Diego de Velázquez: •

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• Diego de Velázquez:
Diego Rodríguez de Silva, abuelo del artista, y Juan, el padre, dejaron Oporto en 1580, instalándose en
Sevilla. Poco después Juan contraía matrimonio con Jerónima Velázquez, iniciando de esta manera la
instalación de la familia en la ciudad de Sevilla.
Velázquez nace un 6 de Junio de 1580, pertenecía a la burguesía. El no fue el único hijo de la familia Silva.
Los otros hijos eran: Juan, Fernando, Silvestre, Juana, Roque y Francisco.
En 1609, con 10 años, se puso a estudiar pintura en un taller de Sevilla, el de Francisco Herrera "el viejo", al
siguiente año se pasó al taller de Francisco de Pacheco. En el taller del pintor daba Velázquez sus primeros
pasos en el mundo artístico. De esta época sacará Velázquez su importante preparación teórica y su gusto
primitivo por el caravaggismo y por las propuestas neoplatónicas de las que su futuro suegro será un defensor.
Acabada la fase de aprendizaje, el 14 de marzo de 1617 Diego Velásquez realizaba el examen del gremio de
pintores de Sevilla. El jurado, conformado por el propio Pacheco y por otro de los grandes pintores del
momento Juan de Uceda, le daría el visto bueno para que ejerciera como pintor y así poder poner taller propio
y ejercer con libertad el oficio. Ya con 21 años pintó su primer cuadro "EL AGUADOR DE SEVILLA". Tan
sólo habría pasado un año como pintor cuando decide contraer matrimonio con Juana Pacheco. Su integración
en su ciudad natal será total y pronto comenzará a despuntar y a realizar algunas de sus importantes obras. En
1623 fue nombrado pintor de la corte de Felipe IV , cortesano, encargado de proyectos decorativos, consiguió
varios títulos nobiliarios.
Su obra abarca del retrato al paisaje, pasando por el desnudo. Perfeccionó su técnica, alcanzando un alto grado
de maestría. Sus cuadros se iluminan, logrando una perspectiva aérea gracias a la gradación de la nitidez del
cuadro entre el fondo y el primer plano
Era un adelantado a su tiempo, tendremos que esperar 300 años para volver a ver el movimiento que él
comenzó.
• Etapa sevillana:
Esta etapa transcurre entre los años 1617 y 1623. El ambiente de la pintura sevillana había evolucionado desde
posturas
idealistas emparentadas con el mundo renacentista hasta formas más emparentadas con el estudio de la
naturaleza. En esa especial forma de sentir la pintura hay que inscribir las primeras obras de Velázquez .En
este primer momento se observa una clara influencia de su maestro y suegro Francisco Pacheco en lo que al
dibujo se refiere, así como las influencias de otro gran pintor sevillano Juan de Roelas, quien era un claro
defensor de la pintura veneciana con su intenso colorido Naturalismo, colorido y fuerte influencia del dibujo
serán las bases sobre las que se asiente esta primera fase. A ello se adecuaba excelentemente el uso de los
tipos populares y de los objetos cotidianos, que se verán abundantemente en estas primeras obras.
Tradicionalmente la obra sevillana del genial pintor se suele clasificar en tres secciones básicas, retratos,
pinturas religiosa y pintura de género.
Destacan en esta etapa obras como El Aguador de Sevilla, La Adoración de los Magos y Vieja Friendo
Huevos. Pintó otras obras como La Mulata, Cristo en casa de Marta y Maria, Retrato de Francisco Pacheco,
Santo Tomás y D.Luis de Góngora y Argote.
• Obras:
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EL AGUADOR DE SEVILLA: Posiblemente sea la obra maestra de la etapa sevillana por lo que se realizó
entre 1619−1622. Aparecen dos figuras en primer plano, un aguador y un niño, y al fondo un hombre
bebiendo en un jarro, por lo que se ha sugerido que podría representar las tres edades del hombre. Velázquez
sigue destacando por su vibrante realismo, como demuestra en la mancha de agua que aparece en el cántaro de
primer plano; la copa de cristal, en la que vemos un higo para dar sabor al agua, o los golpes del jarro de la
izquierda, realismo que también se observa en las dos figuras principales que se recortan sobre un fondo
neutro, interesándose el pintor por los efectos de luz y sombra. El colorido que utiliza sigue una gama oscura
de colores terrosos, ocres y marrones. La influencia de Caravaggio en este tipo de obras se hace notar,
posiblemente por grabados y copias que llegaban a Sevilla procedentes de Italia.
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VIEJA FRIENDO HUEVOS: Esta es una de las pocas que se fechan casi con total seguridad, apostándose por
el año 1618. Su popularidad ha hecho de ella una de las escenas más significativas del Barroco español. El
asunto tratado por el maestro supone una absoluta novedad, ya que hasta ahora nadie se había atrevido a
representar en la pintura española escenas tan aparentemente triviales como ésta. En primer plano vemos a
una anciana cocinando unos huevos en un hornillo de barro cocido, junto a un muchacho que porta un melón
de invierno y una frasca de vino. Ambas figuras se recortan sobre un fondo neutro, empleado para destacar
aun más los contrastes entre la luz y la sombra, una de las características que le sitúan en la órbita del
Naturalismo tenebrista. En la zona de la derecha contemplamos uno de los mejores bodegones del arte
español, formado por varios elementos metálicos, vasijas de cerámica y una cebolla colorada. Para que el
espectador pueda contemplar con más facilidad estos elementos, el maestro nos levanta el plano de la mesa y
el hornillo de barro, empleando de esta manera una doble perspectiva con la que se anticipa a los
impresionistas. El realismo de los personajes es digno de mención; la suciedad del paño con el que se cubre la
cabeza la anciana o el corte del pelo del muchacho nos trasladan al mundo popular que contemplaba a menudo
Velázquez. Incluso se piensa que la anciana podría ser el retrato de su suegra, María del Páramo, mientras que
el muchacho sería un ayudante de su taller, posiblemente Diego Melgar. Los tonos empleados indican el
conocimiento de obras de Caravaggio, bien a través de copias bien de grabados; así destaca el uso de los tonos
ocres y pardos que contrasta con el blanco, reafirmando ese contraste la utilización de tonalidades negras. La
minuciosidad de la pincelada, a base de pequeños toques que apenas son apreciables, contrasta con la factura
suelta de sus últimas obras como Las Meninas.
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ADORACIÓN DE LOS MAGOS: Obra fechada en 1619, posiblemente pintada para el Noviciado de Jesuitas
de Sevilla. Realizada a los 20 años, seguramente utiliza a su familia como modelo para pintar esta escena. Así,
su esposa sería la Virgen, el Niño Jesús su hija Francisca, Melchor su suegro, Gaspar el propio artista, y
Baltasar un criado igual que el paje. No está probado, pero sin duda Velázquez utilizó modelos vivos,
tomándolos directamente del natural, como hacía Caravaggio, de tal manera que parece que la escena está
sucediendo junto a nosotros. La obra está marcada por su estilo tenebrista, con fuertes contrastes de luz y
sombra y un colorido oscuro. La composición está organizada en forma de aspa, colocando en el centro a la
figura principal que es el Niño Jesús, enfajado como solía ser habitual en aquellos tiempos y casi hasta nuestro
siglo.
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