¿Pero no hicieron ya la Consagración?

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Papa Pio XII
Papa Juan Pablo II
¿Pero no hicieron ya la Consagración?
Durante los últimos 70 años, por lo menos tres Papas, en varias ocasiones,
realizaron consagraciones del mundo, de que Rusia, obviamente, hace parte, al
Inmaculado Corazón de María. ¿No habrían “contado” ellas como una respuesta
adecuada al pedido de Nuestra Señora para la consagración de Rusia?
Mientras el Vaticano dice “sí” y muchos especulan si sí o no, las fuentes más
clarificadoras son Sor Lucía – la vidente de Fátima, que vivió durante todos estos
pontificados – y los Papas mismos.
Hasta 1989, desde la primera consagración del mundo por Pio XII en 1942 hasta
la tentativa por Juan Pablo II en 1984, la misma Sor Lucía afirmó siempre que tales
consagraciones no contaban, porque Rusia tenía que ser nombrada específicamente (y
también porque los Obispos tenían que participar).
Ya en 1936, ella dijo a su confesor que había preguntado a Nuestro Señor,
durante una de sus conversaciones privilegiadas con Él, porque no convertiría Él a
Rusia sin que el Santo Padre hiciese esa consagración, y que Él le había contestado:
“Porque quiero que toda Mi Iglesia reconozca esa consagración
como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para después extender
su culto y poner, al lado de la devoción a Mi Sagrado Corazón, la devoción
a este Corazón Inmaculado”.
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http://www.fatima.org/span/crusader/cr91/cr91pg23.pdf
En 1982, cuando el Padre Umberto Pasquale, Salesiano, que la conocía bien, le
preguntó si Nuestra Señora había alguna vez hablado de la consagración del mundo a Su
Inmaculado Corazón, y Sor Lucía respondió, ¡“No, Señor Padre Umberto! ¡Nunca”! y
reiteró que los pedidos de la Señora tenían que ver sólo a Rusia. Roma no se sintió
confortable con los comentarios de Sor Lucía. Aun en el tiempo de Pio XII, el Vaticano
indicó que habría sido más satisfecho si Sor Lucía estuviese más callada sobre este
asunto y que las personas partiesen del principio de que la consagración pedida en
Fátima había sido efectivamente realizada por medio de las consagraciones del mundo
de 1942 y 1954. Pero como era aún permitida hablar, Sor Lucía lo hizo bien
públicamente, a respecto de la consagración, del “Tercer Secreto” que en ese entonces
se esperaba fuese revelado en 1960, y de otros asuntos de Fátima.
Pero en 1960, bajo el pontificado del Papa Juan XXIII, el Vaticano anunció que
el Tercer Secreto no sería entonces hecho público, y tal vez nunca lo fuese.
Mientras tanto, en obediencia a una orden de Roma, Sor Lucía había dejado de
hablar públicamente sobre Fátima. Ella ahora también estaba impedida de recibir la
mayoría de las visitas, aunque, en conversaciones con sacerdotes y en la
correspondencia privada, siguió insistiendo que la Consagración de Rusia aun era una
tarea no cumplida – y urgente.
Un cambio drástico sucedió en julio de 1989. Un sacerdote próximo de Sor
Lucía anunció en Fátima que ella había recibido instrucciones de fuentes anónimas del
Vaticano en como ahora debería reconocer que la ceremonia de 1984 había realizado la
Consagración de Rusia. Después de esto, ella se sometió a la obediencia, tanto al
permanecer en silencio como al indicar que Dios estaba satisfecho con la consagración
de 1984.
Procediendo de este modo, Lucía apareció como tiendo dado una vuelta de 180
grados de la posición que ella había mantenido consistentemente durante más de medio
siglo. Hasta fuentes de referencia que habían citado Sor Lucía en el pasado, súbitamente
retractaron su testimonio. Mientras algunas cartas de Sor Lucía escritas a máquina y
defendiendo la nueva posición fueron denunciadas por oponentes como siendo falsas,
ella comprendió claramente la situación en que se encontraba y allí permaneció durante
los restantes 16 años de su vida, absteniéndose obedientemente, por lo menos de
contradecir abiertamente la línea oficial y intentando reconciliarla lo mejor que podría
con su propio entendimiento.
El Cardenal Tarcisio Bertone dijo que le había hecho una extensa entrevista en
2001, en la cual ella le dijo que “la consagración deseada por Nuestra Señora se hizo en
1984, y que fue aceptada por el Cielo”.
Mientras la primera mitad de esta frase es imposible de reconciliar plenamente
con su insistencia, largamente sustentada, de que Rusia tenía que ser nombrada, la
segunda parte, que “fue aceptada por el Cielo”, no se opone totalmente a la posición que
siempre había asumido – que Dios y la Madre Santísima acogen hasta las tentativas
defectuosas de atender a Sus pedidos, aunque no llegan a cumplir lo que pidieron y por
lo tanto, no puedan recibir los beneficios prometidos.
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http://www.fatima.org/span/crusader/cr91/cr91pg23.pdf
Por ejemplo, Sor Lucía insistió que la consagración del mundo por Pio XII en
1942 ayudó a traer el final de la Segunda Guerra Mundial, tal como muchos, hoy en día,
dan crédito a la consagración hecha en 1984 por Juan Pablo II, como tiendo ayudado a
apresar el colapso del Comunismo soviético. Tan grandes que sean estas bendiciones,
ellas no son, sin embargo, la conversión de Rusia ni o período de paz que Nuestra
Señora prometió si el Santo Padre consagrase a Rusia tal como Ella había pedido. Tal
vez el mundo en general, y hasta los “seguidores de Fátima”, hubiesen desistido hace
mucho tiempo de alguna vez ver realizarse el escenario en 3 partes de la Virgen María –
la Consagración de Rusia, la conversión de Rusia, la era de paz para el mundo – si los
Papas mismos, especialmente Pio XII y Juan Pablo II, no habían parecido muy
entusiastas en desear hacerla, aun cuando incapaces de decidir a dar los pasos necesarios
para hacerla una realidad. Si, claramente, la consagración hubiese sido bien hecha la
primera vez, ¿por qué es que cada uno de ellos la habría intentado de nuevo, una y otra
vez, por lo menos tres veces, cada uno? ¿Por qué es que el Papa Juan Pablo II, menos de
una semana después de la consagración de 1982, explicó la falta de mencionar a Rusia
con las palabras – citadas en L’Osservatore Romano – que “intentó hacer todo lo que
era posible, en las circunstancias concretas”? ¿Y por qué, dos años más tarde, se sintió
obligado a añadir, después de haber completado la fórmula de la consagración de 1984,
una oración extra que no estaba en el guión – “Ilumina especialmente a los pueblos cuya
consagración y dedicación Tú aún esperas de nosotros” - tal como Pio XII había
incluido una alusión velada a Rusia, que no nombró en su consagración del mundo en
1942? ¿Por qué sintió Juan Pablo II que tenía que hacer aun otra consagración en 2000,
después del Vaticano había insistido desde 1989 que hasta Sor Lucía debería aceptar la
consagración de 1984 como siendo la que era necesaria? ¿Por qué ambos estos
Pontífices enviaron repetidamente altos emisarios para preguntar a Sor Lucía lo que es
que, exactamente, Nuestra Señora había pedido, y por qué pidió Juan Pablo II
repetidamente a sus asesores próximos, después de una u otra de sus consagraciones del
mundo, si pensaban que lo que él había hecho cumplía con las condiciones de Nuestra
Señora para la Consagración de Rusia?
Es evidente que sintieron que era necesario algo más; querían cumplir pero
pensaron que no podrían. Intentaron hacer lo máximo que posiblemente podrían, sin
mencionar a Rusia por nombre – la línea invisible que ellos no osaron exceder.
Este artículo fue inicialmente publicado, unido al artículo “La hora ha llegado”
(pág. 3), en la revista Inside the Vatican (ITV) Son ambos reimpresos aquí con la
debida autorización. Vea la información de contacto de la ITV en la página 59.
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http://www.fatima.org/span/crusader/cr91/cr91pg23.pdf
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