El invierno siempre se convierte en primavera

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El invierno siempre se convierte en primavera
[Fuente: Los escritos de Nichiren Daishonin, Alemania, Soka Gakkai, 2008, págs.
560-562.]
A la monja laica Myoichi:
Si el sol y la luna no existieran en los cielos, ¿cómo podrían crecer las plantas y los
árboles? Los seres humanos tienen un padre y una madre; a los niños les cuesta
mucho crecer cuando falta alguno de los dos. Su esposo tuvo que dejar una hija, un hijo
enfermo y una mujer como usted, físicamente débil. ¿A quién podría haberle
encomendado su familia antes de irse de este mundo?
Cuando llegó el momento de pasar a la extinción, el Gran Iluminado Honrado por el
Mundo se lamentó:
--Estoy por ingresar en el nirvana. Lo único que me aflige es el rey Ajatashatru.
Entonces, el bodhisattva Kashyapa le preguntó:
--Ya que la benevolencia del Buda es imparcial, su tristeza frente a la muerte debería
originarse en el amor compasivo hacia todos los seres vivos. ¿Por qué hacer
diferencias sólo con el rey Ajatashatru?
--Supón que una pareja tiene siete hijos –replicó el Buda— y uno de ellos cae enfermo.
Aunque los padres los amen a todos por igual, se preocuparán más pro el que sufre de
mala salud.1
T’ien-t’ai, al comentar este pasaje del sutra en su Gran concentración e introspección,
dice: ―
Aunque los padres de siete hijos nunca sean parciales, siempre se preocuparán
especialmente por el que está enfermo‖. En esencia, el sutra está diciendo que, aun
cuando tengan muchos hijos, el corazón de los padres estará pendiente del más
enfermizo. Para el Buda, todos los seres vivos son sus hijos. Y de ellos, el hijo enfermo
vendría a ser el hombre malévolo, que asesina a sus propios padres y actúa como
enemigo del Buda y de los sutras.
El rey Ajatashatru gobernó el territorio de Magadha; mató a su padre, el rey Bimbisara,
poderoso protector del buda Shakyamuni, y se convirtió en enemigo del Buda. Por eso,
las funciones celestiales lo abandonaron, el sol y la luna marcharon fuera de ritmo, y la
tierra se sacudió violentamente, como si quisiera desembarazarse de él. Todos sus
súbditos cuestionaron las enseñanzas del Buda, y los reinos vecinos comenzaron a
atacar el territorio de Magadha. Todo esto sucedió porque el rey Ajatashatru había
elegido al perverso Devadatta como maestro; en consecuencia, un día comenzaron a
brotarle llagas pestilentes en el cuerpo. Le pronosticaron que moriría el séptimo día del
tercer mes y que caería en el infierno del sufrimiento incesante. Apesadumbrado por la
situación, el Buda se negaba a entrar en el nirvana y decía con pesar:
--Si logro salvar al rey Ajatashatru, entonces podré salvar, del mismo modo, a todos los
que comenten malas acciones.
Su difunto esposo tenía un hijo enfermo y una hija. Me es inevitable pensar en la
angustia que él pudo haber sentido, sabiendo que se marchaba de este mundo,
probablemente acongojado por las criaturas y dejando sola a una anciana esposa,
frágil como un árbol marchito. Además, estoy seguro de que una de sus
preocupaciones ha sido la situación de Nichiren. Como las palabras del Buda de
ninguna manera son falsas, el Sutra del loto sin falta se propagará ampliamente. Quizá
su marido haya sentido que algo iba a suceder, y que este sacerdote llegaría a ser muy
respetado. Cuando me exiliaron, en contra de sus expectativas, tiene que haberse
preguntado por qué el Sutra del loto y las diez demonios permitían que sucediera algo
semejante. ¡Si aún viviera, qué feliz se sentiría de saber que Nichiren ha sido
perdonado! ¡Con qué satisfacción vería que mis predicciones se han vuelto realidad,
ahora que el Imperio mongol ha invadido el país y que la crisis se cierne sobre el Japón!
Así son los sentimientos de la gente.
Los que creen en el Sutra del loto parecen vivir en invierno, pero el invierno siempre se
convierte en primavera. Ni una sola vez, desde la Antigüedad, alguien ha visto u oído
que el invierno se convierta en otoño. Tampoco hemos sabido de ningún creyente en el
Sutra del loto que continúe siendo una persona común. El sutra dice: ―
Si hay personas
que escuchan la Ley, ni una sola dejará de lograr la iluminación‖.2
Su esposo dio la vida por el Sutra del loto. Su única fuente de subsistencia era un
pequeño feudo que le fue confiscado a causa de su fe en el Sutra del loto. Sin duda,
para él esto ha sido como ofrendar la vida del sutra. El niño Montañas Nevadas pudo
canjear su cuerpo por media estrofa de una enseñanza budista, y el bodhisattva Rey de
la Medicina pudo quemarse los brazos como ofrenda al Buda, porque ambos eran
venerables, y para ellos este acto era tan natural como verter agua sobre el fuego. Pero
su esposo fue un hombre común, así que para él habrá sido como echar papel a las
llamas. Por lo tanto, no tenga dudas: los beneficios que él obtuvo han sido, con toda
seguridad, tan grandes como los que recibieron aquellos.
Probablemente, a cada instante del día y de la noche esté contemplando a su esposa y
a sus hijos en los espejos celestiales del sol y de la luna. Ya que usted y sus hijos son
simples seres humanos, no pueden verlo ni oírlo; tampoco el sordo oye el trueno, ni el
ciego ve el sol. Pero, no lo dude, su marido los está protegiendo. Es más, incluso puede
estar muy cerca de ustedes.
Justo cuando pensaba que debía ir a verla, de una forma u otra, usted me hizo llegar
esta túnica. Fue una circunstancia completamente inesperada. Ya que el Sutra del loto
es la más noble de todas las enseñanzas, es posible que en esta existencia yo llegue a
adquirir cierta influencia. Si eso sucede, por favor, tenga la tranquilidad de que cuidaré
a sus hijos, ya sea que usted viva o que esté observando desde el más allá. Cuando
estuve en la provincia de Sado y durante mi estadía en este lugar [en Minobu], usted
envió a su servidor para que me ayudara. ¿En qué existencia podría olvidar lo que
usted ha hecho por mí? Saldaré esta deuda de gratitud prestándole servicio en la
próxima existencia. Nam-myoho-renge-kyo, Nam-myoho-renge-kyo.
Con mi profundo respeto,
Nichiren
En el quinto mes.
A la monja laica Myoichi
Antecedentes
Esta carta, escrita en el quinto mes del primer año de Kenji (1275) es una de las
muchas que Nichiren Daishonin escribió a la monja laica Myoichi, quien vivía en
Kamakura y estaba emparentada con Nissho, uno de los seis principales sacerdotes
discípulos del Daishonin. Myoichi era una mujer culta e instruida, que había enviudado
y luchaba con las dificultades de mantener ella sola a su familia. Nichiren Daishonin le
escribe para alentarla y explicarle que la vida de los creyentes en el Sutra del loto es
como el rigor invernal, pero que el invierno, invariablemente, se convierte en primavera.
Esta carta revela que el esposo de esta monja laica era un firme creyente, pues siguió
practicando las enseñanzas del Daishonin aun cuando el gobierno le confiscó su
hacienda a causa de su fe. Murió preocupado por la situación del Daishonin, quien
entonces estaba exiliado, y por la suerte de su esposa, que con su frágil salud tendría
que quedar a cargo de dos hijos. Pero el Daishonin le asegura a Myoichi que su marido
ha recibido los mismos beneficios que sabios como el niño Montañas Nevadas o el
bodhisattva Rey de la Medicina, y que está protegiendo a su familia desamparada. Una
teoría sostiene que esta monja laica es la misma persona que la creyente conocida
como Myoichi-nyo, destinataria de la carta La doctrina sobre el logro de la Budeidad
con la forma que uno posee.
1
2
Sutra del nirvana.
Sutra del loto, cap. 2.
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