Entrevista Personal con Lavinia Fiori, antropóloga, directora de la Fundación Marina encargada de programas de educación ambiental con los nativos de las Islas del Rosario, y exfuncionaria de Parques Nacionales Naturales, 3 de enero de 2006 Los habitantes originarios de las Islas del Rosario provienen de Barú1, desde donde salieron a las Islas a cultivar coco y a pescar. En los años 30 hubo una plaga que hizo que la siembra de coco decayera. En los años 50, con la llegada de lanchas a motor llegan los blancos, provenientes principalmente de Cartagena, quienes compran tierras a los nativos. Éstos las venden en ocasiones más de una vez. Con el paso del tiempo, los blancos construyen casas de recreo en las playas de las Islas y contratan a los nativos para la realización de labores domésticas. Los nativos construyen sus casas en los respaldos de las casas de los blancos, en tierra de propiedad de estos últimos. Actualmente, las actividades principales de los nativos son el turismo informal (restaurantes acuáticos, pescadores que venden pescado en lanchas, etc.), la celaduría y demás servicios domésticos prestados a los blancos, y la pesca. En las Islas del Rosario hay 9 hoteles. Inicialmente quienes allí trabajaban eran los nativos, pero tras conflictos con los empleadores, éstos decidieron traer gente blanca de Cartagena para reemplazarlos. Los nativos que aún trabajan para los hoteles prestan los servicios menos calificados y remunerados. Los conflictos entre nativos y blancos -tanto dueños de hoteles como de casas de recreo- tienen que ver, especialmente, con una percepción negativa de éstos con respecto de aquéllos, que se concreta en el hecho de que los blancos ven con desconfianza y temor a los nativos, pues los consideran peligrosos y delincuentes. A esto se suma el que los nativos usen con frecuencia el picó –un parlante gigante que reproduce a todo volumen música como la champeta-, cosa que molesta enormemente a los blancos. En 2001 la Procuraduría inició un proceso para obligar a los propietarios de tierras en las Islas a desocuparlas y restituirlas al Estado en un término de 3 meses, que ha implicado la expedición de más de 50 Resoluciones del INCODER en contra de quienes han llamado “poseedores de mala fe”. Como consecuencia de este proceso, los nativos decidieron iniciar el procedimiento previsto en la ley 70 para la obtención de la propiedad colectiva de las tierras que ocupan. Este procedimiento tiene como antecedente la fundación del pueblo Orika, llevada a cabo por los nativos en el año 2000 sobre un terreno cuyo dominio fue extinto por el Estado a un narcotraficante. El promedio de edad de los habitantes de Orika es de 17 años, pues allí han ido a vivir los descendientes de las familias nativas que tienen sus casas en los respaldos de las casas de los blancos. Tras la fundación de Orika, los nativos decidieron crear un Consejo Comunitario, condición necesaria para solicitar el título de propiedad colectiva sobre la tierra. Los argumentos del Estado para oponerse a esta pretensión de los nativos afirman que las Islas del Rosario sólo han sido un lugar habitacional hace unos 30 años. Con anterioridad, los negros de las Islas vivían en Barú y simplemente iban a las Islas para 1 Un corregimiento aledaño a Cartagena que se volvió isla continental como consecuencia de la construcción del Canal del Dique (nota del transcriptor). pescar o sembrar, no para quedarse. Por eso es tan importante el proceso de rescatar las memorias de la comunidad negra. Sin duda, el proceso de solicitud del título de propiedad colectiva de la tierra que están a punto de iniciar los nativos de Islas del Rosario animará el inicio de muchos otros procesos similares en el Caribe, en lugares como Bocachica, Tierrabomba, Pasacaballos, Barú, etc.. Isla Grande es una zona de amortiguación del Parque Naturales Corales del Rosario. Este parque es en su mayoría subacuático, consta de 120.000 hectáreas de agua y de las Islas Tesoro, Rosario y San Bernardo del Viento. Desde hace algunos años, los nativos participan en la conservación del parque y tienen la intención de que Orika se convierta en un ecocentro. En efecto, los nativos son concientes de la fragilidad del ecosistema en el que habitan, producto de los sedimentos que arroja el canal del dique, de la extracción de coral para la construcción de casas, de la tala de manglares para crear playas y del calentamiento de la tierra. El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Cartagena de 2003 establece que el distrito turístico de Cartagena (del cual forman parte Barú y las Islas del Rosario) es una zona de alto desarrollo turístico. En virtud de este plan, en Barú se están desarrollando una serie de proyectos de construcción de carreteras y de instalación de servicios públicos básicos como agua, electricidad y gas. Si bien los nativos de Barú solicitaron durante mucho tiempo al Estado el suministro de estos bienes básicos, sólo ahora que los mismos resultan necesarios para el desarrollo turístico de la zona es que el Estado los suministrará. No obstante, el suministro de estos bienes implicará el cobro de una valorización a los habitantes de la zona, valorización que muy posiblemente no podrán pagar los nativos, en su gran mayoría de muy escasos recursos, y que conllevará a un desplazamiento económico. Sospechamos que algo similar sucederá en el caso de las Islas del Rosario que, por tratarse de una zona de Parque Natural, posiblemente será otorgada en concesión a Jean Claude Bessudo2, a quien el Estado le ha entregado en concesión ya los Parques Naturales de Tayrona, Gorgona, Nevados, entre otros. 2 Miembro de la élite bogotana, dueño de la agencia de viajes más grande del país (nota del transcriptor).