“Anorexia, Bulimia –versus- Vigorexia, ortorexia , sadorexia, desórdenes alimentarios de 2ª generación que van en aumento”. ¿Hacia dónde nos dirigimos? ¿Cómo prevenir dichas conductas? Aunque no existen todavía estudios rigurosos y fiables que nos permitan hablar de un aumento de la prevalencia, si hemos observado una mayor incidencia de casos, entre los enfermos de trastornos de la conducta alimentaria, pues sabemos que todos ellos están relacionados con una distorsión de la imagen corporal, tienen que ver con la ingesta alimentaria y llevan consigo patologías asociadas. Entendemos por vigorexia, una distorsión de la imagen corporal que asocia belleza con aumento de masa muscular. Las personas afectadas dedican una buena parte del día a la realización de ejercicio físico continuado, casi de manera obsesiva compulsiva y una alimentación rica en proteínas e hidratos de carbono, para aumentar su masa muscular. No debemos confundir éste trastorno, con la realización moderada de ejercicio físico, tan beneficioso para nuestra salud. Dicho trastorno se agrava y nos preocupa aún más, cuando los jóvenes afectados ingieren anabolizantes o esteroides que faciliten ese aumento de masa muscular, por los riesgos de padecer otras enfermedades asociadas como puede ser lesiones cardíacas o hepáticas, disfunción eréctil, etc. A pesar de manifestarse en ambos sexos, es más frecuente en los varones que en las mujeres y ello puede deberse en parte, a factores de tipo social, cultural y educativo, como el culto al cuerpo y los cánones de belleza que rigen en la actualidad. También apreciamos en sus perfiles de personalidad indicadores elevados de baja autoestima. Al igual que en otros trastornos de la conducta alimentaria anorexia, bulimia nerviosa, sabemos que existen ciertas alteraciones bioquímicas en los neurotransmisores a nivel cerebral. Los signos más frecuentes entre otros son: observar ante el espejo su tonicidad muscular, realizar ejercicio físico de forma obsesiva y continuada, elaborar dietas ricas en proteínas y baja en grasas, pesarse a menudo comparándose con otras personas que practican la misma actividad física, llegando incluso a abandonar otras actividades y convertir en el centro de su vida el ejercicio. Mientras que en la anorexia la percepción de su autoimagen es de obesidad, en la vigorexia es la falta de tonicidad y debilidad muscular Respecto al tratamiento este, debe ser psicológico, encaminado a una modificación de la conducta del sujeto y la perspectiva que tiene de su cuerpo, así como un apoyo psicoterapéutico en la reducción de su ansiedad y la oferta e incremento de otras actividades de tiempo libre que requieran un menor consumo energético. Otro fenómeno muy novedoso del que se viene hablando de un tiempo a esta parte y que podría desencadenar en un nuevo trastorno alimentario es la ortorexia. Quienes la padecen, presentan una preocupación extrema y obsesiva por la salud y la ingesta de alimentos lo más sano posible, convirtiéndose en el principal objetivo de su vida. Aunque presenta coincidencias respecto a otros trastornos alimentarios, la diferencia, respecto a ellos es que mientras en la anorexia y la bulimia prima la cantidad de comida, en éste la preocupación, gira entorno a la calidad y pureza de los alimentos. Su perfil de personalidad los define como, controladores y muy exigentes consigo mismos y los demás, muy extremistas: “o todo o nada”, con una exagerada preocupación por la perfección, mostrándose estrictos en la asunción de normas y reglas. Entre otras razones que pueden llevar a una persona a padecer esta enfermedad, estaría la idea obsesiva por lograr una mejor salud a través de alimentos puros, sin conservantes o sustancias que puedan dañar su cuerpo. Estas formas restrictivas de comer, terminan por suprimir alimentos básicos que pueden dar lugar a desequilibrios en la dieta y desnutrición, ya que no se reemplazan correctamente por otros que puedan aportarles los mismos tipos de nutrientes. En ocasiones, el hecho de tener que comer otros alimentos que no sean los que ellos cocinan, les lleva a dejar de acudir a comidas o reuniones familiares o de amigos, por lo que se produce un aislamiento social y afectivo importante que puede dar lugar a la aparición de cuadros depresivos, si no existen ya con antelación. No cabe duda de que estaríamos ante una patología obsesiva, asociada a algún trastorno psicológico. No debemos confundir nunca la preocupación por una vida sana, muy aconsejable, libre de excesos y de consumo de alcohol y tabaco, y la realización de ejercicio moderado con la obsesión por dietas o alimentos puros. La clave radica en que la actitud de la persona ante la comida, el cuerpo, el peso o los ejercicios, sea lo suficientemente significativa como para alterar o cambiar su forma de vida. Por último, pero no menos importante cabría mencionar la Sadorexia término que hace referencia a una segunda generación de los trastornos alimentarios tradicionales, que se caracteriza por un patrón combinado y permanente de comportamientos anoréxico y bulímicos con prácticas no convencionales, para lograr la extrema delgadez, dado que el maltrato corporal al que se someten los sujetos y el control externo del comportamiento pueden aumentar la pérdida de peso de forma rápida y permanente. ”Se trataría de infligirse dolor cada vez que se tenga ganas de comer” Esta actuación de autolesión, combinada con otras prácticas, satisfacen mejor, sus necesidades de autoimagen, autocontrol y autoestima que los trastorno alimentarios clásicos; ya que alivian profundamente su ansiedad y no despiertan sospecha entre sus familiares. Aunque no todas presentan los mismos signos, las afectados comparten ciertos indicadores comunes propios de pacientes con historial de anorexia, bulimia e incluso trastornos afectivos , como pueden ser la pérdida rápida y permanente de peso (por debajo de un IBM= 17), fuerte secretismo y aislamiento social y familiar, excepto para su grupo de referencia, que pueden ser casi siempre otros enfermos, encontrados a través de la red, autodisciplina y perfeccionismo extremos que las presenta como personas muy eficaces en alguna actividad laboral o académica ( hiperactividad). Pueden presentar un desarrollo físico tardío en adolescentes, musculatura plana, piel seca y presencia de lanugo, amenorrea, bradicardia, intolerancia al frío, estreñimiento, etc. Entre sus manifestaciones comportamentales puede presentarse una ausencia de deseo sexual o una práctica y comportamiento sexual excesivo e inapropiado para su edad, con actitud desafiante. Se hacen evidentes las marcas, hematomas o cicatrices en tobillos, manos, cuello, etc., cardenales en nalgas, genitales y espalda, esta práctica les permite reducir los síntomas asociados a los trastornos precedentes, proporcionando una satisfacción mayor a las sadoréxicas, por lo que es más difícil de detectar entre los familiares. Se trata de enfermedades multicausales en las que influyen factores biológicos , psicológicos y sociales. El tratamiento, además de farmacológico, para reducir los síntomas asociados, deberá ser eminentemente psicoterapéutico a fin de conseguir una modificación de las conductas y la autoaceptación de los pacientes. Es evidente que un tratamiento preventivo a través de la familia y la escuela se hace imprescindible, así como un diagnóstico precoz del trastorno. Una educación excesivamente individualista y solamente orientada al éxito, al igual que aquella que se sustenta en una disciplina incoherente o excesivamente rígida por parte de los progenitores, con una influencia excesiva de los medios de comunicación, unido a los efectos nocivos de un mal uso y abuso de las nuevas tecnologías como Internet, son el caldo de cultivo de muchos de estos trastornos. ¿Cómo prevenirlos? Los especialistas insisten en que es desde los medios de comunicación, la escuela y la familia donde debemos incidir para evitar la proliferación de estos trastornos. Según manifestaciones de Ana Cazalla, psicopedagoga y Master en Orientación familiar, es imprescindible no crear una alarma entre las familias de forma que se produzca un efecto de pánico, de ver un problema donde no exista o simplemente se trate de algo propio de la edad o pasajero. No obstante, se trata de sensibilizar e informar al público en general y a los padres en particular sobre los riesgos para la salud, que suponen dichos trastornos de la conducta alimentaria, tanto para las pacientes como para sus familias y enseñarles a identificar los grupos de riesgo, a través de programas de formación y escuelas de padres. Es necesario trabajar y mejorar la comunicación familiar, la afectividad y los valores y sobre todo de ejercer la autoridad de forma correcta así como un adecuado control sobre el uso de la TV y la utilización de Internet, donde podemos apreciar una gran proliferación de páginas que tratan de fomentar dichos trastornos entre los adolescentes. Desde el colegio debemos incidir en la formación del juicio crítico respecto a la televisión y la publicidad y enseñarles a reconocer lo verdadero de lo engañoso de los mensajes. Otra estrategia sería persuadir a los medios de comunicación modelos corporales en sus contenidos, promoviendo otros debemos ocuparnos directamente de la población en riesgo, técnicas conductuales, tratando de favorecer su autoestima, padres e hijos, su integración social, etc. para que incluyan otros valores. En definitiva a través de programas, la comunicación entre Fdo. Manuel Vila. Psicólogo. Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria. Hospital Policlínico La Rosaleda.