Publicado en Familia y Salud (http://www.familiaysalud.es) 02. La educación deja huellas en el cerebro del niño: la neuroplasticidad Neurosicoeducación e inteligencia emocional para niños. ¡Conócete para entenderte! ¿Qué significa neuroplasticidad? El cerebro tiene dos tipos de células: las neuronas y las células gliales. Las neuronas se unen entre sí a través de un espacio (la sinapsis) donde liberan una sustancia química (neurotransmisor) que lleva la información a la neurona vecina. Hasta hace pocos años se creía que el cerebro era estático e inmutable en cuanto al número de células y a la unión entre éstas. Hoy, gracias a la ciencia, se sabe que es 'plástico' (modelable). La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro de armar y fortalecer o debilitar y desarmar redes neuronales como respuesta a la experiencia. Todo estímulo externo (captado por nuestros 5 sentidos) o interno (nuestros pensamientos y emociones), causa un cambio físico en la estructura de nuestro cerebro. Las neuronas vecinas, tras el estímulo, se conectan entre sí y crean redes hebbianas. ● Si el mismo estímulo (o uno similar) se repite, estos circuitos se refuerzan, se amplían y se vuelven cada vez más eficaces. Esto es la neuroplasticidad positiva. ● En cambio, si el estímulo no se repite, las redes neuronales se debilitan y se desarman. Esto es la neuroplasticidad negativa. Este proceso es muy importante porque permite que información que ya no es de utilidad sea reemplazada por una nueva. En la adolescencia, se produce un fenómeno peculiar, la “poda neuronal”. Hay una rápida desaparición de todas aquellas redes neuronales no reforzadas. Esto ocurre durante toda la vida, pero no con esta rapidez, eficacia e intensidad. ¿Por qué todo educador debe conocer la neuroplasticidad? 1. La neuroplasticidad está en la base del aprendizaje y la memoria. Ante un aprendizaje nuevo, un número más o menos numeroso de neuronas vecinas se conectan entre sí a través de las sinapsis, creando redes cerebrales donde queda guardada la información. La repetición de ese aprendizaje, refuerza y consolida esa vía neuronal, que pasa a formar parte de la memoria a largo plazo. 2. La neuroplasticidad debe tenerse en cuenta a la hora de educar. El recién nacido nace con casi la totalidad de células en su cerebro, pero con pocas interconexiones. En los primeros 6 años de vida, se produce una importante formación de redes neuronales con toda la información nueva que el niño va adquiriendo. En esta fase, el cerebro es como una “esponja”, lo absorbe todo, sobre todo a través de la imitación. El “cableado neuronal” del niño se organiza imitando la conducta, la actitud, los gestos, el tono, las palabras del adulto y de todo lo que entra a través de sus sentidos (programas de televisión, dibujos animados, charlas entre adultos...). Todo educador (profesor, padre, pediatra…) debe saberse arquitecto del cerebro de los niños y debe conocer su gran vulnerabilidad ante los estímulos externos. No se nos debe olvidar preguntarnos en todo momento ¿Qué redes neuronales estoy creando o quiero crear? 3. La neuroplasticidad está en la base de nuestra forma de comportarnos. Las redes neuronales consolidadas dan lugar a conductas automáticas que realizamos de forma rápida e inconsciente, sin pensar o prestar mucha atención. Un ejemplo puede ser llevar un coche. Al principio se trata de actos lentos que requieren mucha atención por nuestra parte (se están creando las nuevas redes neuronales). Con la práctica, al final conducimos de forma automática (es la fase de consolidación de esos circuitos). Lo mismo pasa si educamos usando de forma recurrente los gritos, las descalificaciones (“eres torpe”, “eres tonto”), la violencia verbal o física… Estos comportamientos, que se aprenden por imitación, dan lugar, en el cerebro del niño, a redes neuronales de cómo actuar. Si se refuerza este aprendizaje, por repetición del estímulo, se convertirá en la forma de comportarse habitual del niño. 4. La neuroplasticidad es la base para el cambio de hábitos inadecuados. En primer lugar, es necesario ser consciente de la existencia de un patrón de conducta disruptivo (produce sufrimiento al otro o a uno mismo). Es importante conocer qué estímulos son los que dan lugar a la activación de esa red neuronal inadecuada, para así evitarlos. Si una red no se usa, va poco a poco perdiendo las conexiones entre las neuronas que la integran, hasta casi desaparecer. Pero, esto no es suficiente. Es necesario, además, crear una red nueva que se traduzca en una conducta adecuada, y que sustituya a la anterior. Para ello, debemos potenciar la exposición al estímulo que favorece la formación de esa nueva red. Por ejemplo, un niño que tiene el hábito adquirido de pegar cada vez que se enfada, tiene a nivel cerebral una red neuronal que asocia 'enfado con pegar'. Para ayudarle a “desaprender” esa conducta automática, debemos no estimular más ese circuito ya formado, además de potenciar la creación de una nueva red que sustituya la antigua. - Para lo primero, debemos analizar el ambiente y los estímulos externos que recibe el niño (televisión, familia, o comentarios tipo: “tú no pegues, pero si te pegan, pega” …) para evitar todo tipo de agresividad física o verbal. - Y para lo segundo, debemos darle apoyo emocional y alternativas de conducta ante el enfado: “Esto que sientes es enfado. Y está bien enfadarse. Pero no se puede pegar. La próxima vez que te enfades, ¿qué puedes hacer para expresar tu enfado?: dibujar, respirar…” ¿Cómo transmitir esta información a nuestros niños? ¡A través del juego y las golosinas! Realizamos en casa o en clase varias neuronas con golosinas (figura 1) (Idea original de Asociación Educar). La neurona cuenta con una parte central redondeada, el cuerpo celular, del que salen, por un lado, las dendritas y por el otro extremo, el axón cubierto por una vaina de mielina. El axón finaliza en el terminal axónico. Las dendritas son las encargadas de recibir la información proveniente de las otras neuronas con las que se hallan comunicadas. Ésta atraviesa el axón y es transmitida a las dendritas de las neuronas vecinas a través del terminal axónico. Cuando llega un estímulo, varias neuronas vecinas se activan y se unen a través de sinapsis. Crean así una red que se reforzará o debilitará según se repita o extinga el estímulo. Varios niños pueden unir 'sus neuronas' (terminal axónico con las dendritas vecinas) creando así redes 'hebbianas' (figura 2). -La sinapsis real no es física, hay un espacio entre ambas neuronas, pero con golosinas cuesta representarla. Realizar este juego en una clase es muy representativo-. Todos los alumnos en su conjunto representan un cerebro. Ante diferentes estímulos, los grupos de niños unen sus neuronas creando redes neuronales. Estas conexiones nunca son fijas. Ante un nuevo estímulo, se produce un cambio en alguna red, que se une a otra red ya formada o a una neurona aislada. La repetición del estímulo hace fuerte esta red dando lugar a un patrón de conducta (los niños pueden teatralizar este comportamiento). En cambio, si los estímulos no se repiten, las conexiones (y la conducta que codifican) se debilitan hasta desaparecer (neuroplasticidad negativa) ¡Los niños pueden entonces comer y disfrutar de sus golosinas! Con este juego, los niños crean redes neuronales y patrones de comportamiento. Ellos deciden qué tipo de red (de conducta) quieren armar o desarmar. Más información útil ● Asociación Educar para el Desarrollo Humano: www.asociacioneducar.com. Institución cuyo principal objetivo es contribuir a que los conocimientos provenientes de las neurociencias y temas afines lleguen a todas las personas y a todos los ámbitos de la vida, en un lenguaje claro y accesible. ● Puedes profundizar y conocer más sobre la neurosicoeducación en familia, en las aulas, en las consultas,... a través del blog de la autora: Blog Inés Merino. Y aprender más a través del Curso online: Aprender Mindfulness, Inteligencia Emocional y Neurociencias Manipulando y Jugando. Fecha de publicación: 18-08-2016 Autor/es: ● Inés Merino Villeneuve. Pediatra. Centro de Salud de Colmenar de Oreja. Madrid