubovesicular de la célula parietal. En la regulación de la secreción ácida gástrica participan múltiples factores químicos, nerviosos y hormonales. La secreción ácida es estimulada por la gastrina y por las fibras vagales posganglionares. La mucosa gástrica contiene grandes cantidades de histamina alojada en los gránulos citoplásmicos de las células cebadas en contacto directo con las células apriétales. La histamina es el estimulante más importante de la secreción ácida gástrica y se libera a partir de las células similares a la enterocromafines (SEC) tanto por la acción de la gastrina como por la actividad colinérgica. El principal estímulo fisiológico de la secreción ácida es la ingestión de alimentos. Tradicionalmente, la regulación de la secreción ácida del estómago se ha dividido en tres fases: cefálica, gástrica e intestinal. El moco gástrico segregado por las células mucosas del epitelio de la mucosa gástrica y las glándulas del 2 estómago tiene importancia en la defensa de la mucosa y en la prevención de la úlcera péptica. La secreción de moco se estimula por irritación mecánica o química y por estimulación colinérgica. El moco gástrico está presente en dos fases: una fase soluble en el jugo gástrico y un estrato de moco en forma de gel insoluble, de 0.2 mm de espesor, que reviste la superficie mucosa del estómago (Figura 1). El espesor del gel aumenta por las prostaglandinas E y disminuye por la aspirina y otros AINE. Al ser una capa de agua sin remover, el gel de moco lentifica la difusión de hidrogeniones hacia la superficie de la mucosa gástrica, permitiendo que el bicarbonato ejerza una función de tampón en el seno del gel. Figura No. 1 Mecanismos de defensa de la mucosa gástrica 3. Complicaciones de la úlcera péptica Las complicaciones de las úlceras comprenden la hemorragia, la obstrucción y la perforación. Se produce hemorragia en el 15 al 25 % de los pacientes con úlcera duodenal; se calcula que, cuando no se aplica un tratamiento erradicador de h. Pylori o no se instaura un tratamiento de mantenimiento con un antagonista del receptor H2, cerca del 40 % de los pacientes que sufren una hemorragia inicial experimentan una recidiva. La hemorragia en relación con una úlcera asociada a AINE es especialmente frecuente cuando no existen síntomas previos de úlcera péptica (aproximadamente en el 50 % de los casos). En la mayoría de los pacientes la hemorragia de la úlcera péptica se resuelve espontáneamente. En algunos casos se precisa la intervención endoscópica (utilización de una sonda térmica o un electrocauterio bipolar, fotocoagulación con láser o inyección de un vasoconstrictor o esclerosante) para detener la hemorragia activa o para evitar la recidiva del sangrado en pacientes cuyas características de la úlcera, como la presencia de un vaso visible, indican un elevado riesgo de recidiva hemorrágica. En un estudio efectuado en el Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI se evidenció que de 71 pacientes con úlcera péptica, como causa de hemorragia intestinal alta, 32 (45 %) ameritaron hospitalización; de ellos 37.5 % se sometió a escleroterapia, 9.4 % a escleroterapia y operación, 15.6 % a intervención quirúrgica y 37.5 % sólo a tratamiento médico; la incidencia y mortalidad fue mayor en sujetos de edad avanzada. Del 2 al 3 % de los pacientes con UD sufren perforación libre en la cavidad peritoneal. De ellos, entre el5 y el 10 % no tienen antecedentes de síntomas ulcerosos reconocibles. La obstrucción del vaciamiento gástrico ocurre en un 2 al 4 % de los pacientes ingresados en un hospital por úlceras duodenales o del conducto pilórico. Es por lo anterior que se tratará en este boletín el manejo de la hemorragia causada por una úlcera péptica. 4. Manejo de la hemorragia digestiva La primera medida en la asistencia a un paciente con una hemorragia digestiva, es la canulación de una vía venosa con un catéter de calibre suficiente (14 o 16 F) para iniciar la perfusión de líquidos (cristaloides y coloides) necesarios para mantener la situación hemodinámica. Inmediatamente después, si el paciente está consciente debe ser colocado en decúbito lateral izquierdo para evitar la aspiración broncopulmonar, y si no es así, se procede a la intubación orotraqueal o nasotraqueal. Posteriormente se trasladará a un centro hospitalario que disponga de endoscopia digestiva. Dentro de los servicios de urgencias, la evaluación inicial del paciente incluye una anamnesis detallada del episodio hemorrágico y antecedentes previos del paciente, aunque es un error asumir que si el paciente tiene una enfermedad conocida, el sangrado sea resultado directo de esta enfermedad. Así, pacientes diagnosticados de cirrosis sangran desde varices sólo en el 50-70 % de las veces, el resto, tienen úlceras pépticas, las cuales tienen implicaciones y tratamientos totalmente diferentes. En ocasiones, los pacientes pueden presentarse sin ningún signo objetivo de hemorragia digestiva, pero si con datos que sugieren pérdida sanguínea como presíncope, disnea, angor o shock. Hay que investigar la posible ingesta de fármacos ulcerogénicos como corticoides, aspirina y otros AINES. Estos pacientes tienen una prevalencia de un 5 a un 25 % de úlceras gástricas y más de dos veces riesgo de sangrado comparado con pacientes que no toman AINES. Los pacientes fumadores tienen una mayor incidencia (72 %) de úlcera duodenal que los no fumadores (22 %). El primer paso en el abordaje de un paciente con una hemorragia digestiva por úlcera péptica es hacer una correcta evaluación de los signos vitales. La hipotensión arterial debida a un sangrado agudo refleja aproximadamente una pérdida de volumen del 25 %. La frecuencia del pulso se incrementa por encima de 20, un descenso de la presión arterial sistólica mayor de 20 mmHg y un descenso de la diastólica mayor de 10 mmHg. La reanimación debe iniciarse de forma simultánea a la evaluación. Se deben colocar como mínimo dos catéteres intravenosos, uno de ellos que permita el acceso a una vía venosa central. Al mismo tiempo se hará una extracción sanguínea para analítica de urgencias, determinar el grupo sanguíneo y realizar pruebas de compatibilidad, reservando un mínimo de cuatro unidades. Se efectuarán lo antes posible un electrocardiograma, radiografía de tórax y simple de abdomen y se instaurará oxigenoterapia. 4.1. Reposición de la volemia En situación shock hipovolémico, la reposición del volumen intravascular es capital para mantener el gasto cardiaco y el transporte de oxígeno a los tejidos. La elección entre cristaloides (Ringer lactato o salino normal) y coloides sigue siendo controvertida. El uso de cristaloides provoca hemodilución y fuga hacia el espacio intersticial, con una reducción del volumen circulante y edema tisular local, ocasionando todo ello hipoxia tisular. Por esta misma razón, se precisará mayor cantidad de líquidos para mantener la situación hemodinámica (el 75 % de los cristaloides infundidos pasan al espacio intersticial). Con la infusión de coloides se consigue una restauración más rápida de las anormalidades hemodinámicas. La albúmina humana es el principal coloide en la reposición de volumen, sobre todo, en pacientes con alto riesgo de desórdenes de coagulación. El plasma fresco congelado no está indicado en la reposición de la volemia. La transfusión de productos sanguíneos deberá ser individualizada. No existe un hematocrito “óptimo” aplicable a todos los pacientes, pero con uno del 30 % se puede asegurar un transporte de oxígeno adecuado a los tejidos. Si existe una hemorragia masiva, se iniciará una transfusión con sangre del grupo O hasta que se realicen las pruebas de compatibilidad. Los hematocrito se realizarán cada 4-6 horas hasta que el paciente esté estable y se monitorizará el calcio iónico si se han transfundido grandes cantidades de concentrado de hematíes. 4.2. Drogas vasoactivas Si persiste la hipotensión, a pesar de la normovolemia conseguida, podría ser causada por un gasto cardiaco bajo por depresión miocárdica o por vasodilatación periférica. Los datos obtenidos del catéter de arteria pulmonar nos ayudarán a identificar esta anormalidad y en la elección de droga vasoactiva (dobutamina). 4.3. Control de la diuresis Es necesario hacer un control de la diuresis para valorar la perfusión tisular. Si el volumen urinario es inferor a 0.5 ml/kg/hora, indica una grave situación de hipovolemia. 5. Tratamiento de la úlcera péptica 5.1. Tratamiento médico.- Entre los agentes farmacológicos que disponemos actualmente como son los estimulantes de los factores defensivos de la mucosa (sucralfato, prostaglandinas, carbenoxolona, subnitrato de bismuto), los neutralizantes de la secreción ácida 3 (antiácidos) y los inhibidores de la secreción gástrica ácida que incluyen los anti-H2 (cimetidina, ranitidina y famotidina), anticolinérgicos y los inhibidores de la bomba de protones (omeprazol) no existe ninguno que detenga la hemorragia activa o evite el resangrado. Por lo tanto, el uso rutinario de estos fármacos por vía intravenosa en el episodio agudo no es necesaria. El objetivo del tratamiento médico será promover la cicatrización de la úlcera para prevenir la recurrencia de la hemorragia. Así, la ranitidina puede prevenir la úlcera duodenal en pacientes tomadores de AINES, pero es ineficaz en la prevención de la úlcera gástrica. Por el contrario, la famotidina protege la mucosa gástrica contra tratamientos cortos de aspirina o naproxeno. Si se demuestra que existe infección por H pylori estará indicada su erradicación. 5.2. Tratamiento endoscópico.- La endoscopia terapéutica está indicada en aquellos pacientes con evidencia clínica de sangrado importante (inestabilidad hemodinámica, descenso del hematocrito o necesidad de transfusión), o evidencia endoscópica de hemorragia arterial activa o vaso visible no sangrante. La mayoría de los estudios que comparan las terapéuticas de inyección, la electrocoagulación bipolar, y las sondas de calefacción sugieren que estas tres técnicas son comparables en seguridad y eficacia. Sin embargo, entre un 10-30 % de estos pacientes continúan sangrando a pesar del tratamiento endoscópico. En estos pacientes será necesaria la monitorización intensiva y cirugía urgente. 5.3. Tratamiento quirúrgico.- Las indicaciones para el tratamiento quirúrgico incluyen: hemorragia masiva que no responde a las maniobras de resucitación o recidiva hemorrágica por fracaso del tratamiento endoscópico inicial. Sin embargo, Peterson, Venables y A. Jones son partidarios de un tratamiento quirúrgico precoz en todos los pacientes en los que la endoscopia demuestre hemorragia activa o estigmas de hemorragia reciente ya que estos datos preveen la posibilidad de persistencia o recurrencia del episodio hemorrágico con una mortalidad alrededor del 10-12 % comparada con el 3 % de la cirugía. La operación estándar para las úlceras duodenales es la vagotomía, sutura de la úlcera y del vaso sangrante asociadas a piloroplastía. En el caso que este procedimiento no pueda realizarse lo adecuado sería realizar una antrectomía con vagotomía. Las técnicas empleadas para el control de la hemorragia en las úlceras gástricas han sido múltiples y varía desde la resección local de la úlcera hasta la gastrectomía, incluyendo la reconstrucción tipo Billroth I. 6. Bibliografía 1. Harrison. Principios de Medicina Interna. 14ª edición. Ed. Mc Graw-Hill Interamericana. 1998 2. Vargas DA. Gastroenterología. 2ª edición. Ed. McGraw-Hill Interamericana. 1998. 3. González García MA., García Sánchez M., Alvarez Marquez A. Hemorragias digestivas. En: Principios de 4 Urgencias, Emergencias y Cuidados Críticos. Soc. Andaluza de Medicina Intensiva y Unidades Coronarias. 2002. 4. Salas M., Ward A., Caro J. Are proton pump inhibitors the first choice for acute treatment of gastric uilcers? A meta analysis of randomized clinical trials. BMC Gastroenterology 2002,2-17. 5. Walt RP, Langman MJS: Acute bleeding peptic ulcer. In Bouchier IAD, Allan RN, Hodgson HJF eds: Gastroenterology Clinical Science and Practice, ed 2. 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