Subido por ELIZABETH ZELADA YZQUIERDO

DOC TOULMIN argumentación y didáctica

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EL MODELO DE ARGUMENTO DE TOULMIN DESDE UNA PERSPECTIVA
DIDÁCTICA
Ivonne Fuentes Román
Resumen
Este trabajo pretende presentar el modelo de argumento de Toulmin de manera
sintética y valorar críticamente su aporte, considerando la reformulación de la figura
silogística en términos de ciertos casilleros funcionales que toda buena argumentación
justificatoria debe articular. Cabe destacar su preocupación por situar los argumentos en un
campo específico y práctico, utilizando la lógica factual, es decir, concebida como
herramienta para la corrección del razonamiento.
Si la forma lógica constituía la columna vertebral de la evaluación del argumento
desde la tradición lógica; la forma jurídica, el proceso justificatorio en los tribunales,
constituye la norma para la evaluación del argumento en el esquema de Toulmin.. Los
elementos o casilleros funcionales que distingue nuestro autor, son útiles en cuanto nos
permiten hacer transparente el argumento, y aunque existen ciertas aprehensiones sobre la
distinción que puede existir entre garantía y apoyo, no cabe duda de que el análisis del
argumento diseccionado en cada una de sus partes y situado en un campo argumental y
entendido desde la perspectiva en que lo produce el argumentador, es un valioso aporte.
Nos sirve tanto para montar o construir un argumento fuerte y sólido, como para analizar
uno ya construido.
Palabras Claves: argumentación, lógica factual, Toulmin
Abstract
If the logical form constituted the spine of the evaluation of the argument from the
logical tradition; the legal form, the process “justificatorio” in the courts, constitutes the
norm for the evaluation of the argument in the scheme of Toulmin. This work tries to
present/display the model of Toulmin of synthetic way and to critically value its
contribution, for being that reformulates the “silogística” figure in terms of certain
functional squares that all good argumentation “justificatoria” must articulate. It is possible
to emphasize its preoccupation to locate the arguments in a specific and practical field,
using the factual logic, that is to say, conceived like tool for the correction of the reasoning.
The functional elements or squares that our author distinguishes, are useful as soon as they
allow us to make transparency the argument, and although they exist certain apprehensions
on the distinction who can exist between guarantee and support, does not fit doubt that the
analysis of the argument divide in each one of their parts and located in a “argumental” and
understood field from the perspective in that produces the argumentative one, is a valuable
contribution. It serves so much to us to mount or to construct a strong and solid argument,
like analyzing one already constructed.
INTRODUCCIÓN
La argumentación es un tema tan complejo como interesante. Constituye el sustento
de una sociedad democrática y si consideramos que no solo contempla una producción
discursiva, sino también una estructura de pensamiento, podemos comprender por qué su
enseñanza trae consigo tanta dificultad.
Desde la Retórica Clásica hasta nuestros días se reconoce la importancia de esta
conjugación entre ethos, loghos y pathos, como la trilogía que permite persuadir o
convencer a otro a través de las palabras. El reconocimiento de la estructura argumentativa
y su análisis nos permite reconocer la intención que hay detrás para saber si adherimos a
ella o discrepamos; pero también nos permite estructurar nuestras propias argumentaciones.
La multiplicidad de modelos o teorías en torno a este tema, hacen difícil la elección. A
través de estas páginas se pretende mostrar, desde una perspectiva didáctica, el aporte del
modelo argumental de Toulmin y su figura silogística.
Se puede sostener que el autor en cuestión concibe la lógica como una herramienta
para el análisis del razonamiento, pero sin disociarla de la realidad a la que se pretende
aplicar. Estudia la argumentación no desde las alturas de los teóricos lógicos, sino que
tratando de reflejar cómo argumentaría el hombre común, indagando sobre su razonar
práctico y el empleo de los lenguajes naturales. Su modelo de análisis argumental está
basado en las prácticas jurídicas, en el tipo de proceso justificatorio de los argumentos que
se ventilan en los tribunales, pero introduciendo un cambio fundamental que consiste en
dejar de lado la lógica matemática para adoptar en su reemplazo, una lógica factual o
práctica.
Toulmin es un filósofo analítico en diversos sentidos: analiza los argumentos
descomponiéndolos en partes o casilleros, permitiendo ver con mayor claridad su
estructura, y determinar donde se ubican sus fortalezas y debilidades. Además, establece la
importancia de distinguir entre los diversos campos argumentales a partir del lenguaje
propio de cada individuo, reflejando diversas formas de vida, lo que proporciona garantía y
apoyos específicos al argumento en cuestión, como si se tratara de juegos de lenguaje con
sus reglas particulares, tal como lo propusiera Wittgenstein en su segunda etapa intelectual.
La pretensión es evaluar los argumentos aplicando un esquema constituido por una
premisa mayor, datos, respaldo o apoyo, conclusiones, calificadores y condiciones de
refutación. La función de la premisa mayor corresponde a la garantía, siendo esta una regla
general, una licencia que permite ir de un caso, un hecho o algo que se da como verdadero a
una conclusión. Esta función de lo dado, del hecho, que Toulmin llama ‘dato’, corresponde
a la premisa menor en la versión silogística. Se puede pasar del dato a la conclusión por vía
de la garantía, etapa que se denomina ley de paso y que se constituye en un aporte
importante para la evaluación y producción de argumentos. Por su parte, la base empírica
desde donde surge la garantía corresponde al ‘apoyo’ o ‘respaldo’, esto es: un código legal,
una teoría científica, un estudio estadístico, una costumbre arraigada, etc. La función de
apoyo, entonces, es una categoría relativamente novedosa en el esquema argumental.
PRESENTACIÓN DEL MODELO ARGUMENTAL
A modo de analogía se puede afirmar que estamos frente a un tipo de "disección
textual" que permite dividir una discusión en sus diversas partes (demanda, razones, y
evidencia) de modo que se puedan hacer juicios sobre ellas y el modo en que se relacionan
en un todo, constituyéndose en una alternativa a la lógica formal para analizar la
argumentación cotidiana. Las partes de una discusión, según Toulmin, se pueden comparar
con un castillo de naipes, en donde el nivel mayor: la demanda, está sustentado en cada uno
de los otros niveles que le sirven de soporte:






Garantía
Apoyo
Datos
Conclusiones
Calificadores
Condiciones de refutación.
A continuación presentaremos una breve definición de cada uno de los elementos para
situarnos en la perspectiva toulminiana:
Garantía (Warrant): es el principio general, la premisa mayor, la norma tácita, o bien, los
enunciados generales, de naturaleza formal, que permiten el paso de los datos a las
conclusiones.
Apoyo o respaldo (Backing): corresponde al cuerpo de contenidos desde donde emanan las
garantías y que nos remite al mundo sustancial en el que encontramos investigaciones,
textos, códigos, supuestos sociales que nos permiten afirmar una garantía.
Datos (Grounds): son de orden empírico o factual, y permiten la emergencia de una
pretensión o conclusión.
Conclusiones (Claim): son las pretensiones, demandas, o alegatos que buscan, entre
muchos de sus posibles propósitos, posicionar una acción, una perspectiva.
Calificadores modales (Qualifiers): son construcciones lingüísticas que permiten atenuar
una pretensión.
Condiciones de refutación (Rebuttals): son las que permite la conclusión, las circunstancias
extraordinarias o excepcionales que pueden socavar la fuerza de los argumentos. (Toulmin,
1958)
Cuando utilizamos este método, identificamos la demanda, las razones, y la
evidencia de la discusión, y evaluamos la eficacia de cada una de estas partes. Además de
los elementos que conforman el modelo hay que considerar que la argumentación se da en
un espacio que corresponde a un campo y a una perspectiva argumental, dos factores
relevantes para nuestro autor como categorías analíticas que nos remiten a ciertos ámbitos
de estudio.
El intento de Toulmin contiene lo central del esquema silogístico tradicional,
complementado con casilleros que mejor responden a lo que ocurre en situaciones
justificatorias. Cuando se justifica una opinión, juicio o afirmación, no basta con generar
una conclusión a partir de un par de premisas, una de las cuales, la mayor, funciona como
puente entre la menor y la conclusión. El argumento justificatorio requiere especialmente
de un apoyo para la premisa mayor. El casillero funcional de apoyo nos remite a los
criterios de aplicación del campo en cuestión e impone las eventuales calificaciones que
van a modificar la conclusión. El apoyo argumental nos asegura que el argumento está
anclado en un campo y apela a criterios de aplicación para la gama de términos que van a
estructurar el argumento, y, sobre todo, la conclusión, criterios que pueden hacerse
explícitos. La noción de campo argumental y la de apoyo son entradas sustanciales y
locales para el argumento. Ambas nos remiten al asunto mismo de que trata el argumento
en cuestión y nos exigen derivar de allí los criterios para evaluarlo. (Rivano, E. 1999).
El modelo estudiado, en lo que importa a los alcances que el mismo autor visualizó
para éste, nos demuestra que estamos en un terreno aún firme de racionalidad, por cuanto
tiene criterios sólidos de aplicación, el argumento pertenece a un campo donde los apoyos
son claros y de ellos se extraen las calificaciones del caso y existe una exigencia de
pertinencia argumental. Sin embargo, cuando se intenta aplicar el modelo para la
evaluación de los argumentos propios de la vida cotidiana, falta afinar un poco más el lente
para descubrir cada una de las partes, adscribirlas a un campo específico e identificar la
perspectiva del argumentador para poder, desde un punto de vista fundamentado, evaluar.
En particular, los argumentos semi-implícitos y trans-verbales de la vida cotidiana,
es decir, aquellos que no son verbalizados, obtienen una muy pobre evaluación bajo las
exigencias toulminianas: por ejemplo, cuando un prejuicio funciona como garantía, ¿cuál es
su apoyo? Siguiendo este modelo, es posible que se nos plantee que un prejuicio implica el
uso de una garantía que carece de apoyo y que, por lo tanto, no es pertinente. No obstante,
hay que mirar con cuidado el análisis, puesto que en el caso recién planteado se está
concibiendo la función de apoyo en términos de la racionalidad tradicional, la racionalidad
lógica: el apoyo es un apoyo racional y pertinente para el asunto. Aplicando fríamente la
noción de apoyo, en una extensión que seguramente poco agradará al mismo Toulmin, pero
que parece evidente y corresponde a una versión desimplicada de los hechos, ¿no cabría
concebir el apoyo de un prejuicio como el número de personas que lo suscriben, el arraigo
real del mismo, la fuerza concreta del prejuicio en la comunidad del caso?
En Toulmin, así como en el segundo periodo de su maestro Wittgenstein,
encontramos a un autor que reacciona contra la tradición formalista: la tradición ha seguido
un derrotero sin ninguna incidencia en la argumentación real, el modo concreto como se
estructuran y establecen las conclusiones. En particular, en Toulmin tenemos el desarrollo
de un modelo para evaluar el argumento justificatorio, modelo que se extrae de las prácticas
jurídicas. La racionalidad ya no es una, sino muchas. Y no hay una pauta evaluativa para la
racionalidad o validez o adecuación de los argumentos, sino muchas. La legitimidad de los
argumentos, en última instancia, queda restringida al contexto del caso, al campo en
cuestión, a lo que de hecho vale como argumento último en una disputa.
La interminable gama de campos argumentales no es necesariamente compatible en
sus criterios de aplicación, por lo que no hay curso a una racionalidad común, unificada.
Desde que el apoyo se concibe como aquello que legitima una garantía, el apoyo nos lleva
directamente al tema del poder. Y aquí por poder entendemos tanto la capacidad de fuerza
física y capacidad de apropiación, como toda la gama de campos de prestigio, las
autoridades establecidas y sus doctrinas y funcionamientos, las religiones oficiales, los
tabúes, los prejuicios de la sociedad, en fin, toda la gama de instancias de fuerza cuya
legitimidad viene de su sola presencia y peso en la sociedad. Estas fuerzas operan por
doquier como apoyos argumentales, pero no representan una base racional para el
argumento. Estas instancias de fuerza constituyen muchas veces marcos de referencia
incuestionables. Son apoyos irracionales en la argumentación. Pero las garantías se extraen
de éstos en forma automática. Este tipo de apoyo no es racional, no es justificatorio ante “la
corte de la razón”, no es pertinente: es un apoyo por la fuerza, sea ésta física, técnica, por el
prestigio, la tradición, la religión, el prejuicio, el tabú, la doctrina oficial, etc.
Desde que el apoyo se articula como aquello que legitima una garantía, la
racionalidad de la razón queda marginada a un segundo plano, y el poder, establecido o
emergente, despliega su propia y protagónica racionalidad.
Todo indica que, en última instancia, las únicas racionalidades estables son las que
se apoyan en el poder, en la institución, en la fuerza de lo que se constituye como forma
particular de existencia y coexistencia por más caprichosa que ésta sea. La racionalidad es
pertinente sólo en el sentido de contar con la fuerza requerida, sea esta fuerza de la
costumbre, de la inercia social, del temor, del conglomerado humano, o simplemente la
fuerza acaso más desnuda de la supremacía física o técnica.
Por todo lo anterior, interesa rescatar las funciones de Garantía y Apoyo; sobre todo
esta última que no aparecía en tratamientos lógicos anteriores (la función de Garantía, la
premisa mayor en la tradición, en cambio, sí aparece en críticas clásicas al silogismo). Este
modelo, puede decirse, reformula el esquema silogístico tradicional, que es formal, en la
dimensión de los datos, las licencias y los apoyos a esas licencias. Es, sobre todo, en virtud
de este último casillero funcional que se percibe el carácter sustantivo del modelo: el apoyo
nos remite al campo específico de argumentación, donde encontramos la base material
desde la que emana la garantía, y las calificaciones específicas que la conclusión trae.
(Rivano, E. 1999)
La lógica factual es tanto una herramienta de análisis como un instrumento para la
intervención argumental. Es una herramienta para la descripción lógica de un texto
argumentativo, a la vez que permite montar y desmontar argumentos. Este rasgo de
utilidad, de poder ser el elemento en la práctica misma del argumento, es un rasgo que no
se da con la misma fuerza y del mismo modo en otras lógicas argumentales.
EJEMPLO PRÁCTICO DE LA EVALUACIÓN DE ARGUMENTOS
Como una forma de demostrar de manera didáctica la aplicación del modelo en
cuestión, es que se aplicará la evaluación del argumento a una Carta al Director,
entendiendo que se trata de un tipo de argumentación cotidiana por cuanto quien escribe no
es un experto ni un lógico, sino sencillamente alguien que expresa su opinión respecto a un
tema en particular y desarrolla su argumentación desde su propio conocimiento del tema. El
campo argumental desde el cual se desarrolla la lógica factual corresponde al contexto de
un ciudadano común.
Carta al Director: Demoliendo a Ñuñoa
Con alegría los ñuñoinos nos enteramos de que habría un congelamiento de
permisos de edificación en algunos sectores de nuestra comuna. Con esta medida
terminará la masacre urbanística que se ha estado produciendo a costa de nuestros
barrios, de antigua data y sosegado diseño. Comuna con familias que llevan más de
cuarenta años en casas que no tienen equivalencias en ninguna parte, que por un mal
entendido desarrollo se han entregado a la picota. Exigimos mayor control en la
adjudicación de permisos; no es posible dejar sólo estructuras de pie y todo su interior
vacío, como ha estado ocurriendo en espera de los permisos. Actuemos con seriedad y
responsabilidad y no para favorecer a unos en desmedro de otros.
(Loreto Kittsteiner Yánez)
Análisis o evaluación del argumento
Siguiendo el modelo estudiado, debemos distinguir en la argumentación cada una de
las partes propuestas como casilleros independientes:
Garantía: Actuemos con seriedad y responsabilidad y no para favorecer a unos en
desmedro de otros.
Apoyo o respaldo: Se terminará con la masacre urbanística; permitirá poner a resguardo
los barrios con antigua data y sosegado diseño.
Datos: La gente de Ñunoa a la cual alude el emisor corresponde a familias que llevan más
de cuarenta años en casas que no tienen equivalencia en ninguna parte.
No es posible dejar sólo estructuras de pie y todo su interior vacío, como ha estado
ocurriendo en espera de los permisos.
Calificadores modales: en algunos sectores (de la comuna) Este atenuador deja claro que el
discurso no abarca toda la Comuna.
No es posible (Este expresión corresponde a un intensificador en vez de un atenuador)
Conclusiones: El congelamiento de permisos de edificación en algunos sectores de la
comuna de Ñuñoa es positivo. Exigimos mayor control en la adjudicación de permisos.
Condiciones de refutación: Hay quienes tienen un concepto errado de desarrollo
urbanístico.
Diseccionado el texto argumentativo, podemos evaluar el tipo de argumentación
llevada a cabo, haciendo un análisis desde la garantía propuesta, puesto que se trata de un
principio básico en el ámbito del bien común. Es esta garantía la que nos permite articular
el paso desde los datos a las conclusiones. El apoyo o respaldo es cuestionable, puesto que
logra la adhesión de la audiencia en tanto esta considere los barrios antiguos y con sobrio
diseño como la mejor opción frente a lo que otros consideran desarrollo urbanístico.
En el texto analizado no se aprecia un mayor uso de calificadores modales, pero sí
se presentan explícitamente las condiciones de refutación; hecho planteado para apoyar su
conclusión con mayor fuerza desde la perspectiva de los ñuñoinos.
ANÁLISIS CRÍTICO DEL MODELO
Una primera crítica, lugar común entre quienes analizan su modelo, dice relación
con el surgimiento de éste como una “auténtica” superación de la lógica formal, puesto que
es el mismo Toulmin quien enfatiza esta separación. Sin embargo, después del análisis
queda de manifiesto que su modelo no es contrario a la estructura de la lógica formal.
Incluso más, su base es el silogismo aristotélico, la lógica deductiva, lo que implica que no
abandona sus criterios de corrección. Su modelo repara en distinciones que van en
beneficio de la fuerza de los argumentos, nombrando las premisas con expresiones que
aclaran diferencias entre antecedentes, garantías y respaldo. Por otra parte, al incorporar
calificadores u operadores modales, nos lleva a una de las evoluciones de la teoría lógica,
cual es la lógica modal.
Con respecto a las partes o casilleros funcionales que Toulmin distingue en su
modelo, una crítica que comúnmente se le hace es que no logra distinguir la real diferencia
entre garantía y apoyo. Podrían ser especificaciones de un mismo elemento; sin embargo,
es preferible establecerlas como profundizaciones que buscan dar una mayor firmeza,
enraizar la garantía a través del respaldo para que se autorice el paso del antecedente a la
conclusión, en otras palabras, lo que Toulmin propone como ley de paso.
Hay quienes critican el calificador y las condiciones de refutación, puesto que, si
bien reflejan la realidad de las cosas y el carácter no absoluto de una proposición, no se
comparte la idea de que deban explicitarse en un proceso argumentativo, toda vez que
muestran precisamente sus debilidades y el blanco a que deben dirigirse quienes quieran
rebatirlo. Si se considera que uno de los fines inmediatos de la argumentación es convencer,
el hecho de dar a conocer sus flaquezas, según algunos, va en abierto desmedro de aquel
fin. No obstante, es necesario recordar que el esquema Toulminiano con los calificadores
modales y las condiciones de refutación son partes del argumento que se pretende
descomponer para ser evaluado. El argumentador, tanto en el plano de la jurisprudencia
como en la vida cotidiana, sabe cuales son estas modalidades y aquellos puntos en los que
su argumento puede ser refutado, y el evaluar estas condiciones no significa necesariamente
que deban ser explicitadas en el momento de la argumentación.
Intentando hacer una síntesis del modelo, analizando su funcionalidad, tanto desde
una perspectiva práctica como teórica, cabe señalar una serie de aportes que han
posibilitado el avance en el camino de la argumentación.
La distinción entre argumentación, razonamiento y argumento, destaca que una cosa
es la actividad general, otra es dar razones a favor de una pretensión sin necesariamente
exteriorizarla, y otra es el argumento en tanto interacción humana y no como una cadena de
proposiciones.
La distinción que hace el autor entre diversos campos argumentales, sirve para no
despreocuparnos de las reglas y principios inherentes a cada uno. Nos parece también
acertada, siguiendo este mismo razonamiento, su distinción entre elementos que serán
invariables (field- invariant), es decir, estarán presentes en todos los campos, y otros
dependientes o específicos al campo de que se trate (field- dependent) (Toulmin, 1958).
Los elementos o casilleros funcionales son útiles en cuanto nos permiten, como dice
Santibáñez (2002), hacer transparente el argumento. Estas ‘categorías frescas’, como el
propio Toulmin las denomina, se encadenan, creándose una interdependencia entre ellas. Se
puede decir que guían el razonamiento, asegurando su corrección formal, y haciéndolo
resistente a las críticas. Nos sirven tanto para montar o construir un argumento fuerte y
sólido, como para analizar uno ya construido. Debemos señalar, sin embargo, que estas
distinciones son sólo una de las herramientas que se deben considerar a la hora de
argumentar.
Toulmin incorpora tempranamente la noción de probabilidad, y luego, agrega otros
operadores modales, aunque siempre genéricos, como: presumiblemente, posiblemente, con
cierto grado de certeza, hasta señalar que deben ocupar un casillero propio en la estructura
de los micro argumentos. Esta noción de probabilidad, tiene por objeto denunciar el hecho
de que los argumentos no pueden, en la práctica, sostenerse de manera absoluta, sino que es
la propia realidad la que se encarga de demostrarnos la existencia de excepciones. Para
algunos, esto estaría representado con la expresión: para cada argumento existe un contraargumento. Además, le brinda credibilidad al argumentador, toda vez que el destinatario
sólo considerará como posible, probable, o plausible el argumento. Estos grados de éxito o
expectativa del argumento contemplan la posibilidad de que no se verifique la proposición
en la práctica (Toulmin, 1958).
Finalmente, su reflexión en torno a la teoría lógica, y a la forma como los lógicos
han oscurecido diferencias, o no han reparado en detalles y precisiones importantes para un
análisis serio, nos parece que es meritoria.
A MODO DE SÍNTESIS
Los conceptos de campo argumental y perspectiva propuestos por Toulmin cumplen
un rol fundamental en el proceso argumentativo, estableciéndose una relación con el
ejercicio de poder que el argumentador efectúa, en tanto su pretensión es consolidar su
proposición como la única válida o como la más razonable. El hombre común sólo podrá
argumentar en aquellos ámbitos respecto de los cuales tenga conocimientos más precisos o
específicos.
A juicio de Stephen Toulmin, la preocupación excesiva por la sistematicidad lógica
ha resultado destructiva para el entendimiento histórico y la crítica racional. La
comprensión humana se propone, precisamente, hacer un nuevo planteamiento de la idea de
racionalidad y una revisión de la filosofía clásica y contemporánea al respecto, poniendo en
primer plano, como nociones fundamentales, las de “adaptación” y “exigencia”, y no las de
“forma” y “validez”.
De acuerdo a todo lo expuesto, el modelo presentado, es muy útil y práctico para
analizar y elaborar argumentos. Esto se puede comprobar en el ámbito educacional, pues,
para la enseñanza de la argumentación y la elaboración de argumentos el modelo es claro y
estructurado de tal forma que hace fácil su asimilación. Esto significa ampliar el horizonte,
y establecer no sólo la productividad que tiene el modelo en el plano jurídico y en la
formación de abogados, sino que también en la manera en que se le enseña al hombre
común desde la institucionalidad educativa a desarrollar la capacidad de argumentar y
evaluar los argumentos, aspectos fundamentales en la formación de un ciudadano
democrático y ecuánime.
Universidad de Playa Ancha
Avda. Playa Ancha 850
Valparaíso, Chile
ifuentes@ upla.cl
BIBLIOGRAFÍA
RIVANO, Emilio (1999). De la argumentación. Bravo y Allende Editores: Chile.
SANTIBAÑEZ, Cristián (2002). Teorías de la Argumentación, ejemplos y análisis.
Cosmigón: Chile
TOULMIN, Stephen (1958). The Uses of Argument, Cambridge University Press: N. Y.
TOULMIN, Stephen (1972). La Comprensión Humana., I. El uso colectivo y la evaluación
de los conceptos, Alianza Universidad: Spain.
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