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Revista-La-Tagua-135

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Revista de literatura No. 135. Julio de 2019. 2.000 ejemplares
Revista La Tagua
El Tagual Editores / Director: Iván Graciano Morelo Ruiz / Cel: 320 689 5118 / Medellín - Colombia
Constelación que ruge / La carne tiembla / Del cosmos salta el jaguar
Juvenal Ríos (Colombia)
El descanso del guerrero
Los muertos están cada día más indóciles.
Antes era fácil con ellos:
les dábamos un cuello duro una or
loábamos sus nombres en una larga lista:
que los recintos de la patria
que las sombras notables
que el mármol monstruoso.
El cadáver rmaba en pos de la memoria:
iba de nuevo a las
y marchaba al compás de nuestra vieja
música.
Pero qué va
los muertos
son otros desde entonces.
Hoy se ponen irónicos
preguntan.
Me parece que caen en la cuenta
de ser cada vez más la mayoría.
Roque Dalton (El Salvador)
Fotografía de Camilo Jaramillo (Colombia)
Precaución
Si he de traer mi palabra,
que llegue llena de pájaros,
ores
y augurios,
pero también de sentencia,
confusión
y caos.
No se puede jugar a la poesía
sin desnudarse.
Karla Jazmín Arango (Colombia)
Recuerda siempre que en el Universo de la
Naturaleza los sueños se convierten en
realidad. La lluvia es el sueño del agua; el
humo es el sueño del fuego; el azul del
cielo, es el sueño eterno del aire. Pero tú,
que estás hecho de maíz amarillo, como
esa luz que nos cobija: ¡Despierta! ¡Abre los
ojos! ¡Abre el espíritu! Tú, mi querido hijo,
tú, mi querido nieto, tú, hombre, ¡tú eres el
sueño privilegiado de la tierra!
Jorge Miguel Cocom Pech (México)
Lo sé —decía el escritor honrado—.
He escrito la mitad de lo que quería
escribir y publicado el doble de lo que
debí publicar.
Marco Denevi (Argentina)
Llega con aceite
De múltiples hogueras
no es saliva intacta
en los labios
tampoco ceniza
de huellas que advierten
el vacío de cruzar todo
Queda aferrarnos
a la esperanza de que sea
una lengua no - completa
un decir en mitad del silencio
Juan Sebastián Sánchez G. (Colombia)
El árbol cansado cruje
Espera al n
Que llegue un viento
Y deshoje sus nidos
Ese olor de árboles muertos
Ese olor de árboles muertos
vino con la medianoche:
eras tú y el anuncio de tu estancia
en este lado del río.
Eras tú y la noticia de la guerra,
navegando un camposanto turbio
y sin ores.
Otros cuerpos llegaron a la ramada
y todos se quedaron sin nombre.
Decíamos,
hombre de treinta y cuatro años
–cuatro balas en el abdomen–
saluda el sol con las manos.
Decíamos,
una mano, sola la mano
aguarda un dueño en esa piedra.
Rigor mortis:
río Magdalena.
Ese olor de árboles muertos
vino con la medianoche:
eras tú y la caída de tu infancia
pidiéndonos ores.
Pero aquí tampoco hay ores.
Andrés Álvarez (Colombia)
El atardecer deja caer el sol
Como una moneda de oro
Sobre su último nido vacío
Antes de que lleguen
La noche
Y el relámpago
El periodismo consiste esencialmente en decir 'Lord Jones ha muerto',
a gente que no sabía que Lord Jones estaba vivo.
Gibert Keith Chesterton (Inglaterra)
Parábola
Ciertos pescadores sacaron del fondo una
botella.
Había en la botella un papel, y en el papel
estas palabras:
"¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó
a una isla desierta.
Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense
prisa. Estoy aquí!".
-No tiene fecha. Seguramente es ya
demasiado tarde.
La botella pudo haber otado mucho
tiempo, dijo el pescador primero.
-Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se
sabe en qué océano,
dijo el pescador segundo.
-Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La
isla "Aquí" está en todos lados,
dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó el
silencio.
Las verdades generales tienen ese
problema.
Vigía del fuerte
Almas inundadas,
río desbordado,
tambos abrazados.
Yulieth Garro (Colombia)
Wislawa Szymborska (Polonia)
Proceso
Iván Graciano Morelo Ruiz (Colombia)
Ficciones reales 1
Me lo contó una voz cortante, a lada por la rabia de haber vivido lo que vivió sin poder
mover ni las pestañas.
Las nubes dibujaban presagios aquella tarde. Hasta mi abuela Leonora presintió algo en el
canto nervioso de las aves que pasaban a recogerse en las copas de los árboles más
altos. Los asesinos llegaron por el monte como salidos de alguna macabra pesadilla. Eran
muchos. Lo que siguió fue espantoso. Nos cortaron las manos con que sembrábamos la
yuca y dábamos de beber agua al perro y al ganado que se llevaron, nos sacaron los ojos
con que mirábamos el horizonte de las tierras que nos robaron, y nos arrancaron la lengua
con que cantábamos las canciones de cuna a los niños que no perdonaron. Y aquí nos
sepultaron con los miembros revueltos. Sólo nos quedaron los huesos desordenados bajo
la tierra, y sobrevivimos compartiendo el alimento con las raíces de los árboles. Hasta que
llegaron unos arqueólogos, nos desenterraron, limpiaron nuestros huesos, nos volvieron a
encajar la mandíbula, y es así como pude contar esta historia, yo, que sólo soy una voz,
pero una que sabe hacerse oír, así sea a través de los pájaros, del tambor, del trueno o de
los poetas de palabra viva.
Las palabras más simples, más comunes,
las de andar por casa y dar a cambio,
en lengua de otro mundo se convierten:
basta que, de sol, los ojos del poeta,
rasando, las iluminen.
José Saramago (Portugal)
La veranera
sembrada junto a la entrada de la casa
había trepado la pared
con el paso de los días
llegando hasta el balcón
donde mi abuela
sobre su mecedora
sabía recibir
aquella serenata vegetal.
Diego Despreciado (Colombia)
Luis Ceballos (Colombia)
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El amor que pide tu ceniza
Terminas de rodillas ante el amor
paralizado frente a él
como un pequeño animal
al fondo del bosque incendiado
El amor que sabe de ti
sólo cuando ya no importa
El amor al que ofrendas tus huesos
como a un cielo vacío
El amor que pide tu ceniza
a cambio de su luz.
2018 - De Canción tardía - inédito
Pedro Arturo Estrada (Colombia)
Remolinos
I
Nací bajo un cielo criminal.
Sentí pánico ante las manos de la partera.
Me recibió Romelia una negra de risa
encantadora que llaman.
Hace tiempos no la veo.
Me gustaría sobremanera
verla.
Quiero ver sus manos
que recibieron a tanta
gente.
Helí Ramírez (Colombia)
Jumuin Mmá
Mmá, la tierra, guarda su bien
Para los pasos suaves…
Arrojarás, en ella, las semillas propias
Y nacerán compañías generosas.
Mmá, la tierra, sueña
Con la humedad de tus pasos…
Arrojarás, en ella, gotas rojas de la
Resistencia
Y aumentarás la calma del conocer.
Miguel Ángel López (Colombia)
Leyes de natura
El taita Medardo me con ó estas palabras
aquella tarde,
cuando comíamos, asado,
pescado pirarucú
acompañado con fariña, casabe, ají negro y
or de chontaduro:
“Los ancianos tenemos por regla cumplir
las leyes que gobiernan
nuestra comunidad,
sólo con la gracia que nos es concedida
por la Madre Tierra”.
Esa tarde, aprendí porqué este pueblo
amazónico,
ocaina-uitoto,
para sembrar yuca dulce, yuca brava, yuca
para la bebida,
evita tumbar árboles para abrir claros
destinados a los cultivos,
tampoco hacen quemas en la selva;
sabe esperar con paciencia
hasta que un rayo, con su fulminante
chispa,
señale el descampado donde se ha de
sembrar:
allí, en ese claro, en la honda espesura,
fertilizado por hojas y ramas que el rayo ha
quemado,
levantan el yucal,
cosecha que comparte con los venados,
tapires y dioses de la selva.
“Así, generosa y sencilla, la Madre Tierra
provee alimentos para todos”,
recuerdo estas amorosas palabras
pronunciadas por Candre Yamacuri,
una mañana cuando recogíamos yuca para
el ritual de la abundancia.
El abuelo Medardo y yo,
masticamos un bocado de fariña con
pescado,
mientras desde la orilla del río Amazonas,
vemos pasar, lento, el re ejo de nubes
cargadas de rayos que navegan río arriba
como abultados peces de luz.
Iván Graciano Morelo Ruiz (Colombia)
El arma es para herir,
y la palabra para curar las heridas.
José Martí (Cuba)
El adivino
En Sumatra, alguien quiere doctorarse de
adivino. El brujo examinador le pregunta si
será reprobado o si pasará. El candidato
responde que será reprobado...
Jorge Luis Borges (Argentina)
La naturaleza y el arte parecen
rehuirse, pero se encuentran antes de
lo que se cree. Si yo pinto mi perro
exactamente como es, naturalmente
tendré dos perros, pero no una obra
de arte.
Johann Wolfgang von Goethe (Alemania)
Para volver del sueño
Ahora que has caído de este lado
debo decirte que no es cierto:
el hombre del traje negro
no te persigue en una oscura calle,
la silla no estira su brazo
para señalarte un escondite,
ni qué decir de la mujer rubia
que nunca termina de quitarse el vestido,
o de los poemas geniales
que siempre suceden cuando duermes.
Ya sé que no te gusta
pero acá todo sigue igual de simple,
el patrón espera tu rostro humillado cada
mañana,
no hay hombres de traje negro,
nada se mueve a tu favor,
las mujeres rubias te miran
como si fueras un cigarrillo gastado,
y ni qué decir del poema
que sin duda sigue cayendo
del lado en que no puedes verlo.
Andreis Camero Bajaire (Colombia)
Presentamos el logosímbolo o cial
de nuestra Corporación Manchas
de Jaguar.
Esperamos sus valiosos
comentarios al respecto:
Diagramación: Diego León Marín
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