Lenguas, lenguajes y transversalidad Creo que a todos se nos ha grabado alguna frase de nuestros maestros, que inconsciente o conscientemente se quedó en la mente, impulsando acciones y decisiones posteriores, opciones de vida o modos de pensar. Siempre he recordado y reflexionado mucho lo que nos decía mi mejor profesora de Español y Literatura Guaduas en mis años de colegio, refiriéndose a su área: “! La clase de Español es una clase universal!”. Mi maestra casi siempre nos llevaba por terrenos de la historia, la sicología, la filosofía, las ciencias y hasta las matemáticas. Aunque me fascinaban sus clases, discrepaba algunas veces de sus opiniones, a veces rígidas y conservadoras, ya que empezaba a contagiarme de las propuestas de una generación rebelde, con muchas ideas nuevas, rupturas totales, transgresión de normas y sobre todo romántica e idealista. Con mucha razón Borges y el científico colombiano Rodolfo Llinas afirman, que de todas las etapas de la vida estudiantil, la que mas nos marca es el bachillerato. Ellos han dicho que somos lo que el bachillerato hace de nosotros. Este concepto debieran de tenerlo muy en cuenta las instituciones educativas y sobre todo el Ministerio de Educación cuando se trata de implementar políticas y reformas. El contacto obligatorio con saberes, disciplinas, ciencia y cultura general, así sea en forma elemental, es el fundamento para tomar la decisión más importante de la vida: Nuestro futuro profesional. Ya en el ejercicio de la profesión docente como profesor de química, las ideas de estos maestros y la estrategia de mi profesora, a la que actualmente se le denomina transversalidad curricular, han permeado mi práctica pedagógica. Este enfoque empieza a ser propuesto en forma sistematizada después del Informe de la Comisión Internacional sobre Educación para el siglo XXI de la UNESCO en 1996. En los documentos publicados por el MEN ya se hace referencia a él cuando habla de “transversalidad de los estándares básicos de competencias” (2004) y da algunos ejemplos para lenguaje, matemáticas ciencias naturales, ciencias sociales y competencias ciudadanas. El propósito de de integrar la transversalidad enfrenta la primera dificultad en la tradición de separación fuerte entre disciplinas del conocimiento. Un intento por irse acercando al enfoque integral se dio con la introducción del concepto de Áreas (agrupación de asignaturas que aparece en la ley 115), copiado de políticas educativas propuestas en España. El remedio resultó peor que la enfermedad. Terminó utilizándose solo para fines mecánicos y sumativos de promoción- que no era realmente su finalidad- y ha servido de refuerzo a la tendencia de laxitud y facilismo que ha caracterizado la promoción y evaluación en el último años, debilitando en la práctica a las mismas disciplinas. “Con Física pasas Química”. “Si no te va bien en Inglés, te las arreglas con Español”. Expresiones como estas, son frecuentes entre los estudiantes en muchos colegios. Además el manejo del concepto de área, como conjunto de asignaturas, crea situaciones de inequidad a la hora de evaluar desempeños del estudiante. En la institución donde trabajo por ejemplo, el área de Ciencias Naturales, con una intensidad de nueve horas semanales en la Educación Media; justificada por la complejidad propia de estas ciencias y el mayor esfuerzo del estudiante para poder lograr los desempeños, tiene el mismo valor- en la promoción-que áreas de una hora semanal que implican un trabajo mucho menor para alcanzar los estándares propuestos. Se desconoce así el factor ponderal o proporcional, inherente a un sistema justo de evaluación y promoción. Ojalá el criterio de créditos-hora, vigente en las universidades, y en muchas escuelas de secundaria del mundo, se utilizara también en nuestros colegios. Otra dificultad para el enfoque integrado de las disciplinas tiene que ver con las competencias pedagógicas de los docentes. Se requiere una formación del maestro, desde las facultades de educación, para que pueda abordar los contenidos desde una perspectiva integradora y holística. En los últimos años también, y para fortalecer la cultura interdisciplinar se ha propuesto el trabajo por proyectos. Puede ser una forma de aproximarse al concepto y aplicación de la transversalidad. Las experiencias y conocimientos generados a través de proyectos pueden ser un punto de partida y una referencia valiosa en el intento de avanzar en la idea del enfoque transversal de los currículos. La transversalidad sería entonces como el eje globalizante que atraviesa la totalidad del currículo articulando todas las aéreas del conocimiento y también aquellas que tienen un propósito formativo. Si se pusiera en práctica el enfoque transversal, le daría más dinámica y visibilidad a muchos Proyectos Educativos Institucionales. Veamos un ejemplo: En un colegio con énfasis en Ciencias Naturales, la columna vertebral la formarían la Biología, Química y Física. En el área de lengua castellana se enfatizarían los textos científicos. Las matemáticas mostrarían y tomarían más modelos de la física y la química para trabajar sus conceptos. En Informática se utilizarían la basta red de aplicativos disponibles en Internet para las ciencias y también el manejo del abundante software que se produce actualmente. Igualmente los portales educativos de varios países. La filosofía daría más espacios a las reflexiones filosóficas de los científicos más brillantes. Y de la misma forma habría que buscar el hilo conductor hacia las demás disciplinas, Pero pienso que ciertas áreas funcionan mejor por sus contenidos, como herramientas más potentes para desplegar el manejo transversal del currículo: Informática y tecnología, inglés y fundamentalmente Lengua Castellana y Matemáticas por tener como base el manejo de lenguajes y por el componente comunicativo de todos los procesos pedagógicos. Si se parte de la idea de que las competencias son un conjunto integrado de saberes, procedimientos, actitudes y valores conducentes a un desempeño satisfactorio en una situación concreta, tendríamos en la transversalidad la mejor estrategia para mejorar indicadores de calidad. En mi trabajo como docente de Química con un enfoque transversal, mis reflexiones sobre el idioma están presentes en todo el accionar de la clase y no se limitan solo a la parte estrictamente académica. Desde el mismo momento de comenzar las actividades diarias, al revisar el listado de los estudiantes lo primero que he comentado- en tono de broma muchas veces- es mi asombro por tanto nombre extraño. (Yeison, Yurley, Yaneiris, etc; una lista larga de generación “Y”). Los nombres y apellidos hacen parte también de la identidad cultural relacionada con la lengua materna. Los apellidos no se pueden escoger. Pero en cuanto a los nombres parece que hubiera una actitud vergonzante con el idioma castellano. El fenómeno es más común en los estratos de padres de familia con poca escolaridad. He visto que forman nombres raros con deformaciones o palabras tomadas principalmente del inglés. Propongo una cruzada de los profesores de español para que en las próximas generaciones no desaparezcan los nombres que nos identifican con la madre patria. En mi quehacer pedagógico también he considerado que las cuatro habilidades comunicativas- hablar y escuchar, leer y escribir- deben tenerse en cuenta para los procesos de enseñanza y aprendizaje. En el mundo actual, estas habilidades se consideran también como competencias laborales; las dos primeras son actitudes importantes en el contexto de los valores de convivencia ciudadana. Las cuatro habilidades de comunicación promueven y desarrollan además las competencias argumentativas y propositivas, que son empleadas actualmente como referentes para la evaluación de los aprendizajes en disciplinas del conocimiento. Como herramientas del lenguaje oral o escrito potencian la capacidad para exponer y sustentar ideas y discernir entre opciones diversas. La competencia interpretativa por supuesto precede todos estos procesos y evidencia la importancia de del ámbito comunicativo en la escuela. La construcción de conocimiento se ve muy favorecida si se da en un ambiente de diálogo generado a través de estas prácticas comunicativas entre educandos y educadores. Se inculcan también valores de convivencia, tolerancia, respeto al otro y lo más importante: permite hacer visible la existencia de espacios democráticos en el aula. Al referirnos al componente comunicativo de la pedagogía de la ciencia se debe establecer claramente la diferencia conceptual entre lengua y lenguaje. La lengua es sinónimo de idioma. El vocabulario científico es similar en idiomas como el inglés, alemán, español, francés, italiano y portugués, ya que manejan el alfabeto latino y raíces de este y del griego en casi todos sus vocablos. Prácticamente todas las palabras de la ciencia en esos idiomas se han acuñado a partir de raíces griegas y latinas. Si se conoce el significado de estas raíces en las palabras, es decir la etimología, es más fácil que los estudiantes entiendan mejor los textos científicos. Lamentablemente los estándares de Lengua Castellana en los planes de estudio, han venido restándole importancia a aspectos lingüísticos y de gramática claves para la comprensión de los términos científicos. Me cuentan también profesores de inglés que el bajo nivel gramatical dificulta también la enseñanza de este idioma. En el tema por ejemplo de la nomenclatura química, el correcto manejo de los conceptos y significado de los sufijos y prefijos es fundamental para desarrollar las habilidades de lectura y escritura de fórmulas. Tanto en la química inorgánica como en la orgánica. Al detectar falencias de los estudiantes en estos aspectos, con frecuencia mis clases tienden puentes hacia el área de lenguaje, lo que me ha permitido mejorar la calidad de los aprendizajes. Ahí el enfoque transversal se convierte en un imperativo. Un aspecto muy ligado con el lenguaje es de la precisión conceptual en las ciencias. Este es en mi opinión uno de los aspectos mas importantes en la evaluación de saberes. A veces se presentan dificultades en la estructura del español y de su léxico para describir objetos y procesos del ámbito científico. Contrario a lo que nos han dicho sobre la riqueza de nuestro idioma, para la comunicación científica son más precisos idiomas como el inglés o el alemán. Se dice que el idioma de las artes es el italiano, que el rock se escucha mejor en inglés y que el francés es muy útil para expresiones o palabras relacionadas con la política o la sicología. Con mis estudiantes más avanzados he trabajado con éxito el empleo de textos y ejercicios en inglés. Además debemos tener en cuenta que la mayor cantidad y calidad de información científica a nivel de publicaciones y de Internet se encuentra en este idioma. En mis clases y para efectos de la evaluación formativa acostumbro a hacer ejercicios de análisis de la estructura textual, vocabulario científico y palabras clave en ensayos cortos o párrafos breves redactados por los alumnos y analizados y debatidos en forma colectiva. Con esta estrategia la identificación y corrección de los errores se convierte en una herramienta de construcción de conocimiento. La experiencia me ha demostrado que muchas de las dificultades de aprendizaje y por lo tanto el bajo rendimiento académico se originan en problemas de lectura. Por eso los docentes debemos entender que el mejoramiento de la comprensión de lectura no es una tarea exclusiva del área de Lengua Castellana. Y que en el diseño de instrumentos de evaluación deben privilegiarse las operaciones de pensamiento que fortalezcan la lectura comprensiva. Muy positiva resulta la restructuración de las pruebas de estado (Icfes) y de los exámenes de ingreso a la universidades como la Nacional, donde prácticamente la totalidad de las preguntas son contextualizadas, tomando como referencia textos expositivos y argumentativos. El concepto de lenguaje es más amplio y universal. Las matemáticas por ejemplo son el lenguaje de las ciencias puras y exactas. Al mismo tiempo que reflejan relaciones cuantitativas, sirven de base para la construcción de modelos matemáticos a partir de los cuales se explica la naturaleza y se desarrolla la tecnología. Los lenguajes informáticos de la era digital son omnipresentes y el mundo actual avanza a partir de un lenguaje de ceros y unos. El modelo de la estructura del ADN y el código genético son lenguajes que impulsaron el vertiginoso avance de la biología en las últimas décadas. El razonamiento simbólico y el análisis de imagen hacen parte de las competencias requeridas en muchas profesiones, particularmente las relacionadas con ciencia y tecnología. De ahí que hagan parte de los exámenes de admisión en algunas universidades y que muchos profesionales y académicos puedan entender artículos, textos y libros en idiomas que no manejan o de los cuales tienen muy poco conocimiento. La química es la ciencia, después de las matemáticas, que empezó a usar unos códigos y un lenguaje para comprender y utilizar la complejidad de la materia. Desde signos que representaban elementos y compuestos en los albores de la ciencia, hasta las convenciones internacionales de los dos últimos siglos para fijar reglas comunes de nomenclatura. La Tabla Periódica es uno de los trabajos más admirables de organización y sistematización, que utilizamos en nuestras clases diarias. En la construcción de mi propuesta pedagógica presentada al premio Compartir explicaba cómo una de las estrategias para desarrollar el pensamiento científico de los estudiantes y superar dificultades en el aprendizaje de la asignatura, consistía en desarrollar habilidades para el manejo del lenguaje matemático y la comprensión de los modelos teóricos y códigos propios de la química. El concepto de lectura, en la sociedad actual tiene una connotación mucho más amplia y no se queda únicamente en el marco de una lengua en particular. Involucra todos los procesos de codificación y decodificación de información inherentes a la cultura, la ciencia y la tecnología. No es una casualidad que en la evolución del progreso de la humanidad, los grandes saltos cualitativos coincidan con acontecimientos de significado revolucionario, ligados a la comunicación y el lenguaje: La utilización de la escritura, el uso del cero en el lenguaje numérico de las matemáticas, la invención de la imprenta, el advenimiento de de los medios y tecnologías de comunicación y la nueva era digital surgida de la computación y la informática.