David Castillo 13 David CASTILLO (Barcelona, 1961) Poeta desde la infancia y formado en la prensa clandestina y alternativa de la transición, ha publicado dos antologías, una biografía de Bob Dylan y ocho libros de poesía en catalán, traducidos en los volúmenes En tierra de nadie, Bandera negra, Downtown y Espalda desnuda. En 1997 obtuvo el premio Carles Riba por su poemario Game Over. Ha editado también cuatros novelas. Las dos primeras El cielo del infierno (premio Creixells a la mejor novela en catalán de 1999) y Sin mirar atrás (premio sant Jordi 2001), fueron traducidas al español por Anagrama. Tuvo enorme repercusión su libro Conversaciones con José Pepín Bello, también en Anagrama, que recreaba la relación del único poeta ágrafo de la generación del 27 con Lorca, Dalí, Buñuel, Alberti y compañía. Dirige el suplemento cultural del diario “Avui” desde 1989 y, entre otros ciclos de poesía y reflexión cultural, la Semana de Poesía de Barcelona del Ayuntamiento de Barcelona desde su fundación en 1997. Ha sido galardonado con tres premios Atlántida de periodismo y sus poemas han sido versionadas por cantautores y grupos de jazz y rock. Entre sus últimas publicaciones Espalda desnuda obtuvo el premio Cadaqués por su trayectoria desde la década de los setenta. Son recientes sus libros Bcn Rock, un recorrido por los conciertos de rock de las grandes estrellas en Barcelona desde 1974; la coordinación del volumen Fragmentos de la contracultura; la novela en verso El llibre dels mals catalans y la novela El mar de la tranquilidad, las dos últimas en 2010. 98 La noche se abre al silencio que ha quedado después de colgar el teléfono. No se si la crueldad era la rabia, o si , finalmente, el toro te había herido. No hubiera querido ser tan torpe, pero ahora tanto da. La noche, de tránsito mortífero hasta el rescate del alba. Corro por el Park Güell entre el rocío. La ruleta sólo con el 13. “Mala suerte”, te dije, y excusas tan banales como la perplejidad que me abrazaba antes y después. Desnuda, sábado; muerta, lunes. (De Espalda desnuda, 2006) Poema original 13 // La nit s’obre al silenci / que ha quedat després de penjar el telèfon. / No sé si la crueltat era la ràbia / o si, finalment, el toro t’havia ferit. / No hauria volgut ser tan matusser, / però ara tant se val. / La nit, de trànsit mortífer / fins al rescat de l’alba. / Corro pel Park Güell enmig de la rosada. / La ruleta només amb el 13. / «Mala sort», vaig dir-te, / i excuses tan vanes / com la perplexitat que m’abraçava / abans i després. / Nua, dissabte; / morta, dilluns. El sentido “Cuando no tienes dónde ir, cualquier carretera es buena” (Any Road, George Harrison) ¿Hasta dónde escuché mi cuerpo, las fobias y manías del artefacto tarado que revolucionaba insomnios plácidos en las rutas con líneas continuas de los cuarenta años? Ya no atraía a las chicas como antaño ni buscaba los ojos femeninos en los largos, repetitivos, viajes en metro. Ya no me apasionaba como un bergante, pero saboreaba cada sorbo de decadencia como un sibarita putrefacto de autosatisfacción. Recogía virutas de la memoria y las guardaba en collages deformados, que cargada de un sentido hecho a la carta. El deseo era una bestia que no pretendía encontrar, me aburría tanto como las conversaciones con adolescentes eternas, que exhibían su impudor antes de percatarse de la pérdida del tiempo compartido. Demasiado cáncer, demasiadas drogas, demasiadas conversaciones banales para querer repetir la experiencia de la velocidad del sexo clavada en un rincón de la noche. Me quedo un ratito más mientras me voy con la mirada clara. Valió la pena perderse en el bosque para oir a los pájaros, la paz inquieta de los árboles en la soledad de mi yo que se arrastra contento mientras aspira el aire fresco que antes ignoraba. (De Downtown, 2005) Poema original El sentit // “Quan no tens on anar, qualsevol carretera és bona” // (Any Road, George Harrison) // Fins a on vaig escoltar el meu cos, / les fòbies i manies de l’artefacte malmès / que revoltava insomnis plàcids / en les rutes amb línies continues dels quaranta anys? / Ja no atreia les noies del passat / ni buscava els ulls femenins en llargs, / repetitius, viatges en metro. / Ja no m’apassionava com un bergant, / però assaboria cada glop de decadència / com un sibarita putrefacte d’autosatisfacció. / Recollia encenalls de memòria / i els guardava en collages deformats, / que carregava d’un sentit fet a la carta. // El desig era una bèstia que no volia trobar, / me n’avorria tant com les converses amb adolescents / eternes, que exhibien l’impudor abans d’adonar-se / de la pèrdua del temps compartit. / Massa càncer, / masses drogues, / masses converses banals / per voler repetir l’experiència / de la velocitat del sexe clavada en un raconet de la nit. // Em quedo una estona més mentre me’n vaig / amb la mirada clara. / Ha valgut la pena perdre’s al bosc per sentir els ocells, / la pau inquieta dels arbres en la solitud / del meu jo que s’arrossega content / mentre aspira l’aire fresc / que abans ignorava. 99 Los meandros El verano no cae de lleno sobre nuestro amor pese al canto del grillo de la ventana o al mar tranquilo donde ya no te bañas. Ando con los sentimientos deshechos envuelto en gritos arrugados de tanto repetirse. El crepitar de las banderas del paseo, algunas rasgadas, otras sucias, son como nuestra santa decadencia, como las cortinas del piso oscuro de Fabra i Puig en que me arrastré adorándote cuando bailabas desnuda encima de la nevera reconvertida en el armario de todo lo que nos dijimos: estúpidas sinfonías inacabadas de aburridos grupos de rock and roll que escuchábamos en una emisora sin locutor, amor y porras de la policía, un embarazo inesperado con solución drástica, un viaje que acabó en Ronda cuando el objetivo eran las montañas del Atlas y una excelente colección de amigos mediocres en una agenda extraviada en el cajón. Del mismo modo que llegaste, un buen día te disolviste volviendo de puntillas hacia tu vida. Cada metro que te alejaba de mí te hacía recordarme mejor en trozos de memoria poco rigurosa. Tú me percibías ligeramente cuando te mordías el labio y no te hubiera costado volver. ¿Fue esta tu suerte? (De El Pont de Mühlberg, 2000) Poema original Els meandres // L’estiu no cau de ple sobre el nostre amor / malgrat el cant del grill de la finestra / o el mar tranquil on ja no et banyes. / Jo vaig amb els sentiments tan cansats com gastats / enmig de crits arrugats de tant repetir-se. / El crepitar de les banderes del passeig, / algunes esquinçades, altres brutes, / són com la nostra decadència, / com les cortines del pis fosc de Fabra i Puig / on m’arrossegava pendent de tu / quan ballaves nua sobre la nevera / reconvertida en l’armari de tot el que ens vam dir: / estúpides simfonies inacabades / de grups avorrits de rock and roll / que sentíem en una emissora sense locutors, / amors i porres de la policia, / un embaràs de vist i no vist amb solució dràstica, / un viatge que va acabar a Ronda / quan l’objectiu eren les muntanyes de l’Atlas / i una bona col·lecció d’amics poc brillants / que només es conserven en l’agenda del calaix. / Tal com vas arribar, un dia et vas dissoldre / tornant escadusserament cap a la teva vida. / Cada metre que t’allunyava de mi et feia recordarme / millor, trossos de memòria poc rigorosa. / Em percebies a bocinets quan et mossegaves el llavi / i, d’immediat, hauries volgut tornar. / Era aquesta la teva sort? 100 Calando la sandía Llega un momento en que sabes que tienes que irte, que sobras. Después de toda una vida siendo el más joven, un buen día descubres que eres el más viejo, viejo sí, viejo, viejo como el viejo fantasma de Matusalén. Y no hay que pensarlo más: tienes que irte, introducirte en la calle y desaparecer entre manadas de solitarios. Ya a la intemperie, todo se acercará a tus dedos dibujados por la velocidad, que llevan caricias de terciopelo sin respuesta, sólo placer tras días de fascinante dolor. Volvemos a la calle, con palabras y más palabras, un poco quemados pero contentos, sin ningún proyecto en medio del bochorno. Cala una sandía, arráncale el corazón y muérdelo: tendrás la lengua bien roja doble cero: lengua de doble cero dulce con gusto de sandía. (De el libro inédito Doble Cero) Poema original Tatxant la síndria // Hi ha un moment en què t’adones que has de marxar, / que ja no hi fas res. / Després de tota una vida sabent que eres el més jove, / un dia descobreixes que ja ets el més vell, / vell sí, vell, vell com el vell fantasma de Matusalem. / I no cal que t’ho rumiïs més: / has de maxar, introduir-te al carrer / i desaparèixer entre els ramats de solitaris. // Ja a la intempèrie, tot s’acostarà a aquests dits / dibuixats per la velocitat, / que duen carícies de vellut sense resposta, / només plaer després de dies de fascinant dolor. / Tornem al carrer, amb paraules i més paraules, / una mica rebregats però contents, / sense projectes i enmig de la xafogor. // Tatxa una síndria, / treu-li el cor i mossega’l: / tindràs la llengua ben vermella doble zero, / llengua de doble zero dolça amb gust de síndria. 101