24 de febrero de 2014 — buzos www.buzos.com.mx Escafandra 45 Los orígenes remotos del materialismo y la dialéctica Ángel trejo RAYGADAS / Periodista - escritor a Demócrito y a Heráclito, quienes formularon sus hipótesis con base en la especulación filosófica y con escasa observación científica. A Heráclito, además de la teoría del fuego, se debe otro de los grandes asertos filosóficos: la percepción de la estructura dialéctica de la naturaleza; es decir, del principio de contradicción por el que los diversos elementos de la materia están en continuo movimiento, oponiéndose y resolviendo su oposición mediante la síntesis para generar nueva expresiones de la naturaleza. Griego de Éfeso (hoy sería turco) y con ciudadanía persa –al parecer fue favorito del rey Darío– Heráclito dijo que “al cosmos no lo hizo ningún dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno que se enciende y extingue según medida”. En este postulado aparece el guiño primario de la teoría del big bang y la sospecha que hoy comparte Stephen Hawking de que en el espacio infinito no hay uno sino muchos –muchísimos– universos como el que ahora apenas columbramos con nuestros telescopios y nuestra capacidad de inventiva. Ilustración: Carlos Mejía Hace más de dos mil ,500 años antes de nuestra era (ane), los filósofos que precedieron a Sócrates buscaron en la materia el origen del universo y de la vida. Tales de Mileto (siglo VII ane), por ejemplo, dijo que la vida provenía del agua; Anaxímenes (S. VI) que del aire (oxígeno) y Heráclito de Éfeso (S. VI) afirmó que el origen del universo había sido el fuego, entendido éste como energía y movimiento. Anaximandro (VII) y Pitágoras (S. VI) hurgaron también en la materia pero no propusieron elementos específicos de origen sino que intentaron una explicación más genérica. Anaximandro, probablemente con base en una intuición o imaginación bárbaras, llegó a decir que los primeros animales de la Tierra surgieron del agua y que los hombres descendían de los peces. Este filósofo fue el creador de la ciencia experimental de campo y laboratorio. Pitágoras de Samos, por su parte, dijo que en su nivel más íntimo la realidad universal es de naturaleza matemática y que el universo puede ser en codificado con base en puntos o números. Otro de los sorprendentes indagadores del Universo de esa época fue Demócrito de Abdera (S. V), quien afirmó que la materia es autocreada –es decir, que siempre ha estado en el espacio infinito– y que está integrada por átomos: partículas indivisibles, invisibles y siempre en movimiento, que se diferencian entre sí sólo por su forma y su tamaño, pero no por sus cualidades internas. La física moderna (cuántica), que explora el átomo y sus componentes más diminutos, da hoy la razón a Demócrito, salvo en su aserto de que los átomos no tienen división, ya que la ciencia y la tecnología modernas han demostrado que dichas partículas pueden dividirse hasta casi la nada y que sus principales componentes –como sugirió Heráclito– son eléctricos, energéticos, es decir, puro fuego. Demócrito atribuía el hallazgo de su teoría atómica a Leucipo (Abdera S. V), supuesto discípulo de Parménides y Zenón – otros presocráticos– y presunto maestro suyo. Pero no se ha encontrado ninguna huella histórica de Leucipo y existe la presunción de que Demócrito lo inventó para excusarse de un probable yerro en su teoría atómica. Las hipótesis presocráticas más aproximadas a los postulados científicos del siglo XXI –basadas en la investigación y la experimentación científicas– pertenecerían