Las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de muerte en la mayoría de los países desarrollados. En Chile, más de la cuarta parte de los fallecimientos son provocados por esta enfermedad. Clásicamente los factores de riesgo involucrados en el infarto de miocardio son la edad, el sexo masculino, hipertensión arterial, tabaquismo y colesterol elevado en la sangre. Como un poco menos importante, se citan la obesidad, vida sedentaria, diabetes y herencia. Sin embargo, ahora se sabe que los aspectos psicológicos son relevantes. En especial un tipo de personalidad, la tipo A: personas cuyo estilo de vida se caracteriza por la lucha, la competitividad profesional y económica, impaciencia, agresividad; sienten que es urgente hacer tareas en el menor tiempo posible; poseen movimientos y lenguaje rápidos, posturas tensas; realizan siempre alguna o varias actividades. Las personas tipo B, por el contrario, son relajadas, poco agresivas. También son exitosas, pero no luchan tan activamente para conseguirlo. Las persona Tipo A tienen entre dos y cuatro veces mayor riesgo de hacer una enfermedad coronaria. Los estudios iniciales analizaron pacientes varones de raza blanca de clase media y media alta en Estados Unidos. Científicos de otros países llegaron a resultados similares con otros grupos étnicos y clase social más baja. Los análisis de mujeres todavía están en sus inicios. En quienes han sufrido un primer infarto es posible reducir la probabilidad de una segunda obstrucción coronaria al suprimir el cigarro y modificar la conducta de tipo A a tipo B. Se ha demostrado que hay acumulación de eventos estresantes en los meses previos a un infarto del miocardio. En los casos fatales, estas situaciones eran tres o cuatro veces más frecuentes. Por ejemplo, la pérdida de la pareja, de prestigio o trabajo. Se estima que los viudos mayores tienen muchísima más probabilidad de padecer un infarto dentro de los primeros seis meses después de la muerte de la esposa. En muchos, el infarto está precedido de un agotamiento físico y mental bastante parecido al estado depresivo. O sea, hay una estrecha relación entre enfermedad coronaria y la sobrecarga laboral agotadora. Otro importante factor de riesgo es la demora en consultar cuando la persona experimenta un dolor pectoral agudo. No deben transcurrir más de seis horas, porque más de la mitad de las muertes por infarto del miocardio se producen en las primeras cuatro horas. A pesar de los publicitados ejemplos de personajes que se han recuperado de un infarto, muchos se retrasan en buscar ayuda. Es un mecanismo psicológico de defensa; es la negación. Muy frecuente ante circunstancias difíciles. Hay un rechazo consciente o inconsciente para aliviar el temor Se niega el daño: "Esto no me puede pasar a mí". También puede producirse un desplazamiento: "Debe ser una indigestión". En ocasiones participa la racionalización: "No puede ser un infarto, soy demasiado joven". Se intenta negar lo innegable. Por un asunto cultural: el corazón ha sido considerado el órgano vital y centro de la vida. Revista Ya, Para abrir la mente Dr. Pedro Retamal, Médico Psiquiatra