PERIÓDICO MENSUAL DEL SERVICIO EXTREMEÑO DE SALUD, DIRIGIDO A TODOS LOS PROFESIONALES DEL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO DE EXTREMADURA Director: Tomás Pulido Cordero. Redacción: María Fe Barroso Pinilla, Ana García Ortiz. Consejo de Redacción: Gloria González Conde, Juan Carlos Escudero Mayoral y Miguel Simón Expósito. Secretaría: Avda. de Cristóbal Colón, s/n. Mérida 06800 (Badajoz). Teléfono: 924-382505. Correo electrónico: [email protected] Delegados de Área de Salud: Ismael Rodríguez Hernández (Área de Coria), Juan Monge Martín (Área de Plasencia), Francisco Javier Mendo Vidal (Área de Navalmoral de la Mata), José Antonio González Barra y Montaña Vivas Jiménez (Área de Cáceres), Ricardo García Vinuesa Palo (Área de Badajoz), Eulogio González González (Área de Mérida), Juan Cruz González (Área de Don BenitoVillanueva) y Miguel Sánchez Ortega (Área de Llerena-Zafra). EL MIRADOR Edición: SERVICIO EXTREMEÑO DE SALUD JUNTA DE EXTREMADURA Consejería de Sanidad y Consumo Diseño y distribucción: EDITORIAL EXTREMADURA, S. A. Impresión: SERVICIO DE IMPRESIÓN DEL OESTE, S. L. Quedan reservados todos los derechos. Depósito Legal: CC-270/2002 La conducta alimentaria en la Pintura (I) Manuel Pérez Miranda Médico P eso corporal y conducta alimentaria: La delgadez extrema y la obesidad se han convertido en los países desarrollados en una auténtica epidemia. El peso corporal se evalúa con el “índice de masa corporal” (IMC) que resulta de dividir el peso (en kilos) por la talla (en metros) elevada al cuadrado. Su valor normal oscila entre 18,5 y 25. Hay delgadez patológica con valores inferiores a 18,5. Sobrepeso, entre 25 y 30. Obesidad, con índices superiores a 30. Cifras mayores de 40 señalan la obesidad mórbida. Las alteraciones del peso corporal pueden deberse a enfermedades generales o endocrinas pero, hoy por hoy, su causa más frecuente es una conducta alimentaria anómala. La “anorexia nerviosa” produce delgadez extrema en un 16-18 % de jóvenes adolescentes y en un 0,5-1,5 de la población general. Son varias las anormalidades de la conducta alimentaria que ocasionan el sobrepeso y la obesidad que padece el 18-20 % de la población: a) “Devoradores de carbohidratos” (“picoteo” entre comidas), 12 %; b) “Síndrome de ingesta nocturna”, 4 %; c) “Atracones compulsivos”, 2,5 %; y d) “Bulimia nerviosa”, 1,5 %. Todas tienen una base psicógena. Cuando un fenómeno clínico adquiere dimensiones de epidemia interesa analizar sus antecedentes cronológicos, comparando sus características actuales con las circunstancias y manifestaciones de épocas precedentes. Para tal fin es muy válido el testimonio de los pintores de los últimos siglos sobre los hábitos de comida y bebida de sus contemporáneos. VIANDAS Y MANJARES El atractivo estético de los alimentos fue captado por primera vez por Caravaggio. Con su “Cesto de frutas”(1597) inauguró el género de la “naturaleza muerta”. Se practicó, desde entonces, en los talleres o “boteghe” más afamados de Italia, como indica el término “bodegón”. Desde entonces se han pintado muchos “bodegones”. Entre nosotros, uno de los más prestigiosos seguidores del género fue Sánchez Cotán, quién combinó magistralmente las luces, contrastes y sombras, propios del barroco, con la austeridad de los cardos y verduras de sus “bodegones de cuaresma”. Fue seguido por Loarte, Ramírez, Van der Hamen, Espinosa, Palacios, Velázquez, Mateo Cerezo, Meléndez y Zurbarán. El barroco flamenco también legó inmejorables reproducciones de ostras, pas- tas, peces, aves, piezas de caza y frutas, firmadas por Beert, Peters, Synders, Van Son, Rembrandt, Fyt, Willem y Vermeer de Delft. El romanticismo dejó su tristeza y nostalgia en las aves, pavos y conejos “muertos” del genial Goya, quien supo impregnar de la desolación de la guerra de la independencia a sus bodegones. Después, los impresionistas, neoimpresionistas y realistas como Manet, Van Gogh, Gauguin, Renoir, Cezanne y Fatin Latour dejaron brillantes ejem- valiosos ejemplos. Los comensales son varones y las comidas suelen ser frugales. Las bebidas son irrelevantes y están en segundo plano. En el barroco y en romanticismo predominan las alegorías paganas y las celebraciones gremiales, familiares o sociales. “Las bodas de Tetis y Peleo” (Jordanes, Bloemaert), “El festín de Baltasar” (Rembrandt), “El banquete de Tereo” (Rubens) y “El banquete nupcial de Sansón” (Rembrandt) son muestras sobresalientes de las primeras. El “Plato de acerolas, queso y recipientes”, de L. E. Meléndez, (1716-1780). “Es muy válido el testimonio de los pintores sobre los hábitos de comida y bebida de sus contemporáneos” “En las pinturas mediterráneas predominan claramente las verduras, las frutas y el pescado” plos de ostras, peces, mejillones, flores, peras, manzanas y otros frutos meridionales. También podemos contemplar pájaros, peces, botellas, licores y frutas desde las increíbles perspectivas cubistas de Juan Gris, Picasso o Dalí. Los componentes alimenticios de los bodegones evidencian notables diferencias entre los pintores flamencos y los mediterráneos. En las pinturas mediterráneas predominan claramente las verduras, las frutas y el pescado (más saludables), mientras que en las centroeuropeas y flamencas sobresalen la caza, las aves y los dulces (que propician sobrepeso y obesidad). “Banquete de los oficiales” (Frans Hals), “Gracias antes de la comida”, “Fiesta del bautizo (Steen), y las pinturas de almuerzos de Velázquez, Nain, Murillo, Hogarth, Krover y Goya son ejemplos de las últimas, en las que hay más mujeres y niños, luminosidad y ambiente campestre y festivo. Aire libre, movimiento y colorido traspiran también las comidas de Manet, Gaugin, Renoir, Van Gogh, Monet, Sorolla, Palencia y López García. Hay gran variedad pictórica de bebedores y borrachos, desde las alegorias de Baco y Sileno (Tiziano, Caravaggio, Rubens y Ribera), pasando por los bebedores comedidos de Velázquez, El Españoleto, Hals, Vermeer de Delft, Goya, Manet, Toulouse-Lautrec, Cezanne y Rusiñol y llegando hasta la pléyade de ebrios de Sáenz, Jiménez Aranda, Durancamps, Piñole, Dalí, Rossendi, Romero, Ripollés y Alcolea. Es de resaltar, finalmente, que mientras las comidas son celebraciones sociales abiertas, las bebidas se hacen en solitario y reservadamente. En un próximo artículo nos ocuparemos de los flacos y anoréxicos y de los gordos y obesos. COMENSALES Y BEBEDORES En el gótico tardío y en el renacimiento las comidas son actos de contenido religioso y en ellas destacan la geometría del dibujo, la sobriedad de la composición y una brillante policromía. Las diversas versiones de “Las bodas de Caná” (Bondone, El Bosco, El Veronés, David) o de “La cena en Emaús” (Caravaggio, Tiziano, Velázquez, Zurbarán) y “El banquete de Herodes” (Fray F. Lippi) constituyen LA GUINDA Ángel Paz Rincón Rebajas D iariamente se nos informa del precio de la vivienda, de los negocios inmobiliarios, del endeudamiento creciente de los ciudadanos… Todo capital económico (el reflejado en las estadísticas de las hojas sepia de los periódicos) camina conjuntamente con el capital simbólico. La casa, inmueble inmóvil, nos transciende. Patrimonio que pasa a nuestra descendencia, nos da continuidad. En realidad hay una contradicción: la postmodernidad valora lo móvil. El homo economicus actual (el que toma decisiones guiándose por las leyes de la ciencia económica) no debería valorar lo inmóvil. Hacer una casa, un hogar, supone un compromiso, una continuidad en el tiempo… y esto va en contra del pensamiento del postmoderno adultescente. Para adquirir una casa hay que firmar un contrato, un compromiso que nos liga durante 30 años a una institución que pasará a ser “nuestro” banco. Para tener acceso a este “favor”, es necesario enfrentarse al bancario encorbatado, responder preguntas, aceptar que resuelven nuestros problemas... Esos datos serán procesados en otros departamentos -las decisiones económicas, para ocultar los intereses y aparentar objetividad, se toman lejos de la influencia personal- que medirán nuestra garantía y solvencia aplicando un baremo secreto (la letra pequeña incomprensible) e innegociable (solo se tiene en cuenta la mayor rentabilidad del momento). Proceso que, además de la deuda bancaria, nos hace asumir la defensa el status quo del negocio hasta el final de nuestra hipoteca. Salimos con el convencimiento, capital simbólico, de que el crédito nos protege de cualquier imprudencia, es decir de nosotros mismos, el domus nos domestica. Única salida: salir huyendo. ¿Por qué no lo hacemos? Las estadísticas, (formulación matemática de manipulación ideológica), la publicidad, su capacidad de seducción (mansión, terruño, naturaleza, proporciones, patio, altillo, chimenea, barbacoa, tejas árabes, diseño exclusivo...)nos hacen sentir y responder con un sí desinformado y deformado. Decir que los créditos hipotecarios deberían ser considerados un fraude de ley no es ninguna exageración, están firmados bajo presión.