Carta a mis pasantes

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Carta a mis pasantes
Señores pasantes, cuyos rostros se repiten, el uniforme distintivo, el corazón y sus sentimientos ...
No hay obstáculo que impida sus marchas: siempre adelante ...
Hoy juntos, aprestándose para la lid, cuando la vida los separe y ponga a prueba sus temples.
El éxito está asegurado: en ustedes no es posible otro resultado.
Sus capacidades, no obstante, aún están latentes y sus logros - ahora inimaginables - serán
bálsamos para el hermano doliente.
A través de la pasantía, ha florecido el romance entre ustedes y el paciente: el amor se ha
manifestado en plenitud, aún a sabiendas de que muchas veces pese a vuestros esfuerzos, el final
no será feliz.
Pero, ¿cómo hacerles entender - hablarles - de amor a jóvenes y en primavera?
Acaso ¿no basta con que se los ame, hay que demostrarles nuestro amor?.
Así es: debemos los instructores hacerles sentir que son amados.
Debemos participar de vuestros logros, que no les queden dudas de la alegría que nos producen con
sus avances, y la comprensión ante vuestros tropiezos, que no les faltarán ...
Mientras haya un alumno con avidez de aprender, el corazón del instructor se estrujará de gratitud y
su labor tendrá sentido.
Y, mientras un enfermo dolido se ofrezca íntegro a la requisa del pasante, éste también henchirá de
gozo su espíritu al sentirse útil ayudando y curando al humilde en quien Dios se reveló.
Señores pasantes: ustedes no representan el futuro ... son el presente.
Adelante, trovadores de la vida ... el mundo los espera ... ¡Embriáguense de amor!.
Dr. Francisco Ernesto Camaño
Instructor
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