Las campanas

Anuncio
Las campanas
Xabier
a iglesia de mi barrio tiene unas campanas
que suenan a todas horas. Al principio ese
sonido me resultaba un poco pesado, pero
transcurrido un tiempo comenzó a gustarme, hasta
el punto de disfrutar de su compañía, suponiendo
una sensación entrañable.
L
¿Cuál ha sido la razón del cambio?, ¿por qué
antes no me gustaba y ahora sí?
Quizás ocurra algo parecido a lo que nos ha
pasado a todos en la adolescencia, cuando salíamos
de casa y los padres nos aconsejaban, nos daban
pautas de comportamiento y nos recordaban, justo
antes de salir a “escena” aquellas cuestiones que
tantas veces nos habían repetido con respecto a la
ética y la moral.
De la misma manera las campanas nos recuerdan todas las mañanas, que además de todas las
recomendaciones que recibimos constantemente
de la sociedad de consumo, ¡consume! ¡consume!
¡¡afánate en conseguir más dinero, que ahí está la
felicidad!! ¡¡Ellas nos recuerdan que la espiritualidad es más importante que nada; el mensaje es
bien diferente, ellas aconsejan con su repiqueteo:
Da, regala, entrega... como esa madre que repite a
158
sus hijos que lo más importante es regalar a los que
te rodean una sonrisa, un gesto cariñoso, escuchar
o, simplemente, tu presencia animosa y cercana.
Cuando eres adolescente te parece una
pesadez, una “chapa”mística, pero transcurrido el
tiempo uno descubre que al término de la jornada
lo que traes a casa es un tesoro mucho mayor que
unas cuantas monedas, la sensación de haber cumplido con un objetivo mucho más importante que
haber atesorado una riqueza material, la sensación
de saberte útil para el colectivo al que perteneces.
Un elemento que aporta felicidad, lo que recibe a
cambio es el bien más preciado: ¡¡FELICIDAD!!
Gracias campanas por estar ahí para recordarme todos los días y a todas horas lo que es más
importante.
Gracias a las Madres Agustinas por regalarnos
ese esfuerzo de hacerlas sonar cada día.
Si tuviera que elegir un ejemplo para ilustrar
esta reflexión, elegiría sin lugar a dudas a Joxan
Arbelait z, un ejemplo a seguir.
Desde estas páginas y desde ésta tu revista,
¡gracias por haber existido!
o a r s o 2009
Descargar