2·SEMANA DE ADVIENTO DOMINGO, día 6 de Diciembre EVANGELIO: Lucas 3, 1-6 En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios». CLAVES para la LECTURA - Lucas tiene algunos aspectos originales al presentar la predicación del Bautista que permiten captar mejor su mensaje. Pone de manifiesto en primer lugar el acontecimiento de gracia de la «palabra» que viene a él: «vino la Palabra de Dios sobre Juan en el desierto». El desierto aparece aquí como el lugar donde la Palabra divina llega al hombre convirtiéndolo en profeta (la expresión es similar a la de Jer 1, 4). - Al “acontecimiento” de la Palabra, Lucas antepone un cuadro histórico con tono muy solemne: «El año quince del emperador Tiberio César...» (vv. 1-2). Esta página no sólo es importante por sí misma, sino también porque enmarca la efusión de la Palabra sobre el Bautista, y cuando sobreviene la Palabra de Dios, la historia humana se convierte en historia de salvación. CLAVES para la VIDA - Juan el Bautista será el “señalador” que nos presenta la liturgia en este domingo y el siguiente, ofreciéndonos una imagen clara y definida de este profeta que nos ABRE a la Buena Nueva de Jesús. Puede ayudarnos, pues, a vivir este momento tan significativo como un acontecimiento real y vivo y que hoy quiere repetirse para nosotros. El Bautista, un hombre que no pertenece a ninguna jerarquía, y que no posee poder, ni dinero, ni autoridad alguna, es aquél sobre el que “vino la Palabra de Dios” (v. 2), palabra que debía de oír todo el pueblo. - El “lugar” donde escucha esa Palabra es el “desierto”, indicándonos, una vez más, que el desierto es el lugar del silencio, de la escucha, del encuentro con el Dios de la Alianza (como aparece tantas veces en el Antiguo Testamento). La escucha de la Palabra le lleva a la MISIÓN, a vivir su propio camino con la “fuerza” que le caracteriza a este gran profeta. Su Misión es ANUNCIAR, gritar que es necesario preparar el CAMINO al Señor que llega. ORACIÓN PARA ESTE DÍA “Danos, Señor, el valor para asumir la invitación del profeta Juan a preparar los caminos que llevan al ENCUENTRO contigo. Llévanos al silencio y al desierto para vivir la escucha”.