TEMA 8 : CONDUCTAS AGRESIVAS 117 TEMA 8

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TEMA 8 : CONDUCTAS AGRESIVAS
TEMA 8 : CONDUCTAS AGRESIVAS
Desarrollado por :
Beatriz Aivón Jiménez
Blanca Fernández Viondi
1. - CONCEPTO
Según Kauffman (1989), Brioso y Sarriá (1990) el estado de la cuestión de
conceptualizar las conductas agresivas está caracterizado por la ambigüedad, el caos, la
confusión y la indefinición.
Generalmente, hablamos de agresividad para referirnos al hecho de provocar daño
físico o psicológico intencionado a una persona u objeto ya sea este animado o
inanimado.
Se trata de trastornos de la conducta con clara repercusión social. Algunos autores se
refieren a estas manifestaciones como conducta antisocial. En esencia implican
problemas de ajuste en las relaciones sociales por una comunicación defectuosa
(fundamentalmente agresiva), o por una falta de aceptación de las normas del grupo
social, con la consiguiente violación de normas.
Conductas como pegar a otros, burlarse de ellos, tener rabietas, etc... suelen describirse
como conductas de tipo agresivo.
Las consecuencias de este tipo de dificultades para el desarrollo de la actividad
educativa son claras y por ello constituyen uno de los principales focos de preocupación
de los docentes ya que los arrebatos de agresividad son un rasgo normal en la infancia,
pero en algunos niños se convierten en un problema por la persistencia de su
agresividad y su incapacidad para dominar su mal genio.
2. - CLASIFICACIÓN
Según Buss , 1961 podemos clasificar las conductas agresivas según tres criterios:
1. - SEGÚN LA MODALIDAD:
• Física: Ataque a cualquier ser vivo mediante objetos o con el propio
cuerpo.
• Verbal: Ataque mediante palabras que pueden consistir en insultos,
amenazas.
2. - SEGÚN LA RELACIÓN INTERPERSONAL:
• Directa: En forma de ataque, amenaza o rechazo.
• Indirecta: Puede ser verbal (cotilleo) o física (destruir la propiedad de
alguien).
3. - SEGÚN EL GRADO DE ACTIVIDAD IMPLICADA:
• Activa : Todas las conductas anteriormente mencionadas.
• Pasiva : Ignorar a alguien, negativismo.
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3. - ETIOLOGÍA
El origen de las dificultades del comportamiento no está claro. Como ocurre con la
mayoría de los problemas en los niños, existen investigaciones que apoyan, aunque no
confirman plenamente, las distintas teorías.
Según Ballesteros (1983) podemos clasificar las distintas teorías que se han formulado
para explicar las causas de la conducta agresiva o antisocial en teorías activas o
biológicas y teorías reactivas o ambientales.
A) Teorías activas o biológicas:
En general ponen el origen de la agresión en los impulsos internos. Pertenecen a este
grupo las teorías psicoanalíticas y las etológicas; el psicoanálisis considera que el niño
nace con impulsos agresivos y posteriormente aprende sus formas de expresión y
los etólogos plantean que son respuestas instintivas ante un determinado tipo de
estímulos.
En este grupo se incluyen problemas en el funcionamiento fisiológico adquiridos
precozmente por traumatismos, procesos infecciosos o malos cuidados, que van a
generar déficits o retrasos en la maduración. El origen puede ser variado: Problemas en
el embarazo (por drogas, caídas...), problemas en el parto (anoxia o falta de oxígeno),
nacimiento prematuro o problemas perinatales (por infecciones, mala alimentación,...).
Algunos especialistas piensan que todos los niños nacen con un carácter biológicamente
determinado que, aunque no provoca por si mismo los trastornos de conducta puede
predisponer al niño a sufrirlos.
Incluso en los casos en que existe un trastorno biológico evidente, nadie puede afirmar
con total seguridad si la anormalidad psicológica es la que causa del problema de
conducta o si solo se asocia con él de algún modo desconocido.
B) Teorías reactivas o ambientales:
Ponen el origen de la agresión en el medio ambiente que rodea al sujeto y perciben
dicha agresión como una reacción de emergencia frente a los sucesos ambientales.
Pertenecen a este grupo las teorías del impulso y las teorías del aprendizaje social; las
hipótesis de frustración-agresión implican que la agresión es una respuesta muy
probable ante una situación frustrante. Por ello el castigo de la agresión puede provocar
más agresividad.
Bandura y Walters (1979) consideran que la imitación juega un papel fundamental, lo
que explica que los hijos de padres agresivos tengan más posibilidades de tener
conductas antisociales, y que un maestro restrictivo y punitivo aumente la probabilidad
de que el niño se haga socialmente retraído.
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Las primeras experiencias tienen mucha importancia en el desarrollo de la personalidad
del niño, independientemente de la perspectiva teórica desde la que se analice tal
cuestión.
El ámbito familiar es, sin lugar a dudas, el núcleo más importante de experiencias para
el niño sobre todo durante la infancia. La tipología de familias que provocan o ayudan a
desarrollar el comportamiento disfuncional es muy amplia. A continuación se
explicitarán una serie de rasgos importantes que parecen coincidir en la mayoría de los
casos de conducta antisocial analizados:
a) En términos generales puede decirse que se trata de familias emocionalmente
inmaduras cuyos miembros no tienen un equilibrio como personas o como
miembros del sistema. Esta inmadurez les imposibilita favorecer el
desarrollo de sus hijos, acentuando y estabilizando los problemas de
crecimiento.
b) La comunicación entre los miembros de la familia está alterada, con
mensajes paradójicos, negativos o incongruentes.
c) La pareja vive en una situación de discordia; que lleve a la ruptura de la
misma o se mantenga, va a afectar especialmente la conducta de los niños.
d) El interés por los hijos no es constante, incluso ni existe; siendo lo habitual
que no se preocupen de ellos, o que se limiten a cuestiones relacionadas con
su salud física o su rendimiento escolar.
e) En ocasiones, los propios padres son modelos de conducta inadaptada. En el
caso de la conducta antisocial se ha comprobado repetidamente una
correlación importante entre la presencia de conductas antisociales en los
padres y los niños.
Como consecuencia lógica, el planteamiento educativo que dichas familias adoptan
suele ser incongruente o inadecuado para el desarrollo de los niños. Puede oscilar entre
el autoritarismo o el laisser-faire. La incongruencia suele manifestarse por la ausencia
de reglas fijas, pudiendo pasar de la rigidez a consentir cualquier capricho. Faltan unas
normas claras de comportamiento a partir de las cuales el niño pueda estructurarse y le
proporcionen la seguridad suficiente para que tenga confianza en sí mismo. Fomentan la
dependencia, a través de temores o prohibiciones ante los impulsos de independencia
del individuo. Además no proporcionan feedback ni orientaciones para la realización de
las tareas. Las expectativas que tienen en relación a sus hijos son generalmente
negativas.
En el caso de la conducta antisocial se ha visto que las prácticas disciplinarias duras,
con castigos frecuentes, llegando hasta el maltrato físico, son un factor de riesgo. Pero
ocurre exactamente igual en el caso de la disciplina laxa, caprichosa e inconstante por
parte de uno o ambos padres.
Existen otras influencias ambientales muy importantes para el niño, tales como la
escuela (que es el lugar donde los niños pasan la mayor parte de su tiempo). El medio
escolar puede acentuar los problemas familiares, e incluso generar por sí mismo las
dificultades. El profesor y los compañeros influirán fuertemente en el desarrollo del
niño. Los modelos educativos basados en el autoritarismo o en el laisser-faire pueden
afectar al desarrollo de la personalidad de los niños, tal y como ocurría en la educación
familiar.
Las consecuencias que la agresividad provoca en el ambiente pueden reforzar las
conductas de agresión. Un maestro que presta atención o actúa de forma inconstante
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(unas veces tolerando, otras castigando) generará un mayor número de respuestas
agresivas.
4. - SINTOMATOLOGÍA
Kazkin (1988, 23) afirma que la conducta antisocial “incluye una variedad de actos
específicos, tales como pelearse, robar, enojarse y desobedecer”. Estos
comportamientos se caracterizan por:
- No remitir en el curso del desarrollo.
- Afectar al funcionamiento diario del niño.
- Tener implicaciones importantes para quienes están en contacto con
el individuo.
A) Conducta agresiva
Se trata de conductas que implican dañar objetos, personas, o así mismo, de tal
persistencia, estabilidad, generalización y finalidad que generan problemas al entorno.
Se distinguen dos tipos de manifestaciones agresivas según su finalidad:
- Hostil: se exterioriza con acciones cuyo único objetivo aparente es
hacer daño; ciertas formas de autoagresividad que presentan algunos
niños con déficits cognitivos profundos podrían incluirse en este grupo.
- Instrumental: la conducta pretende llamar la atención o conseguir otros
fines; un ejemplo muy común en los niños son las rabietas que utilizan
cuando desean algún capricho.
En el caso de los niños con agresión incontrolada, sus conductas son destructivas,
insolentes ante la autoridad e incontroladas. Pero puede tratarse de una agresividad
pasiva(en este caso, el niño se resiste a la autoridad del maestro, pero sin plantarle cara,
es perezoso, irresponsable).
B) Violación de normas
Se incluyen las conductas desobedientes, desordenadas y delictivas. Su inicio suele
variar según sexos: mientras que los niños suelen comenzar a los siete años, en las niñas
aparece normalmente a partir de los trece años. Habitualmente, hasta los nueve o diez
años estas dificultades de comportamiento se manifiestan en:
- Hablar sin permiso.
- Molestar
- Oponerse a las peticiones.
- Pequeños hurtos, mentiras y fugas breves.
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A partir de los diez o doce años los niños pueden llegar a violar la normativa social,
realizando actos delictivos en solitario, aunque lo más frecuente es la pertenencia a una
banda, que posee su propia organización y normativa.
Los sujetos con conducta antisocial tienden a presentar otras dificultades:
- Un autoconcepto negativo, con nivel bajo de autoestima, que les lleva
a percibir de forma errónea las situaciones.
- Escasa resistencia a la frustración. Ross (1987) considera que la
delincuencia supone una falta de habilidad para posponer una
recompensa inmediata y encontrar alternativas socialmente aprobadas
para conseguir gratificaciones.
- Las relaciones sociales con los adultos son hostiles y cargadas de
resentimiento. En relación a su grupo de edad existe una gran
variabilidad, desde individuos aislados o rechazados, hasta aquellos
perfectamente adaptados a su pandilla. No obstante, en el grupo clase
sus relaciones están alteradas, pudiendo llegar a ser líderes negativos.
- Deficiencias académicas. La falta de motivación hacia la escuela, los
problemas de las materias instrumentales y las repeticiones de cursos
son situaciones habituales que les llevan al fracaso escolar.
- Nivel elevado de ansiedad.
- Trastornos de la atención e impulsividad.
5. – EVALUACIÓN
Muchos centros escolares no aplican ningún método sistemático de identificación de
niños con trastornos de conducta. ¿Por qué? Porque la mayoría de estos niños se
identifican solos, pues destacan sobre los demás, aunque esto no significa que la
identificación sea siempre segura.
El diagnóstico de los trastornos emocionales es siempre más difícil en niños pequeños,
porque su conducta cambia con gran frecuencia. Los niños antisociales pocas veces
escapan a la detección.
La evaluación de las dificultades del comportamiento debe conseguir:
- Tomar una decisión sobre la necesidad de intervenir o no en alguna
situación concreta. Por ello, se considerará el pronóstico de cada
dificultad.
- Determinar que tipo de intervención es más adecuada. Habrá que
recabar información de distintas fuentes. No se trata tanto de
etiquetar al niño, como de hacer una valoración que posibilite la
solución de sus dificultades.
- Valorar la eficacia de la intervención, de tal forma que ofrezca
información para llevar a cabo los ajustes necesarios.
Para poder conseguir los objetivos anteriormente descritos, la evaluación deberá
realizarse teniendo en cuenta los siguientes criterios:
a) Frecuencia, gravedad y duración o cronicidad de la conducta.
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La frecuencia se refiere a la cantidad de veces que se produce una conducta. Casi
todos los niños lloran, pelean con los demás y se irritan de vez en cuando, pero
no por eso pueden ser clasificados como emocionalmente perturbados. La
diferencia esencial entre los niños con trastornos de conducta y los normales es
la frecuencia con que aparecen las conductas no deseadas. Aunque los niños con
trastornos de conducta no hacen nada diferente a sus compañeros, sí muestran
conductas inadecuadas con mucha más frecuencia y/o exhiben conductas
deseables con demasiada poca frecuencia.
El nivel de gravedad permite clasificar a los niños con trastornos de conducta.
Actualmente se consideran dos niveles de gravedad: ligero y grave, pero siempre
teniendo en cuenta que la clasificación por niveles de gravedad es, ante todo,
posterior a los hechos.
La duración es una medida de la extensión de tiempo en que el niño realiza una
actividad determinada. También es cierta aquí la afirmación de que aunque los
niños normales y los que tienen trastornos de conducta hacen las mismas cosas,
la cantidad de tiempo que dedican a ciertas actividades es con frecuencia muy
diferente, ya por ser más largo o más corto.
b) Consecuencias que el comportamiento alterado tiene para el niño.
Su rendimiento escolar se ve gravemente afectado ya que los niños con
dificultades comportamentales suelen tener malos resultados académicos y
muestran una tasa de absentismo escolar importante.
También se ve mermada su capacidad para desarrollar y mantener relaciones
interpersonales, tanto con su grupo de iguales como con su familia y profesores.
c) Momento de inicio de comportamiento para analizar si corresponde a una
pauta normal del desarrollo.
En niños pequeños no suelen resultar problemáticas las conductas agresivas
(pelearse, patalear, gritar,...) pero llegado a cierto nivel de desarrollo estas
conductas resultan gravemente desadaptativas.
d) Valores dominantes en su medio cultural. En especial, el nivel de tolerancia
de las personas significativas para el sujeto (padres, maestros y
compañeros).
La mala conducta es una valoración social. Las expectativas y normas de lo que
es la conducta apropiada suele variar mucho entre los grupos sociales y étnicos.
Así, ciertos comportamientos agresivos pueden considerarse adecuados para una
pandilla de un barrio deprimido y antisociales para la escuela del mismo barrio.
Los pasos a seguir para la evaluación de una conducta agresiva son:
1. - DEFINICIÓN TOPOGRÁFICA DE LA CONDUCTA:
Consiste en identificar y definir las conductas que hacen pensar que el niño se
comporta agresivamente. En definitiva es la forma física que adopta una
conducta determinada.
2. - DEFINICIÓN FUNCIONAL DE LA CONDUCTA:
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Identificación de antecedentes y consecuentes del comportamiento agresivo.
3. - EVALUACIÓN DE LA VARIABLE ORGANISMO:
Evaluación del niño en cuanto a habilidades cognitivas y conductuales
necesarias para responder a situaciones conflictivas.
4. - ESTRATEGIAS DE OBSERVACIÓN:
-
-
ENTREVISTA: Se trata de una técnica muy útil ya que posibilita
recoger información que permita interpretar de forma más exacta los
datos registrados a través de las técnicas observacionales. Asimismo,
puede informar sobre la historia pasada del niño y situaciones y
variables no accesibles a la observación. Pero, sobre todo constituye
el procedimiento idóneo para implicar al niño y a las personas
significativas en el proceso de orientación, lo que constituye un factor
clave para la eficacia de la intervención. Sin embargo, es un
procedimiento complejo que requiere preparación y experiencia, ya
que los problemas implícitos a la comunicación se ven aumentados
por tratarse de una comunicación asimétrica y en la mayoría de las
ocasiones no espontanea.
LAS ESCALAS Y CUESTIONARIOS: Son, sin lugar a dudas, los
instrumentos más utilizados para obtener información sobre la
frecuencia e intensidad de las alteraciones de comportamiento.
Kazdin (1988) realizó una revisión de las más utilizadas para valorar
el comportamiento antisocial.
Se trata de una técnica de observación sistematizada, que recoge
datos valorativos de las manifestaciones comportamentales que
pueden suministrar las personas próximas al niño: en concreto, padres
y profesores. Este tipo de información deberá completarse con la
obtenida a través de otros procedimientos de observación.
-
OBSERVACIÓN PARTICIPANTE: El profesor que tiene un rol
activo en la situación, observa el comportamiento del niño a lo largo
de distintos momentos, pudiendo captar matices y atribuir
significados por su particular conocimiento de la dinámica escolar.
Aunque en la mayoría de los casos suele ser una observación poco
sistematizada, puede servir para profundizar en el conocimiento de
las variables contextuales que inciden en la conducta.
-
AUTOOBSERVACIÓN: Esta técnica tiene especial interés ya que el
observador y observado son la misma persona. Permite recoger
información sobre cuestiones no directamente observables y además
permite llevar a cabo un registro de las mismas. También, puede
ayudar a motivar al niño para el cambio, ya que le hace no sólo
consciente de sus problemas sino también de las consecuencias que le
reportan y del papel que tiene en ello. Esta ventaja es extensible a
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otras personas (padres y maestros) que pueden tener gran influencia
en las alteraciones.
-
TÉCNICAS SOCIOMÉTRICAS: Proporcionan información relativa
al estatus social del niño, su propia percepción del mismo y el tipo de
estructura social en la que se desenvuelve. Hay que tener en cuenta la
importancia de los compañeros no sólo en el origen y/o
mantenimiento de los comportamientos inadaptados, sino también en
su posible superación. Estos datos deberán completarse con otros
procedentes de la observación y la entrevista.
5. -PROCESO DE EVALUACIÓN:
Se comienza el proceso por la elección de las técnicas que se consideren más
adecuadas para el caso a evaluar.
Se aplican las técnicas seleccionadas, se cotejan los datos y se elabora un
informe claro y conciso con los resultados a partir del cual se tomará la decisión
de sí es pertinente o no la puesta en marcha de un programa de intervención
(individual o grupal) y el tipo de éste.
6. – TRATAMIENTO
El programa debe aplicarse en la escuela y muy fundamentalmente en el hogar, hasta tal
punto que el entrenamiento de los padres resulta el tratamiento de mayor eficacia. Esto
es porque posiblemente al actuar los padres como terapeutas no sólo están actuando
sobre la conducta inadaptada de los hijos, sino modificando su propio comportamiento,
convirtiéndose en modelos adecuados para ellos. Así, podemos clasificar las técnicas
terapéuticas en las siguientes:
Terapia de conducta
El programa debe realizarse en la escuela y muy fundamentalmente en el hogar, hasta
tal punto que el entrenamiento de los padres resulta el tratamiento de mayor eficacia;
posiblemente porque al actuar los padres como terapeutas no sólo están actuando sobre
la conducta inadaptada de los hijos, sino modificando su propio comportamiento,
convirtiéndose en modelos adecuados para ellos. Las técnicas se centran en:
1. -PROCEDIMIENTOS PARA CONTROLAR LOS ANTECEDENTES:
- Reducción de estímulos discriminativos.
- Moldeamiento de comportamiento no agresivo.
- Reducir la exposición a modelos agresivos.
- Reducción de estimulación aversiva.
2. -PROCEDIMIENTOS PARA CONTROLAR LAS CONSECUENCIAS:
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Actuar sobre las consecuencias de la conducta, con premios para desarrollar conductas
incompatibles con la que se quiere eliminar y utilizar refuerzos negativos (eliminación
de premios) para la conducta inadaptada a eliminar.
-
Tiempo fuera.- Consiste en retirar las condiciones del medio que
permiten obtener reforzamiento, o sacar a la persona de estas, durante
un determinado periodo, de manera contingente a la emisión de la
conducta desadaptada. Es una técnica que puede utilizarse cuando se
conoce cuáles son los refuerzos que mantienen una conducta pero no
se pueden controlar las fuentes de entrega de estos reforzadores.
Por ejemplo, el niño que pega a otro en el aula porque los demás se
ríen y no le atienden. En este caso, sabemos que es lo que maniene su
conducta, pero no podemos controlar que los otros niños le atiendan,
por ello procedemos a retirar al niño de esa situación, bien sacándolo
del aula, bien poniéndole en un sitio donde no pueda ver a sus
compañeros.
-
Costo de respuesta o castigo negativo.- Es un procedimiento que
consiste en retirar algún reforzador positivo de manera contingente a
la emisión de una conducta, es decir, se pierden cantidades
específicas de un reforzador propiamente adquirido por emitir una
conducta inadecuada. Puede retirarse cualquier reforzador que se
haya constatado que funciona como tal para el sujeto.
Extinción. Se trata de eliminar la conducta desadaptada eliminando
todos aquellos reforzadores que puedan estar manteniendo dicha
conducta.
-
-
Sobrecorrección- La idea central es compensar en exceso las
consecuencias de la conducta inadecuada. Resulta útil en situaciones
donde la extinción, el costo de respuesta, el tiempo fuera y el
reforzamiento diferencial de otras conductas no pueden aplicarse.
Se puede aplicar de dos formas: Restitución y práctica positiva.
La sobrecorrección restitutiva requiere que un sujeto restaure
el daño que haya producido y sobrecorrija o mejore el estado original
anterior al acto.
La sobrecorrección de práctica positiva consiste en la emisión
repetida de una conducta positiva.
-
Procedimientos de castigo.- Se trata de aquellos procedimientos que
mediante técnicas que consisten en proporcionar consecuencias
aversivas a determinados comportamientos eliminan o reducen la
frecuencia de determinadas conductas desadaptadas.
Debemos tener precaución al castigar a niños agresivos. Sears,
Maccoy y Levin (1957) demostraron que la aplicación de castigos
severos por conductas agresivas en niños
genera, en éstos, grados muy altos de agresividad. A veces se
obtienen, con estas penas, conductas también no deseadas: apatía y
pasividad.
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Se instruye a los hijos cuando es correcto, o no, mostrarse agresivos y
en que grado deben serlo. Esto conlleva, en algunos casos,
interiorizar unas normas que pueden entrar en conflicto con el
ambiente que le rodea.
3. -REFORZAMIENTO DIFERENCIAL.
Estos procedimientos utilizan el reforzamiento positivo bien para mantener la conducta
a niveles moderados, bien para la emisión de otras conductas diferentes o incompatibles
con la que se desea eliminar.
4. -ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES SOCIALES.
La mayoría de los alumnos con trastornos de conducta muestra deficiencia significativas
en sus habilidades sociales. Con frecuencia tienen dificultad para expresar sus
sentimientos, participar en actividades grupales y enfrentarse con sus errores o con
críticas constructivas. Es por ello que una gran parte de la educación de estos alumnos
el tratamiento de las habilidades sociales.
Los alumnos con dificultades comportamentales suelen participar en peleas y altercados
porque carecen de las habilidades sociales necesarias para controlar o ignorar las
provocaciones, y ante el menor gesto de desprecio, golpe o solicitud equivocada (que
harían reír o serían ignorados por cualquiera) estos alumnos responden atacando a sus
compañeros.
Stephens (1992) desarrolló un inventario de 132 habilidades sociales específicas para
niños en edad escolar agrupados en treinta subcategorías pertenecientes a cuatro grandes
áreas. Esta prueba incluye un sistema de evaluación y sugiere actividades para el
desarrollo de cada capacidad. Las cuatro grandes categorías y subcategorías del
currículo de actividades sociales de Stephens son:
1. -Conductas relacionadas con uno mismo: aceptar las consecuencias
de los propios actos, conducta ética, expresión de sentimientos,
actitud positiva hacia sí mismo.
2. -Conductas relacionadas con la ejecución de tareas: conducta de
subordinación, cumplimiento de órdenes, trabajo bajo observación,
calidad de trabajo.
3. - Conductas hacia el entorno: Cuidado del entorno, conducta ante
emergencias, modales en la mesa.
4. - Conductas interpersonales: aceptación de la autoridad, atraer la
atención, ayuda a los demás, entablar conversaciones.
5. -ENTRENAMIENTO EN HABILIDADES DE SOLUCIÓN DE
PROBLEMAS.
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Entrenar al niño en las destrezas necesarias para resolver conflictos mediante la
adquisición de conductas alternativas.
6. -PROCEDIMIENTIOS DE AUTOCONTROL, AUTOINSTRUCCIONES Y
PROCEDIMIENTOS DE AUTORREGULACIÓN.
El autocontrol consiste en el aprendizaje de la responsabilidad y la autodirección.
Muchos niños con trastornos emocionales tienen poco control de sus propias vidas; las
cosas les suceden, y su agresividad es una manera de reaccionar ante un mundo
incomprensible y frustrante. Los alumnos que aprenden técnicas de autocontrol
descubren que pueden ejercer cierto control sobre su propia conducta, y como resultado,
sobre el entorno.
Las técnicas de autocontrol también tienen interés desde el punto de vista de la
generalización de aprendizajes a otros entornos. Un agente externo de control (por
ejemplo, el profesor del aula de Educación Especial) no puede acompañar a los alumnos
a todos los entornos en que debe mostrar la conducta recién aprendida. (por ejemplo,
mantenerse sentado y terminar toda la página de un libro), pero la única persona que
siempre está con el alumno es el alumno mismo.
Cuando los alumnos aprenden a observar y registrar su conducta, pueden comprobar por
sí mismos los efectos de los diversos acontecimientos de su conducta, y también
aprender a influir en algunos acontecimientos.
Diversas investigaciones han demostrado que los alumnos antisociales pueden utilizar
adecuadamente el autorregistro para regular su conducta. El autorregistro debe
utilizarse cada vez que aparece la conducta perturbadora. Lovitt (1995) describe el uso
de los contadores, que recuerdan al niño no sólo la conducta a registrar, sino también
las consecuencias que deben aplicarse a sí mismos
El autocontrol también puede entrenarse como una habilidad social en sí misma, y
comprende cinco elementos:
- Selección y definición de la conducta objetivo.
- Observar y registrar la conducta objetivo.
- Especificar los procedimientos para modificar la conducta.
- Implementar esos procedimientos.
- Evaluar el autocontrol.
El hecho de enseñar a los alumnos con trastornos de conducta a lograr cierto control de
sus vidas proporcionándoles unas series de capacidades que les permitirán modificar su
conducta constituye un enfoque prometedor.
7. -INTERVENCIONES BASADAS EN MODELOS COGNITIVOS.Proporcionar entrenamiento cognitivo para cambiar sus ideas (reestructuración
cognitiva) y darle nuevas estrategias.
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BIBLIOGRAFÍA:
-
Molina García , Santiago: Bases psicopedagógicas de la educación
especial. Editorial Marfil (capítulo 12).
L. Heward, William: Niños excepcionales. Editorial Prentice Hall
(capítulo 6).
Martín Del Buey, Francisco: Atlas de la Diversidad Educativa:
Módulo 6: Diversidad comportamental. Servicio de publicaciones de
la Universidad de Oviedo.
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