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Proceedings del XXVI Encuentro Nacional de Facultades de Administración y Economía
ENEFA Proceedings - Vol. 3, Año 2010
ASFAE
7.19. Crisis de los Paradigmas Científicos y Propuesta de un Paradigma Emergente para la
Administración
Ana María Rusque Pérez
Departamento de Administración
Universidad de Santiago de Chile
[email protected]
56-02-7180707 / 0803
Valeska V. Geldres Weiss
Departamento de Administración y Economía
Universidad de La Frontera
[email protected]
56-45-324065
M. Soledad Etchebarne L.
Departamento de Administración
Universidad de Santiago de Chile
[email protected]
56-2-7180803
Categoría:
Track:
Trabajo conceptual
Casos, Educación y Gestión Universitaria
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Proceedings del XXVI Encuentro Nacional de Facultades de Administración y Economía
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Resumen
La crisis de los paradigmas científicos, vigente desde el siglo XVIII cuando comienza la
edad de la razón, han tenido efectos en todas las ciencias. En las ciencias administrativas su
influencia ha estado sobre la producción del conocimiento administrativo y sobretodo en la
concepción de las organizaciones. El problema radical reside en el hecho de que los constructos
conceptuales clásicos, que siempre se han dado por rigurosos, objetivos, deterministas, basados
en la lógica formal y la verificación, son actualmente insuficientes e inadecuados para dar cuenta
de las nuevas realidades que se han ido imponiendo en las ciencias humanas, los cambios
globales y las tecnologías. El período histórico de la segunda mitad del siglo XX estuvo marcado
por la incertidumbre, los caminos en otros tiempos seguros se han socavado, el sentido de la
realidad se ha diluido y los conceptos de la verdad y la ciencia han sido cuestionados. Como
consecuencia de los elementos antes mencionados, en la última década han habido cambios
importantes en las organizaciones que configuran un paradigma emergente en la ciencia de la
administración, el cual está sustentado en estructuras cada vez más planas y en red, como en la
toma de conciencia del factor ambiental, y la relación de la organización con su medio ambiente a
través de la responsabilidad social empresarial. Esto ha generado en la práctica organizaciones
más flexibles, donde los sujetos son los actores sociales fundamentales, tanto en sus interacciones
cotidianas como en los hechos emergentes de carácter no habitual. Así también, la formación de
redes y alianzas, el uso de tecnologías cambiantes, han dado como resultado un equilibrio
precario e inestable de los factores económicos, ambientales y sociales.
Palabras Claves: Ciencias de la Administración – Análisis Teórico – Nuevos paradigmas
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1. Introducción
La crisis de los paradigmas científicos vigente desde el siglo XVIII, cuando comienza la
edad de la razón, ha tenido efectos en todas las ciencias, desde la microfísica hasta una disciplina
eminentemente transdisciplinaria como lo es la Administración. En las ciencias administrativas,
la crisis de los conocimientos que la integran, tales como la economía, la sociología, la
psicología, la historia, la biología, han tenido efectos perversos sobre la producción del
conocimiento administrativo y sobretodo en la concepción de las organizaciones.
El problema central reside en el hecho que nuestro aparato conceptual clásico, que
siempre dimos riguroso, por su objetividad, determinismo, lógica formal y verificación, resulta
insuficiente e inadecuado para dar cuenta de nuevas realidades que se nos han ido imponiendo en
las ciencias humanas a partir del llamado paradigma tecnológico.
El período histórico de la segunda mitad del siglo XX estuvo marcado por la
incertidumbre, los caminos en otros tiempos seguros se han socavado, el sentido de la realidad se
ha diluido y los conceptos de la verdad y la ciencia han sido cuestionados. Estamos frente a una
crisis de los fundamentos del conocimiento científico, pero también del filosófico y en general de
los fundamentos del conocimiento.
Para la emergencia de este nuevo paradigma, cada disciplina deberá hacer una revisión,
una reformulación, o al menos una redefinición de sus propias estructuras lógicas particulares, las
cuales en general han sido establecidas independientemente del sistema total con que interactúan,
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pues en la medida que hayan cortado los lazos de interconexión con el sistema global son
actualmente parciales o totalmente inconsistentes.
El objetivo del presente trabajo es analizar el paradigma científico hipotético deductivo y
sus implicancias en el desarrollo de las teorías administrativas, junto al planteamiento de un
nuevo paradigma basado en el sujeto, sus emociones y la construcción del significado a partir de
su experiencia.
En la última década han habido cambios importantes en las organizaciones que tienen que
ver tanto con estructuras cada vez más planas y en red, como en la toma de conciencia del factor
ambiental, y la relación de la organización con su medio ambiente a través de la RSE. Esto ha
dado como resultado unas organizaciones más flexibles donde se toma en cuenta
fundamentalmente los sujetos como los actores sociales fundamentales, tanto en sus interacciones
cotidianas como en los hechos emergentes de carácter no habitual. Del mismo modo que la
formación de redes y alianzas, el uso de tecnologías cambiantes, que dan como resultado la
búsqueda de un equilibrio precario e inestable de los factores económicos, ambientales y sociales.
El análisis se presenta desde cuatro perspectivas, las crisis de los paradigmas científicos,
el diálogo entre metodologías, las organizaciones y el sujeto, representado en la Figura 1. Se
presenta en primer lugar la crisis del paradigma científico hipotético deductivo, a continuación la
orientación pospositivista y la emergencia de un nuevo paradigma para las ciencias, para concluir
con el paradigma emergente en la administración.
Inserte Figura 1
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2. La crisis del paradigma científico hipotético deductivo
La historia de la humanidad podría considerarse como una serie de esfuerzos e intentos
por comprender el mundo. Sin embargo, sabemos que “la ciencia vale tanto cuanto es capaz de
probar”. Esta afirmación se remonta a la filosofía griega y define la ciencia por su capacidad de
probar lo que afirma y ha sido la concepción preponderante del positivismo desde la modernidad.
Desde luego, la elección que se realice de un enfoque epistemológico y metodológico,
especialmente si es para los problemas humanos, tiene por detrás un modelo de sociedad, que
determinará también el tipo de problema que se desea explicar, las técnicas utilizadas en la
investigación y aplicación, las teorías que se construyan y la naturaleza y el valor de las
contribuciones en la promoción del bienestar humano del modelo de sociedad en que se
encuentre sustentado.
La idea central de la filosofía positivista sostiene que fuera del ser humano existe una
realidad totalmente hecha, acabada y plenamente externa y objetiva, y que nuestro aparato
cognoscitivo es como un espejo que la refleja dentro de sí, o como una cámara fotográfica que
copia pequeñas imágenes de esa realidad exterior. De esta forma, ser objetivo es copiar bien esa
realidad sin deformarla, y la verdad consistiría en la fidelidad de nuestra imagen interior a la
realidad que representa. Para lograr plena objetividad, absoluta certeza y una verdad
incuestionable, los positivistas de los últimos tres siglos (Locke, Hume, J.S. Mill, Comte, Mach y
otros) se apoyaron en el análisis de la sensación como una piedra segura, tratando de establecer
un origen sensorial para todos nosotros conocimientos. Sólo las sensaciones o experiencias
sensibles eran consideradas un fenómeno adecuado para la investigación científica; sólo lo
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verificable empíricamente sería aceptado en el cuerpo de la ciencia; la única y verdadera relación
sería la de causa y efecto; los términos fundamentales de la ciencia debían representar entidades
concretas, tangibles, mensurables, verificables; de lo contrario, serían desechados como palabras
sin sentido.
Los empiristas establecen, como base de todo, su principio de verificación: una
proposición o enunciado tiene sentido sólo si es verificable en la experiencia y la observación, es
decir, si hay un conjunto de condiciones de observación relevantes para determinar su verdad o
falsedad. Todo debe ser verificable.
En síntesis, éstos eran, básicamente, los criterios o las grandes reglas del “saber científico” para
todas las ciencias que se quisieran preciar de tales, aun para las ciencias sociales y, en general,
para todas las ciencias del hombre: la objetividad del conocimiento, el determinismo de los
fenómenos, la experiencia sensible como fuente del saber y su posibilidad de verificación, y la
lógica formal como garantía de un procedimiento correcto.
Los cambios en la física representan los desafíos más importantes que ha enfrentado el
paradigmo científico hipotético deductivo. Esta ciencia tiene entre sus fines examinar las extrañas
más profundas y recónditas de la materia. En las tres primeras décadas del siglo XX los físicos
hacen una revolución de los conceptos fundamentales de la física; esta revolución implica que las
exigencias e ideales positivistas no son sostenibles ni siquiera en la física: Einstein relativiza los
conceptos de espacio y de tiempo (no son absolutos, sino que dependen del observador) e invierte
gran parte de la física de Newton; Heisenberg introduce el principio de indeterminación o de
incertidumbre (el observador afecta y cambia la realidad que estudia) y acaba con el principio de
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causalidad; Pauli formula el principio de exclusión (hay leyes sistema que no son derivables de
las leyes de sus componentes), que nos ayuda a comprender la aparición de fenómenos
cualitativamente nuevos y nos da conceptos explicativos distintos, característicos de niveles
superiores de organización. A su vez, Niels Bohr establece el principio de complementariedad:
puede hacer dos explicaciones opuestas para los fenómenos físicos y, por extensión, quizá, para
todo fenómeno; Max Planck, Schrödinger y otros descubren, con la mecánica cuántica, un
conjunto de relaciones que gobiernan el mundo subatómico, similar al que Newton descubrió
para los grandes cuerpos, y afirman que la nueva física debe estudiar la naturaleza de un
numeroso grupo de entes que son inobservables, ya que la realidad física ha tomado cualidades
que están bastante alejadas de la experiencia sensorial directa.
El aporte más significativo y, quizá, también el más desconcertante para el positivismo
clásico, lo da Heisenberg con el concepto de indeterminación en la naturaleza (en la naturaleza
del átomo). En efecto, Heisenberg señala que la incertidumbre del científico no reside tanto en la
imperfección de sus instrumentos de medición, o en sus limitaciones humanas para conocer, o en
el hecho de que el observador perturba con su intervención los valores previos de la realidad.
Heisenberg dice que “la transición de lo posible a lo real tiene lugar durante el acto de la
observación” (1958b, Págs. 54). En otras palabras, el pasado trasmite al futuro una serie de
probabilidades, y solamente una de estas muchas potencialidades puede llegar a realizarse. El
futuro no es sencillamente desconocido: es algo que no está decidido”; pero tampoco es algo que
está completamente “abierto”, puesto que el presente determina la serie de las futuras
posibilidades. El observador el que con su método de interrogación fuerza a la naturaleza a
revelar una y otra posibilidad (ibídem, Pág. 58).
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Estos hechos son interpretados por muchos autores como el fin del realismo ingenuo,
propio de la epistemología positivista, y como la bancarrota del determinismo físico. Los
principios se aplican a partículas y acontecimientos microscópicos; pero estos acontecimientos
tan pequeños no son, en modo alguno, insignificantes. Son precisamente el tipo de
acontecimientos que se producen en los nervios y en el cerebro, como también en los genes y, en
general, son la base que constituye toda materia del cosmos y todo tipo de movimiento y forma
de energía. Todo esto cambia tanto las cosas, que estos mismo físicos señalan que en las ciencias
naturales, son cada vez más las hipótesis que no son susceptibles de contrastación experimental o
empírica y, por tanto, el ideal de una ciencia complemente independiente del hombre, es decir,
plenamente objetiva, es una ilusión. Por objetividad de los datos, por consiguiente, podríamos dar
a entender sólo su reproducibilidad dentro de una comunidad científica que comparte una serie
común de supuestos, de hipótesis y de conceptos. Y es el mismo Heisenberg (1958a) quien dice
que “la realidad objetiva se ha evaporado” y que “lo que nosotros observamos no es la naturaleza
en sí, sino la naturaleza expuesta a nuestro método de interrogación” (1958b, pág. 58).
Si esto es cierto para la más objetiva de las ciencias, la física, con mayor razón lo será
para las ciencias humanas que llevan en sus entrañas la necesidad de una continua
autorreferencia, y donde el hombre es sujeto y objeto de su investigación. El observador no sólo
no está aislado del fenómeno que estudia, sino que forma parte de él. El fenómeno lo afecta, y él,
a su vez, influye en el fenómeno. Oppenheimer (1954), advierte que “toda intervención para
tomar una medida o para estudiar lo que sucede en el mundo atómico, crea, no obstante todo el
orden de este mundo, una situación nueva, única, no plenamente previsible” (pág. 62). Por otro
lado, el investigador nunca puede despojarse de los valores que alimenta, guían y dan sentido a su
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ejercicio profesional. Los valores personales intervienen de manera inevitable en la selección de
los problemas, en el marco teórico que se escoge y en los métodos, técnicas y recursos que se
emplean en su solución. Además, son estos valores personales los que guían las interpretaciones
de los resultados y la ética profesional.
Y es el mismo Oppenheimer el que señala a los psicólogos, en su Conferencia Anual de la
American Psychological Association, que “el peor de todos los posibles errores que puedan
cometer es imitar una física que ya no existe, que desde hace mucho tiempo ha quedado
complemente superada y que ellos (los físicos) han abandonado” (1956, pág. 134).
3. Orientación pospositivista y la emergencia de un nuevo paradigma para las
ciencias
Esta orientación comienza a gestarse hacia fines del siglo pasado y llega a su desarrollo
pleno en las décadas de los años cincuenta y sesenta de éste. La gestación la inician las obras de
autores como Dilthey, Wundt, Brentano, Ehrenfels, Husserl, Max Weber y Williams James. A su
desarrollo en este siglo contribuyen de manera fundamental Wittgenstein, Toulmin, Hanson,
Kuhn, Feyerabend, Lakatos, Polanyi y Popper, entre otros (Martinez, 1989). Igualmente, lo hacen
de manera sostenida y firme los autores que crearon la psicología de la Gestalt, el estructuralismo
francés y el enfoque sistémico. Veamos muy sucintamente sus ideas centrales. Contra el principio
de verificación esgrimen estos autores un argumento ad hominem: el principio de verificación es
autocontradictorio, ya que él mismo es inverificable, y es de naturaleza metafísica o filosófica; es
decir, que los positivistas filosofando pretenden condenar y renegar de la filosofía. El mismo
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Gödel va más allá de su orientación positivista cuando establece su famoso teorema, según el
cual no podemos probar la consistencia lógica de un sistema sin recurrir a un axioma fuera del
mismo. El cuestionamiento del principio de causalidad lineal tiene una historia más lejana en el
tiempo. Oppenheimer (1956) puntualiza. La idea clásica de la física sobre el estado natural de la
materia la concebía como algo en estado de reposo; y, así, cuando había cuerpos en movimiento
era necesario buscar una causa. Éste era el punto de vista académico. De hecho, este era también
el punto de vista de Aristóteles.
¿Qué implica este “cambio total del modo de pensar”? Este cambio exige una
conceptualización de la materia, y de la realidad en general, no como sustancia fija, como
conjunto de partículas estáticas, sino como procesos, como sucesos que se realizan en el tiempo,
constituidos por campos electromagnéticos en íntima interacción, por complejos de energía. Entra
así un juego una diferencia sumamente conspicua: la diferencia de extensión temporal, que
constituye una cuarta dimensión de la realidad. Esta cuarta dimensión exige, a su vez, dejar a un
lado el simbolismo espacial, como yuxtaposición de unidades simultáneamente existentes, y su
tradicional analogía visual (como imagen, foto o pintura estáticos), y recurrir a la analogía
auditiva, que sí incorpora la dimensión temporal. Así, en una melodía o en una polifonía, la
cualidad de un nuevo tono, a pesar de su irreductible individualidad, está constituida también por
todo el contexto musical antecedente que, a su vez, se ve retroactivamente cambiado por la
emergencia de una nueva calidad musical. La frase musical es un todo diferenciado sucesivo. Lo
mismo que cualquier todo dinámico, exhibe una síntesis de unidad y multiplicidad, de
continuidad y discontinuidad.
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La analogía auditiva ayuda así a reemplazar la causalidad lineal, unidireccional, por la
“multicausalidad” o “causalidad pluridireccional”. En la percepción de la frase musical hay plena
compatibilidad de la emergencia de novedad (actual) con la influencia causal del pasado: el tono
último de la melodía es un presente emergente, mientras que su contexto musical antecedente
(unido por el eslabón dinámico de la memoria) representa el impacto causal o némico del pasado.
La insostenibilidad del principio de causalidad lineal en la física llevó a Russell (1953) a afirmar
que: La ley de causalidad (…) es una reliquia de una edad pasada que sobrevive, como la
monarquía, sólo porque se supone, erróneamente, que no hace daño (pág. 387). E, igualmente,
motivó a Bronowski (1978) a señalar que: puesto que la causalidad no es más que uno de los
instrumentos de la ciencia, parece absurdo aferrarse a ella ciegamente cuando parece con toda
evidencia que no funciona ya como instrumento. Desde luego, cada uno es libre de preferir su
artículo de fe favorito (…) Pero, no creemos que esta fe sea algo más que un apoyo confortable y
de rutinaria superstición (pág. 81).
El mismo Wittgenstein afirmó en su famoso Tratado que “las causas son supersticiones”.
En efecto, quizá no sean más que cómodos hábitos mentales que nos simplifican y facilitan la
comprensión de realidades mucho más complejas. Es lógico que, al eliminar el principio de
causalidad como instrumento explicativo en la física y, por implicación, en todas las demás
ciencias, la filosofía de la ciencia pospositivista haya tenido que redefinir muchos términos. Los
términos ley, medida, control, variables dependiente e independiente y otros más debieron ser
redefinidos. Las explicaciones causales y muchas explicaciones estadísticas que participan del
mismo concepto, como regresión lineal, análisis de varianza, coeficientes de correlación, etc.
Debieron complementarse con explicaciones “motivacionales”, explicaciones “funcionales”,
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explicaciones “intencionales” y, en general, con explicaciones que se relacionan con el
“significado” que tienen las cosas y las acciones para el ser humano.
Ahora bien, si el concepto de causalidad lineal es insostenible, el presupuesto determinista
será igualmente indefendible y, con ello, la estructura de la ciencia nomotética deberá ser
revisada en profundidad. En especial, habrá que añadir que, en el área de las ciencias humanas, el
indeterminismo es necesario, aunque insuficiente, para dar cabida a la libertad humana y, de
manera particular, a la creatividad. Wittgestein sostenía en el Tratado que había un grupo
numeroso de palabras que designaban directamente partes de la realidad. Este supuesto hecho era
la base del positivismo lógico y, por derivación, de las “definiciones operacionales”, ya que
“enlazaba” las proposiciones con la realidad. Pero desde 1930 en adelante, Wittgenstein
comienza a cuestionar, en sus clases en la Universidad de Cambridge, sus propias ideas, y a
sostener, poco a poco, una posición que llega a ser radicalmente opuesta: niega que haya tal
relación directa entre una palabra y un objeto; afirma que las palabras no tienen referentes
directos; sostiene que los significados de las palabras se encuentran determinados por los
diferentes contextos en que ellas son usadas; que los significados no tienen linderos rígidos y que
éstos están formados por el contorno y las circunstancia en que se emplean las palabras; que,
consiguientemente, un nombre no puede representar o estar en lugar de una cosa y otro en lugar
de otra, ya que el referente particular de un nombre se halla determinado por el modo en que el
término es usado.
Evidentemente, este cambio del líder fundamental ideológico del positivismo se relaciona
con las posiciones antipositivas de los autores de fines del siglo pasado, ya señaladas, y con las
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ideas de filósofos idealistas, como Kant, los cuales hacían énfasis en la actividad de la mente
humana como participante activa y formativa de la que ella conoce. De esta forma, la orientación
pospositivista efectúa un rescate del sujeto olvidado y de su importancia al considerar que existen
personas como unidad biopsicosocial dentro de las organizaciones. Por otra parte, la mente
construye la percepción, o el objeto conocido, informado o “moldeando” la materia amorfa que le
proporcionan los sentidos, por medio de formas propias o categorías, como si inyectara sus
propias leyes a la materia. Estas formas, es decir, lo que se percibe y su significado, dependerán
de nuestra formación previa, de nuestras expectativas teóricas actuales, de nuestros valores,
actuales, creencias, necesidades, intereses, miedos, ideales, etc. Así, la observación no sería pura
e inmaculada (como si fuera percibida por “el ojo de Dios”), sino que implicaría una inserción de
lo observado en un marco referencial o fondo, que es el que le daría el sentido que tiene para
nosotros. De ahí la frase Polanyi; “todo conocimiento es conocimiento personal” (y así titula su
obra fundamental: Personal Knowledge, 1958), o su definición de ciencia como “un sistema de
creencias con las cuales estamos comprometidos” (ibídem, pág. 171); o la afirmación de
Merleau-Ponty: “estamos condenados al significado”, o también la de Geertz: “el hombre es un
animal suspendido en una red de significados que él mismo se ha tejido” (1973, pág. 5)
En efecto, la realidad existencia, es decir, la masa preconceptual previa de nuestro ser o
matriz existente de “modos de vida” ya sistematizados, son como reglas generales o
presuposiciones epistemológicas inconscientes que moldean, informan y dan estructura a lo que
entra por nuestros sentidos, es decir, rigen todo el conocer; y no podría ser de otra forma, ya que
si pudiéramos anular esa masa de “ideas previas, nuestra mente, como la de un niño, apenas
trascendería lo meramente físico y…no veríamos nada: percibiríamos lo que ve una persona que
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no conoce las reglas del juego de ajedrez, ante los movimientos de piezas que ejecutan dos
buenos jugadores .Por todo ello cabe afirmar, en plena lógica, que el enfoque positivista y su
metodología son sencillamente imposibles de practicar, como tampoco se pueden sostener, en
sentido riguroso y estricto, sin caer en autocontradicción.
Así mismo explicaría la afirmación de Merleu-Ponty (1975), que sintetiza gran parte de su
clásico estudio sobre la percepción: La percepción es un juicio, más un juicio que ignora sus
razones; esto equivale a decir que el objeto percibido se da como totalidad y como unidad antes
de que hayamos captado su ley inteligible (pág.63). Estas ideas son avaladas hoy en día también
por los estudios de la neurociencia (Popper-Eccles, 1985), que señalan que no hay “datos”
sensoriales; por el contrario, hay un reto que llega del mundo sentido y que entonces pone al
cerebro, o a nosotros mismos, a trabajar sobre ello, a tratar de interpretarlo (…) Lo que la
mayoría de las personas considera un simple “dato” es de hecho el resultado de un elaboradísimo
proceso. Nada se nos “da” directamente: sólo se llega a la percepción tras muchos pasos, que
entrañan la interacción de los estímulos que llegan a los sentidos, el aparato interpretativo de los
sentidos y la estructura del cerebro. Así, mientras el término “dato de los sentidos” sugiere una
primacía en el primer paso, yo (Popper) sugeriría que, antes de que pueda darme cuenta de lo que
es un dato de los sentidos para mí (antes incluso de que me sea “dado”), hay un centenar de pasos
de toma y da que son el resultado del reto lanzado a nuestros sentidos y a nuestro cerebro (…)
Toda experiencia está ya interpretada por el sistema nervioso cien – o mil – veces antes de que se
haga experiencia consciente (págs. 483 – 484). Debido a esto, Popper considera la filosofía
empirista clásica de la tabula rasa no sólo equivocada, sino un error grotesco (ibídem, pág. 163) y
no dudó en afirmar en su Autobiografía que “todo el mundo sabe hoy en día que el positivismo
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lógico está muerto” (Phillips, 1983).Precisamente, el nacimiento de la fenomenología, y del
método fenomenológico en particular, se deben a la toma de conciencia de la gran influencia que
tienen en nuestra percepción las disposiciones y actitudes personales, así como al deseo de limitar
“convenientemente” ese factor interno para dejar “hablar más” y revelarse más” a la realidad de
las cosas con sus características y componentes estructurales propios.
4. Paradigma postpositivista
Lo dicho hasta aquí constituye, aunque en forma muy condensada, un sistema básico de
ideas sobre la naturaleza de la realidad y sobre la naturaleza de nuestro conocimiento de ella, que,
en conjunto, forman una nueva perspectiva general y una visión diferente del mundo; es decir,
constituyen un nuevo paradigma, el paradigma pospositivista, basado, a su vez, en una teoría de
la racionalidad también diferente. El pospositivismo es un paradigma enteramente nuevo, no
reconciliable con el viejo positivista. Los acercamientos, acomodaciones y compromisos no son
aquí más posibles que entre la astronomía ptolomeica y la de Galileo, entre la teoría del flogisto y
la del oxígeno o entre la física newtoniana y la mecánica cuántica.
En conclusión, se puede establecer que la diferencia fundamental entre el paradigma
positivista y el pospositivista se ubica en su gnoseología o teoría del conocimiento. En este
último, pospositivista, se supera el esquema que considera la percepción como simple reflejo de
las “cosas reales” y el conocimiento como copia de esa realidad. El conocimiento, en cambio, se
considera como el fruto o resultado de una interacción, de una dialéctrica, o diálogo, entre el
conocedor y el objeto conocido. Cada conocimiento, como cada punto de una elipse (usando una
analogía), estaría determinado por las distancias a los focos, cuya suma es siempre constante.
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Cada conocimiento sería la resultante de dos factores (sujeto y objeto), cada uno de los cuales
tendría un área de mayor influencia de acuerdo con el campo de pertenencia de dicho
conocimiento: ciencias naturales (por ejemplo, un motor) o ciencias humanas (por ejemplo, la
justicia).
En este diálogo entre el sujeto y el objeto tienen voz múltiples interlocutores, como los
factores biológicos, los psicológicos y, sobre todo, los culturales: todos ellos influyen en la
conceptualización o categorización que se haga del objeto. Por ello, no se podría destacar la
objetividad y, menos aún, la verdad, de algo sin señalar el enfoque, óptica o punto de vista desde
el cual se percibe, ya que lo que se considera como conocimiento o lo que se estima verdadero se
basa en un consenso, y éste se da en un contexto social e históricamente determinado. Esto,
evidentemente, lleva a un relativismo, pero sólo a un relativismo parcial o, mejor, a un
perspectivismo, ya que en la medida en que partamos de los mismos supuestos y adoptemos el
mismo enfoque, también lograremos un consenso y una validez inter subjetiva.
El concepto de inter subjetividad reemplaza así al concepto de objetividad que, como ya se señaló
– según Heisenberg -, hasta en la misma física “se evaporó”. Por ello, cabe concluir destacando
que la ciencia no alberga ningún absoluto ni verdad final alguna. Tiene sus comienzos en
compromisos con postulados y presupuestos, los cuales serán modificados en la medida en que
nuevos hechos contradigan las consecuencias derivadas de ellos. La ciencia tendrá problemas
eternos, pero no podrá dar respuestas eternas.
5. El paradigma emergente en la administración.
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Para la emergencia de este nuevo paradigma, la administración deberá hacer una revisión,
una reformulación, o al menos una redefinición de sus propias estructuras lógicas particulares,
establecidas independientemente del sistema total con que interactúan, ya que sus análisis en la
medida que hayan cortado lazos de interconexión con el sistema global de producción del
conocimiento serán parcial o totalmente inconsistentes. Algunos elementos que deberían estar
presentes a nuestro modo de ver en un paradigma emergente para la administración serían: una
nueva concepción de la organización; la responsabilidad social empresarial; flexibilidad y
relación con el entorno; el sujeto en las organizaciones; las emociones y la conducta, la
globalización; tecnologías cambiantes e innovación; nuevas estructuras organizativas; redes; y
desarrollo sostenible.
6. Nueva Concepción de la Organización
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Se concibe así la organización no solo como un conjunto de esfuerzos plenamente
coordinados, sino también como una realidad emergente, que se construye día a día y cuya
gestión no es solo construida con planes y programas, organización, dirección y control, sino es
resultado de diferencias internas, producto en parte de interacciones emergentes, no del todo
racionales, que tiene que ver con tramas de poder interno, así como producto de un intercambio
con el medio ambiente y demandas del mismo.
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7. Nuevas Estructuras Organizativas
Los diversos enfoques que describen la estructura organizacional, dan cuenta que la
estructura de una organización no queda fija para siempre jamás. Blau define la estructura
organizacional como “la distribución a lo largo de varia líneas, de personas entre posiciones
sociales que influyen en las relaciones de los papeles entre esas personas” (Blau, 1974; p.12); por
otra parte la estructura organizacional se ve como “ un medio complejo de control que se produce
y recrea continuamente en la interacción, y sin embargo da forma a esa configuración: las
estructuras se constituyen y son constituyentes (Ranson, Hinings y Greenwood, 1980, p.3) Es
sabido que las organizaciones pueden adoptar dos tipos de estructuras que dependen de la manera
que ellos combinan descentralización y complejidad: una estructura mecánica o una estructura
orgánica (Burns y Stalker, 1961). En el caso de las organizaciones con estructura orgánica,
tomando lo señalando por Khandwalla (1977), éstas se caracterizan por un alto grado de
participación en la toma de decisiones, un bajo grado de jerarquía de autoridad y un alto grado de
complejidad. Por el contrario, una estructura mecánica se describe por los bajos niveles bajos de
descentralización y complejidad. Balabanis y Katsikea (2003), señalan la descentralización de
autoridad permite reglas menos formalizadas y procedimientos y más autonomía a los individuos
y unidades dentro de una empresa; las estructuras orgánicas se relacionan con la decisión
participativa, comunicación frecuente e informal por los límites funcionales. Estas características
de estructura orgánica pueden crear una atmósfera dónde las ideas innovadoras se proponen,
critican, y refinan con un mínimo de riesgo financiero o social. Tales estructuras permiten
autonomía personal y la creatividad individual para crecer y como consecuencia son favorables
para una postura más emprendedora e innovadora de la organización.
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8. Redes
El modelo de redes o network se comenzó a desarrollar desde finales de los años ochenta,
principalmente por los autores Johanson y Mattson (1988). Este enfoque plantea que los
mercados son un conjunto de redes entre empresas, lo que permite que éstas se beneficien unas de
otras. En el caso de los mercados internacionales, estas relaciones pueden ayudar a que ciertas
empresas se internacionalicen sin pasar necesariamente por las etapas de fases, gracias a los
contactos y experiencias que poseen otras empresas de la misma red. El modelo de red o network
ve la internacionalización de las empresas como un proceso lógico de las redes interorganizativas
y sociales de las mismas. Según este modelo, una empresa se encuentra dependiente de otras
directa e indirectamente: directamente con aquéllas con que la empresa tiene relaciones de
intercambio; e indirectamente con aquéllas con que sus colegas directos tienen relaciones de
intercambio. La posición del mercado de una empresa es, a su vez, definida en términos de
micro-posición y macro-posición, refiriéndose lo anterior a la relación con un colega individual y
a la relación entera de la red o una cierta sección (Johanson y Mattson, 1988). Una red
herméticamente estructurada se caracteriza por la interdependencia fuerte y las posiciones
claramente definidas de las organizaciones, mientras que una red más débilmente estructurada y
con ataduras más frágiles, están menos definidas las posiciones. De acuerdo a lo planteado por
Johanson y Mattson (1988), el modelo de redes describe dos partes de la red industrial global:
primero, tejer una red nacional consistente dentro de las fronteras nacionales; y segundo, la
producción de la red de empresas afiliadas de un área específica de producto. El grado de
internacionalización de una red de producción es dependiente del número y fuerza de las
relaciones entre las diferentes secciones nacionales de la red de producción. La
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internacionalización puede tener lugar de tres maneras: 1) extensión internacional, estableciendo
posiciones para las nuevas redes nacionales; 2) penetración, desarrollo de posiciones en redes
donde la compañía ya está presente; 3) integración internacional, incremento de la coordinación
entre posiciones de diferentes redes nacionales.
9. El sujeto en las Organizaciones
Resulta difícil encontrar referencias bibliográficas sobre el tema de la concepción del
sujeto en la Administración. Como pareciera que la administración ha considerado al hombre
como parte de las líneas productivas, solo en los últimos años se ha rescatado la figura de las
personas en las nuevas perspectivas de la administración. Considerando la unidad biopsicosocial
se comienza a reconocer procesos más allá del control y de la dirección para comprender la razón
y la sin razón, así como los juegos del poder y en general los sujetos interconectados a través de
procesos interactivos, formando redes y emocionando, como dice Maturana, es decir
interrelacionándonos a través de emociones. Esto que hace que la organización no solo sea una
realidad construida con planes y programas, (Morin, 1981) que va tras objetivos claros, sino que
se trata también de esfuerzos cotidianos que muchas veces tiene caminos poco definidos , no
exentos de sobresaltos como resultados de interacciones emergentes , donde existen no solo
razones, sino también sin razones, armonías y disonancias. (Morin, 1981). Desde el punto de
vista evolutivo, Ernst Mayr afirma que el lenguaje puede considerarse el surgimiento de los seres
humanos como tales, sobretodo porque el lenguaje nos permite explicar la emergencia de los
fenómenos sociales, la mente , la razón y la conciencia, el espíritu , el alma pueden entenderse
como parte del proceso social de relaciones entre personas. Algunos biólogos como Maturana
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sitúa el lenguaje en el centro de de la comprensión de los seres humanos. La ontologia del
lenguaje de flores se desarrolla a partir de esta propuesta. Los seres humanos somos seres que
vivimos en el lenguaje, que sería la clave de la comprensión de los seres humanos. Pero
indiscutiblemente faltan factores sociales para explicar los procesos sociales del hombre en las
organizaciones que no se agotan en el lenguaje. Nos hace falta aquí acudir a factores de
motivación como lo es la pirámide de Maslow donde un factor clave como lo es la
autorrealización tiene vínculos importantes con el hombre en el trabajo y su capacidad de sentirse
satisfecho. Según Echeverría, Rafael (1999, los cinco paradigmas básicos de las persona son
como dominio: experiencial, discursivo, preformativo, moral y emocional.
10. las emociones y la conducta
En palabras de Maturana (2001) vivimos una cultura que ha desvalorizado a las
emociones en función de una supervaloración de la razón, en un deseo de decir que nosotros, los
humanos, nos diferenciamos de los otros animales en que somos seres racionales. Las emociones
no son oscurecimientos del entendimiento, no son restricciones de la razón. Etimológicamente
emoción significa impulso que induce a la acción. Las emociones son fundamentalmente
adaptativas, movilizan e informan. Las emociones regulan el funcionamiento mental,
organizando tanto el pensamiento como la acción. Constituyen las estructuras que guían la vida y
las relaciones al mundo. En palabras de Maturana (2001) las emociones son dinámicas corporales
que especifican sus dominios de acción en que nos movemos, por lo cual un cambio de emoción
implica un cambio de dominio de acción….”nada nos ocurre, nada hacemos que no esté definido
como una acción de una cierta clase por una emoción que la hace posible”. Más allá de la
emoción pura, hay un mecanismo generador de la experiencia emocional y del significado. La
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cual se construye a partir del repertorio de respuestas innatas del individuo, así como de su
experiencia pasada (recuerdos emocionales, esperanzas, miedos y conocimientos), las cuales
interactúan con la situación de ese momento, dando lugar a experiencias presentes. Lo anterior
genera una síntesis compleja de afectos, cogniciones, motivaciones y acciones, que proporciona a
cada persona un sentido integrado de sí mismo y del mundo, así como también un significado
subjetivamente sentido. La emoción está íntimamente relacionada con el significado, de hecho no
se produce ningún cambio emocional sin que se produzca el acceso al significado, y a un cambio
cognitivo. La mente narrativa como un sistema constructor de significados, que corresponden a
una visión constructivista – post racionalista –más allá del racionalismo-, parte de la base de que
en la realidad sólo hay perturbaciones sin contenido informativo ni significado y, por lo tanto, el
orden de nuestra experiencia de conocimiento es dependiente de nuestra propia estructura y no
del orden de la realidad, cualquiera que éste sea (Ochoa et al., 2009). Si no estoy en la emoción
que incluye al otro en mi mundo, no me puedo ocupar por su bienestar. Sólo si aceptamos al otro,
el otro es visible y tiene presencia. En otras palabras, la preocupación ética nunca va más allá de
la comunidad de aceptación mutua en que surge (Maturana, 2001).
11. Flexibilidad y relación con el entorno
Las organizaciones comienzan a considerarse como sistemas abiertos dentro de una
complejidad de otros sistemas que tienen originalmente un diseño y ciertas disposiciones sobre
determinados acuerdos, pero que además presentan la capacidad de redefinir y adaptar esos
acuerdos dentro de una dinámica reflexiva, que permite cambios del diseño original.
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12. Responsabilidad Social Empresarial
La responsabilidad social empresarial (RSE) y la interacción con los steakholders ha
resultado ser de gran importancia para las organizaciones en los últimos años, porque rescata a
los sujetos de las organizaciones, busca entender cómo se relacionan entre ellos y además los
vincula con los entornos donde las mismas se ubican. Así, nos permite analizar cuales serian las
condiciones en que los trabajadores y sus comunidades pueden integrarse a través de las
empresas y construir las mejores asociaciones entre ellos.
13. Desarrollo Sostenible
El desarrollo sostenible de las organizaciones se basa en tres pilares fundamentales: el
económico, el social y el ambiental, permitiendo a la empresa lograr un adecuado equilibrio entre
sostenibilidad económica, sostenibilidad medio ambiental y sostenibilidad social, a través del
progreso de las personas. La Sostenibilidad Económica se refiera al crecimiento económico junto
a la equidad en el largo plazo, calidad del crecimiento, obtención de utilidades y distribución de
beneficios. La Sostenibilidad Ambiental, se refiere a que las acciones que desarrolle una empresa
no impacten negativamente el entorno, de modo de cuidar e patrimonio ambiental para futuras
generaciones. Por último la sostenibilidad social, se relaciona con la calidad de vida de los
individuos como meta, tanto a nivel interno de la organización como con el entorno social y las
comunidades.
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14. Globalización
El fenómeno denominado globalización, se describe como el cambio hacia una economía
mundial con mayor grado de integración e interdependencia (Hill, 2001). El mismo autor plantea
que la globalización tiene dos componentes principales: la globalización de mercados y la
globalización de la producción. La primera se refiere al fenómeno de fusión de mercados
nacionales, históricamente distintos y separados, en un solo e inmenso mercado global. Por otro
lado, la globalización de la producción, es un término que se refiere a la tendencia, entre
empresas, de abastecerse de bienes y servicios a partir de distintas ubicaciones alrededor del
mundo, para sacar provecho de las diferencias nacionales del costo y de la calidad de los factores
de producción. Al hacerlo, las empresas esperan reducir la estructura general de costos y mejorar
la calidad o la funcionalidad de sus productos, facilitando de esta manera, una competencia más
efectiva. En general hay consenso entre los eruditos que las causas o factores que han inducido a
este proceso de globalización se pueden sintetizar en dos principales: a) la caída de las barreras
comerciales y de inversión, posterior a la Segunda Guerra Mundial, que ha permitido un libre
flujo de bienes, servicios y capital; b) el cambio tecnológico que se ha producido en las últimas
décadas, particularmente el acelerado desarrollo de las tecnologías de la información y las
comunicaciones (en adelante TI), junto al crecimiento de Internet y la Web que hicieron
desaparecer las distancias físicas entre los países. Como lo señala el Proyecto de Declaración de
Principios de la Cumbre de la Sociedad de la Información, las TI pueden ser un potente
instrumento de cambio en la nueva economía internacional fundamentada en el conocimiento factor determinante de la competitividad- y donde el acceso universal a la infraestructura de la
información y la comunicación, y a Internet resulta esencial (ONU, 2004).
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15. Tecnologías Cambiantes e Innovación
En el marco de la globalización, los avances tecnológicos y la innovación han jugado un
rol preponderante. La globalización, entendida como la tendencia hacia un mercado mundial
único, ha resultado de fuerzas microeconómicas originadas por la revolución tecnológica en
curso. La reducción de los costos de manejo de la información y del transporte ha hecho rentable
la producción, la comercialización y las actividades de investigación y desarrollo a escala
mundial para algunas industrias, lo que ha acrecentado la importancia de las economías de escala
en esos sectores (Mortimore y Pérez, 2001). Esto junto a la creciente liberalización de las
economías y la creación de zonas de libre comercio están generando una radical transformación
del ambiente de los negocios globales. Por otro lado, estudios han demostrado que la tecnología
resulta ser uno de los determinantes del comercial de los países (Archibugi et al., 1996), con lo
cual se plantea que ciertas brechas tecnológicas entre los países constituyen una fuente de ventaja
competitiva. En este sentido, Porter (1991), afirmó: "La competitividad de una nación depende de
la capacidad de su industria para innovar y mejorar. La empresa consigue ventaja competitiva
mediante innovaciones". Según lo planteado por Lengnick-Hall (1992), el eslabón entre las
actividades de innovación y la ventaja competitiva descansa principalmente en cuatro factores: a)
innovaciones que son difíciles de imitar es más probable que lleven a ventajas competitivas
sostenibles; b) innovaciones que con mayor precisión reflejan las realidades del mercado es más
probable que lleven a ventajas competitivas sostenibles; c) innovaciones que permiten a una
empresa aprovecharse a tiempo de las características pertinentes a la industria es más
probablemente que lleven a ventajas competitivas sostenibles; d) innovaciones que se basan en
las capacidades y tecnologías que son prontamente accesibles a la empresa es más probable que
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lleven a ventajas competitivas sostenibles. Sin duda que la tecnología y la capacidad de innovar
constituyen factores indispensables para asumir los desafíos de la globalización y los cambios
turbulentos. Las empresas pueden desarrollar dos tipos de innovaciones: las innovaciones de
productos que les permiten ofrecer mejores productos que los competidores; y las innovaciones
de procesos que les permiten disminuir los costos de producción y competir con mejores precios.
El concepto de innovación ha acaparado la atención de investigadores de diversas
disciplinas y ha sido objeto de estudio permanente que ha permitido que éste evolucione a través
del tiempo. Antes de continuar refriéndonos al término de innovación, hemos considerado
conveniente presentar algunas definiciones y análisis del concepto que han dado algunos autores.
Klavans, Shanley y Evan (1985) recuerdan la idea original Schumpeteriana (1942) quien plantea
que la innovación proporciona la destrucción creativa que asegura la vitalidad económica y la
creencia de Barnard (1938) de que la innovación es un propósito primario de las organizaciones.
Mueller y Thomas (2000) se refiere a la definición de innovación que hacen Gabor (1970) y Bird
(1989) respectivamente: la innovación es un proceso que vuelve una invención en un producto
comerciable; la innovación es por consiguiente más que la invención; también involucra la
comercialización de ideas, aplicación, y la modificación de productos existentes, sistemas y
recursos (Bird, 1989).
En todas las definiciones de innovación encontramos presente los conceptos de crear algo
nuevo, distinto a lo ya existente, y el concepto de aplicación y de mercado, es decir, crear algo
distinto que sea demandado por el mercado. En mercados de industrias dinámicas basadas en
tecnología, la persecución de innovación es a menudo vital al lograr la ventaja competitiva (King,
Covin y Hegarty, 2003).
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Junto al concepto de innovación, es necesario agregar el concepto de adaptabilidad.
Empresas que son incapaces de adaptarse e innovar fallarán. Tuominen, Rajala y Möler (2004) se
refieren a la adaptabilidad definida por Chakravarthy (1992), como una habilidad de la firma para
identificar y capitalizar emergentes mercados y oportunidades tecnológicas que, a su vez,
implican cambios en la postura estratégica de la firma. En este sentido, plantean que la
adaptabilidad enfatiza el grado en que una empresa puede usar una variedad de capacidades
organizacionales y que reciente evidencia empírica sugiere que la habilidad adaptable sea fuente
de ventaja competitiva sustentable y éxito en el nuevo desarrollo del producto y
comercialización. Es importante recordar que para que se produzca innovación tienen que haber
personas comprometidas y ambientes que lo propicien, vale decir organizaciones con cultura de
innovación. En este sentido, Caruana et al. (1998), plantean que innovación se refiere al
desarrollo de productos, servicios o procesos nuevos o únicos e involucra el esfuerzo consciente
para crear el cambio determinado, enfocado en el potencial económico o social de una empresa,
en base a la creatividad e intuición individual. Estas personas que son intuitivas y creativas,
gustan de operar en ambientes de trabajo que proporcionan un grado alto de independencia y
autonomía. Por lo tanto, la empresa con su ambiente y cultura juegan un rol importante al hablar
de innovación.
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16. Conclusiones
Las ciencias de la administración se encuentran frente a escenarios complejos, y se está
atravesando por un periodo de transición de la ciencia. Se han dejado atrás 350 años de ciencia
reduccionista, que separaba las cosas, para pasar a una era en la cual se está tratando de juntarlas.
Siempre se supo que había que reunirlas; ya Newton lo hizo con la ley de la gravitación
universal. Lo nuevo es que ahora se tienen computadoras, y se pueden observar los sistemas y sus
partes mientras interactúan de muy distintas formas, y estudiar el comportamiento de un sistema
en su totalidad, constituido por todas esas interacciones y dejar tiempo para ocuparse de los
sujetos que forman parte de las organizaciones.
Con los descubrimientos científicos y las nuevas tecnologías cambian la forma de vivir,
trabajar, pensar y ver el mundo. A medida que el ambiente se transforme, también la mente
sufrirá una transformación. Y tal vez se pueda entender y celebrar la individualidad. Del mismo
modo, las organizaciones son cada vez más complejas, únicas e irrepetibles, y cada una de ellas
representa un precario equilibrio ente lo factores sociales, ambientales y económicos, de manera
que mantener tal equilibrio es un desafío para las ciencias de la administración. Como especie, es
probable que no se acepte con agrado la idea de una transformación de la naturaleza del hombre y
cabe preguntarse; ¿Qué sucederá cuando todas las promesas de los descubrimientos científicos
del siglo XXI generen, por fin, un vasto caudal de tecnologías? Una vez más, asoman los
escenarios de incertidumbre tan propios de la naturaleza humana: todavía no hemos logrado el
gran avance que lo cambiará todo.
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Desarrollar un campo de investigación en la cual se analicen los rasgos que definen de
alguna manera la organización del siglo XXI es un imperativo para la sociedad actual, buscando
alguna unidad en la diversidad y vinculando estos rasgos con las nuevas dimensiones emergentes,
como por ejemplo los sujetos, las emociones, las redes sociales, el uso de tecnología y el mundo
global. Una tarea pendiente y un desafío para los practicantes e investigadores de las ciencias de
la administración.
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