VII. El ministerio de caridad y justicia en la Iglesia: El diácono como testigo y guía Servicio: Sello de fidelidad 36. El ministerio del diácono, como el papa Juan Pablo II ha dicho, “es el servicio de la 37 Iglesia sacramentalizado” . Por tanto, el servicio del diácono en los ministerios de la palabra y la liturgia en la Iglesia sería severamente deficiente si no fuera acompañado del testimonio de su ejemplo y su ayuda en los ministerios de la caridad y la justicia de la Iglesia. El papa Juan Pablo II afirma ambos: “Esto es central al Diaconado al que ustedes han sido llamados: ser siervos de los misterios de Cristo y, al mismo tiempo, servidores de sus hermanos y hermanas. Que estos dos están unidos inseparablemente en una realidad muestra la importante naturaleza del ministerio que es suyo por su 38 ordenación.” 37. El servicio del diácono en el ministerio de la caridad y de la justicia de la Iglesia es integral a su servicio en el ministerio de la palabra y la liturgia de la Iglesia. “Los tres ámbitos del ministerio diaconal… constituyen una unidad al servicio del plan divino de la Redención: el ministerio de la Palabra lleva al ministerio del altar, el cual, a su vez, 39 anima a traducir la liturgia en vida, que desemboca en la caridad.” “Como [participante] en el único ministerio eclesiástico, [el diácono] es en la Iglesia signo sacramental específico de Cristo siervo. Su tarea es ser ‘intérprete de las necesidades y de los deseos de las comunidades cristianas’ y ‘animador del servicio, o sea, de la diakonía’, que es 40 parte esencial de la misión de la Iglesia.” La antigua tradición parece indicar que debido a que el diácono servía la mesa de los pobres, tenía deberes litúrgicos distintivos en la Mesa del Señor. Del mismo modo, hay una correspondencia recíproca entre su misión como heraldo del Evangelio y su misión como articulador de las necesidades de la Iglesia en las Intercesiones Generales. En sus roles litúrgicos formales, el diácono trae a los pobres a la Iglesia y la Iglesia a los pobres. De igual manera, expresa la preocupación de la Iglesia por la justicia, al servir como fuerza motora para señalar las injusticias en el pueblo de Dios. Así el diácono simboliza en sus roles la base de la vida de la Iglesia en la Eucaristía y la misión de la Iglesia en su amoroso servicio a los necesitados. El diácono representa, en forma única, la relación integral entre el culto de Dios en la liturgia, que recuerda sacramentalmente el sacrificio redentor de Jesucristo, y el culto de Dios en la vida diaria, donde se encuentra a Cristo en los necesitados. El servicio del diácono comienza en el altar y a él regresa. El amor sacrificado de Cristo celebrado en la Eucaristía lo alimenta y lo motiva a ofrecer su vida al servicio del Pueblo de Dios. El lavado de los pies: modelo fundamental del servicio diaconal 38. La decisión de los apóstoles de nombrar ministros para atender las necesidades de las 41 viudas de los helenistas de la Iglesia naciente en Jerusalén ha sido por mucho tiempo interpretada como un paso normativo en la evolución del ministerio. Es vista como una respuesta práctica al mandato de Jesús durante la Última Cena, de mutuo servicio entre sus seguidores. Al lavar los pies a sus discípulos, Jesús como cabeza y pastor de la comunidad modeló el servicio que deseaba fuera el distintivo de sus fieles, dando a sus discípulos una fuerte señal del amor de Dios que se encarnó en el mismo Jesús y deseó 42 encarnarse por siempre en las actitudes y comportamientos de sus seguidores . El diácono, consagrado y conformado a la misión de Cristo, Señor y Servidor, tiene particular interés en la vitalidad y autenticidad del ejercicio de la diakonía en la vida de la comunidad de los creyentes. En un mundo hambriento y sediento de señales convincentes del amor compasivo y liberador de Dios, el diácono sacramentaliza la misión de la Iglesia con sus palabras y acciones, respondiendo al mandato del maestro de servir y ejemplificar con su vida real la forma de cumplir esa misión.