La casa de Carmen Covarrubias. (Patricia Romero L.) La casa se veía imponente, enorme, hermosa; nadie sospecharía nada anormal aquella mañana. Nelly la asesora, llegaba como todos los días a las 9:00 horas con el pan para el desayuno. Abrió la puerta lentamente y luego ya en el interior, se fue derecho a la cocina a poner la tetera y ponerse el delantal, luego fue al dormitorio de su patrona, que era una dama ya de edad y que por muchos años vivía allí completamente sola. Se notaba un desorden poco habitual, la Señora era muy ordenada, pero Nelly pensó que se le había perdido algo y que tal revoltijo era resultado de la búsqueda. Abrió la puerta, todo estaba oscuro, las cortinas aun estaban cerradas, de modo que fue hasta la ventana y las corrió, se dio la vuelta para mirar si la señora aun dormía,... entonces la vio y no pudo evitar aquel grito. Allí estaba la señora, en medio de un charco de sangre, había sido asesinada. La policía llegó a los pocos minutos, Nelly aun lloraba y temblaba por la impresión, estaba choqueada. De aquel crimen jamás se supo nada, no se encontraron pistas de los asesinos, sólo que el móvil había sido el robo y nada más. El hijo de la dama puso en venta la casa, no quería saber nada de ella, lo que era muy comprensible. La venta de aquella casa se realizó a los dos años después y los nuevos dueños llegaron casi de inmediato. Era un matrimonio con tres hijos adolescentes. La vida allí era tranquila, nada sobresaltada a los habitantes de aquella enorme y hermosa casa. Como todos los veranos, las vacaciones las tomaban todos juntos y ese año no fue la excepción. Todo mundo se fue a la playa, cuando se encontraban en la carretera, Ivo se dio cuenta que su valija principal se había quedado, costó mucho para que el papá aceptara devolverse, pero luego de mucha insistencia logró convencerlo. Mientras se estacionaban, Ivo se alteró y no le salían las palabras por más que lo intentaba. - ¿Qué te pasa niño? – le preguntaba su padre sin entender nada. - ¡Hay alguien en la casa! ¡Allí!, ¡Allí! – gritaba al fin. Todos dirigieron la mirada hacia donde Ivo apuntaba. Efectivamente, en Una de las ventanas, una anciana los miraba con atención, sin moverse de ahí. Se bajaron rápidamente del auto y el papá llamó a carabineros desde el teléfono público de la esquina. Sólo entraron a la casa, cuando llegó la autoridad, registraron todo el lugar, no había nadie, ni nada que indicara que alguien hubiera entrado. Describieron a la anciana que habían visto en la ventana, entonces, uno de los carabineros se dio cuenta de lo que había sucedido. Recordaba a esa anciana, porque había estado en esa casa, por lo del asesinato. Se guardó los comentarios frente a los civiles, sólo abrió la boca cuando se encontraba en la patrulla. Sus compañeros rieron pero al ver la seriedad de él, cambiaron la risa por un bombardeo de preguntas. La familia quedó perpleja, todos vieron a la anciana en la ventana, sin embargo la casa estaba vacía, todas las ventanas tenían sus protecciones intactas y era una locura pensar que una persona de esa edad, saltara o escalara desde el segundo piso, o la pandereta que daba a la calle, era demasiado alta. Pese a todos los acontecimientos, retomaron camino a sus vacaciones, sin pronunciar palabra. Pasaron los años y no volvieron a recordar aquel incidente, de toda la familia, sólo quedaban tres, ya que dos de los hijos habían formado sus familia y ya no vivían con sus padres. Una noche de San Juan, todos fueron a saludar a un pariente que festejaba su día, menos uno de los hijos que junto a su esposa que no se encontraba bien de salud se quedaron allí. Se acostaron temprano. No había pasado mucho rato, cuando sintieron que la puerta de calle se abría. - ¿Se les quedó algo? – preguntó el hombre desde el dormitorio. Al no recibir una respuesta, bajó cautelosamente, pensando en que eran Asaltantes. Pero cuando llegó hasta la puerta no había nadie y la puerta seguía cerrada. Extrañado volvió a la cama en silencio. De pronto, cuando se comenzaban a quedarse dormidos, la cama se levantó por uno de sus extremos y luego cayó con estrépito, quedaron helados, no había nadie, estaban despiertos, no era un sueño, todo era muy extraño. Cuando el resto de la familia llegó, se encontraron con la pareja completamente desvelada, obviamente no les creyeron al comienzo, pero a varios de ellos le habían ocurrido cosas similares, pero no se atrevían a decir nada. Bajaron al comedor a preparar café y a conferenciar sobre los diferentes sucesos, la figura clave para varios de ellos, era aquella anciana que años atrás habían visto mirándolos por la ventana. Hicieron algunas investigaciones sobre la casa y sobre sus antiguos moradores, con los vecinos. Hasta entonces supieron lo que había sucedido. Aquella dama asesinada, debido a su muerte traumática, aun vagaba en la casa, y si le agregamos que aquel asesinato quedó impune... La familia quedó de acuerdo en hacer una misa en honor a la señora y a tratar de averiguar más sobre su muerte. Al hacer la misa, las cosas se calmaron, ahora quedaba lo más difícil, averiguar quien o quienes eran sus asesinos, para ello contrataron a un detective. Pasó todo un mes antes de que volvieran a saber de él, pero cuando llegó aquella noche a entregar su informe, todos se acomodaron cerca del hombre para escucharlo. El resultado de aquella investigación los dejó pasmados. El asesino indirecto de la anciana era su propio hijo, que por la cuantiosa herencia había contratado a unos hombres para asesinarla. El detective había obtenido hasta los nombres de los tipos. El hijo de aquella pobre mujer se encontraba en el extranjero, ya muy viejo y enfermo, se le había declarado un cáncer estomacal y se encontraba desahuciado, de modo que no era posible su arresto, pero aquellos hombres fueron puestos en manos de la justicia, quedando así, solucionado y cerrado el caso. Desde entonces cesó todo tipo de actividad extraña en la casa de Carmen Covarrubias. FIN