ruido de las campanas á vuelo ocasionaba grande oscilación y vi

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ruido de las campanas á vuelo ocasionaba grande oscilación y vibración en los nervios, de donde resultaba el espasmo de los órganos de la respiración, y por conseqüencia la dyspnea, ó dificultad de respirar; conjeturé que interponiendo otro ruido agradable
que obscureciese el de las campanas, se preservaría la enferma
del daño. Para esto, dispuse que desde el instante mismo en que
empezaban á voltear las campanas hasta que cesaban, se tañese
una vihuela muy cerca de la enferma , cantando ai mismo tiempo sin intermisión. Con este sonido continuado y grata armonía
se hacia imperceptible aquel estruendo ingrato de las campanas,
y la paciente se libertaba de la dificultad de respirar: la qual
era inevitable, si por casualidad o descuido empezaba el volteo
antes,que el tañer y cantar; sí bien entonces el sonido de la
vihuela, aunque un poco tarde, servia y era necesario para precaver los progresos de la difícil respiración, porque esta se hacia
progresivamente mas violenta, ortopnóica y peligrosa en razón
de la mayor continuación del ruido de las campanas á vuelo.
Parecia increíble que esta Señora pudiese resistir tanto cúmulo y duración de males que casi sin interrupción la afligían por
espacio de cerca de cinco años que llevaba de la presente época , agregándose una molestísima y perenne palpitación de corazón. F u e gran felicidad que por este tiempo, esto es, hacia la
mitad de Enero del año de 1 7 8 6 , y en lo mas fuerte de tantos
trabajos y calamidades, volviese á parecer aquella calentura nocturna ; la qual, según los efectos favorables que produxo en la
época anterior, se miraba como estrella de buen agüero, y c o mo el iris de la serenidad. Entraba al anochecer acompañada de
los mismos síntomas que la vez primera, y se quitaba del todo
á la madrugada del dia siguiente. Su repetición por las noches
duró mas de quatro meses, y á fines de Mayo desapareció. D é bese advertir que aunque por lo general en las dos noches de-I
paroxismo lunar no aparecía la calentura, se observó sin embar-'
go que la hubo no pocas veces en la segunda noche, y una
que otra vez en la primera"; pero con la ventaja de faltar entonces el insulto ortopnóíco de las nueve i las once. L a circunstancia de haber venido alguna vez la calentura en la pr¿1
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