una agrupación delictiva. A tales efectos, conviene repasar las

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TEMAS FUNDAMENTALES DE LA NIÑEZ
Y ADOLESCENCIA EN LA JUSTICIA PENAL JUVENIL
una agrupación delictiva. A tales efectos, conviene repasar las reglas de autoría y
participación criminal que resultan aplicables. No dejando de hacer notar que es
evidente la Áexibilización de ciertas categorías dogmáticas, como la autoría mediata
en orden a poder captar en toda su extensión la fenomenología de la organización
criminal.
3. LAS REGLAS GENERALES DE LA AUTORÍA
Y LA PARTICIPACIÓN CRIMINAL
Uno de los mayores problemas de la imputación penal radica en determinar
a quién ha de considerarse autor o partícipe cuando intervienen una pluralidad de
sujetos dentro de la realización delictiva.
Precisando con mayor detenimiento el problema, la cuestión radica en la
determinación de los criterios que deben seguirse para determinar cuándo una
persona realiza el hecho como propio, y quién en cambio posee únicamente una
responsabilidad accesoria por colaborar en el hecho de otro. Tal pregunta adquiere
sentido únicamente en los sistemas legales que establecen la distinción entre
autores y partícipes –teoría diferenciadora de la participación– como acontece en El
Salvador. No obstante esta salvedad, pueden encontrarse sistemas penales a nivel
del derecho comparado que se denominan unitarios, caracterizados por no aceptar
dicha distinción, y que imponen en igualdad de condiciones una misma escala penal,
aunque luego tengan que realizarse algunas matizaciones de carácter singular.
De esta forma, la opción por un sistema penal que maneje un concepto
restrictivo o uno de carácter unitario responde a una decisión de carácter político
criminal, en la que en esencia se discute si hay que darle a algunos de los agentes
delictivos un papel más importante que el de otros.
En términos especíÀcos, la distinción entre autores y partícipes es una decisión
valorativa acerca del merecimiento de pena. Y al menos en nuestro país, se ha seguido
en materia de delitos dolosos una concepción restrictiva, que impone judicialmente
efectuar la distinción entre los autores –directos, mediatos y coautores– y los
partícipes –instigadores y cómplices–. Ello es distinto en el ámbito de la imprudencia
donde si se maneja un concepto unitario, pues todo aquél que infringe la norma de
cuidado debe reputarse autor82.
Pero volviendo al tema de los delitos dolosos –y particularmente de comisión–
no todos los que intervienen merecen la consideración de autores. Desde esta óptica,
pueden realizarse diversas aportaciones causales, pero valorativamente pueda que
no tengan la misma importancia. Y esta idea no solamente deviene del criterio legal,
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Art. 32 párrafo último: “…[e]n los delitos culposos cada uno responde de su propio hecho”.
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