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Juan Rulfo:
ecos de Knut Hamsun
Zarina Martínez-Børresen
INSTITUTO A . M. GORKY DE LITERATURA UNIVERSAL
ACADEMIA DE CIENCIAS DE L A FEDERACIÓN DE RUSIA
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(ciudad de México, 1954) es licenciada en Lengua y Literatura Inglesas por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Nacional Autónoma de México y maestra en Educación por la Universidad de Exeter, Gran Bretaña. Fue miembro del Servicio Exterior Mexicano, en el que se desempeñó como Agregada Cultural en la Unión de
Repúblicas Soviéticas Socialistas y Noruega. Fue profesora auxiliar de
Literatura Hispanoamericana e Historia de España y América Latina en
la Universidad de Oslo, y actualmente realiza estudios de Doctorado
en Literatura Comparada en el Instituto A. M. Gorky de Literatura
Universal de la Academia de Ciencias de la Federación de Rusia, con
una beca del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) del
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA). El título
preliminar de su tesis es “La obra de Juan Rulfo y Knut Hamsun (una
aproximación al problema de las fuentes literarias del escritor)”.
ZARINA MARTÍNEZ BØRRESEN
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A
cincuenta años de su primera edición, Pedro Páramo despierta todavía
gran interés entre lectores comunes y estudiosos de la literatura, tanto
en México como en el extranjero. En Noruega la editorial Cappelen
publicó la novela por primera vez en noruego en 1961 y apenas en 2004
realizó una nueva edición,1 mientras que la obra de Juan Rulfo en idioma
original forma parte del programa de estudios de literatura en español
a nivel de licenciatura en la Universidad de Oslo.
Para muchos, propios y extraños, Juan Rulfo es Pedro Páramo y Pedro
Páramo es México. Sin embargo, detrás de ese escritor lacónico y aparentemente modesto, además de una colección de cuentos de innegable
maestría literaria, hay una abundancia de lecturas de autores extranjeros,
algunas de las cuales se reflejan en su obra. La creación del noruego
Knut Hamsun, premio Nobel de literatura en 1920, constituye parte
importante de ellas y una influencia que Rulfo habrá de reconocer.
¿Qué lecturas compartieron Hamsun y Rulfo, qué leyó Rulfo de
Hamsun, cómo influyó Hamsun en la obra de Rulfo y en qué radican
1
Juan Rulfo, Pedro Páramo, trad. de Per Wollebaeck, J.W. Cappelens, Oslo, 1961; Juan Rulfo,
Pedro Páramo,trad. de Christian Rugstad, J.W. Cappelens, Oslo, 2004. Ese mismo año Cappelen
hizo un tiraje especial de la traducción de Christian Rugstad para la colección Verdens Biblioteket
del Bokklubben de Noruega.
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sus coincidencias? Éstas son algunas de las preguntas a explorar en la investigación
que realizo actualmente.
A MANERA DE INTRODUCCIÓN
Tanto el noruego Knut Hamsun (1859-1952) como Juan Rulfo ocupan un lugar especial en el contexto de su literatura nacional y son de alguna manera figuras emblemáticas o representativas de puntos geográficos y periodos determinados y de valores
culturales específicos.
A primera vista, nada parecería más diferente que Escandinavia y América Latina,
o más concretamente, que Noruega y México. Su posición geográfica y por lo tanto su
clima y su naturaleza; los rasgos raciales de sus pueblos; su religión; su lengua y cultura;
el temperamento noruego, supuestamente taciturno, contra el mexicano, aparentemente siempre alegre; las actitudes hacia la vida y la muerte y el enfoque diario de la
vida de noruegos y mexicanos, uno pesimista y el otro optimista; uno un superhombre
capaz de controlar y beneficiarse de la naturaleza hostil, como el Isaak en Bendición de la
tierra de Knut Hamsun, el otro humilde y confiado –encogiéndose de hombros– en que
las cosas mejorarán y que el mundo puede ser redimido, como los personajes rulfianos de “Nos han dado la tierra”. Parecería entonces rebuscado pensar que pueda haber
lazos que unan a Hamsun y a Rulfo, siendo escritores aparentemente tan diferentes,
pertenecientes a diferentes generaciones y culturas y provenientes de áreas geográficas tan apartadas también. Bajo estas condiciones es importante hacer notar el hecho de
que la obra de Juan Rulfo, que muchos consideran “reflejo” de la esencia misma de México y del campo mexicano, guarde semejanzas con la obra del noruego Knut Hamsun.
A pesar de que la literatura escandinava es actualmente poco conocida para la mayoría de los lectores en Hispanoamérica, Juan Rulfo reconoció, en su trabajo como escritor, la influencia de esta literatura en general y de la obra de Hamsun en particular.
En diversas ocasiones Rulfo declaró que en su juventud –al igual que otros artistas y
escritores mexicanos de su generacion– había leído la obra de Knut Hamsun, parte de
una tradición literaria que él mismo consideraba como el origen de la literatura europea moderna y una importante influencia en la literatura hispanoamericana. Según
Rulfo la obra de Hamsun lo atrajo por su naturaleza “neblinosa” y porque lo había trasladado de su mundo luminoso al oscuro mundo escandinavo; le había proporcionado
una visión más optimista de su realidad y lo había impresionado por su atmósfera triste y opaca, también presente en su propia obra.
Se sabe que Juan Rulfo leyó a Knut Hamsun a partir de sus declaraciones al respecto:
El cura era una especie de censor en el pueblo. Tenia que leer él primero los libros para
ver si eran buenos o malos. De esta manera parece que levantó su biblioteca; la dejó en
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la casa cuando las tropas del gobierno convirtieron la suya en un cuartel. Pero no tenía libros
religiosos sino literatura de aventuras. También muchos clásicos. Me los leí todos. Hubo
uno que me causó mucha impresión: Hambre de Knut Hamsun. Cuando lo leí me dije: ‘esto sí
es literatura’.2
La crítica suele citar estas lecturas, reiterar la importancia que tuvieron para Rulfo y
mencionar los diferentes momentos de su vida en que el escritor mexicano pudo haber
leído al noruego.Además de las declaraciones del mismo Rulfo, se encuentran comentarios más amplios, como el de Salvador Elizondo, a propósito de estas lecturas:
Entre los autores que leyó estaba la influencia decisiva de Knut Hamsun, cuya obra supuso
un retorno al subjetivismo y a la valoración de la experiencia personal, frente al naturalismo predominante de la literatura europea a fines del siglo XIX. Ahora que he releído El Llano
en llamas, encuentro esa referencia o recuerdo de ese escritor en Juan Rulfo, quien en su estilo expresaba una violencia sostenida y sorda que afloraba en actos de violencia extrema.3
En su obra Juan Rulfo, del páramo a la esperanza: una lectura crítica de su obra,Yvette Jiménez
de Báez también hace referencia a lo que percibió de Hamsun en sus lecturas de Juan
Rulfo y que resulta relevante en cuanto a lo “mexicano” en la obra de Knut Hamsun:
“Cuando leí, pensando en Rulfo, algunos textos de Hamsun, por ejemplo, percibía que
la relación era por contraste. Que aun cuando se planteaban problemas sociales agudos, la atmósfera de aquella vida campesina era elemental, serena. La muerte no era tan
plural, ni tan violenta, ni la tierra tan inhóspita y agresiva como en los textos rulfianos.”4
Pero fuera de breves alusiones, a la fecha he encontrado solamente un artículo
dedicado en su totalidad al tema: “Juan Rulfo, lector de Knut Hamsun”.5 La autora,
Silvia Lorente-Murphy, explora las lecturas que Rulfo pudo haber hecho de Hamsun,
destacando algunos elementos comunes entre su creación y la obra temprana del
escritor noruego, principalmente Hambre, Misterios y Pan. Lo demás es silencio. Así
pues, el tema está abierto y puede desde luego tratarse a mayor profundidad y desde
otros ángulos.
Hamsun murió en 1952, cuando Juan Rulfo tenía 35 años, uno antes de la publicación de El Llano en llamas y tres antes de la aparición de Pedro Páramo en 1955. Las
2
3
4
5
Heriberto Fiorillo, “Entrevista con Juan Rulfo: los muertos en libertad”, La Jornada Semanal, 47, 28 de enero de
1996, p. 20; las cursivas son mías.
Cecilia Aguilar, “Salvador Elizondo rememora y revela a un Juan Rulfo diferente”, “Noticias del día en La Cultura”, Sala de Prensa CONACULTA, 1 de octubre de 2001, <www.cnca/nuevo/diarios/2001>, 16 de abril de 2006.
Yvette Jiménez de Báez, Juan Rulfo, del páramo a la esperanza: una lectura crítica de su obra, El Colegio de MéxicoFondo de Cultura Económica, México, 1990, p. 39.
Revista Iberoamericana, LIII, 141, octubre-diciembre de 1987, pp. 913-924.
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esferas y los tiempos de Hamsun y Rulfo apenas se tocaron y sin embargo, a partir de
la lectura de algunas de las obras de ambos, se podría imaginar un diálogo directo y
personal entre ellos. Existe efectivamente un diálogo: no sólo entre culturas, sino también desde el ámbito personal, posiblemente resultado de las lecturas de ambos; de
rasgos afines en su personalidad, por tanto de una manera similar de ver y sentir la vida;
de su experiencia personal y del momento histórico que a cada uno le tocó vivir. Hamsun
y Rulfo rompieron con la tradición literaria de su tiempo y crearon algo novedoso e
inesperado; en su obra ambos se ocuparon del hombre como un ser desamparado,
oprimido y muchas veces irracional e hicieron una presentación de problemas sociales
acuciantes –la opresión por los poderosos, la pobreza, el hambre, la prostitución y la
violencia, entre otros– sin intentar proponer soluciones o ejercer juicios morales.
Hamsun y Rulfo fueron ávidos lectores y es posible que muchas de sus lecturas
hayan sido las mismas. En algunos casos podría incluso especularse si el resultado de
lo que Hamsun asimiló de algunos autores, como Dostoyevsky, fue a su vez integrado
por Rulfo a su obra: ¿podría entonces pensarse, por ejemplo, en una interpretación
“Hamsunesca” de temas “Dostoyevskianos” en la obra de Rulfo? Es decir, ¿El jugador de
Dostoyevsky (del cual existe una edición en español del año 1928 en la biblioteca
de Rulfo) como inspiración para “Padre e hijo: una historia del juego de la fortuna” de
Hamsun, tema de El gallo de oro de Juan Rulfo? El tema puede analizarse desde diversas instancias: las lecturas compartidas y la forma de asimilarlas.
Pero además de las lecturas compartidas con Knut Hamsun, Juan Rulfo leyó una
parte importante de la creación de éste, tal vez toda. En la biblioteca de Rulfo se encuentran, además de la obra completa de Hamsun en tres tomos totalmente nuevos, publicados entre 1969 y 1971 (Juan Francisco, hijo de Juan Rulfo, confirma que a su padre
le gustaba “renovar” libros, reponiendo ediciones que estuvieran muy deterioradas),
12 títulos del autor noruego en ejemplares separados.Todas las obras están en español,
en traducciones, por lo general, del alemán:6 Soñadores, publicado en 1921; Un vagabundo
toca con sordina, publicado en 1928 y firmado por Juan Rulfo en 1938 (tenía entonces
21 años); La última alegría, publicado en 1929 y firmado por Juan Rulfo en 1940
(a los 23 años); Argonautas de cristal, publicado en 1930; Los hijos de su época, publicado
en 1930 y firmado por Juan Rulfo en 1938 (también a los 21 años); Benoni, publicado en
1942; Termina el combate, publicado en 1943; Misterios, publicado en 1943; El juego de la
vida, publicado en 1946; Trilogía del vagabundo, publicado en 1947; Por los viejos caminos,
publicado en 1952 y Pan, publicado en 1962. Otro hijo de Rulfo, Pablo, confirma que
6
A pesar de que Silvia Lorente-Murphy afirma que las traducciones de Hamsun que leyó Rulfo eran del francés,
con base en la tesis doctoral de Luis Martín Fernández, “La recepción de Knut Hamsun en España” (Universidad Complutense, Madrid, 1992), me ha sido posible comprobar que los ejemplares en la biblioteca de Rulfo
son traducciones del alemán. El tema de las traducciones constituye un capítulo aparte.
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existió un ejemplar de Hambre, el título de Hamsun que Rulfo afirmó haber leído
cuando niño, que desgraciadamente fue extraviado. En algunos de los libros se encuentran recortes de imágenes de Noruega (colocados ahí probablemente por Rulfo fotógrafo) y en el ejemplar de Por los viejos caminos, el último libro escrito por Hamsun, hay,
si no anotaciones, marcas a lápiz delante de algunos párrafos, lo que indica una lectura
cuidadosa por parte de Rulfo. Desde luego que la ausencia de ediciones separadas
anteriores a 1953 (cuando se publicó El Llano en llamas) de obras clave de Hamsun no
significa necesariamente que Rulfo no las haya leído, sobre todo a la luz de las coincidencias entre algunas de éstas –como por ejemplo, Victoria– y su propia obra.
A partir de una lectura preliminar de Hamsun podría decirse que hay un número
considerable de coincidencias entre los cuentos de ambos y elementos comunes en
la novela de Juan Rulfo y en algunas de las novelas de Hamsun mencionadas hasta ahora.
Algunos de los cuentos, fragmentos y guiones cinematográficos de Rulfo tienen temas e
incluso títulos parecidos a algunos cuentos de Hamsun. Los relatos “Es que somos
muy pobres” y “Un pedazo de noche” de Rulfo y “Pecado” de Hamsun exponen el tema
de la prostitución como resultado de la extrema pobreza. El tema del juego de azar
es ampliamente explorado por Rulfo en El gallo de oro –llevado a la pantalla por Roberto Gavaldón (1964) y también por Arturo Ripstein bajo el título de El imperio de la fortuna (1985)– y por Hamsun en “Padre e hijo: una historia del juego de la fortuna”.
En ambas historias los personajes principales, aunque muy distintos entre sí (el Señor
de Sinvara y su hijo Pavo en la obra de Hamsun provienen de familia próspera, mientras que Dionisio Pinzón había empezado como merolico en las plazas públicas), llevan
el juego hasta sus últimas consecuencias y a su éxito en el juego deben el supuesto amor
de una mujer.
El tema de la mujer inalcanzable es un motivo que aparece constantemente en la
obra de Hamsun hasta ahora comentada: están así Ylayali, Louise, Edvarda y Victoria en
Hambre, la Trilogía del vagabundo, Pan y Victoria, respectivamente. La mujer en la obra de
Hamsun es la mujer ideal, cercana y a la vez lejana; intocable, astral y celestial, un ángel;
una mujer no para ser poseída, ni siquiera besada, ni para pedirle matrimonio; es una
musa, una criatura con un aura de feminidad por quien hay que experimentar amor.
Es un valor para llevar siempre, un sentimiento que es una comunión con todas las
cosas y los fenómenos de la naturaleza. En la obra de Rulfo Susana San Juan es el amor
siempre soñado e inalcanzable de Pedro Páramo. Sin embargo, a pesar de que Pedro
cumple su anhelo de casarse con ella, nunca logra consumar su matrimonio debido a
la locura de Susana y al amor que ésta siente por su esposo muerto. La muerte de la mujer amada acelerará el fin de Pedro y traerá consigo la ruina y la muerte, a su vez, de
Comala. En Pedro Páramo, al igual que en Victoria, el amor por la mujer ideal va más
allá de la muerte, pero es un sentimiento destructivo.
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No sólo Pedro Páramo cuenta con elementos irreales, un ambiente donde conviven
vivos y muertos y donde los límites entre la vida y la muerte no están definidos.Algunos
de los relatos de Knut Hamsun contienen situaciones de ambigüedad, en las que los vivos tratan de sobrevivir a costa de los muertos: cabe mencionar al personaje principal
del relato “La mujer del Tívoli”, quien asegura que su hijo fue enterrado vivo al nacer y
es declarada loca por consiguiente, o a la mujer que empieza a disfrutar la vida ante el
cadáver de su esposo en “El llamado de la vida”.
Otros temas acercan a ambos autores, los cuales me propongo explorar someramente en el presente ensayo: uno es el pueblo muerto que se presenta en Victoria y otro
los ecos del “cuento mexicano” en la novela de Knut Hamsun Un vagabundo toca con sordina, presentes en la obra rulfiana.
“LUVINA” Y PEDRO PÁRAMO
En su novela Victoria (1898) –una historia romántica convencional–, Knut Hamsun
presenta la relación entre Victoria, hija de una familia de clase alta noruega y Johannes,
cuyo padre trabaja en la propiedad de ésta. En esta obra, como Pip en Grandes esperanzas de Charles Dickens, Gatsby en El gran Gatsby de Scott Fitzgerald o el mismo Pedro
Páramo cuando era niño, el muchacho pobre sueña con volverse rico y lograr así el
amor de una mujer que parece inalcanzable.
En la obra de Hamsun es claro que Victoria corresponde a Johannes desde el principio, si bien en forma errática, ya que debe sujetarse a normas sociales –y sobre
todo económicas– que no le permiten expresar y disfrutar sus sentimientos plenamente. A pesar de que Johannes logra parte de su sueño al convertirse en un escritor talentoso, desgraciadamente el éxito en su profesión resulta insuficiente para
cumplir las exigencias que la sociedad –representada por el padre– ha impuesto a Victoria: ella es quien, a través de un matrimonio de conveniencia, debe salvar a su familia
de la ruina inminente.
Victoria, ya comprometida con otro, declara su amor a Johannes, pero muy pronto
le hace ver que sus diferencias sociales los separan.Ya antes de esa explicación Johannes
empieza a vagar, buscando a Victoria en la ciudad.Al hallarla con su prometido, la búsqueda se transforma en un andar que parece eterno y Johannes empieza a vivir una
muerte en vida, a errar como alma en pena, aparentemente sin esperanza alguna, a flotar en un estado entre conciencia e inconsciencia en el que no encuentra descanso ni
percibe cabalmente lo que sucede. La vida le parece una zona de muerte y desolación y el mundo que lo rodea un lugar sin vida, “Una franja de arena, un camino eterno que recorrer”.7
EL PUEBLO MUERTO EN VICTORIA ,
7
Knut Hamsun, Victoria, en Samlede verker, Gyldendal Norsk, Oslo, 2000, t. 3, p. 113; traducción mía. En adelante, Victoria.
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