La filosofía kantiana se divide en dos partes

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Expón la filosofía de Kant(2,5)
(Aquí lo importante es que se aborde la pregunta exponiendo ideas relevantes del autor. Puedes hacer una panorámica
del autor o exponer sólo una parte relevante de su filosofía. Si el alumno en el examen va saltando de una idea a otra
sin enlazarlas se puede poner hasta 2. Sólo cuando la pregunta esté organizada formando un tema se le podrá calificar
con 2’5). Ejemplo de respuesta para Kant:
La filosofía kantiana se divide en dos partes, coherentes entre sí: por un lado en la
Crítica de la Razón pura examina cuáles son las condiciones de posibilidad del
conocimiento humano, mientras que en la Crítica de la Razón práctica analiza de qué
manera funciona la moral humana y formula una novedosa ética formal basada en el uso
práctico de la razón.
El análisis del uso teórico de la razón parte de la idea de que ni empiristas (Hume) ni
racionalistas (Descartes, Wolff) estaban en lo cierto al identificar las fuentes del
conocimiento humano unilateralmente como la experiencia o la razón: para Kant, el
conocimiento humano es el fruto de la colaboración entre ambas instancias. En un primer
momento, la sensibilidad humana, o facultad de recibir impresiones sensibles, forma una
imagen interna de algo perceptible (el fenómeno) a partir de lo que de la realidad exterior
puede captar a través de los cinco sentidos, de manera que esa realidad exterior
(noúmeno) sería incognoscible para nosotros por principio, no sólo porque tenemos un
número limitado de sentidos, sino porque además a lo percibido con ellos (que forma la
materia del fenómeno) le aplicamos unas estructuras a priori que están en nuestra propia
sensibilidad (el espacio y el tiempo, la forma de todo fenómeno), de manera que el mismo
fenómeno, punto de partida del proceso, es ya en sí mismo en su forma una creación
(bien que no ex nihilo) del propio sujeto. El sujeto es el centro del proceso del
conocimiento, esta es la revolución copernicana realizada por Kant, y se ve desde el
inicio. A partir del fenómeno, nuestro entendimiento elabora conceptos empíricos (tras
ver varias mesas, fabrica el concepto “mesa”) tomando a esos fenómenos como materia a
la cual se aplica una forma que esta vez son ciertos conceptos puros a priori que existen
en nosotros de manera innata. Estos conceptos a priori son las categorías, conceptos muy
generales (existencia, unidad causalidad…) que sólo tienen sentido cuando se aplican a
los fenómenos. Ese es su único uso legítimo. La última capacidad que interviene en el
conocimiento, la Razón, toma los conceptos y juicios elaborados por el entendimiento y
los enlaza entre sí buscando juicios cada vez más generales, haciendo razonamientos que
poco a poco tienden a salirse de los límites del conocimiento, que es lo fenoménico. En
esa búsqueda de lo incondicionado, la Razón persigue las tres ideas de la metafísica:
Dios, Alma, Mundo, que de ninguna manera deberían ser afirmadas como conocidas,
pues caeríamos en contradicciones y antinomias, pero que cumplen una función en
nosotros, porque dan sentido a la síntesis de nuestros conocimientos fenoménicos.
En cuanto a la ética, en ese campo vuelven a cobrar importancia las tres ideas
antedichas, porque con su conducta moral también las presupondrá el ser humano. Kant
propone una ética que no defina concretamente qué es la felicidad, como siempre han
hecho las éticas materiales, porque eso divide a la Humanidad debido a sus imperativos
hipotéticos, y vacía de valor moral a unas acciones que sólo son consideradas valiosas por
su fin, no en sí mismas. Kant prefiere fomentar la autonomía moral dejando a cada cual
que piense si su acción concreta se ajusta a la única orden de su ética formal, que es el
imperativo categórico: haz aquello que puedas querer que todo ser racional haga. La
universalizabilidad de las acciones es el criterio de su racionalidad, y el camino para el
reconocimiento de todo ser racional como un semejante que merece el mismo respeto que
nosotros demandamos. La virtud consistiría en seguir el llamado de ese deber racional
marcado por el imperativo categórico. Y una vida virtuosa puede ser que no acabe siendo
una vida feliz, pues también somos seres empíricos que dependemos del azar de las
circunstancias, pero sí será de seguro una vida que se reconozca a sí misma como
merecedora de una felicidad eterna. Y por eso la ética kantiana presupone, sin pretender
demostración alguna, las tres ideas de la metafísica: yo soy un sujeto libre que anhelo
Justicia divina. La Metafísica, tanto en su obra teórica como en su obra moral, queda
señalada por Kant como un objetivo inalcanzable para nuestras facultades, pero cuya
presencia utópica hace bien tanto al conocimiento como a la conducta humana.
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