Visión de conjunto de la tercera parte

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El francés en Quebec : 400 años de historia y de vida
Tercera parte - El francés: un estatus comprometido (1850-1960)
Visión de conjunto de la tercera parte
Por primera vez desde la Conquista, la lengua francesa tendrá, en 1867, un estatus político y
jurídico. La Confederación es recibida por muchos con expresiones de alegría. Se aclama al
“parlamento francés” que se instaura en la ciudad de Quebec. Se celebra el “pacto de honor”
sellado entre los dos pueblos fundadores. Algunos ya ven un Canadá que habla francés e
inglés de un océano al otro. Sin embargo, poco a poco, la realidad se impone de manera
brutal. No sólo el francés no está ubicado en un plano de igualdad con el inglés en el
territorio canadiense, sino que, incluso en Quebec donde debería predominar, la constitución
le concede un estatus igual al inglés, que no tardará en imponerse al francés.
Los canadienses franceses gradualmente toman conciencia de su situación social y
económica poco alentadora; los negocios se realizan en inglés y los empleos favorecen a los
anglófonos. Se exige de los canadienses franceses un bilingüismo que lleva directamente a la
asimilación. Además, en este período, cerca de 900.000 canadienses franceses abandonan
Quebec para probar suerte en Estados Unidos. La población de Quebec resulta muy
debilitada y es cada vez más minoritaria en el territorio canadiense, donde la llegada masiva
de inmigrantes británicos va a engrosar las filas del elemento inglés. A las minorías
francófonas de las otras provincias se les niega el derecho a una escuela de lengua francesa,
mientras que Quebec otorga a su minoría anglófona un sistema de educación completo en su
lengua.
Para decirlo brevemente, la situación no es color de rosa. El sueño de un país construido a
partir de la igualdad de oportunidades y de las “razas” se desvanece. Se observa que Canadá
será, en lo sucesivo, inglés y anglicizante. La lengua francesa pierde su prestigio y se
degrada, de manera que en este período, marcado sin embargo por una gran producción
literaria, los canadienses franceses se debaten entre la autodefensa y el autodesprecio. Hasta
hace poco, en el territorio canadiense, se sostenía una lucha de “resistencia” contra la
asimilación; hoy se habla de “supervivencia” frente a la minorización.
Decepcionados por la posición liberal tradicional que favorece el bilingüismo y la
cohabitación política, y que demasiado a menudo ignora los ataques antifranceses de los
Canadians, los nacionalistas canadienses-franceses van a adoptar cada vez más, en nombre
de la lucidez, una política de autonomía quebequense y de predominancia del francés. Su
acción va a desembocar en la Revolución Tranquila (1960) y pondrá fin al subdesarrollo de
la sociedad quebequense.
LOS “CANADIENSES FRANCESES”
La denominación “canadienses” se extiende ahora a todos los habitantes del nuevo país; ya
no es la prerrogativa de los “antiguos canadienses”, forzados a redefinirse como “canadienses
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El francés en Quebec : 400 años de historia y de vida
Tercera parte - El francés: un estatus comprometido (1850-1960)
franceses”, por oposición a los “canadienses ingleses”, que son minoritarios en la provincia
de Quebec y mayoritarios en las otras provincias de Canadá. Los términos “nación” y
“elemento” se emplean para designar a los dos grupos, pero se sigue usando ampliamente la
palabra “raza”.
ESPACIO Y LENGUA
En esta época, el sentimiento nacional e identitario de los Canadienses franceses abarca el
conjunto del espacio canadiense y se extiende hasta Estados Unidos, para unirse a la
diáspora. Quebec se transforma en el centro de ese vasto espacio lingüístico: se siente
responsable y solidario respecto de todos los canadienses franceses.
La lengua francesa se desarrolla, con sus características particulares canadienses. Pero
doscientos años de contacto obligado con el inglés la han desfigurado: se la suele rebajar a un
nivel de French Canadian patois. Diversas personas y organismos se abocan a analizar,
depurar y corregir el habla canadiense. También llevan adelante la lucha por la supervivencia
de la lengua y organizan los grandes congresos de la lengua francesa de esta época.
HISTORIA Y POLÍTICA
La actitud a menudo imperialista del gobierno federal y el tratamiento político que éste dio a
ciertos acontecimientos importantes, como la muerte en la horca de Louis Riel, la cuestión de
las escuelas de lengua francesa de Manitoba y de Ontario, la conscripción obligatoria, han
contribuido a reforzar el nacionalismo quebequense y han provocado una fractura profunda
entre francófonos y anglófonos.
Uno tras otro, los Gobiernos de Quebec reclamarán una mayor parte de subsidios y de
poderes, así como el respeto de los derechos de los canadienses franceses. Sin embargo,
manifestarán poco interés por la cuestión de la lengua. Los grandes debates lingüísticos
tendrán lugar, sobre todo, fuera de la esfera política, donde los canadienses franceses sólo
obtendrán fragmentos de leyes (Lacroix, Lavergne) y algunas victorias simbólicas
(estampillas postales y billetes bilingües).
CULTURA Y SOCIEDAD
Entre 1850 y 1961, a pesar del éxodo hacia Estados Unidos, la población de Quebec pasa de
890.000 a 5.259.000: es muy mayoritariamente de lengua francesa (en más del 81 por
ciento). A pesar de esto, tres cuartos de los hijos de inmigrantes asisten a la escuela de lengua
inglesa y se integran a la minoría anglófona, situación que poco después será denunciada.
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La industrialización y el éxodo de la población hacia las ciudades ponen de manifiesto la
inferioridad económica y la anglicización forzada de los trabajadores canadienses-franceses.
Al término del siglo, un cuarto de la población de más de nueve años no sabe leer ni escribir
en Quebec. Habrá que esperar hasta 1942 para que la instrucción sea obligatoria. A pesar de
todo, la educación y la cultura progresan. Se crean diversas escuelas y colegios, se fundan
tres universidades (Laval, Montreal, Sherbrooke), se inauguran grandes escuelas (HEC,
Polytechnique, etc.).
Surgen obras literarias, se desarrolla la crítica y nacen editoriales muy dinámicas
(Beauchemin, Fides, L’Hexagone), junto a los grandes periódicos (La Patrie, La Presse,
L’Action Catholique, Le Devoir) que favorecen la difusión de las ideas y anuncian la Era de
la palabra.
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