EL MODELO DE ARGUMENTO DE TOULMIN DESDE UNA PERSPECTIVA DIDÁCTICA Ivonne Fuentes Román Resumen Este trabajo pretende presentar el modelo de argumento de Toulmin de manera sintética y valorar críticamente su aporte, considerando la reformulación de la figura silogística en términos de ciertos casilleros funcionales que toda buena argumentación justificatoria debe articular. Cabe destacar su preocupación por situar los argumentos en un campo específico y práctico, utilizando la lógica factual, es decir, concebida como herramienta para la corrección del razonamiento. Si la forma lógica constituía la columna vertebral de la evaluación del argumento desde la tradición lógica; la forma jurídica, el proceso justificatorio en los tribunales, constituye la norma para la evaluación del argumento en el esquema de Toulmin.. Los elementos o casilleros funcionales que distingue nuestro autor, son útiles en cuanto nos permiten hacer transparente el argumento, y aunque existen ciertas aprehensiones sobre la distinción que puede existir entre garantía y apoyo, no cabe duda de que el análisis del argumento diseccionado en cada una de sus partes y situado en un campo argumental y entendido desde la perspectiva en que lo produce el argumentador, es un valioso aporte. Nos sirve tanto para montar o construir un argumento fuerte y sólido, como para analizar uno ya construido. Palabras Claves: argumentación, lógica factual, Toulmin Abstract If the logical form constituted the spine of the evaluation of the argument from the logical tradition; the legal form, the process “justificatorio” in the courts, constitutes the norm for the evaluation of the argument in the scheme of Toulmin. This work tries to present/display the model of Toulmin of synthetic way and to critically value its contribution, for being that reformulates the “silogística” figure in terms of certain functional squares that all good argumentation “justificatoria” must articulate. It is possible to emphasize its preoccupation to locate the arguments in a specific and practical field, using the factual logic, that is to say, conceived like tool for the correction of the reasoning. The functional elements or squares that our author distinguishes, are useful as soon as they allow us to make transparency the argument, and although they exist certain apprehensions on the distinction who can exist between guarantee and support, does not fit doubt that the analysis of the argument divide in each one of their parts and located in a “argumental” and understood field from the perspective in that produces the argumentative one, is a valuable contribution. It serves so much to us to mount or to construct a strong and solid argument, like analyzing one already constructed. INTRODUCCIÓN La argumentación es un tema tan complejo como interesante. Constituye el sustento de una sociedad democrática y si consideramos que no solo contempla una producción discursiva, sino también una estructura de pensamiento, podemos comprender por qué su enseñanza trae consigo tanta dificultad. Desde la Retórica Clásica hasta nuestros días se reconoce la importancia de esta conjugación entre ethos, loghos y pathos, como la trilogía que permite persuadir o convencer a otro a través de las palabras. El reconocimiento de la estructura argumentativa y su análisis nos permite reconocer la intención que hay detrás para saber si adherimos a ella o discrepamos; pero también nos permite estructurar nuestras propias argumentaciones. La multiplicidad de modelos o teorías en torno a este tema, hacen difícil la elección. A través de estas páginas se pretende mostrar, desde una perspectiva didáctica, el aporte del modelo argumental de Toulmin y su figura silogística. Se puede sostener que el autor en cuestión concibe la lógica como una herramienta para el análisis del razonamiento, pero sin disociarla de la realidad a la que se pretende aplicar. Estudia la argumentación no desde las alturas de los teóricos lógicos, sino que tratando de reflejar cómo argumentaría el hombre común, indagando sobre su razonar práctico y el empleo de los lenguajes naturales. Su modelo de análisis argumental está basado en las prácticas jurídicas, en el tipo de proceso justificatorio de los argumentos que se ventilan en los tribunales, pero introduciendo un cambio fundamental que consiste en dejar de lado la lógica matemática para adoptar en su reemplazo, una lógica factual o práctica. Toulmin es un filósofo analítico en diversos sentidos: analiza los argumentos descomponiéndolos en partes o casilleros, permitiendo ver con mayor claridad su estructura, y determinar donde se ubican sus fortalezas y debilidades. Además, establece la importancia de distinguir entre los diversos campos argumentales a partir del lenguaje propio de cada individuo, reflejando diversas formas de vida, lo que proporciona garantía y apoyos específicos al argumento en cuestión, como si se tratara de juegos de lenguaje con sus reglas particulares, tal como lo propusiera Wittgenstein en su segunda etapa intelectual. La pretensión es evaluar los argumentos aplicando un esquema constituido por una premisa mayor, datos, respaldo o apoyo, conclusiones, calificadores y condiciones de refutación. La función de la premisa mayor corresponde a la garantía, siendo esta una regla general, una licencia que permite ir de un caso, un hecho o algo que se da como verdadero a una conclusión. Esta función de lo dado, del hecho, que Toulmin llama ‘dato’, corresponde a la premisa menor en la versión silogística. Se puede pasar del dato a la conclusión por vía de la garantía, etapa que se denomina ley de paso y que se constituye en un aporte importante para la evaluación y producción de argumentos. Por su parte, la base empírica desde donde surge la garantía corresponde al ‘apoyo’ o ‘respaldo’, esto es: un código legal, una teoría científica, un estudio estadístico, una costumbre arraigada, etc. La función de apoyo, entonces, es una categoría relativamente novedosa en el esquema argumental. PRESENTACIÓN DEL MODELO ARGUMENTAL A modo de analogía se puede afirmar que estamos frente a un tipo de "disección textual" que permite dividir una discusión en sus diversas partes (demanda, razones, y evidencia) de modo que se puedan hacer juicios sobre ellas y el modo en que se relacionan en un todo, constituyéndose en una alternativa a la lógica formal para analizar la argumentación cotidiana. Las partes de una discusión, según Toulmin, se pueden comparar con un castillo de naipes, en donde el nivel mayor: la demanda, está sustentado en cada uno de los otros niveles que le sirven de soporte: Garantía Apoyo Datos Conclusiones Calificadores Condiciones de refutación. A continuación presentaremos una breve definición de cada uno de los elementos para situarnos en la perspectiva toulminiana: Garantía (Warrant): es el principio general, la premisa mayor, la norma tácita, o bien, los enunciados generales, de naturaleza formal, que permiten el paso de los datos a las conclusiones. Apoyo o respaldo (Backing): corresponde al cuerpo de contenidos desde donde emanan las garantías y que nos remite al mundo sustancial en el que encontramos investigaciones, textos, códigos, supuestos sociales que nos permiten afirmar una garantía. Datos (Grounds): son de orden empírico o factual, y permiten la emergencia de una pretensión o conclusión. Conclusiones (Claim): son las pretensiones, demandas, o alegatos que buscan, entre muchos de sus posibles propósitos, posicionar una acción, una perspectiva. Calificadores modales (Qualifiers): son construcciones lingüísticas que permiten atenuar una pretensión. Condiciones de refutación (Rebuttals): son las que permite la conclusión, las circunstancias extraordinarias o excepcionales que pueden socavar la fuerza de los argumentos. (Toulmin, 1958) Cuando utilizamos este método, identificamos la demanda, las razones, y la evidencia de la discusión, y evaluamos la eficacia de cada una de estas partes. Además de los elementos que conforman el modelo hay que considerar que la argumentación se da en un espacio que corresponde a un campo y a una perspectiva argumental, dos factores relevantes para nuestro autor como categorías analíticas que nos remiten a ciertos ámbitos de estudio. El intento de Toulmin contiene lo central del esquema silogístico tradicional, complementado con casilleros que mejor responden a lo que ocurre en situaciones justificatorias. Cuando se justifica una opinión, juicio o afirmación, no basta con generar una conclusión a partir de un par de premisas, una de las cuales, la mayor, funciona como puente entre la menor y la conclusión. El argumento justificatorio requiere especialmente de un apoyo para la premisa mayor. El casillero funcional de apoyo nos remite a los criterios de aplicación del campo en cuestión e impone las eventuales calificaciones que van a modificar la conclusión. El apoyo argumental nos asegura que el argumento está anclado en un campo y apela a criterios de aplicación para la gama de términos que van a estructurar el argumento, y, sobre todo, la conclusión, criterios que pueden hacerse explícitos. La noción de campo argumental y la de apoyo son entradas sustanciales y locales para el argumento. Ambas nos remiten al asunto mismo de que trata el argumento en cuestión y nos exigen derivar de allí los criterios para evaluarlo. (Rivano, E. 1999). El modelo estudiado, en lo que importa a los alcances que el mismo autor visualizó para éste, nos demuestra que estamos en un terreno aún firme de racionalidad, por cuanto tiene criterios sólidos de aplicación, el argumento pertenece a un campo donde los apoyos son claros y de ellos se extraen las calificaciones del caso y existe una exigencia de pertinencia argumental. Sin embargo, cuando se intenta aplicar el modelo para la evaluación de los argumentos propios de la vida cotidiana, falta afinar un poco más el lente para descubrir cada una de las partes, adscribirlas a un campo específico e identificar la perspectiva del argumentador para poder, desde un punto de vista fundamentado, evaluar. En particular, los argumentos semi-implícitos y trans-verbales de la vida cotidiana, es decir, aquellos que no son verbalizados, obtienen una muy pobre evaluación bajo las exigencias toulminianas: por ejemplo, cuando un prejuicio funciona como garantía, ¿cuál es su apoyo? Siguiendo este modelo, es posible que se nos plantee que un prejuicio implica el uso de una garantía que carece de apoyo y que, por lo tanto, no es pertinente. No obstante, hay que mirar con cuidado el análisis, puesto que en el caso recién planteado se está concibiendo la función de apoyo en términos de la racionalidad tradicional, la racionalidad lógica: el apoyo es un apoyo racional y pertinente para el asunto. Aplicando fríamente la noción de apoyo, en una extensión que seguramente poco agradará al mismo Toulmin, pero que parece evidente y corresponde a una versión desimplicada de los hechos, ¿no cabría concebir el apoyo de un prejuicio como el número de personas que lo suscriben, el arraigo real del mismo, la fuerza concreta del prejuicio en la comunidad del caso? En Toulmin, así como en el segundo periodo de su maestro Wittgenstein, encontramos a un autor que reacciona contra la tradición formalista: la tradición ha seguido un derrotero sin ninguna incidencia en la argumentación real, el modo concreto como se estructuran y establecen las conclusiones. En particular, en Toulmin tenemos el desarrollo de un modelo para evaluar el argumento justificatorio, modelo que se extrae de las prácticas jurídicas. La racionalidad ya no es una, sino muchas. Y no hay una pauta evaluativa para la racionalidad o validez o adecuación de los argumentos, sino muchas. La legitimidad de los argumentos, en última instancia, queda restringida al contexto del caso, al campo en cuestión, a lo que de hecho vale como argumento último en una disputa. La interminable gama de campos argumentales no es necesariamente compatible en sus criterios de aplicación, por lo que no hay curso a una racionalidad común, unificada. Desde que el apoyo se concibe como aquello que legitima una garantía, el apoyo nos lleva directamente al tema del poder. Y aquí por poder entendemos tanto la capacidad de fuerza física y capacidad de apropiación, como toda la gama de campos de prestigio, las autoridades establecidas y sus doctrinas y funcionamientos, las religiones oficiales, los tabúes, los prejuicios de la sociedad, en fin, toda la gama de instancias de fuerza cuya legitimidad viene de su sola presencia y peso en la sociedad. Estas fuerzas operan por doquier como apoyos argumentales, pero no representan una base racional para el argumento. Estas instancias de fuerza constituyen muchas veces marcos de referencia incuestionables. Son apoyos irracionales en la argumentación. Pero las garantías se extraen de éstos en forma automática. Este tipo de apoyo no es racional, no es justificatorio ante “la corte de la razón”, no es pertinente: es un apoyo por la fuerza, sea ésta física, técnica, por el prestigio, la tradición, la religión, el prejuicio, el tabú, la doctrina oficial, etc. Desde que el apoyo se articula como aquello que legitima una garantía, la racionalidad de la razón queda marginada a un segundo plano, y el poder, establecido o emergente, despliega su propia y protagónica racionalidad. Todo indica que, en última instancia, las únicas racionalidades estables son las que se apoyan en el poder, en la institución, en la fuerza de lo que se constituye como forma particular de existencia y coexistencia por más caprichosa que ésta sea. La racionalidad es pertinente sólo en el sentido de contar con la fuerza requerida, sea esta fuerza de la costumbre, de la inercia social, del temor, del conglomerado humano, o simplemente la fuerza acaso más desnuda de la supremacía física o técnica. Por todo lo anterior, interesa rescatar las funciones de Garantía y Apoyo; sobre todo esta última que no aparecía en tratamientos lógicos anteriores (la función de Garantía, la premisa mayor en la tradición, en cambio, sí aparece en críticas clásicas al silogismo). Este modelo, puede decirse, reformula el esquema silogístico tradicional, que es formal, en la dimensión de los datos, las licencias y los apoyos a esas licencias. Es, sobre todo, en virtud de este último casillero funcional que se percibe el carácter sustantivo del modelo: el apoyo nos remite al campo específico de argumentación, donde encontramos la base material desde la que emana la garantía, y las calificaciones específicas que la conclusión trae. (Rivano, E. 1999) La lógica factual es tanto una herramienta de análisis como un instrumento para la intervención argumental. Es una herramienta para la descripción lógica de un texto argumentativo, a la vez que permite montar y desmontar argumentos. Este rasgo de utilidad, de poder ser el elemento en la práctica misma del argumento, es un rasgo que no se da con la misma fuerza y del mismo modo en otras lógicas argumentales. EJEMPLO PRÁCTICO DE LA EVALUACIÓN DE ARGUMENTOS Como una forma de demostrar de manera didáctica la aplicación del modelo en cuestión, es que se aplicará la evaluación del argumento a una Carta al Director, entendiendo que se trata de un tipo de argumentación cotidiana por cuanto quien escribe no es un experto ni un lógico, sino sencillamente alguien que expresa su opinión respecto a un tema en particular y desarrolla su argumentación desde su propio conocimiento del tema. El campo argumental desde el cual se desarrolla la lógica factual corresponde al contexto de un ciudadano común. Carta al Director: Demoliendo a Ñuñoa Con alegría los ñuñoinos nos enteramos de que habría un congelamiento de permisos de edificación en algunos sectores de nuestra comuna. Con esta medida terminará la masacre urbanística que se ha estado produciendo a costa de nuestros barrios, de antigua data y sosegado diseño. Comuna con familias que llevan más de cuarenta años en casas que no tienen equivalencias en ninguna parte, que por un mal entendido desarrollo se han entregado a la picota. Exigimos mayor control en la adjudicación de permisos; no es posible dejar sólo estructuras de pie y todo su interior vacío, como ha estado ocurriendo en espera de los permisos. Actuemos con seriedad y responsabilidad y no para favorecer a unos en desmedro de otros. (Loreto Kittsteiner Yánez) Análisis o evaluación del argumento Siguiendo el modelo estudiado, debemos distinguir en la argumentación cada una de las partes propuestas como casilleros independientes: Garantía: Actuemos con seriedad y responsabilidad y no para favorecer a unos en desmedro de otros. Apoyo o respaldo: Se terminará con la masacre urbanística; permitirá poner a resguardo los barrios con antigua data y sosegado diseño. Datos: La gente de Ñunoa a la cual alude el emisor corresponde a familias que llevan más de cuarenta años en casas que no tienen equivalencia en ninguna parte. No es posible dejar sólo estructuras de pie y todo su interior vacío, como ha estado ocurriendo en espera de los permisos. Calificadores modales: en algunos sectores (de la comuna) Este atenuador deja claro que el discurso no abarca toda la Comuna. No es posible (Este expresión corresponde a un intensificador en vez de un atenuador) Conclusiones: El congelamiento de permisos de edificación en algunos sectores de la comuna de Ñuñoa es positivo. Exigimos mayor control en la adjudicación de permisos. Condiciones de refutación: Hay quienes tienen un concepto errado de desarrollo urbanístico. Diseccionado el texto argumentativo, podemos evaluar el tipo de argumentación llevada a cabo, haciendo un análisis desde la garantía propuesta, puesto que se trata de un principio básico en el ámbito del bien común. Es esta garantía la que nos permite articular el paso desde los datos a las conclusiones. El apoyo o respaldo es cuestionable, puesto que logra la adhesión de la audiencia en tanto esta considere los barrios antiguos y con sobrio diseño como la mejor opción frente a lo que otros consideran desarrollo urbanístico. En el texto analizado no se aprecia un mayor uso de calificadores modales, pero sí se presentan explícitamente las condiciones de refutación; hecho planteado para apoyar su conclusión con mayor fuerza desde la perspectiva de los ñuñoinos. ANÁLISIS CRÍTICO DEL MODELO Una primera crítica, lugar común entre quienes analizan su modelo, dice relación con el surgimiento de éste como una “auténtica” superación de la lógica formal, puesto que es el mismo Toulmin quien enfatiza esta separación. Sin embargo, después del análisis queda de manifiesto que su modelo no es contrario a la estructura de la lógica formal. Incluso más, su base es el silogismo aristotélico, la lógica deductiva, lo que implica que no abandona sus criterios de corrección. Su modelo repara en distinciones que van en beneficio de la fuerza de los argumentos, nombrando las premisas con expresiones que aclaran diferencias entre antecedentes, garantías y respaldo. Por otra parte, al incorporar calificadores u operadores modales, nos lleva a una de las evoluciones de la teoría lógica, cual es la lógica modal. Con respecto a las partes o casilleros funcionales que Toulmin distingue en su modelo, una crítica que comúnmente se le hace es que no logra distinguir la real diferencia entre garantía y apoyo. Podrían ser especificaciones de un mismo elemento; sin embargo, es preferible establecerlas como profundizaciones que buscan dar una mayor firmeza, enraizar la garantía a través del respaldo para que se autorice el paso del antecedente a la conclusión, en otras palabras, lo que Toulmin propone como ley de paso. Hay quienes critican el calificador y las condiciones de refutación, puesto que, si bien reflejan la realidad de las cosas y el carácter no absoluto de una proposición, no se comparte la idea de que deban explicitarse en un proceso argumentativo, toda vez que muestran precisamente sus debilidades y el blanco a que deben dirigirse quienes quieran rebatirlo. Si se considera que uno de los fines inmediatos de la argumentación es convencer, el hecho de dar a conocer sus flaquezas, según algunos, va en abierto desmedro de aquel fin. No obstante, es necesario recordar que el esquema Toulminiano con los calificadores modales y las condiciones de refutación son partes del argumento que se pretende descomponer para ser evaluado. El argumentador, tanto en el plano de la jurisprudencia como en la vida cotidiana, sabe cuales son estas modalidades y aquellos puntos en los que su argumento puede ser refutado, y el evaluar estas condiciones no significa necesariamente que deban ser explicitadas en el momento de la argumentación. Intentando hacer una síntesis del modelo, analizando su funcionalidad, tanto desde una perspectiva práctica como teórica, cabe señalar una serie de aportes que han posibilitado el avance en el camino de la argumentación. La distinción entre argumentación, razonamiento y argumento, destaca que una cosa es la actividad general, otra es dar razones a favor de una pretensión sin necesariamente exteriorizarla, y otra es el argumento en tanto interacción humana y no como una cadena de proposiciones. La distinción que hace el autor entre diversos campos argumentales, sirve para no despreocuparnos de las reglas y principios inherentes a cada uno. Nos parece también acertada, siguiendo este mismo razonamiento, su distinción entre elementos que serán invariables (field- invariant), es decir, estarán presentes en todos los campos, y otros dependientes o específicos al campo de que se trate (field- dependent) (Toulmin, 1958). Los elementos o casilleros funcionales son útiles en cuanto nos permiten, como dice Santibáñez (2002), hacer transparente el argumento. Estas ‘categorías frescas’, como el propio Toulmin las denomina, se encadenan, creándose una interdependencia entre ellas. Se puede decir que guían el razonamiento, asegurando su corrección formal, y haciéndolo resistente a las críticas. Nos sirven tanto para montar o construir un argumento fuerte y sólido, como para analizar uno ya construido. Debemos señalar, sin embargo, que estas distinciones son sólo una de las herramientas que se deben considerar a la hora de argumentar. Toulmin incorpora tempranamente la noción de probabilidad, y luego, agrega otros operadores modales, aunque siempre genéricos, como: presumiblemente, posiblemente, con cierto grado de certeza, hasta señalar que deben ocupar un casillero propio en la estructura de los micro argumentos. Esta noción de probabilidad, tiene por objeto denunciar el hecho de que los argumentos no pueden, en la práctica, sostenerse de manera absoluta, sino que es la propia realidad la que se encarga de demostrarnos la existencia de excepciones. Para algunos, esto estaría representado con la expresión: para cada argumento existe un contraargumento. Además, le brinda credibilidad al argumentador, toda vez que el destinatario sólo considerará como posible, probable, o plausible el argumento. Estos grados de éxito o expectativa del argumento contemplan la posibilidad de que no se verifique la proposición en la práctica (Toulmin, 1958). Finalmente, su reflexión en torno a la teoría lógica, y a la forma como los lógicos han oscurecido diferencias, o no han reparado en detalles y precisiones importantes para un análisis serio, nos parece que es meritoria. A MODO DE SÍNTESIS Los conceptos de campo argumental y perspectiva propuestos por Toulmin cumplen un rol fundamental en el proceso argumentativo, estableciéndose una relación con el ejercicio de poder que el argumentador efectúa, en tanto su pretensión es consolidar su proposición como la única válida o como la más razonable. El hombre común sólo podrá argumentar en aquellos ámbitos respecto de los cuales tenga conocimientos más precisos o específicos. A juicio de Stephen Toulmin, la preocupación excesiva por la sistematicidad lógica ha resultado destructiva para el entendimiento histórico y la crítica racional. La comprensión humana se propone, precisamente, hacer un nuevo planteamiento de la idea de racionalidad y una revisión de la filosofía clásica y contemporánea al respecto, poniendo en primer plano, como nociones fundamentales, las de “adaptación” y “exigencia”, y no las de “forma” y “validez”. De acuerdo a todo lo expuesto, el modelo presentado, es muy útil y práctico para analizar y elaborar argumentos. Esto se puede comprobar en el ámbito educacional, pues, para la enseñanza de la argumentación y la elaboración de argumentos el modelo es claro y estructurado de tal forma que hace fácil su asimilación. Esto significa ampliar el horizonte, y establecer no sólo la productividad que tiene el modelo en el plano jurídico y en la formación de abogados, sino que también en la manera en que se le enseña al hombre común desde la institucionalidad educativa a desarrollar la capacidad de argumentar y evaluar los argumentos, aspectos fundamentales en la formación de un ciudadano democrático y ecuánime. Universidad de Playa Ancha Avda. Playa Ancha 850 Valparaíso, Chile ifuentes@ upla.cl BIBLIOGRAFÍA RIVANO, Emilio (1999). De la argumentación. Bravo y Allende Editores: Chile. SANTIBAÑEZ, Cristián (2002). Teorías de la Argumentación, ejemplos y análisis. Cosmigón: Chile TOULMIN, Stephen (1958). The Uses of Argument, Cambridge University Press: N. Y. TOULMIN, Stephen (1972). La Comprensión Humana., I. El uso colectivo y la evaluación de los conceptos, Alianza Universidad: Spain.