Constitución francesa de 1791.docx

Anuncio
Constitución francesa de 1791
De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a: navegación, búsqueda
La Constitución francesa de 1791, la primera constitución escrita de la historia
francesa, fue promulgada por la Asamblea Nacional Constituyente y aceptada por Luis
XVI el 3 de septiembre de 1791. Contenía la reforma del Estado francés, quedando
Francia configurada como una monarquía constitucional.
Las antiguas divisiones administrativas eran sustituidas por los departamentos, cuyas
autoridades serán elegidas localmente.



La elaboración de las leyes correspondía a una Asamblea Legislativa. Votaba las
leyes, los impuestos y declaraba la guerra.
El poder ejecutivo quedaba en manos de la monarquía, el rey tiene el poder de
nombrar y destituir a los ministros.
El poder judicial se otorgaba a unos tribunales independientes.
El sistema fiscal también fue modificado: se eliminaron los impuestos indirectos y se
implantaron impuestos directos, cuya cantidad dependía de la riqueza que se poseyera
(ya fueran tierras, propiedades urbanas o negocios industriales o comerciales).
El sistema de elección de los diputados de la Asamblea Legislativa era el siguiente: se
clasificaba a los varones franceses (las mujeres quedaron excluidas) en "activos" (los
que pagaban un determinado nivel de impuestos directos, tuviesen más de 25 años y
supiesen leer y escribir) y "pasivos" (quienes, por no tener propiedades o negocios, no
pagasen impuestos o fuesen analfabetos). Sólo los ciudadanos "activos" elegían a los
electores de su departamento. Dichos electores eran quienes escogían a los diputados
provinciales para la asamblea. A este tipo de elección se le llama censitaria (sólo
pueden votar los más ricos) e indirecta, puesto que los cargos importantes no son
votados directamente por la población, sino a través de sus representantes.
[editar] Preámbulo
El preámbulo de la constitución francesa de 1791 fue la Declaración de los Derechos
del hombre y del ciudadano:1
Preámbulo
Los representantes del pueblo francés, constituidos en Asamblea nacional, considerando que la
ignorancia, el olvido o el menosprecio de los derechos del hombre son las únicas causas de las
calamidades públicas y de la corrupción de los gobiernos, han resuelto exponer, en una
declaración solemne, los derechos naturales, inalienables y sagrados del hombre, a fin de que
esta declaración, constantemente presente para todos los miembros del cuerpo social, les
recuerde sin cesar sus derechos y sus deberes; a fin de que los actos del poder legislativo y del
poder ejecutivo, al poder cotejarse a cada instante con la finalidad de toda institución política,
sean más respetados y para que las reclamaciones de los ciudadanos, en adelante fundadas en
principios simples e indiscutibles, redunden siempre en beneficio del mantenimiento de la
Constitución y de la felicidad de todos.
En consecuencia, la Asamblea nacional reconoce y declara, en presencia del Ser Supremo y bajo
sus auspicios, los siguientes derechos del hombre y del ciudadano:
Artículo primero.- Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las
distinciones sociales sólo pueden fundarse en la utilidad común.
Artículo 2.- La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales
e imprescriptibles del hombre. Tales derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la
resistencia a la opresión.
Artículo 3.- El principio de toda soberanía reside esencialmente en la Nación. Ningún cuerpo,
ningún individuo, pueden ejercer una autoridad que no emane expresamente de ella.
Artículo 4.- La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no perjudique a otro: por eso,
el ejercicio de los derechos naturales de cada hombre no tiene otros límites que los que
garantizan a los demás miembros de la sociedad el goce de estos mismos derechos. Tales límites
sólo pueden ser determinados por la ley.
Artículo 5.- La ley sólo tiene derecho a prohibir los actos perjudiciales para la sociedad. Nada
que no esté prohibido por la ley puede ser impedido, y nadie puede ser constreñido a hacer algo
que ésta no ordene.
Artículo 6.- La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho
a contribuir a su elaboración, personalmente o por medio de sus representantes. Debe ser la
misma para todos, ya sea que proteja o que sancione. Como todos los ciudadanos son iguales
ante ella, todos son igualmente admisibles en toda dignidad, cargo o empleo públicos, según sus
capacidades y sin otra distinción que la de sus virtudes y sus talentos.
Artículo 7.- Ningún hombre puede ser acusado, arrestado o detenido, como no sea en los casos
determinados por la ley y con arreglo a las formas que ésta ha prescrito. Quienes soliciten,
cursen, ejecuten o hagan ejecutar órdenes arbitrarias deberán ser castigados; pero todo
ciudadano convocado o aprehendido en virtud de la ley debe obedecer de inmediato; es culpable
si opone resistencia.
Artículo 8.- La ley sólo debe establecer penas estricta y evidentemente necesarias, y nadie puede
ser castigado sino en virtud de una ley establecida y promulgada con anterioridad al delito, y
aplicada legalmente.
Artículo 9.- Puesto que todo hombre se presume inocente mientras no sea declarado culpable, si
se juzga indispensable detenerlo, todo rigor que no sea necesario para apoderarse de su persona
debe ser severamente reprimido por la ley.
Artículo 10.- Nadie debe ser incomodado por sus opiniones, inclusive religiosas, a condición de
que su manifestación no perturbe el orden público establecido por la ley.
Artículo 11.- La libre comunicación de pensamientos y de opiniones es uno de los derechos más
preciosos del hombre; en consecuencia, todo ciudadano puede hablar, escribir e imprimir
libremente, a trueque de responder del abuso de esta libertad en los casos determinados por la
ley.
Artículo 12.- La garantía de los derechos del hombre y del ciudadano necesita de una fuerza
pública; por lo tanto, esta fuerza ha sido instituida en beneficio de todos, y no para el provecho
particular de aquellos a quienes ha sido encomendada.
Artículo 13.- Para el mantenimiento de la fuerza pública y para los gastos de administración,
resulta indispensable una contribución común; ésta debe repartirse equitativamente entre los
ciudadanos, proporcionalmente a su capacidad.
Artículo 14.- Los ciudadanos tienen el derecho de comprobar, por sí mismos o a través de sus
representantes, la necesidad de la contribución pública, de aceptarla libremente, de vigilar su
empleo y de determinar su prorrata, su base, su recaudación y su duración.
Artículo 15.- La sociedad tiene derecho a pedir cuentas de su gestión a todo agente público.
Artículo 16.- Toda sociedad en la cual no esté establecida la garantía de los derechos, ni
determinada la separación de los poderes, carece de Constitución.
Artículo 17.- Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado, nadie puede ser privado de
ella, salvo cuando la necesidad pública, legalmente comprobada, lo exija de modo evidente, y a
condición de una justa y previa indemnización.
Descargar