(Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. 2004; 51: 537-548) REVISIÓN Trasplante intestinal del adulto. Situación actual y perspectivas de futuro L. Gajate Martín*, E. Elías Martín*, A. Martínez Pérez*, C. Carrasco Seral*, F. Alvarez Utrera*, A. de Pablo Pajares*, J. Pinto Corraliza*, A. Honrubia Checa*, E. de Vicente López** ª, Y. Quijano-Collazo* ª, R. Bárcena Marugan***b Servicio de Anestesiología y Reanimación. ª Servicio de Cirugía General y Digestivo bServicio de Gastroenterología. Unidad de Trasplantes. Hospital Ramón y Cajal. Madrid. Resumen El trasplante de intestino se está consolidando como tratamiento del fallo intestinal para aquellos pacientes en régimen de nutrición parenteral domiciliaria que desarrollan efectos colaterales severos. A lo largo de los últimos años los resultados han mejorado espectacularmente gracias al refinamiento de las técnicas quirúrgicas y a la aparición de nuevos fármacos inmunosupresores, así como a una mayor experiencia en el manejo anestésico y postoperatorio de estos pacientes. Los principales responsables de la alta morbilidad y mortalidad siguen siendo la sepsis y el rechazo agudo. La introducción del tacrolimus como inmunosupresor de base ha permitido mejorar las tasas de supervivencia del injerto y del paciente, todavía lejos de los resultados en el trasplante de otros órganos sólidos. En julio de 2002 se realizó en nuestro hospital el primer trasplante de intestino aislado en un adulto en España con resultados esperanzadores. Ante este nuevo reto para nuestra especialidad hemos querido revisar las tendencias actuales en el manejo perioperatorio de estos pacientes, sus complicaciones más importantes, el tratamiento y las nuevas perspectivas de futuro. Intestinal transplantation in adults: present situation and future prospects Summary Intestinal transplantation is becoming more firmly established as a treatment for intestinal failure in patients whose home parenteral nutrition regimens have caused serious side effects. Outcomes have improved spectacularly over recent years thanks to the refinement of surgical techniques and the introduction of new immunosuppressants, and also to greater experience in anesthetic and postoperative management of intestinal transplant patients. The main causes of high morbidity and mortality continue to be sepsis and acute rejection of the graft. Both graft and patient survival have improved with the advent of the immunosuppressant regimens based on Tacrolimus, although survival rates are still far below those reported for other solid organ transplants. The first intestinal transplant performed in Spain took place in July 2002 in our hospital and the results were promising. Given this new challenge for anesthesiologists, we decided to review current trends in the perioperative management of patients receiving isolated intestinal transplants, the main complications that arise, treatment strategies, and future prospects. Palabras clave: Trasplante de órganos. Nutrición parenteral: efectos adversos. Inmunosupresión. Acondicionamiento pretrasplante. Key words: Organ transplants. Parenteral nutrition: adverse effects. Immunosuppression. Pretransplantation conditioning. Introducción nutrición parenteral indefinida aparecida en 1969 y sus inevitables efectos secundarios, único tratamiento existente para estos pacientes. La primera experiencia data de 1959, cuando Lillehei et al. desarrollan un modelo de trasplante intestinal en perros, en un intento por salvar la vida de pacientes con fallo intestinal, aunque la posibilidad de realizar el mismo ya había sido planteada por el padre de la cirugía vascular Alexis Carrell, 60 años antes1. La mayoría de los receptores de trasplante intestinal realizados en la década de los ochenta fracasaron debido a complicaciones técnicas, sepsis y rechazo, utilizando la ciclosporina como inmunosupresor de base2-4. En 1989 la introducción del tacrolimus (Prograf, Fujisawa Pharmaceutical Co., Osaka, Japón), El trasplante intestinal se está convirtiendo en el tratamiento ideal para el fallo intestinal, evitando así la *Facultativo Especialista de Área. *Jefe de Sección ***Médico Adjunto Correspondencia: Luis Gajate Martín. Servicio de Anestesiología y Reanimación. (Unidad de Trasplantes). Hospital Ramón y Cajal. Ctra. de Colmenar, km. 9,100. 28034 Madrid. e-mail: [email protected] Aceptado para su publicación en julio de 2004. 41 537 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 51, Núm. 9, 2004 dio una nueva perspectiva e impulso a este tipo de trasplante5,6. La aparición de nuevos fármacos y los avances en la técnica, junto con la mayor experiencia en el manejo perioperatorio de estos pacientes, están permitiendo mejorar año tras año los resultados de este procedimiento, comunicándose supervivencias cercanas al 70% a los cinco años en algunos centros. En julio de 2002 se realizó en nuestro hospital el primer trasplante de intestino aislado en un paciente adulto en España, con un resultado prometedor y hemos realizado una revisión de los aspectos más relevantes en el manejo anestésico y postoperatorio de estos pacientes, presentando brevemente el caso concreto de nuestra paciente. La revisión se realizó a través de Medline incluyendo hasta el año 2004 (palabras clave: trasplante; intestino; inmunosupresión; nutrición parenteral, complicaciones). Caso clínico Se admite para trasplante de intestino aislado tras sesión clínica a una mujer de 27 años, 56 Kg de peso y grupo sanguíneo 0 positivo, diagnosticada años atrás de poliposis familiar congénita a la que se realizan varias intervenciones quirúrgicas por desarrollo de tumor desmoide que infiltraba la totalidad del mesenterio, englobando los vasos y que había presentado como complicaciones asociadas a la nutrición parenteral varios episodios de sepsis de origen abdominal y de trombosis venosa profunda. Cinco meses antes del trasplante se procedió a la colocación de un expansor intraabdominal en situación pélvica de 1000 cc y otro pararrectal izquierdo entre músculo liso oblicuo y músculo transverso de 700 cc, al objetivarse retracción de la cavidad abdominal de más de un 50% con engrosamiento del peritoneo parietal, lo que permite la expansión abdominal progresiva hasta el momento del trasplante. La paciente presentaba trombosis de 2 accesos venosos centrales (vena yugular interna izquierda y vena subclavia derecha). Se realizó trasplante de intestino aislado bajo anestesia general y monitorización invasiva. La técnica anestésica se basó en anestesia total intravenosa con propofol, remifentanilo y cisatracurio como relajante muscular. La paciente rechazó la colocación de un catéter epidural por mala experiencia personal previa. Al tratarse del primer trasplante intestinal que se realizaba, monitorizamos la presión arterial de forma invasiva mediante canalización de arteria radial izquierda, y presión de arteria pulmonar, presión venosa central, SvO2 (saturación venosa mixta) y gasto cardiaco mediante catéter Swan Ganz a través de vena yugular interna derecha. Así mismo se canalizaron dos vías periféricas de gran calibre para la infusión de volumen y hemoderivados. La paciente se mantuvo hemo538 dinámicamente estable en todo momento, sin precisar perfusión de vasopresores y tan solo una unidad de sangre. El tiempo de isquemia fue de 6 horas y 38 minutos. Se realizó reconstrucción vascular mediante anastomosis mesentérico-aórtica termino lateral, a través de clampaje aórtico parcial bien tolerado durante 20 minutos, y anastomosis mesentérico-cava terminolateral. La reconstrucción del tránsito se hizo mediante duodenoyeyunostomía laterolateral biplano, dejando ileostomía terminal para seguimiento. Como profilaxis antibiótica usamos piperazilina/tazobactam durante 5 días según protocolo de la Unidad. Se realizó cuádruple inmunosupresión con esteroides a dosis de 1 gramo inmediatamente después de la reperfusión del injerto, 200 mg el primer día y pauta descendente hasta 20 mg diarios; tacrolimus (para mantener niveles en plasma alrededor de 25 ng/ml), azatioprina (1,5 mg/kg peso al día) durante el primer mes y basiliximab (20 mg el día 1 y 20 mg el día 4 del postoperatorio). La administración de tacrolimus se realizó intravenosa hasta que la función intestinal se consideró adecuada para reconvertirla a oral cuatro semanas después de la intervención. Con esta pauta de inmunosupresión la paciente no presentó ninguna complicación infecciosa en el postoperatorio inmediato. La paciente es extubada a las 2 horas de su ingreso en la unidad de cuidados intensivos, permaneciendo en ésta durante 17 días. El débito por la ileostomía se hace patente al cuarto día de su ingreso e inicia la tolerancia por vía oral el duodécimo día del postoperatorio. El decimocuarto día del postoperatorio es diagnosticada de rechazo leve sobre la base de los hallazgos anatomopatológicos, recibiendo terapia de rescate con bolos de corticoides a dosis de 1 gramo cada 24 horas durante tres días y posterior reciclaje, revirtiendo el cuadro. No presentó en ningún momento clínica relacionada con el rechazo. Como complicaciones más importantes destacaron un síndrome de abstinencia a opiáceos debido a las altas dosis que había recibido durante todos los meses anteriores al trasplante, que se controló sin ninguna dificultad; así mismo presentó un cuadro compatible con toxicidad por niveles elevados de tacrolimus (insuficiencia renal, alteración en la analítica hepática, temblores, cefalea) que se controló con la disminución de la dosis del fármaco. Fue dada de alta del hospital dos meses y medio después del trasplante, libre de nutrición parenteral, con una dieta oral con el completo aporte calórico necesario, libre de rechazo y con función renal normal. En los últimos meses ha presentado como complicaciones más importantes un episodio de rechazo severo que respondió a un nuevo ciclo de bolos de corticoides con pauta descendente, pero que obligó a reiniciar la nutrición parenteral, y secundaria a ésta un episodio de sepsis asociada a catéter por Enterococo faecalis. Posterior42 L. GAJATE MARTÍN ET AL– Trasplante intestinal del adulto. Situación actual y perspectivas de futuro mente se decidió añadir al tratamiento inmunosupresor rapamicina, con el objetivo de disminuir al mínimo la dosis de tacrolimus para minimizar los efectos secundarios que estaba desarrollando sobre la función renal. Hace pocos meses, casi dos años después del implante, la paciente sufrió un nuevo episodio de rechazo catalogado de muy severo que obligó al explante del injerto. En el momento actual se encuentra a la espera de retrasplante. TABLA I Indicaciones más comunes de trasplante intestinal Niños: Gastrosquisis Vólvulos Enterocolitis necrotizante Atresia intestinal Pseudoobstrucción intestinal Enfermedad de Hirshsprung Adultos: Isquemia intestinal Enfermedad de Crohn Traumatismo abdominal Tumor desmoide Alteraciones de la motilidad Síndrome de intestino corto Vólvulos Trasplante intestinal. Situación actual Los injertos intestinales pueden clasificarse en tres tipos: intestino aislado, hepato-intestinal y multivisceral (intestino, hígado, estómago, duodeno, páncreas y ocasionalmente riñón). Hasta 1997 se habían registrado un total de 273 trasplantes en el mundo, dos tercios de los cuales fueron en niños, siendo el síndrome de intestino corto la enfermedad de base más frecuente (International Intestinal Transplantation Registry)4. En el momento de presentarse aquellos resultados el 77% de los supervivientes habían suspendido totalmente la nutrición parenteral, tolerando una dieta oral completa. La supervivencia global del trasplante intestinal a los 5 años del procedimiento en series largas en el momento actual es comparable a la del trasplante de pulmón. Indicaciones: Se define el fallo intestinal como la incapacidad de mantener el soporte nutricional y/o balance hidroelectrolítico adecuados sin la necesidad de nutrición parenteral7. Este fallo puede ser secundario a la disminución de la superficie de absorción (síndrome de intestino corto) o anormalidades de la función absortiva del intestino8. El síndrome de intestino corto en niños es consecuencia fundamentalmente de anomalías congénitas (atresia intestinal) o daño isquémico secundario a enterocolitis necrotizante, vólvulos, gastrosquisis, etc., mientras que en adultos se debe fundamentalmente a resecciones intestinales amplias por enfermedad de Crohn, tumor desmoide o traumatismo abdominal entre otros (tabla I). Debido al menor porcentaje de éxito de este tipo de implante la indicación del procedimiento ha de ser cuidadosamente valorada, reservándose para pacientes con disfunción hepática reversible secundaria a la nutrición parenteral, pérdida de al menos dos accesos venosos centrales, sepsis recurrente y pérdidas hidroelectrolíticas que no pueden ser manejadas con la nutrición parenteral8-11. Resulta primordial reconocer a los pacientes con daño hepático irreversible realizando biopsia hepática si es necesario; en caso de cirrosis o fibrosis el trasplante combinado de hígado e intestino es mandatorio, mientras que la colestasis se considera 43 reversible después del implante intestinal aislado. A este respecto, la bilirrubina no es un indicador fiable de la reversibilidad de la afección hepática, describiéndose enfermedad hepática reversible con cifras de BRB de 20 mg/dL después del trasplante de intestino aislado12. Grant et al. propusieron la realización siempre de un trasplante hepatointestinal combinado, basándose en la teórica tolerancia inmunológica que produce el hígado; pero un mayor tiempo en lista de espera y una mayor complejidad quirúrgica, junto a un peor pronóstico hacen que esta técnica se reserve para casos con fallo hepático irreversible. La posibilidad de garantizar la supervivencia del paciente realizando un explante del injerto intestinal cuando surgen complicaciones graves no se da en el caso del injerto hepático, donde la urgencia del retrasplante ensombrece el pronóstico. A este respecto se ha comunicado la posibilidad de realizar trasplante hepatointestinal simultáneo usando injertos separados del mismo donante cadáver, para mantener la posibilidad de explantar el intestino si se produce rechazo agudo severo12. El trasplante del estómago se realiza siempre que sea necesario resecarlo, como en el caso de serias adherencias y fístulas secundarias a la enfermedad de base; la cabeza del páncreas o el páncreas entero se trasplanta junto al intestino y el hígado con dos objetivos fundamentales, evitar la complicada y potencialmente lesiva cirugía de banco que supone separar el páncreas y evitar una derivación biliodigestiva que aumenta la posibilidad de complicaciones postquirúrgicas15.El riñón se trasplanta en caso de fallo terminal, aunque determinados grupos como el de la Universidad de Miami, incluyen un injerto renal si existe un deterioro previo de la función con el fin de evitar el fallo completo debido la nefrotoxicidad de los fármacos inmunosupresores8. Selección del donante: Se basa en la compatibilidad ABO, el tamaño del injerto y del receptor y la serología de CMV. En alguna ocasión se ha descrito el trasplante de órganos ABO compatibles no idénticos, pero el resultado de los mismos ha sido decepcionante16. Es preferible un órgano de un tamaño menor del que le correspondería al donante, pero debido a la alta mortalidad en 539 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 51, Núm. 9, 2004 lista de espera se pueden adoptar como alternativas técnicas quirúrgicas adicionales para reducir el tamaño del injerto8. Son deseables donantes CMV (citomegalovirus) negativos para evitar la enfermedad persistente por CMV postrasplante, pero esto puede resultar difícil y no es una condición indispensable si la urgencia del caso lo requiere. El grupo de la Universidad de Illinois en Chicago defiende un nuevo programa de trasplante intestinal de donante vivo sobre la base de varias supuestas ventajas: mejor compatibilidad, menor tiempo de isquemia fría, mejor preparación del donante y mejores características teóricas del mismo21-23. Reconocen como desventaja el riesgo del donante, que incluye complicaciones postoperatorias inmediatas secundarias a la resección intestinal y problemas potenciales a largo plazo en la función de absorción intestinal, así como los riesgos de una función insuficiente del injerto debido al menor tamaño y de trombosis vascular de un pedículo de pequeño tamaño. Aunque la serie es muy pequeña presentan una menor tasa de rechazo y de infecciones en el postoperatorio respecto al grupo de donante cadáver tradicional22,24. De cualquier forma, como en la mayoría de los casos los pacientes susceptibles de recibir un trasplante de intestino aislado no se encuentran en una situación crítica, no parece muy necesario el uso de donantes vivos salvo que éstos ofrezcan una clara ventaja sobre el donante cadáver, como ocurre en el caso de gemelos idénticos17,18. Se ha combinado con éxito un donante vivo de lóbulo hepático izquierdo y un donante cadáver de intestino aislado para el trasplante hepatointestinal combinado a receptores infantiles cuya situación clínica justificaba la urgencia y complicación del procedimiento19. Cirugía en el donante: Aunque no se practica por parte de todos los grupos, se administran descontaminantes intestinales por sonda nasogástrica (anfotericina B, polimixina B y gentamicina) y antibióticos intravenosos al donante tan pronto como sea posible25,26. No se ha demostrado que el uso de descontaminantes intestinales disminuya las complicaciones infecciosas debidas a la traslocación bacteriana por deterioro de la barrera intestinal, por lo que en nuestro centro se limita al uso de antibióticos por vía intravenosa. Se realizan esternotomía y laparotomía medias y se canula la aorta infrarrenal, perfundiendo con la solución de la Universidad de Wisconsin después del clampaje. Para el intestino aislado se moviliza el intestino entero desde el yeyuno en el ligamento de Treitz hasta el colon descendente. Se diseca la vena mesentérica superior y se secciona inmediatamente inferior al páncreas. La arteria mesentérica superior se diseca hasta su raíz. El páncreas puede ser extraído en bloque y separarse en la cirugía de banco. En caso de trasplante multivisceral o hepato intestinal se extraen todos los órganos en 540 bloque y se desechan en cirugía de banco aquellos que no son necesarios, manteniéndose la cabeza del páncreas según la preferencia del equipo. Es vital seccionar la aorta torácica lo más alto posible, intentando tener así la cantidad suficiente de la misma para poder anastomosarla directamente a la aorta del receptor, especialmente en el caso de donantes muy pequeños. La aorta inferior se secciona entre la arteria mesentérica superior y las arterias renales. Algunos grupos defendían el uso previo de OKT3 o radiación externa para minimizar la incidencia de la Enfermedad de Injerto contra Huésped, intentando reducir el componente linforeticular del intestino del donante27,28; sin embargo grupos con amplia experiencia no usan esta técnica dada la escasa incidencia de este evento en el postoperatorio8. Es importante evitar un tiempo de isquemia mayor de 12 horas, aunque para garantizar un injerto óptimo es preferible que el tiempo sea menor de 9 e incluso de 7 horas. Cirugía del receptor 29,30: Cuando el hígado se explanta la mayoría de los grupos realizan hepatectomía usando la técnica piggyback para preservar constante el flujo a través de la cava31. El uso rutinario de by pass veno-venoso no es aplicable en la mayoría de los casos debido a la presencia de trombosis venosas extensas que presentan estos pacientes. La anastomosis arterial (a nivel supracelíaco o infrarrenal) se realiza normalmente con interposición de injerto arterial (un pequeño conducto de la aorta torácica del donante), de ahí la importancia de seccionarla lo más alto posible. El drenaje venoso del intestino aislado se deriva al sistema mesentérico del donante o a la misma vena cava (figura 1). Se ha sugerido mediante estudios experimentales que el drenaje al sistema porta tendría beneficios metabólicos e inmunológicos respecto a la anastomosis mesocava32,33, pero la relevancia clínica real no está clara; además, la técnica mesocava resulta técnicamente más sencilla y permite un mejor drenaje en caso de injertos pequeños. En el caso de trasplante hepatointestinal la anastomosis se realiza terminolateral en la cava suprahepática (técnica piggyback)31. La reconstrucción del tracto intestinal varía según los casos. En caso de intestino aislado o injerto hepatointestinal lo más común es realizar una anastomosis laterolateral (yeyunoyeyunostomía). Se puede dejar hecha una yeyunostomía a través de yeyuno del donante para colocar un tubo de alimentación de yeyunostomía o un tubo doble de gastroyeyunostomía con el fin de descomprimir el estómago al tiempo que mantener alimentación enteral a través del yeyuno. En el caso de trasplante multivisceral la anastomosis se realiza entre el esófago y la pared anterior del estómago, pudiéndose añadir una técnica de Nissen y realizándose siempre 44 L. GAJATE MARTÍN ET AL– Trasplante intestinal del adulto. Situación actual y perspectivas de futuro TABLA II Valoración preoperatoria Hemograma Estudio de coagulación (INR, actividad de protrombina, tiempo de cefalina, fibrinógeno) Electrolitos (Sodio, Potasio, Calcio) Fósforo y Magnesio Creatinina, Urea, BUN, albúmina, proteínas, glucosa. AST, ALT, LDH, FA, GGT, BRB Gasometría basal Electrocardiograma Radiografía simple de tórax Serología CMV, VHB, VHC, VIH, VEB. Pruebas de función respiratoria* Ecocardiografía* Ecografía doppler de venas centrales* Biopsia hepática* * siempre que esté clínicamente indicado INR = International normalized ratio; BUN = Nitrógeno ureico; AST = Aminotransferasa aspártica; ALT = Aminotransferasa de alanina; LDH = Lactato deshidrogenasa; FA = Fosfatasa alcalina; GGT = Glutamiltranspeptidasa; BRB = Bilirrubina; CMV = Citomegalovirus; VHB = Virus Hepatitis B; VHC = Virus Hepatitis C; VIH = Virus Inmunodeficiencia Humana; VEB = Virus Epstein-Barr Esta opción aumenta la oferta de injertos y disminuye el tiempo en lista de espera, sin la necesidad de esperar un injerto de tamaño adecuado19. Otra opción sugerida por el grupo del King’s College es el trasplante secuencial de hígado e intestino20. Fig. 1. Trasplante de intestino aislado. (VMS: vena mesentérica superior; AMS: arteria mesentérica superior; AO: Aorta). (Modificado de ref. 8). piloroplastia porque el estómago está completamente denervado. La anastomosis distal se realiza según las necesidades y características individuales de cada paciente. Todo et al. advierten del riesgo de trasplantar una pequeña porción del colon en la anastomosis distal, describiendo en su serie un mayor número de rechazos, al parecer en relación con un aumento del factor de necrosis tumoral alfa en el plasma6. En el extremo distal se realiza una ileostomía para facilitar el vaciado y la realización de endoscopias seriadas en el postoperatorio. Si se puede se realiza anastomosis latero lateral del intestino nativo. La ileostomía se cierra entre 6 y 12 meses después del trasplante si el paciente está libre de rechazo. Se realiza siempre colecistectomía. Si el tamaño del injerto es grande puede haber dificultades en el cierre, llegando a ser necesario el uso de una malla de Gore Tex, que habrá que intentar evitar por ser fácilmente contaminable a través de la ileostomía. Otra posibilidad es realizar hepatectomía parcial y resección parcial del intestino (más complicado) o bien realizar plastias abdominales, colgajos de piel, músculo y fasciotomías, facilitando así el trasplante de órganos demasiado grandes para el receptor. 45 Manejo anestésico: En la valoración preoperatoria los aspectos más importantes a estudiar antes del trasplante son el grado de desnutrición, la función hepática que puede estar alterada como consecuencia de la nutrición parenteral prolongada y la disponibilidad de accesos vasculares, tanto periféricos como centrales, los cuales suelen estar comprometidos por el uso prolongado de catéteres para nutrición. El estudio preoperatorio incluye el cuidadoso examen de todos los órganos y sistemas, como en cualquier paciente que va a ser intervenido quirúrgicamente y aunque estos pacientes no suelen padecer enfermedades cardiovasculares o pulmonares importantes, se realizarán las pruebas complementarias que se consideren oportunas si se detecta cualquier anomalía en el examen inicial. En caso de existir enfermedad hepática avanzada, en aquellos pacientes que van a ser sometidos a trasplante combinado de intestino e hígado, es fundamental estudiar las posibles complicaciones pulmonares o cardiovasculares derivadas de la hepatopatía, como venimos realizando en el caso de los trasplantes hepáticos. En la tabla II se enumeran las pruebas complementarias de rutina empleadas en la mayoría de los centros. La ultrasonografía e incluso la angiografía venosa pueden llegar a ser necesarias para valorar correctamente la permeabilidad de los accesos vasculares centrales e incluso para facilitar su canalización antes de la cirugía. 541 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 51, Núm. 9, 2004 Como en cualquier paciente, se usa la monitorización intraoperatoria de rutina previa a la inducción (ECG de dos derivaciones, presión arterial no invasiva y pulsioximetría periférica), pero si la situación clínica lo indica (como por ejemplo en el caso de enfermedad hepática avanzada) puede ser necesario monitorizar de forma invasiva la presión arterial antes de la inducción anestésica, que si no es el caso se monitorizará con el paciente anestesiado. Es imprescindible la monitorización de la presión venosa central a través de un catéter en venas yugulares o subclavias, que también se usará para infusión de medicación. En nuestro caso monitorizamos a través de un introductor colocado en vena yugular interna derecha las presiones de arteria pulmonar, el gasto cardíaco continuo y la saturación venosa mixta, pero si la situación clínica del paciente no lo requiere o si no se va a realizar trasplante combinado hepatointestinal no parece necesario. Son necesarias al menos dos vías de grueso calibre para la infusión de líquidos y hemoderivados, no siendo aconsejable el uso de las de miembros inferiores, puesto que el drenaje a través de la vena cava inferior puede verse comprometido según la técnica quirúrgica utilizada. Resulta imprescindible el sondaje vesical y la monitorización de la temperatura a través de termómetro esofágico o rectal si no contamos con un catéter de arteria pulmonar. El manejo intraoperatorio en el trasplante de intestino aislado no resulta complicado. Para evitar la posible aspiración se procede a una inducción de secuencia rápida con presión de cricoides, dada la posibilidad de enlentecimiento en el vaciado gástrico. Cualquier agente de inducción habitual puede ser válido y la relajación se obtiene con succinilcolina a dosis habituales. El mantenimiento anestésico en general se debe programar con vistas a una extubación precoz, la cual puede resultar difícil en quirófano por dos motivos fundamentales; por un lado la duración de la cirugía junto con el extenso campo quirúrgico y el posible sangrado hacen de estos pacientes candidatos seguros a la hipotermia intraoperatoria y, por otro, la posibilidad de la dificultad en el cierre de la herida con un aumento de la presión abdominal postoperatoria34. Todos los pacientes son intubados y el mantenimiento anestésico se puede realizar con una combinación de narcótico y agente volátil o propofol. En ningún caso es aconsejable el uso de oxido nitroso, por la posibilidad de distensión intestinal. La relajación muscular que suele resultar imprescindible, especialmente en el cierre de la incisión quirúrgica, es preferible realizarla con un fármaco que no precise la vía renal para su eliminación, como es el caso del cisatracurio. En nuestro caso usamos una combinación de remifentanilo, propofol y cisatracurio, junto con una mezcla de oxígeno542 aire. Muy interesante resultaría la posibilidad de implantar un catéter epidural para realizar anestesia multimodal y proporcionar analgesia postoperatoria, sin embargo la alta incidencia de alteraciones de la coagulación por disfunción hepática desaconseja su uso en muchos casos. En nuestra paciente el estudio de la coagulación, así como el recuento de plaquetas era rigurosamente normal en el preoperatorio, pero no se pudo usar la técnica por expresa petición de la enferma. Hay que anticiparse al descenso del retorno venoso y la hipotensión secundaria al clampaje de la vena cava inferior si ésta se produce (en aquellos casos en que la anastomosis se realiza entre la vena mesentérica y la vena cava inferior directamente). Aseguraremos una correcta presión venosa central previamente al momento, pero en ocasiones puede ser necesario el uso de vasopresores. Es muy importante mantener un correcto aporte de fluidos y hemoderivados para mantener un gasto urinario apropiado, así como evitar con todos los medios a nuestro alcance la posibilidad de desarrollar hipotermia intraoperatoria (mantas de calor, calentadores de fluidos, aumentar la temperatura del quirófano, así como utilizar soluciones calientes para irrigar la cavidad expuesta). La hipotermia por sí misma es capaz de provocar alteraciones hemodinámicas, arritmias y vasoconstricción periférica, entre otras, pero además es un factor adicional negativo para la extubación postoperatoria precoz y puede disminuir la respuesta inmunológica a la infección, que constituye una de las complicaciones postoperatorias más graves y frecuentes35. El clampaje aórtico no suele crear problemas pues éste suele ser parcial, sin ocluir completamente el flujo sanguíneo. En cualquier caso hay que estar prevenidos ante la eventualidad de un aumento de la postcarga si éste es total (uso racional de vasodilatadores como nitroglicerina o nitroprusiato). Durante el periodo de reperfusión puede producirse cierta inestabilidad hemodinámica debido al cambio en la concentración de potasio (la solución de preservación de la Universidad de Wisconsin es rica en este catión), los cambios de temperatura y las variaciones en el equilibrio ácido-base. Si la anastomosis venosa se realiza a la porta, el hígado suele actuar como tampón, pero si la anastomosis se realiza directamente a la cava los cambios metabólicos y hemodinámicos pueden ser similares a los producidos después de la reperfusión del injerto hepático36. Las alteraciones más graves después de la reperfusión pueden ser las arritmias y la asistolia, debidas a la hiperpotasemia y a la hipotermia. Como medidas preventivas en caso de anastomosis a la cava inferior, se administra calcio intravenoso y se hiperventila momentáneamente con oxígeno al cien por cien, usando fármacos vasopresores si es necesario (100-200 microgramos de adrenalina). 46 L. GAJATE MARTÍN ET AL– Trasplante intestinal del adulto. Situación actual y perspectivas de futuro No suele ser necesaria la infusión de bicarbonato para corregir el estado de acidosis. Diversos autores postulan el uso de vasodilatadores para mejorar el flujo a nivel del hígado, riñón y territorio esplácnico (dopamina, dopexamina e incluso prostaglandina E1)37, aunque su efecto a corto y largo plazo no es tan prometedor como se pensaba en un principio. Sí ha quedado sobradamente demostrado que el uso racional y restringido de hemoderivados disminuye la incidencia de trombosis vasculares en el postoperatorio. Es conveniente monitorizar ciertos parámetros analíticos a lo largo del proceso, como mínimo en tres ocasiones: durante la disección antes del clampaje, durante el implante y después de la reperfusión. Al menos monitorizaremos la concentración de hemoglobina y el hematocrito, recuento de plaquetas, un estudio de coagulación rutinario (INR, actividad de protrombina y tiempo de cefalina), sodio, potasio, calcio, glucosa, gasometría arterial y ácido láctico si disponemos de la posibilidad. Hay que vigilar especialmente la posibilidad de hipoglucemia de rebote al suspender bruscamente la alimentación parenteral. Inmunosupresión: La inmunosupresión se basa en tacrolimus en la mayoría de los casos, asociado a esteroides y otros inmunosupresores. La dosis de esteroides a administrar es de 1 gramo inmediatamente después de la reperfusión del órgano, 200 mg el día siguiente y pauta descendente hasta 20 mg el quinto día, manteniéndose de 3 a 6 meses hasta la retirada definitiva siempre que sea posible. Si se usa mofetil micofenolato como adyuvante la dosis será de 2 gramos al día repartidos en dos dosis. No hay evidencia de que el uso rutinario de azatioprina o mofetil micofenolato disminuya el número y la severidad de los episodios de rechazo, aumentando según algunas comunicaciones el número de infecciones postoperatorias38,39, aunque esto estaría más relacionado con el número y la dosis de los inmunosupresores que con el tipo de los mismos. Se han descrito otras pautas, en un intento de minimizar los efectos colaterales del tacrolimus, añadiendo fármacos de nueva aparición y disminuyendo la dosis del mismo, al tiempo que se han conseguido disminuir el número y la severidad de los rechazos, la incidencia de infecciones postoperatorias y de la enfermedad linfoproliferativa postrasplante40-44. En caso de aparición de rechazo demostrado anatomopatológicamente se administrarán dosis altas de esteroides y OKT3 en caso de rechazos corticorresistentes. El anticuerpo anti-TNF-alfa Infliximab (Remicade; Essex Pharma, The Netherlands) se presenta como una alternativa esperanzadora en caso de rechazos resistentes tanto a los corticoides como al OKT345. En nuestro 47 caso usamos una combinación de cuatro inmunosupresores; tacrolimus para alcanzar niveles entre 20–25, metilprednisolona a las dosis citadas, azatioprina 1,5 mg Kg durante el primer mes y basiliximab 20 mg el día 1 y 20 mg el día 4. Con este régimen no tuvimos ningún tipo de complicación infecciosa en el postoperatorio inmediato durante la estancia de la paciente en la unidad de cuidados intensivos. Especialmente prometedores son los resultados obtenidos en los últimos años combinando bajas dosis de tacrolimus con sirolimus (Rapamicina), un inmunosupresor derivado de la purificación del hongo Streptomyces hygroscopicus, que limita la capacidad de los linfocitos T de replicarse46. Recientemente se ha comunicado un aumento significativo de la supervivencia del injerto y del paciente utilizando cuádruple terapia con esteroides, tacrolimus, sirolimus y basiliximab, disminuyendo a su vez los efectos colaterales de los anticalcineurínicos47, aunque aumentando al parecer la incidencia de dehiscencia de suturas y retraso en la cicatrización de la herida. Se está valorando la eficacia de otros fármacos como el Daclizumab o el Campath-1H, un anticuerpo monoclonal anti CD 52 que parece prevenir la agresiva respuesta de los linfocitos después del trasplante48. Se realizará profilaxis antibiótica según el protocolo establecido por cada Unidad y algunos grupos defienden la descontaminación intestinal con anfotericina B, polimixina y gentamicina por vía oral, en los primeros días del postoperatorio. Se puede iniciar muy lentamente una perfusión de dextrosa al 5% por la yeyunostomía, al día siguiente de la intervención y avanzar en la nutrición enteral en cuanto funcione el injerto. La función de éste se puede monitorizar mediante la observación del débito a través de la ileostomía, que es elevado durante los primeros días y disminuye según mejora la función del intestino. El vaciado gástrico está retardado casi sistemáticamente en estos pacientes, especialmente en estómagos nativos49. La nutrición parenteral se retira según se avanza en la enteral y se puede iniciar la tolerancia oral si no hay inconveniente tan pronto como lo permita la evolución del paciente, pero no se suele alcanzar el aporte calórico total por vía oral hasta pasados meses después de la cirugía, manteniendo suplementos mediante la alimentación enteral hasta entonces. Siempre que surjan complicaciones relacionadas con el intestino se procederá a la reanudación del aporte calórico a través de nutrición parenteral. Los accesos venosos centrales hay que retirarlos tan pronto como sea posible para evitar infecciones asociadas a catéter. Hay que tener especial cuidado durante los primeros días en el balance hidroelectrolítico, porque las pérdidas diarias a través de la ileostomía pueden superar los 10 litros. Las endoscopias con biopsias se realizan de forma proto543 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 51, Núm. 9, 2004 colizada para comprobar el correcto funcionamiento del injerto una o dos veces por semana según distintos protocolos, y siempre que haya sospecha de malfuncionamiento del injerto (aumento del débito intestinal, sangrado, fiebre, malabsorción, mal aspecto externo de la ileostomía). Algunos grupos infunden células de médula ósea no modificadas del donante al receptor, en un intento de inducir tolerancia inmunológica50,51. Se administran el día 5 y el día 11 del postoperatorio52. Aunque teóricamente parece una buena idea no ha demostrado hasta el momento beneficio en la supervivencia del paciente ni del injerto53. Recientemente se ha comunicado una mejor tolerancia del injerto intestinal en un paciente al que se le administró por vía intraporta sangre completa del donante, combinándolo con dosis bajas de inmunosupresión55. La descontaminación intestinal se mantiene durante dos semanas en el donante según práctica habitual de algunos grupos64. Complicaciones postoperatorias: El rechazo del injerto es frecuente, hasta el 70-90% de los receptores de trasplante intestinal y hasta 2,5 episodios de rechazo por injerto54. Se presenta normalmente en forma de fiebre, diarrea, malabsorción, débito hemático por la ileostomía, íleo paralítico o alteración de la analítica hepática. La fiebre es la forma clínica de presentación más frecuente, aunque ésta puede deberse a la infección secundaria a la traslocación bacteriana que se produce a través de una barrera intestinal alterada por el propio rechazo56. El débito a través de la ileostomía debe ser monitorizado cuidadosamente, pues tanto un aumento en el mismo como una franca disminución (íleo paralítico) pueden reflejar un rechazo incipiente. La alteración de la analítica hepática en forma de colestasis puede reflejar un rechazo hepático por sí mismo (más raro en caso de trasplante combinado) o la alteración hepática secundaria al daño intestinal por el rechazo de éste último. La confirmación se realiza irremediablemente por medio del estudio anatomopatológico de las biopsias, pero se progresa en la descripción de nuevos métodos como la detección del aumento de los niveles de determinadas mucinas intestinales y citoquinas (MUC2, MUC4, interferón gamma y factor de necrosis tumoral alfa)57, los cambios en la concentración de ácidos biliares en el suero58 o la determinación de los niveles de citrulina en suero como marcador precoz de rechazo intestinal59. El rechazo se clasifica en leve, moderado y severo60,61. En el rechazo leve aparece erosión de vellosidades, un moderado infiltrado inflamatorio crónico desde la mucosa hasta la muscular y un moderado grado de infiltrado linfocitario en las criptas. En el caso de rechazo moderado, junto a las alteraciones anteriores, aparecen abscesos en las crip544 tas, un infiltrado inflamatorio más intenso y cambios inflamatorios que incluyen a la capa muscular. En el caso de rechazo severo, intensa erosión de vellosidades y cambios necróticos de la mucosa superficial junto a un infiltrado inflamatorio mixto severo, apoptosis, vasculitis y necrosis transmural. El proceso de rechazo puede ser segmentario, pudiendo aparecer áreas sanas frente a otras con rechazo severo y otras con rechazo leve. Por esta razón se deben realizar varias biopsias a distintos niveles del injerto y no es válida la obtención de las mismas de la boca de la ileostomía, porque los cambios inflamatorios crónicos que se producen aquí enmascaran el diagnóstico. En la serie de Pittsburg de 2002, el 58,4%, 16,6% y 8,7% de los pacientes presentaron rechazos leves, moderados y severos respectivamente. Sólo el 15,6% de las biopsias estaban libres de rechazo8. Una manera grosera de anticipar el diagnóstico son las imágenes obtenidas en la endoscopia, pero ésta sólo parece sensible en el caso de rechazo severo, teniendo escaso valor predictivo negativo en caso de encontrarse una mucosa de aspecto macroscópico normal. En caso de rechazo severo encontraremos importante eritema, ulceraciones, exudados e incluso una mucosa denudada. No obstante la aparición de la endoscopia con zoom permite una observación más cercana y detallada de las estructuras de la mucosa intestinal y pudiera convertirse en un método diagnóstico aceptable62. En algunas series se ha analizado los casos de rechazo severo y su pronóstico y los resultados son desalentadores, recomendándose en estos casos el explante del injerto o el retrasplante lo antes posible. Las infecciones bacterianas, víricas o fúngicas son otra complicación frecuente en el postoperatorio, y la sepsis, la principal causa de muerte. Las descritas más frecuentemente son la peritonitis secundaria a perforación o dehiscencia de suturas, bacteriemia asociada a catéter y neumonía. En cuanto a los microorganismos aislados son múltiples y diversos; Stafilococos, Enterococos, Klebsiella, Pseudomonas, Serratia; Candidas y Aspergilus entre las fúngicas y Citomegalovirus, Adenovirus y Virus Sincitial Respiratorio entre los virus. También se han comunicado cultivos positivos para micobacterias atípicas con buena respuesta al tratamiento63. En los centros donde se realiza descontaminación intestinal la mayoría de las bacterias aisladas son Gram positivas, debido la acción selectiva sobre las Gram negativas. Respecto a esta complicación juega un papel determinante la posibilidad de traslocación bacteriana a través de la mucosa intestinal, definida como el paso de bacterias y sus productos desde la luz intestinal hasta tejidos estériles. Se sugiere una relación directa entre el tiempo de isquemia mayor de 9 horas, la presencia de colon en el injerto y el desarrollo de rechazo agudo, con la aparición de traslocación 48 L. GAJATE MARTÍN ET AL– Trasplante intestinal del adulto. Situación actual y perspectivas de futuro bacteriana64, que ha demostrado en recientes estudios en animales el papel que juega en la génesis de las infecciones después de este procedimiento65-67. Otros factores de riesgo como son el tratamiento antibiótico, la nutrición parenteral, las alteraciones de la motilidad intestinal, el daño de preservación del injerto y la malnutrición están presentes también en la mayoría de estos pacientes. La enfermedad linfoproliferativa postrasplante (ELFP) es la causa más importante de pérdida tardía del injerto. En una serie de 71 trasplantes intestinales de la Universidad de Pittsburg 12 pacientes (un 17 %) desarrollaron ELFP de los cuales murieron 86,68. En otra serie de la Universidad de Miami sólo un niño presentó esta complicación 20 meses después del trasplante, falleciendo. La alta incidencia de esta enfermedad parece ser debida a las altas dosis de inmunosupresión necesarias y al alto contenido de tejido linfoide del intestino, relacionándose con el virus Epstein-Barr y con el tratamiento con OKT368. El tratamiento consiste en la reducción de la inmunosupresión y quimioterapia e inmunoterapia coadyuvante. Nunca se deberá retirar por completo la inmunosupresión por el claro riesgo de rechazo severo y pérdida del injerto. La enfermedad injerto contra huésped es más frecuente en el trasplante intestinal que en el hepático o en el renal69. En una serie de Pittsburg8 el 19% de los pacientes presentaron esta complicación (5 confirmado por biopsia y 2 con diagnóstico clínico). En este centro la incidencia es mayor debido probablemente al uso rutinario de infusión de médula ósea del donante al receptor en ese intento citado antes de inducir tolerancia inmunológica. Las manifestaciones clínicas incluyen rash cutáneo, fiebre y alteración de la analítica hepática. El desarrollo suele coincidir con niveles bajos de inmunosupresión en sangre y responde adecuadamente a un aumento de la misma. Como la mayoría del tracto gastrointestinal es del donante la manifestación intestinal de esta enfermedad no se observa, salvo en la porción de intestino nativo69. La recurrencia de la enfermedad de base es rara pero se ha descrito en casos de enfermedad de Crohn70 y en pacientes con tumores desmoides y trasplante multivisceral. La trombosis arterial o venosa es extremadamente rara en los injertos intestinales debido al grueso calibre de las anastomosis vasculares, pero pudiera verse favorecida en casos de lesión de la íntima arterial, injertos demasiado pequeños o episodios de rechazo muy severo75. Resultados: Los resultados de 1997 del International Intestinal Trasplantation Registry4 han mejorado en los últimos años. Las indicaciones principales para el 49 TABLA III Inmunosupresión de mantenimiento Tacrolimus Prednisona Rapamicina Azatioprina Mofetil Micofenolato Daclizumab Ciclosporina 97% 92% 16% 12% 8% 5% 2% Intestinal Trasplant Registry83 (hasta el año 2001) trasplante en adultos fueron la isquemia intestinal, la enfermedad de Crohn, trauma intestinal y tumores desmoides. En niños, gastrosquisis, enterocolitis necrotizante, vólvulos y pseudoobstrucción aparecen como las indicaciones más comunes. La inmunosupresión de base fue el tacrolimus aislado en el 62%, tacrolimus con MMF en el 16%, ciclosporina en el 19% y otros en el 3%. Es de destacar la mejora en la supervivencia desde 1991, con la mayor utilización del tacrolimus como inmunosupresor de base, que ha demostrado ser mejor que la ciclosporina 71. También destaca una mayor supervivencia en aquellos centros con más de 10 procedimientos realizados, demostrándose una curva de aprendizaje de los grupos. Las tasas de supervivencia globales son de 66% al año y de 46% a los 3 años, siendo más altas en el caso de intestino aislado (77% y 55% respectivamente) gracias a la posibilidad de retirar el implante si se produce una complicación importante, recuperando la nutrición parenteral previa. No se encontró asociación entre el tipo de donante, el pretratamiento del mismo ni el diagnóstico de la enfermedad, con la supervivencia del injerto. El resultado a largo plazo y la relación coste-beneficio se acerca cada vez más a la de la nutrición parenteral total10,72,73 (la tasa de supervivencia global de los pacientes en régimen de nutrición parenteral domiciliaria es del 85% a los 3 años)74. Según datos del 2001 obtenidos de la página web del International Intestinal Transplantation Registry, existían 55 centros en el mundo que realizaban este procedimiento, habiéndose realizado hasta mayo de 2001 alrededor de 700 trasplantes (figura 2), de los cuales el 40% se realizaron en pacientes mayores de 16 años. Aproximadamente el 42% fueron trasplantes intestinales aislados, 14% multiviscerales y el resto hepatointestinales. En el 97% se uso tacrolimus como inmunosupresión, en el 92% prednisona, 16% rapamicina, 12% azatiprina, 8% MMF, 5% Daclizumab y sólo 2% recibieron ciclosporina, lo que demuestra el claro cambio producido en la inmunosupresión (tabla III). La supervivencia global del injerto era en ese momento de un 70% a los 6 meses y la mortalidad en lista, de un 50% para los pacientes en espera de un trasplante hepatointestinal combinado y de un 10% 545 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 51, Núm. 9, 2004 en la técnica anestésica y el exquisito cuidado intra y postoperatorio por parte del anestesiólogo integrado en los equipos multidisciplinares de trasplante contribuyen a disminuir la severidad y el número de complicaciones de este procedimiento. 100 90 80 70 60 50 BIBLIOGRAFÍA 40 1. 30 20 10 2001 2000 1999 1998 1997 1996 1995 1994 1993 1992 1991 1990 0 Fig. 2. Trasplantes intestinales realizados por año en el mundo hasta el 2001 (número absoluto de trasplantes por año). International Intestinal Transplant Registry80. para los de trasplante intestinal aislado75. En uno de los últimos trabajos publicados al respecto se comunican supervivencias a los 3 años del injerto y del paciente del 88% y del 71% respectivamente, encontrándose el 95% de los supervivientes libres de nutrición parenteral; hay que destacar la menor incidencia de rechazos respecto a años anteriores, especialmente desde la introducción del sirolimus como inmunosupresor de base76. Todos los datos son actualizados a través del Intestinal Transplant Registry, que recoge los casos de los centros participantes. En diciembre de 2003 Grant et al. presentaron los últimos resultados en el VIII Simposium Internacional de Trasplante de Intestino celebrado en Miami. El número de centros participantes había aumentado a 61 (19 países). Es de destacar que la supervivencia al año de los pacientes trasplantados después de 2001 es del 80% para intestino aislado y del 60% para el trasplante hepatointestinal, con supervivencias del injerto cercanas al 70%80. Perspectivas: Como se puede comprobar el trasplante de intestino está cada vez más cerca de los resultados obtenidos en el trasplante de otros órganos sólidos, avanzando muy rápido gracias a la experiencia obtenida en estos últimos. El problema fundamental sigue siendo el control del rechazo y las consecuencias de una inmunosupresión muy potente, pero la solución no parece basarse en un aumento de los niveles de los fármacos inmunosupresores sino en el desarrollo de otros más eficaces o el uso de otras estrategias alternativas como la inmunosupresión farmacológica unida a técnicas de inducción de tolerancia inmunológica al injerto77-79,81,82. El refinamiento 546 Carrel A. The transplantation of organs. A preliminary communication. JAMA 1905;45:1654. 2. Starzl TE, Rowe M, Todo S, Jaffe R, Tzakis AG, Hoffman, A et al. Transplantation of multiple abdominal viscera. JAMA 1989;261(10):1449-1457. 3. Margreiter R, Konigstrainer A, Schmid T, Koller J, Kornberger R, Oberhuber G et al. 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