Entrevista Personal con Pedro Luis Mogollón, gerente del diario El Universal y dueño de una casa de recreo en las Islas del Rosario, 5 de enero de 2006 Mi padre compró un pedazo de tierra en las Islas del Rosario en 1954, junto con otros 5 o 6 cartageneros aficionados a la pesca, quienes eran “locos por el mar” y, en consecuencia, estaban dispuestos a sufrir las vicisitudes de un viaje largo en lanchas de madera que aun no tenían motor. Cuando estos hombres, fundadores del Club de Pesca, llegaron a las Islas, los nativos que allí hallaron eran pescadores de Barú y Bocachica que acampaban en las Islas para salir de madrugada a pescar en los bajos de la zona. Con el tiempo, estos nativos se fueron asentando en la Isla como enlace con los demás pescadores. Con la llegada de las lanchas de fibra de vidrio en reemplazo de la madera, mucha más gente de Cartagena comenzó a ir a las Islas. Más adelante empezó a llegar también gente del interior del país. Pero las Islas sólo comenzaron a ser conocidas como lugar turístico cuando se construyó una casa para los presidentes de la República y éstos empezaron a pasar allí sus vacaciones. El problema de lo anterior fue que se generó gran presión poblacional sobre las Islas, lo que incentivó el turismo informal y acabó con toda privacidad para los dueños de casas de recreo. Hoy en día, es imposible estar tranquilo en el muelle o en la casa sin que pasen vendedores ambulantes ofreciendo productos, o turistas paseándose por la playa. Además, lo anterior también hizo que las Islas adquirieran notoriedad y se pusieran de moda, pues el país entero se dio cuenta de que ése era un sitio hermoso para pasar vacaciones. La primera persona que agitó el tema fue Margarita Marino, una funcionaria del INDERENA1, casada con un “mamerto” del partido comunista que monta en BMW y que durante muchos años fue usuaria de las casas de recreo de las Islas del Rosario, pero que luego defendió la conservación del medio ambiente en la zona como si se tratara de un problema de lucha de clases, lo que generó una antipatía cada vez mayor contra los dueños de casas de recreo. Como todo ambientalista, Margarita es una “patilla”: verde por fuera y rojita por dentro. De hecho, los ambientalistas en Colombia son comunistas encubiertos que pretenden frenar el capitalismo mediante una defensa del medio ambiente. 1 Antiguo Instituto de Desarrollo de los Recursos Naturales Renovables, que se fusionó con el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (INCORA) para crear el actual Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER).