sumario Investigar las causas de la obesidad desde el punto de vista epidemiológico y de salud pública, estudiar el grave problema de la obesidad infantil en Europa, e indagar en los aspectos del tratamiento de esta patología, en general, son los principales asuntos que preocupan a la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO). La prevalencia de esta enfermedad crónica va en aumento Expertos consideran la obesidad infantil como un problema grave en la Europa actual AVIER Formiguera, su presidente, ha destacado entre los avances obtenidos en este campo “los producidos en la identificación de trastornos genéticos que conducen a una persona a la obesidad, los llevados a cabo en el reconocimiento de la obesidad como factor de riesgo para otras enfermedades y, sobre todo, el conocimiento epidemiológico de esta patología”. En este sentido, el conocimiento acerca del número de obesos existentes en Europa es un aspecto muy reciente. Para Formiguera, jefe de la Unidad de Trastornos de la Alimentación del Hospital Germán Trías i Pujol de Badalona, la EASO “tiene que trabajar junto a los responsables de Sanidad de los distintos Gobiernos europeos para cambiar la percepción que la gente tiene de esta patología, además, los gobiernos han de facilitar la investigación y mejorar la situación, ya que la prevalencia de esta enfermedad crónica va en aumento”. X Patrones alimenticios modificados 14 Por otra parte, investigadores de la School of Nutrition de la Tufts University, Boston, Massa- chusetts, han examinado las relaciones que existen entre la presencia de la televisión durante las comidas y el tipo de alimentos consumidos por los niños, para probar hasta qué punto varía el consumo global de alimentos en los niños, incluidos aquellos que no se anuncian normalmente, cuando la televisión es parte de la rutina normal a la hora de comer. La doctora Coon publica en la revista Pediatrics (Pediatrics 2001; 107: e7) los resultados de este estudio realizado a niños de cuarto, quinto y sexto grado, cuyos datos socioeconómicos y la información sobre el uso de la televisión eran conseguidos mediante las correspondientes encuestas. Los autores mediante llamadas no consecutivas dirigidas a cada niño reconstruyeron la ingesta variable de nutrientes y alimentos en 24 horas. Por otra parte, realizaron controles mediante muestreo, para comparar el término medio de alimentos y nutrientes de los niños de familias en los que la televisión era vista durante dos o más comidas, con aquellos en los que la televisión se veía sólo en una de las comidas o no se veía nunca. El equipo de la doctora Coon, tras ajustar factores socioeconómicos y otras posibles variables de confusión, estableció la fuer- za de asociación entre la televisión y los grupos de alimentos consumidos por los niños, observando que el uso de la televisión en todas las comidas derivaba en que la ingesta energética diaria de esos niños existiera un promedio de un 6 por ciento más de carne, un cinco por ciento más de pizzas, aperitivos salados y bebidas gaseosas, y aproximadamente un cinco por ciento menos en su ingesta energética diaria de frutas, verduras y zumos que en los niños que no veían la televisión a la hora de las comidas. Estos resultados eran también estadísticamente significativos si los autores medían el consumo de grupos de nutrientes entre los niños. Aquellos donde la televisión era habitual durante las comidas, producía un menor consumo de carbohidratos y consumían dos veces más cafeína que los niños que no veían la televisión durante las comidas. Este aumento en el consumo de cafeína permanecía estadísticamente significativo después de que los autores ajustaran las posibles variables de confusión. Los autores concluyen afirmando que la televisión durante las comida modifica los patrones de la dieta de los niños, disminuyendo el consumo de frutas y vegetales y aumentando el consumo de alimentos y bebidas que contienen cafeína.