Un momento decisivo en la Historia mundial

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Un momento decisivo en
la Historia mundial
En el año de 2012, enfrentamos precisamente la situación sobre que la Santísima
Virgen nos avisó en Fátima si Su pedido de la Consagración de Rusia no fuese atendido:
Rusia “ha esparcido sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la
Iglesia”. Los buenos han sido martirizados, sin fin a la vista, y el Santo Padre ha tenido
y continuará a tener “mucho que sufrir”.
El aborto continua a aumentar en todo el mundo, mientras el progreso de la
homosexualidad en las naciones que ya eran cristianas amenaza imponer penas
criminales a quien defiende, y con razón, la condenación que la Iglesia hace de la
sodomía. El desastre en Irak, la situación explosiva en el Medio Oriente, la amenaza de
una Corea del Norte nuclear y de una China nuclear aliada a Rusia, y la proliferación de
terremotos, tsunamis, huracanes y otros desastres naturales por todo el mundo – todo se
combina para llevarnos cada vez más próximo de un apocalipsis. Hasta las personas que
no son religiosas presienten que el mundo no puede continuar así por mucho más
tiempo. Como la Madre de Dios nos avisó, si no actuamos a tiempo “varias naciones
serán aniquiladas”.
Ningún otro plan para la Paz para el mundo en nuestro tiempo será suficiente,
con excepción de aquello que Dios prescribió para la humanidad en Fátima. Porque,
desde el momento en que Dios envía un profeta para proclamar una solución para un
problema de la condición humana – como hizo con Naamán, que tuvo que bañarse siete
veces en el Rio Jordán para curar su lepra – es imposible que Dios altere Sus
instrucciones.
Dios no cambia de opinión ni retira Sus órdenes para acomodarse a las
preferencias humanas. “Porque Yo soy el Señor, y soy inmutable” (Malaquías 3:6). En
este caso, por lo tanto, Dios no va a substituir la Consagración de Rusia por la
consagración del mundo, sólo porque los consejeros del Papa piensan que la
Consagración de Rusia es políticamente incorrecta. Todos los esfuerzos humanos para
alterar las instrucciones de Dios apenas producirán fracaso y ruina. Así como Naamán
se quedaría leproso si sólo se hubiese bañado seis veces en el Rio Jordán o si hubiese
elegido otro rio para bañarse, así el decaimiento del mundo a la catástrofe continuará a
acelerarse, hasta que sea aplicado el remedio exacto que el profeta elegido por Dios para
nuestro tiempo – la Madre de Dios – anunció.
Pero aún hay tiempo de evitar la catástrofe. Los diarios de Sor Lucía registran
que en Rianjo, España, en Agosto de 1931, Nuestro Señor le dijo, a respecto del atraso
de Sus ministros en consagrar a Rusia:
“Participa a Mis ministros que, en vista de seguir el ejemplo del Rey de
Francia, en la dilación de la ejecución de Mi petición,103 también lo han de seguir
en la aflicción… [Los ministros de la Iglesia católica] no quisieron atender a Mi
súplica. Como el rey de Francia se arrepentirán y lo harán después. Pero será
tarde. Rusia habrá extendido ya sus errores por el mundo provocando guerras y
persecuciones a la Iglesia; el Santo Padre tendrá mucho que sufrir”.104
http://www.fatima.org/span/crusader/consecration/pdf/conspg51.pdf
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Hasta que punto será tarde, y si se podrá evitar la consecuencia final de la
aniquilación de naciones, depende de nuestras oraciones y sacrificios, y depende de
aquellos a quienes Nuestro Señor se refiere como siendo “Mis ministros”. Es a ellos – al
Papa y a los Obispos católicos de todo el mundo – que compete cumplir el pedido de la
Virgen y, de este modo, evitar la aniquilación de varias naciones y la esclavitud de todo
el mundo, que es el último aviso de la profecía de Fátima que está incumplido.
Por consiguiente, es a eses ministros de la Iglesia católica que deben dirigirse
peticiones para que cumplan aquello a que el Papa Juan Pablo II mismo llamó la
obligación que Fátima impone a la Iglesia.
Debemos rezar por el Papa y por los Obispos, para que hagan la Consagración.
Jesús dijo: “Orad mucho por el Santo Padre. El la hará, pero será tarde”.
Recordémonos de la promesa y vaticinio de Nuestra Señora, Que dijo. “Por fin
Mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre Me consagrará Rusia que se
convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz”. Esto sucederá
“finalmente”, después de una gran lucha. Necesitamos tener siempre presente que Jesús
nos dijo, “Nunca será tarde para recurrir a Jesús y a María”. Debemos rezar, y
especialmente el Rosario. Debemos recordarnos que el Mensaje de Fátima nos dice:
“Sólo Ella (Nuestra Señora del Rosario) os puede ayudar”.
Recordémonos que Jesús dijo: “Participa a Mis ministros…” Tomemos estas
palabras de Nuestro Señor como si fuesen dirigidas a nosotros. Informémonos sobre el
Mensaje de Fátima en su totalidad. Leamos todos los opúsculos indicados en la página
57, y ¡hagamos por conocer a las otras personas, especialmente los Obispos de la Iglesia
católica, la enorme responsabilidad que tienen de hacer la Consagración de Rusia antes
que sea demasiado tarde para todos nosotros, en esta generación! Y para les recordar su
deber, les ofrezcamos un ejemplar de este opúsculo y los otros opúsculos sobre Fátima.
NOTAS:
103. Una referencia a la orden de Nuestro Señor para que el rey de Francia consagrase
públicamente su nación a Su Sagrado Corazón. Esta orden fue dada por Nuestro Señor a
Santa Margarita María Alacoque el 17 de junio de 1689, como parte de una serie de
apariciones que la Iglesia proclamó oficialmente como siendo dignas de crédito. Durante
100 años, los Reyes de Francia no obedecieron a esta orden. Finalmente, el 17 de junio
de 1789 – exactamente cien años después de Nuestro Señor hubiese dado la orden a que
no obedecieron – el Rey Luís XVI fue despojado de su autoridad por el Tercer Estado, y
poco tiempo después fue encarcelado. Intentó consagrar a Francia al Sagrado Corazón en
su celda, pero sin una ceremonia pública su intento no sirvió. El Rey Luís XVI fue
guillotinado, y Francia pasó por las convulsiones de la Revolución Francesa.
104. The Whole Truth About Fatima – Volumen II, págs. 543-544. Ver también Toute la Vérité
sur Fatima – II Volumen: Le Secret et L’Église, págs. 344-345.
http://www.fatima.org/span/crusader/consecration/pdf/conspg51.pdf
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