Huella de carbono, el caso de las viñas chilenas. Ximena Olmos S.

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Magister en Estrategia Internacional y Política Comercial
Estudio de caso
La huella de carbono en el comercio internacional:
el caso de las viñas chilenas
Ximena Olmos
Profesor guía: Sebastián Herreros
Junio de 2012
Tabla de contenido
Resumen ..........................................................................................................................................3
Introducción ...................................................................................................................................5
Primera parte: Antecedentes
1.1 Mercado internacional del vino ..............................................................................................7
1.2 Chile en el mercado internacional ....................................................................................... 9
1.3 El cambio climático .............................................................................................................11
1.4 La relación clima vino ..........................................................................................................13
Segunda parte: La industria vitivinícola frente al cambio climático
2.1 Prácticas amigables con el medio ambiente ........................................................................15
2.2 La huella de carbono del vino ............................................................................................. 17
2.3 Comercio internacional y cambio climático....................................................................... 21
Tercera parte: La experiencia chilena
3.1 La industria del vino chilena ............................................................................................. 25
3.2 La experiencia de los actores relevantes ............................................................................ 26
3.3 Primeras iniciativas ......................................................................................................….. 28
3.4 Programas asociativos ........................................................................................................ 28
Cuarta parte: La huella del vino chileno
4.1 Dimensiones de la huella .................................................................................................... 35
4.2 Las razones para medir ....................................................................................................... 39
4.3 Gestión del carbono ........................................................................................................... 41
4.4 El caso de las botellas livianas ........................................................................................... 44
4.5 Reducción, compensación y neutralización ...................................................................... 45
4.6 La comunicación de la huella ............................................................................................. 48
1
Conclusiones ............................................................................................................................... 52
Bibliografía ................................................................................................................................ 55
Índice de Tablas
Tabla 1: Principales productores, consumidores y exportadores de vino (2011) .......................... 9
Tabla 2: Exportaciones de vino de Chile al mundo (2007-2011) ................................................ 10
Tabla 3: Viñas chilenas que están realizando la medición de sus emisiones GEI ........................ 37
Tabla 4: Ejemplos de neutralización certificados por viñas chilenas .......................................... 48
Tabla 5: Ejemplos de huellas de carbono publicadas por viñas chilenas ..................................... 49
Índice de Recuadros
Recuadro 1: La huella de carbono: qué mide y cómo ................................................................... 18
Índice de Gráficos
Gráfico 1: Comparación de la huella de carbono de vinos procedentes de distintos países en el
mercado de Chicago en EE.UU. ...................................................................................................20
Gráfico 2: Estructura de huella de carbono de vinos chilenos, según fases del ciclo de vida ...... 32
Gráfico 3: Comparación de la HC del vino chilenos según metodología ocupada ...................... 33
2
Resumen
Este estudio da cuenta de por qué y cómo la industria vitivinícola chilena comenzó y está
avanzando en la medición de sus gases de efecto invernadero (GEI). Se explica cómo a partir las
demandas de sus mercados internacionales, las viñas fueron incorporando distintas prácticas
ambientales, entre ellas la de medir su huella de carbono. En ese proceso fue crucial la
experiencia de la viña líder (Concha y Toro) y programas público-privados que permitieron
capacitar a las viñas en aspectos técnicos y realizar ejercicios pilotos de medición. A mediados
de 2012 existe evidencia de que al menos el 68% de las exportaciones de vino chileno mide su
huella de carbono.
Tras dos o tres años de medir sus emisiones, las viñas han ido detectando posibilidades de
mejorar sus procesos productivos, siendo el área de la eficiencia energética donde se ha realizado
una gama más amplia de iniciativas. Este proceso ha implicado, en aquellas viñas que llevan más
tiempo, un cambio en la gestión interna de los recursos y el incluir la variable medioambiental en
la toma de decisiones.
La información sobre la huella de carbono propiamente tal aún no se incorpora en las etiquetas
de los vinos chilenos. Esto se debe en parte a que la información obtenida por distintas viñas a
menudo no es comparable y puede inducir a confusiones entre los consumidores. Sin embargo,
los importadores y distribuidores de los vinos chilenos en los mercados internacionales están
informados con mayor detalle respecto de estas mediciones.
Lo que sí se comunica en el producto final es el uso de botellas livianas, práctica incorporada
incluso en aquellas viñas que no miden su huella, y los vinos “carbono neutrales” así como la
compensación de las emisiones de los envíos internacionales de sus vinos. Sin embargo, existen
opiniones contradictorias entre las mismas viñas respecto de la compra de bonos de carbono en
el mercado internacional para neutralizar las emisiones derivadas de la elaboración y/o transporte
internacional del vino.
Palabras claves: Chile, huella de carbono, vinos, cambio climático, comercio
3
Abstract
This study reports the experience of the Chilean wine industry with the concept known as carbon
footprint. It explains how, starting in 2007 as a response to the demands of their international
markets, Chilean wine producers gradually incorporated environmental practices, including
measuring their emissions of greenhouse gases. In that process it was crucial the experience of
the country´s leading vineyard (Concha y Toro), as well as public-private programs that allowed
wine companies to increase their technical knowledge and to undertake pilot measurement
exercises. By mid-2012 there is evidence that firms accounting for at least 68% of Chilean wine
exports measured their carbon footprint.
After two or three years of measuring their emissions, the wine companies have detected
possibilities of improving their production processes, especially in the area of energy efficiency,
where there has been a wide range of initiatives. This has involved, for those firms that have
been measuring their carbon footprint for a longer period, a change in their resource management
practices as well as including the environmental factor in their decision-making.
Information on carbon footprint as such is not yet incorporated into the labels of Chilean wines.
Communicate the footprint is still one of the main problems the wine companies face, because
the information is often not comparable and
may lead
to confusion among consumers.
Nevertheless, importers and retailers of Chilean wines in international markets, are informed in
detail about these measurements.
Even those firms that do not measure their carbon footprint communicate their use of light
weight bottles in the labels of their wines. Wine companies also communicate in the bottles
label when their wines are either carbon neutral or delivery carbon neutral. However, there are
conflicting views within the Chilean wine industry on the purchase of carbon credits in the
international market to offset emissions from the processing or international transport of wine.
Keywords: Chile, carbon footprint, wines, climate change, trade
4
Introducción
A fines de 2010 se daba a conocer en la prensa especializada que una viña neozelandesa había
incorporado en sus etiquetas la información, por copa, de los gramos de dióxido de carbono
(CO2) que se emiten en la elaboración de su vino, esto es, su “huella de carbono”. Una copa de
125 ml del vino, consumida en Nueva Zelanda, era responsable de 140 gramos de CO2 emitidos
a la atmósfera. Una copa del mismo vino consumida en Australia, implicaba 190 gramos de
CO2. Era la primera experiencia de este tipo conocida en el mundo del vino. No estuvo exenta de
cuestionamientos, en especial respecto de la metodología utilizada. Sin embargo, la viña
protagonista destacaba que con esta acción se estaba dando respuesta a las demandas de los
consumidores, que querían conocer el impacto del vino que consumían en el medio ambiente
(Smithers, 2010).
El año 2010, Chile ya era el quinto exportador de vinos del mundo, superando a Nueva Zelanda.
La industria vitivinícola chilena daba cuenta de su inquietud ante el tema ambiental, básicamente
a partir de las informaciones procedentes de Europa, que indicaban que al año siguiente Francia
comenzaría a aplicar una nueva ley que obligaría, entre otros aspectos, a informar sobre la huella
de carbono a los productos importados.
En forma paralela, la relación entre el cambio climático y el comercio internacional alimentaba
varias discusiones internacionales. Un aspecto crucial era –y continúa siendo- cómo impedir que
las medidas tendientes a la mitigación o la adaptación al cambio climático se transformaran en
obstáculos al comercio. Especial énfasis se ponía en las exportaciones de países lejanos de sus
mercados de consumo al comenzar a proliferar campañas que llamaban a “consumir local” como
una forma de evitar las emisiones de carbono producidas por el transporte de los bienes
importados. Se trata de un tema de especial sensibilidad para un país exportador y
geográficamente distante de los principales mercados de destino de sus bienes, como es Chile.
En ese contexto, algunos sectores exportadores ponían especial atención a las viñas chilenas, a
las que se les reconoce una serie de innovaciones que han mejorando su posicionamiento
internacional, convirtiéndolas en un referente importante. No obstante lo anterior, y la cantidad
de información pública disponible, poco se conoce del trabajo relacionado con la huella de
carbono. ¿Han medido las viñas chilenas su huella de carbono? ¿Por qué y cómo? ¿Cuál ha
5
sido el resultado de aplicar esta herramienta? Estas son las preguntas que guiaron la presente
investigación.
El objetivo de este estudio es conocer las motivaciones de las viñas chilenas para medir su
huella de carbono e identificar las principales características de este proceso. Para ello, lo
primero ha sido dimensionar la utilización de la huella de carbono en las principales viñas
chilenas. Identificar quiénes miden sus emisiones, desde cuándo y cómo lo hacen. También se
profundiza en las razones que llevaron a las viñas a adoptar esta práctica y en los principales
resultados que ha traído consigo esta medición.
Los indicios previos permiten plantear la hipótesis de que las viñas chilenas iniciaron la
medición de la huella de carbono mayoritariamente en busca de mejorar sus ventas en los
mercados internacionales; no obstante, en este proceso han ido encontrando oportunidades de
mejora en sus procesos internos, las que han decidido abordar sin necesariamente pasar a la etapa
de comunicación pública de su huella. Se ha especulado sobre si la decisión de medir la huella
de carbono se gatilló por requerimientos concretos de algún importador, o más bien se trata de
una decisión motivada, en parte, por la experiencia de la viña líder en el país (Concha y Toro), y
por el convencimiento de poder optar a mejores segmentos de mercado. Lo cierto es que existen
múltiples artículos de prensa especializada sobre la medición de la huella de carbono en las
viñas chilenas, sin que hasta ahora alguna de ellas incorpore en sus etiquetas esta información,
en contraste con lo que sucede hace algunos años con los vinos de Nueva Zelanda y otros
competidores.
Para conocer el estado actual de este tema se realizó una revisión de la literatura internacional
sobre la medición de la huella de carbono en el vino y una búsqueda de la situación particular de
Chile a partir de la información pública disponible. Esto se complementó con entrevistas a
especialistas en el tema y a nueve viñas, que en total representan el 47% del valor de las
exportaciones de vino chileno del año 2011.
6
Primera parte: Antecedentes
1.1
El mercado internacional del vino
El mercado internacional del vino se caracteriza por ser muy competitivo, estar en constante
crecimiento, y contar con productores que se han visto obligados a innovar permanentemente
tanto en sus productos como en sus estrategias de marketing. Sus consumidores, por su parte,
cuentan con una oferta cada vez más diversificada, lo que ha facilitado que el conocimiento
sobre el producto aumente considerablemente, al igual que sus exigencias.
El año 2011, el comercio mundial del vino aumentó un 7,9% en términos de volumen, según
informó la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV). Este aumento, a juicio de la
entidad, confirma la recuperación del sector tras la disminución de 3,6% registrada el año 2009
(la primera desde el año 2000).
La disminución del año 2009 no fue sólo en términos de volúmenes, sino también en valores,
pues algunos exportadores decidieron disminuir sus precios con la finalidad de mantener sus
ventas. Todo esto estuvo fuertemente influido por la crisis económica internacional, pero
también fue un reflejo de la disminución de terrenos dedicados a la vitivinicultura en los países
europeos.
El año 2008 la Unión Europea (UE) decidió estimular el abandono de cultivos de vides con el
objetivo de lograr un nuevo equilibrio en el mercado, ya que a su juicio existía una oferta
excesiva de vinos de una baja calidad. Las medidas apuntaron a disminuir la superficie destinada
a la producción de uvas viníferas, para lo cual se establecieron subsidios a quienes cambiaban el
destino de estas tierras1.
Según informó la OIV (2012), entre 2008 y 2011 - años que duró la bonificación a la reducción
de vides en la UE-, el viñedo comunitario disminuyó en 262 mil hectáreas. De este total, unas
175 mil hectáreas recibieron el pago de primas por abandono definitivo. Esta reducción
1
Estas medidas se enmarcaron en un nuevo reglamento en la Organización Común de Mercado (OCM) del sector
vitivinícola el año 2008. Su principal objetivo es permitir “equilibrar la oferta y la demanda, y encaminar el sector
hacia un desarrollo sostenible y competitivo. También pretende conservar las mejores tradiciones de la producción
vitivinícola europea, reforzar el tejido social en varias zonas rurales y asegurar una producción respetuosa con el
medio ambiente.(http://europa.eu/legislation_summaries/agriculture/agricultural_products_markets/ag0001_es.htm)
7
correspondió sólo al 7,4% del total de hectáreas plantadas en la UE al 2011 y un 3,5% de la
superficie mundial de viñedos.
No obstante la disminución puntual registrada en 2009, el comercio mundial del vino ha
registrado un aumento importante en la última década. De un total de 72,2 millones de
hectolitros exportados anualmente en promedio entre 2001 y 2005, se ha pasado a 103,5 millones
de hectolitros en el año 2011(ICEX, 2012). Esto implica que en ese año las exportaciones
mundiales de vino representaron aproximadamente el 42,8% del consumo mundial (en
comparación con un 33% en 2001), según cifras de la OIV.
En relación con la evolución del consumo, se puede afirmar que en los últimos años ha ido en
aumento el consumo en los denominados países emergentes y que al mismo tiempo no son
productores tradicionales de vino. Por ejemplo, ha habido un importante aumento del consumo
en los países denominados BRICs2, donde el crecimiento más importante corresponde a China.
En este país ha aumentado tanto el consumo del vino Premium
como el de calidades
intermedias.
No obstante lo anterior, los europeos continúan siendo los principales consumidores de vino, con
Francia, Italia, Alemania y el Reino Unido en los primeros lugares. Tras la UE se encuentra
Estados Unidos. China se ha posicionado en el tercer lugar (considerando a la UE como un solo
mercado).
Tal como se observa en la Tabla1, los países europeos son al mismo tiempo los principales
exportadores de vino. La cuota de mercado de los 5 primeros exportadores de la UE (Italia,
España, Francia, Alemania y Portugal), es de aproximadamente el 65,5% del total mundial,
variando muy poco su participación respecto al quinquenio 2001-2005, cuando era del 65,2%.
Cabe destacar que el predominio europeo en el comercio mundial de vinos se ha reducido en los
últimos veinte años. En el periodo 1986-90 la participación de estos países en las exportaciones
mundiales era del 78,8%.
2
Brasil, Rusia, India y China.
8
Tabla 1: Principales productores, consumidores y exportadores de vino (2011)
(En millones de hectolitros)
Principales productores
Francia
Italia
España
EE.UU.
Argentina
Principales consumidores
49,7
41,6
34,3
18,7
15,5
Francia
EE.UU.
Italia
Alemania
China
29,9
28,5
23,1
19,7
17,0
Principales exportadores
Italia
España
Francia
Australia
Chile
24,3
22,3
14,1
7,0
6,6
Fuente: Organización Internacional de la Viña y el Vino (2012).
La contrapartida del menor peso de los países europeos es la irrupción del grupo de países
denominados del “Nuevo Mundo”, integrado por Argentina, Chile, Sudáfrica, Estados Unidos,
Australia y Nueva Zelanda. El año 2011 este grupo fue responsable del 25,2% del mercado
mundial. En el quinquenio 2001-2005 representaba el 23,4%, mientras que era apenas el 3% del
total mundial en el periodo 1986-90.
En 2011, los primeros cinco exportadores de vino, considerando sus volúmenes, fueron: Italia,
España, Francia, Australia y Chile. Si se ordenan en relación a los valores exportados (en
dólares), el orden cambia de la siguiente forma: Francia, Italia, España, Australia y Chile (ITC).
1.2
Chile en el mercado internacional
El año 2011 la superficie de viñedos en Chile llegó a unas 202 mil hectáreas. Según la
información de la OIV, esto lo posiciona en cuarto lugar entre los productores del llamado
“Nuevo Mundo” y noveno a nivel mundial. La producción chilena de vino fue de 10.572 miles
de hectolitros el 2011, lo que lo deja en cuarto lugar entre el Nuevo Mundo y séptimo lugar
mundial. Si se considera el total de vino exportado en 2011 por Chile (US$ 1.668 millones), su
primer comprador es Estados Unidos y el segundo es el Reino Unido. Para ambos mercados
Chile es su quinto proveedor más importante.
El posicionamiento internacional de las viñas chilenas ha sido analizado desde distintas
perspectivas. Se puede resumir que el crecimiento de las exportaciones ha sido el resultado –
9
además de un mayor aprovechamiento de las condiciones naturales que el país posee-, de una
estrategia centrada en la innovación, especialmente orientada a los mercados externos. Gwynne
(2008a) destacó que esta innovación se ha centrado en el producto, mejorando el vino (por
ejemplo, en relación con las cepas) y los procesos (con la incorporación de nuevas tecnologías en
el riego y bodegas), y en la creación de marca (para situarse en nichos de mayor valor,
desarrollando imagen país, y dando mayor relevancia a los valles a través de las denominaciones
de origen).
De acuerdo a las cifras difundidas por Vinos de Chile (asociación gremial que reúne al 95% de la
industria), entre 2007 y 2011 las exportaciones de vino crecieron un 8,5% en volumen y un 34%
en valor. Aproximadamente el 80% del aumento en valor es producto del auge del vino
embotellado. En la Tabla 2 se puede apreciar la evolución de las exportaciones de vino chileno
en sus tres formatos: embotellado, envasado y a granel.
Tabla 2: Exportaciones de vino de Chile al mundo (2007-2011)
Años
2007
2008
2009
2010
2011
Litros
US$
Litros
US$
Litros
US$
Litros
US$
Litros
US$
Embotellados Envasados Granel
353.078
22.050 231.538
1.080.941
39.327 125.370
361.576
24.265 198.619
1.164.098
48.698 148.071
382.915
27.456 279.148
1.139.166
52.222 174.061
425.774
27.106 274.754
1.276.848
49.645 201.799
438.559
28.325 191.646
1.414.699
55.495 198.332
Fuente: Vinos de Chile.
Total (en miles)
606.666
1.245.638
584.460
1.360.867
689.519
1.365.449
727.634
1.528.292
658.530
1.668.526
Si se analizan sólo las exportaciones de vinos embotellados en 2011, estas aumentaron 3% en
volumen y 10,8% en valor respecto a las de 2010, llegando a los US$ 1.414,7 millones. El precio
promedio del vino con denominación de origen mejoró 7,4%, ubicándose en US$ 3,33 por litro
(US$ 30 por caja de 12 botellas de 750 cc) (ODEPA, 2012). En este caso, los mercados
principales fueron, al igual que en años anteriores, el Reino Unido y Estados Unidos. Destacaron
también los incrementos presentados por las exportaciones destinadas a Holanda, Brasil, Japón y
China.
10
Según la información del Servicio Nacional de Aduanas (Legal Publishing), durante el 2011, 143
empresas (viñas en su gran mayoría) exportaron vino embotellado al Reino Unido por un monto
total de US$211 millones. En tanto a Estados Unidos, exportaron 162 empresas por un monto de
US$162 millones. En total, fueron más de 300 las viñas que registraron exportaciones durante
2011.
1.3
El cambio climático
Se denomina cambio climático a las variaciones del clima que se producen a lo largo del tiempo
en un determinado lugar. Es producido por razones naturales, aunque en los últimos años está
siendo provocado por acciones humanas, especialmente a través de las mayores emisiones de los
gases de efecto invernadero (GEI). Los GEI absorben la radiación que emite la tierra y atrapan el
calor, impidiendo el escape de energía hacia el espacio. Esto ha derivado en un calentamiento
global, es decir, a un aumento gradual de las temperaturas. Lo anterior provoca además cambios
en los esquemas de precipitaciones, afectando el derretimiento de las nieves y alterando el
suministro del agua. Por estos y otros motivos, el calentamiento global puede tener serios efectos
sobre la vida humana y el ambiente.
Científicos de diversas partes del mundo comenzaron a sospechar a inicios del siglo XIX que
algunos cambios en el clima que parecían no seguir un patrón natural, logrando identificar el
efecto invernadero natural. A partir de 1950 se comenzaron a medir las concentraciones de
dióxido de carbono en la atmósfera, confirmando que aumentaban de manera muy rápida. En
1988 se creó el Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en
inglés) por iniciativa de la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de las Naciones
Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Dos años después, en 1990 el IPCC presentó un
primer informe a partir de las investigaciones de 400 científicos. En él se afirmaba que el
calentamiento global era real y se pedía a la comunidad internacional que tomara cartas en el
asunto para evitarlo (Naciones Unidas).
Como resultado, en el seno de las Naciones Unidas se aprobó la Convención Marco sobre el
Cambio Climático (CMNUCC), la que fue firmada en 1992 en la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo realizada en Río de Janeiro, conocida como la
Cumbre de la Tierra. La CMNUCC entró en vigor el 21 de marzo de 1994 y constituye un
11
acuerdo marco a partir del cual se han ido generando compromisos concretos. El primero de
éstos fue el Protocolo de Kioto, que se aprobó en 1997 y estableció metas vinculantes de
reducción de las emisiones de GEI para los países industrializados. Allí se reconoce que dichos
países son los principales responsables de los elevados niveles de emisiones de GEI que hay
actualmente en la atmósfera, y que son el resultado de quemar combustibles fósiles durante más
de 150 años.
El Protocolo de Kioto es considerado como un paso importante hacia un régimen
verdaderamente mundial de reducción y estabilización de las emisiones de GEI, y proporciona la
arquitectura esencial para cualquier acuerdo internacional sobre el cambio climático. Ha movido
a los gobiernos a establecer leyes y políticas para cumplir sus compromisos, a las empresas a
tener el medio ambiente en cuenta a la hora de tomar decisiones sobre sus inversiones, y además
ha propiciado la creación de los mercados de carbono. No obstante ello, cabe destacar que los
países que más contribuyen a las emisiones de GEI no han sumido estos compromisos de manera
vinculante. Uno de ellos es Estados Unidos, que no ratificó el acuerdo, y el otro es China, que en
su calidad de país en desarrollo no tiene la obligatoriedad de asumir los compromisos de
disminución de GEI. Ello obviamente resta efectividad al Protocolo de Kioto.
La meta del Protocolo de Kioto es que los países miembros reduzcan en un 5% sus emisiones de
GEI entre 2008 y 2012, respecto de los niveles existentes en 1990. La meta está lejos de
cumplirse y el plazo ya prácticamente ha concluido.
En los últimos años los países han intentado configurar lo que sería una segunda etapa de
implementación del Protocolo, a partir de 2013. Sin embargo, las negociaciones no han
fructificado. Cada año los miembros se reúnen en conferencias mundiales para revisar el avance.
Las últimas han sido en Cancún (2010) y Durban (2011). En marzo del 2012 se reunieron en
Bonn los órganos subsidiarios y los grupos de trabajo que conforman el proceso negociador de la
CMNUCC, en una etapa preparatoria de los debates que deben dar lugar a un nuevo acuerdo. El
objetivo fue avanzar en la preparación del acuerdo que será revisado en la próxima Conferencia
que se realizará en Doha (Qatar) en diciembre de 2012. Los avances fueron escasos. No se logró
consenso, por ejemplo, en torno a la entrada en vigencia del nuevo Protocolo, que debería
terminar su negociación el 2015 y ser implementado hacia el 2020.
12
Para los países en desarrollo, el principal problema es el equilibrio entre la necesidad de
promover el crecimiento económico y de limitar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y
otros GEI. En términos generales, el desacuerdo entre los participantes se debe a que los países
industrializados quieren que todos los principales países emisores (incluidas las economías
emergentes) asuman importantes compromisos de reducción, mientras que los países en
desarrollo no desean restringir sus posibilidades de crecimiento sometiéndose a estrictas
reducciones. Además, estos últimos sostienen que necesitan ayuda técnica y financiera para
asumir mayores compromisos.
Según el último informe de la Agencia Internacional de Energía (2011), los países con mayores
emisiones son China, Estados Unidos, India, Rusia y Japón. En 2009, este conjunto de países
representaba el 45% de la población mundial y generaba el 56% del total de emisiones de CO2.
Por su parte, la participación conjunta de China y Estados Unidos representó el 41% de las
emisiones mundiales. La participación de América Latina alcanzó un 5% del total. El sector que
concentra el mayor porcentaje de emisiones es el de la electricidad y calefacción, con un 41% de
las emisiones globales, fundamentalmente por el uso intensivo de combustibles fósiles (carbón)
en la generación de electricidad y calor. El sector transporte concentró un 23% de las emisiones
globales debido a su dependencia del petróleo.
1.4
La relación clima-vinos
La industria vitivinícola es una de las más sensibles al cambio climático. Las condiciones
climáticas, en general, son determinantes para las viñas, y en particular, la temperatura y el agua
son de vital importancia para las uvas. El clima de un lugar específico define el estilo del vino
que allí se produce. En la medida que el clima cambia, la industria del vino también deberá
hacerlo. Esta certeza se ha convertido en un tema de principal interés para las viñas y sus
distintas organizaciones nacionales, regionales y mundiales. Expertos en cambio climático han
desarrollado diversas investigaciones tendientes a conocer en detalle los posibles escenarios
futuros y a partir de ahí proponer medidas de adaptación en la producción del vino.
En un estudio realizado para Argentina y Chile (PwC, 2009), se modelaron los cambios en el
clima hacia el año 2050. Al analizar los efectos más probables destacan para el caso de Chile:
•
Aumentos de temperatura de entre 1 a 1,5°C en 2050 y entre 2 a 4°C en 2100.
13
•
Reducción de precipitación en zona central cercana a 30%.
•
Intensificación de los fenómenos El Niño y La Niña y eventos extremos.
•
Restricciones a la disponibilidad hídrica y demandas de irrigación en Chile central.
Disminución caudales de los ríos entre 10% - 20% en la zona central
•
Extensión del clima mediterráneo al sur y del clima árido al centro
•
Adelanto y acortamiento de las fases de crecimiento y maduración.
•
Mayor presencia y abundancia de insectos
•
Disminuciones futuras de las cosechas y en las zonas más áridas, como el norte y zona
central de Chile, salinización y desertificación de tierras agrícolas.
El aspecto más importante es el de la temperatura. El estudio explica cómo en una zona
demasiado fría se obtienen bajos niveles de azúcar, un vino desbalanceado y aromas
“inmaduros”; mientras que en una zona demasiado cálida se obtienen bajos niveles de acidez,
aromas “demasiado maduros” y un vino también desbalanceado. En ambos casos el resultado es
un vino bajo el nivel óptimo.
Al revisar la situación más probable para la vitivinicultura en Chile, Cepal (2009) indica que el
aumento de la temperatura reduciría el período de fructificación en el norte del país y algunas
regiones de la zona central, lo que deterioraría las condiciones productivas. Esta pérdida podría
ser compensada, en parte, con variedades tardías. Otra pérdida de productividad estaría asociada
con la reducción en la disponibilidad de agua para riego. En cambio, en la zona sur, las viñas se
verían muy beneficiadas por un menor régimen de heladas hacia el interior del territorio. Junto
con lo anterior, podría producirse una maduración anticipada, perdiendo con ello las ventajas
comparativas actuales que exhibe el norte de Chile. Más allá de cualquier ventaja temporal, el
análisis de los expertos lleva a confirmar que los efectos del cambio climático en la industria del
vino necesariamente llevarán a modificar la estructura de costos, los flujos de inversión y el
empleo sectorial.
14
Segunda parte: La industria vitivinícola frente al cambio climático
2.1
Prácticas amigables con el medio ambiente
Tal como lo hace ver Galbreath (2011), el hito a partir del cual comenzó a aumentar de manera
importante el interés mundial por el cambio climático fue la entrada en vigencia del Protocolo de
Kioto en 2005. Más allá del cuestionamiento a la efectividad de este instrumento -considerando
la no ratificación de Estados Unidos, entre otros, y la no obligatoriedad para China -, empresas y
ciudadanos de distintos países comenzaron a tomar acciones cada vez más concretas en pos de
contar con productos “amigables” con el medio ambiente. La demanda por contar con
información sobre el impacto ambiental ha llevado a la elaboración de una serie de sellos, índices
y huellas, que pretenden dar cuenta de las características de los productos y servicios que
consumen.
En la industria del vino, este interés se materializó a fines de 2006, cuando se acordaron los
Principios de Sustentabilidad de la Asociación Internacional del Comercio de las Industrias del
Vino, en la reunión de la Federación Internacional del Vino y Espirituosas (FIVS). Allí se
reconoció la importancia de avanzar en una vitivinicultura sustentable y se reconoció el trabajo
que se estaba realizando a partir de iniciativas como el Sistema de viñedos sustentables de
Australia, el Programa para el crecimiento vitivinícola de Nueva Zelandia, la Producción
Integrada del Vino de Sudáfrica y el Programa de crecimiento sustentable de la Vitivinicultura
en California, Estados Unidos. Se trata en todos los casos de productores del denominado
“Nuevo Mundo”.
Hasta ese momento las certificaciones ambientales más usuales en la vitivinicultura eran las
orgánicas 3 y las biodinámicas 4. Posteriormente fueron naciendo iniciativas relacionadas con el
3
Vino orgánico es aquel elaborado a partir de uvas cultivadas sin pesticidas, herbicidas y fertilizantes químicos o
sintéticos. Esto implica trabajar la tierra de otra forma, utilizar cubiertas vegetales, e incorporar estiércol y compost
como fertilizantes. También existen requisitos especiales para el proceso de vinificación, por ejemplo, con respecto
al uso de ciertos insumos. Este tipo de vinos es certificado como orgánico o elaborado a partir de uvas orgánicas por
entidades especializadas.
15
uso eficiente de la energía (en la fabricación de botellas especialmente), y con códigos y sellos
de sustentabilidad.
En el caso del vino, tal como en otros productos, comenzaron a conocerse los primeros ejemplos
de eco-etiquetado. Esto incluye la adopción de prácticas ambientalmente amigables, la
certificación de las mismas y su comunicación a través de las etiquetas de cada producto. Delmas
y Grant (2008) destacan que en cada una de estas etapas existirían beneficios específicos para las
viñas. No obstante ello, el objetivo final de los productores sería optar a un precio mayor en base
a que los consumidores estarían dispuestos a pagar más por un producto en el que se minimizan
los impactos ambientales.
Sin embargo, el estudio mencionado destacó que no siempre se concluye el proceso de
certificación con la comunicación a través de la etiqueta. Afirma que las mejoras en la calidad
del vino y sus procesos se traducen en mejores precios aun cuando el consumidor no tenga a la
vista la etiqueta. También hace alusión a la pertenencia a asociaciones o clubes que, teniendo
como objetivo aspectos de sustentabilidad, mejoran la reputación de las viñas. A través de este
camino, y sin contar con etiquetas de por medio, alcanzan también mayores precios de sus
productos.
Los resultados en los precios a partir del etiquetado son poco claros. En el estudio citado se
analizó la situación de vinos orgánicos y biodinámicos en Estados Unidos, considerando
muestras entre 1998 y 2005. Se concluye que cuando existía una relación, era negativa. Los
autores explicaron este resultado a partir de la confusión de conceptos: existiría un estigma
respecto de que el vino orgánico es de menor calidad que el tradicional.
Esta opinión podría confirmarse con otro estudio (Sirieix y Remaud, 2010) que revisa
percepciones de consumo sobre los vinos “eco-friendly” (entre los que se incluyen los orgánicos)
respecto de los tradicionales, en el mercado australiano. Se afirma que la preferencia de los
4
Este tipo de producción agrícola se basa en los principios del antroposófico austríaco Rudolf Steiner, formulados a
consecuencia de la industrialización de los campos europeos, después de la Primera Guerra Mundial. Básicamente
define la forma y tiempos de la agricultura a partir de la influencia de los astros sobre los cultivos. Estimula la
incorporación de diversidad de flora y fauna dentro de un viñedo. Sus seguidores desarrollan una serie de preparados
en base a hierbas y minerales que aplican a los cultivos según el calendario lunar.
16
consumidores por los alimentos orgánicos no se extiende a los vinos y que no hay un buen
conocimiento de las características de los vinos elaborados con prácticas que cuidan más al
medioambiente. A pesar de que el consumidor no ha distinguido especialmente a los vinos
orgánicos y biodinámicos por su mejor relación con el medio ambiente, han sido varias las viñas
que se han reorientado a estas formas de producción en los últimos años.
Otra práctica ambientalmente amigable que surgió con fuerza en la industria internacional del
vino es el uso de botellas livianas. A partir de las reglamentaciones europeas en torno a los
envases de vidrio, especialmente relacionadas con su reciclado, se fue generando la oferta de
botellas livianas o ecológicas. De acuerdo a la consultora internacional BestFoodForward, que
apoya en sus prácticas sustentables a los grandes retailers, existe una importante reducción en las
emisiones de GEI al pasar de una botella tradicional (de unos 800 gramos en promedio) una
liviana (de unos 300 gramos promedio). Las emisiones de GEI durante el proceso de elaboración
y transporte de la primera botella equivalen a 976 gramos de CO2; mientras que en la segunda la
equivalencia es de 480 gramos de CO2, es decir la mitad.
2.2
La huella de carbono del vino
Otra práctica medio ambiental que ha ido ganando terreno en los últimos años es la medición de
los GEI, comúnmente llamada la “huella de carbono” (en adelante HC). Al conocer los niveles
de emisión de una empresa o producto, se puede avanzar de una forma más objetiva en la
disminución de las mismas. Para esto se han elaborado diversas metodologías, las que se
explican brevemente en el Recuadro 1.
17
Recuadro 1: La huella de carbono: qué mide y cómo
La cantidad de GEI que se liberan a la atmósfera a raíz de la producción y/o comercialización de
un producto es lo que se conoce como su Huella de Carbono. Se calcula midiendo las emisiones
producidas por una empresa y/o en la elaboración de un bien. Los GEI medidos son: dióxido de carbono
(CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O), hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC), y
hexafluoruro de azufre (SF6). El resultado se informa a partir de unidades de carbono equivalente por
unidad de producto, por ejemplo, dos kilos de CO2 equivalente por botella de vino.
Existen las huellas corporativas, es decir, aquellas que consideran las emisiones de una empresa y
su sistema productivo, y las huellas de producto, que consideran las emisiones del ciclo de vida de un
producto particular. En este último enfoque se consideran todas las etapas de elaboración de un producto
o servicio, desde los insumos necesarios para su elaboración, todas sus etapas de procesamiento,
comercialización, consumo y posterior reciclaje. Esto es lo que se denomina el ciclo de vida del producto.
Los países industrializados han desarrollado diferentes metodologías de medición, incluyendo
una serie de “Calculadoras” que facilitan la conversión de los distintos gases en CO2 equivalentes. Estas
metodologías han sido adaptadas en distintos países y por distintos sectores, de manera que consideren las
particularidades de cada proceso productivo y la matriz energética de distintos países.
Hasta ahora no existe una metodología única de medición de la HC, lo que dificulta la
comparación de resultados. Las más utilizadas a nivel internacional corresponden al GHG Protocol (de
tipo corporativo), la PAS 2050 (orientada al ciclo de vida de productos) y las ISO 14.064
(correspondiente a un enfoque corporativo).
Las mediciones realizadas a partir del GHG Protocol consideran tres niveles distintos
(denominados scope). El primero (scope 1) es el relacionado con las emisiones directas, es decir, aquellas
que dependen de la empresa y su proceso productivo. El scope 2 corresponde a emisiones indirectas
procedentes del consumo de energía eléctrica y el scope 3 también son indirectas, pero esta vez
relacionadas con materiales y actividades anteriores al procesamiento y posteriores al proceso de
elaboración. La medición basada en el ciclo de vida incluye las distintas etapas de elaboración de un
producto, considerando sus insumos, elaboración, comercialización, consumo y posterior reciclaje.
Si bien en los últimos años se ha realizado un esfuerzo de armonización entre estas y otras
metodologías, es posible que los distintos métodos den resultados muy diversos e incluso contradictorios
para un mismo producto.
Fuente: Elaboración propia a partir de la información analizada en la investigación.
Una vez calculada la HC, es posible establecer formas en que ésta puede irse reduciendo. Para
ello se pueden realizar acciones internas –en la infraestructura y/o procesos productivos de la
empresa- tendientes a reducir las emisiones directas. También se pueden compensar estas
emisiones, es decir, capturar el carbono emitido a través de otro tipo de proyectos, por ejemplo,
18
plantaciones forestales. Para realizar esta compensación, la empresa puede desarrollar sus
propios proyectos o adquirir los denominados bonos de carbono en el mercado internacional, los
que financian este tipo de proyectos. Cuando se compensa toda la emisión se habla de
neutralización del carbono y se le asigna la categoría de carbono neutral a la empresa o el
producto.
Tal como lo destacan LaFleur y Rosaasen (2011), las certificaciones ambientales, incluida la HC,
surgen primero ante la demanda de los consumidores por contar con más información sobre la
sostenibilidad y el impacto ambiental de los productos que adquieren. Sin embargo, en el
proceso de obtener esta certificación, las empresas han identificado ciertas ineficiencias en sus
procesos productivos. Dado que las metodologías integran cada vez mayores aspectos, los
productores deben revisar toda su cadena productiva, incorporando insumos y reciclaje, lo que
les va entregando una visión más amplia e integral de su negocio.
En el caso del vino, Colman y Päster (2007) compararon las huellas de carbono de vinos
procedentes de distintos países: Estados Unidos, Francia y Australia. El cálculo se realizó a partir
del ciclo de vida del producto. Los autores destacan que en ese momento, los viñateros sólo
registraban las emisiones producidas en la viña, pero no en el trasporte a los mercados de
destino, lo que según se comprobó generaba importantes distorsiones.
El mercado de destino elegido fue Chicago, en Estados Unidos. Solamente el transporte de la
botella de vino australiana generó emisiones de 2,2 kilos de CO2, de un total de 3,44 kg de su
HC. El vino francés (orgánico) presentó una huella de 2,12 kilos. El vino de EE.UU., del Valle
de Napa, tuvo una HC de 4,5 kilos. La explicación de esta mayor HC, pese a ser producido más
cerca del punto de consumo que sus competidores, los vinos franceses y australianos, es que fue
trasladado en avión. Este medio de transporte genera mayores emisiones de CO2e, que el
terrestre o el marítimo.
Al cambiar los productos comparados se vieron resultados distintos. Se incorporó un segundo
vino francés (cuyo envase era de media botella), que tuvo una huella de 4,5 kilos. Se calculó
también la HC de un vino procedente de Argentina, pero que fue embotellado en EE.UU
(California), con 2,23 kilos en total. En la medida en que cambiaban los mercados de destino –al
19
interior del mismo EE.UU.- cambiaba también la HC de cada botella de vino. La comparación
entre las distintas huellas de carbono medidas y su composición se muestran en detalle en el
Gráfico 1. En todos los casos, el transporte explica la mayor parte de las emisiones.
Gráfico 1: Comparación de la huella de carbono de vinos procedentes de distintos países
hacia el mercado de Chicago en EE.UU. (En gramos de CO2e)
5000
4500
4000
3500
Transporte
3000
Botellas
2500
Bodegas
2000
1500
Cultivos
1000
Barriles
Uso de la tierra
500
0
Francia
Media
botella
Francia
Magnum
Australia
A granel
Argentina
Australia
Napa
Fuente: Colman y Päster (2007)
A partir de estos resultados, un estudio de Australia (Waye, 2008) destacó que a pesar de que los
“kilómetros alimenticios”5 no pueden ser usados ya para discriminar a productos de origen
geográficamente más lejano, el vino australiano presentó una mayor huella que el francés a raíz
del transporte. Tras señalar una serie de posibles discriminaciones injustas a partir de este hecho,
destaca que adicionalmente las emisiones de GEI son sólo un factor relevante para la
sostenibilidad. Menciona otros como la disponibilidad del agua, el comercio justo y la
sostenibilidad de la cultura local. Destaca que al centrarse en el etiquetado de carbono, los
consumidores y los productores tienen menos incentivos para hacer frente a estos otros factores
ambientales y sociales, lo que puede llevar a acciones no siempre adecuadas.
5
“Kilómetros alimenticios” o “Food miles”. Concepto que señala que los alimentos procedentes de países más
lejanos –y que por lo tanto deben viajar mayores distancias- serían menos sustentables o más contaminantes que los
alimentos producidos localmente.
20
A partir de los resultados de las distintas huellas, Colman y Päster asumieron que en promedio
un litro de vino tiene una huella de 2 kilos de CO2. Considerando en ese entonces las últimas
estadísticas disponibles, con una producción mundial de 2.668,3 millones de litros de vino (cifras
de 2001), las emisiones globales de GEI para la producción y distribución de vinos serían de 5,
33 millones de toneladas de CO2. Considerando que el total de emisiones en el mundo en ese
momento era de 6.300 millones de toneladas de carbono, el vino representaba el 0,08%. Si bien
puede parecer una cifra menor, los mismos autores señalan que estas emisiones eran equivalentes
a las generadas por la combustión de combustibles fósiles de cerca de un millón de vehículos de
pasajeros por más de un año.
Cabe destacar que el año 2011 la producción total de vino fue de 2.653 millones de litros, muy
similar a lo producido en 2001. Sin embargo, el comercio internacional del vino ha crecido
mucho más. Según la OIV (2012) “más de 4 litros de los 10 consumidos en el mundo, han
cruzado previamente una frontera”.
2.3
Comercio internacional y cambio climático
Es precisamente el movimiento internacional de bienes y servicios, es decir, el comercio
internacional, el que origina que las emisiones generadas en la producción de un bien se
trasladen a un país distinto a través de la exportación de ese producto o servicio. A ello deben
sumarse las emisiones producto del transporte hacia el país importador.
LaFleur y Rosaasen (2011) han descrito los posibles efectos de la medición de las emisiones,
especialmente desde el punto de vista de las exportaciones procedentes de Latinoamérica. Entre
los aspectos relevantes están: los mayores costos involucrados en la medición y certificación de
la HC, la complejidad de las distintas metodologías existentes, y el impacto del transporte, dadas
las grandes distancias entre los productores de la región y los consumidores en mercados
importantes, especialmente los de Europa y Asia.
Según un estudio realizado en forma conjunta por la OMC y PNUMA el 2009, algunos países
desarrollados exigen ya evaluaciones ambientales de sus acuerdos comerciales, aunque éstas
suelen concentrarse en los contaminantes nacionales más que en los transfronterizos o
mundiales. Se llama la atención sobre el hecho de que algunas de estas evaluaciones han
21
suscitado preocupación por el posible aumento de las emisiones de GEI resultantes de la
intensificación del transporte, aunque en ninguna se ha tratado de efectuar un análisis
cuantitativo detallado de esos efectos.
Se destaca que - excluyendo el comercio al interior de la Unión Europea-, en 2006 la carga
transportada por vía marítima absorbió el 89,6 por ciento del comercio mundial en volumen y el
70,1 por ciento en valor. Sin embargo, este tipo de transporte sólo representa el 11,8% de la
contribución total del sector del transporte a las emisiones de CO2. La aviación representa un
11,2 %, el ferrocarril un 2% y el transporte por carretera representa un 72,6%. Adicionalmente,
el tráfico marítimo es el más eficiente en términos de emisiones de carbono, lo que no siempre es
considerado.
Otro aspecto, especialmente controvertido, analizado por la OMC y el PNUMA (2009) son los
mecanismos de fijación de precios que pretenden reducir las emisiones de GEI: los impuestos al
carbón y los sistemas de comercio con fijación de límites máximos, conocidos en inglés como
“cap and trade”. Se explica que el objetivo de estos instrumentos es internalizar el costo del
cambio climático, al establecer un precio sobre el contenido de carbono derivado de la energía
consumida, o sobre las emisiones de CO2 generadas en la producción o el consumo del bien.
Este costo extra para los productores y/o los consumidores, sería un incentivo para limitar el uso
de combustibles y productos con alto contenido de carbono y reducir las emisiones.
No obstante las diversas propuestas efectuadas en varios países, el análisis destaca que la
mayoría de los estudios realizados al respecto demuestran que los efectos de estos impuestos han
sido leves, pero positivos, en sectores como la calefacción, en la industria y viviendas. Respecto
de los regímenes de comercio de emisiones vigentes, se asegura que no llevan funcionando
mucho tiempo, por lo que sus posibilidades de frenar las emisiones son aún muy pocas.
En el estudio de Colman y Päster (2007) se calculó el impacto potencial de distintas posibles
iniciativas relacionadas con impuestos al carbono. Según sus cálculos, en promedio, el precio
subiría US$0,12 para cada botella, pero su efecto sería regresivo, siendo más alto para aquellos
vinos de menor precio. Y en algunos casos, son los vinos que cuentan con mayor escala de
22
producción y que han implementado medidas para rebajar sus emisiones, los que terminarían
pagando mayores impuestos y eventualmente disminuyendo sus ventas.
Según Herreros (2010), estas iniciativas pueden dividirse en tres categorías. Un grupo serán las
denominadas “medidas de ajuste en frontera” que consisten en impuestos a las importaciones, de
acuerdo con ciertos criterios, tales como la huella de carbono de un producto, o el que un país
exportador no esté sujeto a compromisos de reducción equivalentes a los efectuados por el país
importador.
Un segundo grupo incluye las subvenciones gubernamentales que pretenden
fomentar en algunos sectores, la adaptación de sus procesos productivos haciéndolos menos
intensivos en carbono. El tercer grupo considera a las normas técnicas que regulan los insumos y
procesos de producción que están permitidos y prohibidos, y a sistemas de etiquetado que
entregan información sobre aspectos como la eficiencia energética o la huella de carbono de un
determinado producto. Se concluye que de estas tres categorías, la primera es la que presenta un
potencial más evidente para afectar los flujos de comercio.
El referido estudio indica que existe un riesgo en este tipo de iniciativas, ya que algunas podrían
convertirse en medidas proteccionistas. Muchas buscan explícitamente compensar las eventuales
desventajas de ciertos sectores productivos en los países industrializados, frente a sus
competidores en países en desarrollo, los que no están sujetos a compromisos vinculantes de
reducción de emisiones. Esto podría implicar que los productores de mercados en desarrollo
enfrenten nuevas barreras en varios de sus principales mercados, sin acceso a ayudas públicas
para su reconversión productiva, tal como sucede con las empresas de los países industrializados.
En los últimos años ha habido un importante debate académico sobre la eventual compatibilidad
de medidas como las antes descritas, con los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio
(OMC), incluyendo el GATT, el Acuerdo sobre Obstáculos Técnicos al Comercio (OTC), el
Acuerdo sobre Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF) y el Acuerdo sobre Subvenciones y
Medidas Compensatorias. Un punto particularmente contencioso ha sido la compatibilidad entre
estos acuerdos y la aplicación de medidas de ajuste en frontera. Iniciativas de este tipo han sido
mencionadas en el debate político e incluso en iniciativas de ley en países industrializados como
los Estados Unidos (en el proyecto de ley conocido como “Waxman-Markey”), Francia e Italia.
23
Sin embargo, a la fecha ningún país ha puesto en aplicación medidas de este tipo, probablemente
en parte por la posibilidad de generar controversias comerciales en la OMC.
En la práctica, los mayores requerimientos que hoy se piden a los productos importados
vinculados a su HC, tienen relación con la información que deben incluir en el etiquetado, de
manera de informar a través de él a los consumidores respecto de su nivel de emisiones de GEI.
La mayor parte de estos esquemas son voluntarios y están siendo administrados por empresas
privadas, especialmente del sector del retail.
Una excepción importante es el caso de Francia, donde se ha definido la utilización de una
etiqueta ecológica, uno de cuyos indicadores es el carbono. En este país se introdujo en 2011 una
nueva ley de responsabilidad ambiental, conocida como Grenelle 2, en la que se establece un
año para realizar un programa piloto del etiquetado en un conjunto limitado de productos. A
partir de esos resultados, los que están siendo actualmente analizados por el gobierno francés, se
definirá si se aplicará la norma a la totalidad de los productos comercializados en el país, sean
nacionales o importados6.
6
Para mayor información sobre el programa piloto véase http://www.developpement-durable.gouv.fr/Display-ofthe-environmental.html
24
Tercera parte: La situación de Chile
3.1
La industria chilena del vino
La producción de vinos ha sido tradicionalmente una actividad productiva de la zona centro-sur
de Chile, cuyos inicios datan de la colonia, teniendo como principales clientes a los
consumidores nacionales. Esta situación cambió radicalmente en los últimos 20 años.
Según explica Bordeu (1995), tradicionalmente habían existido dos tipos de empresas: las que se
dedicaban al cultivo de la vid y eventualmente elaboraban vinos propios, y las que elaboraban y
embotellaban. Las primeras eran mucho más numerosas y vendían sus uvas y vinos a las
segundas, que fueron las que comenzaron con el proceso exportador. Hacia los años noventa
emergió un tercer grupo conocido como “viñas boutique”, de tamaño medio y pequeño, que
elabora vinos a partir de viñedos propios, de calidad superior y cuyo principal mercado es el
extranjero.
A inicios de los años 80 las exportaciones de vino llegaban apenas a los US$15 millones,
llegando en 1993 a los US$130 millones. Este aumento no es sólo de volumen sino también en
precio, especialmente en el vino embotellado, que es generalmente de mayor calidad que el a
granel. Primero, en los 80, se logró el ingreso al mercado norteamericano y posteriormente, en
los 90, al europeo. En 1992, los vinos chilenos representaban el 1% de las importaciones de vino
de la Unión Europea. En ese momento, la única cepa que se exportaba era el Cabernet
Sauvignon.
En esa etapa se realiza un importante cambio en el tipo de vino elaborado, a partir de las
tendencias internacionales imperantes, para lo que fue necesario realizar importantes esfuerzos
en infraestructura y equipamiento. En este camino, fue la empresa española Miguel Torres, a la
que se le reconoce el liderazgo. Los grandes grupos, de capitales chilenos, realizaron las
inversiones necesarias para producir un cambio mayor en toda la industria y se convirtieron en
los principales exportadores. Posteriormente se sumaron las “viñas boutique”, las que
adicionalmente solían estar asociadas con empresas en sus mercados de destino.
25
A inicios del 2000, las dos asociaciones gremiales existentes comenzaron a ser representadas en
el exterior (Estados Unidos y Reino Unido) por Wines of Chile, fundada en julio de 2002 con el
propósito de fortalecer la imagen de Chile y estimular las ventas de vinos finos chilenos en el
extranjero.
Los grupos de mayor envergadura del sector corresponden a Concha y Toro, San Pedro y Santa
Rita. Estos han ido adquiriendo numerosas viñas medianas y pequeñas, las que continúan
generalmente con sus marcas y nichos propios, configurando una compleja red.
3.2
La experiencia de los actores relevantes
A partir del año 2006, las cadenas de supermercados del Reino Unido fueron las primeras en
comenzar a preguntar a las viñas chilenas si estaban realizando la medición de su Huella de
Carbono. Como es usual en la relación entre distribuidores y viñas, se hacían llegar cuestionarios
sobre el tema o simplemente se preguntaba sobre el tema durante las reuniones de trabajo
habituales.
El año 2007, la cadena británica de supermercados Tesco anunció la creación de un “carbon
rating”. Esto incluía la determinación de solicitar la HC a todos sus proveedores como parte de
un compromiso más amplio de sustentabilidad que el retail había definido. Según lo que informó
la propia Tesco sus metas incluían: convertirse en un negocio “cero-carbono” el año 2050,
reducir las emisiones de sus productos en un 30% al 2020, y ayudar a sus clientes a reducir su
huella personal en 50% al 2020.
Más allá de la reciente decisión de Tesco de no continuar adelante con el programa de HC
(Lucas y Clark, 2012), la incorporación de Concha y Toro a un programa piloto de medición de
la huella, constituye el primer hito público en relación al camino seguido por la industria del vino
en Chile. La importancia del tema y la envergadura de los dos actores involucrados, es de
especial relevancia para la industria chilena.
Concha y Toro es la viña más grande e importante de Chile, con gran trayectoria exportadora y
reconocido liderazgo en la industria. Cuenta con un distribuidor propio instalado en el Reino
Unido, y por lo tanto con un mayor conocimiento del mercado si se compara con la situación del
26
resto de las viñas chilenas, que en ese tiempo (2007) se relacionaban con importadores locales
que luego distribuían su vino entre distintos compradores.
El Reino Unido, principal importador de vino a nivel mundial, tenía el 2007 a Chile como su
cuarto proveedor, con US$208 millones (ITC). Para Chile, era el primer mercado de exportación
de vinos.
El año 2007, el 79% del vino chileno que llegaba a Reino Unido se destinaba al sector
denominado “off-trade”7, donde las cadenas de supermercados dominaban con el 72% de las
ventas de vino. Tesco era responsable de un tercio de este comercio (Gwynne, 2008b). Ya el
2006, la mitad de los vinos chilenos que se exportaban al Reino Unido se comercializaban bajo
marca Tesco.
Según el estudio citado anteriormente, la estrecha relación entre las viñas chilenas y los
supermercados británicos permitió un creciente rol de estos últimos en el desarrollo de
productos, posicionamiento de marcas y selección de proveedores. Este rol era aún más
importante en aquellos vinos que se comercializaban bajo etiqueta de alguna empresa de retail
británica.
Esta forma de insertarse en el mercado británico, expresamente definida por varias viñas
chilenas, fue permitiendo un permanente mejoramiento de sus productos y procesos. A partir de
las demandas británicas se han ido adaptando sabores, incorporando requisitos y desarrollando
nuevas marcas que luego se comercializan con bastante éxito. Esta característica ha sido
particular del mercado británico, pues en caso de los Estados Unidos el mercado del vino no
alcanza estos niveles de concentración en manos de los retailers. Esta influencia tampoco ha
llegado a aspectos como la tecnología, pues allí son otros y más variados los países de referencia,
entre los que se puede encontrar a Francia y Australia, por ejemplo.
No obstante, otras viñas ya habían comenzado, en el marco de una política ambiental más
marcada, a considerar y/o medir sus emisiones de GEI. La experiencia Tesco/Concha y Toro fue
la que públicamente llamó la atención de la industria vitivinícola del país.
7
Se denomina “off-trade” cuando el vino –en este caso- es consumido en un lugar distinto de donde se adquiere, por
ejemplo, un supermercado. En contraposición, el “on-trade”, es cuando se consume en el mismo lugar de compra,
ejemplo, un restaurant.
27
3.3
Primeras iniciativas
Una de las primeras experiencias fue el año 2007, cuando Viña Cono Sur –perteneciente a
Concha y Toro- se convirtió en la primera viña del mundo en obtener el estatus CarbonNeutral®
delivery. Esto implica que las emisiones de CO2 generadas por el transporte (en este caso
marítimo) hasta el lugar de consumo de sus vinos han sido medidas y compensadas a través de la
compra de bonos de carbono. Esta medición y compensación la realizaron con la empresa
británica The Carbon Neutral Company, la que posteriormente llegó a Chile a través de una
licencia.
A partir de 2008 fueron varios los viñedos chilenos que decidieron certificarse como “carbono
neutrales”, lo que significa que compensan sus emisiones de GEI. Esta compensación
generalmente se ha traducido en inversiones en proyectos de energía sostenible alrededor del
mundo. Fue el caso de Viña Santa Carolina, Viña Casablanca, Viña Tarapacá, Viña Misiones de
Rengo y Viña Mar. A los pocos años, sin embargo, las tres últimas viñas mencionadas -ligadas al
grupo San Pedro Tarapacá-, abandonaron esta práctica (Zwanzger, 2012).
Otra de las primeras iniciativas en la industria local fue la de la Viña De Martino, que midió sus
emisiones de carbono en 2007. Dos años más tarde lanzó el primer vino carbono neutral en
Latinoamérica (bautizado como Nuevo Mundo), convirtiéndose en la primera bodega de ese tipo
en América del Sur. Ha compensado sus emisiones construyendo una planta para el tratamiento
de aguas residuales y comprando bonos de carbono.
3.4
Programas asociativos
Un importante antecedente a la medición de la HC en las viñas de Chile fue el Primer Acuerdo
de Producción Limpia (APL) de la Industria Vitivinícola, lanzado el 2003 como parte de una
estrategia a nivel país impulsada por el Consejo Nacional de Producción Limpia (CPL), que para
estos efectos se asoció con la Corporación Chilena del Vino (CCV) en su calidad de asociación
gremial. Si bien este trabajo no se enfoca en la huella de carbono solamente, fue para varias
viñas el inicio de un trabajo más global en torno al impacto medioambiental de sus procesos
28
productivos. 196 empresas obtuvieron su certificación, las que representaban el 65% de la
producción nacional de vino en ese momento.
Tal como se explica en un manual elaborado por CCV y CPL (2001) la producción limpia es
una estrategia de gestión ambiental y empresarial, que se aplica a productos y procesos. Su punto
de partida es la prevención. Sus objetivos principales son el uso eficiente de las materias primas,
la reducción de emisiones y descargas, la reducción de riesgos para la salud humana y el medio
ambiente. Todo lo anterior, aumentando la eficiencia y la rentabilidad de la empresa.
El año 2009 se firmó entre las partes el segundo APL para el sector, con el objetivo de
profundizar en los temas y apoyar en el avance del trabajo especialmente a las viñas de menor
tamaño. Entre las áreas desarrolladas en esta oportunidad está la reducción de la huella de
carbono.
Fue justamente el año 2009 durante el cual se realizaron también los primeros proyectos
asociativos sobre la huella de carbono en el vino chileno. Se trata del programa “Energía y
cambio climático: Apresto de las exportaciones y aumento de competitividad en el sector
vitivinícola”, impulsado por Vinos de Chile, y el estudio “Huella de Carbono de los productos
agropecuarios de exportación”, ejecutado por el Instituto de Investigaciones Agropecuarias
(INIA). Estas dos iniciativas se potenciaron de forma tal que fueron el punto de inicio para la
incorporación masiva de esta práctica por parte importante de la industria vitivinícola chilena.
El proyecto impulsado por Vinos de Chile fue financiado por Innova Chile- CORFO8 y los
principales temas abordados fueron la eficiencia energética y la disminución de las emisiones de
GEI. La evaluación realizada a partir de este proyecto indicó en ese momento que el 100% de las
empresas chilenas del sector utilizaba la energía eléctrica en alguno de sus procesos productivos.
Además, se identificó que por cada trabajador había 3,5 máquinas por empresa. Según sus
8
Innova Chile promueve las acciones que debe desarrollar Corfo (agencia pública promotora del emprendimiento e
innovación) en materia de innovación, emprendimiento innovador y transferencia tecnológica. Entre sus objetivos
está el apoyar el desarrollo de negocios que generen un alto impacto económico y social, promover los valores de la
innovación y facilitar el acceso a herramientas para que en Chile se conozcan y adopten buenas prácticas en estas
materias entre emprendedores, empresas y organizaciones. Ver www.innovachile.cl
29
cálculos, la industria vitivinícola en Chile es responsable del 0,5% del consumo energético del
sector industrial y minero.
El proceso vitícola posee dos etapas de alta intensidad energética. La primera se refiere al uso de
maquinarias y bombas para regadío en el manejo del cultivo, y la segunda está relacionada con la
cosecha y el transporte de la uva.
Se planteó a las viñas lograr cuatro propósitos a partir de este trabajo: ahorro económico y
energético, disminución de emisiones de CO2, aumento de la productividad y mejoramiento de
la imagen frente a los consumidores demostrando cuidado en el uso de los recursos. Para lograr
estos objetivos se realizó un intercambio y sistematización de experiencias entre viñas
proactivas, y una transferencia de su conocimiento a otras viñas.
Se pretendía lograr una sensibilización frente a las tendencias del cálculo de la huella de carbono,
entregar a las viñas un mayor conocimiento sobre las tecnologías claves en el consumo de
energía del sector, capacitarlas en el uso de herramientas para evaluar el consumo de energía, así
como en las emisiones de carbono. Todo lo anterior permitiría contribuir en la imagen del sector.
Algunos de los procesos que fueron destacados, por constituir una oportunidad para tener una
mejor gestión energética y al mismo tiempo disminuir las emisiones, fueron: refrigeración,
calefacción, bombeo, climatización, sistema eléctrico y de iluminación. Incluso, se planteó que
no siempre es necesario tener bajas temperaturas durante la fermentación de los vinos blancos,
algo que genera encontradas opiniones en el sector.
En la Guía elaborada en el marco de este proyecto (Borregaard, N., Medina, J., Carretero, E.
Klemmer, G., Bordeu, E. 2009, pág, 8), instaban a las viñas a avanzar de manera decidida en
estos temas:
“A nivel internacional diversos países han comenzado a calcular las emisiones de GEI
generadas en la elaboración de productos (particularmente en el sector alimentario) y a definir
exigencias en esta materia. Para adelantarse a estos requerimientos, es fundamental optar por
una estrategia proactiva en el uso de tecnologías que minimicen estas emisiones y que, a su vez,
pueda ser complementaria con estrategias para lograr la mayor calidad, mayor valor agregado
y, finalmente, mejor posicionamiento de mercado”.
30
Pocos meses después de iniciado el anterior proyecto (mayo de 2009) comenzó a ejecutarse el
estudio “Huella de Carbono de los productos agropecuarios de exportación”, desde el sector
público9. Su objetivo era medir la HC de los principales productos agropecuarios exportables –
incluyendo los vinos- para contribuir a mantener o aumentar la competitividad del sector. Entre
sus objetivos específicos estaban: contar con una primera aproximación hacia el rango de valores
de HC que pueden darse en el país, para productos exportables; identificar fases críticas y
opciones de mitigación; efectuar recomendaciones de política y desarrollar una calculadora para
el sector agropecuario chileno.
En el caso de los vinos se consideraron nueve viñas –convocatoria realizada a través de Vinos de
Chile- y se midió la huella de sus cepas tintas exportadas por vía marítima a Estados Unidos y a
Europa. Los rangos de las huellas fueron entre 0,83 y 2,93 kilos por botella para el mercado de
América del Norte, y entre 0,87 y 2,97 kilos por botella para el mercado europeo.
Una de las principales conclusiones fue la amplia variedad de resultados y formas distintas en
que se compone la HC para cada uno de los productores, tal como se puede observar en el
Gráfico 2. A pesar de esta diversidad, en promedio las principales fuentes de emisión fueron la
bodega y el embotellado. Adicionalmente, la HC de la única viña orgánica considerada en la
muestra se ubicó dentro del rango de valores promedio. La única diferencia fue que los residuos
correspondieron a una fuente importante de emisiones, lo que no sucedió en las viñas
convencionales.
9
El INIA es una corporación de derecho privado, sin fines de lucro, dependiente del Ministerio de Agricultura.
Véase www.inia.cl.
31
Gráfico 2: Estructura de la huella de carbono de los vinos chilenos, según fases del ciclo de
vida (En porcentajes de la HC total de cada viña)
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Transporte nacional
Embotellado
Bodega
Producción
Fuente: INIA (2010).
A partir de los resultados de este estudio, se puso a disposición de las viñas chilenas -así como de
otras industrias también analizadas- una calculadora especial para medir las emisiones de
carbono en el sector, considerando las distintas etapas de su sistema productivo, a partir de un
análisis de ciclo de vida.
Con esto, Chile comenzaba a ponerse en línea con lo que sucedía en los otros países productores
de vino del denominado Nuevo Mundo. El año 2008 se elaboró el Protocolo Internacional del
Cálculo de Emisiones de Carbono en el Sector Vitivinícola, cuyo objetivo es medir la huella de
carbono en instalaciones y operaciones de las empresas de manera corporativa. En la elaboración
de este Protocolo participaron el Instituto del Vino de California (Wine Institute of California),
Viticultores de Nueva Zelandia (New Zeland Winegrowers), el Programa de Producción
Integrada de Vino de Sudáfrica (South Africa’s Integrated Production of Wine Program), y la
Federación de Vinicultores de Australia (Winemakers Federation of Australia). Bajo esta
metodología se ha establecido que la etapa de mayor generación de emisiones es el transporte del
producto a destino.
32
Ell año 2010, a través del Nodo T
Tecnológico
ecnológico de Energía y Cambio Climático de Vinos de Chile,
se adaptó el Protocolo mencionado a la industria chilena. Se realizó a partir de una aplicación
piloto a la Viña Cousiño Macul
Macul. Posteriormente se capacitó
tó a las viñas socias en su aplicación. A
partir de allí 16 nuevas viñas comenzaron a medir su huella de carbono. Participaron junto a las
viñas tres empresas consultoras: Deuman, Poch y GEQ –que
que fueron responsables de la mediciónmedición
y tres compañías verificadoras:
adoras: Ernst & Young, CarboNZero y Deloitte.
A partir de los estudios del INIA y la aplicación del piloto del Protocolo Internacional, se cuenta
con estimaciones respecto de la HC de los vinos chilenos
chilenos,, a partir de los enfoques de producto
(ciclo de vida)) y de empresa (emisiones corporativas). En el Gráfico 3 se observan los resultados.
De ambos se puede concluir, por ejemplo, que las actividades de campo y bodega (que se
explican en el enfoque corporativo por las emisiones directas y la energía eléctrica),
eléctric
corresponden a menos de la mitad de las emisiones totales. Cabe destacar que las actividades de
transporte y embotellado, son parte de la cadena productiva en el enfoque corporativo.
Gráfico 3: Comparación de la HC del vino chileno según metodología ocupada
Fuente: Elaboración propia a partir de información de Carretero, 2010.
Al terminar estas iniciativas, se podría afirmar que la industria del vino chilena tenía un mayor
conocimiento técnico del tema y también una preocupación respecto de cómo evitar
evi
que la
medición de GEI se convirtiera en obstáculo para el crecimiento de las exportaciones. El
33
entonces Presidente de Vinos de Chile, René Merino, a mediados del 2010 explicaba la situación
en los siguientes términos:
…“el tema de la huella de carbono y la sustentabilidad están ya presentes en los principales
mercados de los países desarrollados. Esto va a ser parte de las exigencias y probablemente, va
a significar un mayor costo para nosotros y para el consumidor final, lo que nos hace menos
competitivos” (…) “Nosotros estamos convencidos que en el mediano-largo plazo las trabas del
comercio van a ir más por los temas de sustentabilidad, huella de carbono, huella del agua y
responsabilidad social. Por eso estamos preocupados”( Schnitzer, 2010)
Las iniciativas relacionadas con el carbono, la energía y otros temas de responsabilidad social,
confluyeron en el Código Nacional de Sustentabilidad de la industria chilena de vinos, publicado
en diciembre de 2010. En él se definen parámetros de sustentabilidad para las distintas etapas de
la cadena productiva. El Código define la forma de medir los avances en tres áreas distintas:
viñedos, bodega y comunidad. Se realiza un proceso de capacitación en las prácticas sustentables
en cada área y también una acreditación, que va aumentando sus exigencias a lo largo de un
período de seis años. Las viñas acreditadas acceden a un certificado y a usar un sello distintivo
en sus etiquetas u otro material publicitario. A la fecha son 20 las viñas acreditadas. Entre los
diversos indicadores incorporados, está la medición de las emisiones de GEI.
34
Cuarta parte: La huella del vino chileno
4.1
Dimensiones de la huella
Como se ha expuesto, el año 2007 fue cuando se conocieron los primeros proyectos relacionados
con la medición de la HC por parte de algunas viñas. En ese momento se inició también un
trabajo más bien silencioso de un grupo aún mayor de viñas que, tras conocer los primeros
resultados de sus mediciones fueron realizando ajustes internos, sin necesariamente informar de
su huella ni de su estrategia de mitigación.
A partir de la investigación realizada10 se pueden identificar, en términos generales, tres
momentos en los que distintos grupos de viñas comenzaron a medir su huella de carbono.
A inicios de los 2000 un grupo de viñas había decidido –o estaba en proceso de- convertir total o
parcialmente sus viñedos en cultivos orgánicos. Por ese mismo tiempo, certificaron su gestión
ambiental con la norma ISO 14.00111. En paralelo, fueron parte del primer Acuerdo de
Producción Limpia del sector, anteriormente descrito. La suma de estos procesos llevó
naturalmente –hacia el 2007 y 2008- a que estas viñas midieran sus emisiones de GEI.
Otro grupo comenzó a medir su huella a partir del estudio del INIA de 2009. De las nueve viñas
que participaron en la muestra, la mayoría continuó realizando año tras año el ejercicio,
ajustando y ampliando las etapas y actividades incorporadas. Otras, las menos, decidieron no
continuar con sus mediciones.
Un tercer grupo se integró a esta práctica entre el 2010 y el 2011 a partir del último programa de
Vinos de Chile mencionado, el que incluyó capacitaciones y convenios con empresas consultoras
especializadas en el tema. Como resultado, un grupo de 16 viñas de menor tamaño, está
actualmente comenzando a conocer y entender su huella.
10
A partir de los sitios web de las mismas viñas, sus Reportes de Sostenibilidad, notas de prensa especializada, e
información de Vinos de Chile. Lo anterior fue complementado con entrevistas a las viñas: Concha y Toro, San
Pedro, Santa Rita, Errázuriz, Montes, Ventisquero, Emiliana, Via Wines, Lapostolle, De Martino y Viu Manent.
11
Esta norma está destinada a establecer un sistema de gestión ambiental en una empresa, de manera que su
actividad sea sustentable. Su implementación permite identificar posibles impactos al medioambiente generados por
la actividad productiva.
35
A junio de 2012 son al menos 48 las viñas chilenas exportadoras que realizan algún tipo de
medición de sus emisiones de gases de efecto invernadero. Este grupo representa un 68,2% del
monto exportado durante el año 2011 (incluyendo el vino embotellado, a granel y los
espumosos).
A continuación se entrega un resumen de las viñas identificadas, incluyendo el lugar que ocupan
en el ranking de exportadores 2011 y los valores enviados al exterior. En la Tabla 3 se puede
observar que las viñas que exportan los mayores montos están, mayoritariamente, midiendo su
huella de carbono. A ellas se agregan también exportadoras que se pueden definir como de
tamaño medio e incluso pequeño, estas últimas las denominadas viñas boutique. En conclusión,
no se trata sólo de una iniciativa de las grandes viñas, pues existen experiencias de empresas que
incluso representan menos del 1% de los actuales montos exportados.
Es necesario precisar que los grandes grupos del sector miden sus emisiones y definen sus
estrategias en torno a la sustentabilidad de manera conjunta, no obstante que en la información
sobre las exportaciones se consideren distintas empresas. Esto implica, por ejemplo, que el
trabajo de San Pedro incluye a Santa Helena, Viña Urmeneta, Misiones de Rengo, Altair y
Vitivinícola del Maipo. Santa Rita incorpora a sus viñas Terra Andina, Carmen y Nativa. Viña
Errázuriz incluye a Caliterra y Seña. Por su parte, Concha y Toro incluye además a Viña Maipo.
Cono Sur, no obstante pertenecer al grupo, ha seguido una estrategia algo distinta.
La gran mayoría de las viñas realiza mediciones denominadas corporativas, es decir que
incorporan las emisiones directas e indirectas provenientes de la elaboración de sus vinos,
considerando las actividades de campos, bodegas y oficinas de administración. Parte importante
de las viñas utilizan como metodología de base el GHG Protocol. También se encuentran
certificaciones de la ISO 14.064.
Las diferencias entre una viña y otra tienen relación con las actividades que incluyen en el
denominado scope 3, al que corresponden las emisiones indirectas ligadas a la cadena
productiva. Por ejemplo, algunas viñas consideran sólo las emisiones producidas hasta que el
vino llega a ser embarcado en puertos chilenos, dejando fuera el transporte internacional. Por el
lado de los insumos, la gran mayoría incorpora etiquetas, corchos y fertilizantes. No siempre se
incluyen las uvas adquiridas a otros predios.
36
Tabla 3: Viñas chilenas que están realizando la medición de sus emisiones de GEI (a junio 2012)
Lugar
ranking
Viña
Monto
exportado
( US$)
290.292.596
Partici
pación
(%)
17,1
Lugar
ranking
Viña
1
3
Viña Concha y
Toro
Viña San Pedro
Tarapacá
Viña Cono Sur
33
97.520.297
5,7
35
96.953.146
5,7
38
Viña Santa Rita
61.805.144
3,6
39
Vitivinícola
del Maipo
Viña Fray
León
Viña
Urmeneta
Viu Manent
4
6
45.422.813
2,7
40
7
Viña Santa
Carolina
Viña Maipo
42.669.901
2,5
48
9
Montes
37.555.214
2,2
10
Viña Errázuriz
35.968.052
12
Viña Ventisquero
13
Monto
exportado
(US$)
Partici
pación
(%)
10.647.90110.6 0,6
10.407.523
0,6
9.517.983
0,6
9.074.258
0,5
8.841.859
0,5
7.697.009
0,5
49
Vinos Santa
Ema
Viña Cousiño
Macul
Aresti Chile
7.547.484
0,4
2,1
50
Anakena
7.420.137
0,4
33.738.385
2,0
58
5.831.312
0,3
31.674.264
1,9
61
5.417.703
0,3
14
Viña Santa
Helena
Viña Undurraga
Viña Misiones
de Rengo
Viña Seña
26.768.700
1,6
69
Viña Morandé
4.417.885
0,3
15
Viñedos Emiliana
25.632.077
1,5
72
Viña del Mar
de Casablanca
Vitivinícola
Pérez Cruz
Viña J.
Bouchon
Viña Estampa
2
16
Via Wines
24.939.739
1,5
78
17
Viña Carta Vieja
24.506.611
1,4
80
18
Montgras
22.670.464
1,3
92
19
Viña Los Vascos
22.121.834
1,3
95
21
Terra Andina
18.237.375
1,1
102
22
Viña Carmen
18.146.508
1,1
108
24
Viña La Rosa
16.642.663
1,0
117
25
Viña Caliterra
15.274.731
0,9
125
Haras de
Pirque
Viña
Chocalán
Viña Casa
Tamaya
Viña Altair
0,2
3.987.286
3.465.799
0,2
3.309.759
0,2
2.466.345
0,1
2.247.415
0,1
1.979.548
0,1
1.822.633
0,1
1.485.644
0,1
27
Lapostolle
14.496.984
0,9
127
28
Viña De Martino
14.093.461
0,8
128
Viña Casa
Marín
Viña
Botalcura
Viña Balduzzi
0,1
29
Viña Dos Andes
13.499.124
0,8
134
Viña Quintay
1.027.072
0,1
31
Viña Miguel
Torres
12.949.241
0,8
142
Nativa
936.026
0,1
1.258.004
1.177.488
0,1
1.152.419
0,1
Fuente: Elaboración propia a partir de información disponible en páginas web de las viñas, reportes de
sostenibilidad, información de Vinos de Chile y entrevistas realizadas.
37
Al retroceder en la cadena de abastecimiento, la Viña Concha y Toro destaca un reciente trabajo
con su cadena de proveedores a partir del cual cada uno de ellos está midiendo y calculando su
huella. No se trata sólo de los insumos que venden a la viña, sino de sus emisiones corporativas.
Según informó Concha y Toro, los insumos constituyen una parte importante de sus emisiones,
por lo que cualquier reducción pasa por un trabajo conjunto con sus proveedores (Lira, 2012).
Incorporar todos los procesos y materiales, en el caso de las viñas grandes, implica una cantidad
tal de información que se ha realizado de forma paulatina. En general, ha tomando entre dos a
cuatro años. Al contar con la totalidad de las emisiones, algunas están iniciando el análisis por
ciclo de vida de cada vino, ya que cuentan con todo el registro para cada una de las unidades
productivas. Es aplicar la trazabilidad de cada botella al inventario de emisiones.
Un grupo más pequeño ha hecho el recorrido inverso. Por ejemplo, Lapostolle comenzó a medir
su huella a raíz del estudio del INIA, es decir, con el enfoque de ciclo de vida de un producto.
Continuó realizando las mediciones en los años posteriores y ahora está verificando su huella
corporativa, tras ampliar su registro a todos los procesos e instalaciones (León, 2012).
Las estrategias seguidas por las viñas a partir de su primera medición han sido distintas. La
mayoría de las viñas entrevistadas comenzó con el apoyo de una consultora externa. La chilena
Deuman, consultora en energía y cambio climático, participó en muchas de estas experiencias
tras colaborar con la medición del estudio del INIA. Bajo este esquema, los profesionales de las
viñas hicieron el aprendizaje.
Posteriormente, un número importante de viñas decidieron continuar con la medición de los
siguientes años de manera interna. La Viña San Pedro, como parte del grupo CCU, incorporó una
calculadora especialmente elaborada por Pricewaterhouse. Con este instrumento y las
capacitaciones correspondientes han medido su huella año a año a partir de 2010. (Zwanzger,
2012).
Un caso distinto es el de Viña Montes, que inició sus mediciones también el año 2010 de manera
interna, pero utilizando las calculadoras adaptadas a la industria chilena. Este año, una entidad
externa realizará la verificación de sus mediciones, a partir de lo cual se establecerá un plan de
acción. (Galaz, B., 2012).
38
Por su parte, la Viña Ventisquero decidió no realizar la medición todos los años, sino tres años
después de la primera. La empresa explica que esto se debe a que las diferencias que se puedan
encontrar entre un año y otro son pocas y no siempre se explican por las acciones de reducción
realizadas. En consecuencia, según esta viña, se requiere de un plazo mayor para realizar mejores
análisis. (Viale, 2012)
4.2
Las razones para medir
A la hora de señalar las razones que gatillaron la decisión de medir su HC, las respuestas de las
viñas incluyen diversas consideraciones. No obstante, en términos generales, todas las viñas
entrevistadas destacan que esto es parte de la filosofía de sustentabilidad en la que están
inmersas. Cabe notar que el nivel de involucramiento y la cantidad de años con programas de
sustentabilidad varía de viña a viña. Si bien, el concepto ha sido incorporado rápidamente en el
discurso, no sucede lo mismo a nivel de prácticas concretas, donde los ritmos varían
notablemente.
A la hora de agregar otras razones más específicas, las viñas destacan las siguientes:
•
Búsqueda de ahorro de recursos a través de una mayor eficiencia energética
•
Interés de los clientes (distribuidores), manifestado en constantes consultas sobre el tema
•
Posicionamiento en mercados externos a partir de la diferenciación con relación a las
viñas que no miden su HC
•
Programas de Vinos de Chile
El énfasis en un argumento u otro tiene una directa relación con el año en que iniciaron las
mediciones. Como se ha explicado, las primeras en medir su huella ya habían realizado otras
iniciativas previas de sustentabilidad, siendo éste el contexto de todas sus acciones posteriores.
Para otras, las constantes preguntas de sus importadores los hicieron tomar la decisión,
básicamente como una forma de anticiparse a medidas concretas que ya se anunciaban desde
Europa. Sin duda, los programas coordinados por Vinos de Chile alentaron a algunas de las
pequeñas, que se beneficiaron de apoyos estatales para cofinanciar parte de los costos
involucrados.
39
Un ejemplo del primer grupo es la Viña Ventisquero, que el año 2002 comenzó a implementar la
norma ISO 14.001 sobre gestión medioambiental. Posteriormente participó en el APL que se
lanzó a fines de 2003. De ahí en adelante fue incorporando distintas prácticas medioambientales,
una de las cuales fue la medición de la Huella de Carbono, a partir de 2007 (Viale, 2012). Viña
Chocalán siguió un camino similar, según consta en su Reporte GRI. Desde el año 2006 cuenta
con la certificación 14.001 y el año 2007 obtuvo el certificado de cumplimiento del APL del
sector.
La Viña Errázuriz desde el año 2008 comenzó a desarrollar un programa de sustentabilidad, el
que después sirvió de base al Código Nacional. En ese momento los viñedos orgánicos y
biodinámicos estaban aumentando entre las viñas chilenas. Errázuriz decidió entonces
posicionarse en la sustentabilidad. Para ello desarrolló un programa de trabajo con la
Universidad de Talca, el que incluyó todas las áreas. La medición del carbono era un aspecto
complementario en su programa y se realizó por primera vez en 2009. Adicionalmente, sabían de
las implicancias en el manejo de la energía y por ende de los ahorros que podrían llegar a
conseguir (Leal, 2012).
Via Wines decidió participar en todos los proyectos de sustentabilidad presentados por Vinos de
Chile. Se capacitaron en la metodología del Reporte GRI12, y decidieron medir su HC el año
2011, a través de un proyecto especial que les permitió optar a menores costos. Esto además les
permite diferenciarse de otras viñas que aún no están incorporando estas prácticas, lo que les da
un plus en el mercado internacional (Wexman, 2012) Santa Ema, a través de su Reporte GRI,
explica que su motivación está en el reconocimiento que dan a la certificación en los países de
destino de sus productos.
La forma en que se ha manifestado el interés de los mercados por contar con la información de la
HC de los vinos se ha traducido en las constantes preguntas –formales (a través de cuestionarios)
e informales (en diversas conversaciones)- que vienen recibiendo las viñas de parte de sus
distribuidores, especialmente en el mercado europeo.
12
El Global Reporting Initiative (GRI) es una organización cuyo fin es impulsar la elaboración de memorias de
sostenibilidad en todo tipo de organizaciones. GRI produce un completo Marco para la elaboración de Memorias de
Sostenibilidad, cuyo uso está muy extendido en todo el mundo. Básicamente, un reporte GRI da cuenta del estado de
los indicadores económicos, ambientales y sociales de una organización. Ver en www.globalreporting.org
40
Según la experiencia de CarboNZero, programa de acreditación de huella de carbono de origen
neozelandés que ha trabajado con varias viñas chilenas, a los factores antes mencionados se
suma también el deseo de estar a la vanguardia en temas ambientales (Ramírez, 2012).
A ninguna de las viñas entrevistadas se le ha puesto como exigencia para vender sus vinos, el
medir su HC. Sin embargo, contar con esa información es algo valorado por los importadores. A
las viñas que ya realizan la medición de su HC tampoco se les ha exigido hasta el momento
reducirla ni contar con certificaciones específicas. Todas sin embargo, destacan que es algo que
se dará tarde o temprano.
Consultadas sobre si la medición de las emisiones se puede considerar un obstáculo o una
oportunidad, todas destacaron que es una oportunidad, especialmente las viñas que iniciaron
tempranamente sus mediciones. Todas coincidieron también en que a medida que pase el tiempo
se irá convirtiendo en un obstáculo para aquellas que se incorporen de manera tardía a este
proceso. A juicio de la mayoría, el no estar midiendo hoy su huella, ya es tarde.
4.3
Gestión del carbono
Es en el área de la eficiencia energética donde se puede identificar la más amplia variedad de
acciones tendientes a reducir la huella de carbono, incluso en aquellas viñas que no miden sus
emisiones. Esto se explica por la directa relación entre el consumo de energía y las emisiones de
GEI.
Un aspecto transversal son las medidas tendientes a disminuir el consumo de energía eléctrica.
Aquí se encuentra desde el cambio de luminarias, la incorporación –aunque muy acotada- de
paneles solares en algunas de las áreas de trabajo, la adaptación de los turnos para aprovechar la
luz de día, y la incorporación de tecnología más eficiente.
En relación al consumo de petróleo, las modificaciones tienen que ver con las maquinarias
utilizadas en los viñedos y bodegas. Algunas viñas han podido cambiar sus fuentes de energía al
gas, mientras otras han incorporado la biomasa. También relacionado con el uso de
combustibles, se han incorporado buses de acercamiento para los trabajadores y en algunos casos
se ha ido aumentando el uso de las bicicletas. Un ejemplo en esta línea es el de la Viña Cono
Sur, que ha hecho de la bicicleta un elemento central de su marketing. En toda su publicidad
41
destacan que sus viñedos abundan las bicicletas, ya que en ellas se desplazan sus trabajadores
para proteger la tierra en la cual trabajan.
Otras viñas, como Via Wines, están optando cada vez más por las videoconferencias en vez de
los viajes internacionales, ya que los vuelos en avión de los ejecutivos van sumando emisiones a
la HC corporativa (Wexman, 2012).
El reciclaje es una práctica ya habitual en todas, especialmente en las plantas embotelladoras,
con programas especiales para el tratamiento de residuos como el vidrio, el cartón y el plástico.
Crecientemente se ha ido incorporado el reciclaje a nivel administrativo, en las oficinas.
En el caso de viñas más jóvenes, han podido incorporar el ecodiseño en sus nuevas
construcciones. Este concepto implica que el diseño se hace minimizando los costos ambientales
–presentes y futuros- en nuevos productos, envases o procesos. Viña Errázuriz construyó su
nueva bodega bajo este concepto, lo que se tradujo, por ejemplo, en el aprovechamiento de la
luminosidad natural, por lo que no se encienden las luces. Además cuenta con un sistema de
geotermia, lo que permite mantener la temperatura constante en su interior (Leal, 2012).
Todos estos cambios han requerido de un especial apoyo de los trabajadores de las viñas y han
requerido de capacitaciones técnicas, en los conceptos y nuevas tecnologías, pero también ha
sido necesario inculcar la cultura del ahorro energético. Por ejemplo, el cambio de luminarias a
ampolletas de bajo consumo no entregaba los mismos resultados si las personas no incorporaban
la costumbre de apagar las luces. Es frecuente ver en las oficinas de las viñas adhesivos que
incentivan a apagar las luces. Los cambios de turno y de medios de movilización también
requirieron no sólo de explicaciones sino de convencer a las personas involucradas que la
decisión es la mejor para la viña, sus trabajadores y el planeta. Si bien se trata de modificar
algunos aspectos culturales, lo que lleva un tiempo, las viñas reconocen que sin ese cambio y el
apoyo de los trabajadores es muy difícil avanzar de manera eficiente en todos los temas
relacionados con la sustentabilidad.
Los cambios también se han ido incorporando en la gestión de la empresa, llegando a modificar
el análisis de costos. Viña Montes destaca que antes de las mediciones se consideraba solo
cuánto dinero se gastaba en energía. Hoy se ve también el consumo en litros de petróleo o en
42
kilowatts, incorporando otras variables en el análisis y por ende en la toma de decisiones (Galaz,
B. ,2012).
Las viñas que están implementando planes de eficiencia energética durante más años, han podido
comprobar que los ahorros obtenidos son importantes y permiten enfrentar de mejor manera las
inversiones necesarias para adquirir nuevas tecnologías. Claro que la situación varía según el
tamaño de la viña.
La situación es más compleja para las viñas de menor tamaño, que centran sus recursos en
obtener un crecimiento de sus ventas en este competitivo mercado. Algunas se han quedado sólo
con la medición de su huella, sin avanzar en planes de mitigación ni en certificaciones. Según se
pudo obtener del sitio web de una viña, el costo de una medición de la HC, el año 2009 y a partir
de un convenio especial, fue de casi seis millones de pesos. (Viña Errázuriz).
Sin embargo, se enfatiza en que los ahorros generados más que compensan las inversiones
iniciales. Por ejemplo, en el caso de las pymes, de acuerdo a la evaluación que ha realizado el
Consejo Nacional de Producción Limpia -tras revisar los 19 APL desarrollados en distintos
sectores productivos-, el beneficio privado es cinco veces superior a la inversión en producción
limpia (Alé, 2012).
La realidad es muy distinta para las viñas grandes. Santa Rita, por ejemplo, hasta el año 2010
había invertido US$ 5,8 millones en proyectos que incorporen prácticas sustentables a todos sus
procesos productivos. Las iniciativas han sido aplicadas para optimizar tanto viñedos como
bodegas. Entre las inversiones se incluyen US$1 millón en la construcción de una bodega con
geotermia para botellas, US$100 anuales para el cambio de ampolletas de menor consumo y
US$120 mil para la instalación de un sistema de medición, control y registro de energía eléctrica
para las plantas industriales (Viña Santa Rita, 2010).
Viu Manent destaca que el conjunto de cambios, además de los impactos en la reducción de las
emisiones –que no se visualizan claramente en los primeros años-, conlleva ganancias de
productividad. La “gestión del carbono” organiza la información de otra forma, y va entregando
información y cruces que las viñas no esperan encontrar (Galaz, M., 2012).
43
4.4
El caso de las botellas livianas
Si bien es en la energía donde se encuentran frecuentemente las primeras y más variadas
acciones tendientes a reducir las emisiones, no es este ítem el que pesa más en la huella de
carbono de las viñas chilenas. El embotellado de los vinos y su transporte internacional son las
etapas que generan la mayor cantidad de emisiones de GEI. En ellas hay un protagonista común:
la botella. Como se analizó anteriormente, el uso de botellas livianas es una práctica
ampliamente utilizada a nivel mundial, de la cual no se excluye Chile. Prácticamente todas las
viñas chilenas las ocupan en alguna proporción, incluso aquellas que no están midiendo su HC,
aludiendo a las menores emisiones de CO2 que generan.
Los rangos de importancia del transporte internacional, para las viñas chilenas, en el total de sus
emisiones van entre un 30% a casi un 50%. Justamente éste es uno de los aspectos en el que no
es posible avanzar mucho. La totalidad de los envíos de vinos chilenos a mercados desarrollados
se realiza por vía marítima, que es la que registra menos emisiones, en comparación con el aéreo
y el terrestre. Algunas viñas han podido optimizar espacios en los contenedores para introducir
más botellas que antes en un mismo espacio, modificando sus embalajes. Pero no es posible
avanzar mucho más en las reducciones.
En promedio, la botella liviana utilizada pesa un 14% menos que las tradicionales (de alrededor
de 500 gramos). Sin embargo, algunas viñas, de la mano con los principales fabricantes de
botellas nacionales, han podido disminuir aún más el peso. Adicionalmente, algunas están
incorporando y aumentando crecientemente el porcentaje de vidrio reciclado en su elaboración,
que en promedio corresponde a un tercio del total. De esta forma se atacan dos aspectos: un
menor peso para generar menos emisiones en su traslado y una mayor utilización del reciclaje.
A fines de 2007 Cristal Chile empezó a recibir por parte de sus clientes requerimientos para
producir botellas más livianas. La empresa informó (Borregaard et al., 2009) que su referencia
para el diseño y posterior elaboración fue el mercado del Reino Unido. El resultado fue la familia
de envases Ecoglass, entre un 10 y un 15% más livianas, pasando de los 490 gramos a los 420
gramos. Esta reducción ha implicado aproximadamente entre 15.000 a 20.000 toneladas menos
de producción de vidrio al año. Por su parte, Cristalerías Toro se certificó bajo la norma
44
ISO14.06413 el año 2009, en línea con la emergencia del tema a nivel nacional Adicionalmente,
el año 2010 midió a través del sistema de ciclo de vida las emisiones de GEI asociadas a sus
distintos tipos de botella.
Viñedos Emiliana explica que por cada kilo de vidrio producido se emiten 300 gramos de CO2.
Por lo tanto, por cada botella 14% más liviana, que ahorra 70 gramos de vidrio, se evita emitir a
la atmósfera 21 gramos de CO2. En 2010 el 53% del total de unidades utilizadas por Emiliana
correspondió a botellas livianas. En 2011 este porcentaje aumentó a un 85%. Esto implica una
disminución aproximada de 165 toneladas de CO2 (Gajardo, 2012).
El uso de las botellas livianas es algo que siempre es destacado en las propias botellas de vino.
Las viñas lo señalan en la etiqueta, contraetiqueta o en las mismas tapas de las botellas cuando
se trata del tipo rosca. Las viñas las han ido utilizando cada vez más, comenzando, generalmente,
con las líneas de vino más masivas. Sin embargo, los vinos Premium de las viñas continúan
utilizando las botellas tradicionales. Se explicó que las encuestas internacionales reflejan que en
este tipo de vino es aún relevante para los consumidores el contar con una botella tradicional.
4.5
Reducción, compensación y neutralización
Aquellas viñas que han medido su huella por varios años han podido revisar si su gestión les ha
permitido reducir efectivamente el nivel de emisiones. Según la opinión de las mismas viñas, en
los primeros años no es mucho lo que se puede avanzar al respecto, y en ningún caso se han
establecido márgenes a alcanzar en períodos determinados. Todas avanzan en la reducción, sin
identificar metas concretas, al menos de manera pública. Una excepción es Viu Manent, que está
implementando un plan de reducción de emisiones 2011-2015. Algunas de sus metas son:
disminuir en un 13% la intensidad de carbono de las botellas, en un 18,5% la intensidad del uso
de combustible diesel, en un 10% la intensidad por uso de electricidad en la bodega. La viña
destaca que en los próximos años esperan aumentar la emisión de GEI debido al aumento
esperado de su producción, de ahí la importancia en sus compromisos de reducción. (Viu
Manent, 2011).
13
Norma que permite medir e informar sobre las emisiones de GEI a nivel corporativo.
45
Para las viñas que se están incorporando recién en la medición, el tema es distinto. Por ejemplo,
Via Wines no ha implementado un plan de acción específico, no obstante realice ya algunas
medidas de mitigación. Ello, pues el plan debe considerar inversiones importantes que no están
en condiciones de realizar en momentos en que la industria está siendo afectada por la situación
de incertidumbre de la economía internacional (Wexman, 2012).
Viña Concha y Toro está realizando un exhaustivo trabajo para definir sus metas de reducción.
Está analizando los proyectos posibles de realizar a partir de la curva de costos marginales de
abatimiento. En este modelo se ordenan los proyectos posibles de realizar para alcanzar las metas
de reducción y se priorizan de acuerdo a los costos asociados y sus impactos en la reducción. De
esta forma se priorizan aquellos que permitiendo importantes reducciones, tienen menores costos
relativos (Lira, 2012).
Los distintos tipos de certificación generan también formas distintas de enfrentar la reducción.
Según la experiencia de CarboNZero, aquellas viñas que se certifican, por ejemplo bajo la
ISO14.064, al tercer o cuarto año de certificación cuentan con un Plan de reducción bastante
sólido, que les permite reducir su huella de una manera muy costo-eficiente. Distinto es el caso
cuando las viñas calculan su huella y compran bonos de carbono para neutralizarla. Esto, ya que
no se demostraría ningún esfuerzo por parte de la viña en reducir sus emisiones, y pudiese ser
fácilmente acusada de “comprar el derecho a contaminar”, a juicio de la consultora. También
están quienes calculan la huella de solo una parte del proceso (transporte de bodega a puerto o
“delivery”) y compran bonos de carbono solo de esa parte. Para la consultora, lo malo de esta
práctica es que no están abordando todo el proceso productivo del vino y mitigan una parte del
proceso que no tiene mucho que ver con lo que contaminan (Ramírez, 2012).
A juicio de Concha y Toro, es más barato y eficiente hoy hacer reducción que comprar bonos de
carbono en el mercado como forma de realizar compensaciones o neutralizar las emisiones (Lira,
2012). Para varias otras viñas, es cuestionable seguir una estrategia a partir de la compra de
bonos de carbono. Al explicar sus aprensiones destacan que, por una parte, se trata de proyectos
generalmente llevados a cabo en lugares remotos sin muchas posibilidades de conocer en detalle,
y por otra, el énfasis y recursos debieran estar orientados –al menos mayoritariamente y en
primer lugar- en las reducciones propias. Claramente en este tema las opiniones están divididas.
46
Entre quienes avanzan hacia la compensación de sus emisiones se pueden distinguir dos grupos.
Por una parte, un grupo de viñas ha optado por compensar sus emisiones a partir de proyectos
propios de absorción y captura de CO2, como plantaciones o bosques propios. Y por otra parte,
un grupo ha adquirido bonos de carbono que han permitido neutralizar una línea de vino o el
transporte internacional. Esta última práctica es la que aparece más frecuentemente. Por ejemplo,
se ha neutralizado una línea de vino en los siguientes casos: Concha y Toro en sus vinos Sunrise
(para sus envíos a países nórdicos) y Ventisquero con su línea Yali.
El caso de Emiliana es algo distinto, pues la decisión de transformar a su Fondo Los Robles en
carbono neutral – el año 2008- fue lo que gatilló la medición de su huella de carbono. El
proyecto fue certificado por la empresa alemana TÜV SÜD (especializada en inspecciones y
certificaciones de diversas áreas industriales), y apoyado por Innova Chile- CORFO. La viña
explica (Emiliana, 2010) que buscaba neutralizar las emisiones de carbono, incrementar la
eficiencia energética y mejorar la calidad del planeta en la totalidad del proceso productivo, tanto
en el campo como en la bodega, además del transporte de los vinos ya elaborados. Actualmente
los vinos Gê, Coyam y Winemaker’s Selections son carbono neutrales.
Un grupo más numeroso de viñas ha neutralizado las emisiones del transporte internacional de
sus vinos. En este último grupo se encuentran viñas que sólo realizan acciones en el transporte y
otras que lo acompañan con reducciones en la etapa productiva. La certificación más utilizada es
el CarboNeutral delivery. Consultadas sobre el por qué de esta certificación, algunas viñas
reconocieron que se trata de una estrategia de marketing, pues en los mercados desarrollados se
tiene conciencia de las emisiones generadas por el transporte internacional, e incluso se enfrentan
a campañas que incentivan la compra local, lo que es una desventaja para Chile. Al neutralizar el
envío, esa desventaja desaparece. Esta certificación incluye todo el traslado desde el
almacenamiento hasta el destino final.
Existe un caso de neutralización de toda la producción de una viña, es decir, que todas sus
emisiones son compensadas. Se trata de la Viña De Martino. En este caso, es la misma empresa
la que genera bonos de carbono mayoritariamente a través de su proyecto de optimización de los
procesos de la planta de tratamiento de aguas. Éste proyecto fue incorporado el 2008 como parte
47
del Mecanismo de Desarrollo Limpio14 establecido en el Protocolo de Kioto, lo que lo valida a
nivel mundial como una opción para que las empresas de países desarrollados puedan compensar
sus emisiones. En el desafío de ser carbono neutral la viña ha trabajado, al igual que otro grupo
de viñas chilenas, junto a las consultoras australianas Green Solutions y Carbon Reduction
Institute (Rodríguez, 2012).
En la Tabla 4 se muestran algunos ejemplos de neutralización del carbono llevados adelante por
viñas chilenas.
Tabla 4: Ejemplos de neutralización certificados por viñas chilenas
Viña
Anakena
Lapostolle
Viña Carta Vieja
Viña Concha y Toro
Viña Cono Sur
Viña De Martino
Viña Santa Carolina
Viña Ventisquero
Viñedos Emiliana
Viu Manent
Neutraliza
Vino Single Vineyard
Delivery
Delivery
Vino Sunrise
Delivery
Viña y vinos
Delivery
Vino Yali y delivery
Vinos Gé y Coyam, Fundo Los
Robles
Delivery
Fuente: Elaboración propia a partir de información publicada por las viñas.
4.6
La comunicación de la huella
Como ya se ha expuesto, la mayoría de las viñas chilenas mide sus emisiones de GEI
corporativas. No obstante, las huellas de carbono de las viñas chilenas no siempre están
disponibles públicamente. De hecho, de la sola revisión de las páginas web no siempre queda
claro si efectivamente están realizando la medición o no. Consultadas sobre el porqué de esta
situación, todas coinciden en que una de las mayores dificultades que han debido enfrentar es
cómo comunicar los resultados de su medición, interna y externamente.
14
El Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) busca contribuir a la mitigación del cambio climático, ayudando a los
países industrializados a cumplir con sus metas de reducción. Incorpora proyectos que generen reducciones de CO2,
las que son certificadas internacionalmente.
48
A continuación, en la Tabla 5, se presentan algunos de los resultados de las mediciones de
emisiones GEI tal como se informan por las viñas, sea en su web o en su reporte GRI. La
mayoría de ellas corresponden a emisiones corporativas, excepto en el caso de Emiliana en que
se trata de emisiones por botella. El año entre paréntesis corresponde al año de su medición.
Tabla 5: Ejemplos de huellas de carbono publicadas por viñas chilenas
Viña Concha y Toro Un 25,6% de las emisiones son directas, producto del uso de
combustible en equipos móviles y estacionarios, aplicación de
(2007)
fertilizantes y uso de refrigerantes. Un 18% de las emisiones son
producto del consumo de energía eléctrica. Un 56,4% de las
emisiones son indirectas y están asociadas a la exportación de
productos.
La bodega representa el 35% de las emisiones; el proceso de
Cono Sur (2009)
embotellado es responsable del 31%; el despacho marítimo, el 29%;
los viñedos, el 4%; y las oficinas de Santiago, el 1%.
Viña
San
Pedro Las emisiones del área industrial para 2009 fueron de 1.136.000 kilos
Tarapacá (2009)
de CO2, 4.036 kilos de NOx y 470 k de SOx.
Viña Errázuriz (2009)
Campos: 3.117 Ton CO2e. Bodegas: 3.630 Ton CO2. Envasado:
3.195
Ton
CO2e.
Oficinas
comerciales:
383
Ton
CO2e.
Exportaciones: 3.197,5 Ton CO2e.
Emiliana (2009)
Gramos CO2/Botella para los vinos
(*)
: G (2598,77), Coyam
(1993,66), WMS SC (2409,09), WMS M (2275,95) y WMS CS
(1845,26). Esto implica que en promedio se emiten 2224,55 gramos
de CO2 por botella de vino producida. (*)Corresponde a distintas líneas de vinos.
Fuente: Elaboración propia a partir de información publicada en páginas web y reportes de sostenibilidad
de las viñas.
Los resultados presentados en la Tabla 5 dan cuenta de las distintas formas de comunicar la
cantidad de GEI emitidos en cada una de las viñas seleccionadas, todas las cuales son de una
gran complejidad técnica y son imposibles de comparar entre ellas. Esta complejidad es la que
enfrentan consumidores, distribuidores y viñas por igual.
Esta realidad ha sido, según lo explican las propias viñas, una de las principales razones por las
que es frecuente encontrar sólo los resultados de las primeras mediciones. En mediciones
49
posteriores algunas viñas optaron por no informar masivamente de sus resultados. Prefirieron
entender internamente mejor los datos, evaluar lo que implican, tomar decisiones respecto de lo
que se denomina “gestión de la huella” o “gestión del carbono”, volver a medir, comparar
resultados y luego definir respecto de su comunicación fuera de la viña.
Todas las entrevistadas consideran que el consumidor final solo se confundirá al ver las cifras,
pues no existe una forma de comparar los resultados y tampoco existe un nivel de conocimiento
tal que permita interpretar de una forma correcta ese tipo de información. Por ende, hasta el
momento ninguna de las viñas chilenas ha incorporado en su etiqueta los datos referidos al
contenido de carbono de sus vinos o de las mismas viñas. La información que sí llega
directamente al consumidor son los de certificaciones como la orgánica, la ISO y las de carbono
neutral (de transporte y de vino).
La Viña Casa Marín pretende ser la primera que incorpore en su etiqueta la cantidad de CO2 que
corresponde a cada una de sus botellas de vinos en los mercados internacionales. Para ello, está
trabajando con la consultora española Creara, en la medición bajo el enfoque de ciclo de vida.
(Creara, 2012).
Las viñas que miden y comunican su huella lo hacen a través de sus sitios web y/o sus Reportes
GRI. Algunas de ellas cuentan con newsletters electrónicos donde destacan los temas de
sustentabilidad. El grupo San Pedro cuenta con un sitio especial (www.be360.cl) en el que
muestra de manera didáctica las distintas prácticas sustentables de la empresa en su relación con
la comunidad, el medio ambiente y sus clientes.
Cabe notar que cuando las viñas se refieren a sus clientes, no están pensando en los
consumidores finales, sino en sus compradores, los importadores o distribuidores. En ellos sí
reconocen un mayor interés en estos temas, aunque no siempre un mayor conocimiento técnico.
A ellos se les mantiene constantemente informados sobre toda acción relevante de la viña. En
caso de ser solicitado, se entregan los resultados finales de sus mediciones. A juicio de los
entrevistados, a los importadores les basta con saber que las viñas están midiendo. Así confirman
el real interés de las viñas.
Respecto de qué opinan los consumidores sobre las prácticas sustentables de las viñas y/o la
medición de su HC, la mayoría reconoce que aún no es posible saberlo. Viu Manent está
50
trabajando en una encuesta que le permita conocer la opinión tanto de sus importadores como de
sus consumidores finales (Galaz, 2012).
En la medida en que la implementación de la HC es reciente y que además sus resultados no
estarían llegando a los consumidores finales, ha sido muy complejo poder estimar si la
introducción de esta práctica se traducirá en una mayor preferencia de los consumidores por
aquellos vinos que miden y reducen sus emisiones. En rigor, las únicas que podrían establecer
alguna relación más directa son aquellas que cuentan con la certificación de carbono neutral en
sus botellas. Sin embargo, las viñas explican que la incorporación de estas certificaciones tiene
muy poco tiempo, por lo que es necesario esperar para poder realizar una evaluación certera.
En el caso de Concha y Toro, por ejemplo, esperan poder evaluar el tema en al menos un par de
años más, pues el vino Sunrise (cuyas emisiones neutralizaron) está siendo enviado a los
mercados nórdicos recién a partir de su cosecha 2011. Adicionalmente, dado el sistema de
monopolio en la distribución de bebidas alcohólicas existente en estos países, prácticamente no
hay contacto directo con el consumidor (Lira, 2012).
51
Conclusiones
Las actividades realizadas por las viñas chilenas a contar de 2007 en torno a la huella de carbono
constituyen una puesta al día de esta industria respecto de lo que ya sucedía a nivel internacional,
especialmente en aquellos países directamente competidores, como son los miembros del
denominado Nuevo Mundo en el mercado del vino. En Australia, Nueva Zelanda, Estados
Unidos y Sudáfrica ya habían comenzado – a inicios de los 2000- a investigar sobre estos temas,
medir sus huellas, evaluar su impacto y tomar acciones concretas para disminuir sus niveles de
emisión.
Si bien a contar de 2009 se ha producido un involucramiento que pudiera catalogarse de masivo
en torno al tema, las estrategias seguidas son muy variadas y en algunos casos opuestas entre sí.
Y es que las viñas han ido aprendiendo en la práctica, y en cada etapa del proceso se han
encontrado con aspectos no esperados, lo que ha generado cambios en las decisiones iniciales.
Esto se refleja, por ejemplo, en los cambios respecto de las metodologías utilizadas en sus
mediciones. Esta situación pudiera ser consecuencia también de una estrategia basada en la
reacción, es decir, cuando las consultas de los importadores aumentaron, se fueron convirtiendo
en presiones. De ahí la urgencia de algunas viñas por sólo medir, sin planificar un trabajo de
mediano o largo plazo.
No obstante estas situaciones, es destacable que tanto las viñas líderes como las asociaciones
gremiales y algunos programas públicos, hayan podido coordinar sus esfuerzos para realizar un
trabajo sectorial conjunto. El traspaso de experiencia de las viñas grandes se dio en el marco de
diversos programas que pusieron a la sustentabilidad de la industria como eje principal. Este
esfuerzo colectivo es el que ha permitido a viñas medianas y pequeñas introducirse en el tema
ambiental general y del carbono en particular, de manera de no quedar relegadas respecto de las
viñas que conforman el núcleo más vanguardista de la industria.
Como consecuencia de este trabajo y de las reiteradas consultas de sus importadores, se puede
afirmar que hoy prácticamente el 70% de las exportaciones de vino chileno realiza algún tipo de
medición de sus emisiones de GEI. Estas mediciones no son exclusivas de los grandes
exportadores, sino que se han podido verificar en empresas de todos los tamaños, incluso en
52
aquellas que hoy sólo representan el 0,1% de los montos exportados por el país. Se trata de una
práctica totalmente transversal en la industria chilena del vino.
Mayoritariamente las viñas chilenas están registrando las emisiones corporativas, incorporando
año tras año un mayor número de actividades y materiales relacionados con sus cadenas de valor.
A contar de este año, varios proveedores están realizando sus propias mediciones corporativas,
práctica que sin duda se irá extendiendo de manera de incorporar un mayor número de empresas,
generalmente medianas y pequeñas.
Uno de los ámbitos en que hoy aparecen estrategias contradictorias es en torno a la
neutralización a través de la adquisición de bonos de carbono, especialmente en relación con el
despacho internacional de los vinos. Existe un prejuicio sobre el uso y efectividad de la
neutralización de emisiones a través de la compra de bonos de carbono. Para algunas viñas, esta
acción no implica un compromiso real con el tema del cambio climático. Para otras, es una
práctica que les permite subsanar la desventaja chilena (lejanía geográfica de los mercados de
consumo), al neutralizar el despacho de los vinos.
Un aspecto adicional de complejidad ha sido el cómo comunicar la huella. Las viñas reconocen
que informar sobre el estado de sus emisiones es complejo tanto interna como externamente.
Esto básicamente por las diferencias de metodologías, que no hacen comparables las mediciones.
Es más fácil comunicar que el producto ha neutralizado sus emisiones (cualesquiera que ellas
sean) a señalar la cantidad de CO2 que contiene el mismo vino. De hecho, hasta la fecha, ningún
vino chileno lleva en su etiqueta el monto de CO2 que se libera al ambiente en su proceso de
elaboración. Es necesario destacar que ninguno de los importadores o distribuidores de los vinos
chilenos ha puesto como exigencia comunicar su huella al consumidor final. Todas las iniciativas
al respecto son voluntarias e incluso, hasta el momento, quedan cubiertas con que las viñas
informen al distribuidor que están midiendo su HC. Este puro acto (independiente de sus
metodologías, certificaciones y resultados) es tomado como muestra de compromiso con el tema.
Las viñas están conscientes de que esto cambiará en cualquier momento, por lo que están
esperando conocer la dirección y características que irá tomando el proceso.
Mientras avanzan en sus mediciones, las viñas han necesitado incorporar a todos sus trabajadores
en este y otros temas relacionados con la sustentabilidad. Ello ha requerido de iniciativas que
53
tengan como objetivo lograr cambios culturales en la relación que se establece con el
medioambiente y en el reciclaje y ahorro de recursos. Esta necesidad es aún mayor dada la
estrecha relación de esta industria con la naturaleza y el clima.
El aprendizaje inicial respecto de cómo medir, qué medir y comenzar a definir y evaluar las
acciones tendientes a reducir las emisiones toma entre tres a cuatro años. Después de este
período las viñas adquieren una mayor seguridad respecto de cuáles son las mejores estrategias,
dependiendo de las características de sus empresas. En esta etapa están las empresas que
tempranamente midieron su HC. En la medida que éstas transfieran su experiencia y
conocimientos, es posible esperar que el aprendizaje del resto de las viñas sea más rápido o al
menos colabore en una definición de estrategias menos errática, de manera que la globalidad de
la industria continúe por este camino de manera más coherente.
En el proceso de implementación de la HC de las viñas chilenas han ido colaborando, como se ha
visto, empresas consultoras especializadas originarias de otros países. Se trata de CarboNZero
de Nueva Zelanda, Green Solutions de Australia, Carbon Neutral Company de Reino Unido y
recientemente Creara de España. Todas ellas cuentan con bastante experiencia en estos temas
con sus industrias locales, en países con una mayor experiencia y sensibilidad en torno a la
adaptación al cambio climático. Por lo anterior, deberían contar con un mayor know how en las
técnicas de mediciones y planes de mitigación, por ejemplo, que las convierten en una
interesante plataforma de apoyo a las empresas chilenas.
Un rol importante en la coordinación de este tema le cabe a las asociaciones gremiales del sector.
Si bien han realizado programas especialmente destinados a la HC y ha comenzado a
implementarse el Código Nacional de Sustentabilidad, parece importante acompañar en el
proceso a las viñas de menor tamaño, en la evaluación y reflexión respecto de la mejor forma de
definir sus estrategias, especialmente considerando los importantes recursos que se necesita
invertir. Además, están emergiendo rápidamente nuevos temas como la huella del agua, que van
en la misma dirección, son complementarios y requerirán también de apoyo técnico relevante.
54
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