UNIDAD 14 VELÁZQUEZ 1. Contexto histórico (el mismo de la unidad anterior). 2. Características generales - La época anterior (el Renacimiento) se olvida. - El pintor barroco no rehúsa de la plasmación de la vejez, la deformidad, lo trágico, la fealdad, las reacciones violentas y dramática. - Predominará el color sobre el dibujo. Las manchas son las definidoras de las formas. - La profundidad será continua, pintura parece poseer tres dimensiones. - La luz es uno de los elementos más importantes. Se crean fuertes contrastes entre los espacios iluminados y los que permanecen en la oscuridad (tenebrismo). - Se intensifica el dramatismo y se enfatiza lo que se quiere resaltar. - La forma se subordina a la luz. - Las composiciones barrocas están llenas de movimiento. Se buscaba frecuentemente la captación de un instante, plasmar el punto culminante de un hecho. - Se pretende que el espectador participe en la obra, se vea inmerso en ella, introduciendo personajes que miran directamente al espectador. - La composición será asimétrica y atectónica (el personaje principal o la escena no tiene que ubicarse en el centro). - Se prefieren las tonalidades intensas. - La pintura barroca se interpreta de forma diferente según se trate de países católicos (Contrarreforma), o de países como Holanda en los que apenas tuvo incidencia. - También se ocupan de temas mitológicos, pero no siempre interpretados con el rigor del renacimiento. 5.Velázquez Diego de Silva y Velázquez (1599-1600) nació en Sevilla. A los 11 años ingresó en el taller de Francisco Pacheco, con cuya hija contraería matrimonio más tarde. Pronto rompió con los rígidos preceptos de Pacheco, para iniciar un arte más vivo, observando la realidad y copiando incansablemente los modelos con sus movimientos y expresiones. ETAPAS: En las obras de su etapa sevillana muestra una evidente influencia del Tenebrismo, el gusto por las tonalidades terrosas, los bodegones y la elección de los personajes de la calle para protagonizar sus obras. Al lado de alguna obra religiosa, como La adoración de los magos, preponderan los temas realistas y escenas de la vida ordinaria, como El aguador de Sevilla (1620) o La vieja friendo huevos En el aguador, la Vieja friendo huevos, ambas obras le señalan como un artista poseedor de los recursos más difíciles de la composición al tiempo que de una notable técnica lumínica. Se trasladó a Madrid en 1621, donde es nombrado pintor de cámara regio en 1623 y gozar del favor del Conde Duque de Olivares y de la amistad de Felipe IV. Durante esta época su obra y paleta se centran en retratos y temas mitológicos, habiéndole espoleado en su dedicación a estos últimos la visita de Rubens en 1628, que le aconsejó su visita a Italia. La estancia, donde pudo ver obras de Miguel Ángel o Rafael le llevará al abandono del tenebrismo, su paleta se aclara y la técnica se hace más suelta y vaporosa, al tiempo que le hace concebir nuevas preocupaciones por el color, el desnudo y la perspectiva aérea. Ejemplos La túnica de José o La fragua de Vulcano estas obras permiten comprobar la evolución de su arte: más ricos matices luminosos, composición más dinámica, profundidad, rostros de mayor intensidad expresiva. En el cuadro une el mundo mitológico con el de los personajes más populares y la novela picaresca. A su regreso de Italia se afianza como gran retratista de corte: retratos ecuestres del príncipe Baltasar Carlos, del conde duque de Olivares y la larga serie dedicada a Felipe IV. En este género, Velázquez se distancia de otras escuelas europeas, aunque sea evidente el influjo de otros autores. También fue genial retratista de tipos curiosos y variados, como la serie de bufones (El niño de Vallecas, Sebastián de Morra o El primo). Algunos temas mitológicos de esta época son retratos llenos de penetración Esopo y Menipo. Obra cumbre de este período es el cuadro de La rendición de Breda o Las lanzas, en el cual más allá del gesto de los combatientes que presiden la gran composición se despliega un paisaje luminoso y brumoso a un tiempo. Emplea un recurso utilizado por Paolo Ucello en La Batalla de San romano, representando un gran número de lanzas para sugerir idéntico número de soldados, sin necesidad de tener que pintarlos. En 1649 realiza un segundo viaje a Italia para comprar cuadros a las galerías reales españolas, y durante su estancia en aquel país pintó el retrato del Papa Inocencio X y el de su criado Juan de Pareja. Se anticipa en doscientos años a la técnica del impresionismo, por la captación de la impresión de aire libre ante un paraje real y la enorme sensibilidad en el trazo de la luz. En 1651 vuelve a la corte, realizando sus obras más reconocidas: La Venus del espejo, Las Meninas y Las Hilanderas , significando la plenitud del Barroco. Estos lienzos han suscitado varias interpretaciones y una enorme bibliografía. En la Venus del Espejo vuelve al tema mitológico, influenciado por la pintura veneciana En Las Meninas la escena de la entrada de la infanta Margarita con su pequeña corte de damas y enanos en el salón en el que Velázquez se encuentra pintado a los reyes, le permite al gran artista plasmar una serie de magníficos retratos incluido su autorretrato en la penumbra, y obtener efectos de profundidad dentro de una habitación cerrada por medio de la alternancia de zonas de diferente intensidad luminosa. Es la obra cumbre de la “perspectiva atmosférica”. Las Hilanderas narra la fábula de Aracne, recogida en las metamorfosis de Ovidio. En el fondo de la escena se sitúa la verdadera cuestión del cuadro, mientras que en la parte delantera se coloca lo que podríamos denominar tema secundario. Lo prioritario aquí es la defensa de la intelectualidad, la liberalidad y la nobleza de la pintura y del pintor. En estas últimas obras la pincelada es totalmente suelta y emplea la mayor cantidad de masa pictórica.