Axel Honneth y el renacimiento de la Teoría Crítica1 Axel Honneth and the revival of Critical Theory Benno Herzog y Francesc J. Hernàndez2 RESUMEN: La obra de Axel Honneth cuenta como una de las más exigentes de la filosofía social contemporánea. En él intenta vincular la filosofía con las ciencias empíricas hacia una teoría crítica del reconocimiento. Este artículo ofrece una introducción crítica al pensamiento del autor alemán con todos sus problemas y cuestiones sin resolver. Al mismo tiempo se presenta una revisión bibliográfica en lengua castellana de la obra del autor alemán y se homenajea en el año de su 60ª cumpleaños a un autor que seguramente dejará mucho por pensar en la sociología de la primera mitad del siglo XXI. Se muestra como Honneth intenta reactualizar la idea de la crítica y de la «transcendencia intramundana» y de superar el déficit sociológico de las primeras dos generaciones de la Escuela de Fráncfort. PALABRAS CLAVE: Honneth; Adorno; Horkheimer; Habermas; Teoría Crítica. ABSTRACT:The work of Axel Honneth is one of the most demanding ones in contemporary social philosophy. In it, he tries to link philosophy with the empirical sciences towards a critical theory of recognition. This article offers a critical introduction in the thinking of this German author, with all his problems and unresolved questions. At the same time the article presents a bibliographic revision in Spanish language about the work of Axel Honneth and pays tribute in the year of his 60th birthday to an author who surely will give a lot to think to the sociology in the first half of the 21st century. We show how Honneth tries to reactualize the idea of critique and of «intramundane transcendence» and to overcome the sociological deficit of the first generations of the Frankfurt School. KEYWORDS: Honneth; Adorno; Horkheimer; Habermas; Critical Theory. Introducion. Axel Honneth es quizá el autor menos conocido entre los grandes de la filosofía y la sociología alemanas contemporáneas. Ellos se puede deber a dos factores. En primer lugar, Honneth se enmarca en una «generación» que ha tomado el relevo de figuras que nos han dejado obras tan notables como difíciles de asimilar. Pensemos sólo en los libros publicados por Niklas Luhmann, en los que pretende actualizar el intento de Talcott Parsons de construir una gran teoría social, 1 La presente contribución es una versión actualizada y ampliada de una serie de conferencias impartidas en varias universidades del Noreste de Brasil en 2008. Se agradece a todos los participantes sus aportaciones. 2 Universitat de València. Departamento de Sociología y Antropología Socia. Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 incorporando aportaciones de la teoría de sistemas al estructuralismo, o también en la bibliografía de Jürgen Habermas y su elaboración de una teoría de la acción comunicativa. El hecho de que sólo ahora, décadas después de las publicaciones fundamentales de Luhmann o Habermas, comencemos a disponer de suficiente bibliografía secundaria demuestra precisamente que necesitábamos un tiempo para asimilar sus propuestas y que, lógicamente, habían de eclipsar otros trabajos. En segundo lugar, explica también el poco conocimiento de la obra de Honneth el hecho de que las urgencias del mundo actual han alentado la difusión de análisis sociológicos como los de Ulrich Beck, Anthony Giddens o Zygmunt Bauman, centrados en los riesgos y peligros de la postmodernidad. Resulta paradigmático el éxito cosechado por Ulrich Beck y su libro Sociedad del riesgo (Beck 1994 [edición original, 1986]), que no sólo estimuló otras aportaciones que dieran cuenta de la sociedad post-Chernóbil, sino que también aportó una serie de nociones (como «riesgo», «irresponsabilidad organizada» o «sociedad cosmopolita») que nos han ocupado durante años. Estos factores explican que las aportaciones de Honneth en sociología y filosofía, a pesar de su relevancia teórica, hayan quedado eclipsadas. Axel Honneth es hoy en día director gerente del Institut für Sozialforschung, del Instituto de Investigación Social de la Universidad de Fráncfort, aquella institución fundada en el siglo pasado por donde desfilaron autores tan notables como Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse, Erich Fromm, Walter Benjamin o el mencionado Habermas. Pero no son sólo las expectativas vinculadas con tal posición institucional destacada las que justifican atribuir a Honneth una posición destacada en la filosofía y la sociología contemporáneas. Es su obra (compuesta por una docena de libros propios y otros tantos editados por él, así como un centenar de artículos) y, sobre todo, la creación de una construcción teórica conocida como Teoría del Reconocimiento lo que le convierte en figura académica central en las próximas décadas. En el año 2009 Axel Honneth cumplió 60 años. Con ese motivo se publicó un libro homenaje en Alemania (Forst et al. 2010) y se aprovechó la ocasión para traducir diversas obras al castellano. A principios de 2009 se publicó su tesis doctoral sobre La Crítica del Poder (Honneth 2009a) y sus reflexiones sobre diversos autores de la Teoría Crítica en Patologías de la razón (Honneth 2009b). También se publicó recientemente una antología con textos en México (Honneth 2010f) y está prevista la presentación de una antología con textos claves del autor de Fráncfort Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 sobre La sociedad del desprecio (Honneth 2010a). Con ello resultará accesible para el público hispanohablante prácticamente la totalidad de sus libros y gran parte de sus artículos más destacados. En otras lenguas, como inglés o francés, ya se han traducido las obras y, lo que es importante, comienza a editarse también una interesante bibliografía secundaria, lo que no es el caso en castellano o portugués. Por este creciente interés por el proyecto de Honneth de reactualizar la Teoría Crítica, nos proponemos aquí hacer una presentación sucinta de las etapas de su pensamiento, explicando cómo intenta subsanar el déficit sociológico que, según él, padece la Teoría Crítica precedente. Por ello, el objetivo de este artículo por tanto es triple: Primero se pretende ofrecer una introducción crítica al pensamiento del autor alemán con todos sus problemas y cuestiones sin resolver. Pero también se quiere presentar la gran obra que ya está accesible en castellano y por tanto este texto presenta algo como una revisión bibliográfica en lengua castellana. Y finalmente se quiere homenajear a un autor que seguramente dejará mucho por pensar en la sociología de la primera mitad del siglo XXI. Por ello esbozaremos en un primer epígrafe la historia de la Teoría Crítica, el planteamiento de su proyecto, las dificultades que la sumieron después de la II Guerrra Mundial en una especie de estancamiento y el intento de superarlo por parte de la teoría de la acción comunicativa de Habermas. En el segundo epígrafe presentaremos la respuesta de Honneth a una situación que identifica como deficiente. Veremos su esfuerzo por reactualizar una noción de crítica inmanente y su compromiso con la sociología. En la tercera y última parte haremos hincapié en todos los cabos sueltos, tanto desde el punto de vista teórico como desde el punto de vista de la edición de sus libros en castellano y presentaremos algunas líneas de futuro indicadas por el propio Honneth. 1. Del surgimiento de la Teoría Crítica hasta Habermas. Desde su fundación a principios de los años 20 del siglo pasado, el Institut für Sozialforschung,3 ha sido el centro neurálgico de la llamada Escuela de Fráncfort, 3 Para una visión introductoria en la historia de Institut véase Ludwig von Friedeburg: Geschichte des Instituts für Sozialforschung. Accesible en: http://www.ifs.uni-frankfurt.de/institut/ifs_geschichte.pdf fecha de acceso 29.4.2009. Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 una escuela de filosofía y sociología que se caracteriza por desarrollar lo que formularon como Teoría Crítica. Los miembros de la Escuela de Fráncfort realizaron sus aportaciones a partir de una lectura no dogmática de Karl Marx. Lo que nos obliga a remontarnos en el tiempo y presentar sucintamente esa lectura. Jugando con el título de la obra de Honneth, bien se podría decir que el problema de Marx es «el reconocimiento por la lucha». En los albores de la Revolución de 1848, Marx puede abrir su Manifiesto (1848) con la afirmación «la historia de todas las sociedades hasta ahora es la historia de la lucha de clases» porque realiza un ejercicio teórico doble. Por un lado, reduce los conflictos sociales al enfrentamiento entre las clases, cuya antagonismo histórico se habría simplificado en nuestra época a la pugna entre dos grupos que define, como proponía la economía política clásica, en función de los factores del proceso productivo: capital y trabajo. Por otro lado, otorga a aquel conocimiento un carácter moral con un argumento que toma de G. W. F. Hegel: de la misma manera que la conciencia avanza en el saber cuando se enfrenta a lo que no es ella misma, pero en lo que ella misma acaba descubriéndose, el proletariado está inmerso en un conflicto con aquello que, siendo su otro, lo constituye como clase: el capital. Al haberse producido la simplificación del antagonismo, el proletariado está enfrentado a la burguesía y al propio conflicto de clases; es la clase universal que ha de clausurar el conflicto social, y por tanto la lucha es el medio para saber de sí misma en tanto portadora de un cometido moral; es decir, ha de proceder al reconocimiento por la lucha. Al menos desde la redacción de sus Manuscritos de París (1844), Marx es consciente que lo que hemos denominado ejercicio teórico doble tiene también la doble ventaja de, por un lado, eludir la tendencia positivista de la reducción de los conflictos a la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado, gracias a su ubicación en una teoría general de la historia, y, por otro lado, de evitar el idealismo subyacente a esta teoría mediante el recurso a la experiencia concreta, a la materialidad de las luchas. Y, por ello, este planteamiento cumpliría los dos objetivos básicos de una sociología crítica: proporcionar un acceso metodológico a la explicación del cambio social y establecer un principio normativo que permita evaluarlo moralmente. En sus escritos posteriores, Marx ofreció, ciertamente, descripciones de conflictos sociales más complejas que lo que sugeriría la tesis de la simplificación del antagonismo, así como reflexiones metodológicas de las que se Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 podría deducir un nuevo cuestionamiento del idealismo subyacente al planteamiento anterior. No hay lugar aquí para explicar esos cambios. Lo importante es destacar como, a comienzos del siglo XX, los sociólogos reunidos en torno al Institut für Sozialforschung aceptaron aquel planteamiento general y pretendieron actualizarlo para su época aportanto sobre todo una perspectiva multidisciplinar. Las investigaciones del Institut buscaron desde el principio vincular la filosofía con las ciencias sociales empiricas recien surgidas. Trabajaron en el instituto desde el comienzo psicólogos, sociólogos, filósofos, juristas, economistas, pedagogos, expertos en arte o literatura contemporáneas, entre otros. Con este enfoque multidisciplinar se pretendía además colaborar en el cuestionamiento de las propias posiciones filosóficas y sociológicas, lo que se convirtió en otra de las características que permiten hablar de una tradición específica: la asunción de la autocrítica dentro de la propia tradición. Para entender la Teoría Crítica, con el C en mayúscula, hace falta explicar primero el concepto de crítica que justifica hablar de una corriente singular. Poco tiene que ver el concepto de crítica de la Escuela de Fráncfort con la noción ya prácticamente vaciada que se puede escuchar a diario y que significa poco más que la autorepresentación del hablante como progresivo. Crítica para los autores del Institut, siempre se refiere al planteamiento que hemos comentado a propósito de Marx, es decir a una crítica normativa inmanente, una crítica que descubre en el mundo social un elemento de referencia para criticar justamente a este mundo actual, un punto arquimédico para no sólo desvelar las contradicciones de lo existente, sino también preparar su superación, esto es, apuntar más allá de la sociedad dada. Por ello Honneth habla también de «transcendencia intramundana» (Honneth 2000: 92) o en otra ocasión de «una forma que al mismo tiempo es capaz de proporcionar información sobre aquella instancia precientífica en la que su propio punto de vista crítico está anclado extrateóricamente como interés empírico o experiencia moral.» (Honneth 2010b) En la versión de la Teoría Crítica anterior a la II Guerra Mundial y formulada básicamente por Horkheimer siguiendo los pasos de Marx, el trabajo desempeña aquella función de trasncendencia intramundana. La capacidad humana de trabajar, anterior a toda reflexión teórica, es la que permite no sólo enfrentarse al mundo, sino también entender, criticar, trasformar y finalmente superar la sociedad dada. En esta tradición el trabajo es el anclaje preteórico que posibilita una emancipación social. Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 Pero ya en el contexto del exilio del Institut, que duró desde 1933 hasta 1950 y en el que gran parte del grupo seguía su trabajo en New York o la costa del Pacífico de los EEUU, Horkheimer y Adorno comenzaron a desmarcarse de esta visión. Desde la Dialéctica de la Ilustración (Adorno & Horkheimer 1998 [edición original, 1944]) hasta la Dialéctica negativa (Adorno 1992 [edic. orig., 1964]) se pierde la fe en la capacidad emancipadora de la clase trabajadora. El alineamiento de la clase trabajadora con el fascismo y el nazismo y la aparición de la barbarie absoluta en los campos de concentración ponen fin al optimismo subyacente al planteamiento marxista y hacen dudar del propio proyecto de Ilustración. Para Horkheimer y Adorno, después de Auschwitz, se habían volatilizado todos los trazos de trascendencia intramundana en el trabajo; ningún hecho social que podría servir para el anclaje precientífico de la crítica.4 Los autores de Fráncfort pintan un círculo cerrado de dominio capitalista y manipulación cultural por los grandes sistemas megatécnicos. Este negativismo parece guiar a la Teoría Crítica en un callejón sin salida en la que la posibilidad de sujetos para realizar actos de emancipación queda aniquilada. Si la razón es únicamente instrumental, difícilmente podrá establecer ningún principio normativo; pero si pudiera hacerlo, y aquí está el problema, lo haría sobre bases que no permitirían el acceso empírico a la realidad social. Naturalmente, es posible proporcionar descripciones sociológicas de los conflictos sociales, pero Horkheimer y Adorno saben que, sin trazarlas sobre el horizonte de un principio normativo, tales descripciones no pueden tener ninguna fuerza vinculante. En la terminología anterior: puede haber un «conocimiento de las luchas» (lo que habitualmente se llama «sociología del conflicto»), pero no un «reconocimiento por las luchas», en el sentido que, hemos visto, acuño Marx. Este es el problema que intenta resolver Habermas, el miembro más destacado de la «segunda generación» de la Escuela de Fráncfort, y que le llevará a elaborar su Teoría de la Acción Comunicativa (Habermas 1981), en la que pretende recuperar las ideas de la crítica inmanente y de la transcendencia intramundana, ya comentadas. Adviértase que cuando Habermas señala el déficit sociológico en el que había incurrido la primera generación, no está enjuiciando las investigaciones sociales que llevaron a cabo, ni tan siquiera sus intentos de establecer un principio normativo, sino precisamente la imposibilidad de volver a articular ambos momentos 4 Habrá que decir que en Adorno, el arte sirve a veces para mantener la esperanza que es posible ir más allá del «mundo totalmente administrado». Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 sobre la base de la crítica de la razón instrumental. Se trata de recuperar, según Habermas, la voluntad original de la Escuela de Fráncfort: la articulación de ambas exigencias que se enuncia con el concepto «Teoría Crítica». A principios de los años 80 del siglo pasado, Habermas está convencido que su teoría permite recuperar aquella voluntad, y en definitiva reconstruir el materialismo histórico, dando un rodeo por las pretensiones normativas que se encuentran a priori en la acción comunicativa. Los grupos sociales están en conflicto porque erigen pretensiones contrapuestas; sin embargo, al hacerlo, comparten el horizonte de un «entendimiento comunicativo», al que puede acceder el investigador social conocedor de la lógica de la argumentación. En la medida en que ese horizonte representa un principio normativo, se pueden enjuiciar las pretensiones de los grupos sociales. La acción comunicativa como respuesta a las teorías sociales negativistas abre de nuevo el acceso a una esfera emancipadora de la acción. En el contexto de un giro lingüístico en muchos campos de las ciencias sociales, Habermas se aparta del paradigma marxista de la producción y crea el propio paradigma de la acción comunicativa. Lo que para el marxismo suponía el trabajo, ahora lo representa el lenguaje. Dice Habermas que «el entendimiento es inmanente como telos en el lenguaje humano» (1981: 369). Es decir, por el hecho precientífico de que las personas estamos capacitadas para comunicarnos mediante el lenguaje ya se sigue una línea de emancipación hacia el entendimiento. Su objetivo es por tanto «analizar el saber preteórico de los hablantes competentes, los cuales pueden por sí mismos distinguir intuitivamente cuándo tratan de ejercitar un influjo sobre los otros y cuándo se entienden con ellos.» (1981: 369). Tres pretensiones de validez están incluidas en los actos de habla según Habermas: la rectitud, eso es entenderse con alguien, la veracidad que sería darse a entender a sí mismo y la verdad que equivale entenderse sobre algo. Es decir, los actos de habla sirven para la creación de relaciones interpersonales (rectitud) la presentación de los sujetos (veracidad) y la exposición de estados y sucesos (verdad). Cada acto de habla puede ser afirmado o rechazado según cada uno de los tres criterios, creando de esta forma una base de entendimiento normativo que sirve de punto de referencia para futuras relaciones. En cierto modo, nos encontraríamos ante un ejercicio teórico doble análogo al de Marx. Se reducen los conflictos a las pugnas en torno a pretensiones de validez y se otorga a este Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 conocimiento un carácter moral. Con ello, no se carga con los compromisos filosoficohistóricos que arrastraba el marxismo, por lo que parece quedar salvada la línea de crítica de la primera generación, pero tampoco con el pesimismo, o más bien con la desesperanza, de Horkheimer y Adorno. Pero Habermas sabe, cómo muy tarde después de su disputa con Niklas Luhmann, (Habermas & Luhmann 1971) de los poderes sistémicos que impiden la libre comunicación que, según su teoría, debe llevar a la emancipación. Su diagnóstico de la época por tanto es el de la colonialización del mundo de vida en el que el poder de los sistemas ha crecido hasta el punto en que se convierte en una amenaza para los potenciales comunicativos. La solución consiste entonces en crear constelación dónde el discurso se puede desarrollar libremente, es decir, en establecer una ética del discurso basado en la participación. Pero esto contrasta con otras posiciones sociológicas que se han centrado en la inexistencia de un discurso al margen del poder. Veamos con detenimiento este problema. Al cambiar el trabajo marxista por el lenguaje, Habermas no satisface a todas las exigencias vinculadas con la idea de una crítica inmanente. Aunque el lenguaje es una categoría precientífica y Habermas muestra la gramatica normativa que apunta hacia el entendimiento, esto es, hacia la emancipación, hay algunas problemas principales vinculados con esta renovación de la Teoría Crítica. En la crítica marxista el proletariado adquiere unos conocimientos específicos y unos sentimientos de injusticia, es decir se hace una experiencia moral que la teoría sólo tenía que articular. Pero, pregunta Honneth «¿qué fenómenos en general, asumen en la teoría de Habermas el papel de testimoniar cotidianamente, antes de toda reflexión científica, la conformidad de la crítica?» (Honneth 2010b). En la teoría de Habermas, la acción comunicativa se realiza a espaldas de los sujetos implicados; su transcurso ni está basado en intenciones individuales, ni en absoluto está dado plásticamente a la conciencia de un ser humano individual. El proceso de emancipación, sobre el cual Habermas ancla socialmente la perspectiva normativa de su Teoría Crítica, no se refleja como tal en las experiencias morales de los sujetos implicados (ibid.). Está crítica de falta de experiencia moral y de concienciación generalizada va vinculada también con una crítica de elitismo a la teoría de la acción comunicativa, ya que el nuevo «sujeto trasformador», siguiendo el hilo argumental de Habermas, Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 son sólo aquellas personas que son capaces de expresar lingüísticamente sus pretensiones normativas. Esto explica el éxito relativo de la teoría habermasiana en los años 80, es decir, en una fase de movimientos sociales postmarxistas, feministas, ecologistas etc. cuyo arma principal era el argumento y a las que tenía que parecer muy atractiva una teoría que las convierte en vanguardia del proceso de emancipación social. Además, la apelación a la acción comunicativa conectaba bien con otras teorías basadas en el diálogo o la enunciación de la palabra propia, de la que habían hecho bandera movimientos emancipatorios, como, por ejemplo, la pedagogía del oprimido de Paulo Freire. Pero la amplia acogida de la teoría dialógica de Habermas no puede ocultar los problemas teóricos que tenía planteados. En cierto sentido, la teoría de la acción comunicativa también es, como en el caso comentado de Marx o la primera generación de la Escuela de Fráncfort, una teoría del «reconocimiento por la lucha», sólo que los enfrentamientos se dirimen en la arena de la argumentación. Pero ¿qué pasa si los sujetos sociales se ven privados de la capacidad de enunciar sus pretensiones? Basta apelar a la obra de Bourdieu o a la obra de Foucault para advertir que el doble ejercicio teórico de Habermas, indicado más arriba, tiene un talón de Aquiles al suponer que todo grupo social puede enunciar satisfactoriamente sus reivindicaciones. Si no se puede suponer esto, porque los discursos están atravesados siempre por las relaciones de poder, sólo quedan dos posibilidades. La primera sería postular una sustitución de los sujetos concernidos por otra instancia que, más allá de las relaciones de poder, pudiera enunciar las reivindicaciones, ya sea esta un filósofo social o un intelectual crítico. Pero entonces no sólo existe el riesgo de vanguardismo, ya señalado, sino que se incurre nuevamente en un déficit sociológico, porque los grupos sociales quedan al margen de la enunciación y de la asunción de principios normativos. Vuelven a ser sustituidos. La segunda posibilidad es situarnos más acá, y anclar la pretensión normativa en el «hueco psicológico» que se abre en el individuo que padece el desprecio, aunque no sea capaz de enunciar su pretensión o no hacerlo de manera lógicamente satisfactoria. Si las formas de desprecio se corresponden con demandas de reconocimiento insatisfechas y éstas se pueden organizar con una pauta que supone exigencias morales concretas, entonces la pretensión de un grupo de no padecer un desprecio, aunque sea difusa o preverbal, puede convertirse en una «gramática moral». La cuestión es entonces, invirtiendo el lema de la filosofía Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 social desde Marx hasta Habermas, la «lucha por el reconocimiento», pero no como demanda insatisfecha, sino como principio normativo. Éste es el hilo conductor de la aportación de Honneth. 2. La radicalización de la Teoría Crítica por Honneth. Como hemos dicho al principio, la obra de Axel Honneth, discípulo de Habermas, no ha tenido de momento el mismo éxito internacional que la de su maestro. Ahora que su obra comienza a ser conocida entre nosotros (Honneth 2009a, 2009b, 2010), hay que esperar que poco a poco ocupe el lugar que merece, de la misma manera que ya ha generado una amplia bibliografía en Francia o EEUU. Desde los trabajos por su tesis doctoral, Honneth intenta elaborar una nueva Teoría Crítica que cumpla los criterios mencionados antes de una crítica inmanente y transcendente. Su tesis doctoral, que se llama «Foucault y la Teoría Crítica» forma los capítulos 1-6 de su libro Crítica del Poder. Fases de reflexión de una Teoría Crítica de la sociedad, publicado en 1985 en alemán y en 2009 en castellano (Honneth 2009a). En la tesis muestra lo que denomina la «perdida de los social» o el «déficit sociológico» de la Teoría Crítica, que ya no es capaz de captar los procesos colectivos de integración y orientación social, ni tampoco los conflictos cotidianos, dado que las sociedades capitalistas se reproducirían independientemente de los actores sociales. Se pregunta en la disertación doctoral si la teoría de discurso de Foucault sería capaz de satisfacer estos criterios, pero su respuesta también es negativa, ya que la posibilidad de desarrollo y el dinamismo que Foucault introduce en su modelo mediante la «práctica discursiva» es interpretada por Honneth en términos de sistemas autopoiéticos; aunque Foucault dé cuenta del dinamismo y de los conflictos sociales, realmente excluye a los sujetos del análisis (como Luhmann) y, de ese modo, se su arqueología se reduce a una teoría del poder sistémico. Independientemente de que,en la práctica, Foucault tome en alguna ocasión posición por los más excluidos, su teoría no es capaz de mostrar un punto de anclaje normativo desde la cual se podría criticar legítimamente a la sociedad. Si todo es discurso (o mejor, fragmento discursivo), se podría preguntar, ¿cómo es posible entonces tomar una posición fuera de él para criticar al propio discurso y a las condiciones su producción social? Es decír, aunque desde un punto de vista externo, la teoría del discurso sea capaz de mostrar contradicciones inmanentes en Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 los discursos hegemónicos, no puede fundamentar un punto de partida normativo que esté libre de los poderes discursivos y que apunta más allá de ellos. Este es el problema. Cuando Honneth esta escribiendo su tesis, trabajando como becario de investigación con Habermas, se orienta en la dirección de su maestro. Sin embargo, ya en 1981 apunta algunas discrepancias. Escribe en un artículo: «Mi suposición es que la teoría social de Habermas está constituida de manera tal que tiene que ignorar sistemáticamente todas las formas de crítica social existentes que no sean reconocidas por el espacio público político-hegemónico.» (Honneth 2010c) Esta sospecha le lleva finalmente a rechazar también la teoría habermasiana con los argumentos mencionados arriba. Por ello, en la publicación de su tesis añade unos capítulos más (los capítulos 7-9) en los que se distancia del intento de Habermas de superar el déficit sociológico de la generación precedente de la Escuela de Fráncfort. En 1992 Honneth ofrece finalmente su propio intento de solución para la reactualización de la Teoría Crítica con el libro La lucha por el reconocimiento (Honneth 1997). Esta teoría pretende ser una teoría con orientación normativa que cubra el déficit sociológico, esto es, que sea capaz de «verificar» sus exigencias normativas mediante una esfera precientífica que aporte orientación moral, pero que no quede cuestionada por la asunción de las relaciones del discurso con el poder. En el reconocimiento, mejor dicho: en la aspiración a ser reconocido como sujeto, encuentra Honneth ese fundamento más acá del proceso de argumentación o de cualquier «telos de entendimiento» y tan precientífico como el trabajo. Por ello recurre a un modelo ya desarrollado por el joven Hegel en sus escritos tempranos, los que redacta en los primeros años del siglo XIX en Jena, de la lucha por el reconocimiento. A ello le ha conducido la lectura de Habermas y la conciencia de sus dificultades, como reconoció hace poco en una entrevista (Boltanski & Honneth 1997). Hegel, en aquellos escritos tempranos, anteriores a la Fenomenología del espíritu (1807), distingue tres modos de reconocimiento: el amor al que aspira el individuo con sus necesidades concretas y que encuentra su expresión en la familia, el derecho reivindicado por la persona al que le garantiza una autonomía e formal en la sociedad civil y la solidaridad mediante la cual el sujeto encuentra reconocido su especificad individual en el Estado (prusiano). Recurriendo a la psicología social de George Herbert Mead, entre otras aportaciones, Honneth reconstruye la tipología de los modos de reconocimiento en Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 el Hegel temprano, con la pretensión de que sean controlables en estados empíricamente establecidos. Por ello no sólo hace referencia al potencial de desarrollo de los modos de reconocimientos sino muestra las diferentes formas de desprecio que se vinculan con el no reconocimiento (tabla 1). Tabla 1. Esquema de reconocimiento y desprecio según Honneth (1997: 159) Modos de reconocimient o Dedicación emocional Atención cognitiva Valoración social Dimensión de personalidad Naturaleza y necesidad del afecto Responsabilidad moral Cualidades y capacidades Formas de reconocimient o Relaciones primarias (amor y amistad) Relaciones de derecho (igualdad) Comunidad de valor (solidaridad) Generalización, materialización Individualización, igualación Potencial de desarrollo Autorrelación práctica Autoconfianza Autorrespeto Autoestima Formas de desprecio Maltrato y violación, integridad física Desposesión de derechos y exclusión Indignidad e injuria, «honor», dignidad Según este esquema y aunque las personas no dispongan de la capacidad de dar voz a sus pretensiones de reconocimiento, tienen una intuición moral, normativa en cuanto existe una sensación afectiva porque una de sus pretensiones está despreciada. La percepción de estas formas de desprecio puede motivar al sujeto a entrar en una lucha práctica o en un conflicto. Pero no necesariamente tiene que llegar a expresarse así, porque fuerzas contrapuestas pueden impedir su su articulación. No es necesario entonces suponer un telos de entendimiento en el lenguaje, tal como proponía Habermas: Para llegar a una autorrealización lograda, el ser humano se encuentra destinado al reconocimiento intersubjetivo de sus capacidades y operaciones. Si en alguno de los escalones de su desarrollo tal forma de Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 asentimiento social queda excluida, esto abre en su personalidad un hueco psíquico, en el que penetran las reacciones negativas de sentimiento tales como la vergüenza o la cólera. Por ello, la experiencia de desprecio siempre va acompañada de sensaciones afectivas que pueden indicarle al singular que se le priva de ciertas formas de reconocimiento social. (Honneth 1997: 166, levemente corregida la trad.). La propuesta que plantea Honneth entonces es la de seguir el hilo de las sensaciones afectivas que se asocian con las diferentes formas de desprecio. Su obra versa por tanto alrededor de términos negativos, como «patologías sociales», «patologías de la razón», «cosificación», «desintegración», «indeterminación», «desprecio» o «invisibilidad». De esta manera reafirma la idea de crítica inmanente y, al mismo tiempo, trascendente; es decir, no sólo se trata de una mejora de las instituciones establecidas sino de aprovechar el «superávit normativo, una plusvalía de validez de estos principios para mostrar que habrá que exigir más justicia de la que está ya establecida en las prácticas y las instituciones dadas» (Boltanski & Honneth 2009: 113). Como ejemplo se podría recurrir al establecimiento de matrimonios homosexuales. En este contexto, las exigencias de reconocimiento pretenden ampliar los conceptos de amor, responsabilidad e igualdad juridica (dedicación emocional, atención cognitiva y valoración social, en los términos de la tabla anterior) también a los relaciones entre los mismos sexos. La institución familiar, basada en el cuidado mutuo, contiene, por así decir, este superávit normativo, que en las sociedades contemporáneos se esta extendiendo más alla de la típica familia heterosexual.5 Pero aquí se plantea la pregunta: ¿Qué exigencias de reconocimiento están justificadas? y ¿cómo distinguirlas de formas «ideológicas» de reconocimiento? Ya en 1994, Honneth es conciente que no todas las exigencias y formas de reconocimiento apuntan hacia un desarrollo social en términos de emancipación. Así cita en un artículo las formas de reconocimiento mutuo que se dan dentro de un grupo de jóvenes neonazis en Alemania, unas formas de camaradería que se producen junto con prácticas de desprecio hacia otros, y que, para Honneth, exigen un precisión mayor de la teoría del reconocimiento que permita distinguir inequívocamente las formas «ideológicas», mediante una orientación normativa clara (Honneth 2010b). En un primer momento, Honneth buscó esta orientación normativa en una antropología débil y meramente formal «que reconstruya unas 5 Este ejemplo fue presentado por el propio Honneth en el coloquio en honor de su 60º cumpleaños el 20 de julio de 2009 en Fráncfort. Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 pocas, aunque elementales, condiciones para la vida humana» (Honneth 2010d). Pero esta pregunta de qué es el ser humano sólo puede llevar a especulaciones infructuosas o a una psicologización de fenómenos sociales. De esta forma Honneth parece caer él mismo, a finales del siglo pasado, en la trampa del déficit sociológico que pretendía combatir en las generaciones precedentes de la Escuela de Fráncfort, incurriendo en el riesgo de recurrir a conceptos ahistóricos. Por ello, sobre todo después del debate con Nancy Fraser (Fraser & Honneth 2006), Honneth vuelve a buscar la orientación normativa que necesita para su teoría en los potenciales no agotados de las instituciones históricamente dadas. La teoría se vuelve sociológica, enfocando a los mecanismos de la integración y a los conflictos sociales y sus diferentes formas de expresión. En este punto, los conflictos no parecen poner en peligro la convivencia social; ni siquiera se trata de conflictos de grupos antagónicos que se ven enfrentados intentando a excluirse mutuamente. Más bien se trata de una lucha por la comunidad (véase Yar 2001, 2003) o de conflictos de inclusión en que se busca un modo en que todos pueden ser miembros reconocidos de una sociedad. No se trata de luchas-contra, sino de luchas-a-favorde. Con ello, Honneth no rompe con el giro comunicativo de Habermas sino lo radicaliza teniendo en cuenta formas de desprecio que no entran en la esfera pública y que no están presentados de forma positiva en actos de habla (que no llegan a ser verbalizadas, y por tanto no pueden depurarse argumentativamente), sino que están transidas por las relaciones de poder, pero que, y esto es lo importante, abren «huecos» psicológicos en los individuos despreciados. Al mismo tiempo, la teoría de Honneth permite abrir de nuevo la filosofía social a las ciencias empíricas, lo que se podría interpretar también como un nuevo giro sociológico de la filosofía social en el sentido de la pretensión original del Institut. Las ciencias sociales tendrían ahora la tarea de seguir los hilos de los sentimientos afectivos de desprecio y de la gramatica moral de las exigencias de justicia para encontrar en la sociedad existente el superávit normativo que trascienda el modelo social dado. 3. Crítica, preguntas abiertas y proyectos de futuro. Casi un siglo después de la fundación del Institut y su programa multidisciplinar de Teoría Crítica, Axel Honneth sigue trabajando en la tarea de Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 fundamentar una crítica normativa inmanente que al mismo tiempo apunte más allá de las instituciones sociales existentes con un enfoque emancipatorio. Para prevenir la nueva emergencia de la barbarie y comprometido con el nuevo imperativo categórico de Adorno de que Auschwitz no se repita, Honneth tiene como única arma el uso de la razón y la incesante dedicación tanto a los clásicos de la filosofía social, como a los debates sociofilosóficos actuales. En sus múltiples artículos Honneth vuelve una y otra vez a los primeros autores de la Teoría Crítica y también a la llamada «periferia» de la Escuela de Fráncfort. En discusiones con autores internacionales como con Nancy Fraser (Fraser & Honneth 2006), Luc Boltanski6 y en debates político-sociales como la polémica sobre el comunitarismo (Honneth 1995) o sobre las concepciones de la sociedad civil (Honneth 1996), muestra su compromiso con los movimientos sociales que apuntan a la superación del sufrimiento percibido por Honneth en múltiples campos de lo social. Con ello se muestra dispuesto a escuchar, leer y aprender de sus críticos, de sus compañeros y de los clásicos. Honneth se atreve a recuperar, con la revista WestEnd, el proyecto de una publicación periodica del Institut. Y una y otra vez vuelve sobre Hegel como base de todo proyecto de crítica inmanente. El libro sobre el sufrimiento por indeterminación, basada en unas lecturas en inglés que se ampliaron para su posterior publicación en alemán (Honneth 2001), todavía no ha encontrado editor en castellano ni en portugués. Este hecho es aún más sorprendente si se tiene en cuenta la importancia que ha tenido Hegel no sólo para Honneth sino para todo el proyecto del postmarxisimo no-dogmático tal como fue defendido por la Escuela de Fráncfort. Al filósofo del siglo XIX dedicaron libros Adorno y Marcuse, sin olvidar los que escribieron otros autores influyentes, como Georg Lukács o Ernst Bloch. Una y otra vez, Honneth subraya la importancia que tiene para él volver a Hegel que representa la base tanto de su teoría como de la acción comunicativa de Habermas y realmente de toda la tradición de la Teoría Crítica (p. ej., en Boltanski & Honneth 2009 y en Honneth 2010e). Muchos de sus artículos aún no resultan accesibles para el público hispanohablante o lusohablante. Teniendo en cuenta que la teoría de reconocimiento no sólo engloba los conflictos clásicos de distribución o de reconocimiento identitario sino que va más allá, captando la globalidad de 6 Véase, por ejemplo, la revista WestEnd 2/2009 y (Boltanski y Axel Honneth 2009). Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 sensaciones de desprecio, el impacto que podría tener este concepto para el entendimiento y por tanto también para el desarrollo de múltiples conflictos sociales en España y Latinoamérica, es inmenso, como ya ha señalado G. Sauerwald (2008). Además, los artículos traducidos de Honneth se hallan dispersos en una multitud de revistas y editoriales, lo que dificulta la presentación del pensamiento de Axel Honneth como una obra completa. Pero para hablar de una obra completa en el sentido de una construcción teórica acabada (si tal cosa se puede decir para alguna de las teorías sociales que, por definición, siempre se encuentran en el espacio inacabado de lo social) a Honneth le queda aún mucho camino por recorrer si quiere mostrar empíricamente la sensación afectiva de desprecio que según él poseemos de forma intuitiva. ¿Es posible expresar de forma empírica estas sensaciones negativas? Y el científico que intente hacerlo ¿no entraría de nuevo en el ámbito lingüístico envenenado por los guardianes del discurso, convirtiéndose de esta forma en la misma vanguardia que Honneth crítica en la obra de Habermas? Uno de los problemas más importante dentro de la teoría de Honneth es la tensión entre inmanencia y trascendencia. Las sensaciones afectivas de desprecio y las exigencias de reconocimiento vinculadas con ellas no son una constante antropológica, sino que se presentan mediadas ya en su percepción subjetiva por las sociedades existentes. ¿Cómo una exigencia así puede apuntar más allá de la sociedad dada? Y ¿cómo se puede saber entonces desde la Teoría Crítica a cuáles de las exigencias hay que hacer caso, es decir, cuáles de las exigencias estan justificados y cuales no (y, por tanto, resultan ideológicas)? Últimamente Honneth se distancia de su intento de encontrar una constante antropológica de reconocimiento, un enfoque que el mismo critica como demasiado psicológico y muy poco sociológico (p. ej., en Boltanski & Honneth 2009). Según su comprensión actual, los seres humanos aprenden durante el proceso de socialización la gramatica moral a la cual tienen que adaptar sus exigencias de reconocimiento y de justicia. Sólo aquellas exigencias que se formulan según las tres categorías anteriormente mencionadas, las necesidades (familia), la igualdad (Estado) o las capacidades (sociedad/trabajo), tienen la posibilidad de ser escuchadas. Con esta restricción, Honneth abre un amplio espacio para la universalización de principios de reconocimiento y de justicia, pero les limita al mismo tiempo al espectro normativo básico ya establecido. Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 Otra pregunta vinculada con la relación entre teoría y realidad empírica sería: ¿qué pasa si se encuentran respuestas diferentes al mismo concepto normativo o si dos conceptos chocan mutuamente? Así se podría imaginar la pretensión de reconocimiento en forma de un salario más elevado por capacidades o esfuerzos mayores lo cual significaría un desprecio relativo hacia personas con menos salario, y que también estaria en competencia con la exigencia del reconocimiento de la igualdad. En algún lugar, Honneth habla de que en la educación se da esa dualidad de formas de reconocimiento. Estos problemas no pueden ser respondidos sólo desde la teoría, sino que requieren un análisis social, un análisis que se puede orientar respecto de la otra categoría clave de su obra, muchas veces soslayada: la lucha, el conflicto como mecanismo de desarrollo social. El enfoque de Honneth se presta también a la realización de múltiples trabajos empíricos de los que siempre se ha nutrido su propia teoría. Las preguntas de este tipo de investigaciones estarían vinculadas con el superávit normativo en las instituciones y con las exigencias de reconocimiento encerrado en las sensaciones de desprecio y en las reacciones prácticas frente a ellos. Aquí el giro de la teoría lingüística de Habermas hacia el conocimiento, las instituciones, prácticas y afectos, se alía con el mismo giro que se puede observar actualmente en la teoría de discurso que se desarrolla en Alemania con una potente orientación sociológica. El análisis del discurso basado en la sociología del conocimiento (Keller 2005) o el análisis de dispositivos (Bührmann & Schneider 2008) son algunas de las expresiones que apelan a un modelo sociológico de análisis de la realidad social que usa la noción de discurso contemplando mucho más que sólo las palabras. Las preguntas por la gramática moral, por la emancipación y por las posibilidades de la crítica tienen que parecer anticuadas en un mundo sociológico en que el positivismo dominante, el impacto inmediato y las investigaciones vinculadas a las instituciones existentes amenazan con reemplazar las reflexiones sociológicas por meros ejercicios demoscópicos descriptivos, es decir, por investigaciones que se limitan a pintar la situación existente, sin la ambición de mejorarla. Si no la Teoría Crítica se mantiene viva, si aún prosigue en su esfuerzo de autocrítica y de exigencia conceptual, es porque se intuye que seguimos viviendo en una sociedad cuya racionalidad patológica produce múltiples mecanismos de desprecio. Revista da Faculdade de Direito de Caruaru / Asces – Vol.42 Nº 1 – Jan - Jun/2010 – ISSN 2178-986X Envio: 25.05.2010 Aceite: 10.08.2010 Referencias bliográfícas: ADORNO, T. W. (1992), Dialéctica negativa. Madrid: Taurus. ADORNO, T. W., HORKHEIMER, M. 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