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14/11/15
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Para que te suene: audios de economía
Unidad 7
Los fallos del mercado y el estado
La experiencia de países como la Unión Soviética o China ha confirmado la
primacía del mercado como mecanismo de asignación de recursos. Esto, sin
embargo, no debe hacernos olvidar que las excelencias del mercado y su
eficiencia económica solo se dan cuando se cumple un conjunto de
condiciones muy restrictivas, que podemos calificar como ideales. Cuando
estas no se dan, aparecen los fallos del mercado, y en estas circunstancias
está justificada la intervención del Estado.
1. Los fallos del mercado: las externalidades
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La eficiencia del mercado se alcanza bajo un cuadro ideal de condiciones que
difícilmente se dan en la vida real, debido a la existencia de fallos del
mercado. Se trata de circunstancias que impiden que los mercados funcionen
eficientemente, y se pueden clasificar en competencia imperfecta,
externalidades e información imperfecta.
Existe una externalidad cuando la producción o el consumo de un bien afecta
directamente a consumidores o empresas que no participan en su compra ni en
su venta, y cuando esos efectos no se reflejan totalmente en los precios del
mercado. Las externalidades pueden ser positivas, como la educación, o
negativas, como la contaminación. Y pueden suceder en la producción o en el
consumo.
Las externalidades negativas causadas por un bien o un servicio hacen que
los mercados produzcan una cantidad mayor de la socialmente deseable.
La existencia de externalidades motiva la intervención del estado, que
procurará actuar sobre el sistema de incentivos de la economía. Internalizar
una externalidad consiste en alterar los incentivos para que las personas
tengan en cuenta los efectos externos de sus actos. El estado puede
internalizar la externalidad estableciendo impuestos sobre los bienes que
generan externalidad negativa.
La externalidad negativa más importante en la actualidad es la contaminación.
Para combatirla, se han implantado prohibiciones y otras medidas de control
directo. Pero también se han puesto en marcha iniciativas novedosas y menos
costosas, como la creación de permisos o licencias transferibles de
contaminación.
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Una externalidad positiva aparece cuando el subproducto de una actividad o
servicio beneficia a terceros en vez de perjudicarles. Ejemplos de externalidad
positiva son la producción de nuevas tecnologías o los estudios superiores.
Las externalidades positivas en la producción de un bien o servicio hacen que
los mercados produzcan una cantidad menor que la socialmente deseable.
Una externalidad positiva se puede corregir mediante un subsidio igual a la
diferencia entre el valor social y el valor privado, consiguiendo que el mercado
sea eficiente. Para lograr internalizar la externalidad positiva generada por la
educación, los poderes públicos pueden establecer subvenciones a través de
becas para las universidades y escuelas técnicas.
2. Los bienes públicos
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Los bienes públicos pueden considerarse como un caso extremo de
externalidad positiva, y el fallo de mercado se manifiesta en que se ofrecen en
cantidad insuficiente. Los bienes públicos son mercancías en las que el coste
de extender el servicio a una persona adicional es cero, y de cuyo disfrute es
imposible excluir a nadie. Ejemplos de bienes públicos son la defensa nacional,
la investigación científica básica o un faro de mar.
Su uso por parte de una persona no reduce su uso por parte de otra, es decir,
no son rivales. Además, no es posible impedir que una persona utilice un bien
público, esto es, no son excluibles. Cuando este hecho es percibido por los
consumidores, pueden verse tentados de ofrecer un precio muy bajo por el
derecho a consumir este tipo de bienes, esto es, a actuar como un consumidor
parásito, que consume o recibe el beneficio de un bien sin pagar por ello.
Un consumidor parásito es aquella persona que recibe el beneficio de un
bien, pero evita pagarlo. Cuando no se puede excluir el consumo de un bien, la
gente tiene un incentivo para actuar como consumidores parásitos, dejando
que otros paguen por el bien y de esta forma disfrutarlo sin pagar.
El mercado no puede proveer eficientemente los bienes públicos, dadas sus
características especiales, y no debería proveerlos. Por ello, una de las
principales tareas del estado es la provisión de bienes públicos.
3. Los recursos comunes
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Un recurso común es aquel cuyos servicios son utilizados, tanto en la
producción como en el consumo, sin que sea propiedad de ningún individuo
concreto. Son bienes rivales en el consumo, pero no excluibles. Ejemplos de
este tipo de situaciones pueden ser los bancos de pesca en aguas
internacionales, los pastos comunes, las vías públicas o el aire y el agua
limpios.
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La denominada tragedia de los bienes comunales nos dice que estos
recursos se utilizan más de lo deseable desde el punto de vista de la sociedad
en su conjunto. Cuando el rebaño de una familia pasta en las tierras comunales
de un pequeño pueblo de montaña, reduce la calidad de los pastos para otras
familias. Como ni esta familia ni las demás tienen en cuenta esta externalidad
negativa cuando deciden el número de ovejas que van a tener, el resultado es
un excesivo número de ovejas y una pérdida de la calidad de la tierra.
Además, se debilitan los incentivos de los individuos que toman decisiones
para invertir en mejoras tendentes a incrementar la productividad del recurso,
ya que los beneficios de la inversión o de la restricción voluntaria de la
explotación por parte de un individuo se difunden a todos los demás, en vez de
revertir solamente en él mismo.
4. La información imperfecta
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El funcionamiento eficiente de la economía del mercado supone que los
compradores y los vendedores tienen total información sobre los bienes y los
servicios que compran y venden (que es lo que se conoce como información
perfecta). La realidad es muy distinta de este mundo idealizado, y lo relevante
es saber en qué medida son perjudiciales las desviaciones respecto de la
información perfecta, es decir, en qué medida la información es imperfecta o
incompleta.
Otra característica de muchas situaciones de la vida real es la información
asimétrica. A menudo el vendedor de un producto conoce su calidad mejor
que el comprador. Existe información asimétrica cuando la información sobre la
calidad y características de los bienes y servicios intercambiados o sobre las
acciones o características de los agentes que influyen en aquellas no está
distribuida de forma simétrica entre los consumidores y los productores.
Un mercado al que generalmente se recurre para explicar las consecuencias
de la información imperfecta es el de los automóviles usados. Un coche
usado solo dos o tres meses se vende a un precio entre un 15 % y un 25 %
menor que uno nuevo, cuando no se ha deteriorado tan deprisa. La explicación
está en un problema de información asimétrica: el comprador teme que el
coche tenga algún problema, que sea un «cacharro». Para tratar de combatir
este problema, muchos establecimientos de venta de automóviles de segunda
mano ofrecen unos años de garantía y ciertos servicios de revisión. En otros
mercados, se busca homologar certificados de calidad o se ofrecen generosas
políticas de devoluciones.
5. Las funciones del estado: la política distributiva
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La intervención del Estado se engloba en tres grandes funciones: mejorar la
eficiencia combatiendo los fallos del mercado, estabilizar la economía
propiciando su crecimiento y procurar la equidad, mejorando la distribución de
la renta.
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La política distributiva está integrada por un conjunto de medidas del
Gobierno cuyo objetivo principal es modificar la distribución de la renta entre
grupos sociales o individuos, tratando de hacerla más equitativa. En la
economía de mercado, la retribución de los factores productivos se determina
en los mercados respectivos, siendo el más importante el mercado de trabajo.
Estos resultados se ven alterados por la intervención del Estado, mediante los
impuestos, las transferencias y la intervención directa en el mecanismo de
mercado.
Existen diversos impuestos. Los indirectos, como el IVA, son recaudados
sobre el consumo de servicios o la compra de bienes, y perjudican a los grupos
de renta más baja. Por eso se les califica de regresivos. Los impuestos que
gravan la obtención de la renta, o impuestos directos, pueden ser
progresivos, modificando la distribución de la misma en beneficio de los menos
favorecidos.
Las transferencias persiguen garantizar una base mínima del nivel de vida para
todos los individuos y una igualación primaria en la distribución de la renta.
La intervención directa en el mecanismo de mercado se realiza mediante el
establecimiento de precios y salarios mínimos. Este tipo de intervenciones
altera el funcionamiento del mercado.
El establecimiento de un tope mínimo de precios por encima del nivel de
equilibrio generará un exceso de oferta. Al no poder descender el precio, se
acumularán excedentes del bien y ello provocará una mala asignación de los
recursos. Otra forma de intervenir en los mercados consiste en fijar un precio
de sostenimiento o precio subvencionado por parte del Estado. Se deja que
la demanda privada determine el precio de equilibrio, y el Estado cubre la
diferencia entre el precio de sostenimiento y el obtenido en el mercado.
La sensibilización ante las diferencias de renta y de las condiciones de vida de
las personas con bajos niveles de ingreso motivó la creciente implicación del
Estado en la garantía de unas mínimas condiciones materiales de vida. Ello
desembocó en la creación del estado de bienestar. Este supone que los
poderes públicos intervienen para garantizar a todos los individuos una serie de
derechos económicos y sociales básicos.
El modelo del estado de bienestar no es el mismo en todos los países
desarrollados. En el caso de España, se centra en sanidad, educación y
vivienda. Además, la naturaleza del estado de bienestar español se concreta
en tres grupos de prestaciones: universales, contributivas y sociales.
Las prestaciones universales se ofrecen gratuitamente a toda la población,
mientras que las contributivas solo se dispensan a aquellas personas que han
cotizado durante un cierto tiempo a la Seguridad Social. Por último, las
prestaciones sociales se destinan colectivos de escasos recursos.
Algunos autores defienden que el estado de bienestar en ciertos aspectos
puede actuar como en una rémora para el crecimiento futuro. La clave radica
en saber si las iniciativas que fueron creadas para aliviar la pobreza pueden
estar provocando déficits públicos excesivos y elevados niveles de desempleo.
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