II Domingo de Adviento

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II Domingo de Adviento
Allanad los senderos del Señor
(Mc 1,1-8)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Is 30,19-30)
Pueblo de Sión: mira al Señor: mira al Señor que viene a salvar a los pueblos. El Señor hará oír su
voz gloriosa en la alegría de vuestro corazón.
ORACIÓN COLECTA
Señor todopoderoso, rico en misericordia, cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no
permitas que lo impidan los afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para que
podamos participar plenamente del esplendor de su gloria.
PRIMERA LECTURA (Is 40,1-5.9-11)
Preparadle un camino al Señor
Lectura del Libro de Isaías
Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se
ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga
por sus pecados.
Una voz grita: «En el desierto preparad un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para
nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece
y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha
hablado la boca del Señor–"» Súbete a lo alto de un monte, heraldo de Sión; da con fuerte la voz,
heraldo de Jerusalén, álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad:
Dios el Señor llega con fuerza, su brazo domina. Mirad, le acompaña el salario, la recompensa le
precede. Como un pastor apacienta el rebaño, su mano lo reúne. Lleva en brazos los corderos, cuida
a las madres.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 84, 9ab-10. 11-12. 13-14 8)
R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R/.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante é1,
la salvación seguirá sus pasos. R/.
SEGUNDA LECTURA (Pe 3, 8-14)
Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pedro
Queridos hermanos: No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años
como un día. El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos. Lo que ocurre es que
tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se
conviertan. El día del Señor llegará como un ladrón. Entonces el cielo desaparecerá con gran
estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá.
Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida!
Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego,
y se derretirán los elementos. Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo
nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis
estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con Él, inmaculados e irreprochables.
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Lc Lc 3,4.6)
R/. Aleluya, aleluya
Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Todos verán la salvación de Dios.
R/. Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Mc 1,1-8)
Allanad los senderos del Señor
Lectura del santo evangelio según san Marcos
Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos. Juan bautizaba en
el desierto: predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados y
los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura,
y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: «Detrás de mí viene el que puede
más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua,
pero é1 os bautizará con Espíritu Santo.»
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Que los ruegos y ofrendas de nuestra pobreza te conmuevan, Señor, y al vernos desvalidos y sin
méritos propios, acude compasivo, en ayuda nuestra.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Bar 5,5; 4,36)
Ponte en pie, Jerusalén; sube a la altura, contempla el gozo que Dios te envía.
ORACIÓN DESPUÉS DE COMUNIÓN
Aliméntanos con esta Eucaristía te pedimos, Señor, por la comunión de tu sacramento, nos des
sabiduría para sopesar los bienes de la tierra, amando intensamente los del cielo
Lectio
Introducción
Después de varios siglos en que se habían silenciado los profetas, de repente en el desierto una voz
resuena. Ya viene aquel que es verdaderamente el Evangelio de Dios, la buena noticia del Padre.
¡Hay que preparar la venida del Señor!
El Evangelio de hoy nos hace percatar que la venida del Hijo de Dios al mundo había sido
preparada por la historia de la salvación y finalmente por Juan Bautista. Hoy a nosotros nos
corresponde hacer la preparación mediante una buena disposición del corazón, tomándonos en serio
los llamados que nos hacen el evangelista Marcos, las voces de los profetas y la predicación de Juan
Bautista.
El eco de la predicación de Juan Bautista ha llegado hasta nuestros días en este segundo Domingo
de Adviento. Él nos invita también con potente y penetrante voz: “¡Preparen el camino del Señor!
¡Enderecen tus pasos! ¡El Señor viene, y ya está a la puerta!”
Meditación
El Evangelio de Marcos está todo él orientado hacia la confesión de fe, uno de sus hilos conductores
más importantes es la cuestión: ¿Quién es Jesús? Ya desde de las primeras líneas se empieza a
responder. Tres voces lo anuncian:
1. La voz del evangelista (1,1)
La voz del evangelista Marcos, quien presenta a Jesús como el Cristo e Hijo de Dios (1,1)
“Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”
Marcos anuncia el comienzo de una “Buena Noticia” (=Evangelio). La expresión “Buena Noticia”,
es importante no sólo porque nos señala el carácter de mensaje, de anuncio que caracteriza la obra
(ver el v.4: “Apareció Juan proclamando...”; v.7: “Y proclamaba...”; incluso el v.14: “Y (Jesús)
proclamaba...”), sino también porque nos señala cuál es el ambiente dominante en el camino de
Jesús. Lo que va a suceder es realmente “bueno”, “bello”, “encantador” e inspira una atmósfera de
gozo.
– Las antiguas voces de los profetas (1,2-3)
La voz de la Escritura resuena a través de dos citas bíblicas que el evangelista ha cosido y
actualizado en la persona de Juan Bautista. Estas han sido tomadas de Malaquías 3,1 (arreglada
según Éxodo 20,23) e Isaías 40,3. Marcos parece referirse a una única cita bíblica isaiánica (ver
1,2ª), sin embargo hay tres citas contenidas en el anuncio.
Esta primera voz que resuena evoca la voz ya extinta de los profetas y se centra en la persona de
Jesús, es él quien realizará el camino del Dios en la historia, él es el Señor.
– La voz de Juan Bautista y su ministerio (1,4-8)
Es Dios mismo quien le da la Palabra a Juan (ver 1,3).
La “voz que clama (que grita) en el desierto” aparece históricamente en la persona de Juan, de
quien dos veces consecutivas se dice que “proclamaba” (1,4 y 7). El contenido de su anuncio es
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la efectiva preparación del “camino del Señor” mediante el bautismo de conversión (1,4-5);
la presentación de la persona de Jesús, el que ya está a punto de comenzar a recorrer su
camino. Lo hace profetizando (1,7-8).
Mc 1,6, justamente el versículo central de la sección que describe la misión del Bautista, nos
presenta el ajuar y la dieta que caracterizaban al profeta como un nuevo Elías, es decir, el profeta de
los nuevos tiempos. Se describe así la vida austera del profeta, un estilo que también caracterizará a
los misioneros de Jesús (ver 6,8-9). Distingamos:
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Su habitación: el desierto.
Sus hábitos: los del profeta Elías (2 Reyes 1,8), el cual el profeta (Malaquías 3,23) anunció que
iba a volver.
Su alimento: la de un asceta.
Su actividad: predicar la conversión y bautizar en las aguas del Jordán.
Pero una vez que se nos ha presentado a Juan con su atuendo y hábitos de profeta, lo que más quiere
subrayar Marcos es el contenido de su profecía acerca de Jesús (ver 1,7-8). El profeta de los nuevos
tiempos habla aquí por única vez en todo el Evangelio y sus pocas palabras son precisas y claras.
Todas ellas apuntan a una sola pregunta: ¿Quién es Jesús de Nazareth?
– El que viene (v. 7)
La expresión es casi un título y su sentido es: Jesús es el que viene recorriendo un camino que parte
de Dios y que conduce a Dios; Jesús es Dios que viene al encuentro de los hombres y solicita la
apertura del corazón para acoger su llegada.
– El mas fuerte (v.7a)
Inicialmente la frase podría ser entendida como que Jesús es un profeta más poderoso que Juan. Sin
embargo dentro del mismo Evangelio se nos da la pista: el fuerte es Satanás, el poder del mal que
impide la realización del hombre, desdibujando su rostro y arrastrando en contravía el proyecto
creador y salvífico de Dios para la humanidad. Si bien Satanás es el fuerte, pero, Jesús es el más
fuerte: su poder es capaz de someter al que somete al hombre.
- Bautiza con Espíritu Santo (v.8)
El bautismo de Juan aparece como un bautismo pasado, cuya finalidad ha sido cumplida: sellar y
validar ante Dios la actitud de conversión pecados de aquellos que abrieron su corazón ante el
mensaje (ver 1,4-5).
Ahora, el bautismo de Jesús, que no es un rito sino la experiencia del camino, completa lo que le
que le falta al de Juan: el perdón de los pecados. Ese es el sentido de la expresión “bautizar”
(=sumergir) “con Espíritu Santo” (=en la realidad de Dios mismo), indica que en ella se ha
eliminado la barrera que separaba al hombre con Dios y que ambos viven ahora una perfecta
comunión.
Prepara los caminos al Señor y le abre la puerta quien con humildad reconoce que necesita del
Señor y endereza sus pasos torcidos, quien se convierte de su mala conducta y acciones
pecaminosas, quien abandona el camino del mal y de la mentira para recorrer el sendero del bien, el
sendero que conduce a la Vida.
Prepara los caminos al Señor y le abre la puerta quien se esfuerza en “abajar los montes y colinas”,
quien se afana seriamente en quitar todo obstáculo del camino, despojándose de todo lo que retarda
o impide su llegada a nuestra morada interior.
Prepara los caminos al Señor y le abre la puerta quien se esfuerza en “rellenar los valles y abismos”,
quien con sistemático trabajo se empeña en adquirir las virtudes que apresuran la venida del Señor a
su corazón.
Por tanto: ¡despójate de la impaciencia con que sueles tratar a algunas personas y revístete de
paciencia, tratando a todos con máxima afabilidad! ¡Despójate del egoísmo y apego a los bienes
materiales para revestirte de actitudes de generosidad y desprendimiento! ¡Despójate de la
insensibilidad frente a las necesidades del prójimo y revístete de la caridad que se hace concreta en
actitudes e iniciativas de solidaridad! ¡Despójate de los chismes, de la difamación, de la calumnia,
de hablar mal de personas ausentes, de palabras desedificantes o groseras para revestirte de un habla
reverente, que busca la edificación de los demás! ¡Despójate de resentimientos, odios, amarguras y
rencores para revestirte de actitudes de perdón, de comprensión y de misericordia para con quien te
ha ofendido! ¡Despójate de la mentira y revístete de la verdad! ¡Despójate del robo, del fraude, de la
usura, del soborno, del mal uso del dinero para corromper a otros y revístete de honradez!
¡Despójate de las borracheras, del consumo de drogas o del vicio del cigarrillo y revístete de
sobriedad y autodominio! ¡Despójate de cualquier búsqueda de satisfacción sensual desordenada e
inmoral —ya sea de mirada, de pensamiento o física— que hacen de la persona un mero objeto de
placer y revístete de virtudes de pureza, de autodominio y castidad! ¡Despójate del vicio “de las
maquinitas” y revístete de un buen uso de tu tiempo y dinero!
Entremos en el desierto junto con Juan Bautista
“La conversión pedida es parecida a la transformación de un desierto: “Voz que clama en el
desierto”, el desierto que cada uno lleva por dentro y el desierto de nuestras ciudades. Juan recibió
la inmensa tarea de sacudir esos desiertos, todos esos obstáculos que impiden avanzar
(“barrancos”, “montes y colinas”, “lo tortuoso y las asperezas”). La imagen de los “caminos que
se hacen llanos” evoca una gran apertura que nos rescata de nuestras soledades, un fluir que nos
saca de nuestros estancamientos, un gran espacio para la compañía que nos saca de nuestros
egoísmos, una ampliación de la visión que nos devuelve los sueños de humanidad que creíamos
imposibles.
Quien vive cerca de un desierto se acostumbra a verlo siempre así y se resigna. Así mismo sucede
con nuestros pecados y con los de los otros. Igualmente, cuando una expectativa se prolonga, viene
el cansancio y se echa para adelante casi por inercia, así sucede con nuestros compromisos con la
sociedad. La voz que clama en el desierto nos dice que sí es posible cambiar, que Dios abre
caminos donde parece imposible.
Es así como Juan predica el regreso a los caminos de Dios para un pueblo necesitado del perdón.
El punto está en aceptar que lo necesitamos, que creamos que podemos transformar el desierto (o
los desiertos). La conversión no es una auto-tortura ―como quizás alguno podría imaginar―, más
bien es la maravillosa aventura de aceptar participar en la creación de Dios que se realiza en
nosotros mismos y que apunta a la calidad de vida en la sintonía de proyecto de vida con Dios.
Por eso en la predicación de Juan se conjugan dos aspectos: él es al mismo tiempo el predicador
de la penitencia y el mensajero de la alegría. La transformación del desierto supone la remoción, a
veces dolorosa, de aquello a lo que estábamos habituados, pero el resultado es la inmensa felicidad
de descubrir nuevos y más fecundos horizontes. A la tierra nueva de la reconciliación se llega por
el camino bien preparado de la conversión.
El profeta ahora estremece el desierto, después vendrá Jesús y lo hará florecer bautizándolo en el
Espíritu Santo.” Tomado de A la Escucha del Maestro. Diciembre: “Aparece una gran luz”
(Paulinas, Bogotá 2003)
Oración
“El ya tan antiguo y nuevo Testamento
En él se soldaron como en piedra imán;
Muchos se alegraron de su nacimiento:
Fue ese mensajero que se llamó Juan.
Lo envió el Altísimo para abrir las vías
Del que trae al mundo toda redención:
Como el gran profeta, como el mismo Elías,
A la faz del Hijo de su corazón.
El mundo se llena de gran regocijo,
Juan es el preludio de la salvación;
Alabanza al Padre que nos dio tal Hijo,
La gloria al Espíritu que fraguó la acción. Amén”
(De la Liturgia)
Apéndice
DEL CATECISMO DE LA IGLESIA
Los preparativos para la primera venida del Cristo
522: La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso
prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la «Primera Alianza» (Heb
9,15), todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se
suceden en Israel. Además, despierta en el corazón de los paganos una espera, aún confusa, de esta
venida.
523: S. Juan Bautista es el precursor inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino.
«Profeta del Altísimo» (Lc 1,76), sobrepasa a todos los profetas, de los que es el último, e inaugura
el Evangelio, desde el seno de su madre saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser «el
amigo del esposo» (Jn 3,29) a quien señala como «el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo» (Jn 1,29). Precediendo a Jesús «con el espíritu y el poder de Elías» (Lc 1,17), da testimonio
de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio.
524: Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías:
participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el
ardiente deseo de su segunda Venida. Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia
se une al deseo de éste: «Es preciso que él crezca y que yo disminuya» (Jn 3,30).
535: (…) Juan proclamaba «un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Lc 3,3).
Una multitud de pecadores, publicanos y soldados, fariseos y saduceos y prostitutas viene a hacerse
bautizar por él. (…)
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