VII CERTAMEN BEAT RAMON LLULL juny 2011 Concurs de Narració Curta, Expressió Plàstica i Visual i Fotografia Premis del VII Certamen Beat Ramon Llull, NARRACIÓ CURTA 5è i 6è de Primària, en castellà 1r premi Maria del Carme Ramis Ventayol, 6èB 2n premi Toni Rigo Arjona, 5è C Accèssits Gabriel Benchea Joca, 6è B Àlex Pastor Querol, 5è A Pep Reyes Riutort, 5è A 1r i 2n d’ ESO, en castellà 1r premi Miquel Joan Gelabert Coll, 1r A 3r i 4t d’ ESO, en castellà 1r premi Maria Duran Sastre, 4t C 2n premi Catalina Amengual Ripoll, 3r B Accèssits Antonina Aina Grau Ferrer, 4t C Alonso Zurera Massanet, 4t B 5è i 6è de Primària, en català 1r premi Miquel Forteza Genestra, 6è B 2n premi Maria M. Campins Mas, 5è B Accèssits Jorge Cunill de Manuel, 5è B Rosa Mulet Amengual, 6è B Miquel Vanrell Herráez, 6è B 3r i 4t d’ ESO, en català 1r premi Maria Duran Sastre, 4t C 2n premi Laura Garrido Bonnín, 4t C EXPRESSIÓ PLÀSTICA I VISUAL 5è i 6è de Primària 1r Premi Neus Massip Suau, 6è B 2n premi Santi Prieto Olmo, 5è B 1r i 2n d’ ESO 1r premi Marcio Lira Godoy, 2n C 2n premi Aina Rodríguez Neira, 1r B FOTOGRAFIA 3r d’ESO Bartomeu Etxàniz Ramis 1r Batx. Marc Etxàniz Ramis HISTORIA Hay algo impresionante en el mundo, algo salvaje y algo difícil de domar, el animal más fiel del mundo pero también el más salvaje. Ha ido evolucionando con el paso del tiempo y ha vivido desde la aparición del primer hombre hasta ahora, tiene sus orígenes en el Oeste. No hay nada que me guste más que sentir su cuerpo, su pelaje y su corazón. Desde que empecé a montarlos he sentido muchísima más confianza en mí misma que antes. He aprendido a confiar en los animales y a no temerles. Esos equinos verdaderamente ayudan y no digo ninguna mentira porque sé que en el fondo de todas las personas hay un punto que dice: «Amo a los caballos». No hay nada más interesante que mirarlos, domarlos y por supuesto montarlos. Me siento libre cuando estoy con ellos y siento mucho más amor que por nadie en el mundo, siento que estoy a solas con esos mamíferos y que no hay nada ni nadie que me pueda impedir acariciarlos y sentirlos. Sentir su pulso, ese pulso que me hace respirar aire puro, que me hace ser valiente. Antes de empezar el pasado verano temía a esas criaturas, sí, eran muy bonitos pero nada más, les tenía verdadero miedo. Era muy insegura, temía a algunos animales y me arrepiento de decir eso porque me he dado cuenta de que era algo inútil, era como perder el tiempo, no darme cuenta de que me equivocaba, pero a mediados de verano me di cuenta de que los caballos eran lo que verdaderamente quería, lo que quería hacer. Y ahora me inspiro en ellos para escribir esto porque me he dado cuenta de que son lo que más me importa en la vida. Cada semana espero impaciente ese sábado, el día en que me paso toda la mañana con esos animales. Empecé montando a una pony preciosa blanca y con manchas marrones, Pía era un cielo, pero también era muy mayor y tuvo un cólico y le tuvimos que decir adiós. No paré de llorar hasta que asumí que estaba allí arriba observando cómo cuidábamos a todos sus compañeros y compañeras. Ahora, en quien más me inspirado para escribir esto es en Flicka; una preciosa yegua blanca con algunos puntos marrones que casi no se notan y a los que llamo «pecas». Ella es mi verdadera libertad. A esa yegua a la que llamo «Nena» la considero mi mejor amiga porque no hay nadie que la supere, ella es la mejor para mí. Puede que no sea pura raza y puede que no sea la más rápida ni la más valiente pero para mí es la mejor. La primera vez que galopé con ella me caí y con esa caída sentí ansia, ansia por aprender más. También lloré porque creía que me había hecho daño pero lo único que había hecho es darme cuenta de que Flicka era esa yegua en la que podía confiar. No importaba si caía diez, veinte o incluso treinta veces más, sea con ella como con otro caballo, como dicen: «de los errores se aprende». Así que ese fue mi primer paso hasta ese mundo. Ahora presiento que ellos son los creadores del universo, la razón por la cual vivimos. Lo tienen todo desde belleza hasta fuerza pasando por elegancia, pureza, sacrificio, valentía, docilidad y fidelidad. Mis preferidos son los Mustang, esos salvajes que no te entienden pero que pueden llegar a saber incluso más sobre ti que tú misma y que con mucho amor y paciencia pueden llegar a ser tus mejores amigos como lo es conmigo Flicka (ella no es Mustang). Los ganaderos los cazaban porque como eran salvajes, competían con sus rebaños por el pasto, pero finalmente los Mustang son una especie protegida. Otra raza que me encanta es la Pura Raza Española, ¡eso sí es elegancia!, son unos de los caballos más famosos del mundo ya que se han creado muchísimas razas a partir de ellos ¡Qué belleza! En el mundo no hay dos ejemplares iguales, cada uno es especial a su manera. Pero todos tienen algo en común, todos quieren que los quieran y son muy fáciles de querer si uno los entiende, darles tu amor y tu confianza. Su espíritu expresa la verdadera fuerza que tienen desde las entrañas de la tierra. Donde son más felices los caballos que se usan para doma es en el prado, allí es su pequeña selva, amazona, campo... Para correr felices en libertad, sin nadie que les diga qué hacer pero tampoco sin olvidar a los seres más queridos porque los caballos nunca se olvidan de quienes los quieren realmente. Cada día que me despierto veo ese dibujo que hice y que me da fuerzas suficientes para seguir porque ese dibujo es un caballo y entonces me recuerda a esos seres que tanto quiero y que no pienso olvidar. Eso va por vosotros Flicka, Pia, Zape (zorro), Esra, Prince, Rivas, Niebla, Reli (Relámpago), Corzo , Mario y Leyla ¡Os quiero! Maria del Carme Ramis Ventayol, 6èB EL JUICIO Había una vez un niño llamado Carlos. Un día jugaba en la calle con una pelota con sus amigos, pero sin querer Carlos le dio al coche de Paquita, la mujer más amargada del planeta. Mientras los amigos de Carlos se fueron corriendo al parque sin esperarlo. Serán miedicas… Carlos pidió perdón a Paquita, pero ella quiso denunciarlo y el día 7 de marzo a las cinco de la tarde fueron a juicio. Los amigos de Carlos estaban allí. El juez le preguntó a Juan, un amigo de Carlos, lo que había pasado, Juan dijo que Carlos le dio aposta al coche de Paquita. Carlos pensaba, «será malvado». El juez dictó sentencia. Y enviaron a Carlos a un centro de menores. Un día Toni fue a visitarle, le dijo que tampoco estaba a favor de él. Carlos le dijo que se fuera, y Toni se fue. Pasaron los años y Carlos todavía estaba dentro del centro. Pero un día Paquita fue a visitarlo. Paquita le pidió perdón por todo lo que había pasado, le dijo que lo había denunciado porque estaba muy enfadada en ese momento, pero que nunca imaginó que lo encerrarían en ese centro tanto tiempo. Ella le dijo que iría a hablar con el juez y hacer todo posible por sacarlo de allí. Paquita fue a hablar con el juez para retirar la denuncia al pobre niño. El juez le dijo que se lo pensaría. El juez un día fue a hablar con el niño y le hizo un interrogatorio. El niño le preguntó de qué iba el interrogatorio. El juez le dijo que él le tendría que responder unas preguntas. La primera pregunta. ¿Pegaste a propósito al coche de Paquita? Carlos le respondió que no pegó aposta al coche. Segunda pregunta. ¿Estás arrepentido de haberle hecho los daños que le hiciste al coche? El niño le respondió que sí, que estaba arrepentido. El juez le dijo que ya había acabado el interrogatorio, y el niño se fue a su habitación. El juez llamó a Paquita, y le dijo que el niño podía salir del centro el próximo jueves. Paquita fue a verlo el martes , y le dijo que el jueves saldría del centro. Carlos se ilusionó. Y le dio las gracias a Paquita. El jueves salió del centro y su familia le estaba esperando fuera. Carlos estaba super contento. Un día Carlos fue a la casa de Paquita, y también a las casas de sus amigos. Se reunieron todos en la plaza del pueblo. Y se fueron todos a tomar una coca-cola. Mientras que estaban tomando la cocacola, Carlos sacó el tema de los amigos, que no lo habían defendido. Carlos les preguntó que por qué no lo habían defendido, y ellos respondieron que tenían miedo. Y Carlos les perdonó. FIN Toni Rigo Arjona, 5è C UNA HISTORIA Había una vez un chico llamado Pedro. Cuando era pequeño nadie quería ser amigo suyo porque no le gustaba el fútbol y, en cambio sus compañeros cuando empezaba el recreo solo pensaban en jugar al fútbol excepto Pedro que se pasaba el recreo estudiando: matemáticas, catalán, religión… Sus compañeros como nunca estudiaban suspendían y nunca se esforzaban en intentar mejorar en los estudios solo se esforzaban en el fútbol. Un día vino un nuevo alumno muy educado llamado Raúl, que era como Pedro porque le gustaba estudiar, y se hicieron amigos. Raúl y Pedro estudiaban: se hacían preguntas, jugaban al «trivial»… Un día Raúl le preguntó a Pedro: -¿Has visto algún partido del Madrid contra el Barcelona? -No. -¿Has visto algún partido de fútbol? -No. Raúl no se lo podría creer, y como tenía dos entradas para el partido de futbol que enfrentaba al Real Madrid contra el Fútbol Club Barcelona por la Copa del Rey, le invitó. Pedro aceptó su invitación. Después del partido vio lo divertido que era y se puso a jugar con Raúl. En el colegio Pedro trajo una pelota, los demás compañeros se olvidaron de traer una para ellos. Pedro les dijo: -Os dejo mi pelota si me dejáis jugar con vosotros. Ellos dijeron: -Te dejamos jugar si nos das clases particulares. Los dos bandos aceptaron. Desde aquel día Pedro y los demás jugaban o estudiaban. Dijeron que los lunes, miércoles y viernes jugarían a futbol y los martes y jueves estudiarían. Cuando no tenían balón de fútbol y tenían el libro en la clase jugaban al pilla pilla, al escondite… Y así la clase no suspendía y se divertía. Gabriel Benchea Joca, 6è B EL HOMBRE Y EL PERRO Érase una vez un hombre y un perro que fueron a pasear por el parque. Entonces se encontraron con una mujer que también llevaba un perro. Dejaron a los perros sueltos, cuando se enteraron ya no estaban. Entonces fueron a buscar a sus perros. Recorrieron toda la ciudad, no los encontraron y pusieron carteles por toda la ciudad. ¡Recorrieron toda Mallorca! Palma, Inca, Lluc… La recompensa subía y subía y el teléfono no sonaba. Estaban muy pero que muy preocupados por sus perros, llamaron a todos sus conocidos y amigos pero nada. Un amigo les dijo que sus dos perros subieron a un avión hacia Méjico y ellos también se fueron a Méjico. Vieron algunos perros pero no eran los suyos. Unos hombres muy simpáticos les dieron de comer y alojamiento. Los mejicanos no resultaban ser tan desagradables, sino que al revés eran muy agradables. Los mejicanos nos respetaron a pesar de que fuéramos de fuera. Les contamos por qué estábamos en Méjico y los hombres amables se ofrecieron a ayudarnos: -¿Queréis que vengamos y os ayudemos? -¡Vale nos seríais de gran ayuda! -Nos gusta ayudar. -Fantástico empecemos. Entonces empezaron a colgar carteles en Méjico. Fueron a dar la vuelta por ciudad de Méjico para buscar pistas. Encontraron la localización de los perros en una casa de un multimillonario, en aquella misma ciudad. Fueron a buscarlos y el multimillonario les dio a los perros encantado, les dieron las gracias a los que les ayudaron y se fueron hacia Mallorca. Entonces cada uno volvió a su vida y cada día se reunían para divertirse, tomar un helado… Vivieron muy felices y comieron perdices. Àlex Pastor Querol, 5è A AMOR ROMÁNTICO Era un caballero que iba con un caballo blanco, pasaba por un enorme castillo que era de una princesa que vivía sola y la princesa vio que había un caballero que se mojaba en el agua y la princesa le dijo que se podía quedar en su casa y que dejara el caballo fuera, que no pasaba nada si se mojaba un poco. Al final entró y estuvieron mucho tiempo juntos. Al caballero le gustaba mucho el castillo porque era enorme, tenía muchos cuadros que le quedaban bien al castillo, tenía la torre alta y al lado tenía cuatro torres pequeñitas. La princesa también tenía un caballo de color marrón. Los caballos estaban juntos porque la princesa tenía un establo. El caballero le pidió que si se podía quedar a dormir y la princesa no sabía si dejar al caballero quedarse a dormir en su casa o no, pero al final le dijo que sí, que se podía quedar a dormir. El caballero se puso contento porque su casa estaba a tres kilómetros de allí y además como llovía y ya era de noche. La princesa le dijo a su chef que le hiciera una cena especial para conquistar al caballero, el primer plato era muy sabroso y luego le siguieron ricas carnes y cuando llegaron los postres el caballero le regaló una rosa roja. A partir de ese momento la princesa se enamoró del caballero. El caballero ya lo estaba desde que la vio por primera vez porque era muy bella y hermosa. A partir de ese momento se hicieron novios. Daban largos paseos por los jardines del castillo. Daban paseos a caballo por el bosque que rodeaba el palacio con caballo y el amor se hizo tan grande que acabaron casándose. La ceremonia fue en la mansión de su padre que era el rey de todo el país. Asistió mucha gente, amigos de ella, amigos de él, incluso invitados famosos. Finalmente fueron felices para siempre y tuvieron muchos hijos. Pep Reyes Riutort, 5è A Diario de MW ¿Qué harás hoy? Hola, soy Melinda White y hasta hace dos meses mi vida era normal. Tenía amigos normales, una familia que me quería, etc. Sé que esta especie de (¿cómo lo diría Stephanie Meyer?) introducción os parecerá un párrafo sin sentido, pero los (malditos) editores se empeñaron tanto… ¡Ring! ¡Ring! ¿Y ahora qué quieren?¡Qué no queremos más seguros! «¿Cómo?» Nada mamá, cosas mías. «Melinda, no sé si te habrás enterado pero la editorial no te permite escribir más de siete páginas». Ups. Bueno, empecemos de una vez. Ladies and Gentlemen, mi historia. Lunes 18 de abril Querido diario, no tengo mucho que contar. El día se resume en tres etapas ABURRIMIENTO, SORPRESA y DESESPERACIÓN. El período Aburrimiento, llamado así por una servidora, va desde el siglo «8:00 a.m» hasta el siglo «11:55 a.m». En él se incluyen diferentes sucesos de poca importancia, como: el pesado discurso del profesor de naturales sobre nuestro futuro y los terroríficos (al menos yo misma los veo así) exámenes de Selectividad; y la entrega de los exámenes finales de Cálculo. El período Sorpresa, el cual comienza en el siglo «11:55 a.m» y finaliza en el siglo «12:30 a.m» (la clase de lengua terminó a las doce menos diez, pero seguía atónita incluso cuarenta minutos después). Resulta que nuestra generosa profesora de lengua nos ha puesto un examen final, decisivo para la asignatura justo mañana por la mañana. Y finalmente, el período de Desesperación, va desde este momento hasta la actualidad. Lo he llamado así porque no tengo ni la más remota idea de cómo voy a empollarme toda la asignatura en una noche. Como me encanta hacer comentarios sobre lo que escribo he añadido algunas acotaciones escritas naturalmente en cursiva y que no contenía el texto original. Martes 19 de abril ¡¡¡¡¡¡¡¡¡Maldita sea!!!!! Me… en la profesora de lengua y en todos sus parientes (consideré que lo mejor sería suprimir las palabrotas e insultos al igual que los nombres de mucha gente). Estuve estudiando hasta las cuatro de la madrugada, creí que sabía la lección a la perfección, pero cuando me encontraba cara a cara con el examen, esta confianza se desvaneció. ¡Melinda White, nunca ha suspendido un examen! Y para colmo, me he visto obligada a soportar las constantes burlas de Becca y sus secuaces. ¡Se acordará de mí! ¿Cómo le diríais a un maestro que una de sus alumnas ha hecho todos sus exámenes con el libro bajo la falda? Miércoles 20 de abril Y como suponía, toda una noche de estudio y tres meses de duro trabajo tirados por la borda. Y vosotros me diréis: «Pero Melinda si sólo era un examen». ¡Sí, un examen, pero este examen era decisivo, si suspendes un final, suspendes la asignatura! Un triste final para un día tan alegre como lo es, el comienzo de las vacaciones de Pascua. Doy gracias a quién sea que está en el cielo observando a la humanidad, que no salgo demasiado sobre estas fechas, porque me han castigado sin salir, y va para largo (fue un golpe de suerte que no aprobara. Si hubiera sido de otro modo, lo hubiera lamentado mucho). Jueves 21 de abril Diario mío, ¿es posible que dos épocas distintas eclosionen? Porque tengo la certeza de que mi futura suegra ha bajado de los cielos ¡para hacerme la vida imposible! Primero, suspendo el final de lengua y en segundo lugar, estoy castigada. Vale, lo acepto. Debería haberlo previsto. Además, todos mis amigos se van de la ciudad para visitar a sus parientes de la Península. Pero no, este año debía ser diferente. ¡Justo en estas fechas van a inaugurar una discoteca de alto estanding a dos manzanas del apartamento de mis padres! Todos mis amigos se quedan en la ciudad, pero yo como soy tonta debo quedarme en casa estudiando. (Y menos mal que ni se me pasó por la cabeza fugarme). Viernes 22 de abril Me pregunto qué les habrá podido pasar. ¡El Facebook era la réplica virtual de una ciudad fantasma, esta mañana! (Cualquiera que conociera lo suficiente a mis amigos, os podría decir con toda seguridad, que ni la resaca más dolorosa hubiera impedido que se conectaran). ¡Qué fuerte! ¡Os traigo noticias frescas, que os dejarán la carne de gallina! Os explico. No soporto quedarme de brazos cruzados. Cuando lo hago los miembros me tiemblan e inicio un concierto espectacular, en el que entono (desentono, hubiera sido más exacto) varias melodías sin sentido. Bueno, sus casas y, a que no adivináis que encontré… ¡NADA! ¡NADA! ¡Absolutamente NADA! El caso es que he salido a dar un paseo, con la esperanza de encontrar señales de vida. ¡Nada! Sábado 23 de abril Cada segundo que pasa, me siento más inquieta. Siento como si algo estuviera pegado a mí y por mucho que lo intento no consigo deshacerme de ese algo. Lo más preocupante, es que tengo el presentimiento de que ese algo intenta comunicarse conmigo. Al principio no le hice caso. Debéis entenderlo, estaba histérica perdida y pensé que esa sensación sería fruto de alguna de mis paranoias (no sería la primera vez). He pensado hacerle una visita a Woopi, una compañera de clase. Woopi tiene un «don». Sé que pensaréis que estoy loca, pero Woopi es médium. Sus compañeros de clase se mofan de ella, por ser lo que es. (No penséis mal de mí. Qué tengo un cuerpo que incita a la tentación, sí, pero jamás me he paseado por ahí creyéndome mejor que los demás por tener a este par bien puestas). Domingo 24 de abril Si antes me sentía incómoda, ahora estoy que me subo por las paredes. Todo comenzó cuando cansada de sentirme vigilada, acudí a Woopi. Desde los 9 años, Woopi ha vivido sola con su abuela, en una planta baja con pocos lujos (¿os podéis creer que no tiene televisión? Pero si es lo mejor que se ha inventado. ¡Antiprogresistas!). Al igual que la mayoría de jóvenes de nuestra edad, Woopi había asistido a la inauguración del extravagante local, pero a diferencia del resto, ella ha regresado. Se ha alegrado mucho de verme. No ha necesitado especular mucho para darme su diagnóstico, le ha bastado con que le expusiera la situación en la que me encontraba. Bueno, creo que os podréis imaginar cuál ha sido «Melinda, el fantasma de tu novio Sam, está ligado a ti y quiere que sepas que mientras sigas en esta ciudad correrás un grave peligro». Buff, cuando mi cerebro ha procesado esa información, ¡madre mía, casi me caigo de la silla! Woopi dice que no es la primera vez que ve sufrir ese tipo de reacciones, dice que son comunes en gente de mente cerrada y escéptica (¿lo habéis oído, me dijo tonta. No me había dado cuenta :P). Y lo peor viene cuando Sam ha tomado posesión del cuerpo de la médium. La voz de mi amiga, ha… adoptado el timbre de la voz de Sam y… no tengo palabras para describirlo, dijo algo como: «Mel amor mío, (qué mono es, ¿no creéis?) todo ese rollo del pub para pijos, sólo es una fachada, un cebo para atraer hacia su tumba a adolescentes que ansían nuevas experiencias. Allí los drogan con flor de loto, para que pierdan la noción del tiempo y cuando estás como una cuba o te alejas de la muchedumbre, sanguinarios vampiros se abalanzan sobre ti. Así es como morí.» El color ha abandonado mi rostro. Sam, no ha respondido a mis interrogantes. ¿Qué hace un aquelarre en Mallorca? ¿Cuántos mitos acerca los chupasangres son ciertos? ¿Cómo se libran de la ley? etc. A pesar de estar aterrorizada, me alegro de haber vuelto a hablar con Sam. Lunes 25 de abril Alguien me puede decir, ¿cómo lo hacen? Y yo que pensaba que esas sanguijuelas la habían pifiado. Esto es muy, pero que muy fuerte. Desaparece media ciudad y aquí nadie dice ni mu. Ni en las noticias, ni en el periódico, ni siquiera las viejas de la vuelta de la esquina hablan sobre ello. ¿Es que solamente hay una persona entre 30.000 que tiene un poco de cerebro (esto último habla de la menda)? A ver, nenes salir de fiesta en nueva discoteca, ellos no volver ¡todo encaja, hasta en Barrio Sésamo! Han pasado unas cuantas horas desde mi último comentario. Para que os hagáis una idea, son las 22:30. Estoy con Woopi y Sam a dos manzanas del «DJ de Oro» (el pub de los infiernos). Desde que sé lo que sé, no me separo de mi diario, temo que pueda ir a parar a manos no deseables. Nos dirigimos allí, para llevar a cabo nuestro plan. La idea es liberar a todo los presos y espantar a los pintorescos verdugos. DESEADME SUERTE. (Dejo esta historia con final abierto, ahora os toca continuar a vosotros. Puedo haber muerto y que otra persona haya publicado mi diario utilizando mi nombre, puedo haber liberado a los juerguistas de las garras de los vampiros… Os doy las gracias a todos.) Melinda White Miquel Joan Gelabert Coll, 1r A MALDITO 8 DE AGOSTO Como ya sabéis, me llamo Jack y tengo 66 años, esta es la historia de cuando conocí de verdad a vuestra abuela. Año 1963, instituto Crest High, yo tenía 18 años, típico mal estudiante, repitiendo curso y capitán del equipo de fútbol americano del instituto. Fumaba y bebía. Vivía a toda costa con el dinero de mis padres. Yo provenía de la conocida estirpe de los Monroe de California. Mi padre, era director general de una cadena de hoteles de lujo, y mi madre, la abogada más reclamada de aquellos tiempos. El dinero les salía por las orejas y todo lo que un adolescente de mi edad hubiera querido o deseado, yo, lo tenía. Para entonces siempre pensé que fui… un ignorante de la vida. No sabía qué era ganarme algo a pulso. Thomas y Billy eran mis dos mejores amigos desde la infancia. Al igual que mis padres los suyos también eran ricos. Thomas era el mejor quarterback del equipo, era de tez blanquecina y de carácter fuerte. Siempre escuchaba música, le encantaban los Beatles. Antes de los partidos nunca se quedaba sin oír alguna de sus canciones, era como un ritual para él. En los momentos en los que uno necesitaba a alguien con quien hablar, él siempre tenía una frase para levantarte el ánimo, siempre decía que tenía el genio filosófico en sus venas. Billy, también era uno de los mejores defensas del equipo, siempre parecía bronceado, pues su piel era muy morena. Era más bajito que Thomas pero más robusto. Siempre estaba riendo, le encantaba siempre hacer payasadas y al contrario que Thomas, a él le gustaban más las artes marciales que la música. A Billy le encantaban las puestas de sol, aunque fuera un tipo muy nervioso, le fascinaban. Otra de las diferencias entre Thomas y Billy era que, cuando necesitabas a alguien para hablar Billy siempre tenía una excusa para quitarse las necesidades de encima, él no era para nada filosófico como lo era Thomas y a él no le interesaba el tema sensiblero, él era más… de vivir a tope y sin preocupaciones. En nuestro grupo estaba Rosalie Johnson, mi «novia», a la cual en aquellos tiempos ni siquiera amaba. Solo de pensar que prácticamente la tenía a mi lado solo para presumir o para poder hacerme el interesante delante de otras chicas… ahora lo pienso y lo que siento es peor que la vergüenza. Incluso a veces hacía ver que la amaba de verdad cuando ella me besaba, ella creía en las relaciones serias y yo solo quería a una chica por sus condiciones físicas y para divertirme. Ella era la animadora de mi equipo, rubia, una buena figura, una sonrisa preciosa, ojos verde intenso… cumplía todos los requisitos de una animadora. Era una de las mejores estudiantes de su clase, por no decir de todo el instituto. Y pensar que yo no la amaba, no me daba cuenta de que era mía, solo mía porque ella siempre me había amado. Todo ocurrió el 8 de agosto de 1963. Recibí una invitación de uno de los hijos de los clientes del buffet de abogados de mi madre. Era un chaval joven, el nombre del cual no me sonaba de nada, aunque lo que de verdad me interesaba a mí era la fiesta, en la invitación decía que nos invitaba a su fiesta privada en la mansión que tenía en la costa y que además podía llevar acompañantes. Decidí invitar a Thomas y Billy para decirles que les parecía ir allí, a los dos les gustaba la idea, se pusieron frenéticos. Creí que a Rosalie le gustaría la idea así que se la propuse: - Oye Jack, mis padres no me dejarán ir, y lo sabes… - No hace falta que se den cuenta de que no estás. Diles que estás en casa de una amiga, de Alison, por ejemplo. - Pero Jack… - Venga no seas así, ven con nosotros, nos lo pasaremos bien… Al final la convencí y vino con nosotros, les dijo a sus padres que quedaría a dormir en casa de Alison, otra de las animadoras del equipo con quien yo compartí algún que otro momento. Íbamos en mi coche, uno regalado por supuesto, un precioso Mustang rojo, por aquel entonces, de lo mejor. Viajábamos como si fuéramos a la velocidad de la luz. La mansión estaba en lo alto de un acantilado, bordeamos el camino, estaba lleno de curvas y un pequeño despiste podía ser fatal. Era una casa enorme, con vistas al mar y con un garaje que podría ser un concesionario de coches. Nada más llegar nos dieron dos copas de Martini a modo de bienvenida y empezamos a comer un poco. Luego pedimos unos vodkas para todos. Más tarde nos condujeron hasta la discoteca privada de la mansión, donde seguimos bebiendo todo tipo de bebidas alcohólicas. Pocas horas más tarde Bill, Thomas y yo íbamos completamente ebrios, la única que se controlaba era Rosalie que solo se bebió la primera copa de Martini. El ambiente estaba ya muy cargado, la gente ya empezaba a ir borracha, había empujones, miradas, humo, agarrones, pastillas…, sí, pastillas; alguien me ofreció una pastilla de un color verde, pero llevaba tal embriaguez que ni siquiera fui a pensar que sería droga. Sentía el olor a alcohol por todas partes y el hedor del tabaco me mareaba. Thomas y Billy, también estaban totalmente borrachos. Rosalie quería irse, rondaban ya las cuatro de la madrugada, así que «salimos» - ella a pie y nosotros con su ayuda- y nos dirigimos hacia el coche. Rosalie me pidió que no condujera, pero ignoré su sugerencia y me puse al volante del automóvil. Ella me suplicaba una y otra vez que no lo hiciera pero estaba tan ebrio que apenas oía su voz, tan solo oía una cacofonía de su voz y la música. Finalmente subieron todos al coche y empecé a conducir. Para empezar, no encontraba el contacto de las llaves y Rosalie tuvo que ayudarme. Di unos cuantos frenazos y no veía más que manchas de colores en medio de la carretera, sentía un fuerte mareo. Thomas y Billy estaban haciendo payasadas dentro del coche, uno decía que veía caballos dentro del coche y otro decía que había arañas por dentro de sus pantalones, es, desgraciadamente, unos de los pocos recuerdos que me quedan de ese día. De pronto, vi dos luces amarillas y me cegaron por completo, di un último volantazo y lo único que oí fue su voz, la de Rosalie, desesperada: - Jack gira, ¡¿me oyes?! ¡Gira! Luego todo se convirtió en un conjunto de fuertes golpes y varias vueltas de campana. El coche se estrelló contra el otro automóvil y con la fuerza del impacto empezó a dar vueltas sobre sí mismo. Cuando por fin el coche se paró, la adrenalina hizo que se me despejara un poco la mente. El Mustang estaba boca abajo, no quedaba ni un cristal entero. Yo estaba boca abajo, tenía un dolor insoportable en el costado izquierdo como si me hubieran machacado las costillas con un martillo, debía tener alguna que otra rota y la cabeza me daba vueltas. Billy estaba ensangrentado, Thomas había salido despedido del coche unos metros más arriba. Rápidamente salí del coche dando tumbos y me dirigí hacia Thomas, el cuerpo no se movía, yo solo hacía rezar y rezar para que no le hubiera pasado nada, pero para mi desgracia ya casi no notaba el pulso en su cuello ni en su corazón. No me lo podía creer uno de mis mejores amigos había muerto, giré la cabeza para comprobar el cuerpo de Billy que para mi desgracia tampoco se movía ente gritos y sollozos me di cuenta de que los dos habían muerto. Creí que Rosalie también había muerto cuando oí que gruñía de dolor, se había golpeado la cabeza, pero aún estaba consciente, debía hacer algo para salvarla, era lo único que podía hacer, la necesitaba, en ese momento me di cuenta, la amaba, y justo cuando estaba a punto de perderla. Estaba rabioso de odio propio y me quería morir. Intenté abrir la puerta para poder ayudarla, luego me di cuenta de que se había roto una pierna y llevaba magulladuras por toda la cara. - Tranquila Rosalie, te sacaré de aquí. Aguanta, por favor. Aguanta. Ella giró la cabeza levemente y su mirada se clavó en la mía, me transmitió dolor, parte de odio y a la vez de tristeza. En ese mismo instante me di cuenta de toda la carga de remordimiento y culpabilidad que me esperaba. Por mi culpa, ahora Thomas nunca volvería escuchar a los Beatles ni tatarear la canción de «Let it be», ni volver a tocar la guitarra, que tanto le gustaba. Y ahora es cuando necesitaba una de sus célebres frases, pero no estaba, y todo por mi estupidez y por mi imprudencia. Ahora Billy ya no nos haría su demostración de karate ni hacer esos placajes que tanto le gustaba hacerles a nuestros contrincantes, ni tampoco volvería a apostar por cualquier cosa. Pocos minutos después el conductor del coche con el que habíamos colisionado, que salió ileso, se acercó y con mucha delicadeza me ayudó a entrar a Rosalie en el coche. Fuimos rápidamente al hospital donde me la quitaron de los brazos y se la llevaron a un quirófano. A mí me llevaron a observación y avisé dónde estaba el coche accidentado. De pronto, con el alcohol corriendo por mis venas mezclado con parte de adrenalina y un shock emocional, la vista se me nubló y me desmayé. En esa especie de sueño, solo recuerdo que mi cerebro guardaba de Billy y de Thomas, ahora se reflejaba en mi mente, como si yo estuviera solo en un cine, con la mirada clavada en la pantalla. Después, como si yo fuera el único que podía ver aquello, vi como Rosalie me cogía de la mano y paseábamos juntos por una playa infinita. Cuando me desperté el fluorescente de la habitación me cegó la vista. La enfermera me explicó que el desmayo fue debido a una sobredosis de alcohol y anfetaminas. No tenía ninguna costilla rota, pero tenía el hombro dislocado y me hicieron falta algunos puntos de sutura en la mejilla izquierda. Cuando acabaron de curarme quería ir a ver a Rosalie, necesitaba verla, decirle lo mucho que la quería y que sentía muchísimo lo que había pasado, además entendería que no quisiera verme más en la vida pero al menos decirle que la amaba. Parecía cómico, que tuviera que haber pasado todo aquello para darme de lo que tenía en la vida, era como si Dios me hubiera dado un escarmiento para abrirme los ojos, y lo pagué con la vida de mis dos mejores amigos. Cuando iba a levantarme la enfermera me dijo que no me moviera, dijo que necesitaba reposo absoluto pero yo no estaba dispuesto a hacer ningún tipo de reposo, sentía que cada segundo que pasaba sin verla perdía una parte de Rosalie. Así que me levanté (así como pude…) y me dirigí hacia un mostrador que había en el pasillo en la planta en la que yo estaba. La enfermera que había detrás del mostrador estaba archivando unos papeles. - Disculpe, ¿sabe en qué habitación está Rosalie Johnson?pregunté. -¿No debería estar usted descansando?- gruñó al ver los puntos en mi mejilla.- Además no puedo darle información de ningún tipo a menos que sea usted familiar suyo. - Por favor dígame dónde está, no le pido nada más. Necesito verla, me hará el hombre más feliz de este mundo si me dice dónde está. La enfermera me miró con aires de lástima. - Está bien, ahora se lo digo espere un momentito, por favor. Susurró por encima de su hombro. Se dirigió hasta la caja donde había estado archivando sus papeles y rebuscó en ellos. Al fin encontró lo que buscaba. -Rosalie Johnson, habitación 311. No le di tiempo a que dijera nada más, ni siquiera le di las gracias. Fui directamente a su habitación, hubiera ido corriendo pero el dolor del hombro y con un pie vendado no me permitió correr más. Entré en la habitación con el ritmo acelerado, y la vi, estaba con la cara llena de esparadrapos y con la pierna escayolada sujetada en alto. Había dos o tres enfermeras. La enfermera más mayor, me dijo que había entrado en un ligero coma, pero dijo que el noventa por ciento de la gente que sufría ese tipo de coma despertaba en menos de cuarenta y ocho horas. Aunque me pidió que me fuera a mi habitación la ignoré, cogí una silla y me senté al lado de la cama de Rosalie. Salió la última enfermera que había en la habitación, miré a Rosalie con la cara llena de moratones y me dieron ganas de estar en su sitio, le cogí la mano. Como si estuviera confesándome, le dije en voz alta todo lo que sentía. - Sé que no puedes oírme pero, no puedo dejar escapar la oportunidad de decirte lo que siento en estos momentos. Quiero que sepas que conocerte ha sido lo mejor que ha pasado en mi vida, y sí, me doy cuenta ahora... justamente cuando estoy a punto de perderte. También, has de saber que Thomas y Billy seguirían con vida si yo… – Las lágrimas empezaban a caer por mi cara – Me siento la persona más ruin, ignorante e irresponsable del mundo, me quiero morir, Rosalie. Era yo quien debería haber muerto, tu deberías haber salido ilesa y poder hacer de tu vida algo mejor que siendo la novia de un asesino como yo. Durante este tiempo no me daba cuenta de nada de lo que tenía. – en ese momento empecé a llorar como un niño pequeño, sin consuelo – Rosalie quiero que sepas… que nunca te he amado tanto… como ahora y que… siento haber sido un ciego, – Me enjugué las lagrimas – por no darte algo mejor que protestas a lo que decías e ignorarte. No volveré a ser el mismo, deberían encerrarme por hacer lo que he hecho. Yo… – Me costaba respirar, sentía una fuerte presión en el pecho – no tengo perdón. Me merezco lo peor de este mundo. He sido un canalla, un imbécil. Merezco morir. >>Aunque sea tarde y quizás no quieras volverme a ver nunca más en la vida, quiero pedirte perdón por ser así como soy. Por no haberte hecho feliz cuando debía, por no ser quien debo ser. Por no devolverte un beso, con la sinceridad que tu lo hacías. De pronto, ella me cogió la mano, la estrechó. Mi corazón empezó a latir desbocadamente. - Rosalie, ¡¿estás despierta?! Luego abrió lentamente los ojos. - Sí, y he oído todo lo que me has dicho y no creía que una persona como tú llegara a sentir todo eso. Creo que debe de ser lo más bonito que has dicho en toda tu vida. – dijo con una mueca entre la risa y el dolor. - Sí, creo que sí. – conseguí decir entre sollozos. - Escucha Jack, lo que ha pasado ha pasado es terrible. Es verdad que Thomas y Billy ya no están con nosotros pero… -¡Ha sido culpa mía! Si yo no hubiera bebido, si me hubiera controlado o te hubiera dejado conducir a ti nada de esto habría pasado. Soy un asesino. Ella me acarició la cara y me dijo que me quería. Acababa de quitar la vida a dos personas y ella decía que me quería... -¿Por qué? - Porque te quiero y vas a necesitarme. No la entendía, pero la amaba, en ese momento ya no sabía qué sentir, si rabia, tristeza, odio a mí mismo… pero la besé y estuvimos compartiendo lágrimas. Allí fue cuando la conocí realmente, conocí cómo era Rosalie Johnson. Ahora, a mis 66 años recuerdo lo ocurrido mientras estoy mirando unas fotos con Thomas y Billy en un partido, vaya tiempos los que vivimos juntos. Las páginas del álbum me recordaban tantos momentos felices, tantas risas, tantas vivencias, casi toda una vida y así son las experiencias de la vida, aprendemos muchas cosas, pero lo más importante es perdonar como hizo Rosalie conmigo. Es algo que no cualquier persona podría haber hecho. Y ahora día 8 de agosto, estoy en la terraza de mi casa recordando todo lo ocurrido hace 48 años y doy gracias a Dios de que existan personas como mi mujer, Rosalie. A pesar de todo, lamento cada 8 de agosto y vuelvo al mismo sitio donde todo ocurrió, escucho la canción de «let it be», para Thomas, veo la puesta de sol para Billy y rezo por mi pecado. Para mis nietos, Sam y Grace. Jack. Maria Duran Sastre, 4t C DEMASIADA IMAGINACIÓN Aquella noche estaba sentada en el sillón de su habitación. No podía dormirse después de la discusión que mantuvo con su padre. Esas frecuentes discusiones le hacían sentirse inútil, como diferente a todos sus amigos. Se intentaba convencer a ella misma de que no iba a llorar, pero sus palabras no bastaron y sus ojos se convirtieron en ríos. No quería hacer ruido, prefería llorar sola. Se acercó a la ventana y contempló el pueblo dormido bajo la luz fúnebre de un par de farolas. No había nadie. Todo estaba muy tranquilo. Se volvió y, por segunda vez, intentó meterse en la cama y dormirse... imposible. Eran más de las dos de la madrugada pero su mirada seguía fijada en el suelo. Casi no parpadeaba. Era una de aquellas noches de verano en que el calor se hacía insoportable, bochornoso, por eso se levantó con mucha altivez y entreabrió la ventana. Acto seguido, volvió a la cama. A Lucía le encantaba leer. Siempre se inventaba miles de historias. Tenía la certeza de que había un libro del saber que iba más allá de todo lo que se había investigado hasta entonces. Creía que si lo encontraba sabría todo, absolutamente todo lo que quería saber sobre miles de temas diferentes y así podría escribir millones de libros. Sin embargo, nadie le apoyaba en eso, ignoraban lo que realmente le gustaba. Este era el motivo de sus habituales disputas. Se había pasado meses yendo a la biblioteca para buscar información sobre el libro que unos cuantos sabios antiguos decían que habían escrito. Había pocos detalles sobre este, aunque en sus hojas había más de los que uno se puede imaginar. Se pasaba las noches en vela leyendo los libros que cogía prestados de la biblioteca. Una noche a las tres de la madrugada empezó a gritar. Despertó a sus padres y estos subieron para ver qué pasaba. − ¡Lo he encontrado!- gritaba Lucía. Tras un par de minutos de explicación sus padres comprendieron que había descubierto de qué color era aquel libro que tanto ansiaba. Tenía las tapas verdes y justo en el centro tenía inscrito un símbolo celta llamado Triskel. Este símbolo tiene dos significados triples; por una parte significa cuerpo, mente y alma, y por otra, cielo, mar y tierra. Acto seguido su padre se enfureció y se marchó de su habitación. Su madre no supo qué hacer ni qué decirle, por eso abandonó también la habitación. Lucía quedó decepcionada, tanto que pensó que el trabajo de toda la noche no había valido para nada. Pero esta idea no habitó demasiado en su mente. Intentó hacerse una idea del libro, de lo grande y antiguo que sería... ¡Sí, el trabajo valió la pena! Ahora solo tenía que encontrar el lugar donde estaba y sería suyo. En primer lugar, sabía que podría pasarse toda la vida buscando ese libro y aún así no encontrarlo. Y en segundo lugar, sabía que tendría que hacerlo sola. No consiguió dormirse porque no podía dejar de pensar en el libro. De repente, un soplo de aire frío le recorrió la espalda. No se inmutó. Aquel aire frío volvió a acariciarle el rostro. Creía que venía de la ventana, pero estaba cerrada igual que la puerta, por eso, no conseguía explicarse de dónde venía. Decidió no hacer caso de aquello, estaba muy cansada y no le extrañaría que fuesen imaginaciones suyas. Pero aquella brisa entró otra vez. Parecía como si ascendiera desde abajo. Sus padres hacía ya rato que se habían ido, seguramente ya estarían dormidos, aunque podría ser que se hubieran levantado para beber agua o ir al lavabo. Esperó y al cabo de un par de minutos el aire que corría encallejonado por alguna estrechura volvió. No le gustaba tanto misterio así que decidió averiguarlo. Saltó de su cama dirigiéndose hacia las escaleras. Todo estaba oscuro. Encendió una luz pequeñita y se dirigió a la cocina. Nadie. Acto seguido, al baño. Nadie. Sin embargo, aquel aire, que ya le estaba resultando molesto, continuaba, por eso se dio cuenta de que ascendía de más abajo. Quizás, desde la cochera. Miró a través de una ventana y fuera no hacía ni una gota de viento. ¿Qué estaba pasando? Descendió todas las escaleras hasta que llegó a la cochera. Acabó de abrir la puerta, medio abierta, y una bocanada de aire frío le arañó la cara. Estaba lleno de... ¡ no sabía cómo llamarlos! ¿Animales, tal vez? Nunca había visto algo parecido. Había de todos los tamaños. Su cuerpo era redondo y su cuello muy delgado. En su extremo superior había un solo ojo. ¿Eran cíclopes? No, aquellas criaturas no eran tan grandes. Del susto, no se percató de que todos esos individuos se disponían a entrar en su casa. Con rapidez, intentó cerrar la puerta pero uno de ellos puso su pie en medio impidiendo que esta se cerrase. Subió las escaleras como una flecha y corrió a avisar a sus padres. No se levantaron, ni le hicieron caso. Les contó lo que había visto, pero, Lucía, a menudo soñaba cosas y sus padres habían aprendido a no escucharla. Ella insistió desesperadamente en que esta vez no se lo estaba inventando, que esta vez no lo había soñado. Otra vez volvió a llorar, pero lo hizo a lágrima viva. ¡No podía más! No sabía lo que querían aquellas cosas, ni el porqué de su visita. Estaba asustada, muy asustada. Con la vista borrosa subió hacia su habitación y se encerró. Después de unos cuantos minutos oyó el ruido de un jarrón al chocar contra el suelo. Su madre la regañaría, pensando que había sido ella. Tenía que bajar para parar lo que estuvieran haciendo aquellas criaturas, pero una fuerza incontrolable la obligó a quedarse quieta. Todavía podía oír el encuentro violento que sufrían diferentes artilugios al llegar al suelo. Bajó, pero sabía que había mucho en juego, y aunque tal vez exagerase su vida. Aquellos individuos estaban cogiendo montones de libros de sus estanterías y, acto seguido, se sentaban en su sofá, en el suelo, en las lámparas, encima de la televisión, incluso en el mismo lugar donde habían encontrado el libro, y se ponían a leerlo. Su ojo era enorme y al verlos leer tan rápido, entendió su utilidad. Lucía no daba crédito a lo que estaba viendo. ¿Cómo era posible? Intentó echarlos de su casa quitándoles sus libros, pero aquellas cosas se levantaban y volvían a coger otro. Cuando iba a cogérselo a uno se cayó al suelo, porque todo estaba a oscuras. Se levantó rápidamente por miedo a que le hicieran algo y encendió la luz. Al volverse para observarlos, un par de ellos se abalanzaron sobre ella y acto seguido perdió el conocimiento. Cuando despertó le embistió un fuerte olor a podredumbre que hizo que se tapara la nariz. Se incorporó y se dio un golpe en la cabeza con el techo. Era demasiado pequeño para ir de pie y tuvo que ir a cuatro patas. Por su forma redonda pensó que debía ser un túnel, pero el problema era que no sabía dónde estaba. De repente el túnel se acabó y cayó al suelo de una gran sala iluminada con una sola bombilla. Se llenó de polvo y cuando abrió los ojos supo por primera vez en su vida que realmente existía el paraíso. ¡Aquello era magnífico! Estaba lleno de estanterías con libros, montones de libros y lo mejor era que tenían muchos años. Sin pensarlo se acercó y, a pesar de que estaban llenos de polvo, empezó a buscar el libro que tanto ansiaba. Ya era la segunda estantería que miraba, cuando quitó un libro y detrás le apareció uno de los invasores de su casa. Chilló porque no se lo esperaba y luego de detrás de la estantería empezaron a salir más y más de ellos. Llenaron toda la sala mientras Lucía iba retrocediendo hasta que llegó a la pared. Se quedó acorralada, pero no pudo evitar pensar que quizás aquellas criaturas podrían decirle dónde estaba el libro. − ¡Esperad!- gritó con la voz temblorosa. Todos dejaron de avanzar y, de entre ellos, emergió una criatura enorme. Desde lejos no podía distinguir su piel, pero a medida que se iba acercando descubrió que estaba llena de trozos de papel. Había muchísimas letras y se podía apreciar que no le faltaba ni una sola letra en ningún rincón. − Lucía, ¿verdad?- su voz era apagada, seca, como si hiciera años que no hablase. − ¿Cómo sabe mi nombre?- contestó atónita. Se hizo el silencio durante unos instantes y luego aquel ser continuó. − Mis sirvientes te han traído hasta aquí porque creemos que eres la única persona que puede ayudarnos. − ¿Ayudaros? ¿Yo? Pero... − Hace cien años que estamos buscando un libro- la interrumpió.- Tú eres la única de estos seres que habitáis ahí arriba que tiene interés por este tema. Se trata de un libro que contiene explicaciones, cosas que uno nunca podría imaginarse. Sus tapas son verdes y en el centro... − Tiene grabado un símbolo celta- se adelantó Lucía. − ¡Exacto!- respondió con asombro.- Pero tal vez con tu ayuda lo encontraríamos antes. − ¿Pero dónde pensáis buscar? Hay miles de sitios donde podría estar enterrado. Aquel siniestro ser negó con la cabeza. − Hay un libro que tú no has podido encontrar. Lo tengo aquí- levantó su mano y le enseñó un libro rojo muy anticuado.- El caso es que según este escrito, el libro que buscamos ha de estar por aquí, pero hay demasiados. Además debido a nuestra estatura no podemos llegar a la parte superior de las estanterías y nos tenemos que poner unos encima de los otros. Más de una vez caemos y estamos más tiempo en volvernos a colocar que en buscar el libro. Por eso, ya que tú eres más alta que nosotros... Debes ayudarnos. − ¿Pero qué sois? ¿Cómo sabéis que voy a la biblioteca? ¿Cómo sabéis mi nombre?- Lucía se estaba poniendo nerviosa, no lograba entender nada. − Somos gnomos. Cuando nacemos sabemos leer, nadie tiene que enseñarnos. Crecemos gracias a la lectura. Cuantos más libros leamos, más grandes nos volvemos.hizo una pausa y continuó- Respecto a tu información... Mis sirvientes salen al exterior muy a menudo para encontrar a alguien como tú. Hace poco que te encontraron y te estaban vigilando, para asegurarse de que realmente eras tú quien debías venir aquí. − Pero no acabo de entender para qué queréis el libro... − Si no encontramos este libro nunca nos podremos morir. Es un castigo que nos dio nuestra antigua hechicera... Yo ya soy viejo y quiero descansar. − Y si lo encontramos... ¿quién se lo quedará? Aquel gnomo no contestó. Se giró y se marchó por donde había venido. − ¡Oiga, no pienso trabajar en esto si no me responde!- gritó ella enfadada. − Tú, limítate a encontrarlo. Luego ya veremos... − ¡No! ¡Me voy de aquí! − Nadie viene aquí y se marcha sin más. Ahora ya nos has visto, sabes que existimos y no puedes largarte con esto. − ¿Y qué más os da? ¡Nadie me creerá! − No son ellos quiénes nos preocupan... Lucía no entendía a qué se refería pero poco le importaba. Solo quería marcharse de aquel lugar. Se giró para llegar hasta el túnel de donde había caído, pero todas aquellas pequeñas criaturas la siguieron. Cuando apenas le faltaba un metro para alcanzarlo se abalanzaron otra vez sobre ella, igual que como lo hicieron en su casa, pero esta vez eran más, muchos más. Lucía gritaba y gritaba. No tardó en comprender lo que querían hacer; puesto que ella no los quería ayudar, en esas condiciones, ellos querían asfixiarla ya que no podía marcharse después de haber visto todo aquello. Entre gritos y sollozos dijo que no lo diría a nadie, que se callaría... Era inútil. Nadie la escuchaba. Cada vez tenía más y más sueño. Los ojos se le cerraban. De pronto el aire le empezó a faltar. Intentaba respirar lo más hondo que podía y aguantar todo el tiempo que pudiera. Se estaba ahogando... De pronto, despertó con un sudor frío recorriéndole la espalda. Se estremeció. − Parecía tan real...- pensó. Fuera como fuere, a la mañana siguiente iría a comprobar el salón y los jarrones. En aquel momento estaba demasiado aturdida como para levantarse de su propia cama. Pero... ¿y si el todo lo del libro y toda su investigación también fueron solo un sueño? Catalina Amengual Ripoll, 3r B MI OTRA VIDA Me llamo Violeta, tenía 17 años, y una gran familia. Amaba mi vida. Me llevaba genial con todo el mundo, o casi con todo el mundo, tenía grandes amigos y estaba enamorada. ¿Qué más podía pedir?. Estaba a punto de llegar el gran día, aunque para mí todos los días eran grandes, pero me refiero a la excursión y a la acampada. Sólo íbamos los alumnos con excelente comportamiento, y con la suerte que tenía, dentro de esos alumnos se incluían mis amigos y mi hermano Ángel. Sí, iba a clase con mi hermano. Él tenía 15 años, yo era repetidora, aunque no me arrepentía de haber repetido, de no haber sido así no habría tenido tantísimos buenos amigos, ni mi capacidad de relacionarme tan desarrollada. En resumen, nunca me quejaba de nada. El día anterior a la acampada me lo pasé hablando por Skype con mi mejor amigo Víctor, del que estaba enamorada, y no sabía si él sentía lo mismo, aunque el no saberlo era lo que me gustaba, no tenía ninguna prisa por enterarme, porque así vivía con más ilusión. Hablamos de qué llevaríamos y yo, como solía ser normal, me estresaba mucho, en cambio él, para nada. Si es que estábamos hechos el uno para el otro. Finalmente, a las doce de la madrugada nos despedimos pero no pude pegar ojo. Al fin llegó el gran día. Los alumnos que no podían venir nos miraron de reojo al llegar al colegio y ponían unas caras... Pobrecillos, me sabía poner en su lugar, y los entendía, pero también pensaba que no era mi culpa que se hubieran portado mal a lo largo del curso, así que eso no me quitó para nada las ganas de ir y disfrutar. Cuando llegó el bus menos mal que Víctor me llamó, porque yo estaba fantaseando con que él se colaba en mi tienda de noche y dormíamos juntitos y abrazados. Él se rió de mi empanamiento mental y a continuación me pidió que nos sentáramos juntos, no lo pensé dos veces, le dije que sí de inmediato, pero no me acordé de que le dije a Luna que me sentaría con ella. Cuando entró en el bus y me vio sentada con Víctor me dirigió una mirada asesina encantadora. Eso me arruinó un poquito el viaje pero estaba demasiado contenta como para darle más importancia. Y empezó el viaje, me encontraba muy a gusto a su lado, nos daba el sol de pleno, y eso hacía que cuando me miraba éste le diera en los ojos y se los hiciera de un color miel que me encantaba. Era perfecto todo. Volvía a fantasear... Me sacó de mi aturdimiento un ruido que provenía del walkie-talkie del conductor. Parecía haber problemas por la carretera en la cual estábamos adentrándonos. De repente tuve un mal presentimiento. Entonces vi una gran limusina negra en medio de la carretera, pero no estaba viniendo ni yendo, estaba de lado ocupando así toda la vía. Al conductor no le dio tiempo a frenar y... Chocamos contra la limusina. De inmediato cogí de la mano a Víctor, él se giró rápidamente hacia mí intentando decir algo, ojalá fuera un ‘’te quiero’’, pero yo le miré a los ojos, dónde no quedaba ya ningún rastro de luz. Y entonces todo se volvió muy oscuro pero de repente todo muy brillante, demasiado. Me sentía muy extraña, vacía de alguna manera, parecía no estar en mi cuerpo. Y no lo estaba. Por un momento desapareció el brillo que no me permitía ver hacía un momento y me vi a mí, cogida de la mano de Víctor y a Víctor con los ojos cerrados y su cabeza estaba girada hacia a mí y su boca abierta, pero respiraba. Ángel estaba despierto pero algo ensangrentado, menos mal. La profesora se estaba quitando el cinturón para comprobar qué daños habíamos sufrido todos. El conductor tenía la cabeza apoyada sobre el volante. Menudo accidente, y menudo día para tenerlo. De repente vi algo a mi lado, una sombra, que se iba volviendo más clara por segundos. Era Álex, una de mis mejores amigas, en ese momento empecé a llorar sin lágrimas. ¿Por qué nosotras? Suponía que no sabría la respuesta en lo que me quedaba de eternidad imaginaba. Nos había tocado suponía, pero ¿por qué no veíamos la luz como en las películas? Era todo muy extraño. Yo veía muchas series de fantasmas, así que imaginaba que nos quedaba algo pendiente en la tierra. A mí me quedaba Víctor. Alex y yo queríamos asegurarnos de que todo estaba bien así que decidimos ir cada una con quién le importaba y ya nos veríamos más tarde. No me separé de Ángel y Víctor. Mis pensamientos iban muy pero que muy rápido. En el momento que estaba pensando en ellos pensaba también que quería aprender a comunicarme con ellos, quería informarme de alguna manera de qué podía hacer y qué no. De momento sabía que yo podía verlo todo y nadie podía verme a mí, excepto Álex. En poco tiempo descubrí que bastaba con querer ir a algún sitio y me tele-transportaba al instante. Esa habilidad me gustó mucho, me ahorraba tiempo, aunque era algo estúpido, ya que tenía todo el tiempo del mundo y no me cansaba haciendo nada. Me tele-transporté al hospital, donde se encontraba Víctor. No me separé de su lado ya que sabía que Ángel se encontraba a salvo en casa e imaginé que estaría llorando y comunicando al resto de mi familia mi fallecimiento, así que preferí no ver eso y quedarme al lado de Víctor, sentía como si pudiera protegerlo. Llegó su madre, con su hermano, no estaban llorando ya que él estaba a salvo, pero querían estar allí para cuando él se despertara, lo mismo que yo vamos. Y despertó, enseguida preguntó por mí y eso me llenó de felicidad y tristeza a la vez. Yo decía ‘’estoy aquí’’, pero no podía oírme, y eso me llenó de rabia. La rabia permaneció en mí de una manera controlable, como si pudiera guardarla y utilizarla para algo. Pensé y la dirigí hacia un ramo de flores que había sobre la mesilla, todas se marchitaron. Él se las quedó mirando, y no necesitó respuesta a su pregunta. Entonces empezó a golpear la cama y su madre intentó detenerlo. Víctor se levantó y se dirigió hacia la ventana, sacó la cabeza y gritó mi nombre, eso me llenó de pena, también podía guardarla. Víctor ya se encontraba en casa, cuando llegó se tumbó sobre su cama, pensativo, me entraron ganas de tumbarme a su lado, sé que he dicho que no me solía quejar, en mi vida fantasmal sí lo hacía, y mucho. Él iba a ducharse, así que decidí ir a mi casa para ver cómo iba la cosa. Al entrar, mis perros se pusieron muy contentos de repente y empezaron a ladrar felices. Mi hermano los observó y supo qué quería decir eso. Entonces dijo mi nombre y miró a los lados. Me di cuenta de que aunque lo que me guarde para utilizar sea pena, no importa que para lo que la use sea algo alegre. Así que utilicé la pena que había guardado antes para coger de la mano a mi hermano. Él alegró su rostro aunque le cayeron lágrimas. Yo hubiese hecho lo mismo, nos parecíamos mucho, y sabía que él creía tanto como yo en los fantasmas, y sabía que yo estaba allí a su lado, cogiéndolo de la mano. Qué pena que Víctor no creyera tanto como él. Despedirme de él para ir a otra vida no iba a ser fácil. Decidí pedir ayuda a mi hermano para que le transmitiera el mensaje. Al decidir eso pensé que tenía que encontrar a Álex, ya que dos cabezas piensan más que una, aunque esta una piense tan rápida y abiertamente como la mía. Me di cuenta de que no tenía ni idea de dónde se encontraba Álex, y eso me estresó muchísimo. Salí fuera de mi casa y me dirigí andando a casa de Álex para ver si la encontraba. No estaba allí y me senté fuera, en la acera. Miré al frente, y vi apoyada en un árbol a una mujer con una capa con capucha negra, parecía ser de los míos, ya que me estaba mirando fijamente. Decidí acercarme, a lo mejor podía ayudarme. Y lo hizo. Me explicó muchas cosas que podía hacer, y muchas otras que no. Podía utilizar mi energía para hacer muchas cosas, todo era mental, no hacia falta acumular pena o rabia. Me enseñó a hacerlo. Le di mil gracias y le deseé suerte. Como todavía no sabía dónde estaba Álex decidí ir a casa de Luna, con quien estaba peleada cuando fallecí. Al encontrarme delante de su casa miré por el gran ventanal que había en la entrada. Ella estaba sentada en el sofá llorando y explicando a su madre lo mucho que sentía no haberse podido despedir de mí antes del accidente. Me supo mal. Así que añadí eso a la lista de cosas que iba a encargar a mi hermano que dijera en mi nombre. Fui al lugar del accidente, donde me había separado de Álex. Allí estaba ella sentada, triste y pensativa. Le pedí que qué le ocurría, y me contó que su familia estaba muy triste, yo le contesté que lo raro hubiese sido que no lo hubiera estado, que se les pasaría con el tiempo. A Álex le llegó la hora de pasar a otra vida, ya que lo único que tenía pendiente en la tierra era despedirse de su familia, y ya lo había hecho. Me dijo que alguien del otro lado le estaba diciendo que podía elegir quedarse más tiempo en la tierra, que podía cruzar cuando quisiera, pero le dije que pasara, que aquí todo era muy duro así que le dije ‘’hasta luego’’. Me fui a casa, donde mi hermano estaba en el ordenador mirando fotos de cuando éramos pequeños. Decidí comunicarme con él. Lo hice poniendo la pantalla en negro y escribiendo ‘’Soy Violeta, ¿puedo aparecer sin que te asustes?’’. Se lo pedí ya que sabía que él era algo miedica con estos temas. Contestó que por supuesto. Y aparecí, eso sí que agotaba algo. Se alegró mucho de verme. Intentó abrazarme pero sus brazos me traspasaron, yo todavía no tenía la experiencia como para hacerlo, pero seguro que era todavía más agotador. Estuvimos charlando un rato. Oí como mi madre le preguntaba que con quién estaba hablando, pero le pedí que no le dijera nada de momento. Le conté mi plan para comunicarme con Víctor y con Luna. Dijo que pensarían que estaba loco pero le dije que yo podía aparecer para demostrarles que era cierto. Me preguntó que por qué no les aparecía y punto, y la respuesta era para no darles un susto de muerte. Ánge y yo nos dirigimos a casa de Luna. Mi hermano le contó de mi parte que no pasaba nada por su enfado antes del accidente, que había sido mi culpa y que lo olvidara. A Luna le dio algo de respeto burlarse de mi hermano sobre un tema así, pero le dijo a Ángel que le costaba creerlo. Mi hermano le dio la opción de que yo apareciera, pero Luna dijo que no hacía falta. Que le creía. Me quité un peso de encima. A continuación nos dirigimos a casa de Víctor, pero a él no le dio el mismo respeto. Le dijo a mi hermano que estaba loco, que no era posible, entonces aparecí. Víctor se desmayó. Ángel le mojó la cara y se despertó. Se quedó boquiabierto, mirándome. La sensación que me dio me permitió volverme sólida para abrazarle con fuerza. Me dijo que me quería, y eso me dio fuerzas para permanecer sólida durante un rato más. Le dije que a partir de ahora creyera a mi hermano, que siempre solía tener razón y nunca mentía. Entonces vi la luz, pero algo no me permitió marcharme. Un presentimiento, un mal presentimiento. Decidí quedarme a la espera de qué ocurriría. Esa noche permanecí sentada junto a Víctor mientras él dormía. Cuando despertó no podía verme, pero me hice visible para decirle que tuviera cuidado, que algo malo estaba a punto de pasar. Se fue andando al cole. No me separé de su lado. Cuando terminaron las clases lo estaba esperando. Fuimos juntos a su casa, y cuando estaba en la esquina de ésta un coche se abalanzó sobre él. Intenté empujarle para salvarlo, pero no pude, lo traspasé. Entonces me acordé de lo que me dijo la mujer de la capa con capucha negra. Esa mujer me dijo que no podemos cambiar lo que tiene que pasar. No podía creerlo, me dio muchísima pena, pero no pude evitar pensar que tal vez así podríamos estar juntos eternamente. Y en ese momento vi salir su alma de su cuerpo, y vino a mi lado. Me dijo que todavía no veía la luz, y le contesté que no se preocupara, por un tema así, pero le dijo a Ángel que le costaba creerlo. Mi hermano le dio la opción de que yo apareciera, pero Luna dijo que no hacía falta. Que le creía. Me quité un peso de encima. Solo que solo debía despedirse de su familia. Yo también quería despedirme de mi hermano, y así lo hicimos. Después de despedirnos los dos vimos la luz, y cruzamos. Nos encontrábamos en una playa, nuestra playa, esa tan preciosa donde habíamos vivido tantos maravillosos momentos de nuestra amistad, estaba lloviendo, y había una luna como jamás la había visto, enorme y blanca, preciosa. Entonces se acercó hacia nosotros un grupo de gente, donde se encontraban Álex, mis abuelos, sus abuelos y un hombre de pelo y barba largos y blancos. También había animales, entre los cuales estaba mi antiguo hámster y su antiguo perro. ¡Qué felicidad me entró! El hombre nos dijo que podíamos elegir entre volver a nacer en ese mismo momento, o permanecer en esa isla llevando una vida ‘’normal’’ con nuestra familia y renacer cuando quisiéramos. Está claro lo que elegimos. Decidimos estar juntos eternamente. Antonina Aina Grau Ferrer, 4t C CASTIGO DEL DESTINO Maldito sea nuestro destino y malditos sean esos demonios blancos que han venido a descuartizar nuestra vida. Mi sufrimiento y el de nuestro pueblo empezó en 1890 cuando vimos a los primeros demonios blancos en nuestra pacífica y tranquila aldea llamada Ndola, ellos nos prometía bienestar, defensa y civilización, algo que nosotros no entendíamos ya que vivíamos muy bien de nuestra agricultura y caza, pero nos agasajaron con objetos que nunca habíamos visto y que tiempo después descubrimos que sólo eran simples utensilios de cocina. Teníamos que firmar un documento, que nosotros no sabíamos qué significaba ni qué quería decir. Meses más tarde empezaron a llegar más y más demonios blancos a nuestra aldea, llevaban consigo animales extraños a instalarse cerca de nuestra tribu construyendo exóticas viviendas nunca vistas hasta la fecha. Nuestra gente estaba aterrada, ya que esos demonios deseosos de riquezas, alcohol y sexo violaban a nuestras hijas, perdidamente borrachos que después de hacer esa barbarie iban a dormir la mona. Un día, mientras recogíamos nuestra cosecha anual de mijo fuimos perseguidos por un grupo de demonios con pistolas, rifles y metralletas en mano quemando todos nuestros campos, arrasando todo lo que estaba en su camino. Yo esta muy confundido y aterrado, no podía comprender por qué hacían todo eso, nosotros no habíamos hecho nada malo, «¿era eso lo que entendían por civilización?», porque para mí eso lo que era, era una masacre de nuestro sustento, nuestra forma de vida, nuestro todo. Un demonio blanco se dirigió hacia mí, rifle en mano, con cara de muy pocos amigos. - Fuera de aquí, ¡escoria!- me dijo, seguidamente me escupió a la cara. - Porque, ¡es mi tierra, y es mi cultivo, tengo derecho a estar aquí!- le recriminé - Maldito bastardo, aquí no hay nada tuyo, a partir de ahora, por decreto real, estos campos son de propiedad del imperio inglés y a partir de ahora aquí se producirá café-. Seguidamente me golpeó con el rifle en toda la cara cayendo inconsciente al suelo. Cuando me desperté estaba en mi pequeña choza con mi madre llena de lágrimas al lado, sujetándome la cabeza y poniéndome un ungüento que olía espantosamente mal en la cara. - ¿Qué está pasando madre?, ¿porqué me duele tanto la cabeza?-le pregunté aturdido. - Hijo mío, te encontré en medio del campo en llamas lleno de sangre por la cara, desmayado, gracias al chamán que te pudo curar las heridas. Cuando empecé a recordar todo lo que había pasado esa mañana, me acordé de la charla que tuve con eso demonio blanco y salí disparado de la cabaña , efectivamente no lo había soñado, todos nuestros campos estaban arrasados, de qué íbamos a comer, ya que tampoco podíamos cazar, porque extensas praderas habían sido devoradas por las llamas y los animales habían sido víctimas de los cañonazos del rifle. Nos íbamos a morir de hambre, sin mijo ni carne de qué íbamos a comer, y eso preocupación me torturó todo el día sin descanso alguno. A la mañana siguiente un grupo de demonios blancos vestidos extrañamente se dirigió al centro de la aldea y allí uno de ellos abrió un cuaderno y leyó: - Desde el día de hoy esta tierra formará parte de la colonia de Rhodesia del Norte, y junto con sus habitantes formarán parte del gran imperio del Reino Unido e Irlanda. A partir de ahora estará prohibida la lengua bantú, el inglés sera la única lengua permitida y el cristianismo vuestra religión. En los campos de cultivo sólo se podrá cultivar café, además las mujeres serán las únicas que podrán cultivarlos, ya que todos los hombres y niños mayores de nueve años tendrán la obligación de trabajar en las minas de cobre de Ndola-. Dicho esto finalizó su discurso y cerró el cuaderno. Y rápidamente se fue del pueblo. Todos nos quedamos consternados, lo poco que habíamos entendido nos dejó algo claro, sabíamos que a partir de ahora nuestra vida no sería la misma. A partir del día siguiente empezamos a ver como más y más demonios blancos llegaban a nuestra humilde aldea construyendo todo tipo de casas, ya no se limitaban a beber, violar y robar sino que empezaron a abrir minas por doquier, a prohibirnos hablar nuestra propia lengua y todas las semanas a ir rezar delante de un demonio blanco colgado de una cruz. Un día me dispuse a volver a sembrar los campos de mijo, pero un demonio blanco me paró de forma brusca y me tiró todas las semillas al suelo. - ¿Es que eres imbécil? No escuchaste al gobernador el otro día, tienes que ir a trabajar en la mina, aquí sólo pueden trabajar la mujeres, lárgate ya antes de que me arrepiente de dejarte ir y te pegue un balazo-. Seguidamente me empujó con fuerza tirándome al suelo. Como no podía cultivar la tierra me dirigí hacia las minas, el ambiente estaba muy cargado, diminutas partículas de tierra y arena estaban suspendidas en el aire, dificultando la respiración. Cuando me vieron acercarme esos hombres escribieron algo en una lista y cuando ya estuve allí me pusieron un casco y: - Coge un pico y un cubo, y baja las escaleras, alerta que son muy resbaladizas , tu trabajo es recoger el cobre depositándolo en las carretillas que encontrarás dentro de los túneles,¿ lo has entendido?- me preguntó, pero no creí que quisiese una respuesta. Le dije que sí y me adentré a la mina, todo estaba muy oscuro a excepción de unas luces colgadas de la pared. El trabajo era muy duro y agotador, trabajábamos trece horas seguidas a excepción de veinte minutos para comer y refrescarnos, al acabar el descanso otra vez trabajar. Cuando acabábamos el turno un demonio blanco nos daba un sobre con el salario que creía que habíamos ganado. Siempre volvía a casa cansado y famélico, algún día pensaba que me comería el mundo, pero algún día venía tan deprimido que creía que el mundo me comería a mí. Como no podíamos cultivar, teníamos que comprar todo lo que necesitábamos en el almacén que estaba al lado de un tosco edificio al que ellos llamaban «iglesia». Aún me acuerdo el primer día que fui al almacén, me quedé media hora absorto observando todo lo que había allí dentro. - Qué quieres- me dijo el vendedor con un tono que no me acababa de gustar. - Comida-le respondí - Eres tonto o qué, ya sé que quieres comida, pero qué quieres carne, leche pescado , trigo, alfalfa... - No lo sé, ¿qué es trigo?- le pregunté, ya que no había oído eso en mi vida. - Tú definitivamente eres imbécil, el trigo es una planta, con espigas, que seusa para hacer pan- cuando me lo explicó me di cuenta de que ese hombre tampoco no lo sabía. - Bueno, al final quiero carne, leche y alfalfa. - Aquí tienes, son tres libras esterlinas. - ¡Qué, tres libras!, es el sueldo de cuatro días, cómo tienes tanta cara de cobrarme tanto, por esta miseria-le vociferé. - Tranquilo, aquí no soy yo quien fija el precio, así que calla y paga. Me fui a mi casa muy enfadado y refunfuñando, pero al llegar vi a mi madre agotada y con un dolor tremendo en la espalda. - ¿Qué te pasa madre?-pregunté muy preocupado. - No es nada, sólo estoy muy cansada, ya sabes que el trabajo es muy agotador y más a mi edad. Y tenía razón, ahora los campos eran el triple de grandes, se perdían en el horizonte, y cada mañana antes de irme a trabajar en las minas, ya se podía ver a muchas mujeres labrando, regando o cosechando los granos de café. Llegó la época de lluvias, pero ese año marcó nuestra vida para siempre, ya que poco a poco a nuestra gente le empezaban a salir bultos y ampollas por todo el cuerpo al que provocaban un terrible picor. Uno por uno todos iban muriendo sin que nuestro chamán pudiera hacer nada, decía que nunca había visto semejante enfermedad en su vida, era como si las plagas que azotaron Egipto en la Biblia, ahora azotara nuestra inocente aldea. Todos, niños, ancianos, todos, sin distinguir sexo ni edad iban muriendo a causa de esa maldita enfermedad. En cambio a los demonios blancos parecía no afectarles, seguían como siempre mandando e insultándonos. Un domingo,después de nuestra obligada visita a la iglesia hablé con el padre Charls, era el pastor de nuestra comunidad, como era más moreno que los demás y siempre hablaba de la paz, el amor y la tolerancia nos inspiraba más confianza. Le hablé de la extraña enfermedad que estaba azotando nuestra comunidad, él se estaba poniendo cada vez más nervioso. - Hijo mío, sé cuál es esa enfermedad- me dijo. - ¿Cuál es, padre?¿Tiene cura? Se lo suplico dígamelo, le supliqué revelando mi enorme ansiedad. - Se llama viruela, nosotros no la padecemos porque ya estábamos inmunizados, pero vosotros al no haber visto nunca a un europeo es normal que la padezcáis y... - ¿Tiene cura, padre?-le interrumpí agitadamente. - Sí, pero es muy cara y el gobierno británico no quiere gastar dinero con los indígenas de las colonias de explotación ya que no sois los únicos que la tenéis- parecía avergonzado de sí mismo. - ¡Cómo!, arrasan nuestros cultivos sin decir nada, violan a nuestras mujeres, y y ahora ¿esto? Esto es la gota que colma el vaso- le dije e inmediatamente salí el edificio sin esperar respuesta alguna. Me dirigí corriendo hacia el centro de la aldea, me subí a la tarima que habían mandado construir los demonios blancos y: - ¡Hermanos! Hemos aguantado muchas humillaciones, las desgracias de nuestra gente, que muera irremediablemente por culpa de esos malditos d e m o n i o s blancos, hemos aguantado violaciones, liquidación de nuestro sustento de vida, nos obligan a trabajar duramente allí abajo ganando unos míseros peniques.¡Pero esto es lo último que tenemos que aguantar!- grité. Cada vez se agrupaba más y más gente en la plaza, todos estaban escuchando bien atentos. - No hemos hecho nada para aguantar semejante humillación, ¡no lo tenemos que tolerar más!, ¡por eso os pido que nos unamos todos para echar esos m a l d i t o s demonios blancos de una vez por todas!- manifesté. Cada vez se aglomeraba mucha más gente y la que ya estaba empezaba a darme razones para rebelarnos, apoyándome y aclamándome . - Ya sé que tienen mejores armas y que ahora nosotros estamos muy débiles, pero con nuestro coraje, nuestra valentía y sobre todo con nuestro honor podemos ganar su arrogancia, su violencia y sus ansias de poder. Por eso ,hermanos, coged vuestras armas y flechas y venid conmigo para realizar nuestra...¡liberación!. Después de cogerlas nos dirigimos a la parte alta de la aldea,donde vivían los colonizadores, o como nosotros lo llamábamos «el infierno blanco». Una vez allí empezamos a disparar a todo demonio blanco, sin distinguir sexo ni edad. Los pobres demonios no reaccionaban al vernos dirigirnos hacia ellos y lanzarles flechas y lanzas , estaban tan sorprendidos que cuando caían abatidos ,aún se les reflejaba en la caras. Poco después de haber entrado en la parte alta, me separé del grupo y empecé a prender las puntas de mis flechas y seguidamente empecé a disparar contra casas, tiendas y edificios gubernamentales y comunitarios, símbolos de poder de esos asquerosos demonios blancos, que prendían rápidamente creando una enorme hoguera en la que si no ibas con cuidado te achicharrabas vivo, también los campos de café fueron víctimas del fuego, eso por venganza por la quema de nuestro sustento. Al final del día no quedaba ni rastro de ningún demonio blanco, exceptuando al padre Charls que por ser tan benevolente con nosotros se había salvado de la masacre, pero su iglesia no había corrido la misma suerte. Todos estábamos eufóricos, por fin nos habíamos librado del yugo y la opresión de esos malditos demonios blancos. Para celebrarlo, hicimos una gran fiesta que duró toda la noche, esa misma noche dormimos muy bien, la primera donde ya eramos libres, la primera desde hacía mucho tiempo. Pero parece que la suerte no estaba de nuestro lado, ya que parece ser, o bien que algún demonio blanco se hubiera escapado de la masacre y huido hacia pueblos vecinos, o bien el humo de la gran fogata hubiera alertado a las otras poblaciones, ya que a la mañana siguiente cientos de demonios blancos nos rodearon con toda su artillería : escopetas, rifles, pistolas, trabucos, bombas... Cuando los vimos cogimos las armas y nos pusimos en posición de ataque, pero no hubo nada que hacer. En cuestión de horas liquidaron a toda mi tribu, el padre Charls también pereció con ellos, a míen cambio no me dispararon ya que al parecer sabían que había provocado esta revuelta y por eso me deparaban un castigo mucho peor. Cuando cesaron los disparos me cogieron, me pusieron un saco en la cabeza y me cerraron en una casa que parecía que no había sufrido mucho el ataque de las llamas. Allí empecé a llorar y a llorar, porqué el destino nos castigaba de esa manera,qué habíamos hecho .Pasé toda la noche lamentándome y con el remordimiento de haber conducido toda mi tribu hacia la muerte. A la mañana siguiente, poco antes de amanecer dos soldados entraron en la casa y me sacaron, lo que vi en ese momento me desgarró tanto el corazón que nunca más se me podrá curar; todas las personas que habían participado en la rebelión, todas y cada una de ellas, estaban allí. Sus cabezas estaban clavadas con estacas y repartidas por toda Ndola, las habían colgado allí recientemente porque aun había el hilillo de sangre que recorría todo el palo. Qué criatura podía hacer semejante cosa, solté un alarido de dolor y quise desprenderme de ellos y acabar con todo este mundo, matarlos a todos. Pero rápidamente me agarraron y empezaron a darme puñetazos y por medida preventiva uno de ellos me disparó en la pierna sin ningún atisbo de compasión. Me llevaron hacia el centro de la aldea, delante de la tarima, donde estaba el gobernador, que me miraba con una cara de desprecio que asustaba con sólo verlo. - Nujoma Outjo, por orden de la reina Victoria I, es condenado a la horca por el delito de alta traición al imperio británico, mañana a la salida del sol será ajusticiado-dijo, en su expresión se le notaba que estaba contento. Dicho esto me volvieron a llevar a esa casa y aún estoy aquí, parece que pronto va a salir el sol y me van a llevar a la muerte. Durante toda mi vida pensé que nunca un hombre podía ser peor que el diablo, pero ahora sé que ellos son incluso peores. Aquí acaba mi sufrimiento y el de mi pueblo, simplemente porque a partir de hoy con mi muerte ya no quedará nadie, espero que no sea en vano y que alguna vez esos demonios blancos tengan su merecido y desaparezcan de las vidas de todas las personas que pueblan estas tierras. Esa misma mañana Nujoma Outjo fue víctima de la horca. Fue el último rebelde que tuvo que afrontar el imperio británico hasta los años 60 cuando Rhodesia del norte se independizó, liberándose del yugo y la opresión del colonizaje. Alonso Zurera Massanet, 4t B EL FANTASMA QUE VOLIA COLORS Hi havia una vegada un fantasma que nomia Marc. Aquest fantasma era bastant normal, menys per una cosa: volia tenir colors. Sempre es preguntava perquè no podia tenir colors, perquè havia de ser blanc. Després de pensar-s’ho molt va prendre una decisió: emprendria un viatge per tenir colors. El primer lloc on va anar va ser a una tenda de pintura. En Marc li va explicar el seu problema al dependent, llavors el dependent li va tirar un pot de pintura al damunt, per un moment va semblar que en Marc tenia color però un segon després la pintura li va caure del llençol i va tornar a quedar blanc. El següent lloc on va anar en Marc va ser una tenda de disfresses. Aleshores va explicar el seu problema a la dependenta. La dependenta va anar al magatzem i va treure una disfressa de colors. En Marc se la va posar però al cap d’una estona va començar a tenir calor i quasi es va acubar, sort que va tenir temps de llevar-se-la. Decidit a tornar a casa va donar mitja volta i es va resignar, va pensar que mai tendria colors, però per casualitat de camí cap a casa va trobar una tenda de roba i va entrar-hi. Es va emprovar molta roba, però com era un fantasma no en tenien de la seva talla. Va tornar a casa seva, va contar el seu viatge als seus pares, va ficar el seu llençol de fantasma dins la rentadora i se’n va anar a dormir. Al matí següent es va aixecar, va berenar i va anar a treure el llençol de la rentadora. Quan ho va fer en Marc es va sorprendre, havia passat una cosa al·lucinant: el seu llençol havia tornat de color rosa! Ho va anar a contar als seus pares i la mare li va dir que sense voler havia mesclat la roba blanca amb la vermella i li havia sortit la rosa de color rosa! Ara en Marc estava més content que mai, amb la roba d’un altre color que la que duia sempre, ara era del tot feliç. Miquel Forteza Genestra, 6è B LA NINA QUE NO SABIA PENSAR Això era i no era una nina que no sabia pensar, per molt que ho intentava allò d’enraonar les coses no li anava gens bé. Un dia va decidir anar a buscar ajuda i va demanar a la seva mare si se’n podia anar. La seva mare li va dir que sí. Tota decidida se’n va anar. Per començar no sabia a on dirigir-se, però a uns deu metres va veure uns homes que parlaven d’una dona sàvia que ho podia arreglar tot i un d’ells sabia com anar-hi. Na Laura, que així era com es deia la nina va decidir seguir escoltant, perquè allò li podria servir. Al final va sentir que l’únic inconvenient per anar-hi era que havien de passar una prova bastant difícil . Na Laura va decidir anar a demanar als homes com arribar fins a la dona sàvia. Quan va ser devora ells els demanà: - Perdonau he sentit que parlàveu d’una dona sàvia. Que em podríeu dir com es fa per arribar-hi? - Clar dona ...... sí...van dir després de pensar un poc; i li van començar a dibuixar un mapa. Quan van haver acabat, la nina els va donar les gràcies de tot cor i se’n va anar. La primera cosa que deia el mapa era que se n’havia d’anar al bosc encantat que estava situat al nord. Sort que abans de partir de casa va agafar una brúixola, la va mirar, es va orientar i va partir cap al nord. Després de caminar hores i hores es va trobar amb un cartell que deia: bosc encantat, 10 km. I cap allà va partir. Després de caminar més o menys una hora va començar a caminar per una zona obscura i boscosa. I va sentir un àguila que li deia als seus aguilons que estaven malalts: - Fills meus vós he de dir una cosa molt important per la vostra salut. - Quina cosa, quina cosa?- Varen dir els aguilons. - Doncs que a les afores d’aquest bosc... i l’àguila es va aturar d’explicar, perquè justament va sentir a na Laura que es movia i va sortir a atacar-la. Na Laura va córrer fins que l’àguila es va cansar de volar, després de caminar una estona per aquell bosc es va començar a enfonsar per un lloc fangós i pastós. Eren arenes fangoses!! Na Laura es va espantar molt i va començar a cercar un bon pal per estirar-se i poder sortir d’allà. Tota enfangada va seguir caminant cap a la casa d’aquella misteriosa dona. Va mirar al mapa i li va tocar anar al desert fosc. Va caminar un dia, dos dies,... fins que va trobar un senyor que caminava i li va demanar: - Perdoni, vostè sap com anar al desert fosc? - Si, és molt fàcil, només ha d’anar tot recte i trobarà un cartell que ho indica. - Moltes gràcies. Va contestar na Laura. I na Laura va seguir les indicacions i es va trobar un cartell com li havia dit aquell home i allà va veure una única casa i se n’hi va anar. Era la dona encantada!! Na Laura va explicar-li tot el que li havia passat abans d’arribar a trobar-la i el motiu que li havia fet arribar fins a ella. Li va explicar el seu gran problema i totes aquelles coses que provocava el fet de no poder pensar. Aquella dona sàvia la va curar. Na Laura a la fi ja va poder pensar per sempre. Maria M. Campins Mas, 5è B LA MOTO FANTASMA Fa molt de temps en una petita ciutat, cada nit una moto fantasma els aterroritzava . Ningú havia aconseguit muntar-la; dos at-lots havien mort quan intentaven aturar-la. - Ningú la aturarà mai!- va dir un veí . Deien que no tenia pany, ni els tècnics ni els mecànics més experts sabien com funcionava la moto, però tampoc tenia matrícula . Hi havia un motorista molt bo que deia que podia muntar-la, nomia Juan i l’anomenaven: «el diable de les rodes», havia guanyat la copa del món. Per les nits, el veien cercant la moto fantasma. L’esperava amagat rere les mates, disposat a saltar sobre d’ella quan arribés, però l’únic que aconseguia era uns quants cops i ratllades. Una tarda, Juan i el seu amic Lluís parlaven sobre el misteri de la moto, Juan semblava haver decidit no intentar muntar-la, però Lluís tot i les advertències, aquesta nit va sortir a buscarla. L’endemà, Lluís estava a l’hospital amb diversos cops i un os trencat. Allò va fer entrar en còlera a Juan. No podia consentir que aquesta moto li hagués fet això al seu millor amic. Aquesta nit seria la definitiva. Hi havia tempesta, plovia, el vent bufava amb força, els raigs il.luminaven la carretera i els trons trencaven el silenci de la nit. Juan estava estirat darrere d’unes roques, amb el seu casc i el seu vestit de motorista, preparat per al pitjor. De sobte va sentir un soroll, suau al principi, però cada vegada es feia més fort; ¿era un tro? No, era ella, i s’acostava cada vegada més ràpid. Joan es va preparar, allà estava, veia la llum del far acostar-se cada vegada més. Joan es va aixecar i d’un salt es va col.locar al mig de la carretera, de peu, amb els braços estesos. El vent l’empenyia, però va aguantar sense moure’s. La moto va començar a frenar i es va quedar parada a un metre de Joan. Allà hi havia els dos, cara a cara. De sobte, un llamp va esquinçar el cel i va caure just al costat de la moto, un tro ensordidor va trencar el silenci. Ara o mai, era el moment. La moto s’havia quedat paralitzada. D’un salt, Joan va pujar a la moto. Es va agafar al manillar, la moto es va encabritar. Joan es va abraçar amb força a la moto, i va aguantar i va aguantar ... En Lluís estava a la seva habitació mig adormit. De sobte va sentir un soroll que venia del carrer. Es va aixecar i va treure el cap per la finestra. Allà hi era. El seu amic Joan estava pujat a la moto fantasma, fent girs i cabrioles. EL DIABLE DE LES RODES HAVÍA ACONSEGUIT En Lluís va sortir al carrer i va entrar al seu garatge i va collir una clau anglesa i se la va llançar a Joan, la va agafar i va dir Gràcies!Amb la clau va destrossar la moto. Quan la moto va caure, estava acabada , però aquesta vegada...HO HAVIA ACONSEGUIT! I així la moto fantasma no aterroritzaria més els ciutadans. Jorge Cunill de Manuel, 5è B EL SENYOR I EL PAGÉS Una vegada a la fira de Sineu, es trobaren un Senyor molt reconegut pel poble i un pagès del poble de veïnat. El senyor era molt prepotent i no hi havia ningú que l’aguantàs ja que era molt cregut i tot el que era seu era millor que allò dels altres. Aquell any a la fira es toparen els dos homes i el Senyor com sempre fent de cregut, el pagès l’escoltà i li digué:- li faig una proposta, durant vint- i – cinc anys m’ heu de doblar les terres, jo començaré amb una espiga de blat i aniré augmentant cada any el doble,- El senyor riguent li anà bé, i per darrera s’enreia dient que no podia esser que no guanyaria mai aquella aposta. A la setmana el pagès anà a ca el senyor i començà amb la seva proposta: preparà la terra i sembrà una llavor de blat , l’espiga va créixer i la va secar. D’aquella va treure vuit llavors de blat, el senyor el mirava i ja dubtava si havia fet bé d’acceptar la proposta del pagès. Anaren passant els anys i arribà un moment que no bastaren les terres del senyor per sembrar més blat, arribà els vint-icinc anys i passà el que es preveia el pagès. Es va fer molt ric i el senyor es quedà sense res, amb una mà el cap i una al cul. El que era el senyor el cap d’un parell d’anys escrigué una carta al pagès demanant-li feina a les seves terres , i que si li pareixia bé es podrien veure una altra vegada a la fira de Sineu ja que s’acostava i era l’única manera de reconèixer-lo. Quan li arribà la carta al pagès, començà a llegir-la i el que va fer va ésser anar el pròxim diumenge a la fira de Sineu. Quan arribà a Sineu, va anar cap a la plaça dels animals, allà hi havia el que era el senyor d’abans, amb la roba tota bruta, ell anava com sempre com si la riquesa que tenia no importès, i quan el va veure li digué:- Com anat tot aquest temps?. Veig que la cosa no t’ha anat com pensaves desprès de jo guanyarte totes les terres amb aquella proposta beneita- El senyor contestà:- Tens raó la vida no m’ha acaparat com em pensava, i vaig arribar al poble i quan vaig demanar per tu em digueren que la vida t’havia donat més riqueses, i jo em veig fora casa per dormir ni quartos per menjar, vaig pensar si em podries donar feina a les teves terres i hostatge amb els teus jornalers. El pagès sense pensar-ho li digué que sí. El que era el senyor li contesta:-M’ho tenc ben merescut tants d’anys de ser golafre, i només pensar en el meu benestar i no veure el mal que he fet a les altres persones fins ara, no oblidaré mai la lliçó que la riquesa no fa feliç a la gent, el que ho fa és ajudar a l’altra gent. Rosa Mulet Amengual, 6è B LA LLEGENDA DELS QUATRE DRACS Fa molt molt de temps a la Xina no hi havia ni rius ni llacs, només hi havia aigua a la mar Oriental. Aquí vivien els quatre dracs: el Drac Negre, el Drac Blau, el Drac Blanc i el Drac Groc. Aquests dracs vivien a la cort del Gran Emperador de Jade en un gran palau celestial, als núvols on es veia tot allò que passava a la Terra. Un dia, quan els dracs havien sortit a volar pel cel, el Drac Blanc es va adonar que a la Terra la gent tenia problemes. Tots estaven molt prims perquè feia molt de temps que no plovia i les persones no tenien per menjar. Els pagesos feien ofrenes i pregàries al Gran Emperador de Jade perquè enviàs la pluja. Quan el Drac Blanc va contar allò que havia vist als altres dracs, tots varen quedar molt preocupats i varen travessar ràpidament els núvols i van anar tot d’una a visitar al Gran Emperador per demanar-li la pluja. El Gran Emperador estava escoltant música i va fingir que accediria a la petició del drac. - D’acord, -va dir-, tornau a la Terra i jo demà enviaré la pluja. Però van passar quasi dues setmanes i no va caure ni una gota d’aigua. Els dragons estaven molt trists en veure que la gent moria de fam. Varen pensar com podien ajudar a la gent i el Drac Blau va tenir una idea: − Per què no agafam aigua de la mar i la tiram al cel? -va dir-. Així després cauria en forma de pluja! El altres dracs varen estar d’acord, però estaven preocupats, perquè sabien que l’Emperador s’enfadaria molt si descobria que havien ajudat a la gent sense el seu permís. Així i tot estaven decidits a continuar i varen aconseguir la pluja. Efectivament l’Emperador es va enfadar molt i va decidir castigar als dracs. Com a càstig , va convertir cada drac en una muntanya però de cada muntanya va néixer un riu i així es varen formar els quatre grans rius de la Xina. Els habitants d’aquella zona mai més varen patir fam per falta d’aigua i varen batejar a cada un dels rius amb els noms dels dracs. Miquel Vanrell Herráez, 6è B AL LÍMIT DE LA VIDA Anava caminant pel carrer en direcció cap a la l’edifici on treballava. El dia a dia se’m presentava com una rutina cíclica, contínua i sense canvis, un dia a dia avorrit. Cada matí m’aixecava a les cinc i mitja, tot seguit em dutxava, a les sis en punt em prenia les meves vitamines, seguit d’un batut de fruites i concentrats que m’havia receptat la meva dietista. A les set i vuit minuts exactament baixava del meu àtic de luxe i era a la porta de l’edifici on vivia, saludava al Jordi (el porter de l’edifici) amb una simple mirada amb la intenció de dir bon dia i tot seguit el meu xofer m’obria la porta del meu Mercedes, a les set i vint-i-dos minuts era a l’avinguda principal de Barcelona, el xofer em deixava a uns dos-cents metres de l’edifici on treballava. El carrer a aquelles hores era una massa de gent caminant amb pressa, colzades, empentes, més de dues trepitjades... I finalment a les set i mitja em trobava dins l’ascensor de l’edifici on treballava preparada per fer bé el meu paper de directora executiva d’una empresa dedicada a la redacció i a l’impremta d’una gran revista de moda de la ciutat. I com una part més de la meva rutina diària, quan sortia de l’ascensor em disposava a esquivar a tota la gent que anava estressada demanant factures, impresos, arxius, articles, etc. Els telèfons bofegaven de tant sonar, les respectives secretàries de cada membre del cos executiu preparaven les intenses jornades de reunions, plans de treball, cites amb persones importants i demés quefers rutinaris. I després arriba la Inés, la meva secretaria, la dona més desordenada d’aquest món però almenys feia bé la seva feina. Era una dona molt tímida i nerviosa , era bastant baixeta, amb una pell molt blanca i amb uns cabells on s’hi distingien el pas dels anys. Cada matí em deia la mateixa frase, com una part més de la meva rutina. - Bon dia, senyoreta Stanley. Com es troba avui? – deia amb vou nerviosa. - Bé.- li responia jo amb un to sec i despreocupat, sense aturar-me a pensar que ho feia amb la millor intenció del món. Tot seguit em deia totes les cites importants del dia i em pujava el meu té vermell amb una cullerada de mel ecològica, una altra demanda de la meva dietista. En quant a la meva vida personal, els meus pares moriren quan jo tenia sis anys en un accident de trànsit. L’únic record que tenc de la meva mare és que cada dissabte preparàvem juntes unes galetes de xocolata i del meu pare recordava que estava totalment convençut que m’ensenyaria a pescar abans dels 8 anys, ell era l’home a qui més li agradava pescar. No vaig tenir cap germà i quan els meus pares moriren em vaig seguir criant amb el meu avi patern fins als catorze anys ja que la meva mare també es va quedar orfe quan era petita, però l’avi era molt major, li costava molt caminar i patia del cor. Maldament li hagués agradat molt tenir-me amb ell em va explicar que necessitava algú que em pogués cuidar millor, així que em varen portar a casa d’una germana de ma mare que vivia amb els seus dos fills i estava separada del seu marit. La tia Marta, que era així com en nomia, sempre anava beguda i els seus dos fills que tenien setze i devuit anys mai eren a casa. Vaig haver d’aprendre a viure tota sola ja que amb la meva tia Marta era com si t’haguessis independitzat als tretze anys. Dies després d’haver fet els devuit anys vaig rebre l’herència dels meus pares i avis , que no era poca. Vaig descobrir que els meus pares eren els propietaris d’una cadena de hotels, el fet que no sabés que els meus pares i avis fossin rics em va parèixer bastant normal ja que a una nina de sis anys que se li moren els pares i l’avi no la pot cuidar i per tant se’n va a viure amb una tia on a la casa no hi ha ni per berenar, no se li pot explicar això. Amb els doblers em vaig comprar un àtic al centre de Barcelona i vaig estudiar la carrera d’empresarials. Maldament tingués milions a un compte corrent, ja avançava cap als trenta anys i em sentia sola com ningú es pot haver sentit en aquest món, els que creia que eren els meus amic m’abandonaren quan vaig haver de superar un càncer a l’estomac jo sola. No tenia ningú amb qui comptar, ningú a qui contar-li les meves penes, ja feia més de deu anys que celebrava el meu aniversari sola, celebrant-ho amb una copa de vi i un cigarret. Cada dia estava més sola, més trista, no tenia cap sentiment ni esperança per seguir vivint. Cada dia era el mateix: m’aixecava, em dutxava, cafè, un batut - que ni tan sols m’agradava -, saludava al Jordi, cotxe cap a la feina, feina, Inés, més feina, casa i torna a començar. Res més. Tot era un seguit d’accions iguals. Res m’omplia, ningú, excepte el Lluís. Era el redactor cap de l’oficina, el coneixia des de feia anys, bé, millor dit, l’observava des de feia anys ja que mai havíem xerrat junts i jo no havia estat capaç de dir-li un simple «bon dia». Era un jove de la meva edat, de pel castany curt, amb els ulls de color mel, alt i per al meu gust era l’home més atractiu que havia vist mai. Però tots els meus castells eren d’arena, les meves il·lusions desapareixien com quan una ona se’n du un castell d’arena a la vora del mar. Malgrat jo fos na Samanta Stanley, la més estricte i més antipàtica de l’oficina, al fons tenia un cor i ell feia que amb una simple mirada em bastés per sobreviure un dia més en un món que em semblava negre. Em recordava a la nina petita que un dia vaig ser, la propietària d’aquell cor alegre que bategava al meu interior. Un dia com un altre, mentre treballava al meu despatx, qualcú va tocar a la porta i amb un to més greu del que hagués volgut que sonés vaig donar ordre de que passés. I, qui havia de ser? El Lluís. - Hola. Samanta Stanley, no és així? – em va dir amb aquell to de veu tan masculí que ell tenia mentre m’allargava la mà. - Sí. – li vaig respondre, nerviosa. - Encantat, jo soc el Lluís. Li vaig estrènyer la mà i el cor se’m va descontrolar. - Venia a demanar el pressupost del mes per a la secció de redacció. Em vaig quedar mirant-lo, sense respondre’l, observant les seves faccions. - Què m’has sentit? - em va demanar, amb una cara divertida. - Sí, sí. Perdona és que no m’en recordava on ho tenia. – em vaig posar vermella. Mentre li preparava el pressupost, ell observava l’instància i va aturar la mirada damunt una figureta. - Veig que t’agrada pescar – va dir assenyalant la figureta de fusta. - Bé, en realitat no he pescat mai. Me la va regalar el meu pare, la seva il·lusió era que aconseguís pescar jo sola abans dels 8 anys. – li vaig aclarir, aguantant-me les llàgrimes. - I ho ha aconseguit? – va dir, innocentment. - No, ell va morir quan jo tenia només tenia sis anys. - li vaig dir, aquest pic sense poder aguantar una llàgrima que em queia per la galta. - Oh! Vaja em sap greu –va dir quan em va veure–. De veritat, si ho hagués sabut no hagués dit res. Disculpa’m. - No et preocupis, no hauria d’esser tan sensible, va ocórrer fa molt de temps. . - De veritat, deixa que et compensi. Què tal si demà anem a esmorzar junts? - No, deixa-ho fer. Té, el pressupost. – li vaig dir, donant-li els fulls. - No penso acceptar una negativa per resposta. T’espero demà a les nou al bar d’aquí abaix. – em va dir amb un somriure preciós. - D’acord, allà hi seré. Llavors es va girar en direcció cap a la porta i abans de sortir es va girar una vegada més i amb la mirada em va transmetre felicitat i tranquil·litat. I em vaig quedar allà, asseguda, congelada a la meva cadira. Aquell va ser un dels millors moments de la meva vida, no corregesc, el millor. Aquell vespre no vaig dormir, només de pensar en que em posaria el dematí, de què li xerraria, com aniria tot... estava feta un manat de nervis. Ningú m’havia fet sentir tan bé en molts anys. Ara volia ser feliç, abandonar tota la vida que havia arrossegat tots aquells anys. Al dia següent, quan vàrem esmorzar junts, tot va anar perfecte. Vam riure molt, vaig descobrir en ell una persona capaç de fer sentir bé a qualsevol. Els dies passaven i entre ell i jo tot anava perfecte, notava com si hi hagués una connexió. Dia rere dia la confiança era major, compartíem moltes estones després de la feina i em feia sentir com si fos una persona nova. Un dia, em va demanar que quedéssim junts per què volia xerrar amb mi. Quan varem quedar, em va dir que sentia per jo el que mai havia sentit per ningú i jo, sense resposta ninguna el vaig besar i ell va fer el mateix. Hem sentia com una nina petita amb una pepa nova, ja no em sentia com abans, trista i sense ganes de viure. Les coses anaven perfectament, em va regalar un collar amb un cor penjant i a darrere tenia gravat els nostres noms i un «per sempre». Ens vam sincerar l’un amb l’altre, jo li vaig contar com havia estat la meva vida fins que el vaig conèixer a ell i ell em va contar com havia estat la seva. Cada besada, cada aferrada, cada mirada, dia a dia, era definitiu, era l’home de la meva vida. Però tot va tornar a ser negre quan un dia a l’oficina, vaig anar a visitar-lo al seu despatx. Ell no hi era, a damunt la taula hi havia una rosa i el nom d’una dona amb un nombre de telèfon apuntat a un paperet. No li vaig fer cap comentari per por de perdre’l. El pitjor va ocórrer quan un dia de camí a casa quan el vaig veure sortir d’un restaurant amb una al·lota a la qual li va donar una aferrada molt carinyosa. I tot va ser un seguit d’accions. Els meus indicis d’infidelitat se’m varen acabar d’aclarir quan em va dir que no volia seguir amb la nostra relació. Un altre cop, tot va tornar a esbaldregar-se. Cada dia era un infern, ja ho tenia decidit, no servia de res seguir vivint. Però com havia pogut pensar que jo podria ser feliç qualque dia? La meva vida estava escrita en un conte on jo era la desgraciada, res podia anar-me bé, no es pot canviar el curs d’un riu i la meva vida estava predestinada a ser així. Estava dins el meu despatx, ja no podia aguantar més. Em vaig encaminar cap a la seva taula per deixar-li el collar que em va regalar i una nota on li donava les gràcies per fer-me sentir tan bé durant aquells dos mesos. Era al terrat, damunt la barana, el que havia passat amb el Lluís era un fracàs més de la meva vida. Desde la barana veia com els cotxes pareixien formiguetes i les persones miques de pa que es movien. Una passa més i tot hagués acabat, tota la vida em va passar per la ment en un segon. - ATURA’T!!! – va dir aquella veu que dies abans tant m’havia agradat. - No! Ja res val la pena... – Tot el cos em tremolava, estava marejada. - Samanta per favor baixa. – ara la seva veu era greu i sincera – M’he equivocat i ho sé, però tu i jo ja hem xerrat de com era la teva vida abans. Sé que res es fàcil per tu, que la teva vida ha estat molt dura, i saps què...? Què t’admiro Sam, – sabia que m’encantava que em digués Sam i això em feia més mal – mai havia conegut a ningú amb aquesta personalitat tan forta – Les llàgrimes li queien per les galtes – i que hagués pogut superar tots aquests obstacles. Si et vaig dir que no volia seguir amb la nostra relació era per què, tenia por de no poder fer-te feliç, estava asustat, Sam. Però ara me n’adon i se que et necessito. I vull fer-te feliç, com ningú ho ha fet, t’estim. - I el clavell, i aquell nombre de telèfon, i aquella al·lota amb la que et vaig veure fa uns dies en el restaurant d’abaix, què? - Ah, ho has vist. Era per la meva germana, per favor baixa. Llavors vaig notar com m’aferrava la ma i no em va quedar ninguna baixar de la barana, per després aferrar-me a ell com una nina petita que acababa de veure alguna cosa que li havia asustat, plorant. Ell se’m va aferrar amb tanta intensitat que pareixia que ens havíem de fondre en aquella abraçada. Tot seguit em va explicar que el clavell era per la seva germana i el nombre de telèfon també era de la seva germana, amb la qual no es xerraven des de feia anys i varen quedar junts per arreglarho tot. Quan em vaig aturar a pensar en què havia estat a punt de fer em vaig acubar, com havia estat a punt de fer allò? Vaig estar a passa i mitja de perdre’m tot el que ara seria la meva vida. Quan em vaig despertar era a la casa d’en Lluís, i al coll duia el seu collar. Em sentia com a casa, l’única. Llavors el Lluís es va asseure devora meva, em va tapar amb una manta i em va abraçar, i així, ens vàrem quedar tot el dia, asseguts, abraçats, mirant-nos, xerrant, rient-nos, estimant-nos. Maria Duran Sastre, 4t C TORNA AMB MI Estimada amiga, Tal vegada no em vulguis escoltar, però t’escric aquesta carta després de molt de temps intentant reunir el valor que necessitava per a fer-ho. Ja sé que potser les circumstàncies t’impediran que puguis llegir-la, però t’asseguro que si ho aconsegueixes comprendràs moltes coses, o aquest és el meu principal propòsit. No sé si ja serà massa tard, però en el lloc més profund de la meva ànima existeix un petit indici d’esperança que em fa creure que potser encara som a temps d’actuar, de fer que tornis amb mi, que tornis a ser la mateixa. Tu eres la meva millor amiga, la que ho sabia tot de jo, la que més em comprenia, eres més que una germana per a mi, i crec que jo era el mateix per a tu. Sempre em deies que mai no em deixaries, que sempre estaríem juntes i que ens ajudaríem en tot. Fins i tot ho vàrem prometre, ho recordes? Jo ho recordo com si fos ahir. Va ser aquella nit d’agost, tan xafogosa i estrellada. Estàvem assegudes en el banc de sempre del passeig marítim, veient com l’estiu passava de pressa, sense poder fer-hi res, però intentant gaudir de cada moment. Vàrem passar hores contemplant les estrelles i parlant. Sí, recordo especialment aquella nit per tot el que ens vàrem dir. En unes hores vaig conèixer moltes coses de tu que encara no sabia, tot i que feia més de quinze anys que érem amigues. Llavors, quan ja havíem de marxar, vàrem prometre que la nostra amistat mai no acabaria i, lentament,ens vàrem donar una abraçada i vàrem marxar cap a casa mirant la lluna plena que es reflectia sobre el mar i intentant retenir aquella preciosa imatge en les nostres ments, sabent que mai la podríem oblidar. Tot era perfecte, no necessitàvem res més que l’una a l’altra. Però si tot això era així, per què tot va canviar tan sobtadament i en tan poc temps? Per què vares rompre la promesa? Aquell va ser el darrer estiu que passàrem juntes, però vull fer tot el possible per no recordar aquells dies com els últims en què vaig sentir la teva amistat amb jo. Ràpidament va acabar l’estiu i, amb ell, varen acabar molts bon moments d’alegria, de sol i de rialles. Estàvem tristes, però vàrem prometre que el pròxim seria encara molt millor. Varen començar les classes, era l’últim curs de secundària i va tornar la rutina, però el pitjor de tot va ser quan vàrem descobrir que aquell era el primer any de les nostres vides en què no aniríem juntes a classe. A cada una ens tocava a una aula diferent i, en saber això, ens vàrem posar tristíssimes, però vàrem acordar veure’ns als passadissos a cada canvi de classe encara que només fossin uns minuts. Al principi, tot anava bastant bé. Cada dia passàvem juntes els patis i en acabar les classes anàvem a casa d’alguna de les dues a estudiar. Altres anys, potser estàvem amb algun grup de gent de classe durant el pati, parlant i rient mentre berenàvem, però enguany teníem ganes d’estar l’una amb l’altra i ni tan sols vàrem pensar en això. Al pati sempre estàvem al mateix lloc, un banc vell i mig romput al costat dels banys des d’on es podia veure a tothom. Un dia, mentre tornàvem de la cantina de comprar dos entrepans ens vàrem fixar que en una zona una mica allunyada hi havia un grup de nois que semblava que s’esforçaven per no cridar l’atenció, i la veritat és que ho aconseguien. Eren silenciosos, no se’ls sentia riure ni alçar la veu, i pareixien tristos. Quan et vaig preguntar si sabies qui eren em vares dir que un d’ells anava a la teva classe, però que mai no havies parlat amb ell ni en sabies res, d’aquell grup tan estrany. Després, vares dir que tal vegada hi parlaries, que senties curiositat per saber què feien, però ja no li vàrem donar més importància, vàrem seguir caminant fins arribar al banc on ens asseiem nosaltres. El dia següent, quan anàvem caminant pel carrer, em vares dir que havies parlat amb aquell noi, o almenys ho havies intentat. Em vares dir que ell havia compartit amb tu unes poques paraules i que pareixia bon noi però que havia refusat la teva proposta d’estar junts algun dia el temps del pati i es va justificar dient que havia d’estar amb els seus amics. Tu el vares qualificar com a un antisocial i les dues vàrem riure, alienes a tot el que estava a punt de passar. A partir d’aquell moment, tot va canviar. Tu vares començar a comportar-te d’una manera una mica distant, com si de sobte alguna cosa ocupés els teus pensaments i et mantingués una mica alterada. Jo et vaig preguntar si passava alguna cosa però tu no vares fer res més que canviar de tema. Poc a poc, però, la situació es va fer més i més estranya. El temps del pati vares decidir que havíem de canviar de lloc, i em vares suggerir que podríem anar a una altra zona. El que no sabia, és que vares voler anar a un lloc molt apartat, al costat de l’escala d’incendis, on ningú ens podia veure. En aquell moment em va semblar que no volies que la gent et veiés amb mi, que te n’avergonyies. Més tard, va ocórrer una cosa encara més estranya. Un dia, quan sortíem de classe, em vares dir que no podies tornar a casa amb jo, que havies de marxar ràpidament perquè la teva mare t’havia dit que si no tornaves abans de les tres i quart et castigaria. En aquell moment vaig saber que em menties. Com vares poder creure que podies enganyar-me a mi, la teva millor amiga, que et coneixia més que ningú? Jo sabia que no havies de tornar a casa tan prest, que mai no havies tingut hora de tornada, i encara més, que la teva mare no et castigaria si no arribaves d’hora. Sabia tot el necessari per adonar-me’n que em menties, sabia que mai no havies tingut una bona relació amb la teva família, que els teus pares no es preocupaven per tu com se suposa que ho han de fer uns pares, i que si no feien això ni ho havien fet mai, aquell dia tampoc no es preocuparien tant per fer que arribessis a casa prest. Vaig pensar que m’havies posat aquella excusa perquè havies d’anar a algun lloc i no em volies donar cap explicació, i jo, molt preocupada, pensant amb el que podries fer, vaig decidir seguirte. Aquells moments varen ser per a mi els més angoixants de la meva vida. Tenia por que em descobrissis i deixessis de confiar en mi, però vaig anar amb compte i vaig procurar mantenir una certa distància entre les dues. Després de gairebé vint minuts, vares arribar a un petit portal d’un carreró estret del poble, vares fer tres tocs a la porta, segurament per fer veure que eres tu, algú de dintre va obrir molt ràpidament i vares entrar. Jo em vaig quedar allà amagada a uns 100 metres, des d’on podia veure aquell portal i controlar què hi passava. Varen entrar unes vuit persones en un espai de temps molt reduït, i després de gairebé una hora, varen sortir els mateixos que havien entrat. Éreu deu persones, vaig suposar que serien les vuit que havia vist entrar, a més de tu i de la persona que t’havia obert la porta. Jo estava molt desconcertada. Estava clar que allò era algun tipus de reunió però, de què? En el moment que vareu sortir d’allà, us vareu acomiadar, i quina va ser la meva sorpresa en veure que una de les persones que et saludava era el noi del pati, el del grup estrany, aquell de la teva classe amb qui feia tan sols unes setmanes havies intercanviat unes paraules que, a jutjar per les circumstàncies, ho havien canviat tot. Després de veure el que havia vist, no sabia què pensar, estava bloquejada, però vaig fugir tan de pressa com vaig poder amb por de què em veiessis. Vaig tornar a casa i em vaig posar a plorar. No sabia què passava, però ja presentia que aquell era el final de la nostra amistat, aquella llarga i forta amistat que feia tants anys que havia començat, quan no érem més que dues nenes. Durant els dies següents, tu ja ni tan sols venies amb mi. Et vares limitar a saludar-me alguna vegada si em veies pels passadissos, però tot d’una baixaves el cap i avançaves,com si et fes por que algú et veiés saludant-me. Jo ja no sabia què fer, tot pareixia irreal, com un malson que s’estava fent realitat. Tu semblaves una altra i jo no podia fer res més que observar com passaven els dies i cada cop ens distanciàvem més i més. Durant les primeres setmanes vaig estar tota sola al nostre banc. La gent em mirava sorpresa i llavors, com en un acte reflex, et buscava, et veia amb aquell grup tan estrany i comprenia que alguna cosa havia passat entre nosaltres. Després d’un temps, però, vaig decidir que no volia estar tan sola, perquè l’únic que aconseguia era no deixar de pensar en què et podia haver conduït a canviar tant, i vaig començar a anar amb la gent de la meva classe, que, no sé si va ser per compassió, però em varen acollir molt bé en el grup. Vaig començar a passar els patis amb ells, que es posaven en una zona d’aquest des d’on et podia veure perfectament. Moltes vegades jo estava més pendent de tu que dels meus nous amics. No sé si ho recordaràs, però alguna vegada vàrem creuar més d’una mirada. Vaig sentir aquella geladora mirada com si entrés al lloc més profund de la meva ànima, però tu de seguida la vares desviar i vares baixar el cap. Algun dia, a més, et vaig tornar a seguir fins aquella casa, però prest vaig deixar de fer-ho perquè sempre era el mateix. Fèieu algun tipus de reunió dos cops a la setmana i això era tot. Les coses seguien igual i prest ja havia passat mig curs, però segurament jo semblava invisible per a tu, o potser ja m’havies oblidat. Un dia dels molts que passava mirant-te al pati, però, va ocórrer una cosa diferent. Un dels nois que feia poc temps que venia amb nosaltres, se’m va acostar i es va asseure al meu costat. Tenia una expressió trista, ja que per la manera en què li brillaven els ulls vaig poder percebre que havia patit molt, però en els fons ara se’l veia feliç. Es va posar molt seriós i em va dir, assenyalant-te amb el cap: «Ella també hi ha caigut, es veia venir». Jo no sabia de què em parlava, però li vaig demanar si sabia res de qui eren les persones que formaven l’estrany grup en què tu havies entrat o què és el que feien. Ell, amb una expressió de tristesa i de por alhora, em va dir que donaria el que fos per no saber-ho, però que desgraciadament el coneixia massa, aquell grup. El va anomenar amb la paraula «secta»,encara que va dir que ells baix cap concepte utilitzaven aquella paraula, paraula que em va fer el mateix mal que si un ganivet m’haguessin clavat per tot el cos. Jo li vaig preguntar per què ell els coneixia, i em va dir el que jo ja em temia, que ell hi havia estat durant un temps, però que per sort havia aconseguit fugir. En sentir allò, vaig sentir que tal vegada encara hi podia haver una petita esperança per a tu, i li vaig demanar que em contés tot el que sabia, ja que necessitava saber què t’havien fet. Ell em va dir que el noi de la teva classe era el cap del grup, l’encarregat de convèncer gent nova. Normalment, es centraven en gent amb problemes familiars, fet que empraven com a excusa per prometre’ls que si s’unien al grup ja no necessitarien a la seva família, perquè aquell grup es convertiria a partir d’aquell moment en la seva nova família. Després els posaven la condició de que havien de deixar de mantenir el contacte amb la gent que els estimava, que no podien parlar amb ningú del grup i que, a canvi tindrien una vida millor, però que a més havien de fer uns treballs per recaptar diners per al grup, i havien d’aconseguir-ne de la manera que fos. Em va explicar que la majoria, pel fet de ser menors, havien hagut de començar a robar, perquè no tenien d’on aconseguir tants diners. Em va dir que tots tenien por, que estaven greument amenaçats , i que creia que no era que tu no em volguessis parlar, sinó que no podies. Llavors, jo, totalment horroritzada, li vaig preguntar com havia aconseguit sortir-ne, però ell em va dir que preferia no parlar-ne, que havia patit moltíssim i que molt poques persones aconseguien fer-ho, simplement perquè primer havien de voler sortir-ne i havien de tenir el suficient valor per enfrontar-se a tot el que els podien arribar a fer. En aquell moment, vaig decidir que havia de fer tot el possible per treure’t d’aquell lloc, però com podia fer-ho? Vaig començar a intentar parlar-te, tot i que sabia el que et podien fer, però sentia que m’havia d’arriscar. Un dia et vaig veure al passadís. Anaves sola, i vaig pensar que seria un bon moment per dir-te alguna cosa. Tu no em vares voler mirar als ulls i vares intentar passar de llarg, però jo, en un intent desesperat, et vaig agafar del braç i et vaig dir la frase que feia tant temps que volia dir-te: «Ells mai no seran la teva família; si ho fossin, no et farien allunyar-te de la que ho és de debò». En aquell moment va ocórrer una cosa impensable: vaig veure com lentament les llàgrimes van començar a caure per les teves galtes amb força, i em vares llançar una mirada d’auxili. Llavors, vares xiuxiuejar un «ho sento» i vares marxar precipitadament. Aquelles llàgrimes teves em varen trencar per dedins, i va ser quan realment vaig notar que tu no volies ser allà dedins, que necessitaves ajuda. I això, estimada amiga, és el que avui m’ha empès a escriure’t aquestes línies. El saber que tal vegada, si llegeixes això, te n’adonis de com el meu nou amic,si surts del món on t’han fet entrar pots tornar a ser feliç, a viure, perquè encara que no tinguem una vida perfecta, sempre ens tindrem l’una a l’altra, i això és l’únic que compte. Laura Garrido Bonnín, 4t C EXPRESSIÓ PLÀSTICA I VISUAL Neus Massip Suau, 6è B Santi Prieto Olmo, 5è B Marcio Lira Godoy, 2n C Aina Rodríguez Neira, 1r B FOTOGRAFIA Bartomeu Etxàniz Ramis Marc Etxàniz Ramis ASSOCIACIÓ DE MARES I PARES ASSOCIACIÓ D’ANTICS ALUMNES Col·legi Beat Ramon Llull, Inca