LA ESPIRITUALIDAD IGNACIANA Una espiritualidad es un modo determinado de vivir la vida cristiana. El Evangelio tiene muchas riquezas y se puede vivir desde muchos ángulos. San Ignacio de Loyola, como muchos otros santos, miró a Cristo y su Evangelio desde su propio punto de vista. Fue Dios mismo quien dirigió su mirada y quien lo inspiró a compartirla con otros. Los miembros de las CVX se unen y se orientan alrededor de la vida y el itinerario espiritual de San Ignacio. Es lo que distingue nuestro movimiento de los otros movimientos laicales de la Iglesia. Intentaremos resumir esta espiritualidad, poniendo de relieve diez (10) características esenciales: 1. DIOS NUESTRO SEÑOR Ignacio, anhelante de mostrar su amor en el servicio a su Rey y a una Gran Señora. Esto lo transfiere a Dios, su Creador y Señor. Para él es "Su Divina Majestad": Dios inmenso, misterioso, fascinante, cumbre siempre atrayente de todos los deseos más nobles. Ignacio no se quedaba en ideas chicas respecto a Dios. Su actitud es la del Principio y Fundamento: "alabar, hacer reverencia y servir". De aquí fluye el "tanto cuanto", la "indiferencia" y el "Magis". 2. SEGUIMIENTO PERSONAL DE JESÚS La persona ignaciana busca conocer internamente a Jesús, enamorarse de El y asimilar su "estilo de vida". No es un conocimiento teórico ni un amor sentimental sino una relación de discípulo-compañero íntimamente comprometido con los valores y la obra de su maestro y deseoso de encarnar su Espíritu en todos los aspectos de la vida. Es el Cristo como camino a Dios. Es el Cristo que conoció en sus lecturas del castillo. Es el Cristo que lo llamó mediante "diversos espíritus" a seguirlo en pobreza, radicalmente, dejándolo todo para "ayudar a las almas". Es Cristo su Redentor. Es Cristo, su Rey que lo llama, es Cristo, el amigo del cual desea empaparse: conocerlo, amarlo, seguirlo e imitarlo. 3. SERVICIO Y ESPIRITUALIDAD APOSTÓLICA El seguimiento de Jesús se expresa en el servicio concreto. La persona ignaciana busca los medios prácticos para realizar lo que Jesús quiere: la construcción del "Mundo Nuevo" (la hermandad, justicia y paz del Reinado de Dios). No teme ensuciarse las manos. Está dispuesto a seguir a Jesús en las cosas pequeñas del diario vivir y en las opciones grandes de la vida. Su único deseo es servir en todo al bien de la humanidad y así dar gloria a Dios. De Cristo se graba en San Ignacio la imagen de Jesús itinerante ayudando a todos: predicando, consolando, sanando. No es el Jesús de Belén o el Niño de Nazareth o el Orante del Desierto. Es seguimiento del Cristo misionero, del Cristo en acción. Lo primordial es "ayudar a los prójimos"; no la quietud del Claustro o el gustito de la oración. 4. EL MAS (MAGIS) La entrega es siempre más: el servicio siempre mejor. Un miembro de CVX, como persona ignaciana, nunca debe contentarse con las cosas como son y con esfuerzos mediocres. Su amor a Jesús lo lleva a buscar el más. No lo hace con el afán de sobresalir sino humildemente se exige un servicio que refleja su creciente amor. 5. COMUNIDAD Experiencia concreta de unidad y crecimiento en la fe, amor y en la acción. El crecimiento personal en la fe y una mayor eficacia en la construcción del Reino, requiere del trabajar en comunidad. Pero en una Comunidad en que se quiera consagrar las mejores fuerzas y todo su tiempo a la Misión Cristiana: construir el Reino. Es por tanto una comunidad para la dispersión. Cultiva para ello las relaciones personales más que las estructurales. Su visibilidad radica sobre todo en la calidad y "magis" de sus servicios apostólicos. 6. LA POBREZA Y DISPONIBILIDAD DE APÓSTOLES Como los enviados por Cristo: gratuidad. De aquí fluyen ciertas características; celo misionero, movilidad, estilo de oración, centralidad de la obediencia y del discernimiento apostólico, ligazón al Papa. 7. DISCERNIMIENTO La vida tiene un sólo fin: vivir en el amor de Dios y promover los valores de su Reinado. La persona discerniente busca siempre cumplir este fin, eligiendo entre las múltiples posibilidades que presenta la vida, la que más ayuda a lograrlo. Esto requiere libertad interior, flexibilidad y apertura continua a las exigencias de la vida. La persona ignaciana no se deja llevar por gustos o preferencias personales ni por esquemas o ideologías prefabricadas, sino, en cada situación, busca lo que mejor cumple con lo que Dios desea. 8. DISCIPLINA Servir a Jesús y a su Reino son opciones básicas que dan sentido a la vida. No son cosas del momento ni compromisos ocasionales. De un miembro de CVX, en la medida que crece en el Espíritu de San Ignacio, se requiere un compromiso radical y fiel. Este compromiso se concreta en: oración y examen de conciencia diario, participación frecuente en los sacramentos, revisión de vida y dirección espiritual regular, amor a la Iglesia jerárquica y fidelidad a sus enseñanzas, vigilancia permanente a lo que sucede en, alrededor y a través de uno para poder vivir y promover el Evangelio, de manera consciente y real, en el momento histórico presente. 9. SENTIR CON LA IGLESIA El miembro de CVX como persona que busca vivir la espiritualidad de San Ignacio, vive su vocación de cristiano así: Siguiendo fielmente a Jesús en la Iglesia, discierne continuamente el estilo de vida y el servicio que más dé gloria a Dios y promueve el bien de los hombres. Y, como Jesús, los vive con disciplina y entrega generosa. Su modelo es la Virgen María, y tiene como meta ser "contemplativo en la acción". Viendo la presencia de Dios en todos y en todo responde creativamente a la vida con un servicio de Amor. 10. NUESTRA SEÑORA Como la compañera con quien trabajamos y la Señora a quien ofrecemos el trabajo para que lo lleve a Cristo y éste al Padre. LOS PRINCIPIOS GENERALES DE LA C.V.X Qué son? Son ayuda para adherirnos a Jesucristo, para hacer nuestras sus opciones y para participar en la iniciativa amorosa de Dios. Nos estimulan a respetar la individualidad y la vocación personal; a actuar frente a las necesidades de hoy en pos del progreso, la paz, la justicia, la caridad, la libertad y dignidad de todos La CVX es un estilo de vida guiado más por el Espíritu de Evangelio que por su letra, y por la ley interior del amor en cada situación de la vida cotidiana. Los resumimos a continuación: NUESTRO CARISMA Finalidad: Somos una comunidad formada por cristianos -hombres y mujeres, adultos y jóvenes, de toda condición social- para la construcción del Reino junto a la Iglesia. Buscamos dar testimonio de los valores humanos y evangélicos para la dignidad de la persona, bienestar de la familia e integridad de la creación; tener una marcada opción por los pobres y por un estilo de vida sencillo que exprese nuestra libertad y solidaridad con ellos. Buscamos en comunidad la unión de fe y vida desde dentro del mundo en que vivimos Fuentes: La espiritualidad está centrada en Cristo y el Misterio Pascual. Brota de la Sagrada Escritura, de la liturgia, del desarrollo doctrinal de la Iglesia y de la revelación de Dios en los acontecimientos de nuestro tiempo. Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio son fuente e instrumento característico. Reconocemos la necesidad de oración y discernimiento, del examen de conciencia diario y del acompañamiento espiritual para buscar y hallar a Dios en todas las cosas La Iglesia: La unión con Cristo nos lleva a la unión con la Iglesia con la que participamos en su misión salvadora donde sea requerida, en la liturgia, en el encuentro con la Sagrada Escritura. Aprendemos, enseñamos y promovemos la doctrina cristiana. Lazos Comunitarios: Compromiso personal y libre con la comunidad particular y la comunidad mundial. Comunidad centrada en la Eucaristía, unida en el amor y la acción. Es una célula del Cuerpo Místico de Cristo, con un compromiso y estilo de vida común y el reconocimiento y amor a María como nuestra madre. Vida apostólica: Como Pueblo de Dios en camino, tenemos la misión de ser testigos de Cristo entre los hombres por medio de nuestras actitudes, palabras y acciones. Nuestra vida es esencialmente apostólica, para hacer presente el Evangelio de salvación y para servir a todos para su conversión y el cambio de las estructuras opresoras. Este apostolado es personal, es también en Comunidad y organizado. Nos servimos del discernimiento y la "revisión de vida" personal y en comunidad para vivir mejor este compromiso. Estamos urgidos a proclamar la Palabra de Dios, a trabajar por cambiar estructuras de opresión y discriminación, especialmente entre ricos y pobres, a evangelizar la cultura; estamos dispuestos a colaborar con espíritu ecuménico por la unidad de los cristianos. Unión con María: Ella es el modelo e inspiración de nuestra colaboración en la misión de Cristo. Veneramos a la Madre del Señor y confiamos en su intercesión para el cumplimiento de nuestra vocación.