El Apartamento Un clásico indiscutible, en el que Wilder volcó lo mejor de sí mismo FICHA TÉCNICA: Título original: The Apartment Nacionalidad: EEUU Año: 1960 Dirección: Billy Wilder Guión: I.A.L. Diamond, Billy Wilder Producción: Billy Wilder Dirección de Fotografía: Joseph La Shelle Montaje: Daniel Mandell Dirección Artística: Alexander Trauner Música: Adolph Deutsch Reparto: Jack Lemmon (C.C. Baxter), Shirley MacLaine (Fran Kubelik), Fred MacMurray (J.D. Sheldrake), Ray Walston (Sr. Dobisch), David Lewis (Sr. Kirkeby), Jack Kruschen (Dr. Dreyfuss), Joan Shawlee (Sylvia), Edie Adams (Miss Olsen), Hope Holiday (Margie MacDougall), Johnny Seven (Karl Matuschka) Duración: 125 min. (B/N) Estudio: United Artists Oscar 1960 (33ª ed.): Mejor Película (Billy Wilder, productor) Mejor Director (Billy Wilder) Mejor Guión Original (I.A.L. Diamond, Billy Wilder) Mejor Montaje (Daniel Mandell) Mejor Dirección Artística (Alexander Trauner) SINOPSIS: El empleado de una potente compañía de seguros presta desinteresadamente su apartamento para los ligues de sus superiores. Este desinterés le reporta considerable mejoras laborales. Pero un día se enamora de la amiguita de su jefe inmediato, lo que hará cambiar su vida HOJA INFORMATIVA Nº 87 Octubre 2005 COMENTARIOS: Para muchos, El Apartamento, más allá de ser un clásico indiscutible y una obra maestra de la comedia irónica, constituye la quintaesencia del cine de Billy Wilder. Tras el irritante rodaje de Con Faldas y a lo Loco, dominado por el cero en conducta de Marilyn Monroe –quien llegó a alterar seriamente los nervios de Wilder–, el director vienés anhelaba abordar un nuevo proyecto menos traumático, algo así como una pequeña historia con escasos escenarios y actores poco conflictivos. Este cambio de registro de Wilder, provocado por la Monroe, ha llevado a algunos a afirmar, en broma, que una de las grandes contribuciones de Marilyn al cine (y que no está registrada en sus biografías) fue la de “animar” a Wilder a rodar El Apartamento. Paradójicamente, Wilder se sintió tentado de volver a contar con Monroe para el papel de Fran Kubelik (la propia Marilyn le rogó poder protagonizar tanto El Apartamento como Irma, la Dulce), aunque finalmente recayó tal honor sobre una joven e impresionante (en el papel de la ascensorista Kubelik) Shirley MacLaine. Quien sí contaba con el decidido apoyo de Wilder era Jack Lemmon para el papel de pusilánime C.C. Baxter. Lemmon, que había estado inmenso en su papel de Jerry/ Daphne en Con Faldas y a lo Loco, era el candidato perfecto, según el propio Wilder, para encarnar a C.C. Baxter. De hecho, la alianza Wilder–Lemmon, como otras tantas que marcaron la trayectoria profesional de Wilder (con Brackett, I.A.L. Diamond, La Shalle, Trauner, etc.), les llevó a colaborar en cinco ocasiones más. Contrariamente a su proceder habitual, para El Apartamento, Wilder no optó por basarse en materiales ajenos (a los que lograba imprimir su personalidad), sino que concibió un argumento original, en este caso, inspirado por una noticia aparecida en la página de sucesos (una infidelidad, resuelta a tiros, que se había consumado en el apartamento de un empleado soltero del amante de la mujer adúltera). Wilder, en un impresionante estado de gracia en aquellos momentos, se encontraba en condiciones óptimas para abordar cualquier clase de proyecto, por arriesgado que fuera. Así, tras ser el hombre mimado de la Paramount durante años (Wilder rompió su largo idilio con la productora al creer que ésta vulneraba su bien ganado control sobre sus obras, alterando el doblaje de la versión alemana de Traidor en el infierno –al convertir el campo nazi de prisioneros en uno polaco, para no molestar a los alemanes–), se incorporó, con plenos poderes, a la recién creada Mirisch Corporation-United Artist para producir Con Faldas y a lo Loco, y hasta 1972 cuando se realizó Avanti (¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?), también con Lemmon como protagonista. El Apartamento fue la segunda película producida por la Mirisch, y para ella Wilder disfrutó de absoluta libertad para rodearse del equipo técnico y artístico que se le antojara. El montador Daniel Mandell, el músico Adolph Deutsch, el director de fotografía Joseph LaShelle (prestigioso operador especialista en el tratamiento del blanco y negro) y, sobre todo, Alexander Trauner, el director artístico rumano responsable de la creación de la oficina de Baxter, en este filme. En cuanto al reparto, además de los ya mencionados Lemmon y MacLaine, Wilder contó con un extraordinario Fred McMurray para el papel de Sheldrake, el jefe de personal de la compañía de seguros (si bien, inicialmente el director había contratado a Paul Douglas para ese papel, pero murió poco antes de empezar el rodaje). Si alguna vez Billy Wilder soñó construir un guión perfecto, este sueño se hizo realidad, sin duda, con el que sostiene El Apartamento, una película cula plagada de momentos antológicos. Probablemente a ello contribuyó la notable ductilidad de Wilder para variar con frecuencia de género (oscilaba del drama a la comedia, pasando por el cine negro o de intriga, con suma facilidad), pues en El Apartamento coexisten, de forma increíblemente armónica, muchos de los registros que Wilder cultivó en su cine y, en cierta medida, la película se ha acabado convirtiendo en una afortunada simbiosis de todos ellos. Es indudable que El Apartamento busca más la emoción que la risa, lo que no impide que la película incluya momentos muy divertidos. En este celebrado filme es donde aflora, de forma más lúcida, la manera de entender el cine y la vida de Billy Wilder, y es también la película donde su estilo como guionista y director se muestra más depurado, y donde coinciden algunos de sus personajes, temas, actores, obsesiones y colaboradores más queridos. En esta película Wilder volcó lo mejor de sí mismo y obtuvo con ella un éxito arrollador en su momento. Además, hoy en día, 45 años después, es un clásico indiscutible que aparece de forma sistemática en las listas de mejores películas de la historia. En suma, El Apartamento es una formidable fábula moral sobre la recuperación de la dignidad, un refinado ejercicio de dura crítica social y, por encima de todo, una joya del cine romántico.