Clonación reproductiva vs terapéutica Dr. Rubén Lisker1 La clonación es una forma de reproducción asexual, descrita por primera vez en mamíferos en 1977 (la oveja Dolly). El proceso consistió en quitarle el núcleo a óvulos de ovejas y transferirles núcleos de células somáticas de la misma especie. Esta primera célula denominada “cigoto”, difiere del cigoto habitual en que éste se forma de la unión de un óvulo y un espermatozoide y tiene información genética de ambos padres, mientras que en el proceso de clonación el “cigoto” tiene sólo la información genética del donador. En el caso de Dolly se transfirieron 277 núcleos a otros tantos óvulos y se cultivaron in vitro. Después de 6 días del total de “cigotos” sólo 29 se convirtieron en embriones que se implantaron en varios úteros preparados hormonalmente para aceptar un embarazo y sólo uno llegó a término (Dolly). La eficiencia del procedimiento fue de 0.36% (1 de 277) y el hallazgo científico importante fue que previamente se habían obtenido resultados similares utilizando núcleos de células embrionarias y en el caso de Dolly el núcleo procedía de un adulto. El procedimiento se ha logrado en otras especies, con una eficiencia no mayor de 1% y es lo que se llama clonación reproductiva, habiendo consenso mundial de que de momento cuando menos, no debe realizarse en nuestra especie En la clonación denominada terapéutica, NO se pretende obtener descendencia y de hecho, alrededor de 5 días después de realizada la transferencia nuclear, se llega al estadío conocido como blastocisto (alrededor de 100 células), que se 1 Director de Investigación, Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, Vasco de Quiroga 15, Tlalpan 14000, D.F. destruye para obtener las llamadas células madre (células troncales) que tienen dos características importantes: 1) se pueden perpetuar in vitro sin perder su carácter totipotencial (posibilidad de convertirse en cualquier tejido) ; y 2) se pueden manipular para intentar diferenciarlas en muy diversos tejidos, lo que de lograrse sería de extraordinarios beneficios en el tratamiento (transplantes) de muchas enfermedades crónicas, como la diabetes, el Alzhaimer, Parkinson, retinopatías diversas, infartos del miocardio y otras más. Las células troncales también se pueden obtener de algunos tejidos adultos, pero parece ser que, a diferencia de las embrionarias no son realmente totipotenciales y sólo se convierten en el tipo de células adultas del tejido donde se obtuvieron, aun cuando debe investigarse más en esta área. Nadie objeta que se investigue la manera de lograr diferenciar células troncales en diferentes tejidos, la controversia está en su origen. Para algunos, el obtenerlas de blastocistos, aun cuando se hallan formado por transferencia nuclear, constituye un crimen por considerar que el óvulo fecundado tiene los mismos derechos que cualquier ser humano. Para otros, entre quienes me incluyo yo, un grupo de 100 a 150 células (blastocisto) no es igual a un ser humano, de la misma manera que un huevo no es una gallina y una semilla es diferente del árbol. Otra posible fuente de células troncales, son los embriones sobrantes de intentos de fertilización asistida, de las que hay varios miles disponibles y cuyo destino habitual es el basurero, una vez que los propietarios (posibles padres) dejan de tener interés en conservarlos y están de acuerdo en donarlos para investigación. Evidentemente que quienes objetan el uso de embriones producidos por transferencia nuclear, también están en contra de esta posibilidad, pero yo me pregunto que es más falto de ética, impedir la investigación con potencialidad de mejorar a millones de personas que sufren de padecimientos devastadores, o evitar el uso de embriones sobrantes por su “potencialidad” de convertirse en personas, cuando su destino real es desecharlos. No quiero omitir en este ensayo el que la investigación de estos asuntos no sólo puede producir beneficios directos a los pacientes, sino además adelantar el conocimiento sobre los procesos de diferenciación celular.