Subido por roberto calderon

PASOS PARA LA ORACIÓN EFICAZ

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CUATRO PASOS PARA UNA ORACIÓN EFICAZ
Orar constantemente cambiará su vida. De hecho, muchas de las bendiciones que Dios
quiere que usted disfrute nunca vendrán a menos que ore.
Pienso que todos los cristianos saben que deberían orar, y todos los cristianos desean orar.
Pero muchas personas de Dios, si realmente fuesen francas y transparentes sobre este
asunto, tendrían que admitir que su vida de oración es mediocre o inexistente.
Durante los próximos devocionales, quiero compartir con usted cuatro puntos sencillos
sobre la oración para que así pueda recordar cómo hacer su vida de oración más eficaz y
se inspire a orar con más constancia.
1. LA ALABANZA (Salmo 100)
Salmos 100:1-4 nos ayuda a entender el primer punto importante sobre la oración: la
alabanza.
Aclamen alegres al Señor, habitantes de toda la tierra; adoren al Señor con regocijo.
Preséntense ante él con cánticos de júbilo. Reconozcan que el Señor es Dios; él nos hizo, y
somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado. Entren por sus puertas con acción de
gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza; denle gracias, alaben su nombre.
El versículo 2 nos dice: “Preséntense ante él con cánticos de júbilo”. Y en el versículo 4 note
la palabra “entrad”. En otras palabras, la alabanza es la manera en la que debe entrar a la
presencia de Dios. Es la mejor manera de comenzar su oración.
Cuando quiera dirigirse a Dios, empiece dando gracias. Comience alabándole.
De manera que hoy, y cada día, haga la alabanza el punto de partida para su conversación
con Dios.
2. EL ARREPENTIMIENTO (Salmo 19:12-13)
En nuestro devocional anterior comenzamos a ver lo que se requiere para una oración
eficaz. El primer punto es la alabanza. Hoy quiero concentrarme en el segundo punto
importante: el arrepentimiento.
Por arrepentimiento en la oración me refiero a tomar el tiempo ante Dios para examinar su
corazón y arrepentirse de cualquier cosa que se haya interpuesto entre usted y Él. Salmos
19:12–13 lo expresa muy bien:
¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy
consciente! Libra, además, a tu siervo de pecar a sabiendas; no permitas que tales pecados
me dominen. Así estaré libre de culpa y de multiplicar mis pecados.
El versículo 12 comienza con la pregunta: “¿Quién está consciente de sus propios errores?”
El salmista nos está diciendo: “Uno no siempre sabrá cuando haya hecho algo malo. Uno no
siempre se dará cuenta de cuando haya cometido transgresión”.
Lo que David está señalando son las faltas ocultas y los pecados secretos los cuales
todavía pueden tener dominio sobre usted—aunque no se percate de que lo que hizo
estuviese mal.
Por ejemplo, en ocasiones permitimos que ciertas actitudes entren en nuestros corazones
que ni siquiera nos damos cuenta que sean incompatibles con el carácter de Dios. O, en
ocasiones, decimos y hacemos cosas que son perjudiciales, no solamente para nosotros,
sino para otros, y no comprendemos en su totalidad el daño que hemos causado.
¿Cómo trata con estos pecados? Usted simplemente viene delante de Dios y le dice: “Dios,
muéstrame aquello en mi vida que se ha interpuesto entre Tú y yo, y me arrepentiré”.
De manera que, cuando ore, pídale a Dios que le muestre cualquier pecado en su vida que
quizás usted esté pasando por alto. Dios honrará su corazón arrepentido.
3. PEDIR
(1 Juan 3:21-22) (Mateo 7:7-11)
Hasta ahora hemos descubierto que la alabanza y el arrepentimiento son los primeros dos
pasos hacia una oración eficaz. Hoy quiero mostrarle el tercer paso que es muy importante:
pedir.
En el devocional anterior hablamos sobre cómo el arrepentimiento es buscar en el corazón
de uno y pedirle a Dios que nos muestre aquellas áreas donde estamos fallando, y después
arrepentirnos de aquello que salga a la luz. Cuando su corazón está limpio, puede tener la
confianza ante Dios para pedirle. Así como 1 Juan 3:21–22 dice:
Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa
que pidamos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos las
cosas que son agradables delante de él.
En Mateo 7:7–11, Jesús nos dice:
Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que
pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Quién de ustedes, si su
hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si
ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que
está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!
Bastante claro, ¿no es así? Dios le ama y quiere lo mejor para usted. Tenga cuidado de no
suavizar las palabras de Jesús, o de alguna manera tratar de racionalizarlas o complicarlas.
Jesús quiso decir exactamente lo que dijo.
Sin embargo, hay algunas condiciones. Y en nuestro próximo devocional veremos estas
condiciones para recibir cualquier cosa que le pidamos a Dios.
Al pedir hay algunas condiciones:
(San Juan 14:13, 15:7, 16:23-24)
Dios sí quiere que le pida. Pero hay algunas condiciones que Él nos da para contestar
nuestras peticiones. En Juan capítulos 14–16 encontramos varias de estas condiciones.
Necesitamos recordar que éstas son las últimas horas de Jesús con sus discípulos, y quiere
que ellos comprendan cómo en realidad funciona la oración. Vez tras vez, enfatiza la
necesidad de pedir, pero Sus respuestas estarán basadas en tres condiciones.
En primer lugar, en Juan 14:13, Jesús dice que su petición debe glorificar a Dios.
Cualquier cosa que ustedes pidan en mi nombre, yo la haré; así será glorificado el Padre en
el Hijo.
En segundo lugar, en Juan 15:7, Él dice que su petición debe ser consistente y estar en
armonía con Su Palabra.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les
concederá.
Y, por último, en Juan 16:23–24 Jesús fija la condición de que su petición debe traerle
gozo.
En aquel día ya no me preguntarán nada. Ciertamente les aseguro que mi Padre les dará
todo lo que le pidan en mi nombre. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y
recibirán, para que su alegría sea completa.
Repetidamente, Jesús le ordena que pida. Sin embargo, cuando pida, cerciórese de que su
petición glorifique a Dios, que esté en consonancia con Su Palabra, y que le traiga gozo.
4. Deleitarse: El cuarto paso para la oración eficaz (Salmo 37:4)
Salmos 37:4 nos da el cuarto elemento para la oración eficaz que hemos estado analizado
en los últimos devocionales.
Esto es lo que dice Salmos 37:4:
Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.
Ahora bien, la palabra hebrea para deleitarse en este versículo literalmente significa ser
suave o flexible. Esto significa que “deleitarse” en el Señor es asumir una postura de ceder
ante Dios.
De manera que la pregunta es: ¿Cómo practica ceder ante Dios cuando ora? Ceder es
cuando usted deja de hablar y espera, escucha, y buscar oír a Dios.
Pregúntele a Dios ¿hay algo que quisieras decirme? ¿Tienes algunas indicaciones para mí?
¿Hay algo que quieres que cambie?
Después, en silencio, espere a que él hable.
Mientras usted asume esta postura de ceder y esperar silenciosamente ante Dios, se
sorprenderá de algunas de las cosas que Dios traerá a su mente y a su corazón.
Sin duda alguna, escuchará a Dios si le pide que le hable a su corazón, y si espera
silenciosamente ante Él.
Sus oraciones en verdad pueden ser eficaces si se compromete a seguir estos cuatro
principios: la alabanza, el arrepentimiento, pedir y deleitarse. Así es como debería orar.
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