La Educación Primaria se encuentra inmersa en un proceso de transformación, a partir de Tercer Perfeccionamiento de la Educación que se está llevando a cabo en nuestro país. Se hace necesario entonces preparar a los docentes para realizar con calidad la inclusión educativa. Cuando nos referimos a inclusión educativa, hacemos referencia al conjunto de procesos que minimizan o eliminan las barreras que limitan el aprendizaje y la participación de todos los educandos. Por lo que incluye a todos, no sólo a los que presentan necesidades educativas especiales asociadas o no a una discapacidad, como erróneamente se piensa cuando hablamos de inclusión educativa. Tener una escuela inclusiva significa brindar una atención a la diversidad; diversidad que se manifiesta en cada uno de nosotros pues somos únicos e irrepetibles y es entonces donde la diversidad se convierte en norma. Una institución educativa donde cada educando pueda potenciar su desarrollo en función de sus habilidades. Por supuesto, cada quien a su ritmo y estilo de aprendizaje. La inclusión educativa no puede ser vista sólo como un proceso que lleva a cabo en las escuelas o instituciones educativas, sino desde un espectro más amplio que incluya a la comunidad, la familia. Los docentes desde su posición de educador contribuyen al desarrollo exitoso del proceso de inclusión educativa, a través de la transmisión de nuevos valores en la escuela, la participación activa de los educandos que desde el currículo institucional debe estar concebido. Es importante señalar que los educandos que asisten a nuestras instituciones y la institución en sí forman parte de la comunidad, siendo imprescindible que la propia comunidad no los excluya. Se precisa pues de una institución educativa que se adapte a las necesidades y potencialidades de sus educandos y no que sean los educandos los que se adapten a la institución educativa.