Subido por Oliver Ibarra

Unidades 1 y 3 sobre los Evangelios

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UNIDAD 1
Los evangelios
Es importante distinguir entre evangelio y evangelios. El evangelio es la Buena Noticia de la salvación
que Jesús nos ha traído, el evangelio es Jesús mismo. Los evangelios, en cambio, son los relatos
escritos por los cuatro evangelistas que se encuentran en el Nuevo Testamento.
Los evangelios fueron escritos después de la experiencia pascual de los apóstoles y durante la
primera evangelización cristiana tanto en el mundo judío como heleno.
Proclamar como
un emisario
Defensa formal de una
opinión, posición o acción
Conjunto de prácticas,
o ceremonias religiosas
La Epístola (carta) a los
gálatas, escrita por
Pablo de Tarso a los
cristianos de Galacia
UNIDAD 3
2. La muerte de Cristo
En las siguientes líneas reflexionaremos acerca de algunas preguntas fundamentales sobre la
muerte de Jesús ¿por qué llegó al extremo de morir?; ¿cuáles fueron las acusaciones que le
hicieron?; ¿quién le condenó a muerte?; ¿tuvo su muerte algún sentido?; ¿sabía Jesús que iba a
morir así?
“El esfuerzo por valorar estas causas concretas e históricas de la muerte de Cristo es el único capaz
de hacernos descubrir el sentido liberador de la muerte de Jesús. Si somos capaces de leer y meditar
la pasión de Jesús y seguir viviendo superficialmente, sin un compromiso serio por la justicia y la
libertad de los pobres, es que hemos cedido a esta terrible tentación de oscurecer la luz o de
desvirtuar la sal del Evangelio. Y entonces, ¿qué se puede hacer ya?” DOMENECH 1987: 72
2.1. Consciencia de una muerte violenta
Todo indica que Jesús era consciente de su final, para ello, no era necesario ser gran conocedor e
intérprete de las Escrituras, bastaba con leer los acontecimientos que sucedían alrededor suyo.
De hecho, muchas de las acciones que Jesús realizó fueron objeto de sospecha por parte de las
autoridades religiosas. Lo acusan de expulsar demonios en nombre de Beelzebú (Mt 12, 24) y de ser
el jefe de los demonios. Lo tildan de blasfemo por perdonar los pecados en nombre propio (Mt 9,
2). Lo que hace este, dicen los maestros de la Ley, es una ofensa contra Dios.
Jesús cura a los enfermos en sábado, día sagrado para los judíos (Mc 3, 6), de esta manera
transgrede una de las normas más respetadas por el pueblo.
Jesús desafía la persecución que Herodes Antipas le hace (Lc 13, 31) y sigue su camino hacia
Jerusalén.
Jesús purifica el Templo Mc 11, 15-18, acusando a quienes hacían allí negocios, de haber convertido
la casa de oración en cueva de ladrones. Este hecho toca el corazón del sistema religioso y político
del pueblo judío.
G. Vermes establece una estrecha relación entre el incidente del templo y la crucifixión de Jesús en
estos términos: “Jesús murió en la cruz por haber hecho lo que no debía (causar una conmoción),
en el lugar en que no debía hacerlo (el templo), en el momento inadecuado (inmediatamente antes
de la pascua). En esto consiste la verdadera tragedia de Jesús el judío.” (TAMAYO-ACOSTA 1998:
155).
Todos estos aspectos nos hacen pensar que Jesús sabía lo que estaba haciendo, las reacciones que
estaba generando y el posible final de esta historia.
MARCOS 5, 1-20
El endemoniado gadareno
Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos.
Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un
espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas.
Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas
pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar.
Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose
con piedras.
Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él.
Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios
que no me atormentes.
Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.
Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.
Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región.
Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo.
Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos.
Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los
cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se
ahogaron.
Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a
ver qué era aquello que había sucedido.
Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión,
sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.
Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y
lo de los cerdos.
Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos.
Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.
Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes
cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.
Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se
maravillaban.
MARCOS 6, 45-52
Jesús anda sobre el mar
En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera,
entre tanto que él despedía a la multitud.
Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar; y al venir la noche, la barca estaba en
medio del mar, y él solo en tierra.
Y viéndolos remar con gran fatiga, porque el viento les era contrario, cerca de la cuarta vigilia de la
noche vino a ellos andando sobre el mar, y quería adelantárseles.
Viéndole ellos andar sobre el mar, pensaron que era un fantasma, y gritaron; porque todos le veían,
y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, ¡no temáis!
Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se
maravillaban.
Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.
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