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INTERCAMBIO TELEGRAFICO

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Intercambio telegráfico previo: análisis doctrinario y jurisprudencial
Autor:
Pérez Sasso, Christian Andrés
Cita: RC D 964/2019
Sumario:
I. Introducción. II. Normativa aplicable. III. Principios imperantes en el intercambio telegráfico. IV. Soluciones en el
caso de domicilio cerrado o falta de retiro del "aviso de visita". V. Validez de las comunicaciones dirigidas al
domicilio constituido en el intercambio telegráfico. VI. Validez de las comunicaciones dirigidas al domicilio legal
del estatuto societario. VII. Validez de las comunicaciones que retornan con la leyenda "rechazado". VIII.
Notificaciones cruzadas. IX. Plazo de conservación de las piezas epistolares. X. Conclusiones.
Intercambio telegráfico previo: análisis doctrinario y jurisprudencial
I. Introducción
Es sabido dentro del Derecho Laboral la importancia que radica en un pleito el intercambio telegráfico previo al
inicio de las acciones correspondientes. Es así que, en principio se debe poner en mora a la parte contraria (el
plazo dependerá de la injuria que se trate), para luego apercibirlo en caso de ser omiso a la requisitoria o no
cumplir la misma.
En este sentido es primordial considerar los principios subyacentes en materia del Derecho de Trabajo que están
presente dentro de esta etapa: conservación del empleo (art. 10, LCT), irrenunciabilidad (art. 12, LCT),
intimaciones y presunción (art. 57, LCT), exclusiones de presunciones (art. 58, LCT), obligación genérica de las
partes (art. 62, LCT), deber de actuar de buena fe (art. 63, LCT), despido con justa causa (art. 242, LCT),
Comunicación e invariabilidad de la causa de despido (art. 243, LCT[1]).
En la presente se desarrollará cuestiones transcendentes en el devenir de un proceso laboral: ¿El medio
empleado fue el correcto?; ¿Esta notificada la parte contraria?; ¿Qué ocurre cuando el domicilio es cerrado o no
se retira en el correo respectivo los avisos de visitas?
A lo largo de las siguientes líneas nos adentraremos a la temática propuesta, a los fines de dar respuesta a una
serie de interrogantes, que se enfrentan día a día los operadores del sistema laboral argentino.
II. Normativa aplicable
A los efectos de un entendimiento adecuado citaremos la regulación específica en lo que concierne a las
notificaciones en el intercambio telegráfico:
Ley 750 1/2 - Ley de Regulación de Servicios de Telégrafos Nacionales: En sus artículos 90 a 97 estipula el
sistema general de validez de este documento.
Ley 19798 (B.O. 22.06.1972) - Ley Nacional de Telecomunicaciones: el capítulo II regula la "telegrafía",
determina que los telegramas simples se archivarán por tres años, con excepción de los colacionados expedidos
y recibidos, los cuales se conservarán por cinco años (art. 54).
Ley 20216 (B.O. 23.03.1973) - Ley de Regulación General de los Servicios: consagra los principios de
inviolabilidad y secreto postal de los envíos postales (art. 6 - en correspondencia con el art. 18 de la CN) y que
solo podrá ser requerido por el remitente del envío y/o por la autoridad judicial competente.
Res. Encontel 1110/1984 (B.O. 02.07.1984): regula la admisión del instrumento por el agente fiscal y los
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procedimientos para certificación y sellado de copia. Describe el procedimiento a utilizar, así, regula que luego de
haber confeccionado el impositor el aviso de recibo, se lo unirá al envío en la forma reglamentaria y,
posteriormente, el empleado postal certificará y sellará las copias que deberá devolver al remitente junto con el
recibo de imposición.
Ley 23789 (B.O. 31.07.1990): Establece para los trabajadores dependientes, los jubilados y pensionados un
servicio de telegrama y carta documento gratuito para el remitente. Este servicio podrá ser utilizado por el obrero,
así lo regla en los siguientes términos: "a) por el trabajador dependiente, para cualquier comunicación dirigida a
su empleador que deba efectuar vinculada con su contrato o relación de trabajo, tanto si la remite en forma
personal o representado por la organización gremial correspondiente".
El artículo 1 de la Resolución 1356/2007 del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social: se abre el abanico
de posibilidades de las posibles notificaciones a cursar, se agrega las comunicaciones realizadas por los
trabajadores a las Aseguradoras de Riegos del Trabajo y las remitidas por los derecho-habientes del causante a
su ex empleador, solicitando la certificación de servicios del trabajador fallecido; el trabajador dependiente o la
asociación sindical que lo represente, para enviar a la Administración Federal de Ingresos Públicos copia del
requerimiento enviado a su empleador en los términos del inciso b) del artículo 11 de la Ley 24013 (Inciso
incorporado por art. 48 de la Ley 25345).
Decreto 1187/1993 (B.O. 16.06.1993): Establece que la empresa Encotesa prestará sin exclusividad y en forma
obligatoria el servicio universal postal de correspondencia simple interprovincial.
Decreto 2281/93 (B.O. 25.11.1993): Reglamenta la Ley 23789, articula que el telegrama no podrá contener un
texto de más de treinta (30) palabras, excluidas las referidas a datos necesarios para su remisión y recepción, en
tanto que la carta documento no tendrá una extensión mayor a UN (1) ejemplar del formulario respectivo.
Ley 24487 (B.O. 27.06.1995): es la disposición legislativa que torna operativa, regulando todo lo relativo al
servicio de telegrama y carta documento enviados por el trabajador al empleador, de acuerdo a lo previsto por la
Ley 23789. Establece que el empleador está obligado a recibir las comunicaciones escritas que, por asuntos
referidos a una relación de trabajo, le curse cualquier trabajador que se encuentre vinculado a él. Está asimismo
obligado a recepcionar tales comunicaciones cuando le sean cursadas por el apoderado del trabajador o por la
entidad gremial que lo represente, de conformidad con lo establecido en la Ley de Asociaciones Sindicales. El
incumplimiento de estas obligaciones constituirá infracción sancionable con multa, de acuerdo al régimen de
policía del trabajo. El art. 3 redujo el máximo de palabras a veinticinco para los telegramas.
Decreto 150/1996 (B.O. 21.02.1996): Enumera, los datos que deberán consignarse en el formulario respectivo.
Enuncia que la Empresa Oficial de Correos conservará el registro de cada envío por el término fijado para la
prescripción de derechos según la legislación laboral, previsional o de obras sociales que correspondiere (en
material Laboral dos (2) años). Del mismo modo menciona que cuando el destinatario no se encuentra, se dejará
aviso de visita para que este último (o quien disponga autorización), retire el Telegrama colacionado dentro del
plazo de 48 Horas, posteriormente la pieza será devuelta al emisor.
Res. MTSS 558/1998 (B.O. 23.09.1998): Determina que es El Correo Argentino S.A. quien proveerá los
formularios específicos, de acuerdo al Dec. 150/1996 (implementando un único sistema de notificación fehaciente
laboral)
Res. MTSS 149/1999 (B.O. 07.04.1999): regula sobre cuestiones que no tenían respuesta hasta ese momento,
así que, en los supuestos en que el texto no supere las treinta (30) palabras el envío tendrá tratamiento
telegráfico, mientras que, cuando el texto supere las treinta (30) palabras el envío tendrá tratamiento postal.
Decreta la eficacia jurídica de la firma electrónica y la firma digital. Prevé que el procedimiento de notificación
cumpla los siguientes pasos: (I) identificación del remitente; (II) cotejo de identidad en los ejemplares; (III)
constancia para el remitente del texto; (IV) Dos intentos de entrega con aviso de visita (V) cobertura nacional; (VI)
triple ejemplar y (VII) archivo por cinco años.
III. Principios imperantes en el intercambio telegráfico
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En primer lugar existe un axioma aplicable en materia de notificaciones, el cual es "la teoría de la responsabilidad
del medio empleado": el que selecciona un modo de comunicación asume el riesgo que lo que se quiere anoticiar
arribe a destino, siempre que no haya culpa del destinatario o ausencia de efectividad del medio empleado[2].
A lo dicho se adiciona la teoría receptiva o de la recepción, de acuerdo a la cual la comunicación se perfecciona
cuando llega a destinatario o a su esfera de conocimiento. Esto último es de crucial importancia, en virtud de que
no se requiere un efectivo conocimiento del contenido, sino que, un real anoticiamiento de la existencia de la
comunicación. Es decir, que posteriormente al envío postal empieza a entrar en juego otros subprincipios (actuar
con diligencia y buena fe - arts. 62 y 63 de la LCT).
Lo dicho en el párrafo anterior se completa con la obligación que tiene ambas partes en un contrato de trabajo
(empleador y empleado), en sus tres momentos (al celebrar, ejecutar y extinguirse) el vínculo laboral, al prestar
toda la colaboración, desarrollando un accionar solidario, colaborativo y reciproco, debiendo recepcionar las
comunicaciones cursadas a cada una de ellas.
No es menos importante que al inicio de la relación laboral las partes consignan o proporcionan un domicilio, a
los efectos de las distintas notificaciones (el trabajador en la declaración jurada de domicilio solicitado por la
empresa, y esta última, en el domicilio legal constituido oportunamente al momento de inscribir la sociedad o en
su defecto el lugar de prestación de tareas del dependiente o la que figura en el Recibo de Haberes
correspondientes).
Así fue que nuestra jurisprudencia le ha otorgado validez a las notificaciones cursadas al domicilio consignado en
el recibo de sueldo (aunque este sea erróneo), al lugar de prestación de tareas y el que figura en comunicaciones
perfeccionadas por la patronal, siempre y cuando posteriormente no modifique dicha circunstancias
constituyendo un nuevo domicilio[3].
IV. Soluciones en el caso de domicilio cerrado o falta de retiro del "aviso de visita"
Existe una serie de interrogantes que la caustica laboral fue respondiendo poco a poco, a medida que se fue
desarrollando la práctica y los tribunales tuvieron que dar solución a controversias que se iban suscitando.
Una de ellas fue cuando los telegramas laborales o carta documentos enviadas, volvían con el resultado de
domicilio cerrado o ausencia de retiro del aviso de visita.
Las preguntas giraban en torno si la otra parte estaba notificada o no de la comunicación.
Es preciso destacar que si desde la primera notificación hasta la última, son enviadas a los domicilios declarados
oportunamente por las partes no hay objeción alguna a dichas notificaciones.
Asimismo existen indicios que permiten confirmar que la notificación es correcta cuando se dirige al domicilio
consignado en las siguientes oportunidades:
1) El domicilio que surge de la declaración jurada (en el caso del trabajador). Mientras que en el empleador el
que surge de los recibos de sueldo, el domicilio legal inscripto en el estatuto de la Sociedad o el que consigna la
empresa en sus despachos telegráficos.
2) En el caso que el dependiente en cumplimiento del art. 65 de la Ley 18345 (al momento de iniciar demanda),
denuncie el mismo domicilio que en el punto 1).
3) Prueba informativa (art. 396, párrafo 1 del CPCCN): la cual confirme mediante el análisis de los registros
respectivos el domicilio constituido de cada parte.
Se tiene dicho que quien proporciona un domicilio, a todos los efectos del contrato de trabajo, está asumiendo "la
carga" de que toda comunicación dirigida a ese domicilio va a ser normalmente recibida[4]; por lo que: "El
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empleador está obligado a notificar a su empleado en el domicilio que este denuncio, no pudiendo exigírsele que
practique diligencias investigatorias para establecer su paradero actual[5]".
Si bien es cierto, como se ha expresado más arriba, que quien utiliza un medio de comunicación es responsable
del riesgo propio de dicho medio, tal principio no resulta aplicable cuando se utilizó un medio común para este
tipo de comunicaciones (telegrama) y la noticia no llegó a cumplir su cometido[6].
En este sentido siendo válido el domicilio y siendo que la parte no retire los avisos de visitas dejados por el
oficiador notificador, la solución por aplicación de la teoría receptiva es que la notificación curso los efectos
buscados.
Idéntica solución se postula en el caso de los domicilios cerrados: el notificador se dirige al domicilio y al no ser
atendido por persona alguna deja el aviso de visita, indicando lugar y horarios para retirar la notificación[7].
La jurisprudencia es conteste en este sentido: "Cuando un telegrama, correctamente enviado, es devuelto por el
personal distribuidor de la compañía de correos, con la atestación de "domicilio cerrado" se considera que se ha
cumplido el fin que persigue la pieza postal, pues la falta de entrega es imputable sólo al destinatario que ha
impedido la efectividad del medio empleado"[8]; a mayor abundamiento: "cumplió con su cometido toda vez que
entró en la órbita de conocimiento del actor en tanto llegó a su domicilio pero no pudo ser entregada"[9].
La "teoría de la recepción", por ende, considera perfeccionada la comunicación cuando es recibida por el
destinatario o llega a su esfera de conocimiento. No se exige un total conocimiento y efectivo del contenido de la
comunicación, sino que se requiere que éste se encuentre enterado de la existencia de la comunicación, porque
a partir de allí debe actuar con diligencia y buena fe (Conf. arts. 62 y 63 de la LCT). Es decir, las comunicaciones
telegráficas tienen el carácter de recepticia, es decir que se perfeccionan cuando llegan a la esfera jurídica de su
destinatario, siendo que el mensaje hubiere podido llegar a destino si aquel hubiera obrado con la diligencia
necesaria a esos fines.
Así la carta documento, agregada por la reforma (Ley 22434, art. 144 del CPCCN; art. 144 del texto modificado
por Ley 25488), constituye un servicio postal cuyas condiciones de prestación y ejecución se reglamentaron por
Resolución Nº 1110 de Encotel, de fecha 02/07/84, de aplicación al caso y, específicamente en sus artículos 7,
incs. 1 a 12, y 9, regula la admisión del instrumento por el agente postal y los procedimientos para la certificación
y sellado de copia, respectivamente. Se ha sostenido que el telegrama colacionado o la carta documento con
aviso de recepción constituyen un instrumento público[10].
La jurisprudencia es pacífica en la materia: "Si la comunicación telegráfica fue sacada a reparto por la oficina
postal en tiempo oportuno y fue devuelta con la observación "domicilio cerrado con aviso", por no haber sido
materialmente imposible aprehendida por alguien del domicilio de destino, ello es producto no de la voluntad de
la empleadora, o de la oficina de correos, sino de los residentes en él, de tal modo que el cierre, atribuible a los
moradores, no puede beneficiarlos, ni perjudicar a quien envió el telegrama"[11].
De este modo se observa que se ha receptado de casi forma unánime la validez y eficacia de las
comunicaciones dirigidas a un domicilio devueltas con la contestación "cerrado con aviso". Pensar lo contrario
llevaría a concluir que si una persona cierra su domicilio, la recepción de la misiva recién operaría cuando
voluntariamente reabriese el lugar, doctrina por cierto irrazonable.
V. Validez de las comunicaciones dirigidas al domicilio constituido en el intercambio telegráfico
Es usual que el actor al momento de iniciar el intercambio o bien cuando recibe una carta documento del
empleador, se asesore con un abogado quien constituye el domicilio de su estudio jurídico para recibir las
siguientes piezas epistolares.
La intención de esta herramienta no es otra que posibilitar la comunicación por medio fehaciente cuando existe
una verdadera imposibilidad de recepción.
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Parte de la doctrina le asigna únicamente validez a este domicilio nuevamente constituido, siendo la empresa la
que debe responder por mala fe, negligencia o actitud negativa del empleador en caso de continuar notificando al
domicilio primogénito[12].
No obstante a ello, no postulamos por una postura tan rígida en este sentido sino variable, debiendo analizar
cada caso concreto y determinar hasta qué punto, la constitución del domicilio legal, obedece a un verdadero
impedimento o es una estrategia del trabajador enmarcado en la mala fe.
Es decir, hasta donde puede sostenerse que la constitución del domicilio legal tendrá fines procesales y dirigido
en la buena fe que debe imperar en toda relación de trabajo, cuando previo a su constitución no se ha retirado
los avisos de visitas dejado por el empleado del correo postal: como puede ser el supuesto del trabajador que no
retira la carta documento en la que se le comunica el despido con o sin causa para luego intimar por la
indemnización agravada del arts. 8, 9, 10 y 15 de la Ley 24013 y recién ahí constituir el mencionado domicilio; en
el ejemplo citado, en el que el empleado busca hacerse de indemnizaciones que en modo alguno le
corresponden por incumplir requisitos de la manda legal (intimar estando vigente el vínculo laboral); no puede
concluirse la torpeza del empleador sino claramente un actuar de mala fe por parte del dependiente.
Por lo tanto nos posicionamos en una postura no tangente, sino objetiva, meritando cada supuesto en concreto
para determinar si existe un abuso de las prerrogativas legales o un verdadero uso del derecho.
VI. Validez de las comunicaciones dirigidas al domicilio legal del estatuto societario
El domicilio legal (Conforme art. 152 del CCCN) da total eficacia de las comunicaciones dirigidas allí, siempre que
este registrado en el acta constitutiva. De esta manera la eficacia deviene, hasta que no se modifique y se
inscribe en el registro correspondiente (IGJ).
En caso de error, entre el domicilio inscripto y el real, es la empresa la que debe soportar esta carga ya que el
trabajador no se encuentra obligado a efectuar una serie de investigaciones o averiguaciones, en la medida que
el empleador es el inmediato responsable de aquello.
Por último es importante destacar que la modificación del domicilio legal, sin su registración en la IGJ, resulta
inoponible (art. 11, inc. 2 de la Ley 19950) y de este modo obliga a los socios (art. 12 de la Ley 19950).
VII. Validez de las comunicaciones que retornan con la leyenda "rechazado"
Por aplicación, como se ha dicho de la teoría receptiva, las epistolares rechazadas o rehusadas han cumplido su
cometido y se consideran notificadas[13].
Sin perjuicio que el contenido no es conocido por el receptor, lo cierto es que el desconocimiento del mismo tiene
su correlato en un total incumplimiento del deber de actuar de buena fe (art. 63 de la LCT).
Claramente estas notificaciones se han adentrado a la órbita de conocimiento y hasta son merecedoras de
catalogarla tal actitud (el rechazo), como un accionar temerario y malicioso.
VIII. Notificaciones cruzadas
Dentro de esta variante es prudente la utilización de los principios desarrollados a los fines de lograr la solución
más justa y la que más se acerque a la verdad material de lo sucedido. Es así que, estamos ante el supuesto que
los envíos postales (tanto del empleador como del trabajador) son remitidos simultáneamente.
Piénsese el ejemplo que el trabajador intima por incumplimiento de la patronal (ausencia del pago de la
contraprestación -salario-), y por el otro lado, el empleador comunica la extinción del vínculo laboral por
abandono de trabajo ¿Ante injurias concomitantes, quien perfecciona el despido?
De por sí, la solución a esta clase de interrogantes pregona el éxito para cada parte en el marco de un proceso
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judicial. Lo cierto es que por uso de la teoría de la recepción cada remitente deberá acreditar el momento exacto
de la entrega (a través de prueba informativa a la empresa de correo, conjuntamente con la copia del
instrumento).
Quien primero haya notificado, es en nuestro caso, el que va perfeccionar el despido (primeramente se analizará
el día, para luego adentrarnos a la hora).
Dentro de esta materia impera el principio romano de "priori in tempore potior in iure" (primero en el tiempo, mejor
en el derecho).
No obstante el análisis a efectuar por los magistrados debe ser minucioso, para determinar si existe mala fe en la
intención de no notificarse para que la misiva propia, sea la que primera llegue a destino, entrando en juego
también, el principio in dubio pro operario.
IX. Plazo de conservación de las piezas epistolares
Es de suma importancia determinar cuál es el tiempo que las empresas de correo postales tienen la obligación
de guardar los telegramas laborales. La relevancia de esto radica sobre todo en la duración de los pleitos
laborales y hasta que plazo tiene tanto el trabajador como el empleador para acreditar los envíos postales.
La normativa en juego determina tiempos distintos, mientras que la Ley 19798 (Ley Nacional de
Telecomunicaciones) establece un plazo de tres (3) años de conservación y los colacionados de cinco (5) años,
la Ley 27389 (Ley de Telegrama Laboral) no regula tiempo alguno. A su vez el Decreto 150/1996 fija la
conservación de las piezas epistolares por el termino de prescripción de los derechos, en materia laboral de dos
(2) años (conforme art. 256 de la LCT).
La ausencia de reglamentación de la Ley N° 23.789 no es óbice para tener por reglado que el periodo de vida de
las piezas colacionadas son de cinco (5) años, en la medida que la Ley Nacional de Telecomunicaciones lo
establece así. Una solución contraria seria desigual, siendo que, los telegramas remitidos por los trabajadores
tendrían una vida de duración de dos (2) años, y en contraposición, los del empleador de cinco (5) años.
A esto cabe agregar que el Art. 257 de la L.C.T., remite a disposiciones de índole civil (Código Civil y Comercial
de La Nación) en lo atinente a prescripción, por lo que por el juego armónico del Art. 257 de la L.C.T., los arts.2541 y 2546 del C.C.C.N-. el plazo hasta puede prolongarse, por lo que consideramos una decisión acertada
disponer el plazo de cinco (5) años en conservación.
X. Conclusiones
Los reclamos laborales aparecen ante el incumplimiento de la contraria o ante el acaecimiento de una injuria
laboral, que provoca la imposible consecución de la relación contractual laboral. De esta la forma el reclamo se
perfecciona, colocando a la contraria en mora con una intimación y un apercibimiento para el supuesto de no
hacer lugar a lo solicitado.
El éxito o no del litigio laboral depende en gran medida del intercambio epistolar previo, debido a que, si el mismo
es ejecutado de forma deficiente o incorrectamente se reduce la posibilidad de obtener la victoria dentro del
proceso que se trate.
Cobra especial importancia el art. 243 de la LCT, regulatoria de la invariabilidad de la causa de despido, siendo
que la causal invocada en la etapa epistolar no puede ser cambiada al interponer la demanda (si la intimación se
hizo por ausencia de pago de los haberes, no puede posteriormente, demandarse por Trabajo no registrado).
Se debe acatar los requisitos, en virtud de la modalidad de la injuria por la cual se intima, ya que lo contrario
haría inverosímil el reclamo. No es un dato menor consignar de manera correcta el domicilio a requerir y en caso
de hacer el reclamo extensivo a socios o directores, hacer reserva en los telegramas laborales a remitir.
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El abogado laboralista debe prestar especial atención a los postulados marcados, encarrilar de la forma más
óptima la información volcada por el cliente, no apresurarse y coordinar una estrategia que servirá de sustento a
la demanda o el rechazo de la misma.
Las líneas que anteceden propusieron un extenso recorrido por el intercambio epistolar en el derecho del trabajo,
se presentaron problemáticas que nuestros Tribunales resuelven a diario.
No es ocioso remarcar, una vez más, la trascendencia de esta etapa en el desarrollo del litigio laboral, siendo
que lo reclamado en un momento posterior, se apoyará en lo intimado o rechazado en las notificaciones
fehacientes a la contraria.
Es por ello que tantoen el abogado litigante como en el funcionario judicial debe primar un análisis riguroso de
cada caso concreto, determinar buena o mala fe de las partes, con la finalidad de determinar la eficacia o no de
las comunicaciones cursadas.
La información revelada por la presente pretende ser una herramienta más, de las tantas obrantes con respecto
a la temática, para brindar soluciones a la actividad jurisdiccional constante.
Dividendo el proceso laboral en la etapa prejudicial (intercambio telegráfico, S.E.C.L.O.) y judicial (Iniciación,
etapa de prueba, Ejecución), nuestro análisis se centró en la primera pero que es de crucial importancia para la
segunda, en virtud que (como se dijo), el envio de misivas de forma errónea (en su contenido, destinatario o
domicilio) provocará en lo sucesivo una dificultad mayúscula en el litigio a enfrentar.
[1]
Dr. Javier Tula, Notas de actualidad sobre la eficacia jurídica del intercambio telegráfico en el Derecho del
Trabajo análisis normativo, doctrinario y jurisprudencial, Trabajo publicado en Rubinzal Culzoni on line.
[2]
Cfr. Guerrero, Agustín A., "Comunicaciones telegráficas en el contrato de trabajo"; DT 2007 (marzo), 269; CNAT,
Sala VII, 12/10/07, "Khatchikian Christian Ernesto c/ Prudential Seguros S.A."; Sala IV, 12/02/08, "Neri Héctor
Enrique c/ Díaz Adolfo Rubén s/ despido"; SCBA, L. 99462, "Chaile", sent. 10.09.2010.
[3]
Sebastián Serrano Alou, MJ-DOC-5355-AR, 26 de mayo de 2011, capitulo III, III https://aldiaargentina.microjuris.
com/2012/09/10/las-misivas-enviadas-por-el-trabajador-al-empleador-y-la-falta-de-recepcion/
(Consultado
19/06/2019).
[4]
Cfr. Guerrero, Agustín A., Comunicaciones telegráficas en el contrato de trabajo", DT 2007 (marzo), P. 269;
CNAT, Sala VII, 12/10/07, "Khatchikian Christian Ernesto c/ Prudential Seguros S.A."; Sala IV, fallo fecha
12/02/08, "Neri Héctor Enrique c/ Díaz Adolfo Rubén s/ despido".
[5]
CNAT Sala II, 10/12/1989, "Alvarenga Oscar c/ Verde Hugo".
[6]
onf. CNApT -SALA V., Domínguez, Javier Marcelo c/ Correo Oficial de la República Argentina s/ Despido, fallo
fecha 29/08/2013.
7/8
[7]
Conf. Julio Armando Grisolía, Ernesto J. Ahuad, Laura S. Cáceres, Guía Práctica Profesional Procesal Laboral,
Editorial Etudios, 2014, P. 94.
[8]
Conf. Sala X, sent. 5714 del 25/2/99, "Giménez Oscar c/ Editorial Atlántida S.A. s/ Despido".
[9]
Conf. Sala IV, sent. 66.834, Carduje Carlos c/ Científica Argentina S.R.L. s/ Despido, fecha del fallo 30/12/1991.
[10]
Conf. Falcón, E. M., Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, Anotado, Concordado y Comentado, T. II,
p. 89 y CNCiv., Sala H, , "Larreguy, Matías c/ Pauver S.A. y otro", fallo fecha 25/6/02, LL, diario del 4/3/03).
[11]
Conf. CNAT, Sala III: "García, Raquel c. Weidgans, Jorge", sent. 16.08.1995; "Castro, Sebastián c. Ave S.R.L.",
sent. 30.11.1995; Sala X: "Giménez, Oscar c. Editorial Atlántida S.A.", sent. 25.02.1999; Sala VIII: "Bustos,
Alfredo c. Bagley S.A.", sent. 29.05.2003; sala V: "Lannutti, Mónica y otros c. Furba S.R.L.", sent. 24.10.1997;
Sala IV: "Carduje, Carlos c. Científica Argentina S.R.L.", sent. 30.12.1991; Sala I: "Ayala, Cristina Leonor c.
Violante de Labriola, María", sent. 26.06.1992; "Aguilera Lino, Mercedes c. Lactona S.A.", sent. 02.04.2003,
publicada en Lexis 30010272; Sala VII: "Benítez, Verónica Marcela c. Avanzada en Odontología S.R.L. y otro",
sent. 13.07.2007; Sala II: "Lima, Guido A. c. Vesubio S.A.", sent. 07.07.2006; SCBA, L. 104.304, "Mendoza,
Cristian Damián c. Canosa, Sergio Andrés", sent. 17.08.2011; L. 101.133, "Gómez, Juan Carlos c. Luma
Productos S.R.L. s. Despido", sent. 16.05.2012.)
[12]
Dr. Javier Tula, Notas de actualidad sobre la eficacia jurídica del intercambio telegráfico en el derecho del trabajo
análisis normativo, doctrinario y jurisprudencial., Trabajo publicado en Rubinzal Culzoni on line; Serrano Alou,
Sebastián: "Validez del domicilio legal constituido por el trabajador en el intercambio postal", D.T. Agosto 2013, p.
1890.
[13]
Conf. Julio Armando Grisolía, Ernesto J. Ahuad, Laura S. Cáceres, Guía Práctica profesional Procesal Laboral,
Editorial Estudios, 2014, p. 94.
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