La Actividad Física en el niño con Obesidad La actividad física regular (AFR), ejercicio físico y deporte, han dejado de ser considerados una simple diversión o encuentro social, para constituir una herramienta formativa y de prevención sanitaria de fácil accesibilidad, bajo costo económico y alta eficacia. La aplicación de un programa de entrenamiento físico (PEF), en la población infanto-juvenil que padece un desorden crónico como la obesidad, presenta múltiples beneficios. Mencionaré algunos de ellos como: el aumento de la capacidad cardiorrespiratoria, la fuerza y resistencia muscular, modificaciones en la composición corporal (reducción de la masa grasa), mejora la autoestima, el ánimo y genera cambios bioquímicos hormonales (aumento de la sensibilidad a la insulina, leptina, catecolaminas) y enzimáticos (incremento de las enzimas oxidativas mitocondriales) que favorecen los cambios psicofísicos y adaptaciones metabólica para producir el descenso de peso. Si bien la lista de los beneficios potenciales de la AFR es mucho más extensa, a la población en cuestión, no le interesa ni los motiva lo suficiente para poder ingresar en un programa de movimiento. Por lo tanto, un principio pedagógico clave de entrenamiento es el motivacional, debiendo ser el estilo de vida activo un proyecto familiar, social, político y cultural. Si bien la población que practica un deporte de alto rendimiento es inferior al 3% de la población activa, constituyen modelos motivacionales para la práctica de actividad física regular. Sólo para mencionar algunos ejemplos, muchos deportes son más difundidos y por ende sponsorizados y acompañados social y políticamente luego de surgir un deportista de alto rendimiento. Así es el caso de el tenis, logra popularidad luego de Guillermo Vilas, la natación con Luis Nicolao y Meolans, el jockey sobre césped con “las leonas”, el patín carrera con Nora Vega y podríamos continuar con más ejemplos de nuestros deportistas que consiguen, en muchos casos, movilizarnos. Un PEF debe tener objetivos claros, realistas y con plazos de cumplimientos de los mismos, que podrán definirse luego de obtener el certificado de aptitud psicofísica del paciente. El sistema de competición y obtención de premios puede resultar positivo en los niños y jóvenes. La tarea más difícil es lograr eligir el tipo de actividad física, en forma concensuada entre el niño, su familia y las sugerencias profesionales, para lograr la continuidad de la misma. En esta elección, tendremos en cuenta los gustos y posibilidades personales y aquellos ejercicios que aumenten el gasto energético basal y durante el esfuerzo, cuanto mas masa muscular entre en movimiento, mejor. Para ello, caracterizaremos el programa en una frecuencia semanal de 3 a 5 días, duración de cada sesión de entrenamiento: 30’a 60’ (debiendo alcanzar entre 200 y 300´semanales), intensidad: la que deberá ser alternada entre bajas, moderadas y altas intensidades, adecuándola a las capacidades de cada paciente. Distintos autores como EF Coyle, G Brooks, han demostrado que ejercicios a intensidades entre 50 y 70% del consumo de O2 máximos son los gastan más combustible provenientes del metabolismo de las grasas durante el entrenamiento. Pero también son necesarios ejercicios a intensidades superiores y de carga y sobrecarga muscular para generar modificaciones hormonales y enzimáticas que permitan incrementar el gasto energético basal. 1 Dra. Claudia Maroncelli - Especialista en Medicina Interna y del Deporte Por lo tanto, se debe realizar trabajo de fuerza muscular, para lo cual el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM) recomienda en cada grupo muscular 8 a 12 repeticiones al 70-80% de la RM, evaluada y supervisada por profesionales idóneos en el entrenamiento de carga y sobrecarga infanto-juvenil. Por último, los factores ambientales también influyen sobre el gasto energético como la temperatura, el viento, la humedad, la altura y la superficie del terreno. La actividad física orientada a la salud es un compromiso colectivo, que debemos materializar en el diseño de un proyecto en primer lugar motivacional, empleando como estrategia el desarrollo de entornos saludables: circuitos de ejercicios en los parques, horas recomendadas de educación física en las escuelas, bicisendas, apoyo a deportistas de élite, juguetes y videos que requieran movimiento, etc. Es importante que comencemos la estimulación de un vida activa a temprana edad, y así lograremos crear hábitos saludables y de esta manera prevenir, tratar y rehabilitar las consecuencias del sedentarismo. 2 Dra. Claudia Maroncelli - Especialista en Medicina Interna y del Deporte