Poder Judicial de la Nación LABORAL. DESPIDO. CONTRATO DE

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Poder Judicial de la Nación
LABORAL.
DESPIDO.
TRABAJO.
RELACIÓN
CONTRATO
INSERTA
EN
DE
LA
ORBITA DE LA NORMATIVA LABORAL.
INDEMNIZACIÓN. (Arts. 232, 233, 245 y 182 LCT). NATURALEZA
DE LA RELACIÓN ENTRE PROFESIONALES UNIVERSITARIOS Y
ORGANISMOS QUE USUFRUCTÚAN SUS SERVICIOS. ANÁLISIS
DE LOS HECHOS. PRINCIPIO DE PRIMACÍA DE LA REALIDAD.
RECHAZO DE PRETENSIÓN ACTORA DE APLICACIÓN ART. 178
LCT. (RAZONES DE MATERNIDAD O EMBARAZO) POR FALTA
DE
PRUEBA.
CONFIRMACIÓN
DE
LA
SENTENCIA
USO OFICIAL
RECHAZÁNDOSE LOS RECURSOS DE AMBAS PARTES.
El análisis de los agravios nos lleva al centro de la cuestión, que consiste en analizar
los hechos conforme con el principio de primacía de la realidad. Esta regla implica
esclarecer el vínculo entre la actora y la demandada, más allá del modo en el que las
partes lo denominen. Es decir, desentrañar o develar la naturaleza de las relaciones
entre la profesora de educación física y la empresa del Estado que usufructúa sus
servicios con el objeto de cumplir con un objetivo empresarial. Conviene, entonces,
transcribir el siguiente texto del autor Carlos Pose, que aborda la cuestión –como él lo
expresa- acerca de “la naturaleza de las relaciones que existen entre los profesionales
universitarios y aquellos organismos que usufructúan sus servicios con el objeto de
cumplir con sus objetivos societarios, sean éstos económicos o altruistas” (“El rango
jerárquico profesional y la autonomía funcional como factor excluyente de la
subordinación laboral”, publicado en DT 2004 (diciembre), 1673). Dice así:
“El tema es delicado y así lo admite, por ejemplo, Fernández Madrid
(FERNANDEZ MADRID, Juan Carlos, "Práctica Laboral Empresaria", t. I,
p. 184) al expresar: "los ingenieros, médicos, contadores, abogados,
químicos, etc., participan de la actividad de la empresa, sea incorporados a
ella como trabajadores dependientes o fuera de su órbita, ligados
exclusivamente por la relación profesional respectiva. La distinción entre una
y otra forma de relacionarse con la empresa puede ser tajante cuando
consideramos al profesional que desempeña funciones permanentes en el
establecimiento, en tareas propias o complementarias de su giro -ingeniero de
planta, contador a cargo de la sección contaduría, abogado de la sección de
personal, médico del servicio de fábrica- y lo enfrentamos a aquél otro que en
su oficina atiende una consulta aislada propia de su quehacer profesional.
Entre estos casos extremos existe una infinidad de matices intermedios y la
solución no se presenta con igual nitidez cuando el profesional traba un
vínculo continuatorio con la empresa, ejerciendo su labor profesional fuera
de la órbita física del establecimiento"Este pensamiento es compartido por la
generalidad de la doctrina (conf. CALDERA, Rafael, "Derecho del trabajo",
ps. 231/2; íd. Krotoschin, Ernesto, "Instituciones de derecho del trabajo", p.
45; Vázquez Vialard, Antonio, "Tratado de derecho del trabajo", t. I, ps. 228
y concs.) al señalar que los profesionales universitarios pueden comprometer
sus servicios tanto a través de contratos de trabajo, como de locación de obras
o servicios, como de mandato, determinando la inexistencia de un modelo al
que remitirse en casos análogos”.
La accionante, profesora de educación física fue contratada para la realización
de tareas precisas, detalladas por la contratante. Resulta evidente la relación de
dependencia de la actora, en tanto la empresa tuvo en su órbita la posibilidad de dar
directivas o instrucciones a la profesora, quien tuvo a su cargo la ejecución de las
tareas por las cuales había sido contratada. Advierto cuál era el rango jerárquico y la
autonomía funcional alcanzada por la actora. Aún ante cierta discrecionalidad técnica
propia de su actividad, la prueba arrimada permite formar mi convicción respecto de
la presencia de las notas significativas de un contrato de trabajo, esto es,
subordinación jurídica y económica, que justifican insertar la relación entre la actora
y la demandada en la órbita de la normativa laboral (arts.386 y 456 del CPCC. y 155
de la ley 18.345). La cuestión debatida evidencia el infructuoso esfuerzo de la
demandada por aparentar un contrato de locación de servicios, a través de
modalidades de “órdenes de compra” y “concursos de precios”, que intentan ocultar
la concreta relación de trabajo que la vínculo con la actora, en los términos de los
arts.21 a 23 de la LCT. Ha quedado firme la aplicación de la ley 25.344 a la condena
de autos. Respecto de la ley 24.283, de acuerdo con reiterada jurisprudencia de esta
Sala, la parte que lo solicita, debe traer a consideración los elementos de prueba
necesarios que permitan efectuar una estimación, mediante un cotejo concreto, de las
diferencias de valor existentes entre la cifra indexada y la que corresponde al precio
actual y real. (Juez SCHIFFRIN con adhesión Juez ÁLVAREZ)
PODER JUDICIAL DE LA NACIÓN R.S. 2 T.192 f* 104/108
//la ciudad de La Plata, a los 15
días del mes de diciembre
del año dos mil nueve,
reunidos en Acuerdo los señores Jueces que integran la Sala II de la Cámara Federal de
Apelaciones de La Plata, toman en consideración este expediente N° 15391 caratulado:
“C., V.G. c/ P.G.M. S.A.I.yC. s/ despido”, procedente del Juzgado Federal de Primera
Instancia N°4 de esta ciudad, Secretaría N°12, para resolver los recursos de apelación
interpuestos por la demandada a fs.454/471 vta. y por la actora a fs.476/479 contra la
sentencia de primera instancia de fs.436/440.
Y CONSIDERANDO:
EL JUEZ SCHIFFRIN DIJO:
I. Llegan los autos a la alzada en virtud de los recursos de apelación interpuestos por
la demandada a fs.454/471 vta. y por la actora a fs.476/479 contra la sentencia de primera
instancia de fs.436/440. Luego del traslado, solamente la empresa accionada contestó los
agravios de la contraria, a fs.491/499.
La decisión recurrida hizo parcialmente lugar a la demanda de la señora C. y, en
consecuencia, condenó a Petroquímica General Mosconi a abonar en concepto de
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indemnización prevista por los arts. 232, 233, 245 y 182 de la LCT., la suma que resulte de
la liquidación a practicarse de acuerdo a las pautas establecidas en su considerando VI, en
los términos de la ley 25.344. Asimismo, impuso las costas a la demandada y difirió la
regulación de los honorarios profesionales.
II. Cabe señalar que C. inició esta causa contra Petroquímica General Mosconi S.A.I
y C. con el objeto de obtener el pago de una suma de dinero en concepto de indemnización
por despido y diferencias salariales.
En su demanda, la actora expuso las circunstancias que dieron motivo a su acción.
Menciona que comenzó a prestar servicios en relación de dependencia para la empresa,
como profesora de Educación Física para atención de los hijos del personal, en actividades
recreativas y educativas, en diciembre de 1978. Indica, también, que sus tareas las realizó
en forma ininterrumpida hasta el primer semestre de 1991, fecha en la que la empleadora
decidió, unilateral y arbitrariamente, suspender el servicio que prestaba.
Dice que frente a esta situación, el 24/05/1991, inicia un intercambio epistolar, cuya
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respuesta por parte de la empresa –el 31/05/1991- fue negar la relación laboral y aducir que,
con su parte, había celebrado un contrato de locación de servicios. Por este motivo, la
actora se consideró despedida e intimó al pago de indemnizaciones y otros emolumentos,
situación que fue rechazada por la demandada.
También señala que, ante la negativa por parte de la empresa de recibir certificados,
por medio de telegrama denunció un embarazo de tres meses, el nacimiento de otro hijo, el
12/02/89, y la celebración de matrimonio el10/05/1991 (conforme con la documental que
acompaña a fs.39).
Sostiene que en fraude a la ley laboral se le hacía firmar contratos de locación, por
un número de horas anuales que se predeterminaban en aproximadamente 1.100,
independientemente que la empleadora las utilizara o no. Indica que se le fijaba en cada
nueva contratación un nuevo valor horario de acuerdo a los incrementos salariales que
determinaba la empresa para su personal. Asimismo, menciona que en el contrato se
expresaba que el importe había sido estimado al solo efecto del sellado, debiendo abonarse
solamente lo realmente certificado. Dice que se hablaba de ella como que había realizado
una oferta y se le daba el título de proveedor. Además, debía efectuar una facturación
mensual.
Por otra parte, precisa que sus tareas eran programadas por el Sector de Beneficios y
Recreación Infantil, de forma subordinada a través de coordinadores que le indicaban las
modalidades del trabajo, horarios, etc., y que nunca se le reconoció ningún beneficio ni
derecho establecido en la LCT.
En síntesis, afirmó que se desfiguraba la realidad de la relación y pretende, entre
otras sumas complementarias, la indemnización prevista en el art.245 con más las
contempladas en los arts.182 y 178 de la normativa laboral.
III. La demandada, por su parte, negó la relación laboral pretendida por la actora. En
su conteste indica que no es cierto que haya existido entre la accionante y su parte una
subordinación jurídica, económica o profesional. En este sentido refuta que la señora C.
haya efectuado una labor dirigida, sosteniendo que se obligó a proporcionar sus servicios
como profesora de educación física conforme los Concursos de Ofertas y Ordenes de
Compra, oportunamente suscriptos con su parte, en el marco de un contrato de locación de
servicios, para el programa de recreación infantil, destinado a los hijos del personal
dependiente comprendidos entre los 6 y 16 años de edad.
Niega, por tanto, que a la actora le corresponda el pago de alguna indemnización
prevista en la L.C.T. y sostiene que existió entre ellas la relación jurídica de los
proveedores de servicios, conforme el Reglamento de Contrataciones de Petroquímica
General Mosconi S.A.I.C., Parte II – Cláusulas Generales – Reglamento de Contrataciones,
Parte II – Cláusulas Específicas para Locación de Servicios y Condiciones del Concurso de
Ofertas.
Con cita de doctrina y jurisprudencia, la accionada fundamenta su posición respecto
de la naturaleza jurídica del vínculo que unió a las partes. Resalta que este tipo de relación
fue consentido durante años por la actora y que no resulta aplicable ningún instituto del
derecho del trabajo.
Respecto de la rescisión contractual dispuesta por su parte, expuso que la crisis
económica del país repercutió desfavorablemente en sus finanzas, por lo que se implementó
un plan de acción compuesto por un conjunto de medidas de austeridad y restricción de
gastos, entre los que se destaca la supresión de beneficios al personal. Dice que comunicó a
la actora la suspensión de la orden de compra, hasta que se encauzara la situación y se
reanudase el otorgamiento de los beneficios en cuestión. Pero, a partir de allí, la señora C.,
junto con los otros profesores de educación física, comenzó con los reclamos tendientes a
intentar el reconocimiento de la existencia de una relación laboral, desvirtuando la
verdadera vinculación jurídica que unió a las partes. Por estos motivos, por la demostración
de mala fe, la empresa rescinde la Orden de Compra n°19409 por exclusiva culpa de la
actora (según el Reglamento de Contrataciones – Parte II – Cláusulas Generales – art.26).
Asimismo, la demandada también niega las presunciones de los arts.178 y 182 de la
LCT., acerca de la celebración de su matrimonio y del estado de gravidez, por cuanto
sostiene que no se trata de un despido indirecto, sino que la causa de la suspensión y
posterior rescisión del contrato de locación de servicios ha sido otra, con lo cual, repite, no
resultan aplicable los derechos y obligaciones de la ley 20.744. Agrega que la empresa
rescindió los contratos de todos los profesores de educación física y, en este sentido,
reafirma que no respondió a los motivos que expone la actora.
IV. Pues bien, como señalamos al comienzo, la sentencia de primera instancia hizo
lugar parcialmente la acción. Para así hacerlo, el juzgador consideró que la relación jurídica
que unió a las partes era un contrato de trabajo y que ante la prueba reunida correspondía
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condenar a la demandada a abonar a la actora la indemnización por despido de los arts.245
y 246 de la Ley de Contrato de Trabajo. También analizó las restantes pretensiones, y
consideró procedente el pago del resarcimiento por matrimonio, del art.182 de la LCT., en
virtud de la constancia agregada a la causa. Pero, asimismo, no hizo lugar a la
indemnización del art.178 del mismo cuerpo legal, al considerar que faltaba el certificado
médico del embarazo o el acta de nacimiento correspondiente que viabilizara la pretensión.
Por último, el juzgador consideró que sólo se encontraba acreditado el lapso laborado entre
septiembre de 1986 y mayo de 1991.
V. Disconformes con la sentencia, ambas partes interpusieron contra ella recurso de
apelación.
1. Los agravios de la demandada se circunscriben a la decisión del juzgador de
considerar aplicable la normativa laboral para el vínculo que unió a las partes. En este
marco, sostiene que la relación jurídica entre ellas no era una contrato de trabajo, sino una
locación de servicios regulada por el Código Civil y enmarcada en el Reglamento de
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Contrataciones de la empresa. En este sentido, sostiene que debió considerar a la actora
como un proveedor de servicios de la demandada y afirma que entre ellas no existió
relación de dependencia.
Asimismo, funda su apelación en que la rescisión del contrato, que puso fin a su
vinculación jurídica, se dictó en el marco de las leyes de emergencia económica del Estado.
En este marco, puntualiza que deberían aplicarse las leyes 25.344 y 24.283.
2. Por su parte, la crítica a la sentencia por parte de la actora se dirige a que el
juzgador sólo reconoció parcialmente los hechos alegados en su demanda. En este sentido,
sostiene que resultan debidamente probados en el pleito todos los extremos invocados,
particularmente el estado de gravidez al tiempo del despido y la antigüedad en la tarea.
En relación con estos dos aspectos, afirma que el juez a quo omitió considerar los
elementos de prueba que surgen de la causa. En el primero de los supuestos, el
correspondiente a la indemnización del art.178 de la L.C.T., la apelante indica que a fs.50
acompañó un certificado de nacimiento y que a fs.333, el médico reconoció su firma en el
documento indicado. También, menciona a un testigo que declaró que estaba embarazada.
En cuanto a la fecha real de ingreso, la apelante expresa que el juzgador omitió considerar
el telegrama colacionado de fs.41 en el cual su parte reclama por los períodos laborados
desde diciembre de 1978 a mayo de 1991. Dice que es un documento no desconocido por la
demandada. Asimismo, considera que la empresa no colaboró con el perito contador a fin
de corroborar el extremo referido a la antigüedad y a las remuneraciones, con lo cual,
supone que crea una presunción a su favor.
VI. 1. Ahora bien, el análisis de los agravios nos lleva al centro de la cuestión, que
consiste en analizar los hechos conforme con el principio de primacía de la realidad. Esta
regla implica esclarecer el vínculo entre la actora y la demandada, más allá del modo en el
que las partes lo denominen. Es decir, desentrañar o develar la naturaleza de las relaciones
entre la profesora de educación física y la empresa del Estado que usufructúa sus servicios
con el objeto de cumplir con un objetivo empresarial.
Conviene, entonces, transcribir el siguiente texto del autor Carlos Pose, que aborda
la cuestión –como él lo expresa- acerca de “la naturaleza de las relaciones que existen entre
los profesionales universitarios y aquellos organismos que usufructúan sus servicios con el
objeto de cumplir con sus objetivos societarios, sean éstos económicos o altruistas” (“El
rango jerárquico profesional y la autonomía funcional como factor excluyente de la
subordinación laboral”, publicado en DT 2004 (diciembre), 1673). Dice así:
“El tema es delicado y así lo admite, por ejemplo, Fernández Madrid
(FERNANDEZ MADRID, Juan Carlos, "Práctica Laboral Empresaria", t. I, p.
184) al expresar: "los ingenieros, médicos, contadores, abogados, químicos,
etc., participan de la actividad de la empresa, sea incorporados a ella como
trabajadores dependientes o fuera de su órbita, ligados exclusivamente por la
relación profesional respectiva. La distinción entre una y otra forma de
relacionarse con la empresa puede ser tajante cuando consideramos al
profesional que desempeña funciones permanentes en el establecimiento, en
tareas propias o complementarias de su giro -ingeniero de planta, contador a
cargo de la sección contaduría, abogado de la sección de personal, médico del
servicio de fábrica- y lo enfrentamos a aquél otro que en su oficina atiende una
consulta aislada propia de su quehacer profesional. Entre estos casos extremos
existe una infinidad de matices intermedios y la solución no se presenta con
igual nitidez cuando el profesional traba un vínculo continuatorio con la
empresa, ejerciendo su labor profesional fuera de la órbita física del
establecimiento".
Este pensamiento es compartido por la generalidad de la doctrina (conf.
CALDERA, Rafael, "Derecho del trabajo", ps. 231/2; íd. Krotoschin, Ernesto,
"Instituciones de derecho del trabajo", p. 45; Vázquez Vialard, Antonio,
"Tratado de derecho del trabajo", t. I, ps. 228 y concs.) al señalar que los
profesionales universitarios pueden comprometer sus servicios tanto a través
de contratos de trabajo, como de locación de obras o servicios, como de
mandato, determinando la inexistencia de un modelo al que remitirse en casos
análogos”.
2. Ello sentado, observamos que, en el caso, pese a que la tarea como profesora de
educación física no se dirige a la actividad principal de la empresa, resulta de igual modo
demostrada la finalidad que pretende obtener la demandada con la labor de la actora, con un
objetivo de carácter concreto: el “Programa de Recreación Infantil para hijos del personal
de 6 a 16 años de edad”.
Desde esta perspectiva, advertimos que la profesora de educación física fue
contratada para la realización de tareas precisas, detalladas por la contratante, de acuerdo a
lo que surge de fs.138 y siguientes. Ello resulta corroborado también por el testimonio …en
el que la testigo,… -que realizó labores en el mismo lugar que la actora- dice, respecto de
las tareas de recreación y campamento, que “…había una planificación anual con un
cronograma de días, que eran ya específicos para las actividades eso estaba dado por la jefa
y la subjefa…” y, más adelante, expresa que los horarios eran fijados por las supervisoras –
…- y que ellas daban instrucciones y “…en los campamentos ellas supervisaban los
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trabajos de los profesores y organizaban tareas que a veces no estaban programadas en
cuanto a los horarios y a veces lo cambiaban” (v. fs.336).
En el mismo sentido depone el testigo…, compañero de la actora, quien además
agrega que “…había personal jerárquico, que se escalonaba en tres niveles, digamos que el
puesto jerárquico mayor era … luego … la cual tenía un trato más directo con nosotros es
decir los profesores, y luego le seguían los coordinadores de la actividad…”. También
expone que “…si se suscitaba algún inconveniente, los coordinadores, bajo las órdenes de
…, nos transmitían lo que se debía hacer…”.
Podemos agregar, como único dato que surge de la pericia contable de fs.399/401
vta., que las personas indicadas por los testigos como personal jerárquico eran dependientes
de la demandada, de acuerdo a sus legajos…. Estas dos personas, también son testigos en
esta causa, y ofrecen su declaración a fs.338/339 vta y 339 vta./341 vta.
…expone –entre otras cosas- que la actora “…tenía una orden de compra para
desempeñarse como Profesora de Educación Física”. Y, a la pregunta acerca de si la
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demandada le impartía órdenes a la actora, responde que “las tareas propias de la profesión
no. O sea la forma de impartir la enseñanza de un deporte o de realizar un movimiento
muscular, no, si se decidía en grupo los lineamientos de la actividad…”. También, la
deponente declara acerca del objetivo principal de la Dirección de Beneficios y Recreación
de la demandada, indicando que era un “…sector a cargo de trabajadores sociales, mejorar
la calidad de vida en general y una forma específica era la de cumplir tareas de Educación
Física a través de las recreación”.
Asimismo, a la pregunta acerca de si para la
adjudicación de las mencionadas órdenes de compra se hacía algún concurso previo o
compulsa de precios, responde que “No, se tenían en cuenta antecedentes profesionales”.
Por su parte, respecto de … estimo ilustrativo resaltar la partes en las que dice que
“como responsable del sector mi función era la de proponer los programas y conseguir los
fondos para realizarlo…”, “…en la medida que el grupo de niños fue incrementándose se
dispuso la presencia de dos coordinadores, para garantizar los aspectos organizativos del
programa” y que estos coordinadores debían dirigirse “al coordinador general,…”.
De lo expuesto, resulta evidente la relación de dependencia de la señora C., en tanto
la empresa tuvo en su órbita la posibilidad de dar directivas o instrucciones a la profesora,
quien tuvo a su cargo la ejecución de las tareas por las cuales había sido contratada.
En efecto, advierto cuál era el rango jerárquico y la autonomía funcional alcanzada
por la señora C.. Es decir, aún ante cierta discrecionalidad técnica propia de su actividad, la
prueba arrimada permite formar mi convicción respecto de la presencia de las notas
significativas de un contrato de trabajo, esto es, subordinación jurídica y económica, que
justifican insertar la relación entre la actora y la demandada en la órbita de la normativa
laboral (arts.386 y 456 del CPCC. y 155 de la ley 18.345).
Desde esta perspectiva, la cuestión debatida evidencia el infructuoso esfuerzo de la
demandada por aparentar un contrato de locación de servicios, a través de modalidades de
“órdenes de compra” y “concursos de precios”, que intentan ocultar la concreta relación de
trabajo que la vínculo con la actora, en los términos de los arts.21 a 23 de la LCT.
Por lo señalado, estimo que debe rechazarse el agravio de la demandada en punto a
la naturaleza de la relación que unió a las partes.
3. En cuanto a los argumentos de la accionada acerca de la normativa de
emergencia, estimo que el marco legal que expone en su recurso no se aplica al caso del
modo en que la empresa lo plantea. Por lo demás, enumera leyes posteriores al año 2000
para intentar justificar la finalización de un contrato en el año 1991.
Sin embargo, vale la aclaración, ha quedado firme la aplicación de la ley 25.344 a la
condena de autos. Y, respecto de la ley 24.283, de acuerdo con reiterada jurisprudencia de
esta Sala, la parte que lo solicita, debe traer a consideración los elementos de prueba
necesarios que permitan efectuar una estimación, mediante un cotejo concreto, de las
diferencias de valor existentes entre la cifra indexada y la que corresponde al precio actual
y real (v. "Gonzalez, Víctor I. c/ A.F.N.E.- C.N.A.S. s/ Ley 9688" exp. n 12.833, del
17/5/95 y "Kubica, Jorge E. c/ Astilleros y Fábricas Navales del Estado s/ Ley 9688" exp. n
12.375, del 22/11/94, entre otros). Por otra parte, en dichos precedentes se ha señalado que
la citada ley habilita plantear su aplicación en el momento del pago. La recurrente,
entonces, deberá introducir la cuestión en el momento procesal pertinente y en la instancia
de origen, porque en las condiciones concretas de la causa no es ésta la etapa propia para
examinar y decidir sobre la aplicación de dicha ley al caso.
4. Ahora bien, en cuanto a los agravios de la señora C. respecto del acogimiento
parcial de su demanda, estimo que tampoco pueden resolverse favorablemente.
En efecto, aún dentro del esquema tuitivo de la normativa laboral, los extremos
invocados por la actora, tanto para obtener la indemnización del art.178 de la LCT. como
para determinar la fecha de inicio de la actividad al servicio de la demandada, deben ser
demostrados.
Respecto del primero de los agravios, entiendo que la presunción del art.178 acerca
de que el despido obedece a razones de maternidad o embarazo, implica demostrar que el
parto ocurrió dentro de los 7 meses y medio anteriores o posteriores a la fecha de despido.
Para probar esta circunstancia, dice la norma, debe acreditar el embarazo así como, en su
caso, el nacimiento.
Este hecho, negado por la demandada a fs.85, no resulta comprobado en autos. Por
una parte, no aparece ninguna constancia en el cargo del tribunal en la demanda que
indique que la actora acompañó alguna prueba documental que demuestre su derecho (ver
fs.72). Además, el certificado de nacimiento de fs.50, sobre el que descansa la pretensión
de la actora, se refiere a un niño nacido en el año 1989. Este dato lo reconoce la propia
apelante, empero la indemnización que reclama es por el estado de gravidez que poseería
en el momento del despido, es decir en el año 1991. Del mismo modo, el reconocimiento
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del médico de fs.333 también se refiere al certificado de fs.50 que, reitero, corresponde a un
nacimiento del año 1989 y no de un embarazo a la fecha del despido.
En cuanto al segundo agravio, el correspondiente a la antigüedad en el trabajo que
sostiene la actora, no surge de autos ninguna prueba convincente sobre el inicio de la
relación laboral. Los argumentos expuestos en el recurso no logran modificar esta opinión.
En este sentido, observo que los únicos datos sobre el tiempo, en las tareas
desempeñadas por la actora, son los que surgen de fs.138/149, que también fueron tomados
por el juez a quo para establecer la antigüedad a los fines indemnizatorios (art.386 del
CPCC).
VI. Por todo lo expuesto, soy de opinión que debe confirmarse la sentencia de
primera instancia, rechazándose los recursos de ambas partes.
En cuanto a las costas de alzada, entiendo que deberían imponerse por su orden. En
el caso del recurso de la demandada, la contraria no lo contestó y en el caso de los agravios
planteados por la actora, la sustanciación de la demandada es sólo una reiteración de sus
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propios agravios y no una respuesta a la crítica de la contraria (art.68, 2da. parte del CPCC
y art.155 de ley 18.345).
EL JUEZ ÁLVAREZ DIJO:
Que adhiere al voto que antecede.
Por ello, SE RESUELVE: confirmar la sentencia de primera instancia,
rechazándose los recursos de ambas partes. Las costas de alzada se imponen por su orden.
Regístrese, notifíquese y devuélvase. Firmado Jueces Sala II Leopoldo Héctor
Schiffrin. César Álvarez(art. 125, ley 18.345, Juez Gregorio Julio Fleicher).
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