evolución de la dsi ante la propiedad y el capitalismo

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EVOLUCIÓN DE LA DSI ANTE LA PROPIEDAD
Y EL CAPITALISMO-COLECTIVISMO
R. Mª SANZ DE DIEGO, SJ.
Introducción
Incluso para la Iglesia, que mide su historia por siglos y cuenta con una promesa
divina de eternidad, cien años son una cifra importante que invita espontáneamente a hacer
un balance del camino recorrido y una prospectiva de la dirección que previsiblemente va a
seguirse. La Doctrina Social de la Iglesia1 acaba de cumplirlos. Este balance y esta
prospectiva se han hecho ya a varios niveles, desde la reflexión de Juan Pablo II en CA y
los discursos posteriores que la han glosado, hasta los comentarios particulares de distintos
grupos y pensadores2.
En este caso, además del balance, se hace preciso destacar la evolución de la DSI.
Porque los cien años de DSI han sido unos años muy cambiantes. Como ejemplo baste
recordar que cuando se publicó RN acababa de comenzar su andadura la II Internacional,
que aglutinaba desde 1889 a los seguidores de Marx separados ya de sus anteriores
compañeros escindidos, los anarquistas. Y que a los pocos meses de aparecer CA, en Rusia
quedaba liquidado el PCUS. Son sólo ejemplos indicativos de cómo han variado los
planteamientos de la cuestión social.
Porque desde RN hasta hoy el problema social se ha planteado de formas distintas.
Quizá pueden reducirse a tres los cambios que ha experimentado este planteamiento3:
•
1
2
3
El problema social se ha hecho mundial, es decir ha desbordado los márgenes de la relación
patrono-obrero, como hace notar expresamente Juan XXIII4.
En adelante DSI. Utilizaré además las siglas habituales para designar los documentos de la DSI: RN:
Rerum Novarum (León XIII, 15-5-1891); QA, Quadragesimo Anno (Pío XI, 15-5-1931); MM, Mater
et Magistra (Juan XXIII, 15-5-1961); PT, Pacem in terris (Juan XXIII, 11-4-1963); GS, Gaudium et
Spes (Vaticano II, 7-12-1965); PP, Populorum Progressio (Pablo VI, 26-3-1967); OA, Octogesima
Adveniens (Pablo VI, 15-5-1971); EN, Evangelii Nuntiandi (Pablo VI, 8-12-1975); LE, Laborem
Exercens (Juan Pablo II, 14-9-1981); SRS, Sollicitudo Rei Socialis (Juan Pablo II, 30-12-1987); CA,
Centesimus Annus (Juan Pablo II, 1-5-1991). TL significará Teología de la Liberación.
Hasta el momento de escribir estas líneas, seis revistas especializadas se han ocupado, dentro del
ámbito español, de glosar monográficamente la última encíclica social de Juan Pablo II y los cien años
transcurridos desde la aparición de RN. Han sido Sal Terrae, que antes de la aparición de CA se ocupó
de la DSI: en su número 4 de este año; XX Siglos 2 (1991), número monográfico titulado "La Justicia
Social", sobre la DSI a lo largo de la historia; Iglesia Viva 153-154 (1991), que comenta sobre todo
CA; ICADE, 23 (1991) sobre los cien años de DSI; Revista de Fomento Social 184 (1991) acerca de la
última encíclica y Concilium nº 237 (septiembre 1991). En este número interesan especialmente para
el fin de estas páginas Propiedad y trabajo. Desarrollo de la enseñanza papal de J.Mª DIEZALEGRÍA (193-199) y Socialismo y Capitalismo en la Doctrina Social de los Papas de N. METTE
(201-214). .Se preparan también comentarios a CA. En la prensa española fue discreta la recepción que
se le hizo..
He escrito sobre esto en Cien años: De "Rerum Novarum" a "Centesimus Annus", en XX Siglos 7
(1991) 69.
-2•
•
Simultáneamente las clases sociales se han modificado: burguesía, proletariado y clase media
tienen hoy un sentido distinto del que tenían hace cien años.
En consecuencia, las ideologías han evolucionado de forma notable: el capitalismo de hoy no es el
de hace un siglo, los seguidores de Marx se escindieron y algunas de esas corrientes han
desaparecido, han surgido movimientos totalitarios y se ha hecho residual el anarquismo.
Lógicamente, para responder a una problemática y a un mundo en cambio, la DSI ha
debido evolucionar. Sus mismos documentos lo reconocen5. Y cualquier historia sintética
de la DSI lo subraya6. Por eso, al acercarnos al tema de este Congreso, "la cuestión social y
la Iglesia" en el primer centenario de la DSI, ha parecido a sus organizadores que era
preciso dedicar un espacio a reflexionar sobre esta evolución.
El circunscribirla a dos temas —la propiedad y la postura ante las otras dos visiones
clásicas del problema social— pienso que se debe al deseo de poder ahondar algo haciendo
dos calas significativas. En la evolución ante el capitalismo y el colectivismo, porque la
DSI ha tenido que convivir con ellos y el talante que ha adoptado ante ellos resume muy
bien su propia postura. Escoger, además, el tema de la propiedad me parece que equivale a
reconocer que se trata de un punto central, en el que de hecho se opusieron inicial y
frontalmente liberalismo y colectivismo.
Mi intención es, por tanto, recordar cuál ha sido la evolución de la DSI en estos dos
grandes temas. Y deducir, tras este recuerdo, algunas consecuencias acerca del sentido de
esta evolución.
1. ANTE LA PROPIEDAD PRIVADA
Hace ya un cuarto de siglo, un clásico de la DSI afirmaba que la propiedad privada
"es centro de todos los debates y de todos los conflictos concernientes a la sociedad
económica"7. Por otra parte es un dato conocido que para Marx y los marxistas primitivos
la supresión de la propiedad privada de los medios de producción fue su principal
reivindicación, planteada en estos términos antes incluso de la aparición del Manifiesto
Comunista8. Como reacción, para los liberales esa propiedad privada se convirtió en
4
5
6
7
8
En MM 122. Ya Pío XI y Pío XII se habían abierto a esta perspectiva mundial, pero es el Papa Juan
quien lo expresa de forma tan patente.
Baste citar, entre los más recientes, la Segunda Instrucción sobre la TL, 72 y SRS 3.
Limitándonos, una vez más, a las últimas obras que han aparecido en el ámbito español, lo hacen notar
J-Y. CALVEZ, La Enseñanza Social de la Iglesia. La economía. El hombre. La sociedad, Barcelona,
Herder, 1991, pp. 16-20; G. DEL POZO ABEJÓN, Manual de Moral Social Cristiana, 2ª ed., Burgos,
Aldecoa, 1991, pp. 26-42; L. GONZÁLEZ CARVAJAL, Historicidad y evolución de la Doctrina
Social de la Iglesia en AA.VV., Doctrina Social de la Iglesia y lucha por la justicia, Madrid, Ed.
HOAC, 1991, 59-73 y también I. CAMACHO, Cien años de Doctrina Social de la Iglesia, Fe y
Secularidad-Sal Terrae, Madrid-Santander, 1991, pag. 5.
P. BIGO, Doctrina Social de la Iglesia. Búsqueda y diálogo. Barcelona, Instituto Católico de Estudios
Sociales, 1967, p. 260.
F. ENGELS lo confiesa así en Principios del comunismo, proyecto previo (1847) del Programa de la
"Liga de los Comunistas", que inspiró el Manifiesto de 1848. La alusión a la supresión de la propiedad
privada aparece al final del punto XIV. En el mismo Manifiesto, al comienzo de la parte II,
"Proletarios y comunistas", se lee: "Los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única:
abolición de la propiedad privada". P. BIGO, en la obra citada en la nota anterior, pp. 277 y ss., matiza
más sobre la postura de Marx ante la propiedad.
-3intangible. La Iglesia debió mediar en esta polémica. Lo hizo ya desde RN y ha seguido
abordando el tema en documentos sucesivos hasta CA. Las razones de este tratamiento tan
abundante y reiterativo son dos, a mi juicio. Por una parte, tanto el marxismo como el
capitalismo han ido flexibilizando sus posturas, inicialmente tan separadas. Ni los primeros
hacen ya bandera de la desprivatización de todos los medios de producción, ni los segundos
se oponen a que ciertos sectores estén en manos públicas. Pero es que, además de esta
evolución en "los adversarios", la propia DSI ha evolucionado en este punto. Se puede
considerar que respecto a la propiedad privada hay dos etapas en la DSI, separadas por el
Concilio Vaticano II.
1.1. DE RERUM NOVARUM A MATER ET MAGISTRA.
En líneas generales se puede afirmar que desde RN hasta MM la DSI se mantiene fiel
a una larga tradición teológica que defiende la licitud y aun la necesidad de la propiedad
privada. Aunque cada vez más se va abriendo a lo que en un primer momento se denomina
"su función social".
1.1.1. Una respuesta justa y tensa: Rerum Novarum
León XIII abordó directamente el tema de la propiedad privada en los primeros
párrafos de RN. La mera ubicación del tema y la extensión que le dedica —constituye la
primera parte de la encíclica— refleja la importancia que le otorga. En el texto se presenta
además la desaparición de la propiedad privada —sin más precisiones y sin distinguir entre
bienes de consumo y de producción— como la solución socialista al problema social9. Y en
el tono de la reacción de León XIII se adivina su preocupación. Los socialistas querían
cambiar la sociedad desmantelando los cuatro pilares en que se apoyaba la convivencia:
religión, familia, autoridad y propiedad. Ante este intento, el Papa Pecci reaccionó
crispadamente10.
Hoy conocemos con precisión las etapas sucesivas por las que pasó la redacción de
RN . No nos interesa ahora dilucidar el influjo de los jesuitas Liberatore y Mazzella o del
dominico Zigliara, estudiado ya12. Reduciéndonos al texto mismo de la encíclica,
descubrimos que la argumentación es amplia —se aducen seis razones— y muy variada.
11
Algunas han perdido con el tiempo mucho de su valor: las que se apoyan en la
necesidad de la propiedad para asegurar el futuro del individuo y la familia. Juan XXIII
advirtió ya que el futuro se asegura hoy por medio de la Seguridad Social. Otra, en cambio,
ha adquirido más fuerza con el correr del tiempo: la que se aduce en primer lugar y se basa
en que la propiedad no es más que el salario ahorrado.
9
10
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12
RN 2
La ausencia de distinción entre bienes de consumo y de producción puede deberse no sólo a la citada
crispación, sino a que se supone que lo que está en discusión es sólo la propiedad privada de estos
últimos. A lo largo de RN no se distinguirá entre ambos.
Ha publicado sus distintas redacciones previas Mons. G. ANTONAZZI, L'enciclica Rerum Novarum,
testo autentico e redazioni preparatorie, dai documenti originali, Roma, 1957.
-4Es llamativo que esté ausente de su planteamiento lo que más tarde será central en el
tratamiento del tema de la propiedad en la DSI: el Destino Universal de los Bienes. Hubo además
ocasión para abordarlo, al recordar que Dios ha creado la tierra para todos los hombres13. Pero en ese
momento a León XIII le preocupaba defender el derecho de propiedad antes que su destino
universal, que supone se cumple de varias maneras14.
Choca igualmente a nuestra mentalidad el último argumento: sin propiedad privada se
engendran odios y falta el estímulo15. Porque parece claro que también la propiedad da pie a que se
engendren odios y, tal vez, mayores. En cuanto al estímulo es evidente, pero un Papa debe
preguntarse qué es lo que la propiedad estimula. Y parece evidente que, junto al trabajo, estimula
también el deseo de lucro.
También está ausente de forma explícita en RN el que hoy es posiblemente el argumento más
sólido a favor de la propiedad privada: el que es garantía de libertad16. Aunque el espíritu de este
razonamiento está implícito en la que, a mi juicio, es la razón más válida y más fecunda de las que
aduce RN: la que subraya que el hombre, al trabajar, deja una huella de su persona en la obra
realizada y debe, por tanto, poder conservar algo propio y personal17.
Más allá del análisis de la mayor o menor validez de estas razones, parece evidente el
tono de crispación a que antes aludía, que se manifiesta en la acumulación de argumentos y
en la falta de matices. La fuente de la crispación hay que buscarla en el temor —no
exclusivo de la Iglesia18— de que la desprivatización de la propiedad acabaría con la
sociedad. Hay que añadir a la vez que, aun con esta tensión, la argumentación posee una
fuerza evidente.
1.1.2. Una postura más sosegada: Quadragesimo Anno.
Cuarenta años más tarde el panorama había cambiado mucho. Las dos opciones
socioeconómicas —capitalismo y colectivismo— habían sufrido transformaciones
importantes y habían revisado sus primeros planteamientos acerca de la propiedad privada.
La transformación del capitalismo era doble: por una parte había crecido y el antiguo defensor
de la libertad se había convertido —como nota con crudeza Pío XI19— en una dictadura que había
hecho a la economía "horrendamente dura, cruel, atroz". Pero, más recientemente, la crisis de 1929
había convencido ambientalmente de que el capitalismo no tenía futuro si no modificaba sus
planteamientos.
Por su parte el socialismo había experimentado también un cambio importante: a la izquierda
de la Segunda Internacional había nacido la Tercera, escindiendo a los seguidores de Marx en dos
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18
19
RN 6.
J.-Y. CALVEZ, La enseñanza social de la Iglesia, 94-97 analiza RN 6 y concluye que el Papa cree que
mediante el trabajo se puede llegar a un destino universal efectivo.
RN 11.
Así se expresan MM 109-110 y GS 71.
RN 7. De aquí se deriva el carácter personal del trabajo, al que volverá León XIII en RN 32 para
postular un salario suficiente para la subsistencia, independiente de la ley oferta-demanda y de la
legalidad. Y de aquí deducirá Pío XI en QA 52 que el trabajo es título de propiedad y, por tanto, la
conveniencia del contrato de sociedad (QA 65), que es, en el fondo, un nuevo modelo de empresa,
como he hecho ver en Enseñanza Social de la Iglesia, 3ª ed., Madrid, Ed, ICAI, 1991, 325-326.
Unos años antes, a poco de fundarse la Primera Internacional, en España apareció una revista con este
título significativo; "La Defensa de la Sociedad".
QA 109.
-5ramas: socialismo y comunismo. A esta escisión —de la que también se hace eco QA20 y que
obviamente debilitaba a la familia marxista— se unía el escaso éxito económico que esta corriente
había logrado, especialmente en Rusia, donde se habían llevado a cabo sus ideales sin obstáculos.
Al comenzar la década de los treinta, capitalismo y socialismo compartían una escasa
popularidad ambiental. Y ambos habían introducido matices en sus tesis iniciales sobre la
propiedad, atenuando sus aristas, acercándose entre sí y aproximándose a la postura de la
DSI. Ni el capitalismo defendía a ultranza la intangibilidad de la propiedad privada, ni el
socialismo se empecinaba en la desprivatización de todos los sectores de la economía.
En este ambiente Pío XI puede exponer su tesis acerca de la propiedad con más
serenidad y mayor abundancia de matices. Va a basarla en una doble afirmación, que le
separa simultáneamente del individualismo y del colectivismo, lo que equivale a decir de
los dos grandes sistemas:
•
•
establece la licitud del derecho de propiedad, y
determina su carácter o función social.
Aunque la enseñanza de QA sobre la propiedad es más rica que lo que queda
expuesto21, esto es la base y el marco en los que se moverá la DSI hasta el Vaticano II.
1.1.3. Una visión premoderna: Mater et Magistra
Aunque Pío XII no escribió ninguna encíclica social, su aportación a la DSI es
extensa e importante. La han comentado recientemente algunos autores22. Nos haremos eco
de ella más adelante, pues el magisterio del Papa Pacelli influyó poderosamente en el de
Juan XXIII y en el planteamiento conciliar acerca de la propiedad privada.
Se puede calificar de "premoderna" a la visión de Juan XXIII, desde dos perspectivas.
Por un lado, se acerca a lo que será la visión conciliar. Y, sobre todo, plantea el problema
de la propiedad desde coordenadas del siglo XX.
Con esa mezcla de agudeza y sentido común propias suyas, adelanta que el problema
de la propiedad privada no se puede plantear en el siglo XX como se planteó anteriormente.
Tres factores, al menos, se han modificado y deben modificar cualquier planteamiento que
quiera ser realista y moderno:
•
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21
22
23
Por un lado, tiene más importancia el poder de decisión que la misma propiedad. En la pequeña y
mediana propiedad pueden ir unidos, pero en la grande se separan, tanto en el mundo capitalista
como en el colectivista23.
En los números 111 y siguientes.
Lo dicho aparece en QA 44-46. Más tarde distingue el derecho de propiedad de su ejercicio —y se
vuelve a separar de los sistemas desde otra perspectiva (47-48)—, señala las atribuciones del Estado en
esta materia (49), las obligaciones de los particulares respecto a los réditos libres (50-51) y establece
que el trabajo es título de propiedad, como recordamos más arriba: 52.
J. Mª DIEZ-ALEGRÍA en el artículo citado en la nota 2 y J. VELARDE , Interrogaciones de un
economista ante la Doctrina Social de la Iglesia, Teología y Catequesis 31-32 (1989) 396-398.
En el mundo colectivista existe la sociedad anónima y los propietarios o accionistas, especialmente
cuando son muy minoritarios, tienen mucho menos poder que el gerente, que quizá no es accionista.
-6-
•
Hoy, además, la seguridad acerca del futuro no se pone, como antes, en tener una propiedad, sino
en la Seguridad Social o en seguros privados.
•
Finalmente, en la estimación general, hoy se estiman otros bienes económicos más que la misma
propiedad, por ejemplo un título, un idioma, un puesto de trabajo24.
Con todo, MM sigue defendiendo la necesidad y licitud de la propiedad privada de
los bienes de producción como un derecho natural basado en el mismo ser del hombre y en
la relación que une propiedad y libertad25. Con agudeza observa que no es casual que los
regímenes comunistas, que niegan el derecho de propiedad, recortan también la libertad.
La defensa del derecho de propiedad no es para Juan XXIII —que en esto sigue a Pío
XII y lo cita— ni una justificación de las propiedades que existen de hecho ni, menos aún
un fortalecer a los ricos frente a los pobres26. Además la propiedad privada no excluye que
deba existir la pública y ambas tienen una evidente función social, que deriva de su misma
naturaleza27.
Creo que es fácil intuir por qué denomino "premoderna" a la postura de MM en este
punto. La DSI se ha abierto ya a planteamientos nuevos. No ha dado aún el paso decisivo
que dará en el Concilio Vaticano II. Pero el Papa Roncalli ha sentado las bases para dar este
paso. Como Moisés, lleva hasta la Tierra Prometida, aunque se quede a sus puertas.
1.2. DEL VATICANO II EN ADELANTE
La Tierra Prometida, en este punto, fue el Concilio Vaticano II. A partir de él se
plantea de forma nueva en la DSI el problema de la propiedad privada. Desde GS los
documentos posteriores no harán otra cosa que deducir conclusiones del giro copernicano
dado por el concilio.
1.2.1. El nuevo planteamiento de Gaudium et Spes: el Destino Universal del los
Bienes.
Este planteamiento nuevo fue muy simple. Su punto de partida fue una reflexión
sobre la creación. Dios ha creado al mundo y al hombre. Como Dios es coherente, el
mundo está hecho para el hombre. Es decir, los bienes de la tierra han sido creados para
bien del hombre y todo hombre, por el hecho de serlo, tiene derecho a poder satisfacer sus
necesidades básicas con estos bienes de la tierra. Esto es lo que quedó acuñado con la
fórmula: Destino Universal de los Bienes en GS28.
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25
26
27
28
En el mundo colectivista, la propiedad es del Estado, pero las decisiones las toman personas concretas,
diferentes de él.
MM 104-107 recoge estos tres aspectos nuevos de la propiedad.
Ib., 108-112. Basa también la propiedad en su necesidad para mantener a la familia.
Ib., 111.
Ib., 116-118 fundamenta la existencia de la propiedad pública y 119-121.
GS 69.
-7La propiedad privada sigue teniendo cabida en la reflexión de la DSI como garantía
de la libertad del hombre, como expresión de su personalidad y como cauce de su
responsabilidad en la sociedad. Tiene también sentido la propiedad pública. Pero ambas
están sometidas al Destino Universal de los Bienes, que ocupa el lugar preponderante en la
reflexión conciliar29.
Esta postura conciliar supone una inflexión significativa en la DSI. ¿Se puede hablar
de ruptura con la tradición anterior? Aunque hay considerable distancia entre RN y GS en
este punto30, en mi opinión es más exacto hablar de evolución que de ruptura. Porque desde
QA31 el magisterio de la Iglesia ha ido limitando el derecho de propiedad con su función
social. Y ésta ha ido siendo subrayada cada vez con mayor énfasis hasta que, de forma casi
espontánea, ha ocupado el primer lugar en este punto dentro de la DSI. Por otra parte, el
mismo concepto de Destino Universal de los Bienes había ido apareciendo ya en las últimas
reflexiones del magisterio social de la Iglesia:
A la letra lo aduce Juan XXIII como un principio primario para justificar la función social de
toda propiedad32. Pero, una vez más, el Papa Juan se inspiraba en Pío XII, que había desarrollado
este tema en varios e sus radiomensajes: La solemnità (1-6-1941), con el que conmemoró el medio
siglo de RN 33, y también en el radiomensaje de Navidad del mismo año, Nell'alba (24-12-1941) y en
el que conmemoró el quinto aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial: Oggi (1-91944)34.
Lo que hay de fondo en este planteamiento nuevo del Concilio es, a mi juicio, una
doble inflexión en la evolución de la DSI. Por una parte, abandona la Ley Natural como
criterio inspirador exclusivo y se funda más en la Revelación35. Y además abre sus ojos a la
miseria de una gran multitud, que le influye más que los derechos de una minoría.
1.2.2. Consecuencias que deduce Pablo VI: Populorum Progressio.
Una vez más fue el Papa Montini quien dedujo consecuencias de la intuición
conciliar. La primera fue una nueva consideración de lo que antes se entendía como
derecho natural. En coherencia con el primer lugar otorgado por el Vaticano II al Destino
Universal de los Bienes, el derecho de propiedad es calificado en PP como ni incondicional
29
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31
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34
35
Ib., 71.
Como indiqué más arriba (nota 16) RN 6 pudo y debió abrirse al Destino Universal de los Bienes. El
que no lo hiciese es explicable, pero no fácilmente justificable.
Juan Pablo II en LE 14 y en CA 30 dice que la función social ha estado presente siempre en la DSI.
Por lo que respecta a RN, lo justifica en CA con una cita de RN 16, en un pasaje en el que se expresa
una doctrina superada ya por el magisterio posterior y en concreto por el del mismo Juan Pablo II: la
que defendía que hay que dar limosna "de lo que sobra".
MM 119.
En los números 12-13. Este texto, como los siguientes de Pío XII los reproduzco en Pensamiento
Social Cristiano I, 6ª edición, Madrid, Ediciones ICAI, 1991, 356-357.
Nell' alba 34 y Oggi 28.
La inspiración de la DSI en la Ley Natural la había confesado paladinamente Pío XII en su discurso
del 25-9-1949. Sobre este punto, he escrito en Cien años: de "Rerum Novarum" a "Centesimus
Annus": XX siglos 9 (1991)70-71. Este es uno de los puntos que I. CAMACHO ha señalado como
consecuencias del Concilio para la DSI en Cien años de Doctrina Social de la Iglesia, (nota 6), p. 2729.
-8ni absoluto36. Y no se trata de una mera proclamación teórica, pues inmediatamente a
continuación afirma:
"No hay ninguna razón para reservarse en uso exclusivo lo que supera a la propia necesidad
cuando a los demás les falta lo necesario"37.
Y, a renglón seguido, deduce otras dos consecuencias del principio enunciado:
-
la expropiación está exigida por el Bien Común en los casos en los que una propiedad privada sea
obstáculo a la prosperidad colectiva38.
la especulación y la evasión de capitales motivadas exclusivamente por el lucro y con olvido de las
necesidades de la propia patria son, en cambio, moralmente inadmisibles39.
En la misma línea, aunque desde una perspectiva más general, Pablo VI enseña que
"la búsqueda exclusiva del poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser y
se opone a su verdadera grandeza" y que "para las naciones como para las personas, la
avaricia es la forma más evidente de subdesarrollo moral"40.
1.2.3. Juan Pablo II: nuevos horizontes, sobre todo en CA.
La enseñanza de la Iglesia de que toda propiedad, por tener intrínsecamente una
función social, está subordinada al Destino Universal de los Bienes ha encontrado en el
Papa actual una formulación plástica: toda propiedad tiene una hipoteca social. La ha
repetido con frecuencia y literalmente en SRS41. Prescindiendo de la fórmula, el contenido
de fondo de esta enseñanza ha sido constante en sus dos primeras encíclicas sociales:
•
La propiedad privada está siempre subordinada al Destino Universal de los Bienes y por tanto nunca
se justifica por sí sola. No tiene sentido poseer por poseer, pues lo que legitima a la propiedad es que
sirva al trabajo. Desde esta perspectiva vuelve a insistir en la posibilidad de una cierta
socialización42.
•
Continuando la reflexión sobre el "tener" y el "ser" iniciada en la DSI por Pablo VI, SRS traza el
cuadro del mundo actual: una minoría no llega a "ser" porque se lo impide el excesivo "tener",
mientras una mayoría ve impedido su crecimiento en el "ser" por no llegar a "tener" lo necesario. Por
eso deduce que hay que llegar a una calidad y jerarquía en el "tener"43.
Ha sido, con todo, en CA donde Juan Pablo II ha expuesto con más detención sus
ideas a este respecto. No en vano dedica un capitulo entero al tema, titulado La propiedad
36
37
38
39
40
41
42
43
PP, 23.
Ib.
PP 24. Lo había adelantado ya GS 71. Al final de PP 23 se ha aludido a la obligación del poder público
de intervenir cuando se produzca un conflicto entre los derechos privados adquiridos y las exigencias
comunitarias primordiales. En este caso, debe procurar una solución, con la activa participación de las
personas y grupos sociales.
PP 24. Aunque legalmente desaparezcan las fronteras en Europa, la argumentación moral que subyace
a este párrafo —motivación y olvido egoístas— hacen que continúe siendo válido.
PP 19.
SRS 42. Lo había dicho antes en su discurso inaugural de la Asamblea de Puebla (28-1-1979).
Todo esto se afirma en LE, 14. La subordinación de la propiedad privada al Destino Universal de los
bienes se afirma también en SRS 42.
SRS 42.
-9privada y el Destino Universal de los Bienes. Se trata de una reflexión amplia, que se
desarrolla en varios frentes:
•
Reitera la subordinación del derecho de propiedad al Destino Universal de los Bienes y subraya su orientación
al desarrollo de la propia persona y de la familia. Por eso hay que seguir defendiéndolo frente al fenómeno de
la pobreza, que es una negación del derecho de propiedad, incluso en los países que teóricamente la
defienden44.
•
Insiste —y expone con detenimiento y claridad— en la fundamentación teológica y bíblica, conocidas ya45.
•
Hace notar que, si, en tiempos de RN, era especialmente importante la propiedad de la tierra, hoy lo es la del
conocimiento, el saber y la técnica46, que lógicamente deben ser también compartidas.
•
Desde el punto de vista moral, declara que la propiedad privada de los bienes de producción es justa y legítima
cuando se emplea en orden a crear oportunidades de trabajo y vida. Y es ilegítima si impide el trabajo a los
demás o si obtiene unas ganancias injustas por explotación, especulación o ruptura de la solidaridad47.
•
Y, finalmente, subraya la vertiente moral que tiene la inversión de los propios bienes48.
Nos encontramos, evidentemente, con una reflexión amplia. Son las últimas
consecuencias que, por el momento, se han deducido de ese viraje fecundo que supuso la
primacía del Destino Universal de los Bienes.
1.3. Algunas consecuencias provisionales
Al llegar a este punto puede ser oportuno realizar una breve parada en nuestro camino
y resumir las grandes líneas de lo recorrido hasta ahora. La evolución de la DSI respecto al
tema básico de la propiedad privada nos permite deducir, me parece, tres consecuencias
provisionales.
Las dos primeras han sido ya explicitadas al hablar del Vaticano II. A partir de
entonces la DSI ha comenzado a prestar más atención a la Revelación que a la Ley Natural,
se ha hecho más Teología49. Y, paralelamente, se ha hecho también más encarnada, más
interesada en los problemas de la muchedumbre que no posee nada que en el derecho de los
propietarios, que no niega, pero subordina a la realidad primera dentro del plan de Dios.
44
45
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47
48
49
CA 6.
Ib. 31.
Ib., 32.
Ib., 43.
Ib., 36.
He resumido este itinerario —que afecta a toda la DSI y no sólo a su reflexión sobre la propiedad—
en el artículo citado en la nota 38, pp. 69-70. Son interesantes las reflexiones de A. GARCÍA LUCIO,
Evangelización y promoción humana. Fundamentación teológica de la DSI, Teología y Catequesis 3132 (19989)319-330. Cf. también, en Doctrina Social de la Iglesia y lucha por la justicia (nota 6), la
aportación de M. VIDAL Lugar y sentido de la Doctrina Social de la Iglesia en la vida eclesial, pp.
31-58 y las mismas ideas en El debate interno sobre la Doctrina social de la Iglesia: Iglesia Viva 153154 (1991) 325-344.
- 10 La tercera consideración es de otro orden. Hoy se admite comúnmente que la DSI no
es una "tercera vía" entre capitalismo y colectivismo. Así lo afirmó expresamente SRS50.
Sin embargo —aunque esta constatación no se opone a lo anteriormente dicho— en este
punto sí puede hablarse de un camino intermedio entre ambos sistemas. Ambos,
efectivamente, han recorrido un camino y se han ido encontrando cada vez más cercanos
entre sí y más cerca, a la vez, de la DSI:
•
El primer capitalismo defendía a ultranza el derecho de propiedad como un dogma intangible. Con
el paso del tiempo el capitalismo más rígido ha ido aceptando restricciones reales de este derecho
(las leyes sociales, los impuestos, la negociación con los sindicatos), que hacen cada vez menos
real la descripción del capitalismo como el sistema que se aferra a la intangibilidad del derecho de
propiedad51.
•
Igualmente, el primer marxismo defendía la desprivatización de la propiedad de todos los bienes de
producción. Pero con el tiempo fue recortando sus exigencias (época de la II Internacional), lo que
provocó la escisión del comunismo: III Internacional52.
En la práctica, ambas corrientes fueron limitando la distancia que inicialmente les
separaba. El camino emprendido y la dirección tomada les acercaba a las posiciones de la
Iglesia, que en este punto había sido —y creo que sigue siendo— un camino intermedio,
una tercera vía.
2. ANTE EL CAPITALISMO Y EL COLECTIVISMO
Desde su origen, la DSI ha tenido que convivir con otras propuestas de solución a la
cuestión social. Es más, las dos propuestas con las que ha convivido —capitalismo y
colectivismo— han sido la causa de que naciese la DSI.
A lo largo de estos cien años creo que puede sintetizarse la postura de la DSI ante las
otras alternativas en cinco grandes etapas. A cada una de ellas les dedicaré unos párrafos53.
2.1. La condena: de Rerum Novarum a Pío XII
Inicialmente la postura de los documentos de la DSI es negativa ante ambos sistemas.
No es extraño: acabo de recordar que la DSI —en concreto la enseñanza de los Papas
posterior a RN, pues antes de 1891 hubo también enseñanza social de la Iglesia— nace
como respuesta a ellos. Con acento y énfasis distinto, León XIII y Pío XI condenan ambos
sistemas.
50
51
52
53
En su nº 41. Cfr. R. Mª SANZ DE DIEGO, Ni ideología ni "tercera vía": doctrina para la acción:
Revista de Fomento Social 172 (1988) 345-368.
De hecho Pablo VI, para condenar este exceso en el capitalismo habla de "un cierto capitalismo": PP
26. Lo mismo Juan Pablo II habla expresamente de un "capitalismo salvaje", no del capitalismo en
bloque: CA 8.
Pío XI en QA 113-114 se congratula de que el socialismo "parece inclinarse y hasta acercarse a las
verdades que la tradición cristiana ha mantenido siempre inviolables."
En la ya citada obra de varios autores Doctrina Social de la Iglesia y lucha por la justicia, F.
BIANCHI y A, LUCIANI abordan la relación de la DSI con el capitalismo y el socialismo
respectivamente, tema que se trata, por lo general, en todos los manuales de DSI.
- 11 2.1.1. La doble condena de Rerum Novarum
Es evidente que RN se abre con un rechazo de la solución socialista: la
desprivatización de la propiedad: lo hemos recordado en la primera parte. Se opone
igualmente a otro principio básico del socialismo, la lucha de clases54. Y en ambos casos
con palabras duras: la supresión de la propiedad privada le parece inadecuada e injusta55; la
lucha de clases, un "mal capital"56.
No se reduce de este rechazo que RN sea visceral y globalmente antisocialista. No
sólo porque —como quedó ya indicado más arriba— no siempre es certero en su crítica,
sino, sobre todo, porque acepta una serie de postulados socialistas: la descripción de la
situación social con que se abre la encíclica la podría aceptar cualquier socialista:
"No sólo la contratación del trabajo sino también las relaciones comerciales de toda índole se
hallan sometidas al poder de unos pocos, hasta el punto de que un número sumamente reducido de
opulentos y adinerados ha impuesto poco menos que el yugo de la esclavitud a una muchedumbre
infinita de proletarios"57.
Otros puntos de vista socialistas o favorecedores del proletariado se encuentran
diseminados a lo largo de RN: La necesidad de que el fruto del trabajo sea del trabajador58,
la importancia del trabajo de los obreros para la economía nacional59; la mayor protección
que el Estado debe dispensar a los asalariados60, etc. Pero, pese a esto, el tono que adopta
ante el socialismo es de clara condena de sus postulados fundamentales.
También condena al capitalismo RN. Lo hace con más mesura formal y, a la vez, con
más acierto: conoce al capitalismo mejor que al socialismo, ya que es más antiguo, menos
clandestino y está comprobado con la práctica. Y, ciertamente, con no menor dureza.
Son tres las acusaciones que lanza contra él. Se trata de tres apreciaciones básicas
para el capitalismo. Y en las tres acierta León XIII:
• La primera es la oposición a que el Estado se desentienda de la cuestión social y practique el laissez
faire, laissez passer. Toda la parte final de RN (números 23-33) está dedicada a señalar cuál debe
ser la intervención estatal en este campo.
• Se opone también con firmeza a que la ley oferta-demanda se adopte como criterio moral a la hora de
determinar la cuantía del salario y señala que las necesidades del trabajador deben ser el punto de
partida para determinarlo: otra aproximación al socialismo61.
54
55
56
57
58
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60
61
RN 14.
RN 2.
Ib., 14.
Ib., 1. Es parecida la descripción que hace en RN 33.
Ib., 8.
En RN 25 se lee una frase, que, aunque su autor sea Adam Smith en La riqueza de las naciones, era
lógicamente aprovechada por los socialistas: "Es verdad incuestionable que la riqueza nacional
proviene no de otra cosa que del trabajo de los obreros". León XIII hace suya esta afirmación,
ciertamente discutible en su generalidad.
RN, 27.
Ib., 32.
- 12 • Finalmente rechaza un tópico capitalista: el que consagraba la superioridad del rico sobre el pobre. A
esta creencia, en la que se basaba el sufragio censitario —votan sólo los ricos, porque son los que
han demostrado su valía y capacidad—, León XIII opone otra, claramente intencionada: no es
deshonroso ser trabajador; lo es, en cambio, ser explotador62.
No es fácil determinar si RN es más antisocialista que anticapitalista. Pero es claro
que su actitud ante ambos sistemas es de condena.
2.1.2. Crítica acerba en Quadragesimo Anno
El mismo tono se observa en QA. Quizá aquí el tono es aún más acre. En 1931 se ha
producido ya la escisión entre socialismo (II Internacional) y comunismo (III
Internacional). Pío XI se hace eco de ella y condena, aunque no por igual a ambas
corrientes.
Acerca del comunismo es tajante: despacha en pocas líneas su radical discordancia
con él por su postura ante la propiedad y la violencia63. No se extiende más: años más tarde
dedicará una encíclica —Divini Redemptoris, (19-3-1937)— al comunismo.
Respecto al socialismo es más matizado. En ambos temas —propiedad y violencia—
el socialismo ha renunciado a sus extremismos iniciales y se ha acercado a las posiciones
defendidas por la Iglesia. Sin embargo su concepción materialista del hombre y de la
sociedad le hace incompatible con la fe cristiana. "Nadie puede ser a la vez buen católico y
verdadero socialista", concluye64.
Pero no es menos duro —yo pienso que más— con el capitalismo. Lo define con dos
calificativos: injusto y engañador. Es injusto por dos razones: por querer atribuir los
beneficios exclusivamente al capital65 y por mantener como norma moral la ley ofertademanda66. Y es engañador por otras dos: ha llegado a adueñarse de la economía
predicando libertad y, de hecho, ha implantado una dictadura.—inmediatamente referiré la
dureza con la que la califica— y, desde el punto de vista religioso, blasona de cristiano y
busca un lucro que se olvida de la caridad y la justicia67.
Esta condena al capitalismo es también dura en la forma. Le achaca haber creado una
economía "horrendamente dura, cruel, atroz", de haber implantado una dictadura que ha
destruido la libre concurrencia, de haber hecho decrecer el prestigio y poder de los Estados,
de haber creado el imperialismo internacional del dinero…68. No es menos duro al hablar
de la conducta individual de los pocos que manejan "una descomunal y tiránico potencia
económica", sin ser más que administradores de dinero ajeno. Es más, dentro de esta lucha
62
63
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65
66
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68
Ib., 14.
QA, 112.
Ib., 120. Trata el tema desde el nº 113 al 124.
Ib., 54. Se refiere en concreto a los liberales manchesterianos.
Ib., 88. Es uno de los principios que desmonta a la hora de instaurar un nuevo orden social. Los otros
son la intervención abusiva del Estado (aquí formula el principio de subsidiariedad) frente a los
totalitarismos y la lucha de clases, defendida por el comunismo.
QA 125.
Ib. 109.
- 13 en la que la libertad está ilimitada, han triunfado "los más violentos y los más desprovistos
de conciencia"69.
2.1.3. Pío XII
Es sabido que el Papa Pacelli no dejó ninguna encíclica social, aunque su aportación
magisterial a la DSI ha sido enorme. También se conoce la condena que el Santo Oficio
hace del comunismo durante su pontificado (1949) y la protesta ante la política religiosa del
comunismo en los países dominados entonces por la ya inexistente URSS70. El tono sigue
siendo de condena71.
2.2. La distancia respetuosa de Juan xxiii y el Vaticano II
Este tono cambió con la llegada al solio pontificio de Angelo Giuseppe Roncalli. Su
carácter y talante impusieron un cambio de acento, que influyó también en los documentos
conciliares. Califico a esta época como de distancia respetuosa porque durante ella no se
condena a los adversarios. Simplemente se expresan las propias convicciones y la mera
exposición supone ya la distancia frente a otros, sin necesidad de anatematizarlos.
2.2.1. Dos documentos del Papa Juan: MM y PT
MM ya no condena. Ni siquiera nombra a los sistemas, aunque es inequívoca su
postura ante ellos. No deja de decir que las ideologías que prescinden de Dios acabarán
desvaneciéndose, porque no se puede ignorar el sentido religioso, connatural al hombre72.
Tampoco oculta su preferencia por que la iniciativa privada sea el motor de la economía
—aunque también postula la intervención subsidiaria del Estado— ni su crítica realista a
los malos resultados —materiales y espirituales— de la estatalización73. Pero el tono es
pastoral, no crispado ni polémico. Es el que más tarde calificará como de diálogo la
Ecclesiam Suam de su sucesor Pablo VI.
En la encíclica que iba a ser su testamento, PT, Juan XXIII introdujo una doble
distinción fecunda que iba a consolidar este talante nuevo.
• Por una parte distingue entre el error y el que yerra, destruyendo así la concepción que negaba al
error —y de paso al que erraba— todo derecho.
69
70
71
72
73
Ib., 105-107.
He abordado estos temas en La doctrina social de la Iglesia ¿anticomunista?, en Revista de Fomento
Social 179 (1990) 247-261. cf. también V. MIANO Continuidad y Evolución en la Enseñanza del
Magisterio en torno al Comunismo, Socialismo y Marxismo, México, Obra Nacional de la Buena
Prensa, 1981.
Respecto a la postura de Pío XII ante el capitalismo, cf. las páginas que dedica a esta época J.
VELARDE, Interrogaciones de un economista acerca de la Doctrina Social de la Iglesia, en Teología
y Catequesis 31-32 (1989) 385-406, especialmente las pp. 396-398, muy lúcidas como el resto del
artículo.
MM 212-217.
Ib., 51-58 y 151-152.
- 14 • Por otra, se hace notar que las ideologías que inspiran los movimientos históricos se deben distinguir
de ellos, pues estos, por necesidad, son cambiantes y se adaptan a los tiempos y situaciones,
mientras que las ideologías son inmutables74.
2.2.2. El Vaticano II
Pablo VI volvió a inspirarse en esta segunda distinción como veremos a su tiempo. Y
en él y en el Concilio influyó de forma importante este talante del Papa Juan. Por eso, en
GS no se condenan tampoco ni el colectivismo ni el capitalismo por sus nombres. Se
señalan sin lugar a dudas, pero no se les estigmatiza. Partiendo de que el desarrollo debe
permanecer bajo el control del hombre y no se puede confiar ni "al solo proceso de la
acción económica de los individuos ni a la sola decisión de la autoridad pública", GS
declara que son, por eso, falsas las doctrinas
-
"que se oponen a las reformas indispensables en nombre de una falsa libertad", y
"las que sacrifican los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en aras de la
organización colectiva de la producción"75.
No hay que ser muy perspicaz para descubrir al capitalismo y al colectivismo
descritos con precisión en ambas frases.
Este fue el tono de la relación de la DSI con otras alternativas en los felices años '60.
Era un cambio de talante necesario: la mera condena es estéril, no responde a los objetivos
de la Iglesia y no refleja toda la riqueza de la actitud evangélica ante la injusticia. Pero era
preciso dar un paso más.
2.3. Pablo VI: La apelación a la conciencia
Lo dio Pablo VI. Quizá el Papa Montini era la persona ideal para hacerlo. A su
inteligencia aguda , a su capacidad para penetrar y distinguir las causas de los
acontecimientos que vivía, a su sensibilidad para captar los rumbos del mundo moderno y
la tarea de la Iglesia en él, unía un alto concepto de lo que es un cristiano —un seguidor de
Jesús, al que se le puede invitar a que le imite sin cortapisas— y un exquisito respeto a la
conciencia.
El tiempo en que vivió le invitaba además a dar un paso hacia adelante. Tras el
Concilio venía el postconcilio, la aplicación del talante conciliar en cada iglesia local con
sus tensiones e ilusiones. También la sociedad se abría a un mundo nuevo a finales de la
década de los '60. En Mayo del '68 los universitarios de París quieren llevar "la imaginación
al poder". En Julio del año siguiente el hombre pone el pie en la Luna. Y mientras tanto, en
América del Sur nace un movimiento nuevo, hijo de GS, PP y de la Asamblea de Medellín:
la Teología de la Liberación.
Va a plantear tres retos a la DSI76. Va a cuestionar, en primer lugar, la misma entidad
de la DSI, el problema de la utilización de la violencia para implantar la justicia y la postura
74
75
PT 158-159.
GS 65.
- 15 ante los sistemas. En concreto —me detengo en este punto, el que más nos interesa ahora—
va a defender, unas veces más implícitamente y otras con total claridad, que el cristiano
debe manifestar simpatía y apoyo por soluciones colectivistas. "Cristianos por el
socialismo" es una de estas manifestaciones.
En este contexto ambiental, Pablo VI va a expresar un magisterio social que defiende
los derechos de la conciencia y, a la vez, pretende iluminarla desde la fe. Aunque en PP
dedicó un párrafo a enjuiciar el capitalismo77 y otro a desacreditar —pensando en el
comercio internacional— la regla del libre cambio como "el principio fundamental del
liberalismo como regla de los intercambios comerciales"78, es en OA donde aborda
directamente el problema de la postura del cristiano ante los sistemas.
Para ello va a dar tres pasos:
•
•
•
En un primer momento, como ya había hecho Juan XXIII en PT, distingue entre ideologías y
movimientos históricos.
Después analiza lo que hay en cada uno de ellos.
Finalmente, invita al creyente a discernir y optar en conciencia, utilizando los datos que le ha
aportado.
No es preciso volver a explicitar la distinción primera, en la que sigue a PT79. Y
bastará con un breve apunte sobre el análisis que hace de las ideologías y movimientos
históricos. Acerca de las primeras, analiza sucintamente la marxista y la liberal. Tras haber
expuesto una verdad obvia —el cristiano no puede adherirse a ideologías que no estén de
acuerdo con su fe—, describe al marxismo con cuatro rasgos —materialismo ateo,
violencia, limitación de la libertad y negación de la trascendencia— que le separan de la fe
cristiana y de su concepción del hombre. Lo mismo hace con el liberalismo cuando lo
caracteriza con tres brochazos —libertad ilimitada, búsqueda exclusiva del interés,
solidaridad ficticia— que lo apartan igualmente de una concepción cristiana de la vida80.
No es ocioso repetir que se trata de dos retratos estilizados. En estos años al Papa le interesa
subrayar la ambigüedad de las ideologías, su retroceso social y la escasa consistencia de
algunas81. Es mayor su interés por los movimientos históricos.
Acerca de estos realiza un análisis más matizado, que bastará con recordar
brevemente. A la pregunta —implícita— ¿puede un cristiano ser socialista, marxista o
capitalista? Pablo Vi responde, en este campo de los movimientos históricos, analizando lo
que significa ser socialista, marxista o capitalista, pues el concepto es tan amplio que no
permite una respuesta unívoca.
76
77
78
79
80
81
He expresado con más detenimiento el alcance de estos retos y su impacto en la DSI posterior en
Veinticinco —y cien— años de Doctrina Social de la Iglesia: Razón y Fe 1103-1104 (1990) 178-184.
Más sucintamente y encuadrándolo en su contexto histórico en La Doctrina Social de la iglesia. Casi
cien años de historia: Sal Terrae (marzo 1990) 195-210.
PP 26.He aludido a él más arriba: nota 54.
Ib., 58.
OA, 30.
Ib., 26.
Ib., 27-29.
- 16 •
Ser socialista puede significar aspirar a una sociedad más justa, apoyar a un determinado partido o
compartir su ideología. Aunque en la práctica estos niveles no son tan separables, es útil
desglosarlos, pues obviamente cada uno merece una valoración moral distinta desde la DSI82.
•
Igualmente, ser marxista puede equivaler —en una época en la que ya el marxismo no es un
sistema monolítico— a aceptar la lucha de clases permanente, la imposición de un partido único, el
materialismo o, en una forma más limitada y a la vez más atractiva, el análisis marxista. Aunque de
nuevo se insiste en la conexión entre todos los niveles, no deja de tener sentido su distinción cara a
una valoración moral83.
•
Finalmente OA analiza el capitalismo. Tras reconocer que hoy se presenta con el doble aval de la
eficiencia y la defensa de la libertad, no deja de señalar que en su raíz tiene vicios de origen: la
búsqueda exclusiva del lucro, la ausencia de límites de la libertad individual, la exaltación de la
competencia y la intangibilidad de la propiedad privada84.
Con estos datos, el cristiano debe optar en conciencia, sin dejarse embaucar por
corrientes utópicas o por positivismos tecnológicos85. Pablo VI era bien consciente de que,
desde la DSI, no hay una respuesta única y universal a los problemas sociales, y que una
misma fe puede llevar a compromisos políticos y sociales diferentes86. Esta convicción
hace de OA la carta magna del respeto a la conciencia adulta del cristiano y el exponente de
una época que, con justicia, he denominado como de "apelación a la conciencia".
2.4. LAS DOS PRIMERAS ENCÍCLICAS SOCIALES DEL PAPA ACTUAL: EL RETO.
Una característica diferencial de Juan Pablo II respecto a todos sus predecesores
cobra aquí especial relieve. Mientras los demás Papas, italianos, conocían perfectamente el
mundo capitalista y sólo por referencias el socialista, el origen polaco del Papa Wojtyla le
hacía conocedor directo de la realidad de ambos sistemas. Y a la hora de enjuiciarlos se
advierte esta experiencia de primera mano.
Creo que pueden distinguirse dos etapas en su pontificado en este aspecto. En sus dos
primeras encíclicas sociales se enfrenta a los dos sistemas desde los dos valores que
presiden a cada una de ellas: el trabajo (LE) y el desarrollo (SRS). De fondo, se enfrenta a
ambos sistemas desde su concepción del hombre, que subyace a ambos documentos y a
toda la DSI.
Denomino a esta etapa "el reto". Porque Juan Pablo II adopta ciertamente un talante
distinto del de Pablo VI. Preocupado por la posible ambigüedad y relativismo con que se
puede interpretar la postura de exquisito respeto a la conciencia del Papa Montini, quiere
dejar algunos principios claros. Y desde su concepción del hombre —el camino primero y
fundamental de la Iglesia, como ha repetido tantas veces desde su primera encíclica
Redemptor hominis— pregunta al capitalismo y al capitalismo si conceden al hombre el
lugar que justamente le corresponde.
82
83
84
85
86
Ib., 31.
Ib. 32-34.
Ib., 35.
Ib., 36-41.
Ib., 4 y 49-50.
- 17 No se trata de una condena, pero sí de una denuncia o de un reto. Que en cada una de
las dos encíclicas adopta una perspectiva diferenciada, aunque su fondo sea idéntico: la
concepción del hombre, la antropología.
•
En LE acusa al neocapitalismo de mantener antiguas injusticias y crear otras nuevas. Al socialismo
le recuerda que el mero traspaso de los bienes al estado no asegura la subjetividad de la sociedad,
concepto en el que insistirá en sus encíclicas posteriores. Y a ambos sistemas les reprocha que
consideran al trabajo como mercancía, al hombre como fuerza material y que mantengan en la
práctica la antinomia capital trabajo87.
•
Desde una perspectiva macroeconómica y mundial, en SRS se ocupa del trasfondo político de
ambos sistemas. Ambos influyen en la existencia de bloques (Este-Oeste), que influyen en que sea
creciente el abismo que separa al Norte del Sur. Ambos bloques tienen, en distinta medida,
ambiciones imperialistas y utilizan la fuerza militar. Ambas ideologías tienen una concepción del
desarrollo tan imperfecta que exige una corrección radical. La Iglesia , sabiendo que ninguna
realización humana se identifica con el reino de Dios, es crítica ante ambos sistemas y no muestra
preferencia por una u otra ideología, con tal de que respete la dignidad del hombre y la libertad
religiosa88.
Ambos documentos, especialmente SRS, crearon en algunos ambientes la impresión de que la
Iglesia se situaba equidistante de ambos sistemas. Como he explicitado con detención en
otro lugar, no me parece ésta una interpretación correcta89. Y ciertamente la evolución de la
historia y del magisterio de Juan Pablo II han demostrado que no es ésa la postura actual de
la DSI.
2.5. Ante una situación nueva, un planteamiento nuevo: CA.
La, por el momento, última encíclica social de Juan Pablo II, CA, ha aparecido en un
contexto radicalmente distinto a las anteriores. Todavía hoy está sin aclarar ni asentar lo
que ya se llama "nuevo orden económico internacional"90. Pero algo ha quedado ya
aclarado: la desaparición del marxismo en Europa y, sobre todo, su desprestigio social91
plantean una situación inédita para la DSI.
Por eso, CA inaugura una etapa nueva, que, en líneas generales, da dos pasos
sucesivos:
87
88
89
90
91
LE, 13-14.
SRS, 20-22, 41, 48.
R. Mª SANZ DE DIEGO, Ni ideología ni "tercera vía": Doctrina para la acción: Revista de Fomento
Social 172 (1988) 354-357.
Cuando se escriben estas líneas —diciembre de 1991— están abiertos muchos interrogantes: la
configuración futura de la antigua URSS, la de Yugoslavia, el futuro de las demás naciones
excomunistas, la paz en el Oriente Medio…
Porque no es lo más importante el cambio de régimen, sino la falta de adhesión o de nostalgia al
sistema anterior, pese a que la actual situación de los antiguos países comunistas es incierta y muy
dura. Sin embargo, los miles de afiliados a los diferentes Partidos Comunistas nacionales no tienen
fuerza ni respaldo popular: el golpe de Estado contra Gorbachov el 19 de agosto último lo confirma.
Además de políticamente, social e intelectualmente el comunismo se ha hundido en Europa. Y hoy por
hoy no parece decisivo el hecho de que se mantengan regímenes comunistas en otros continentes.
- 18 •
•
Distingue entre ambos sistemas cuidadosamente y dentro del colectivismo, que trata más
extensamente por ser el sistema que subsiste, distingue entre elementos económicos y un sistema
ético cultural.
Propone, en líneas generales, el modelo de sociedad a cuya instauración deben colaborar los
cristianos.
Es relativamente breve en lo que se refiere al colectivismo. Quizá por elegancia: no
está bien ni es preciso hacer leña del árbol caído. Pero lo que dice y lo que omite es
significativo:
•
Su error fundamental ha sido antropológico. Ha reducido al hombre a una serie de relaciones
sociales, a ser molécula del cuerpo social. Así ha negado la subjetividad del individuo y de la
sociedad. Y la raíz de este error es el ateísmo nacido de la Ilustración92.
•
Además de desacreditar dos conceptos básicos del marxismo —la lucha de clases y la
alienación93—, define al sistema como un capitalismo de Estado94, que se apoya en la injusticia y
en la violencia95 y que ha caído por la violación de los derechos del trabajador, la ineficacia
económica y el vacío espiritual creado por su ateísmo96. Por eso ha cambiado el panorama: ni el
movimiento obrero ve en el marxismo la expresión de sus ideales, ni los tienen razón los que,
dentro de la Iglesia, por el deseo sincero de ponerse de parte de los oprimidos y de no quedarse
fuera del curso de la historia, buscaron un compromiso imposible con el marxismo. La liberación
que anuncia la Iglesia es integral, apostilla para que no quede duda de su pensamiento97.
Más extenso es en el tratamiento del capitalismo. Como quedó ya insinuado,
distingue en él entre unos elementos económicos —que acepta con una matización a cada
uno— y un sistema ético cultural: unos valores y formas de vida.
Los elementos económicos del capitalismo son, casi por vez primera98 en la historia
de la DSI, aceptados, aunque cada uno con una apostilla, que lo que pretende es no
absolutizarlos:
•
•
•
•
•
La libertad económica se aprueba, pero se añade que es parte de la libertad humana total y debe
estar abierta a la verdad y limitada por consideraciones jurídicas y morales.
La empresa es una comunidad de personas, no sólo una sociedad de capitales.
El mercado libre se ha demostrado útil para producir y distribuir bienes. Pero ni todos los bienes
entran en el mercado, ni debe esclavizar al hombre, sino que debe estar controlado por la sociedad
y por un Estado democrático, esto es, controlado a su vez por la sociedad.
La propiedad privada, como ya hemos indicado en la primera parte, debe estar subordinada al
Destino Universal de los Bienes.
El Beneficio empresarial es lícito e indicio de que se gestionan adecuadamente los recursos de la
empresa, pero no es el único índice que debe valorar la vida de una empresa.
El Papa sugiere que el sistema que se basa en estos elementos debería quizá
denominarse "economía libre", o "de mercado", o "de empresa"99. No vale la pena discutir
92
93
94
95
96
97
98
CA 13. La traducción oficial castellana traduce inadecuadamente "racionalismo iluminista" lo que
debe ser traducido como "racionalismo de la Ilustración".
CA 14 se ocupa de la lucha de clases. CA 41, de la alienación.
Ib., 35.
Ib., 17.
Ib., 23-24.
Ib., 26.
El casi se refiere a la defensa de la iniciativa privada de MM y al aprecio de la libertad en GS.
- 19 por nombres, aunque es fácil intuir que tras esta resistencia a hablar de "economía
capitalista" se encuentra la realidad innegable, recogida también en CA, de la existencia de
ejemplos de capitalismo salvaje y el subdesarrollo, marginación y explotación del Tercer
Mundo, que, aunque no sea fruto exclusivo del capitalismo, está originado también por
él100.
Si los elementos económicos del capitalismo clásico han sido substancialmente
aceptados por CA,. poniendo así fin a una larga historia de malentendidos entre la DSI y la
economía101, no puede decirse lo mismo del sistema ético-cultural que, con frecuencia, va
unido a ellos, aunque puede darse y se da en otros sistemas.
Al hablar de "sistema ético-cultural", el Papa se refiere a un conjunto de valores
("ético"), que se plasman en unas formas de vida: "cultural"102. En concreto se pueden
entresacar de CA cuatro brochazos que lo configuran:
•
•
•
•
El consumismo, o la tendencia a tener por encima de ser, a apoyar la existencia en valores
meramente utilitarios103.
El economicismo, que, aunque pretenda oponerse al marxismo, coincide de fondo con él en su
visión materia de la vida104.
La absolutización de la libertad económica, que pretende sustraerla a la solidaridad, a la justicia y a
la verdad105.
La alienación o pérdida del sentido de la existencia, que no causa sólo el marxismo106.
Juan Pablo II no se limita en CA a analizar sistemas. Además —lo adelanté más
arriba— expone los objetivos a los que debe dirigirse la acción de los católicos. Aunque es
claro que la Iglesia no tiene modelos concretos políticos o sociales que ofrecer107, apuesta
con caridad por varios valores, además de los ya indicados negativamente:
•
•
99
100
101
102
103
104
105
106
107
108
una sociedad basada en el trabajo libre, la empresa y la participación108,
un Estado, clara y realmente democrático109,
Como casi todo lo anterior, esto se dice en CA 42, Cf también el nº 35. Y muchas de las ideas aquí
expuestas estás diseminadas a lo largo de todo el documento.
Acerca del capitalismo salvaje, cf. CA 8. Sobre el Tercer Mundo, Ib., 42. Ya en SRS el Papa se había
distanciado de los que achacan toda la culpa del subdesarrollo al capitalismo, aunque señala su
responsabilidad en él.
Como símbolo de esta historia de malentendidos baste recordar el libro de J. PATERNOT, y G.
VERALDI, Dieu est-il contre l'économie?, Ed. de Fallois/L'Age d'Homme, 1989. En este mismo
sentido se han pronunciado en España R. TERMES y J. VELARDE FUENTES, este último también
en la conferencia pronunciada en este mismo Congreso y, antes en su artículo Interrogaciones de un
economista ante la Doctrina Social de la Iglesia: Teología y Catequesis 31-32 (1989) 385-406.
Me baso para pensar así en el concepto de cultura que subyace a CA 24 y 50-52, que quizá está
expresado demasiado esquemáticamente.
En CA 27-30 se previene para que no se exporte sin más a los países del antiguo Segundo Mundo un
estilo consumista: es precisa una reconstrucción material y moral.
CA 19.
Ib., 42.
Ib., 41.
Ib., 43.
Ib., 35.
- 20 •
una obra educativa y cultural, que ayude a crear personas nuevas110.
Nos encontramos, sin duda, ante una etapa nueva en la actitud que la DSI adopta ante los
sistemas. Sin duda es la última por ahora. Me atrevo a aventurar que se trata de un talante
que debe ser más desarrollado, pero que se ha situado donde es preciso que se coloque la
DSI en el mundo de hoy. Voy a explicitar más mi pensamiento, recapitulando todas las
etapas recorridas en este camino.
2.6. Nuevas consecuencias provisionales
Me parece claro que en un primer momento la actitud de la DSI ante el capitalismo y
el socialismo tuvo que ser combativa: saltaba a la palestra para corregir sus errores. Y creo
de justicia reconocer que fue valiente y acertada en su diagnóstico y en su defensa del
hombre. Pero, a la vez, el tono condenatorio —hijo de los errores de los sistemas, pero
también de un talante negativo por parte de la Iglesia en su postura ante un mundo hostil a
ella— no era el más adecuado para entablar un diálogo salvador con este mundo.
Por eso fue positivo el giro que dieron Juan XXIII y el Vaticano II. No se trataba de
condenar, sino de salvar. Y para eso era preciso un talante nuevo: el del diálogo con el
mundo moderno. Lo consiguieron las encíclicas y la personalidad del papa Juan, los
documentos y la bocanada de aire fresco que supuso el Concilio. Pertenece también a esta
época Ecclesiam Suam, la encíclica programática de Pablo VI, publicada antes de la
clausura del Concilio. En ella se adopta el diálogo como lema. Y desde esta perspectiva, la
Iglesia se coloca en las antípodas de la condena. Abordando el espinoso problema de los
cristianos martirizados por el comunismo, se hace una relectura de las antiguas condenas
con un talante nuevo:
Estas son las razones que nos obligan, como han obligado a nuestros predecesores, y con ellos
a cuantos aman de corazón los valores religiosos, a condenar los sistemas ideológicos que niegan a
Dios y oprimen a la Iglesia; sistemas frecuentemente identificados con regímenes económicos,
sociales y políticos, y entre ellos especialmente el comunismo ateo. Podría decirse que su
condenación no proviene de nuestra parte. Es de parte de los sistemas mismos y de los regímenes
que los personifican de donde viene hacia nosotros la oposición radical de ideas y la opresión de los
hechos. Nuestro reproche es, en realidad, lamento de víctimas más que sentencia de jueces111.
Tras el Concilio vino el postconcilio. Y Pablo Vi aplicó su inteligencia y su respeto a
la conciencia personal a iluminar las relaciones de los cristianos con los sistemas
socioeconómicos. Fue la tercera etapa, la apelación a la conciencia, necesaria y justa.
El Papa actual utilizó un registro nuevo en sus dos primeras encíclicas sociales. No se
trata de volver al tono condenatorio, sino de sacar consecuencias de una antropología
cristiana que coloca a la Iglesia en su papel de defensora del hombre. Es lo que he llamado
"el reto a los sistemas".
109
110
111
Ib., 44-52. He explicitado más las condiciones que Juan Pablo II exige a una democracia para que lo
sea realmente en R. Mª SANZ DE DIEGO - S. ESCUDERO, Pensamiento Social Cristiano II, Madrid,
Ed. ICAI, 1991, 422.
CA, 35.
PABLO VI, Ecclesiam Suam (6-8-1964), 94. La cursiva es mía.
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Al desaparecer uno de ellos, CA ha tenido que adoptar un talante nuevo. Le ha
obligado a ello la historia. Pero creo que otros dos factores han estado presentes en este
giro:
•
Por una parte, la convicción de que las meras condenas o las denuncias inmatizadas se pueden
convertir en demagogia y se pueden utilizar desde perspectivas ajenas a la Iglesia y por instancias
políticas, económicas o sociales que defienden intereses distintos a los que movieron a la Iglesia,
pero que encuentran de buena gana legitimación para sus posturas extremistas en expresiones
parciales o menos matizadas de la DSI112.
•
Por otra, los cristianos de a pie no nos sentimos aludidos en estas condenas o denuncias genéricas a
los sistemas. Y con razón, porque nadie es ni el "capitalismo salvaje" ni "el marxismo
intrínsecamente perverso". En cambio, si se distingue como hace CA, podemos perfectamente
sentirnos interpelados a cambiar de actitud en lo que realmente podemos y debemos modificar en
nuestras vidas.
Una palabra final
Estas dos calas en la evolución de la DSI —su postura ante la propiedad y los
sistemas— no abarcan todo lo que la DSI ha enunciado en sus cien primeros años de
historia. Pero nos permiten acercarnos a puntos substanciales de ella. Y detectar el sentido
de su evolución.
A estas alturas bastará con una doble afirmación. La DSI se ha acercado
progresivamente a Dios y a los hombres, se ha ido haciendo más teológica y más
concretamente antropológica. Y por otra parte, parece que ahora ya puede situarse por
encima de las ideologías, y desarrollar limpiamente su tarea integral sin entrar en liza
indebida con ellas113.
Si es así, y así lo creo, es una buena dirección la que ha adoptado.
112
113
Estoy pensando en capitalismos extremos que se han aprovechado de las condenas al marxismo por
parte de la Iglesia con alcance muy distinto del buscado por ésta. O en marxistas encubiertos que se
han arropado en condenas eclesiásticas al capitalismo, hechas con otra finalidad. He aludido a esto en
¿Hacia dónde va «Centesimus Annus»?, Razón y Fe 1112 (1991) 858-859.
En su oposición al liberalismo filosófico, guiaba a la Iglesia el deseo evidente de rescatar el lugar que
Dios debía ocupar en la sociedad, negado de hecho por un liberalismo que reducía a la Iglesia a la
sacristía y ponía en la libertad ilimitada del hombre la fuente del derecho y la moral. La Iglesia hizo
bien en oponerse a este liberalismo. Pero, en el fragor de la reyerta, no supo distinguir y condenó en
bloque al liberalismo político. Y dentro de este bloque había valores como la libertad y formas válidas
como el sistema democrático. Tuvo que pasar mucho tiempo —en perjuicio de la Iglesia, de la
sociedad y de los hombres— hasta que se distinguió entre lo condenable y lo aceptable del liberalismo
político. Creo que ha pasado algo parecido con el liberalismo económico.
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