156 . -- - ITA}{S ICELSEN mente antimetafísico y naturalista de Spinozava unido con un marcado afecto por el principio democrático ; mientras que Leibnitzrmetaffsico par ercellence,defiende la Monarquía. La actitud equivoca de Kant en la cuestióncardinal no permite determinar univocamente su sistema,ni en lo político ni lo filosófico ; lo único que puede afirmarse es que, en tanto que combate a la Metafísica, simpatiza con el ideal democráticode la revolución. Más claridad resplandeceen Hegel, el gran metafísicode los alemanes; no es sólo el filósofo del espiritu absoluto,lo estambién de la Monarquiaabsoluta. "-".bDel espiritu de estafilosofía provieneel célebrelema: < autoridad, no mayorla r. Y, en efecto, si se c.reeen la existencia de lo absoluto- de lo absolutamente bueno, en primer término -, ¿ puedehaber nada más absurdo que provocar una votación para que decida la mayoría sobre eseabsoluto en que se cree? Frente a la autoridad de este sumo hien no puedehaber más que la obedienciaciegay reverentepara con aquel que, por poseerlo,lo conocey lo quiere; si bien es verdad que esta obediencia presupone la creencia igualmente incondicionadade que la personaautoritaria del caudillo se halla en posesióndel bien sumo, cuyo conocimiento está vedadoa la gran masade los dirigidos. Pero si se declaraque la verdad y los valoresabsolutos son inaccesiblesal conocimientohumano, ha de posibleal menosno sólo la propia opinión considerarse sino también la ajena y aun Ia contraria. Por eso,la concepciónfilosófica que presuponela democraciaes el relativismo. La democraciaconcedeigual estima a FoRMA DE EsraDo Y ¡tr-osorle t57 la voluntad política de cada uno, porque todas las opiniones y doctrinas politicas son iguales para ella, por lo cual les concedeidéntica posibilidad de manifestarse y de conquistar las inteligenciasy voluntadeshumanas en régimen de libre concurrencia.Tal es la razón del carácter democráticodel procedimiento üaléctico de la discusión,con el quefuncionanlosP&rlams¡1s.y Asambleas populares.Por eso mismo, el poder mayoritari<r de la democraciano es posiblesin una minoría oposicionista a la que ineludiblementeha de proteger. Y por eso también, la política democrática es transaccional, del mismo modo que el relativismo tiende a procurar la compensaciónde los puntos de vista contrapuestos, ninguno de los cualespuedeaceptar integramentey sin reservas,y con negación completa del otro. La relatividad del valor de cualquier fe politica, la imposibilidad de que ningún programa o ideal politico pretenda validez absoluta (pesea la desinteresadadedicación subjetiva y la firme convicciónpersonalde quien lo profesa), inducen imperiosamentea renunciar al absolutismo en politica: sea el absolutismode un monarca, de una casta sacerdotal,aristocrática o guerrera, de una claseo de cualquier grupo privilegiado. Quien en su voluntad y actuaeionespolíticas puede invocar la inspiración divina, el apoyo sobrenatural, puedetener el derechode cerrar su oÍdo alavr¡z de los hombres,y de imponer su voluntad - que es la del sumo bien - a un mundo de descreidosy de ciegos - porque quierende otro modo-. Tal es el punto de vista de las autocraciaspor la gracia de Dios, que en el 158 TTANS KELSEN siglo xrx fue el blanco de los ataques de cuan lucharon por la libertad espiritual, por una cienciali de dogmas, fundada únicamente en la razón hu y en la duda crítica; en uua palabra, de cuantos h¡ charon por la democracia,pues quien no se apoya más que en la verdacl humana y sólo orienta las finalidades sociales con arreglo al conocimiento humano, no puede justificar la coacción (imprescindible para su realización) de otro modo que por el asentimiento de la mayorÍa, al menos, de aquellos en beneficio de los cuales ha de redundar el orden coactivo. Y éste ha de proteger el derecho de la minoria, para que en todo momento pueda convertirse por si misma en mayoría. Tal es el sentidoauténticode aquel sistemapolÍtico que llamamosdemocracia,y que no puedeoponerseal absolutismoen politica, sino por ser expresióndel relativismo político. En el capítulo XVIII del Evangelio de San Juan se describeun episodiode la vida de Jesus.El relato sencillo, pero lapidario en su ingenuidad,pertenecea lo más grandiosoque haya producidola literatura universal, y, sin intentarlo, simboliza de modo dramático el relativismo y la democracia.Es en el tiempo de la Pascua, cuando Jesús, acusado de titularse hijo de Dios y rey de los judíos, compareceante Pilato, el gobernador romano. Pilato pregunta irónicamente a aquel que ante los ojos de un romano sólo podia ser un pobre loco : t ¿ Eres trl, pues,el rey de los judíos ? > Y Jesrlscontesta con profunda convicción e íluminado por su misión divina : r Tr1lo has dicho-Yo soy un rey, ÉoRMA DE ds?aDo v rt¡-osorfe 159 do y venido al mundo para dar testimonio de la Todo el que siga a la verdad oye mi voz. r toncesPilato, aquel hombre de cultura vieja, ago, y por esto escéptica,vuelve a preguntar: a¿ Qué la verdad ? I Y como no sabe lo que es la verdad, y romano está acostumbradoa pensar democrámente, se dirige al pueblo y celebraun plebiscito. n el Evangelio, se presentóante los judios, y les o: <rNo encuentroculpa en é1.Pero escostumbreque la Pascua dé libertad a un reo. ¿ Queréis, pues, deje libre al rey de los judíos ? r -_ El plebiscitofue io a Jesrls-. Gritandocontestarontodos: (¡No é1,sino a Barrabás!.r El cronista añade: < Barrabás era un malhechor.r Tal vez los partidarios de la autocraciaobjetarán que precisamenteeste ejemplo dice más en contra que en favor de la democracia.Objecióndigna de respeto, si bien con una condición: Que ellos por su parte se hallen tan convencidosde su verdad politíca - dispuestossi fuese preciso a sellarla con sangre* como lo estaba de Ia suya el Hijo de Dios.