Subido por Roberto Martínez Jaimes

Análisis retórico del “Espíritu sin nombre”

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Roberto Martínez Jaimes
Gpo. 2451
Análisis retórico del poema “Espíritu sin nombre” (Rima V) de Gustavo Adolfo
Bécquer
La idea principal que el poema busca transmitir es la de una esencia metafísica, inherente al
alma del poeta que, mediante el ejercicio poético, mantiene a su espíritu en contacto con la
totalidad del universo. A partir de esta idea, el autor empieza a crear una imagen de orador
basada en el ‘yo lírico’ presente en todas las cosas (idea que se reafirma constantemente
con la repetición de la palabra <yo> al inicio de casi todas las estrofas), este yo se halla
tanto en lo muy grande y en lo muy alto, como en lo muy pequeño y lo muy bajo, esto
genera la idea de una unidad-totalidad como característica propia del orador, es decir, nos
encontramos ante un orador presente en la totalidad del universo, con una consciencia que
es –al igual que el universo– infinita.
Su función principal es la de deleitar al auditorio con la riqueza de las escenas descritas,
las imágenes utilizadas, que evocan escenarios maravillosos, oníricos, o de trascendencia
supraterrenal, y con el ritmo en el que se desarrolla el poema. Sin embargo, el poema no
limita sus funciones sólo a deleitar, sino que también busca enseñar (aunque de una manera
menos evidente que en el caso de delectare), sobre la inmortalidad y trascendencia del
alma, cualidades que liberan al ser humano de cualquier atadura (Espíritu sin nombre/
indefinible esencia/ yo vivo con la vida/ sin formas de la idea), cualidades que en el poeta
hallan un receptáculo natural (Yo en fin soy ese espíritu/ desconocida esencia,/ perfume
misterioso/ de que es vaso el poeta1)
A nivel de la inventio el poeta busca desarrollar los valores de la vida –incluso más allá de
la muerte–, la libertad, la trascendencia del hombre a partir de su pasado histórico (Yo
Este par de estrofas que sirvieron aquí como ejemplo son la primera y la última, ambas muestran
una evidente similitud en cuanto al uso de las palabras “espíritu” y “esencia”, lo cual pone de
manifiesto que la idea de esta esencia oculta, propia del espíritu que le habla al hombre, es la
médula del poema y a favor de la cual trabaja todo el discurso.
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busco de los siglos/ las ya borradas huellas,/ y sé de esos imperios/ de que ni el nombre
queda); nos lleva continuamente hacia el motivo de la contemplación profunda de la
naturaleza, trascendiendo hasta la fusión completa con ésta (Yo soy nieve en las cumbres,/
soy fuego en las arenas// ... Yo río en los alcores,/ susurro en la alta yerba,/ suspiro en la
onda pura/ y lloro en la hoja seca...); por otro lado recurre a temas mitológicos (“ninfas2”,
“náyades3” & “gnomos4”) enmarcados en escenarios lejano, y filosóficos (Yo soy el
invisible/ anillo5 que sujeta/ el mundo de la forma/ al mundo de la idea.6).
En la dispositio recurre a una estructura de versos regulares (heptasílabos) distribuidos en
estrofas de cuatro versos cada una (excepto por la segunda, que tiene cinco). El uso de
Ninfa es el nombre genérico dado a las deidades femeninas que residían en diferentes escenarios
naturales, cumpliendo la función de espíritus elementales; se les atribuye ser hijas de Zeus, epíteto
que muestra su carácter divino. La palabra ninfa viene del griego νύμφα, que significa mujer núbil;
se les clasifica a su vez de acuerdo al lugar donde residían o los elementos naturales a los que
representaban. HOMERO LEZAMA, Diccionario de mitología. Buenos Aires. Editorial Claridad,
1974
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Las náyades son identificadas como <<las ninfas de las fuentes, los ríos y los lagos>> es decir, de
agua dulce por excelencia; sin embargo, en el poema se les coloca en agua salada (Yo, en bosques
de corales alfombran blancas perlas, persigo en el océano las náyades ligeras), usurpando el lugar
de las oceánides [Ibídem. p. 239]. tomando en cuenta que en esta estrofa la atención se enfoca sobre
todo en el escenario más que en los personajes de las náyades, pensamos que esta sustitución se
debe más a una motivación en la métrica y el ritmo, que a una búsqueda de transgredir las figuras
míticas.
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Los gnomos son los espíritus representativos del elemento tierra, por sus hábitos subterráneos, se
les dio el atributo de guardianes de las riquezas que yacen bajo el suelo <<los gnomos residían en el
centro de la tierra, y custodiaban las minas de oro, plata y piedras preciosas>> [Ibídem pp. 154 &
242]; motivo que retoma Bécquer al mencionar mezclándome a los gnomos/ contemplo sus
riquezas.
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Tradicionalmente la figura del anillo simboliza un lazo, una atadura que deriva en una unión de
elementos opuestos que se complementan para formar una unidad, <<basta citar, entre numerosos
ejemplos, el anillo nupcial y el anillo pastoral>>. JEAN CHEVALIER, Diccionario de los
símbolos. Barcelona. Editorial Herder, 1986 p. 100
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Clara referencia a la platónica teoría de las ideas la cual parte de la premisa de que el mundo que
percibimos (mundo de lo sensible) es tan sólo una imitación de un mundo increado, formado por las
ideas imperecederas e inmutables, <<modelos preexistentes y eternos>> a partir de los cuales se
derivan las cosas con las que convivimos en el mundo sensible. para Platón <<el alma —¡no ya la
vida!— era la cosa más valiosa, pues pertenecía al mundo ideal y eterno>>, sirviendo así como
puente entre las ideas (y las cuales retorna mediante el recuerdo, anamnesis) de las que procede y
las cosas con las que nos convive. En el caso que nos concierne, Bécquer usa esta idea para formar
la imagen del espíritu como un anillo que une a ambos mundos. MIRCEA ELIADE, Historia de las
creencias y las ideas religiosas II. Barcelona. Paidós, 1999. pp. 236 - 242
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versos de arte menor propicia un ritmo más rápido y una mayor fluidez entre estrofas; el
uso de estrofas cortas abona también a que el receptor tenga continuamente presente la idea
del ‘yo poético’ que se repite una y otra vez. La manera en que maneja los temas genera
una sensación de continuo movimiento, parece que el “espíritu omnipresente” jamás está
quieto, de una estrofa a otra pasa de lo terreno a lo celeste, de lo elevado a lo hondo de la
sacro a lo profano, de lo abstracto a lo concreto, y sin embargo finaliza con versos similares
a los que empleó al empezar7 el poema; en la última estrofa lleva incluso más allá la idea
del espíritu poético, si bien sigue siendo una forma omnipresente en todo el universo, de la
que se habla desde el primer verso, le actualiza con la idea de que es la esencia destilada
que en el poeta allá su lugar de confluencia ideal (Yo en fin soy ese espíritu/ desconocida
esencia,/ perfume misterioso/ de que es vaso el poeta).
Entre los tropos y figuras retóricas que utiliza las que más destacan son:
●
Constantes anáforas al principio de la mayoría de las estrofas que funcionan para
fortalecer la imagen del orador y la totalidad abarcadora de esta esencia metafísica que
está presente en el discurso. La mayoría de las veces la anáfora se presenta como <<yo
soy>>, otras tantas sólo como <<Yo>>, ambas formas son sumamente efectivas
mostrando la idea del poeta como un todo universal.
●
Los hipérbaton que al alterar las funciones de la estructura sintáctica de las oraciones,
modifican su ritmo natural y en algunos casos, como en Yo soy del Astro errante la
luminosa estela modifican también la estructura semántica Pues en este caso se
subordina el orador bajo el dominio del astro, que le toma como parte suya
●
Muestra también el tropo de la perífrasis que se puede ilustrar con los con los versos
citados en el punto anterior, en éstos la imagen de la cola de un cometa se ve
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Véase nota 1
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desdoblada con palabras que buscan evocar la dinamicidad y la luz de los cuerpos
celestes; también se le puede observar en Yo en los dorados hilos/ que los insectos
cuelgan/ me mezo entre los árboles/ en la ardorosa siesta, donde construye la idea de
una livianidad tal, que gracias a ella puede disfrutar de algo tan sublime como dormir
sobre una telaraña.
●
En la metonimia, hace un uso sumamente loable, al usarle para mostrar la totalidad de
las cosas a partir de la mención de su esencia, artificio que se ve con toda claridad en
En el laúd soy nota/ perfume en la violeta... y continúa en la siguiente estrofa (yo
atrueno en el torrente ...), donde se menciona a las cosas por la acción que realizan y
ya no por el sustantivo que describe a su esencia.
●
Se hallan también metáforas, usadas sobre todo para describir y acercar al público,
realidades lejanas o desconocidas, como los astros (del sol tiemblo/ en la hoguera...Yo
soy el fleco de oro/ de la lejana estrella...) o los rincones de la tierra (Yo, en bosques de
corales/ que alfombran blancas perlas...)
También podemos observar otras figuras de repetición, como el poliptoton presente en yo
vivo con la vida... o la persistencia de sonidos bilabiales de la estrofa Yo sigo en raudo
vértigo/ los mundos que voltean/ y mi pupila abarca/ la creación entera.
En conclusión este poema en su calidad de discurso cumple con su cometido el autor logra
encauzar las palabras, construir escenas hacer y mantenerse sobre la idea que quiere
transmitir para conseguir que quien le oiga entienda el punto de vista que éste le muestra, y
sobre todo, genera un ambiente que captura y envuelve propiciando que el receptor disfrute
de un deleite estético, que lo lleve a sentirse trascendente, inmortal, infinito.
BIBLIOGRAFÍA
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Roberto Martínez Jaimes
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ALBALADEJO, TOMÁS. “Texto retórico y hecho retórico”. Retórica. Madrid: Síntesis,
1991. pp. 43-64.
CHEVALIER, JEAN. Diccionario de los símbolos. Barcelona. Herder, 1986
ELIADE, MIRCEA. Historia de las creencias y las ideas religiosas II. Barcelona. Paidós,
1999. pp. 236 - 242
LEZAMA, HOMERO. Diccionario de mitología. Buenos Aires. Claridad, 1974
PUJANTE, DAVID. Manual de retórica. Madrid: Castalia, 2003. Impreso. Castalia
Universidad.
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